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CRISTOLOGIA – T04

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Los milagros y las parábolas
T04
Cristología

Área de filosofía y ciencias humanas / Cristología 1


CRISTOLOGIA – T04

LOS MILAGROS Y LAS PARÁBOLAS


1. Los milagros
1.1 Historicidad de los milagros
Las tradiciones más antiguas hablan de Jesús como hombre carismático que hacía
milagros. Los milagros ocupan un espacio tan amplio en los evangelios que sería
imposible que todos fueran inventados y atribuidos luego a Jesús. No se pueden
quitar los milagros sin suprimir los evangelios. Si se quiere hablar de Jesús, es
imposible no hablar de los milagros.

Examina y resume con tus palabras las conclusiones a las que llega la crítica
histórica acerca del trasfondo histórico de los milagros:

TEXTO A COMENTAR 9
Problemática de los milagros de Jesús
“La crítica histórica obliga a examinarlos con cuidado. La investigación histórico-
crítica lleva a una triple conclusión:
1. Desde el punto de vista de la crítica literaria es constatable la tendencia a
acentuar, engrandecer y multiplicar los milagros. Según Mc 1,34 Jesús cura a
muchos enfermos, mientras que su paralelo, Mt 8,16, dice que cura a todos.
Para Mc la hija de Jairo está todavía agonizando, mientras que para Mt ya está
muerta. La curación de un ciego y un poseso se convierte en la fe de dos
ciegos y dos posesos; 4.000 alimentados en el desierto se hacen 5.000 y los
siete cestos que sobraron resultan luego doce. Esta tendencia a la
reformulación, multiplicación y acentuación que se ve en los mismos evangelios
tenemos que suponerla actuante ya en el tiempo que precede a la redacción de
nuestros evangelios. Con ello se reduce muy esencialmente el material de los
relatos de milagros.
2. Otra reducción se deduce de la comparación con las historias milagrosas tanto
rabínicas como helenistas. Los relatos neotestamentarios sobre milagros están
formulados en analogía y con ayuda de motivos, que conocemos igualmente en
la restante literatura de la antigüedad. Existen, por ejemplo, narraciones
milagrosas rabínicas y helenísticas referentes a curaciones, expulsiones de
demonios, resurrecciones de muertos, calma de tempestades, etc. Se dan
numerosos paralelismos con Apolonio de Tyana, contemporáneo de Jesús. Se
testifican muchas curaciones obradas en el santuario de Esculapio de Epidauro.
O sea, que se tiene la impresión de que el nuevo testamento aplica a Jesús
motivos extracristianos para resaltar su grandeza y poder. (…)
3. Por la historia de las formas se ve que algunos relatos milagrosos son
proyecciones de experiencias pascuales introducidas en la vida terrena de
Jesús o presentaciones adelantadas del Cristo exaltado. Tales epifanías son,
por ejemplo, el milagro que salva de la tempestad, la transfiguración, el andar
sobre las aguas, la comida para 4.000 o 5.000 y la pesca de Pedro. Sobre todo
los relatos de la resurrección de la hija de Jairo, del joven de Naín y de Lázaro
están intentando presentar a Jesús como señor sobre la vida y la muerte. Los
milagros naturales precisamente se ve que son añadidura secundaria a la
tradición primitiva.
De lo dicho se deduce que tenemos que considerar como legendarios muchos
relatos milagrosos de los evangelios. (…) Al probarse que ciertos milagros no se

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pueden atribuir al Jesús terreno, no se ha dicho en absoluto que carezcan de


importancia teológica y kerygmática. Tales relatos milagrosos no-históricos son
expresiones de fe sobre el significado salvador de la persona y mensaje de Jesús.
Con todo, sería falso deducir de esta tesis que no hay absolutamente acción
alguna milagrosa de Jesús con garantía histórica. Lo contrario es lo acertado. No
hay ningún exegeta digno de tomarse en serio que no admita un sustrato
fundamental de acciones milagrosas de Jesús históricamente ciertas”.
Kasper, Walter, Jesús, el Cristo, Sígueme, Salamanca1982, p. 109-110

Los mismos adversarios reconocen su poder para expulsar demonios, si bien le


acusan de pactar con el diablo (Mc 3,22) y de ser un impostor (Mt 27,63; Jn 7,12).
Con todo hay que evitar dos extremos: aceptar los relatos de milagros sin más, tal
como están escritos como si fueran crónicas, y reducir esos relatos a narraciones
simbólicas inventadas por la comunidad cristiana.

TEXTO A COMENTAR 10
Interpretación existencial del milagro: la postura de R. Bultmann
“Rudolf Bultmann trata de replantear esta cuestión (los milagros de Jesús) a través
de una “reinterpretación existencial” del milagro: distinguiendo entre el milagro
exterior, como “hecho bruto” (mirakel), y el milagro existencial, que consiste en un
sentirnos afectados por un hecho que nos desborda y nos produce admiración
(wunder). El verdadero milagro radica, para este autor, no en el mero hecho
exterior, que suele reclamar nuestra atención, sino en el sentimiento interior de
admiración que ciertos hechos (o personas) producen en nuestro ánimo. Por lo que
la realidad del milagro se sitúa no en el ámbito de la realidad objetiva: en el ser en
sí, sino en el que un hecho, de por sí mudo, de repente se vuelva elocuente y nos
interpele: nos diga algo. El milagro es, pues, la reacción que en el ser humano
produce el sentirse afectado por una realidad nueva. De manera que una cosa es
la realidad objetiva, perceptible, pero por la que yo no me había sentido concernido
ni interpelado (no es en este plano donde acaece el milagro, según R. Bultmann), y
otra el que, inesperadamente, esa realidad conocida (aunque antes para mí opaca
o silenciosa) me “habla”: deviene palabra que me interpela. Por lo que el milagro,
para Bultmann, radica en que el silencio se hace palabra (lo que implica que
alguien me llama, invitándome a dar una respuesta). En consecuencia, el milagro
es para dicho autor esa palabra (de Dios) que, latente tras el hecho bruto como
realidad creatural, irrumpe viva y reveladora a través de un hecho que le sirve de
cauce. Pero no es este el que me salva, sino sólo la palabra de Dios que a través
de él se comunica generando una fe salvadora.
Por otra parte, esta tesis es válida tanto referida a la creación, donde Dios se
puede mostrar de forma inesperada o “milagrosa”, como a la persona de Jesús o a
la Escritura, a través de las cuales percibimos –en un momento dado- la Palabra
de Dios latente. Pero lo salvador y milagroso no son tanto los hechos concretos de
la vida o la muerte de Jesús, sino la Palabra que tras ellos late y que nos interpela.
Bultmann tiende, pues, a interiorizar el milagro, que radica en la fe personal ante
un hecho que no tiene por qué ser siempre insólito o portentoso. Lo insólito acaece
en mí: unos ojos u oídos “nuevos” me permiten ver u oír algo que antes no veía ni
oía.”

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Crítica de la postura bultmanniana


“No le falta cierta razón a Bultmann al destacar la dimensión personalista, dialogal,
del milagro, que no es algo reductible al mero hecho físico exterior, al margen del
ser humano que lo contempla y queda afectado por este hecho. Pues un milagro
que acaeciese en el desierto, sin testigo alguno, carecería de la dimensión
antropológica que el milagro siempre implica, ya que su razón de ser es ser
percibido por un ser humano, produciendo en él un efecto salvífico.
Y, sin embargo, hay que reconocer la parcialidad de la tesis de Bultmann. Pues el
milagro no puede reducirse a una mera experiencia interior, sino que entraña
además, por una parte, una cierta transformación que afecta a la realidad exterior:
a la creación (que necesita ser renovada: cf. Ap 21,1.4-5), y por otra atañe no sólo
al individuo (o a la mera intimidad personal), sino también a la comunidad: al
dinamismo de una historia humana colectiva. Y esto en una doble dimensión: en el
reconocimiento de lo que el milagro implica (ya en el mismo Jesús) como
expresión de “liberación” del ser humano en sus diversos niveles. Y, por otra, sobre
todo en lo que entraña de tensión, en un dinamismo histórico, hacia la plenitud de
un futuro último, universal (el “reinado de Dios”), desvelado y anticipado
parcialmente en el milagro.
En suma, el milagro coincide para Bultmann con la fe individual de un ciego que
empieza a ver lo que antes no veía (a los discípulos “se les abrieron los ojos y le
reconocieron”: Lc 24,31, o Jn 9, donde la ceguera desemboca en la luz de la fe),
pero olvidando, en cambio, la fuerza de un amor nuevo capaz de generar una
comunión nueva y una experiencia compartida, Pues, si es verdad que Jesús exige
la fe en sus milagros, late también tras ellos su amor actuante y liberador, tal como
se refleja en la compasión de Jesús ante el dolor humano, y que acompaña a sus
milagros. Por otra parte, Jesús desplaza los milagros del ámbito puramente
personal hacia el comunitario (milagros de multiplicación y de convite). Por último,
Juan en su evangelio, habla de los milagros de Jesús como “signos” (semeia): lo
que remite a un “signo exterior” y no meramente interior.”
Gesteira, Manuel, Jesucristo, horizonte de esperanza I, PPC, Madrid 2011, p. 99-
101

Comentario: ¿cuáles son los contrapuntos que M. Gesteira hace a la postura que
adopta R. Bultmann respecto de los milagros?

Después de un examen crítico de la tradición de los milagros en los evangelios, se


deduce que no se puede negar un núcleo histórico de tal tradición. Jesús realizó
acciones extraordinarias que maravillaron a sus contemporáneos.

1.2 Jesús no aparece como un entusiasta de los milagros.


No sigue a las masas que piden milagros, a la vez que critica a los escribas y
fariseos que le piden que haga una señal, llamándoles “generación malvada y
adúltera” (Mt 12,38s; 16,4).
Jesús no realiza sus milagros ante la gente, sino para ella y en su favor. No es un
prestidigitador que actúa en la escena para demostrar sus poderes. Antes bien, pide
que sus hechos no se divulguen (Mt 8,4; Mc 5,43; 7,36).
No realiza milagros para tratar de demostrar su divinidad desde la omnipotencia
singular que en él actúa.
Tampoco hizo sus milagros en beneficio propio, sino que rechazó esta posibilidad
como una tentación. Cuando es tentado por Satanás en el desierto proponiéndole

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acciones espectaculares, Jesús rechaza enérgicamente la tentación (Mt 4,1-10). Los


milagros de Jesús son en beneficio de otros, en especial de los pobres, enfermos o
necesitados. Lo cual indica que estos gestos son expresión del amor más que
signos de poder; la frase “se le conmovieron las entrañas” (ante el sufrimiento
humano) aparece en diversos milagros de Jesús. El Dios de la bondad y la
misericordia se hace carne en la persona de Jesús; en su palabra y obras. Los
milagros, por tanto, son para comunicar la salvación y abrir al ser humano hacia ella.

1.3 Milagros y fe
Los milagros de Jesús son signos para la fe. Milagros y fe van íntimamente unidos.
Repetidas veces terminan los relatos con la frase: “Tu fe te ha salvado” (Mc 5,34;
10,52; Mt 9,22; Lc 17,19). Donde Jesús no halla esta fe, tampoco no puede obrar
milagros (Mc 6,5s; 9,22-24; Mt 13,58).
El milagro debe llevar a la fe, debe provocar la pregunta: “¿Quién es éste?” (Mc
1,27; 4,41; Mt 12,23). Los milagros deben abrir a la sorpresa, inquietar, a
preguntarse por Dios.

1.4 Curación de enfermos


Son los que parece que tienen más base histórica. Pero Jesús explícitamente
rechaza que sean interpretados como prodigios caídos del cielo (Mc 8,11-12).
En la mentalidad del judaísmo de la época, la enfermedad era considerada como
castigo por el pecado (Jn 9,2-3). Jesús trata de romper con esta mentalidad
acercándose a los enfermos proscritos, hasta llegar al contacto físico, para curarlos,
haciéndose cargo de su situación y queriendo cargar él mismo con la enfermedad
(Mt 8,1-3.17). El milagro aparece como un gesto de curación profunda: de acogida
humana y de perdón divino.
En algunos milagros la fe o confianza resulta imprescindible para que Jesús pueda
actuar (Mc 6,5; 5,34; Lc 17,19).
Jesús nunca emplea su fuerza carismática en función de su propia seguridad o
prestigio social ante los demás. Siempre busca abrir porvenir donde parece que no
hay salida. Ejemplos:
 La curación de un leproso en Mc 1,40ss. Jesús le cura, y le manda que se
presente a los sacerdotes de Jerusalén, que han dictado las injustas leyes de
pureza e impureza, como un testimonio contra ellos.
 La curación del ciego de nacimiento. Hay un hombre que no puede ver, y hay
otros interesados en que no vea; pero Jesús le abre los ojos para que ante los
opresores de turno se ponga en pie y declare: “soy yo mismo” (Jn 9,9), puedo
hablar por mí mismo.

1.5 Curaciones de posesos por el diablo


Marcos destaca esas curaciones de posesos por el maligno (Mc 1,21-28). Los
mismos enemigos de Jesús reconocen este poder carismático que atribuyen al pacto
de Jesús con el demonio. Son signos de un nuevo poder que destruye el poder del
mal que oprime a los hombres (Mc 3,22-27; Lc 11,14-23).
Para estas curaciones los evangelios no emplean el verbo griego que significa
“exorcizar”, sino verbos como “lanzar fuera”, “mandar impositivamente”. Jesús no es
un mago que libera por conjuros y ritos misteriosos, sino el portador de la salvación
que vence a las fuerzas opresoras de la humanidad.
Con estas curaciones Jesús no pretendía conseguir admiración o asentimiento a su
persona, sino únicamente la rehabilitación de las personas. Es el caso elocuente del

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endemoniado de Gerasa (Mc 5,1-15). El enfermo era un marginado social, vivía


entre los muertos, sin relacionarse con los vivos y destruyéndose a sí mismo.
Liberado del espíritu maligno, recobra su personalidad, su autoestima; y convive
pacíficamente con sus semejantes “sentado, vestido y en su sano juicio”.

1.6 Milagro, signo de la llegada del Reino


El milagro está al servicio de la predicación; ponen en evidencia que la palabra es
eficaz (Mc 1,21-28.39; 3,14-15; Mt 9,35).
Los milagros son manifestaciones que el reino está presente y actuante (Mt 11,1-5).
En algunos relatos se dan manifestaciones ocultas de la mesianidad, pero él prohíbe
que se divulgue; se trata del secreto mesiánico (Mc 1,23-27; 7,31-37; 8,22-26).

FÓRUM
‐ Los milagros están al servicio de la predicación; ponen en evidencia que la
palabra es eficaz. Consulta: Mc 1,21-28.39; 3,14-15; Mt 9,35.
‐ El milagro es manifestación que el reino está presente y actuante. Consulta:
Mt 11,1-5.
‐ Los milagros son signos de un nuevo poder que destruye el poder del mal
que oprime a los hombres. Consulta: Mc 3,22-27; Lc 11,14-23.
‐ En algunos relatos se dan manifestaciones ocultas de mesianidad.
Consulta: Mc 1,23-27; 7,31-37; 8,22-26.
‐ El milagro en sí es ambiguo: para unos es ocasión de descubrir la fe
mientras que para otros es motivo de escándalo. Jesús rechaza el milagro
como prueba de su mesianismo. Consulta: Mt 7,21-23; 12,27; Mc 8,11-13;
15,32; Lc 11,29.
‐ ¿Por qué crees que los fariseos le piden un signo en el cielo y no tienen
bastante con los milagros de Jesús? Compara estos dos pasajes: Mc 8,11-
13 y Lc 16,27-31.

1.7 Concepto de “milagro”


Mentalidad apologética. El milagro se estudiaba como un argumento para demostrar
que Jesús era Dios.
Mentalidad bíblica. El milagro es un acontecimiento que causa admiración por una
novedad descubierta o por el poder de la acción: realidades o acontecimientos en
que, gracias a la fe, se percibe la cercanía de la bondad de Dios en la historia.
Según la mentalidad bíblica, Dios acompaña a la humanidad en todas sus
situaciones, incluso en aquellas que ella misma no quiere. Los milagros no son
pruebas claras de que Dios existe, sino signos de su presencia y cercanía que no se
descubren más que con una mirada de fe, saliendo de la propia tierra y permitiendo
que entre lo nuevo e inesperado.
Lo que Jesús intentaba con sus acciones a favor de los pobres, enfermos, oprimidos
por las fuerzas del mal, era proclamar la llegada del reino de Dios, el tiempo de
liberación, cuando. Por eso los evangelios interpretan los milagros de Jesús como
“fuerza de Dios” (Mc 5,30; 6,2.5), “signos” para descubrir la novedad que llega (Jn
2,11; Mc 2,22), “obras de vida” que vence a la muerte (Jn 10,37).

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2. Las parábolas
2.1 El uso de las parábolas por parte de Jesús
Según los evangelios, Jesús solía decir: “Con qué compararemos el reino de Dios o
en qué parábola lo presentaremos”. Al no encontrar conceptos y palabras para
comunicar la riqueza del reino, acude al lenguaje simbólico y poético que le brinda la
vida.
Parábola es una comparación tomada de lo que sucede en la naturaleza o en la vida
cotidiana para esclarecer una experiencia de carácter religioso: así como la mujer
introduce la levadura en la masa para que fermente y ahueque para dar un pan
caliente, el reino de Dios irrumpe y actúa en el mundo para transformarlo poco a
poco. La parábola trata de presentar el sentido divino que tiene lo humano. La
parábola contiene la forma de actuar de Dios que ya se da, en parte, en el
comportamiento humano, pero añadiendo una novedad.

2.2 Expresión bíblica de la interioridad de Jesús


El abrazo de una madre a su hijo manifiesta el amor que va más allá de las palabras.
Así, toda la vida de Jesús es parábola: expresión de la autocomunicación de Dios
para construir el reino. En la conducta histórica de Jesús se concreta y se hace
presente la salvación o liberación prometida (Jn 1,3.14; Lc 4,21). En las parábolas,
Jesús mismo nos entrega su experiencia íntima, la realidad de lo que ya está
teniendo lugar (Mt 22,2; 25,1).

2.3 Parábolas del reino


Las parábolas son símbolos del reino, de lo que sucede cuando Dios entra en el
corazón de las personas y en el de la sociedad transformándolo todo.
La iniciativa parte de Dios: el sembrador, la semilla que crece sola, “mi Padre es el
viñador”, el hijo pródigo, el contratista de jornaleros… (Mt 13,1; Mc 4,27; Jn 15,1.20;
Lc 12,32).
La llegada del reino es también obra del hombre. Las personas participan del
señorío de Dios que ama este mundo: el buscador de perlas y de tesoros (Mt 13,44-
45), el que proyecta construir la casa, el rey que quiere hacer frente al enemigo… Es
preciso discernir los signos de los tiempos. Hay que actuar con creatividad y riesgo
(Lc 6,1-5: los discípulos arrancan espigas; 19,11-27: parábola de los talentos).
Liberación que ofrece Dios.
 De los intereses individualistas y falsas seguridades (perla preciosa: con alegría
vende todo; invitación al banquete de boda; conducta del rico Epulón; buen
samaritano).
 Del fanatismo cultural (escriba que se hace discípulo saca de las arcas lo nuevo
y lo viejo).
 De la seguridad institucional, y llamada a la responsabilidad (los dos hijos
llamados a trabajar, las vírgenes insensatas, los viñadores homicidas).
 De la ley considerada intocable (el fariseo y el publicano, el buen samaritano, los
dos deudores). De falsas imágenes sobre la divinidad y sobre las prácticas
religiosas (buen samaritano, fariseo y publicano, el juez y la viuda).
Las parábolas apuntan a la identidad cristiana. La sal de la tierra, la ciudad edificada
sobre el monte, la lámpara encendida…

2.4 Estructura general de las parábolas


Jesús parte de un hecho o conducta de la vida ordinaria o de la naturaleza.

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En este hecho introduce una novedad, un contraste o una situación peculiar.


Invita a juzgarla, a tomar postura ante ella.
Se relaciona esta toma de postura con la situación concreta de crisis que vive Jesús
y sus discípulos ante la novedad del Reino que irrumpe.

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Temas principales de las parábolas en relación al Reino


 Parábolas de crecimiento. Invitan a la confianza en la fuerza del Reino, oculto,
en la historia: Mt 13,3-9. 24-30.31-32.33; Mc 4,26-29.
 Parábolas de la gratuidad. Resaltan la dinámica interna del Reino: Mt 20,1-15;
Lc 14,16-24; 15,4-7.8-10.11-32; 7,41-43.
 Parábolas de la misericordia. Ponen de relieve el amor fraterno, la paciencia de
Dios, la acogida incondicional: Lc 10,25-37; 13,6-9; 15,3-7.8-10.11-32; 18,9-14;
Mt 18,21-35; 20,1-16.
 Parábolas de la crisis final de la historia. Resaltan el gran momento que ya está
cerca o presente en Jesús: Mt 13,47-50; 24,45-51; 25,1-13.14-30.
 Parábolas de decisión. Presentan las exigencias fundamentales del evangelio
presente ya entre los hombres: Lc 16,1-8; Mt 13,44-45.

FÓRUM
Escoge una parábola y haz ver su estructura.

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