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Derecho Canónico especial Sesión 11

Aporte
Angel Diaz Rosas 15 de febrero del 2023

a) Ángel cc.797-801

797 Es necesario que los padres tengan verdadera libertad para elegir las escuelas; por tanto, los fieles deben
mostrarse solícitos para que la sociedad civil reconozca esta libertad de los padres y, conforme a la justicia
distributiva, la proteja también con ayudas económicas.
797 Como señalábamos en el comentario al c. 793, la libertad de enseñanza no queda garantizada sólo con que
se permita la libre creación de centros docentes, sino que, además, los Estados han de proporcionar los subsidios
económicos necesarios para su sostenimiento, en la misma medida en que contribuyen al sostenimiento de
escuelas estatales. Si no, los padres se ven obligados a contribuir con sus impuestos al sostenimiento de escuelas
quedada la educación que imparten no les interesan para sus hijos, y, además, han de financiar íntegramente las
escuelas que ellos promueven. La justicia distributiva exige que no sean sólo los económicamente privilegiados
los que gocen de libertad para enviar a sus hijos a las escuelas que deseen.

798 Los padres han de confiar sus hijos a aquellas escuelas en las que se imparta una educación católica;
pero, si esto no es posible, tienen la obligación de procurar que, fuera de las escuelas, se organice la debida
educación católica.

798 Presupone este c. una distinción entre escuelas católicas, que define el c. 803, y escuelas en las que se
provee a una educación católica. El antiguo c. 1374 A prohibía a los padres enviar a sus hijos a escuelas
acatólicas, neutras o mixtas. No obstante, ante la imposibilidad del envío de los niños a escuelas en que se
impartiese una educación católica, el Ordinario podía permitir la asistencia a escuelas acatólicas, neutras o
mixtas con las cautelas previstas por la Santa Sede para evitar el peligro de perversión. Esas cautelas se
reducían a suplir la falta de educación los padres católica y a contrarrestar la posible enseñanza de errores.
Conserva el actual c. la sustancia de la norma, pero expuesta de modo positivo: se señala lo deben hacer, y no lo
que no que deben hacer. La obligación de suplir la falta de educación católica recae sobre los padres. Una
admonición de la S.C. del Santo Oficio de 28.VII.1950 (AAS 42 [1950] 553) ordena no admitir a los
sacramentos a los padres así como a los niños que confían la educación de sus hijos a asociaciones impulsadas o
dirigidas por comunistas, que tienen el fin de inculcar principios materialistas y anticristianos.

799 Deben esforzarse los fieles para que, en la sociedad civil, las leyes que regulan la formación de los jóvenes
provean también a su educación religiosa y moral en las mismas escuelas, según la conciencia de sus padres.

799 En múltiples tratados internacionales y cartas constitucionales de los Estados (vid. comentario al c. 793) se
reconoce el derecho de los padres sobre la educación religiosa y moral de los hijos, así como a enviarlos a
escuelas distintas de las creadas por las autoridades públicas; todo lo cual, para que resulte efectivo, exige una
igualdad de trato financiero entre las escuelas (vid. también comentario al c. 797). Las declaraciones de
derechos constituyen con mucha frecuencia una simple declaración programática, que no llega a ponerse en
práctica plenamente. Recae especialmente sobre los fieles cristianos el deber de que se reconozcan esos
derechos del hombre como los relativos a la educación, de los cuales depende en gran medida el porvenir
religioso de enteros países y de que, una vez reconocidos, se apliquen íntegramente, de manera que conformen
realmente y de modo efectivo las instituciones jurídicas y sociales. Promover una justa legislación en materia de
enseñanza constituye un importante deber, especialmente de los católicos, que pueden cumplir con el simple
uso de sus derechos ciudadanos, ejercitados de un modo pleno.
800 § 1.  La Iglesia tiene derecho a establecer y dirigir escuelas de cualquier materia, género y grado.
§2. Fomenten los fieles las escuelas católicas, ayudando en la medida de sus fuerzas a crearlas y sostenerlas.

800 Ya hemos comentado a propósito de los cc. 794-795 los derechos y deberes que a la Iglesia corresponden
en materia educativa, de los que se deriva que pueda fundar y dirigir centros no sólo para la educación religiosa,
sino todo tipo de centros docentes, cuáles son las escuelas. En el comentario a los cc. 793 y 797 hemos señalado
que es obligación de las autoridades civiles subvenir a las necesidades de la enseñanza, respetando siempre la
elección de los padres, por lo que deben también sostener económicamente la enseñanza confesional. Los
católicos sólo tienen un deber subsidiario de ayudar económicamente a las escuelas católicas. Depende el § 1
del antiguo c. 1375, y del n. 8 de la Decl. Gravissimum educationis. El § 2 depende del n. 9 de la citada Decl.
Conciliar.

801 Los institutos religiosos que tienen por misión propia la enseñanza, permaneciendo fieles a esta misión
suya, procuren dedicarse a la educación católica también por medio de sus escuelas, establecidas con el
consentimiento del Obispo diocesano.

801 Establece este c. que corresponde al Obispo consentir en la fundación de una escuela por un instituto
religioso en su diócesis, consentimiento que no se exigía en el antiguo Código.

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