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La cultura köçek, la cual floreció del siglo XVII al XIX, tuvo su origen en las
costumbres de los palacios otomanos, y en particular en sus harenes. Sus géneros
enriquecieron tanto la música como el baile otomanos.
El apoyo de los sultanes fue un factor clave en su desarrollo, ya que las etapas
iniciales del arte estuvieron limitadas a los círculos de palacio.4 Desde allí la
práctica se dispersó por todo el Imperio por medio de compañías independientes.
Eran reclutados de entre las filas de las naciones vasallas no musulmanas del
imperio, como judíos, gitanos, griegos, albaneses, armenios y otros.6 Los bailes,
en conjunto conocidos como köçek oyunu, mezclaban elementos árabes, griegos,
asirios y kurdos (danza Karsilamas y danza Kaşık Havası).7 Interpretaban un género
particular de música conocida como köçekçe, la cual se desarrollaba en forma de
suites sobre una melodía dada. También fue una mezcla de influencias sufíes,
balcánicas y clásicas anatolias, algunas de las cuales aun hoy sobreviven en la
música turca popular. El acompañamiento incluía varios instrumentos de percusión,
como el davul-köçek, siendo el davul un tambor grande, con un lado cubierto con
piel de cabra y el otro con piel de oveja, produciendo tonos diferentes. La
habilidad de un köçek sería juzgada no sólo en sus capacidades de danza sino
también en su eficiencia con instrumentos de percusión, especialmente un tipo de
castañuelas conocida como çarpare. Los bailarines iban acompañados por una
orquesta, presentando cuatro a cinco intérpretes de kaba kemençe y laouto como
instrumentos principales, utilizados exclusivamente para las suites köçek.8 Había
también dos cantantes. Un baile köçek en el serrallo otomano (harén de palacio)
implicaba de una a dos docenas de köçeks y muchos músicos. Las ocasiones para sus
actuaciones eran bodas o celebraciones de circuncisión, banquetes y festividades,
así como por el simple placer del sultán y la aristocracia.