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Fin a la burocracia bancaria

Por Manuel Suárez, CEO de Boufin

¿Cuánto te demoraste la última vez que hiciste un trámite bancario?, ¿cuántos documentos
tuviste que enviar para gestionar un crédito hipotecario?

A través de mi empresa soy cliente hace 15 años del mismo banco. Hace dos semanas me llegó un
mail donde me presentaban a un nuevo ejecutivo de cuentas, que por cambios en la organización,
hoy estaría “a cargo mío”. En los días que siguieron recibí cinco correos de él, donde me pedía 15
documentos que la institución ya tenía disponible sobre la situación financiera de mi empresa.
Como por falta de tiempo no los envié, me amenazaron con cerrar la cuenta corriente. Finalmente,
fui yo quien cerró mi relación con el banco, la que hasta entonces había sido la “relación más larga
de mi vida”.

Más allá de la anécdota, las experiencias que las personas y las pymes tenemos con los bancos,
muchas veces nos quitan tiempo y sobre todo paciencia. Nadie hace feliz dos horas una fila para
entregar datos a servicio al cliente que ya habías entregado digitalmente, o hace un peregrinaje
por documentos para la aprobación de un crédito y firma 6 páginas, que muchas veces debe
repetir porque no es igual a la del carnet de identidad.

En Chile el 51,6% son parte de la inclusión financiera, según el estudio Ipsos- Credicoorp de 2022.
Poco. Si bien muchas personas tienen la llamada cuenta rut, es una forma moderna de guardar la
plata bajo el colchón, ya que no permite acceder a productos bancarios como créditos, inversión,
ahorro, administración, entre otros.

Este 4 de febrero comienza a operar en Chile la “Ley Fintech”, una normativa basada en las
finanzas abiertas que establece dos grandes temas: por un lado las aproximadamente 200 fintech
que hay en Chile- es decir empresas financieras que operan mediante el uso de la innovación y la
tecnología- pasarán a ser reguladas. Esto va a aumentar la oferta en materia de finanzas, lo que
facilitará especialmente a las microempresas que sólo reciben portazos financieros. El segundo
tema que deja claro es que nosotros y solamente nosotros somos dueños de nuestros datos
financieros.

Esto último que parece obvio, fue el gran punto de tope para la aprobación de esta normativa,
porque cuando eres un buen cliente- ese ordenadito que paga a tiempo y mejora su sueldo con el
pasar de los años- pasas a ser un sujeto atractivo para otras entidades, con esto aumenta la
competencia y dejas de ser un cliente cautivo y/o cansado de hacer un peregrinaje por la
burocracia bancaria para cotizar mejores ofertas.

Es decir, revelar tus datos en momentos determinados, facilita que otras organizaciones te
entreguen la oferta que tú necesitas. Algo tan simple como si fueras a la zapatería y nos pasen un
par de zapatos de nuestra talla. Además, ¿quién no ha estado moroso alguna vez?, ¿es justo que
nos evalúen por nuestro comportamiento de los últimos tres meses cuando toda la vida hemos
cumplido cabalmente con nuestros pagos?, generalmente la gente pide un préstamo cuando lo
necesita. La capacidad que hemos tenido de mejorar una mala situación financiera de un
momento determinado, también es un dato que nos entrega ventajas.
A la vez, también es una oportunidad para el propio banco, que sabiendo exactamente quién eres,
puede hacer un producto a medida y consagrarse como la relación más larga que vamos a tener en
nuestra vida.

El miedo a la filtración de datos que siempre existe , en este caso cuenta con ciertas ventajas que
lo resguardan: cumplimiento de normativa internacional, fiscalización de la CMF y las nuevas
normativas que obligan a las Fintech para hacer la inclusión financiera posible, además del trabajo
titánico que realizan actualmente las empresas críticas para evitar los ataques informáticos. El
verdadero peligro a la filtración de nuestra información lo corremos en serio cuando bajamos esa
aplicación que nos da siete días de prueba gratuita para ver nuestra versión de rostro según el
metaverso y damos aceptar en “términos y condiciones”.

Las finanzas abiertas operan actualmente en Estados Unidos, Reino Unido, Australia, España,
Canadá y está entrando en América Latina, especialmente Chile, Colombia, Brasil, Uruguay y
Argentina. En los países fuera de la región ya existen aplicaciones que funcionan como verdaderos
asesores financieros. Estas a través de los datos que capta una de las empresas tecnológicas
existentes llamadas API, pueden ofrecerte en segundos distintas ofertas de créditos ya aprobados
por instituciones financieras. Lo mismo con el crédito automotriz, el de la inmobiliaria etc.

Los datos que rescatan las API se refieren a ingresos, gastos, deudas y pagos, y provienen de
nuestro mismo banco, Servicio de Impuestos Internos, retail, las cuentas básicas entre otros. Esto
permite que al tener acceso a esta información, las instituciones financieras pueden evaluar mejor
el riesgo de una persona o empresa y tomar decisiones más informadas, más convenientes y
facilita la vida.

En España, el banco BBVA tiene una plataforma que permite hacer acciones desde otros bancos,
tener todos tus contactos alojados en un solo lugar, ver en una sola app tus saldos en cada cuenta
corriente y tarjetas. Parece maravilloso usar una sola plataforma de pago en los que no vamos a
tener que tipear los 16 números de la tarjeta de crédito, llenar los códigos de seguridad, el
chequeo del pinpass, y después la clave que llega por mensaje de texto y corrobora que sí, somos
nosotros tras la acción bancaria. La que muchas veces no logramos concretar porque tenemos los
dedos gordos, un teléfono que se pega y cuando tras largos minutos creemos que al fin
concretamos la venta… nuestra sesión expiró.

Nubank es un banco digital que tiene 70 millones de clientes sin contar con ninguna sucursal física.
En Chile, el banco que más cuentas corrientes creó el año pasado fue el de Falabella,
principalmente a través de cuentas digitales.

Como país estamos frente a un nuevo paradigma que puede poner fin a la burocracia bancaria.
Pero hasta ahora sigue siendo un desafío. Por ejemplo, cuando se hizo la portabilidad numérica de
teléfonos celulares se estableció que nosotros éramos dueños de nuestro número y la Subtel
facilitó el proceso de cambiarse de una compañía a otra. Sin embargo, no pasó lo mismo con la
portabilidad financiera, donde supuestamente podríamos traspasar un préstamo de un banco a
otro fácilmente, pero que en la práctica se volvió más difícil que cotizar todo de nuevo.
No apuntemos a un nuevo sistema que implique hacer nuevos trámites que nos cansan al punto
de dejar de intentarlo. Como país necesitamos contar e invertir en la tecnología para hacer la
inclusión financiera posible, sino será letra muerta.

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