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El daño cerebral adquiere múltiples dimensiones: física, cognitiva, emocional

y sociofamiliar, pero al implicar al cerebro como órgano de la cognición,


normalmente produce trastornos mentales que pueden crear una incapacidad
proporcionalmente mayor que la producida por las secuelas físicas. La pérdida
de memoria o de capacidad de razonamiento puede causar en el lesionado
cerebral un grado de incapacidad e indefensión psicológica mayor que otras
secuelas de tipo sensorial o motor, Los avances médicos están permitiendo
que cada día sea mayor el número de personas que sobreviven después de
haber presentado una lesión cerebral, y este hecho -en principio positivo-
provoca un paradójico incremento en el número de personas con secuelas
físicas y cognitivas derivadas de sus lesiones en el sistema nervioso. Conocer
la etiología de las lesiones del sistema nervioso resulta de crucial importancia
en el contexto de la Neuropsicología, ya que junto a posibles alteraciones
sensoriales o motoras son frecuentes los trastornos en las funciones cognitivas
y emocionales que también es necesario rehabilitar. El plan de rehabilitación
cognitiva del daño cerebral se inicia en el conocimiento documentado de la
etiología, amplitud y pronóstico de la lesión del sistema nervioso Un programa
de rehabilitación cognitiva debe ser específico para cada persona, por lo que
es necesario identificar las características que produjeron el daño cerebral en
cada caso, ya que de esta manera se podrá realizar un programa más específico
y eficaz. El pronóstico del daño cerebral siempre mejora cuando ha existido
rehabilitación cognitiva y cuando ésta se ha realizado de un modo precoz, ya
que la plasticidad neural disminuye con el paso del tiempo. Los factores que
pueden causar daño en el sistema nervioso son muy variados: enfermedades
vasculares, traumatismos craneoencefálicos, tumores, infecciones e
intoxicaciones son los motivos más frecuentes de daño cerebral sobrevenido.
Las enfermedades vasculares cerebrales (EVC) son trastornos en los que un
Área del en céfalo resulta afectada, causando reducción en la aportación de
sangre, oxígeno y glucosa que interfieren el metabolismo cerebral y producen
frecuentes alteraciones neuropsicóloga o de personalidad. Hay mayor
incidencia de enfermedades vasculares cerebrales en varones y en personas
de edad más avanzada, existiendo diversos factores de riesgo como la
hipertensión, las enfermedades cardiovasculares o el tabaco.

A pesar de que el cerebro sólo supone el 2% del peso total del cuerpo, en
cambio, en condiciones de reposo consume 10 veces más oxigeno que su
propia masa. Con un peso de medio de 1400 gramos, utiliza la quinta parte de
la energía total del organismo, modificando la perfusión de sangre arterial en
función de sus necesidades. Utiliza como único sustrato energético la glucosa,
que en su metabolismo intracelular se oxida hasta producir CO, y H.O. La
energía producida en esta reacción es utilizada para producir ATP, siendo
imprescindible esta molécula energética para mantener activas las bombas
que sitúan los iones de Na en el exterior celular y los de K en su interior.

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