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Los trabajos sobre la lectura aparecido en los últimos 70 y 50 años se apoyan en 3 concepciones
diferentes del proceso:
De acuerdo con esta concepción, se indica que el lector comprende un texto cuando es capaz de
extraer el significado que el mismo ofrece, lo cual implica un reconocimiento tácito de que el
sentido del texto está en las palabras y oraciones que lo componen y que el papel del lector
cosiste en descubrirlo. Gibson y Levin, señalan “leer es extraer información de un texto”.
El lector en este caso desempeña un papel meramente receptivo en la medida en que el sentido
de lo leído le llega de afuera y que el sujeto que lee lo incorpora.
Fran Smith, otro pionero del modelo psicolingüístico, afirma que en la lectura interactúa la
información no visual que posee el lector con la información visual que posee el texto. en este
proceso de interacción el lector construye el sentido del texto (carácter interactivo).
El enfoque psicolingüístico hace mucho hincapié en que el sentido del texto no está en las
palabras u oraciones que componen el mensaje escrito, sino en la mente del autor y en la del
lector cuando reconstruye el texto en forma significativa para él.
Dicha construcción se lleva a cabo a través del uso que el lector hace de la información
grafónica, sintáctica y semántica que el texto le ofrece. La primera incluye todas las
convenciones ortográficas y las relaciones entre la representación gráfica y fonológica del
lenguaje. La segunda comprende las reglas que gobiernan el orden de los elementos lingüísticos.
La tercera incluye los conceptos expresados a través de determinado vocabulario.
Este enfoque se vio enriquecido por los aportes de los psicólogos constructivistas, quienes
retomaron el concepto de esquema. La interacción entre el pensamiento y el lenguaje, sostenida
por los psicólogos pasa a ser para los psicólogos constructivistas, la interacción entre la
información aportada por el texto y los esquema que posee le lector.
Los esquemas son unidades, a donde no solo está almacenado todo el conocimiento, sino
también la información necesaria sobre cómo utilizar ese conocimiento.
Desde el punto de vista de la teoría de esquema, el lector logra comprender un texto cunado es
capaz de encontrar la configuración de esquemas que permite explicarlo en forma adecuada.
Esta concepción de lectura no se opone al enfoque interactivo, sino que va un paso más allá; lo
trasciende, al enfatizar en la dinámica del proceso en el cual lector y texto se confunden en un
tiempo único y surgen de él transformados.
Se podría decir que los textos contiene el significado en potencia, pero que se actualiza por
medio del lector en el proceso de transacción que supone la lectura.
Por su parte, el lector, de toda la información contenida en el texto, selecciona la que considera
más relevante según sus conocimientos y experiencias de vida, y según el objetivo que guía su
lectura. El texto así construido es el que el lector comprende; y cualquier referencia posterior
que este haga respecto de lo leído tendrá por base el texto construido por él y no, el publicado
por el autor.
El foco de atención del lector durante la transacción de la lectura es de suma importancia para
Rosenblatt, porque es el que va a determinar 2 tipos de posturas diferentes ante el texto:
- Estética: el lector se centra en lo que piensa y siente, en lo que vive a través del acto de
lectura y durante este.
- Eferente: la atención del lector está centrada en lo que se lleva, en lo que retiene
después de leer un texto.