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interrupciones
valeria flores
mondongadark@gmail.com
http://mondongadark.blogspot.com
[2]
interrupción: modo poético de cortar una conversación a la que
no fuiste invitadx pero de la que se es objeto de su dicción.
procedimiento afectivo de desconectar el circuito del sufrimiento
infinito. práctica política de desmontar las convenciones de lo
escuchable. indisciplina de un saber que irrumpe en las
coordenadas del corpus hegemónico del conocimiento. falla en la
serialización subjetiva en la que múltiples vidas exigen pasaje
perforando la lengua del poder. deseo de molestar todo universo
jerárquico de creencias. inversión de la mirada, giro del habla.
intervalo provocado por la implantación de un piquete de
problemas en la reiteración de un hábito perceptivo o mental.
[3]
las minúsculas en el nombre propio, una estrategia de
minorización del nombre propio, de problematización de las
convenciones gramaticales, de dislocar la jerarquía de las letras,
una apuesta al texto antes que a la firma de la autora, percibir el
propio nombre como un espasmo de una ficción llamada "yo", un
yo deslenguado que funciona como eco de muchas otras voces,
que reviste un tono singular en las ondulaciones del texto en el
que no cesa de latir ese murmullo colectivo, contra la mayúscula
como forma de la ley, una falta de ortodoxia que rige la escritura
y sus regulaciones de la decencia, una territorialización del yo
que pasa desapercibido, un error que impulsa el deseo de
normalidad, una dislexia gráfica que interrumpe los enlaces de
sentido, un deseo de designar una fuerza, un movimiento y no
una persona, y contra toda justificación previa, porque me gusta
verlo y sentirlo de ese modo.
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Índice
El pulso de la interrupción 19
II
Aprender 101
[5]
¿Un feminismo zombi? Promiscuidad y contagio:
políticas tortilleras trans feministas cuir descoloniales 144
III
[6]
¿Un feminismo zombi? Promiscuidad y contagio:
políticas tortilleras trans feministas cuir descoloniales
definición propia del ser feminista (¡una y solo una!) arriesgaría sin
duda una posición afín a una política del duelo del feminismo.
Atendiendo por supuesto a todas las complejidades y sentidos
entrevistos en el sintagma: el duelo del feminismo.
Alejandra Castillo
[144]
En el espacio del tartamudeo político, a la deriva entre la vida y
la muerte, desde la densidad intersticial del espectro que
reencarna la negatividad, a media voz reverbera una pregunta
¿un feminismo zombi? Aferrada a la escritura como forma de
sobrevivencia, cotejo un cierto feminismo, un cierto modo de la
teoría feminista, una cierta acción política feminista, con la
figuración del zombi. Una figura ambigua, problemática, dudosa,
con lecturas contrapuestas sobre su descomposición móvil e
itinerante. La proliferación de ficciones sobre zombis marca una
condición de época, de transición entre el régimen de poder
disciplinario a las sociedades de control, una lucha entre los
diferentes modos del cuerpo y sus técnicas de vigilancia, control
y producción.
144 En un principio, como clase B eran consideradas las películas realizadas con bajo
presupuesto y actores principiantes, no reconocidos o en decadencia. La clasificación se
siguió usando después de la caída de dicho sistema y se asocia comúnmente a
producciones de baja calidad. También este género es conocido como cine bizarro, que en
este contexto significa raro, extravagante, insólito. Es un tipo de cine con tintes
surrealistas y en ocasiones casi de tipo pornográfico.
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la era del capitalismo avanzado, identidad política en las formas
de la democracia tardía, antihéroe145 que personifica una parodia
repulsiva del ciudadano ideal, metáfora del trabajador
automatizado. Podemos leer al zombi en el cruce entre Donna
145
comparación con otros seres del mundo del cine. Desprovistos de conciencia,
personalidad y ambición, los zombis son más bien trágicos anti-héroes, una parodia
repulsiva del ciudadano ideal, sin más relación con la experiencia vital que la repetición
automática de viejas costumbres de socialización. Y sin embargo, aunque se empeñen en
perseguir a los vivos, uno no puede evitar sentir simpatía por estos inquietantes
[148]
subjetivid 149.
[149]
La práctica de una política feminista demanda necesariamente
interrogar y cuestionar aquellas identidades y diferencias que
subyacen a las prácticas y discursos del orden heterocapitalista
racista y patriarcal, para desestabilizar la organización de las
identidades a partir de la diferencia de los sexos, cuestionando
[150]
trabajando con el género como sinónimo de mujer y punto de
confluencia, en vez de activarlo como un régimen normativo
fundante de la opresión y territorio de discusión y disputa
política. Por eso, la desencialización de la categoría de género,
que no supone abandonar el feminismo aunque sí cuestionar su
heterocentrismo y racismo, es una tarea imprescindible para
comprender las actuales incertidumbres a la vez que el
compromiso político que entraña una concepción
antisustancialista del sujeto en general y del sujeto del género en
particular.
152
Diamela Eltit.
[151]
desaprender, sin melancolía, la morfología actual de nuestras
identidades153 .
según operadores de conexión que simulan o clonan esa cercanía, la ambivalencia que
rige lo promiscuo es traducida de manera inmediata como nuevo código, secuestrándole
[152]
Asistimos hoy a un tiempo marcado por la hegemonía de la
reproducción sexual, del binarismo de género, de la visión, del
habla, de la movilidad y de la inmunidad, en que la naturalización
y privatización del cuerpo contrasta con la invención y
distribución diferencial de órganos y fluidos (útero, seno, semen,
sangre, morfología facial, masa muscular, grasa, color de la piel)
y con la tecnificación creciente de las funciones reproductivas y
del ám
marica trans cuir y descolonial se distancia, por una parte, de lo
que Jackie Alexander y Chandra Tapalde Mohanty denominan
[153]
desigualdades mismas, en realidad las aumenta al
Brown)156.
[154]
nomadía de voces, cuerpos, personajes, escenas, no se trata de
grandes gestas, tampoco de alcanzar un sitio o una forma
definitiva, sino de un incesante desplazamiento para
reinventarse soberanías provisorias, alertas y gozosas, para
crear escenarios de coincidencia efímera.
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que sea pensada como algo que nos pasa a cada paso a tod*s 159,
entre muchas e infinitas otras inquietudes.
159 e se da por sentado que todas las mujeres tienen vagina, o que todos los
hombres pueden orinar de pie, cada vez que alguien afirma que los únicos cromosomas
humanos son XY ó XX, cada vez que se dice que sólo los hombres tienen testículos y
ovarios sólo las
intersexualidad nos pasa. Y forma parte de lo que somos, aunque ni remotamente se nos
pase po
Interdicciones.
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con la consecuente pérdida de autonomía de la soberanía
decisional, la dependencia de los medicamentos y del modelo
hospitalario, y la constante patologizaciòn de conductas,
sensaciones y placeres; si el dispositivo jurídico y mediático
penaliza y estigmatiza prácticas e identidades a través de las
normativas legales y el aparato represivo de las fuerzas de
seguridad; si las instituciones del Estado establecen las
regulaciones de lo público (espacio, conocimiento, sujetos,
política, etc), nos urge construir un feminismo que persiga la
desmedicalizaciòn, descriminalización, desestigmatización,
desestatización de las sexualidades, los cuerpos, las
subjetividades. Un feminismo que, sea cual sea el nombre que se
adjudique, será de cualquier manera y por suerte, desbordado
por sus propias fuerzas discrepantes y del disenso. Un feminismo
que resalte su potencia como laboratorio de propuestas de
acción de resistencia a la normalización institucional, creando las
condiciones de la enunciación para producir un saber sobre
nosotrxs mismxs y trabajando con múltiples intersecciones de
fuerza y vectores de subjetividad, incluso divergentes entre sí,
y absolutas.
160En el mismo sentido expresaba mi aporte en los I Diálogos del activismo lésbico, como
s tantas
preocupaciones en torno al activismo lésbico así como del movimiento de la disidencia
[160]
deshacen y se rehacen según las circunstancias, liberando los
mundos simbólicos de los imaginarios culturales y estéticos
donde la relación entre discurso y subjetividad se vuelve más
oblicua, y que a menudo se inhiben en los discursos demasiado
programáticos de la reivindicación y la militancia.
activismo lésbico.
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pensado, neutralizándola como espacio de problematización,
amenazándola con la posibilidad de un cierre. Una pregunta que,
aunque exigua, sea un desafío para la imaginación teórica, la
capacidad para fabular por nuestra cuenta y para la sensibilidad
presente en nuestras prácticas, suministrando el impulso
inaplazable para relanzar las preguntas políticas radicales -hoy
en suspenso- y una invitación a recrear una nueva gramática
política.
161
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2012.
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