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“SANTÍSIMA TRINIDAD”-CHULUCANAS
CURSO: SINTESIS TEOLOGICA-DOGMÁTICA
ALUMNO: FR. JUAN OMAR MARTINEZ CORONADO
LA RAZONABILIDAD DE LA FE
Decía santo Tomás se añaden a la naturaleza de modo que no la destruyen, sino que
la perfeccionan, ya que la fe: ni contradice, ni conculca, ni destruye la luz natural de la
razón; simplemente la supera.
No puede existir en realidad un verdadero conflicto entre fe y razón, porque ambos
tienen el mismo origen: el Padre de la Luz, de quien proviene todo don perfecto, y está
dirigido al mismo fin: el conocimiento más elevado posible de la Verdad, pero ambas
tienen su propia dinámica y su propia función, como corresponde a dos realidades
distintas, aunque armónicamente unidas y compenetradas.
Como colofón de nuestro curso merece la pena referir las palabras del entonces
Cardenal Ratzinger, al presentar en Madrid la encíclica Fe y razón:
“La encíclica habla de un movimiento circular entre teología (ciencia de la fe) y filosofía
(ciencia de la razón), y lo entiende en el sentido de que la teología tiene que partir siempre en
primer lugar de la Palabra de Dios; pero, puesto que esta Palabra es verdad, hay que ponerla en
relación con la búsqueda humana de la verdad, con la lucha de la razón por la verdad y ponerla
así en diálogo con la filosofía. La búsqueda de la verdad por parte del creyente se realiza, según
esto, en un movimiento, en el que siempre se están confrontando la escucha de la Palabra
proclamada y la búsqueda de la razón. De este modo, por una parte, la fe se profundiza y purifica,
y, por otra, el pensamiento también se enriquece, porque se le abren nuevos horizontes.
Me parece que se puede ampliar algo más esta idea de la circularidad: tampoco la filosofía
como tal debería cerrarse en lo meramente propio e ideado por ella. Así como debe estar atenta a
los conocimientos empíricos, que maduran en las diversas ciencias, así también debería considerar
la sagrada tradición de las religiones, y en especial el mensaje de la Biblia, como una fuente de
conocimiento del que ella se deja fecundar. De hecho, no hay ninguna gran filosofía que no haya
recibido de la tradición religiosa luces y orientaciones, ya pensemos en la filosofía de Grecia y de
la India, o en la filosofía que se ha desarrollado en el ámbito del cristianismo, o también en las
filosofías modernas, que estaban convencidas de la autonomía de la razón y consideraban esta
autonomía como criterio último del pensar, pero que se mantuvieron deudoras de los grandes
temas del pensamiento que la fe cristiana había ido dando a la filosofía: Kant, Fichte, Hegel,
Schelling no serían imaginables sin los antecedentes de la fe, e incluso Marx, en el corazón de su
radical reinterpretación, vive del horizonte de esperanza que había asumido de la tradición judía.
Cuando la filosofía apaga totalmente este diálogo con el pensamiento de la fe, acaba –como Jaspers
formuló una vez- en una "seriedad que se va vaciando de contenido".
"entontecimiento por increencia". "Cuando la razón se apartó de las cuestiones últimas, se hizo
apática y aburrida, dejó de ser competente para los enigmas vitales del bien y del mal, de muerte
e inmortalidad". La voz del Papa - prosigue este comentarista- ha dado ánimo "a muchos hombres
y a pueblos enteros; en los oídos de muchos ha sonado también dura y cortante, e incluso ha
suscitado odio, pero si enmudece, será un momento de silencio espantoso" (fin de la cita). De
hecho, si se deja de hablar de Dios y del hombre, del pecado y la gracia, de la muerte y la vida
eterna, entonces todo grito y todo ruido que haya será sólo un intento inútil para hacer olvidar el
enmudecerse de lo propiamente humano. El Papa ha salido al paso ante el peligro de tal
enmudecimiento con su parresía, con la franqueza intrépida de la fe, y ha cumplido un servicio
no sólo para la Iglesia, sino también para la Humanidad. Debemos estarle agradecidos por ello”
(J. Ratzinger, “Fe, verdad y cultura”, Madrid, 16 de febrero de 2000).
En palabras de W. Kasper, “una fe sin base humana y racional no sólo sería indigna
del hombre, sino también de Dios”. Esto será posible sólo si el objeto de la fe, es decir, la
revelación de Dios, se presenta como creíble; si cuenta con el sello de la credibilidad.
La credibilidad designa un hecho muy concreto: la relación entre la fe y las razones
o motivos que conducen a ella. Si faltaran estas razones, el acto de fe se situaría
automáticamente en el terreno del voluntarismo y del fideísmo.
mundo popular vinculado a los partidos políticos que se declaraban marxistas o marxista-
leninistas, aunque también entre universitarios y profesionales de esas tendencias) y la de
Freud (presente más bien en los medios universitarios y profesionales).
En conclusión la cuestión de la increencia se refiere al ateísmo y al agnosticismo, y
sus causas y raíces. La posibilidad de la revelación y la fe es una de las causas de la
increencia, ya que algunos pueden cuestionar la credibilidad de la historia de la revelación
y la fe que se propone en la Biblia. Otra causa de la increencia es la incoherencia de los
cristianos, que cuando no viven de acuerdo con su fe, pueden velar al Dios de Jesucristo
en lugar de revelarlo.