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La vida nos exige un constante aprendizaje, no solo para adaptarnos a nuestro entorno, pues
no todos requerimos el mismo conocimiento, si no también, nos sirve como un proceso
emancipador el cual permite entender las distintas caras del mundo que habitamos. Sin
embargo, es indispensable saber que no hay un estilo de aprendizaje estándar y de acuerdo a
cada quien varían las maneras de internalizar la información que nos brindan las personas, los
lugares, los acontecimientos y los sentires. Es por eso, que es necesario saber cuál es nuestra
mejor forma de aprender, comprendiendo que podemos hacer este proceso bajo distintos
estilos de aprendizaje.
Ahora bien, para saber cuál o cuáles son mis estilos de aprendizaje tuve que evocar distintas
etapas de mi vida, pues el proceso de adquirir conocimiento es una constante. En ese orden,
considero yo, que los primeros saberes internalizados en mi persona fueron principalmente
acogidos por un estilo de aprendizaje implícito, pues este se caracteriza por ser no intencional.
Un claro ejemplo de este estilo lo puedo asociar a procesos comunes y corrientes, pero con
mucha importancia, como el aprender a hablar y el aprender a caminar. Por otro lado, hablando
ya concretamente en el área académica puedo afirmar que siempre me he empeñado en
entender mejor y dedicarle más tiempo a temas de mi interés, pues siento que estos motivan
más mi imaginación y el aprendizaje de tales temas no se me convierte en un proceso torturoso
y tedioso. No obstante, al momento de organizar y procesar información, por ejemplo en
apuntes o mentalmente, intento en la medida de lo posible ser organizado, pues el desorden
me agobia.