Primeras tendencias para la localización de los procesos mentales
en estudios corporales se remontan al siglo V a. c.
Hipócrates y Alemeón situaron los sentimientos en el corazón.
Aristóteles y Empédocles situaron los
procesos intelectuales en el corazón.
El término “psicólogo” en japonés, tiene como
significado literal “persona que estudia el corazón” Hipócrates y Alemeón también pusieron la actividad intelectual en el cerebro.
Platón también sostenía que la actividad racial se sitúa
en el cerebro, dentro de su concepción de alma tripartida.
La hipótesis cerebral es la que finalmente prevaleció, siendo
acogida por la cultura romana a través de Galeno afirmando que la actividad mental se localizaba en el tejido nervioso del cerebro y no en el líquido cefalorraquídeo.