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Problema y problemática
El problema de la investigación deberá partir, en principio, de una pregunta
clara. Esa pregunta es la clave orientadora de nuestra búsqueda. Con frecuencia
es difícil formularla con claridad, sencillez y precisión.
La pregunta nos interpela para hallar no sólo respuesta, sino también solución
y método. ¿Qué vamos a solucionar? Al final de nuestra investigación podremos
decir, con fundamento claro, de qué manera pensamos que podría solucionarse
el problema. ¿Cuáles son nuestros fundamentos?
Antes de iniciar las pesquisas es prudente preguntarnos ¿para qué queremos
resolver el problema? ¿Qué beneficios nos traerá a nosotros y a otras personas
resolverlo? Si no lo resolviéramos ¿qué caminos de solución dejaríamos
planteado? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué métodos? ¿Cómo? ¿Dónde?
¿Cuándo?
Preguntarnos y pensar estas cosas en un colectivo, y en particular en el grupo
modular, es un primer paso para construir observables e iniciar el proceso
metódico de investigación. Siempre considerando nuestra pregunta podremos
aplicar diversos procesos de trabajo: reconocer el campo, leer trabajos teóricos
sobre la cuestión, preparar una encuesta, formular preguntas claves para una o
varias entrevistas, analizar documentos, hacer historias de vida, tomar muestras,
preparar análisis de laboratorio y/o muchos otros métodos específicos de
obtención y clasificación de datos.
Un aspecto que sería muy bueno es comprender los antecedentes del problema
que investigaremos, aunque esto con frecuencia es difícil. En principio es ideal
entender la evolución de sus funciones y principios. ¿Cómo se han desarrollado
hasta llegar a la situación actual que estudiaremos?
Las preguntas antes formuladas por sí mismas problematizan una temática,
enfocan el interés, permiten imaginar soluciones y caminos de solución,
aproximarnos e imaginar otros problemas o situaciones que serían afectadas por
nuestro trabajo de investigación y por la posible solución que ofrezcamos.
Visualizar este transcurso nos da la oportunidad de anticiparnos y prever, en
alguna medida, el proceso de la investigación, definir marcos de referencia,
tiempos y espacios, operaciones a realizar, contextos, geografías y territorios.
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1
Pierre Lévy: Inteligencia colectiva, p 82
2
José M Asensio: Una educción para el diálogo, Paidós, Colección Papeles de Pedagogía, Barcelona, 2004
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La investigación formativa
El grupo ha partido de un problema y de una problemática y a partir de ellos de
un ordenamiento. Esto supone una aventura modular.
La planeación práctica no debe dejar fuera la discusión teórica. Siempre la
pregunta por las explicaciones abstractas deberá estar presente. Es muy
conveniente uno dos días de seminario para discutir si se aplica y cómo se aplica
tal o cual teoría a lo que se investiga.
En principio, no se trata de un proceso puramente nocional, sino también de
investigación sistematizada, innovadora. Para lograrlo hay que familiarizarse,
revisar el “estado del arte”, conocer archivos pertinentes y trabajarlos
críticamente, analizarlos preguntándonos qué tanto sirven para responder a
nuestra pregunta fundamental, estimar su valor en esos términos. Y, desde
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luego, cada miembro del grupo deberá compartir con todo el grupo sus
hallazgos, apreciaciones y críticas.
Con frecuencia es muy conveniente formular una hipótesis, o solución tentativa
a nuestro problema. Esta será una guía importante. Con base en ella podemos
precisar un conjunto de variables. Verificarlas dependerá de un sistema de
experimentación que tendremos que definir.
Para pensar la hipótesis es conveniente haber pasado por todo el proceso
descrito con anterioridad.
Con base en lo anterior se sacará a la luz algo que estaba oculto, quizá se
correlacionará de una nueva manera, porque la presentación lógica, aunque
necesaria, frecuentemente tendrá que romperse porque el hallazgo, el
descubrimiento, tal vez nos altere el ordenamiento lógico original. Es
paradójico, pues tenemos que formular lógicamente, aunque con el deseo de
tener descubrimientos que nos demanden nuevas formulaciones y
ordenamientos lógicos.
Los estudiantes podrán valorar, mirar con cautela, sus niveles de avance, la
validez de lo encontrado, lo adecuado de las vías elegidas, si los datos obtenidos
sirven realmente a los objetivos propuestos, si se está respondiendo al problema
planteado y de qué manera se está afectando la problemática general
reflexionada desde el principio.
¿De qué manera entendemos no sólo el problema planteado sino también su
contexto? Haber partido de un problema, o problemas específicos y de la
problemática que los acompaña ya nos ofrece un contexto, un mundo para
aplicar la teoría y para discutir qué tan aplicable nos resulta, porque la teoría sin
la práctica no tiene asidero para criticarse, es un conjunto de abstracciones.
Nosotros, en principio nos acercamos a la realidad no sólo como algo para ser
investigado, sino como un “objeto de transformación”. Nuestro problema
central, la pregunta de la cual partimos, nos orienta hacia la búsqueda de una
solución. Se orienta a la sugerencia de estrategias. Con ellas se podrá pensar en
políticas públicas o en explicaciones y consejos para mejorar una realidad, ya
sea social, técnica, ecológica, de salud, comunicativa o de alguna otra índole.
En principio, no se trata de estudiar para justificar una política pública, sino para
crearla, sugerirla o criticarla. El sentido de nuestra investigación formativa es
llegar a una interpretación, con el mayor grado de sistematicidad posible para
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