Está en la página 1de 162

H ist or ia de la I gle sia pr im it iva

Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 1 : El m u n do de la I gle sia pr im it iva


La iglesia crist iana nació en un m undo ya envej ecido. Grandes im perios habían surgido y
luego desaparecido. Las glorias de Egipt o, Sum eria, Babilonia, Asiria, Persia, y Grecia eran
cosas del pasado. Ahora Rom a, el m ás grande de los im perios, regía el m undo civilizado.
Fue casi exclusivam ent e dent ro de ese im perio que la iglesia crist iana pasó los prim eros
cinco siglos de su exist encia. Ant es de com enzar el est udio de la hist oria de la iglesia, es
im port ant e considerar brevem ent e las caract eríst icas principales del m undo en el cual se
desarrolló. Para ello debem os t ener en cuent a el I m perio Rom ano, el t rasfondo j udío de la
iglesia, la influencia del pensam ient o griego, y las dist int as religiones que el crist ianism o
halló en su derredor.

El I m pe r io Rom a n o

La iglesia crist iana nació dent ro del I m perio Rom ano. Est a grande y poderosa com unidad
de naciones se ext endía desde lo que hoy es I rán hast a I nglat erra, y desde el Sahara hast a
el noroest e de Alem ania. El m ar Medit erráneo no bañaba, com o hoy, las cost as de m uchas
naciones; m ás bien const it uía una gran vía de com unicación int erna que unía las dist int as
provincias del im perio que lo rodeaba por t odos lados. Cient os de t ribus vivían dent ro de
las front eras de Rom a, y había naciones baj o su férula cuya hist oria dat aba de m ucho ant es
de su fundación. El cent ro del im perio era Rom a, donde t odo el poder est aba en m anos del
em perador.

D e sa r r ollo

Cuando nació Jesús, Rom a ya t enía unos 750 años. Fundada com o una pequeña aldea a
orillas del río Tíber en I t alia occident al, creció hast a hacerse un pueblo, luego una ciudad, y
por fin un est ado. A t ravés de guerras y t rat ados con los est ados vecinos siguió el proceso
de expansión. En 265 A.C., quinient os años después de su fundación, Rom a era ya dueña
de t oda la península it álica. Luego se ext endió hacia el oest e a t ravés del m ar. En m enos de
cien años había conquist ado las islas de Sicilia, Córcega, y Cerdeña, el poderoso est ado de
Cart ago en el nort e de África, y m ucho de España. De allí se volvió hacia el est e y el nort e.
Conquist ó t odas las t ierras sobre el Medit erráneo, t oda la Galia hacia el nort e, y part e de la
Alem ania de nuest ros días. Fue así que Palest ina vino a quedar baj o el cont rol del im perio
en el año 63 A.C., y se t ransform ó en una provincia del m ism o en el A.D. 6.

Gobie r n o

Hast a el año 27 A.C. t odos los t errit orios de Rom a eran adm inist rados por una form a de
gobierno cent ral conocida com o república. Dent ro de la m ism a el senado rom ano era m uy
poderoso y ninguna persona por sí sola cont rolaba el gobierno. Sin em bargo en el año 27
A.C., luego de un núm ero de desast rosas guerras civiles que duraron m ás de cien años, se
le dio el poder absolut o a Gayo Oct avio, sobrino de Julio César ( conquist ador de la Galia y
uno de los m ás grandes rom anos) . A Oct avio se le conoce en la hist oria com o César
August o, el prim ero y m ás grande de los em peradores. Con él t erm inó la república y

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
com enzó el im perio; reinó desde el año 27 A.C. hast a el A.D. 14. Est e es el César que
aparece en Lucas 2.1 cuando se dice: " Acont eció en aquellos días, que se prom ulgó un
edict o de part e de August o César, que t odo el m undo fuese em padronado" . Con la
excepción de algunas luchas en las front eras del im perio, el reino de paz iniciado por César
August o duró m ás de doscient os años. Fue durant e est os dos siglos que la iglesia,
result ado de la vida y obra de nuest ro Señor, llegó a ser un t est igo del evangelio a t ravés
de t odo el im perio.

Fr on t e r a s

Los lím it es del im perio eran clar os. Al oest e t enía el At lánt ico. Desde los Alpes al m ar del
Nort e, el río Rin separaba la Galia de la Alem ania no conquist ada. En el sudoest e de
Alem ania, no m uy lej os del nacim ient o del Rin, el río Danubio corría hacia el est e para
desem bocar en el m ar Negro. Est e río prot egía el im perio de las t ribus de los bárbaros del
nort e. En el est e la front era la const it uía el im perio persa. Por el sur, debaj o de la larga y
fért il franj a a lo largo de la cost a del África del nort e, el desiert o de Sahara lim it aba el
im perio. Con la excepción de unas pocas variaciones, especialm ent e en el est e ( com o
consecuencia de las guerras con Persia) , est os lím it es se m ant uvieron por m ás de cuat ro
siglos.

Pa x r om a n a

En est e vast o im perio la pax rom ana ( paz rom ana) hizo posible el com ercio y los viaj es en
form a fácil y segura. Era posible viaj ar de un lado a ot ro del im perio por t ierra, m ar, y ríos.
Tam bién se prom ovió el desarrollo de la cult ura en t odos sus aspect os, llegándose a
grandes logros en el cam po de las let ras, la arquit ect ura, y la escult ura. El est udio de las
leyes se desarrolló not ablem ent e. En cuant o a la econom ía se alcanzó un m ayor grado de
prosperidad a t ravés del im perio. Por dondequiera el ej ércit o rom ano era un sím bolo del
poder rom ano, de la ley rom ana, y de la paz rom ana. Y lo que era im port ant e es que había
una lengua com ún, el griego, por m edio del cual se podían ent ender a t ravés de la m ayor
part e del im perio. Una lect ura cuidadosa del libro de los Hechos nos revelará m uchas de las
caract eríst icas del I m perio Rom ano m encionadas en est a sección.

El t r a sfon do j u dío

La iglesia crist iana t iene sus raíces en la hist oria y la religión de I srael. " La salvación viene
de los j udíos" , dij o Jesús ( Jn 4: 22) . Jesús no vino para abrogar sino para cum plir la ley y
los profet as ( Mt 5: 17) . Aquellos que pert enecen a Crist o son linaj e de Abraham , herederos
de acuerdo con la prom esa ( Gá 3: 29) . Así com o la Palest ina era part e del I m perio Rom ano,
la iglesia est á relacionada, y m uy profundam ent e, con I srael, el pueblo de Palest ina. La
iglesia prim it iva era t ot alm ent e j udía, su Salvador era j udío, y t odo el Nuevo Test am ent o
fue escrit o, probablem ent e, por j udíos. Es út il, por lo t ant o, hacer una breve reseña de la
hist oria de I srael.

D e sde D a vid h a st a Ale j a n dr o

El reino de I srael fue práct icam ent e est ablecido por David, el hij o de I saí, alrededor del año
1000 A.C. David reinó hast a m ás o m enos el año 960 A.C. David im prim ió t al caráct er al
reino y a su función real que llegó a ser un sím bolo de las esperanzas m esiánicas de I srael.

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Después de la m uert e de su hij o Salom ón, alrededor del año 930 A.C., el reino que David
había est ablecido se dividió en dos. El reino del nort e, llam ado I srael, fue at acado y sus
m oradores llevados caut ivos a Asiria en el año 721 A.C. I srael nunca fue rest aurado. El
reino del sur, Judá, que había perm anecido leal a la casa de David, t uvo una hist oria m ás
larga. Sin em bargo en 586 A.C. t am bién fue llevado al exilio en Babilonia. En 539 A.C.,
Ciro, rey de Persia, conquist ó Babilonia. Ciro perm it ió que aquellos que desearan volver a
Jerusalén lo hicieran. Al año siguient e varios m iles volvieron a su t ierra nat iva. Est os luego
reconst ruyeron el t em plo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dest ruido.

Después de est os, ot ros grupos volvieron a Palest ina. Uno de sus líderes fue Esdras, un
sacerdot e que am aba profundam ent e la ley de Moisés. Tenía un gran deseo de que la
observancia de la Tora, la ley de I srael, llegara ot ra vez a form ar part e vit al de la religión
j udía. Los fariseos, a quienes encont ram os a m enudo en los evangelios y en los Hechos de
los Apóst oles, em ergieron de est e m ovim ient o t endient e a rest aurar la ley que Esdras había
com enzado.

Ent re los años 334 y 323 A.C., Alej andro, el j oven rey m acedonio, conquist ó t odas las
t ierras al est e de Grecia hast a la I ndia y hast a Egipt o al sur. Cuando m urió en 323 A.C., sus
generales dividieron ent re ellos el im perio que Alej andro había creado. Pt olom eo fue
ent onces el regidor de Egipt o. Dent ro de la zona que él gobernaba est aba Palest ina, que
perm aneció baj o la aut oridad de sus descendient es hast a 198 A.C. En ese m ism o año, los
descendient es de ot ro de los generales, Seleucio obt uvo el cont rol de Palest ina. Los
seléucidas gobernaron Siria, gran part e del Asia Menor, y t oda Persia. Est e cam bio en los
gobernant es de Palest ina t uvo m uy grandes consecuencias para el pueblo j udío.

Los m a ca be os

Los reyes t olem aicos habían perm it ido a los j udíos pract icar librem ent e su religión. Por m ás
de 250 años después de su regreso del exilio, los j udíos habían observado la ley m osaica,
t al com o Esdras la había enseñado. Ahora sus nuevos señores los est aban presionando
para que abandonaran su ant igua religión y siguieran las cost um bres griegas. El líder de
est e m ovim ient o era Ant íoco el Cuart o, el rey seléucida de Siria. Ascendió al t rono en 175
A.C. Cuando los j udíos resist ieron su polít ica, se produj eron t oda clase de revuelt as y
m asacres y la religión j udía fue prohibida, especialm ent e la circuncisión. La ofensa m ás
grande fue la quem a en público de la Tora.

La rebelión cont ra los seléucidas se desat ó ent onces con fu- ria ( 163 A.C.) baj o el liderat o
de un anciano sacerdot e llam ado Mat at ías y sus cuat ro hij os. De est os, Judas era el
principal líder. Se los conoce com o los m acabeos, es decir, " hom bres que luchan
violent am ent e" . En el año 141 A.C. los j udíos ganaron la vict oria t ot al sobre sus enem igos
seléucidas, y por prim era vez desde 586 A.C. I srael volvió a ser una nación independient e.
Pero est o duró solo ochent a años. En 63 A.C. la guerra civil en Palest ina les dio a los
rom anos la ocasión para est ablecer allí su aut oridad. A t ravés de los sesent a años
siguient es I srael fue un est ado sem i- independient e, siendo sus gobernant es nom brados por
Rom a. En 37 A.C. Herodes ( conocido com o Herodes el Grande, durant e cuyo reinado nació
Jesús) se t ransform ó en rey con la aprobación de Rom a. Después de su m uert e, el reino
fue dividido ent re sus hij os. Arquelao recibió a Judea, Sam aria, e I dum ea; Herodes Ant ipas
se hizo cargo de Galilea y Perea; y Felipe del área norest e de Galilea. En el año 6 A.D.
Arquelao fue depuest o y enviado al dest ierro a causa de sus m alas práct icas. Su región se

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
t ransform ó en una provincia rom ana gobernada por procuradores rom anos. Del 26 al 36
A.D. el procurador de Judea fue un rom ano llam ado Poncio Pilat o.

Para concluir debem os decir algo sobre el desarrollo de la sinagoga, el sanedrín, los
fariseos, y los saduceos, y sobre la dispersión j udía en el m undo ant iguo.

La sin a goga y e l sa n e dr ín

Ant es del exilio j udío en el año 586 A.C., el cent ro de adoración de los j udíos era el t em plo
en Jerusalén. Después del exilio, el cent ro religioso vino a ser la sinagoga, la cual había
exist ido en cada com unidad local de j udíos aun desde ant es del exilio. Pero en Babilonia los
j udíos, privados del t em plo, usaron la sinagoga para orar, leer las Escrit uras, y enseñar
m ucho m ás de lo que habían hecho en su t ierra. Fue confirm ada aun m ás por Esdras y sus
sucesores com o un m edio de enseñar la ley. El libro de Hechos indica que donde había
j udíos en el im perio allí t am bién había una sinagoga. En cada ciudad que visit aba, Pablo
com enzaba a t est ificar de Crist o dent ro de la sinagoga. El líder o president e de la asam blea
era llam ado el gobernador o principal de la sinagoga. Era asist ido por un lect or de las
Escrit uras, un conduct or de la oración congregacional, y un oficial que cust odiaba las
Escrit uras y presidía en ausencia del president e.

El cuerpo gobernant e de los j udíos en Palest ina era el sanedrín. Lit eralm ent e la palabra
" sanedrín" significa " sent arse j unt os" . Si bien el sanedrín est aba baj o la aut oridad rom ana,
de hecho gobernaba la provincia en asunt os civiles y religiosos. Los j udíos fuera de
Palest ina reconocían su aut oridad en asunt os m eram ent e religiosos. El sanedrín est aba
com puest o en su m ayoría de saduceos y fariseos baj o la aut oridad del sum o sacerdot e.

Fa r ise os y sa du ce os

Los fariseos y los saduceos fueron los dirigent es j udíos a part ir de la época de los
m acabeos. Los saduceos venían de fam ilias sacerdot ales y eran est udiant es y exposit ores
de la ley; favorecían las cost um bres ant iguas y se oponían a los cam bios. Sin em bargo,
respaldaban los esfuerzos de los últ im os m acabeos en int roducir ideas griegas en la vida de
los j udíos. En la esfera religiosa se les conoce m ayorm ent e por rechazar la doct rina de la
resurrección y la exist encia de ángeles y espírit us. Tam bién creían que el alm a perecía con
el cuerpo. Para ellos, pues, no exist ía la vida fut ura.

Los fariseos eran lo opuest o de los saduceos en casi t odo. No pert enecían a la clase
sacerdot al pero eran t am bién m aest ros de la ley, si bien creían que la ley era suscept ible
de nuevas int erpret aciones. Los fariseos eran ardient es nacionalist as y por lo t ant o se
oponían a influencias ext ranj eras, ya fuesen griegas o rom anas. Creían en la resurrección y
en la vida fut ura con recom pensas y cast igos. Est aban m ayorm ent e int eresados en la
observancia ext erior de la ley, y en ello las act it udes espirit uales t enían poco que ver. Fue
precisam ent e est e aspect o de su religión lo que los puso en conflict o con Jesús. Los
saduceos t enían doct rinas erróneas; los fariseos t enían doct rinas correct as, pero sus vidas
cont radecían sus enseñanzas. Por consiguient e, Jesús podía decir: " En la cát edra de Moisés
se sient an los escribas y los fariseos, así que, t odo lo que os digan que guardéis, guardadlo
y hacedlo; m as no hagáis conform e a sus obras, porque dicen y no hacen" ( Mt 23: 2- 3) .

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Los saduceos fueron perdiendo su influencia y gradualm ent e desaparecieron después de la
caída de Jerusalén en el año A.D. 70. Los fariseos siguieron por m ás t iem po, pero luego
t am bién desaparecieron de la escena al ser dest ruido el est ado j udío.

La dispe r sión

Hast a ahora nuest ra reseña del j udaísm o se ha lim it ado a Palest ina. Es im port ant e not ar,
sin em bargo, que había m uchos m ás j udíos fuera que dent ro de Palest ina. La deport ación
de prisioneros de guerra, pero especialm ent e los int ereses com erciales, disem inaron a los
j udíos por t odas direcciones fuera de Palest ina. Se est im a que durant e el t iem po del prim er
I m perio Rom ano había dos m illones y m edio de j udíos en Palest ina y un m illón en Egipt o, lo
m ism o en Asia Menor y en Mesopot am ia, respect ivam ent e. Adem ás alrededor de cien m il
j udíos habit aban en I t alia y en África del nort e. Colonias m ás reducidas se encont raban
desparram adas a t ravés del im perio. Las referencias en el Nuevo Test am ent o a los j udíos
dispersos son im presionant es: Juan 7: 35, Hechos 2: 5- 11 y ot ras m uchas a t ravés de est e
libro, Sant iago 1: 1, 1 Pedro 1: 1. Part e inseparable de la dispersión era la sinagoga. Est os
dos fact ores j unt os est ablecieron una base nat ural fuera de Palest ina para la proclam ación
del evangelio en ot ras t ierras.

El cent ro m ás im port ant e de la dispersión fue Alej andría, en Egipt o, donde los j udíos
ocupaban barrios ent eros. Allí el Ant iguo Test am ent o fue t raducido al griego en el año 250
A.C., poniéndolo así al alcance del m undo griego. Est a t raducción fue conocida com o la
Sept uagint a ( versión de los Set ent a) . Allí t am bién la vida int elect ual j udía halló su m ás
grande exponent e en el filósofo j udío Filón - ent re los años 20 A.C. Y A.D. 42, de quien
hablarem os en la próxim a sección.

El pe n sa m ie n t o gr ie go

Dent ro del im perio la influencia espirit ual m ás im port ant e no vino de los rom anos sino de
los griegos. El poder y la ley rom anos cont rolaban la vida m ilit ar, polít ica, social, y
económ ica del im perio; pero el pensam ient o griego cont rolaba las m ent es de los hom bres.

Pr im e r os filósofos gr ie gos

Alrededor del año 600 A.C. los filósofos griegos m edit aron profundam ent e acerca de la
nat uraleza del m undo y el significado de la vida. El prim ero de los filósofos fue Tales, que
vivió en la ciudad de Milet o en la cost a sudoest e del Asia Menor. El creía que t odo lo que
exist ía de una u ot ra m anera había surgido del agua. Anaxim andro, un discípulo de Tales,
enseñó que no el agua sino la ilim it ada at m ósfera era el origen de t odas las cosas. La
filosofía de Heráclit o, quien vivió alrededor del 500 A.C. en Éfeso ( t am bién en Asia Menor) ,
era m ás com plej a. El elem ent o básico del universo, decía, es el fuego. De él proceden
t odas las cosas, y a él vuelven t odas las cosas. Del fuego sale el aire; del aire, el agua; del
agua, la t ierra. Luego la t ierra vuelve al agua; el agua al aire, el aire al fuego, y así sigue el
ciclo int erm inablem ent e. Las com binaciones que son posibles por m edio de est os cam bios
producen la gran variedad de cosas que se hallan en el m undo. Pero ninguna perm anece.
No hay nada const ant e en la vida, nada que perm anezca. La vida es com o un río que corre;
nadie puede bañarse en la m ism a agua dos voces. En realidad, Heráclit o hizo del río un
sím bolo de su filosofía, la cual resum ió con las palabras " t odas las cosas fluyen" . No
obst ant e, est e m undo siem pre cam biant e est á cont rolado por una m ent e, una razón que él

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
llam ó el logos. Est a palabra debe ser cuidadosam ent e not ada, pues ella t uvo un papel m uy
im port ant e en el pensam ient o t eológico de la iglesia prim it iva.

Tales, Anaxim andro, y Heráclit o vivieron t odos en el Asia Menor, la cual había sido
colonizada por los griegos. Una colonia sim ilar griega al sur de I t alia t am bién produj o
filósofos. Una de sus figuras m ás dest acadas fue Parm énides. Cont em poráneo de Heráclit o,
Parm énides enseñó lo opuest o del filósofo efesio. Él creía que no había ningún cam bio en
absolut o. Hay una sola cosa que exist e; lo que es. Todo el cam bio que experim ent am os y
observam os es solo apariencia. La variedad, la belleza, la t rist eza, y el gozo de la vida son
apariencias que exist en únicam ent e en nuest ras m ent es.

Por ext raños que pudieran parecer est os punt os de vist a, present aban un problem a
fundam ent al con el cual t odo pensam ient o serio sobre la vida ha de enfrent arse.
Provocaban un int errogant e: ¿Cóm o se relacionan ent re sí la perm anencia y el cam bio, la
realidad y la apariencia, la et ernidad y el t iem po? ¿Cóm o se relaciona el hom bre m aduro
con el niño del cual ha em ergido? El cam bio ha t ransform ado al niño en un hom bre, pero la
perm anencia ha m ant enido a la persona igual. ¿Cóm o ha de ent enderse est o?

Sócr a t e s y Pla t ón

Con Sócrat es, quien vivió en At enas alrededor de 450 A.C., se produj o un cam bio en el
pensam ient o griego. Sócrat es est aba m ás int eresado en la calidad de los hom bres que en
la nat uraleza del m undo. Sost enía que solo podem os conocer una cosa con cert eza: el
hom bre m ism o. Podem os saber lo que debem os ser y cuál es el propósit o de la vida. Saber
est o es poseer el verdadero conocim ient o. Est e conocim ient o puede obt enerse por m edio
de una educación adecuada; el hom bre t iene el poder de hacerse a sí m ism o m oralm ent e
bueno. Est o const it uye una filosofía hum anist a.

Aparecen luego en Grecia dos de los m ás dist inguidos filósofos de t odos los t iem pos: Plat ón
( ca. 425- 345 A.C.) , discípulo de Sócrat es, y Arist ót eles ( ca. 385- 320 A.C.) , discípulo de
Plat ón. El cent ro del pensam ient o filosófico para est e ent onces se había desplazado desde
las colonias hacía la m adre pat ria, específicam ent e hacia At enas. Cuando Rom a no era aún
la dueña t ot al de I t alia, cuando Palest ina est aba t odavía baj o el cont rol persa, At enas era
ya el brillant e cent ro cult ural del m undo.

Plat ón unió en su filosofía la preocupación de los prim eros pensadores en com prender el
m undo en su t ot alidad, y la preocupación de Sócrat es de com prender al hom bre. Junt o con
Parm énides, Plat ón creía que el m undo real no era el m undo que podía ser vist o y palpado:
m ont añas, árboles, cielo, ríos, cam pos, hom bres. El m undo real era el m undo invisible, el
m undo de las ideas. Por " ideas" Plat ón no quería decir " pensam ient os u opiniones" , o lo que
nosot ros querem os significar por " ideas" . Él quería decir realidades espirit uales que exist en
en un m undo invisible. En ese m undo est án las " ideas" de cosas m at eriales com o árboles,
m ont añas, agua, sillas... y de las cualidades espirit uales com o coraj e, am or, verdad,
bondad y, no m enos im port ant e, el alm a. Est as ideas exist en en el m undo invisible en el
orden en que unas sirven a ot ras. En la cim a de la pirám ide est á la idea del bien.

Pero exist e t am bién ot ro m undo, el m undo de la m at eria. En su est ado original la m at eria
no t iene form a ni aspect o. Es una m asa desordenada, sin arm onía, sin form a, un caos. Sin
em bargo, nosot ros nunca vem os esa m asa de esa m anera. Las ideas le im prim en su
caráct er de orden y sent ido. Es est a unión de las ideas perfect as con la m at eria

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
desordenada lo que vem os y experim ent am os en el m undo que nos rodea. La m at eria es la
fuent e de t odo m al: del dolor, la desilusión, la im perfección, el sufrim ient o, y la m uert e.
Todo el m undo de la nat uraleza y del hom bre surge de la ext raña unión de ideas y m at eria.
Est e es el m undo cam biant e que t an profundam ent e había im presionado a Heráclit o. Todo
lo que est á en el m undo es una pobre copia de las ideas et ernas, verdaderas, e inam ovibles
que se m anifiest an a t ravés de su unión con la m at eria. Todo lo que es herm oso, m oral,
adecuado, y lleno de propósit o en est as copias viene de las ideas. Todo lo que es m alo o
doloroso en est as copias se deriva de la m at eria. Am bos m undos son igualm ent e et ernos;
ninguno de los dos puede vencer al ot ro. El hom bre es una unión de espírit u y m at eria.
Cuando la m uert e llega, el alm a se alegra pues puede así ret ornar a su est ado puro com o
idea sin el peso de la m at eria. Es por esa razón que los filósofos de At enas escucharon
t ranquilam ent e a Pablo cuando él les predicaba el evangelio hast a que habló de la
resurrección: " Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los m uert os, unos se burlaban,
y ot ros decían: Ya t e oirem os acerca de est o ot ra vez" ( Hch 17: 32) .

Al est udiar la hist oria de la iglesia prim it iva, es preciso com prender est e punt o de vist a
griego en cuant o a la relación ent re la idea y la m at eria, el bien y el m al, el alm a y el
cuerpo. Si est o no se capt a, es casi im posible com prender adecuadam ent e los cuat ro
prim eros siglos de la hist oria de la iglesia. Las dos m ayores herej ías, el gnost icism o y el
arianism o, am enazaron peligrosam ent e la verdad del evangelio, la prim era ant es, y la
segunda después del A.D. 300. Am bas surgieron de un m alent endido de lo que es el
hom bre y el m undo al est ilo de Sócrat es y Plat ón. Solam ent e un enfoque espirit ual de Dios,
del hom bre, del m undo, y de su relación ent re sí, salvó a la iglesia de t ransform arse en
t est igo de un falso evangelio.

Est oicism o

Dej am os ahora las enseñanzas de Arist ót eles y ot ros para not ar brevem ent e las principales
del est oicism o. Est a era la filosofía dom inant e en el I m perio Rom ano en el t iem po de Crist o
y de la iglesia prim it iva.

El nom bre est oicism o se deriva de la palabra griega st oa que significa " galería" , " pórt ico" .
Era el nom bre que se daba a un corredor o arcada pública cerca del m ercado en At enas,
donde los hom bres se reunían para discut ir diferent es asunt os. Fue aquí que Zenón, un
nat ivo de Chipre, enseñó filosofía alrededor del año 300 A.C. A su filosofía se le llam ó
" est oicism o" por causa del lugar donde la enseñaba. Sus enseñanzas, y la de sus
sucesores, daban m ás im port ancia, com o las de Sócrat es, a la conduct a hum ana que a la
nat uraleza del universo. Él y sus sucesores enseñaron que solam ent e exist e la m at eria. No
hay t al cosa com o el espírit u solo. Ment e y cuerpo son m at eriales. Aun Dios es m at erial; el
universo es su cuerpo y él es su alm a. El est oicism o, por consiguient e, es una especie de
pant eísm o, es decir, t odo es Dios. El hom bre est á relacionado con Él com o una got a de
agua se relaciona con el océano, o com o una chispa con el fuego que la provoca. Dios,
com o alm a del m undo, gobierna t odas las cosas; am a a los hom bres y desea t odo lo
bueno.

Por cuant o el hom bre est á relacionado con Dios, debería ir hacia donde la razón divina,
llam ada logos, le guía. La verdadera sabiduría consist e en descubrir el cam ino de Dios para
los hom bres. La persona verdaderam ent e hum ana no resist e la guía de Dios; se rinde a
ella, no im port a cuán penoso le result e, pues Dios le am a. La virt ud es una y es indivisible.
Las cuat ro cualidades m ás sobresalient es del caráct er son la sabiduría, el coraj e, la

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
m oderación, y la j ust icia. Si uno carece de una de est as cualidades, carece de t odas; si
realm ent e t iene una, las t iene t odas. Ser libre y feliz significa conocerse a si m ism o,
conocer la volunt ad de Dios para uno, y vivir de acuerdo con ese conocim ient o.

El est oicism o era t ant o una religión com o una filosofía. Por su caráct er filosófico era
acept ado solam ent e por la gent e cult a. Las m asas no podían razonar de la m anera que el
est oicism o lo requería. Ent re el elem ent o de hom bres educados algunas de las m ent es m ás
preclaras del im perio seguían est as enseñanzas. Uno de est os fue Marco Aurelio,
em perador desde el A.D. 160 al 180. Había m ucho en el est oicism o que los crist ianos
podían usar y lo usaban, pero solo at raía a los m ás preparados. Sin em bargo, aun est os
carecían de poder com o para hacer lo que el am or y la j ust icia requerían. Una de las m ás
crueles persecuciones del im perio cont ra la iglesia se llevó a cabo durant e el reinado de
Marco Aurelio. El m undo, por lo t ant o, cont inuó esperando una religión que no solo
enseñara lo que era j ust o sino que t am bién proporcionara el poder para hacerlo.

Filón

Un filósofo a quien debem os considerar es el pensador j udío Filón. Est e nació alrededor del
año 20 A.C. Y m urió poco después del año A.D. 40. Pasó su vida en Alej andría, el cent ro de
la dispersión j udía. En algunos aspect os Filón era m ás griego que j udío. Se ent regó a la
filosofía de una m anera poco com ún en un j udío, hablaba y escribía el griego m ej or que el
hebreo, pero al m ism o t iem po era, y perm aneció siem pre, un j udío verdadero. Consideraba
que la m ás alt a aut oridad divina se encont raba no en la filosofía sino en el Ant iguo
Test am ent o, especialm ent e el Pent at euco. Sost enía que cualquiera cosa que fuera ciert a en
la filosofía de los griegos ya había sido expresada ant es en las Escrit uras. El creía que de
alguna form a los griegos habían obt enido sus ideas principales del Ant iguo Test am ent o.

Filón t rat ó de com binar las escrit uras del Ant iguo Test am ent o con la filosofía griega, lo que
le t raj o un problem a con respect o a la doct rina de la creación. Según la enseñanza bíblica
Dios creó el m undo de la m at eria, pero los filósofos griegos no podían acept ar est o pues
sost enían que Dios no puede t ener cont act o con la m at eria, que es el origen de t odo m al.
Por lo t ant o, Filón, com o los griegos, colocó un m ediador ent re Dios y el m undo. Est e
m ediador se halla en el Logos. El es el m ás grande de los poderes de que Dios est á
rodeado. En él vio Filón un poder divino m enor que Dios, que est aba ent re Dios y el m undo.
A t ravés de él Dios había creado t odas las cosas. Más t arde, est e pensam ient o j ugó un
papel im port ant e en el esfuerzo de los pensadores crist ianos para explicar la relación de
Crist o con Dios.

Re ligión e n e l im pe r io

Sin duda que los dist int os punt os de vist a filosóficos sat isfacían m uchas m ent es educadas.
Sin em bargo, las m asas populares no eran inst ruidas. ¿Cóm o podrían ellas encont rar
com unión y paz con Dios? Est o solo lo podían obt ener por m edio de la religión. Aun ent re
las clases m ás privilegiadas había un sent im ient o de que la filosofía no proporcionaba la
verdadera respuest a a la necesidad espirit ual del hom bre. Muchas religiones exist ieron en
el im perio que t rat aron de llenar ese vacío. Se podían clasificar aproxim adam ent e en t res
clases.

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Re ligion e s de la n a t u r a le za

Est as religiones at ribuían poderes sobrenat urales a las m ont añas, a los lagos, los ríos, los
árboles, el sol y la luna, a ciert os anim ales, y hom bres. Honraban las fuerzas de la
nat uraleza y creían en el poder de am ulet os y sort ilegios. Apart e de est o creían en los
ant epasados, en espírit us buenos y m alos, en dioses que cont rolaban el dest ino de los
hom bres. Cada religión en est e grupo t enía sus propios m it os y rit uales y una clase especial
de hom bres llam ados sacerdot es que podían recit ar los m it os y celebrar las cerem onias
rit uales. Est e t ipo de religión basado en la nat uraleza era siem pre una religión de grupo. El
elem ent o personal est aba en gran part e ausent e. En una sociedad sencilla de agricult ores o
pescadores t al religión podría parecer adecuada, pero para los hom bres que vivían en un
m undo cam biant e, en desarrollo, no lo era. Ellos precisaban una religión donde lo
sobrenat ural fuera m ás personal, una religión en la cual pudieran experim ent ar el efect o de
lo sobrenat ural en sus vidas llenas de problem as. Est a necesidad parecía sat isfacerse en las
religiones de m ist erio.

Re ligion e s de m ist e r io

La gran at racción de est as religiones residía en la oport unidad de poder com unicarse con la
divinidad. Est a com unicación podía obt enerse por m edio de ciert os act os cerem oniales. El
prim ero era el baut ism o, ya sea por m edio de agua o por la sangre de un anim al. Est o les
lavaba de su cont am inación y suciedad haciendo posible el cont act o con ese dios.
Al baut ism o seguía una com ida sagrada con la cual se experim ent aba la com unión con el
dios en cuest ión. La com ida sagrada llevaba a un esclarecim ient o o conocim ient o. El nuevo
creyent e conocía al dios dent ro de cuya com unión había sido baut izado. Por m edio de est e
conocim ient o, el creyent e t am bién se dedicaba a sí m ism o al servicio del dios, y adem ás
podía vivir en paz y m orir confort ado por la reconciliación con ese dios. Los seguidores de
est a religión no podían revelar los secret os del baut ism o, de la com ida de com unión, y del
esclarecim ient o. Por est a razón es que se llam aba una religión de m ist erio.

Est e t ipo de religión t enía una larga hist oria en el orient e: en I ndia, Persia, Babilonia, y
Egipt o, y est aba en su apogeo en el im perio cuando com enzó a disem inarse el crist ianism o.
Por un t iem po el m it raísm o, una religión de m ist erio, com pit ió con el crist ianism o y t uvo
m uchos adept os en el ej ércit o rom ano.

Re ligión de l e st a do

La religión del est ado t enía fuert es connot aciones polít icas. Su elem ent o principal era el
sacrificio ofrecido al em perador. Originalm ent e los sacrificios se habían hecho a los dioses
del est ado. En los prim eros años del im perio se hicieron sacrificios a los em peradores
m uert os. Más t arde se com enzó a adorar a los em peradores que ej ercían el poder, por
m edio de sacrificios. El em perador era considerado com o el dios que proporcionaba orden y
prosperidad en el est ado; en ciert o sent ido se le t enía por la encarnación del im perio. Por lo
t ant o la religión del est ado est aba considerada com o el lazo que unía a la gran diversidad
de pueblos y t ribus a t ravés de t odo el im perio. Cualquier religión que reconociera al
em perador dios y no int erviniera con el buen orden del im perio, era acept ada com o una
religión legít im a. La religión del est ado, sin em bargo, era una religión sin calor, sin
com unión, sin unión con lo divino y, especialm ent e, era una religión sin salvación.

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 2 : El com ie n zo de la igle sia


Fue en Palest ina, la hist órica t ierra de I srael, donde la iglesia del Nuevo Test am ent o
apareció por prim era vez en la hist oria. Es difícil est ablecer una fecha. Si decim os que la
iglesia com enzó en pent ecost és, no t om am os en cuent a la vida y el m inist erio de Jesús. Si
decim os que la iglesia com enzó con él, debem os recordar el hecho de que el m inist erio de
Jesús surgió de la vida del j udaísm o. Es m ej or, por lo t ant o, decir que la iglesia surgió de la
vida y obra de su Señor y que se t ransform ó en su t est igo universal en pent ecost és.

El m in ist e r io de Je sú s

El m e n sa j e

El m ensaj e de Jesús era sencillo. El predicaba que el reino de Dios est aba cerca y que los
hom bres podían ent rar en él por m edio del arrepent im ient o y la fe en el evangelio ( Mr
1: 14- 15) . El arrepent im ient o que Jesús requería era por la desobediencia a la ley de Dios.
Est a ley est ipulaba que los hom bres debían am ar a Dios por sobre t odo y a su prój im o
com o a sí m ism os ( Mt 22: 34- 40) . El am or es el cum plim ient o de la ley. Cuando la
desobediencia t rae aparej ada la falt a de am or, el arrepent im ient o rest ablece el equilibrio
ent re el hom bre y Dios y ent re el hom bre y su prój im o. El Serm ón del Mont e ilust ra de
m uchas m aneras cóm o la relación vert ical ( el hom bre con Dios) y la relación horizont al ( los
hom bres ent re sí) pueden ser m ant enidas y reforzadas. El evangelio es la buena not icia de
que Dios perdona a los que se arrepient en, y los recibe com o a hij os. Al m ism o t iem po, la
predicación de Jesús no era un m ensaj e com plet am ent e nuevo. Surgió del Ant iguo
Test am ent o y cont inuó a un nivel m ás profundo ( Mt 5: 17- 20) .

Lo qu e sign ifica

A m edida que Jesús llevaba a cabo su m inist erio preveía el conflict o inevit able ent re su
m ensaj e espirit ual y el de la obediencia ext erna que present aban los fariseos. Jesús se
preparó para m orir y así lo ant icipó a sus discípulos ( Mr 10: 32- 34) . En la fiest a de la
pascua, probablem ent e a los 33 años, sufrió la crucifixión. Su m uert e, sin em bargo, no fue
sim plem ent e la m uert e de un m árt ir. Fue una m uert e salvadora, llena de vida para aquellos
que ven en ella la absolut a y t ot al obediencia a la ley de Dios. En est e sacrificio Jesús dio
su vida para redim ir a m uchos. Después de su m uert e se levant ó vict orioso. " Todo aquel
que cree en él, aunque est é m uert o, vivirá, y t odo aquel que vive y cree en él, no m orirá
et ernam ent e" ( Jn 11: 25- 26) . Por consiguient e, Pablo predicó con igual poder " a Jesucrist o
y a est e crucificado" ( 1 Co 2: 2) y " de Jesús, y de la resurrección" ( Hcs 17: 18) .

El m ist e r io de Cr ist o

Desde su nacim ient o lo hum ano y lo divino est aban unidos en él. Sin em bargo, est a unión
era t an nat ural que ninguna de las dos nat uralezas en ningún m om ent o parecía algo
agregado o casual en relación a la ot ra. Él nació y creció com o ot ros niños. Creció en
sabiduría y en est at ura, y en gracia para con Dios y los hom bres ( Lc 2: 52) . Él pasó

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
ham bre, fue t ent ado, se cansó, t uvo conocim ient os lim it ados; podía indignarse y enoj arse,
era sociable y com pasivo, oraba, y al final fue crucificado y m uert o.

Al m ism o t iem po, expresó pret ensiones y llevó a cabo act os solam ent e at ribuibles a Dios.
" Nadie - dij o- conoce al Hij o except o el Padre, y nadie conoce al Padre except o el Hij o, y
cualquiera a quien el Hij o lo quiera revelar" ( Mt 11: 27) . Ant es de que Abraham exist iera, él
exist ía ( Jn 8: 58) ; perdonó pecados, lo que es prerrogat iva divina ( Mr 2: 7) ; recibió
adoración ( Jn 20: 28) ; dio el Espírit u Sant o a sus discípulos ( Jn 19: 23) . Él es el Crist o en
quien las esperanzas m esiánicas se cum plen ( Jn 4: 25- 26) .

La iglesia ha vist o un profundo m ist erio en est os dos aspect os de la vida de su Señor, pero
nunca ha vist o nada ext raño o que no fuera nat ural en ellos. La iglesia cree en Jesús el Hij o
encarnado de Dios, y lo predica a los hom bres. " El secret o de nuest ra religión es algo m uy
grande: Crist o se m anifest ó en su condición de hom bre, t riunfó en su condición de espírit u
y fue vist o por los ángeles, fue anunciado a las naciones, creído en el m undo, y recibido en
gloria ( 1 Ti 3: 16 VP) .

Pe n t e cost é s

El Ant iguo Test am ent o había hablado vez t ras vez del caráct er universal que t endría el
pueblo de Dios. El fundam ent o m ás firm e de est a expect at iva era el hecho de que el Dios
que redim e es t am bién el Dios que creó t odas las cosas. Si bien el hom bre se ha t ornado
pecador, el Creador no abandona su obra; y es por eso que él la rest aura por m edio de la
redención. La elección del pueblo de I srael para un servicio especial t iene el propósit o de
que t odas las naciones sean salvas. A t ravés del Ant iguo Test am ent o, I srael se m ant iene en
cont act o con las ot ras naciones. Palest ina m ism a era una encrucij ada ent re los grandes
im perios de su t iem po. En su m inist erio Jesús predij o la expansión del evangelio, pero él no
planeó un program a de evangelism o ant es de su m uert e. Est e fue dado después de su
resurrección: " Toda pot est ad m e es dada en el cielo y en la t ierra. Por t ant o, id, y haced
discípulos a t odas las naciones, baut izándolos en el nom bre del Padre, y del Hij o, y del
Espírit u Sant o; enseñándoles que guarden t odas las cosas que os he m andado; y he aquí
yo est oy con vosot ros t odos los días, hast a el fin del m undo" ( Mt 28: 18- 20) . Est e
m andam ient o, sin em bargo, no debe separarse de la venida del Espírit u Sant o en
pent ecost és. El m andam ient o de t est ificar no era suficient e para crear t est igos. Debía
t am bién exist ir la convicción y el poder para t est ificar. Est e fue dado a la iglesia en
pent ecost és. En esa ocasión Crist o volvió a la iglesia por m edio del Espírit u Sant o para
im part irle su poder y est ar con ella hast a el fin del m undo ( Hch 1: 6- 8) .

En pent ecost és se produj eron cam bios fundam ent ales en el caráct er y la est ruct ura del
pueblo de Dios:

 La iglesia universal del Nuevo Test am ent o reem plazó a la congregación


est rict am ent e israelit a, expresada en el t em plo y la sinagoga.
 El pueblo de Dios dej ó de ser un pueblo nacional y se t ransform ó en una com unidad
int ernacional y universal.
 El predicador reem plazó al sacerdot e; el púlpit o reem plazó al alt ar, y el t est im onio
de la iglesia del sacrificio de Crist o reem plazó al sacrificio cerem onial de anim ales.

La capit al religiosa de los j udíos era Jerusalén. Ellos guardaban la ley, el sábado, y la
circuncisión. La iglesia no t iene una ciudad capit al, ni t em plo, ni sacerdot e, ni alt ar, ni t ierra

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
sant a. La iglesia pert enece a t odas las naciones y en ellas t iene su cam po de acción; donde
est á la iglesia allí est á su Señor present e, y adora a Dios de m uchas m aneras.

Est e cam bio en la act it ud y est ruct ura del pueblo de Dios no se realizó t ot alm ent e en el día
de pent ecost és. Le llevó t iem po a la iglesia el com prender que se t rat aba de una com unión
universal. Aun el apóst ol Pedro t uvo gran dificult ad para llegar a ent ender est o. Algunos
m iem bros de la iglesia nunca lo llegaron a ent ender. No obst ant e, la predicación en ot ras
lenguas en pent ecost és y la list a de naciones m encionadas en el capít ulo 2 de Hechos
indican est e cam bio básico. No habían pasado t reint a años desde ese m om ent o y el
evangelio ya se había est ablecido en Siria, Asia Menor, Grecia, e I t alia. Tenía seguidores
aun dent ro de la casa de César en la m ism a capit al del im perio.

Cr ist ia n ism o pa le st in o

Al principio vem os a la iglesia com o un grupo de creyent es en Jerusalén. En la fiest a j udía


de pent ecost és, siet e sem anas después de la crucifixión de Jesús, m uchos fueron
baut izados com o result ado de la predicación de Pedro. Desde su com ienzo, pues, la iglesia
form aba una com unidad apreciable. Vivía una vida de com pañerism o, adoración, y ayuda
m ut ua, recibiendo diariam ent e nuevos m iem bros ( Hch 2: 43- 47) . Su predicación era
sencilla: el arrepent im ient o de pecados, la m uert e y resurrección de Crist o, con gran
énfasis sobre la resurrección, y el baut ism o ( Hch 2: 29- 42) . Est a proclam ación se veía
acom pañada de señales y m ilagros y del poder del Espírit u Sant o. En consecuencia, había
m uchas conversiones, incluso ent re los sacerdot es.

Cr ist ia n os h e br e os y gr ie gos

Muy pront o después de est e com ienzo prom et edor se regist ran en Hechos dos sucesos que
afect aron la com unión de la iglesia. El prim ero fue el pecado de Ananías y Safira ( Hch 5: 1-
11) ; el segundo el descont ent o de los griegos con sus herm anos hebreos ( Hch 6: 1- 6) . El
engaño de Ananías y Safira fue t rágico, pero no surgió de la com unidad crist iana
envolviendo a m uchos. La quej a de los griegos cont ra los hebreos era un caso m uy
dist int o; indicaba un desacuerdo m uy m arcado dent ro de la m ism a iglesia. Se t rat aba de
una disput a ent re los crist ianos j udíos de Palest ina y los crist ianos j udíos procedent es de la
dispersión.

Es preciso not ar el significado de las palabras " hebreos" y " griegos" . El nom bre " hebreos"
se usa a lo sum o en ot ros dos lugares del Nuevo Test am ent o en referencia a los j udíos. En
los t res casos sirve para recalcar el caráct er cien por cient o j udío de los j udíos en cuest ión.
Un hebreo era aquel que en t odos los aspect os observaba la ley m osaica y vivía de acuerdo
con las t radiciones de los padres. Los " griegos" eran j udíos procedent es de la dispersión,
m ás abiert os a las ideas griegas. Por lo t ant o, la discrepancia ent re los griegos y los
hebreos era una diferencia ent re los j udíos crist ianos, con un fuert e t rasfondo palest ino, y
los j udíos crist ianos conect ados con la dispersión. Posiblem ent e los hebreos rechazaban
t ener com unión alrededor de la m esa con los griegos debido a que est os no observaban el
cerem onial en t odos sus det alles. Tam bién es posible que exist ieran diferencias cult urales
que los apart aban. Lo ciert o es que t odo est o parece haber producido desigualdad en la
dist ribución de los alim ent os a las viudas griegas pobres, lo que resint ió la com unión de los
dos grupos.

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
En la colonia j udía griega ( no crist ianos) m uy pront o se desarrolló una m uy fuert e oposición
cont ra la iglesia. Est o es evident e por el relat o del apedream ient o de Est eban. Todos sus
acusadores pert enecían a la dispersión: cireneos, alej andrinos, cilicianos, y asiát icos. Todos
ellos, que pert enecían a la sinagoga de los libert os, posiblem ent e eran m iem bros de una
congregación de j udíos que habían vuelt o a Palest ina de la caut ividad, t raídos por los
rom anos ( Hch 6: 8- 9) . Aunque parezca ext raño, los j udíos hebreos no fueron los prim eros
perseguidores de la iglesia sino m ás bien los j udíos griegos. No parecía ser una casualidad
que Saulo, un griego de Tarso en Cilicia, guardara las ropas de los que apedrearon a
Est eban. Aparent em ent e los j udíos griegos est aban m ás opuest os a la iglesia que los j udíos
de Palest ina. Por la m ism a razón probablem ent e sent ían m ás host ilidad cont ra los j udíos
griegos crist ianos que cont ra los hebreos crist ianos, y est o m uy bien puede haber
provocado su at aque cont ra Est eban, quien parecía ser el líder del grupo griego crist iano en
Jerusalén.

La persecución de la iglesia que siguió a la m uert e de Est eban no parece haberse ext endido
m ás allá de Jerusalén. A los apóst oles no se los m olest ó. La razón de est o puede ser el
hecho de que no eran del grupo helénico ( griego) y que vivían de acuerdo con la t radición
palest ina. Por ot ro lado, la persecución no parece haber sido de larga duración.

La pr ocla m a ción fu e r a de Je r u sa lé n

La salida de m uchos creyent es de Jerusalén t raj o com o consecuencia el esparcim ient o del
evangelio. Felipe fue a Sam aria a predicar allí. Est o hizo que la iglesia en Jerusalén enviara
a Pedro y a Juan a Sam aria para inspeccionar la obra de Felipe. En el cam ino de vuelt a a
Jerusalén predicaron en m uchos pueblos de los sam arit anos. Felipe fue enviado a Gaza, en
el sur de Palest ina, para encont rarse con un oficial de la cort e de la reina de Et iopia. Est e
era un prosélit o j udío, el cual ahora se conviert e y se baut iza baj o el m inist erio de Felipe
( Hch 8) .

Pedro se fue a la cost a para predicar en Jope y Cesarea. Su visit a a est as ciudades abre sus
oj os al significado t ot al del event o de pent ecost és, o sea, que t ant o los gent iles com o los
j udíos podían ser seguidores de Crist o y m iem bros de la iglesia ( Hch 10: 44- 48) . Com o
result ado baut iza a un hom bre que no era j udío, Cornelio, un cent urión del ej ércit o rom ano.
Por est e hecho la iglesia de Jerusalén le pidió cuent as ( Hch 11: 1- 18) , pero acept ó con gozo
el inform e de Pedro, reconociendo que " t am bién a los gent iles ha dado Dios
arrepent im ient o para vida" ( Hch 11: 18) .

Es evident e que la iglesia de Jerusalén ej ercía una supervisión est rict a sobre la predicación
del evangelio fuera de Jerusalén. Verem os en la próxim a sección cóm o enviaron a Bernabé
a Ant ioquia cuando oyeron que allí había echado raíces el evangelio ( Hch 11: 22- 24) . Unos
t rece o cat orce años m ás t arde convinieron en el bien conocido concilio llevado a cabo en
Jerusalén que los convert idos gent iles no debían est ar suj et os a la ley m osaica ( Hch 15) .
Concedieron la com plet a libert ad del evangelio a los gent iles pero ellos m ism os no la
usaron. El result ado de est a act it ud pront o se hizo evident e.

D e clin a ción de la igle sia pa le st in a

A pesar de la predicación de Felipe, Pedro, Juan, y ot ros, el evangelio no progresaba en


Palest ina. Parecía que la razón de est o fuera el hecho de que la iglesia en Palest ina se hizo
una iglesia est rict am ent e hebrea. Aparent em ent e el elem ent o griego no volvió a Jerusalén

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
después que la prim era persecución había cesado. El caráct er hebreo de la iglesia en
Jerusalén era t an fuert e que m ás t arde en una ocasión aun Pedro t em ía com er con los
crist ianos gent iles en Ant ioquia cuando algunos herm anos de la iglesia en Jerusalén
vinieron de visit a ( Gá 2: 11- 14) . Com o result ado no se desarrolló ningún fervor m isionero.
No era posible que la iglesia fuera crist iana y j udía al m ism o t iem po. Los event os en
Palest ina ent re los años 62 y 70 m ost raron cuán ciert o era est o. Casi t erm inaron con ese
crist ianism o a m edias de la iglesia hebrea.

La nación j udía nunca había olvidado la gloria y el reino de David, ni la independencia que
había disfrut ado ent re los años 142 y 69 A.C. cuando quedó baj o el dom inio rom ano.
Después del A.D. 60 los j udíos planearon una revuelt a cont ra los rom anos. Muchos líderes
j udíos aconsej aron en cont ra, pero no fueron oídos. Los j udíos crist ianos t uvieron que
escoger ent re respaldar o no esa rebelión. Finalm ent e opt aron por ir en cont ra de la
revuelt a. Alrededor de esa época, Sant iago, el herm ano del Señor y líder de la iglesia en
Jerusalén, fue m uert o. En el año 66 los crist ianos decidieron dej ar Jerusalén. Em igraron a
Pela, una ciudad gent il al ot ro lado del Jordán, donde perm anecieron hast a después de la
caída de Jerusalén. Nunca m ás fueron considerados com o verdaderos j udíos. Alrededor del
año 84 los líderes j udíos en Palest ina com unicaron a t odas las sinagogas en t odos los
lugares que t odos los j udíos crist ianos debían ser excluidos de sus asam bleas. Por lo t ant o,
un crist iano j udío ya no podía perm anecer crist iano y a la vez ret ener su conexión con la
com unidad j udía. Muy pront o la iglesia, cuyas raíces est aban en el Ant iguo Test am ent o,
cuyo Salvador era j udío, cuyos apóst oles fundadores eran t odos j udíos, y cuyo libro
sagrado había sido escrit o por j udíos, se t ransform ó en una com unidad de gent iles. Aun los
j udíos crist ianos helenist as com enzaron a encont rarse ext raños en la com unidad que había
surgido de la vida y obra del Mesías j udío.

El t rist e curso del crist ianism o palest ino no debe perm it ir que cerrem os nuest ros oj os a su
t rem enda significación en la hist oria de la iglesia universal. El com ienzo del crist ianism o
est á unido en form a inseparable a la iglesia j udía. Los prim eros años en la vida de la iglesia
fueron años t ot alm ent e j udíos. La prim era predicación del evangelio ent re los gent iles se
efect uó por m edio de t est igos j udíos. Pablo, el padre de las m isiones gent iles, era un j udío
y t enía a la iglesia en Jerusalén com o su aut oridad eclesiást ica y espirit ual m ás alt a. Fue un
concilio de la iglesia j udía el que hizo posible la part icipación t ot al de los gent iles en la vida
de la iglesia. La iglesia en el m undo ha surgido de la iglesia de Judea. La iglesia t ot alm ent e
gent il de nuest ros días nunca debería olvidar la gran deuda que t iene hacia la iglesia
t ot alm ent e j udía, la cual es su m adre espirit ual.

La igle sia fu e r a de Pa le st in a

El j oven que guardó las ropas de los helenit as que apedrearon a Est eban era un j udío de la
dispersión llam ado Saulo. Era de la ciudad de Tarso, en la provincia rom ana de Cilicia en el
Asia Menor ( hoy Turquía) . Era un est rict o fariseo y, en la época en que Est eban fue
apedreado, probablem ent e un est udiant e en la escuela del gran m aest ro Gam aliel en
Jerusalén. Saulo era un enem igo del evangelio y part icularm ent e de los j udíos de la
dispersión o helenist as que lo creían. En la persecución que siguió a la m uert e de Est eban,
" Saulo asolaba la iglesia, y ent rando casa por casa, arrast raba a hom bres y m uj eres, y los
ent regaba en la cárcel" ( Hch 8: 3) . Algún t iem po m ás t arde, " respirando aún am enazas y
m uert e cont ra los discípulos del Señor" , pidió a las aut oridades j udías que lo enviaran a
Dam asco para perseguir allí a los creyent es. Fue en el cam ino a Dam asco que el Señor

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Jesús glorificado le apareció, y Saulo se convirt ió en un convencido discípulo de Crist o así
com o ant es había sido su enem igo acérrim o ( Hch 9: 1- 31) .

La m isión pa u lin a

Así com enzó la vida crist iana y la carrera m isionera de aquel hom bre Saulo, m ej or conocido
com o Pablo, que vino a ser el padre de la m isión a los gent iles y el aut or de casi un cuart o
del Nuevo Test am ent o. Los t reint a años que siguieron a su conversión fueron de la m ayor
im port ancia para la vida de la iglesia. En el curso de esos años, Pablo hizo las t res
siguient es cont ribuciones de gran valor:

 Durant e los t res largos viaj es m isioneros que hizo, plant ó el evangelio en Asia
Menor, Macedonia, y Grecia. Ent re las iglesias que fundó, Éfeso y Corint o se
dest acan por su posición est rat égica y por el largo t iem po que Pablo t rabaj ó en ellas.
Doce años pasaron desde que Pablo se convirt ió hast a el m om ent o en que
em prendió su prim er viaj e m isionero ( 36- 48 A.D.) . Con la excepción de algunas
breves referencias en Hechos y en algunas de sus cart as, no t enem os ninguna
inform ación acerca de est os " años silenciosos" . Posiblem ent e los ocupó haciendo
t rabaj o evangelíst ico en Cilicia y Siria. Hechos 15: 23- 41 y Gálat as 1: 21 hacen
referencia a creyent es e iglesias en esas regiones que podrían ser el result ado de la
obra de Pablo en esos días. Una incert idum bre sim ilar est á asociada con los últ im os
años de Pablo. Sabem os que al t erm inar su t ercer viaj e m isionero, en el año 57,
Pablo fue arrest ado en Jerusalén y llevado a Rom a com o prisionero en el año 60. En
el 63 se le dio la libert ad. Luego fue arrest ado ot ra vez en el 66 y m uert o al año
siguient e durant e la persecución de Nerón en el 67. Mient ras se hallaba baj o arrest o
en Rom a, ent re el 60 y el 63, se le perm it ió vivir en su propia casa. Com o result ado
de su cart a a los rom anos, de su largo caut iverio allí, y finalm ent e de su m art irio en
Rom a, sin duda Pablo afect ó el desarrollo del crist ianism o en Rom a.

 La predicación del evangelio com enzó, com o hem os dicho, dent ro de una at m ósfera
t ot alm ent e j udía. Los prim eros crist ianos fueron j udíos y cont inuaron viviendo y
adorando com o j udíos. La principal diferencia ent re los j udíos crist ianos y los j udíos
t radicionales era que aquellos creían en el Mesías que había venido, que había sido
crucificado y se había levant ado de ent re los m uert os; m ient ras que los ot ros creían
en un Mesías que t odavía est aba por venir. Los j udíos crist ianos cont inuaron
observando la adoración en el t em plo, la circuncisión, el sábado, y t odos los ot ros
asunt os de la ley m osaica. Cuando el evangelio alcanzó a los gent iles, los crist ianos
j udíos esperaban que los creyent es gent iles recibieran la circuncisión ant es de ser
baut izados. En ot ras palabras, dem andaban que los gent iles se hicieran j udíos
prim ero ant es de ser crist ianos. Pablo nunca acept ó est e punt o de vist a; él m ant enía
que los creyent es gent iles podían ser baut izados com o gent iles. Lo acert ado de la
posición de Pablo se com probó al final de su prim er viaj e m isionero. Al dar cuent a a
la iglesia de Ant ioquia de la conversión de los gent iles, algunos crist ianos vinieron
desde Jerusalén proclam ando que " si no os circuncidáis conform e al rit o de Moisés,
no podéis ser salvos" ( Hch 15: 1) . Est e fue un punt o m uy im port ant e con el que se
vio confront ada la iglesia. Pablo llevó el asunt o al concilio de apóst oles y ancianos en
Jerusalén. Luego de un largo debat e, el concilio est uvo de acuerdo con Pablo, pero
pidió a los gent iles que no ofendieran a los crist ianos j udíos con su conduct a respect o
a ciert as cost um bres j udías ( Hch 15: 12- 21) La decisión del consej o o concilio fue una
gran vict oria para el evangelio. Pero no fue una vict oria que diera fin a la disput a. El

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
desacuerdo ent re los creyent es j udíos y las iglesias gent iles cont inuó hast a después
de la dest rucción de Jerusalén por los rom anos en el año 70. Pablo, pues, no alcanzó
a ver el t riunfo t ot al de su t eología m isionera. A t ravés de su m inist erio fue
com bat ido por los j udíos y por los crist ianos j udíos. Su cart a a los gálat as m uest ra el
peligro en que se encont raba su obra ( Gá 1: 6- 9) . A veces parecía est ar solo en est a
lucha. No obst ant e, persist ió hast a el fin. Unos pocos años después de su m uert e, el
desm oronam ient o de la crist iandad j udía en Palest ina y el cont inuo progreso del
evangelio fuera de Palest ina disiparon la am enaza j udía. Desde ese m om ent o la
iglesia cont inuó hacia adelant e ganando nuevas vict orias y haciendo frent e a nuevos
enem igos.

 No m enos im port ant e es la cont ribución de Pablo a la iglesia universal por m edio de
sus cart as. En un sent ido general, las m ism as t rat an de la fe de la iglesia y la vida de
la iglesia. Por " fe" querem os significar la enseñanza respect o a la salvación, y por
" vida" la conduct a de aquellos que reciben est a salvación. La cart a de Pablo a los
rom anos se ocupa de la enseñanza en los capít ulos 1 al 11, y de la conduct a en los
capít ulos 12 al 16. La prim era cart a de Pablo a los Corint ios, por ot ro lado, est á
dedicada m ayorm ent e a la conduct a, aunque t rat a al m ism o t iem po im port ant es
t em as com o la resurrección y la unidad de la iglesia. Las cart as de Pablo t ienen
m ucho que decir acerca del Señor resucit ado y exalt ado. Sin em bargo, el ej em plo de
Jesús con su vida sant a en un m undo pecador no se m enciona m ucho. Por est a razón
conviene siem pre leer los escrit os de Pablo a la luz de los evangelios. Las
enseñanzas de Jesús y su ej em plo t al cual aparecen en los evangelios, y el
significado de la vida, m uert e, y resurrección de Jesús t al com o los present a en sus
cart as Pablo, deberán ser obj et o siem pre de un énfasis paralelo en la iglesia.

Egipt o, Et iopía , Sir ia y Pe r sia

El relat o de la iglesia prim it iva present ado por Lucas en los Hechos da la im presión de que
t odo el m ovim ient o del crist ianism o se dirigió a Europa al oest e. Est o no es del t odo exact o.
Hubo ext ensión t am bién en ot ras direcciones. Pero com o no se regist ra en el Nuevo
Test am ent o, o solo se m enciona al pasar, el hecho es m enos conocido que el crecim ient o
de la iglesia en Europa. Est o se debe a que la ot ra ext ensión se produj o en regiones que
luego quedaron casi t odas baj o el cont rol m usulm án. Est as áreas est aban en los países que
hoy se conocen com o Egipt o, Siria, I raq, y Arm enia.

No se sabe cuándo el evangelio llegó a Egipt o. El predicador Apolos, a quien encont ram os
en Hechos 18 y a quien Pablo m enciona en el prim er capit ulo de 1 Corint ios, era un j udío
de Alej andría. Pero no se nos dice dónde llegó a ser discípulo. Un inform e post erior indica
que fue Marcos quien prim ero predicó el evangelio en Egipt o y est ableció la iglesia en
Alej andría. Lo que sí sabem os es que en el curso del segundo siglo Alej andría llegó a ser un
cent ro im port ant e de la iglesia crist iana.

Tal com o en Egipt o, el origen de la iglesia en Et iopía ( Abisinia) es t am bién desconocido. La


t radición dice que un j oven caut ivo de Tiro ( hoy Líbano) la fundó. Lo que sí parece ciert o es
que, en alguna época durant e el siglo cuart o, At anasio, obispo de Alej andría nom bró a
Frum ent ius com o obispo de Axum en lo que en ese ent onces era Abisinia del Nort e. De
acuerdo con la t radición Frum ent ius es el j oven m encionado m ás arriba.

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Hay m ás inform ación acerca de la ext ensión de la fe crist iana en ciert as regiones al nort e y
al noroest e de Palest ina. Ya en Hechos 4 leem os de creyent es en Dam asco, capit al de Siria.
A unos 450 kilóm et ros del nort e de Dam asco est aba Edessa. Era la capit al de un pequeño
país, Osroem e, sit uado sobre el cam biant e borde ent re los im perios rom ano y persa. Tenía
cont act os com erciales con Arm enia al nort e y con Siria al sur. El crist ianism o ent ró allí en la
prim era part e del siglo segundo, probablem ent e desde Ant ioquia o Dam asco, por cuant o
Edessa, com o ellos, hablaba el idiom a siriaco.

A unos 450 kilóm et ros al est e de Edessa, al ot ro lado del Tigris, est aba Arbela, una ant igua
ciudad de Asiria. Allí hubo convert idos ant es del año 100. Desde est os dos cent ros el
crist ianism o se ext endió a las regiones de alrededor, especialm ent e en Arm enia. Más
adelant e t endrem os ocasión de ver cuán diferent e fue la hist oria de est as com unidades
crist ianas, aun ant es del advenim ient o de los m usulm anes, en com paración con el
crist ianism o en el im perio Rom ano.

Ga lia y Áfr ica de l N or t e

Al principio del siglo dos el crist ianism o se había est ablecido en Cart ago, ciudad que habría
de j ugar un papel preponderant e en la hist oria de la iglesia. Tam bién había ent rado en las
Galias ( que es ahora Francia) especialm ent e en las ciudades de Lyon y Viena ( Francia) . A
m ediados del siglo dos el crist ianism o se había esparcido sobre un área que form aba una
especie de t riángulo, desde el est e al oest e. Su lím it e al nort e se ext endía desde Arbela a
Lyon y la línea al sur desde Jerusalén, pasando por Alej andría, hast a Cart ago. Con la
excepción de España, Galia del nort e, y Bret aña, el crist ianism o se había disem inado a
t ravés de t odo el im perio unos cien años después de la m uert e de Jesús.

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít ulo 3 : La vida de la igle sia h a st a e l a ñ o 3 1 3


A los t reint a años del nacim ient o de la iglesia, la persecución por part e de los j udíos fue
reem plazada por la persecución del I m perio Rom ano. Est a persecución com enzó en el año
64 baj o Nerón; despareció y volvió a aparecer a int ervalos por periodos de variable
duración hast a el año 313. En ese año el em perador Const ant ino decret ó la libert ad de
religión en el im perio. Durant e esos dos siglos y m edio de pruebas, la iglesia experim ent ó
m uchos cam bios. Algunos de est os fueron causados por la persecución, ot ros por el
crecim ient o de la iglesia, o por cont roversias doct rinales, o por diferencias de opinión ent re
las secciones orient al y occident al de la iglesia. Por cuant o hem os de considerar est os
asunt os en los siguient es capít ulos, será convenient e que prim ero echem os una m irada a la
vida de la iglesia durant e ese periodo. ¿Cóm o era su form a de gobierno? ¿Con qué fidelidad
seguía las enseñanzas del Nuevo Test am ent o? ¿Cóm o m ant enía el cum plim ient o de las
alt as dem andas del evangelio en la vida de sus m iem bros? Si logram os com prender
algunos de est os aspect os de la vida de la iglesia, t endrem os una m ej or idea de lo que se
quiere decir cuando nos referim os a " la iglesia" en sus diferent es conexiones, int ernas y
ext ernas.

Gobie r n o

Cuando la iglesia com enzó en Jerusalén se gobernaba por un concilio de apóst oles, quienes
la guiaban en el poder y la sabiduría del Espírit u Sant o. Est a es la clase de gobierno con
que la iglesia se desarrolló. No había ancianos, diáconos, ni obispos; no había sínodos,
dist rit os, parroquias, j unt as, consej os, asam bleas, ni delegados. La est ruct ura de gobierno
y adm inist ración se desarrolló según se iban present ando las necesidades. Un buen ej em plo
de est o es el nom bram ient o de los siet e herm anos para hacerse cargo de las necesidades
de las viudas helenist as ( griegas) que se describe en el capit ulo 6 de los Hechos. Fueron
seleccionados por la iglesia, nom brados y ordenados por los apóst oles para llenar una
necesidad específica.

El a n cia n o
Mient ras t ant o, y m uy t em prano en la hist oria de la iglesia, apareció el cargo de anciano, el
cual ha perm anecido hast a hoy. Podría quizá llam árselo el puest o básico en la iglesia. Ot ros
cargos o servicios, com o por ej em plo el de obispo, se derivaron o se desarrollaron en
conexión con el cargo de anciano. La prim era referencia a los ancianos en Hechos ( 11: 30)
t iene que ver con el auxilio enviado a los herm anos necesit ados de Jerusalén por m ano de
Bernabé y Saulo, el cual fue ent regado a los ancianos allí. En Hechos 14: 23 se m enciona
que Pablo y Bernabé habían nom brado ancianos en las iglesias que Pablo est ableció en su
prim er viaj e m isionero. Hay varias referencias a los ancianos en la iglesia en ot ros capít ulos
hacia el final del libro de los Hechos. Ent re ellos es de not arse el capít ulo 15, el cual
describe la reunión del concilio de Jerusalén que t rat ó sobre la relación de los gent iles con
la ley m osaica.

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
¿Cóm o surgió est e cargo? No hay ninguna indicación en cuant o a su origen en el Nuevo
Test am ent o. En la prim era referencia a ancianos en Hechos 11: 29- 30 se da por sent ada su
exist encia com o algo bien conocido. Es posible que las reuniones de adoración que los
creyent es en Jerusalén com enzaron a celebrar después de pent ecost és siguieran el m olde
de la sinagoga j udía. En la sinagoga el anciano, quien seguía a los gobernadores en
aut oridad, ocupaba un lugar prom inent e. Puede ser t am bién que los m iem bros de m ayor
edad en la com unidad crist iana fueran aut om át icam ent e considerados com o líderes, y que
luego el cargo de anciano se est ableciera por elección o por nom bram ient o.

Es con referencia a las iglesias gent iles fuera de Palest ina que leem os acerca de los obispos
y diáconos. Al com ienzo del siglo dos el cargo de obispo, com o verem os, se hizo m uy
im port ant e. Hast a ese ent onces, en el cont ext o neo- t est am ent ario, los obispos son
llam ados ancianos y los ancianos reciben t am bién el nom bre de obispos; el cargo es uno
solo. Pablo dirige su cart a a t oda la congregación en Filipos " con los obispos y diáconos" . En
1 Tim ot eo 3: 1- 13 t enem os los requisit os que deben llenar los obispos y los diáconos; pero
no dice nada de los ancianos. Est o result aría m uy ext raño si los ancianos const it uyeran ot ra
división ent re los líderes de la iglesia. Más ext raño aun cuando en la m ism a cart a leem os:
" Los ancianos que gobiernen bien, sean t enidos por dignos de doble honor" ( 5: 17) . La
ident idad de los ancianos y obispos es t odavía m ás clara en Tit o 1: 5- 9, donde dice: " Por
est a causa t e dej é en Cret a... est ablecieses ancianos en cada ciudad... Porque es necesario
que el obispo sea irreprensible..." En cada iglesia, por lo t ant o, los ancianos u obispos
act uaban en grupo, quizá ayudados por los diáconos, para adm inist rar los asunt os de la
iglesia.

El obispo

La prim era indicación clara de una diferencia ent re ancianos y obispos la t enem os en las
cart as de I gnacio, obispo de Ant ioquia en Siria, escrit as alrededor del año 115. Hallándose
en cam ino hacia Rom a com o prisionero, para m orir com o result ado de su t est im onio y
act ividad dirigent e, escribió cart as a las iglesias de Asia Menor en Éfeso, Magnesia, Tralles,
y Filadelfia; a Policarpo, obispo de Esm irna, y a la iglesia en Rom a. En t odas est as cart as,
except o en la enviada a Rom a, donde no había obispo, Policarpo exhort a a los creyent es a
que obedezcan y sean leales al obispo local. En esos días el cargo de obispo era el de
anciano líder en una congregación o el líder de t odas las iglesias en la ciudad. Est a últ im a
era la posición de I gnacio en Ant ioquia y de Policarpo en Esm irna, y ot ros en Éfeso,
Magnesia, Tralles, y Filadelfia. Esos obispos eran llam ados obispos m onárquicos
( " m onarquía" significa " gobierno por un individuo" ) . Est a posición t uvo un desarrollo
not able, com o verem os m ás adelant e.

Las razones que elevaron el oficio a obispo m onárquico, en diferencia al cargo de anciano,
son las siguient es:

 Cuando una com unidad es gobernada por una com isión, j unt a, o consej o, siem pre
hay la t endencia a que uno del grupo se t ransform e en el líder. Est o era m uy ciert o
especialm ent e en la iglesia prim it iva debido a sus circunst ancias en lo que respect a a
la adm inist ración de las congregaciones, a la persecución sufrida, y a las herej ías
que cont inuam ent e aparecían.

 En lo que se refiere a la adm inist ración, exist ía la necesidad de cent ralizar la


aut oridad de la iglesia. Al crecer la iglesia rápidam ent e en varias regiones, era

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
necesario que la disciplina y la enseñanza est uvieran bien cont roladas. Adem ás,
había pobres a quienes ayudar y debía m ant enerse correspondencia ent re las
iglesias, t ant o cercanas com o dist ant es. Todos est os fact ores provocaron la aparición
de líderes cent rales en cada ciudad o región im port ant e.

 El aum ent o de la persecución hizo necesario que la iglesia t uviera líderes que
pudieran hablar y act uar por ella y sus m iem bros en t odo m om ent o. Era esencial
para que la iglesia sobreviviera que hubiera líderes que la guiaran con sus consej os
sabios y su ej em plo de paciencia y valor.

 La aparición de herej ías en la iglesia requería la presencia de líderes con aut oridad
para definir y sost ener la doct rina de la iglesia, y a la vez t om ar la palabra en las
disput as doct rinales. El obispo m onárquico no era un dict ador. El est aba en
const ant e cont act o con los ancianos y los diáconos y con la iglesia en su t ot alidad
dent ro de su ciudad o región. Com o t al, él era el represent ant e que expresaba y
sost enía la vida y fe com ún de la iglesia.

El obispo m e t r opolit a n o

Sería út il hacer not ar el desarrollo del episcopado m onárquico, aunque ello nos llevaría m ás
allá del segundo siglo, que es hast a donde nos ocupam os en est e capit ulo. Con el t iem po,
el obispo de la iglesia en una ciudad capit al de una provincia rom ana vino a ser considerado
com o la cabeza de t oda la iglesia en esa provincia. Se le llam aba el obispo m et ropolit ano
( del griego m et rópolis que significa " ciudad m adre" ) . En cinco ciudades del im perio el
obispo m et ropolit ano vino a ser conocido com o el pat riarca ( del griego pat riarches prim er
padre) . Las cinco ciudades fueron Rom a, Const ant inopla, Alej andría, Ant ioquia, y, después
del año 451, Jerusalén. El pat riarca de Rom a era la cabeza de la iglesia en la part e
occident al del im perio y vino a ser conocido com o el Papa ( padre en lat ín) . A part ir de la
Reform a, grandes sect ores de la iglesia occident al no han reconocido la aut oridad del papa,
pero él ret iene el t ít ulo.

Los diá con os

Cuándo y cóm o se originó est e m inist erio no se sabe. Muy bien puede haber surgido por la
necesidad que sent ían los ancianos de ser ayudados en la adm inist ración de los asunt os
m at eriales de la iglesia. En t odo caso se sabe que est e cargo no com enzó con el
nom bram ient o de los siet e m encionados en el capít ulo 6 de Hechos. Es ciert o que el t rabaj o
que se les encom endó era una función adecuada para diáconos, pero a ellos, sin em bargo,
no se les llam ó diáconos. No hay ninguna indicación de que cont inuaran en la ocupación de
proveer para los pobres en la congregación. Dos de ellos, Est eban y Felipe, aparecen com o
figuras im port ant es en los Hechos en la predicación del evangelio. En Hechos 21: 8 a Felipe
se le llam a evangelist a. Es así que no exist en razones para creer que el cargo de diácono
com enzó con los siet e.

En t iem pos de los padres apost ólicos los diáconos ocupaban el t ercer lugar luego de los
obispos y ancianos. I gnacio escribe que " los diáconos deben obedecer al obispo com o si
fuera la gracia o favor de Dios y a la j unt a de ancianos com o a la ley de Jesucrist o" . Aun
m ás t arde, los diáconos servían especialm ent e com o ayudant es de los obispos.

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Posicion e s o ca r gos t e m por a r ios y pe r m a n e n t e s

Apart e de los apóst oles, obispos, ancianos, y diáconos, había t am bién en la iglesia prim it iva
hom bres y m uj eres con dones especiales que ej ercían influencia en la com unidad crist iana.
Est os eran los profet as, m aest ros, past ores, y evangelist as. Generalm ent e no est aban
asociados con una iglesia en part icular, pero, com o los apóst oles, servían a las dist int as
congregaciones. El Didaché ( al cual nos referirem os en la próxim a sección) daba una list a
ext ensa de reglas para reconocer y ayudar a los profet as y m aest ros viaj ant es. Al m orir
est os - lo m ism o que en el caso de los apóst oles- no eran reem plazados. Los creyent es que
t enían dones especiales quedaron cada vez m ás baj o la aut oridad del obispo y realizaban
solam ent e un servicio local. Los cargos de obispo, anciano, y diácono se hicieron
perm anent es; cada uno t enía sus propias responsabilidades y aut oridad, y j unt os form aban
el gobierno est able de la iglesia.

D oct r in a

Los pa dr e s a post ólicos ( pa dr e s de la igle sia )

Hacia fines del prim er siglo y durant e la prim era m it ad del segundo aparecieron en la
iglesia varios escrit os crist ianos m uy im port ant es. Sus aut ores se conocen con el nom bre
de los padres apost ólicos ( los padres de la I glesia) . Se les dio est e nom bre porque la iglesia
los consideraba com o discípulos de los apóst oles. Los padres en cuest ión - y el lugar y fecha
de sus escrit os- son los siguient es: Clem ent e de Rom a ( 95) , I gnacio de Ant ioquia ( 110-
117) , Policarpo de Esm irna ( 117- 118) , Bernabé, probablem ent e de Alej andría ( 130) ,
Herm as de Rom a ( 100) , y Papías de Hierápolis en Frigia ( 140) . Ent re los escrit os de est os
padres se encuent ra un m anual de inst rucción crist iana t it ulado Las enseñanzas de los doce
apóst oles, m ej or conocido com o el Didaché ( o enseñanza) escrit o quizá en Siria alrededor
del año 100.

Las cart as de Clem ent e y Policarpo son en ciert o m odo sim ilares. Am bas fueron dirigidas a
iglesias donde había dificult ades. Un grupo en la iglesia de Corint o se había rebelado cont ra
los ancianos y los había depuest o. Clem ent e escribió desde Rom a rogándoles que
repusieran a los ancianos en sus cargos y abogando por la unidad en la iglesia. En Filipo
había celos y discordia en la iglesia, y Policarpo les escribió desde Esm irna para ayudar a
rest ablecer la unidad de los herm anos.

El t em a cent ral de las cart as de I gnacio es la unidad de la iglesia y la aut oridad del obispo.
Algunos ej em plos de sus consej os son: " Prest en at ención al obispo y a la j unt a de ancianos
y diáconos." " No hagan nada sin el obispo..." " Todos ust edes deben seguir al obispo com o
Jesucrist o siguió al Padre..." " Que ninguno haga nada que t enga que ver con la iglesia sin el
obispo..."

El past or de Herm as es el m ás ext enso de los escrit os aquí m encionados. Consist e en


visiones, m andam ient os celest iales, y m uchas parábolas de la vida crist iana. Su t em a
principal es el arrepent im ient o que conduce al baut ism o. En el baut ism o t odos los pecados
pasados son perdonados. Después del baut ism o es posible arrepent irse del pecado y ser
perdonado solo una vez m ás. Probablem ent e se refería a pecados m ayores, lo que hoy en
día la I glesia Cat ólico- rom ana llam a " pecado m ort al" . En relación con est e t em a hay en el
libro un énfasis const ant e sobre la vida sant a.

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
La cart a de Bernabé t rat a sobre lo que él ent iende es el Ant iguo Test am ent o. Lo conviert e
en su t ot alidad en un libro crist iano al int erpret arlo figurat ivam ent e. Un ej em plo de est o lo
t enem os en su int erpret ación de la enseñanza del Ant iguo Test am ent o concernient e a la
diferencia ent re los anim ales lim pios e inm undos. Los anim ales que rum ian y t ienen pezuña
hendida son lim pios, dice el Ant iguo Test am ent o. Son lim pios porque rum ian su alim ent o y
t ienen pezuña dividida. ¿Por qué? Bernabé explica que aquellos que piensan cont inuam ent e
en la Palabra de Dios y en cosas sant as ( es decir " rum ian" ) y que viven en est e m undo
pero al m ism o t iem po m iran con expect ación hacia la nueva vida ( es decir las dos part es de
la pezuña) agradan a Dios ( es decir son lim pios) .

El Didaché, com o se ha dicho, es un m anual de enseñanza crist iana que t rat a de t res
asunt os. El prim ero es la diferencia ent re el cam ino de la vida y el cam ino de la m uert e.
Describe con ciert a am plit ud el cam ino de la vida al est ablecer la form a en que los
crist ianos deberían vivir. Est o lo hace gráficam ent e por m edio de ilust raciones difíciles de
olvidar: " No ext endáis vuest ras m anos para recibir, y luego las cerréis cuando debéis dar."
El cam ino de la m uert e se conoce por la m ala conduct a de aquellos que andan en él. Luego
hay algunas inst rucciones para la adoración crist iana, y finalm ent e indicaciones
int eresant es de cóm o dist inguir ent re un falso profet a y uno verdadero: " Cualquiera que
dice en el espírit u, " Dadm e dinero" , o algo parecido, no le escuchéis, pero si os dice que
deis a ot ros que est án necesit ados, que ninguno le j uzgue."

El últ im o, y t am bién de m enor im port ancia, es Papías. Todo lo que queda de sus escrit os
son algunos fragm ent os inconexos, t rece en t ot al, que pueden llenar ocho páginas
aproxim adam ent e de un libro corrient e. El valor de est os fragm ent os es m ayorm ent e
hist órico. El segundo en ext ensión sin em bargo t iene un int erés especial porque arroj a luz
sobre las ideas que los prim eros crist ianos t enían sobre el reino venidero de Crist o: " Vienen
los días cuando las viñas arroj arán diez m il ret oños cada una, y diez m il ram as en cada
ret oño, y diez m il ram it as en cada ram a, y diez m il racim os en cada ram it a, y diez m il uvas
en cada racim o, y cada uva al ser exprim ida rendirá veint icinco j arras de vino."

Eva lu a ción

Uno lee est os docum ent os t ant o con aprecio com o con int ranquilidad. Todos m uest ran un
profundo am or hacia Crist o y una alt a est im a por la unidad de la iglesia y su com unión.
Tam bién revelan una firm e aut odisciplina dirigida a m ant ener la vida sant a y un llam ado al
espírit u de am or m ut uo ent re los crist ianos. Desde est e punt o de vist a los escrit os de los
padres apost ólicos const it uyen una lect ura edificant e, y nos ayudan a discernir cuán
profundos eran los recursos espirit uales de la iglesia prim it iva.

Por ot ro lado, algunas de las enseñanzas nos preocupan, y ent re ellas las que siguen son
las m ás prom inent es:

 Un ansia m orbosa por el m art irio. Est o es m uy evident e en la cart a de I gnacio a los
rom anos. Les ruega que no hagan nada para prevenir que él sea arroj ado a los
leones cuando llegue a Rom a. Cuando es arroj ado al circo y los leones no quieren
at acarlo él los fuerza a hacerlo. " Que nada visible o invisible m e im pida alcanzar la
presencia de Jesucrist o. El fuego y la cruz y luchas con las fieras, huesos que cruj en,
los m iem bros dest rozados, la dest rucción de t odo m i cuerpo, t orm ent os del
m aligno... que vengan sobre m í, con t al que pueda alcanzar la presencia de Crist o."
Est a act it ud de buscar con ansia el m art irio, de glorificar el sufrim ient o, y lo que

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
ent endían que significaba el alcanzar la presencia de Crist o, fue adopt ado por
m uchos crist ianos durant e las persecuciones que ocurrieron m ás t arde.

 Las enseñanzas de Herm as en El Past or sobre el baut ism o. Com o hem os vist o, el
baut ism o lim pia t odos los pecados pasados y puede haber solam ent e un
arrepent im ient o después del baut ism o. Est e crit erio no halla, por ciert o, asidero
alguno en el Nuevo Test am ent o. Por el cont rario, en el Nuevo Test am ent o el
baut ism o represent a la renovación del corazón, un nuevo nacim ient o, lo que hace
posible que resist am os el pecado o que nos arrepint am os cuando lo hem os com et ido.
Com o result ado de est a enseñanza de Herm as, m uchos creyent es de la iglesia
prim it iva rehusaban baut izarse hast a m uy t arde en la vida o hast a cuando ya
est aban en su lecho de m uert e. El ej em plo m ás not able de est a práct ica fue el
baut ism o t ardío del em perador Const ant ino.

 Un énfasis incorrect o sobre las buenas obras. La opinión de Herm as sobre el


baut ism o em anaba de la creencia de que los pecados com et idos ant es del baut ism o
eran debidos a la ignorancia. Por lo t ant o, podían ser perdonados. Desde ese
m om ent o el creyent e t enía que conservar su salvación obedeciendo la ley de Dios.
Todos los padres apost ólicos asignan un énfasis ext rem ado a la observancia de la ley
y las buenas obras. A la luz de las enseñanzas de Herm as sobre el baut ism o, a
m enudo los padres dan la im presión de que la obra de salvación est á dividida en dos
part es: lo que Crist o ha hecho por nosot ros lim piándonos de los pecados com et idos
ant es del baut ism o, y lo que debem os hacer nosot ros después del baut ism o. Est o
est aba m uy lej os de la enseñanza de Pablo sobre la j ust ificación por fe en la obra
salvadora de Crist o. La salvación por el favor inm erecido de Dios que Pablo
predicaba, pierde su énfasis en las expresiones de los padres apost ólicos. Una de las
declaraciones m ás herm osas sobre la salvación solam ent e por el am or inm erecido de
Dios se encuent ra en la cart a de Pablo a Tit o ( 3: 47) :

Pero cuando se m anifest ó la bondad de Dios nuest ro Salvador, y su am or para con


los hom bres, nos salvó, no por obras de j ust icia que nosot ros hubiéram os hecho,
sino por su m isericordia, por el lavam ient o de la regeneración y por la renovación en
Espírit u Sant o, el cual derram ó en nosot ros abundant em ent e por Jesucrist o nuest ro
Salvador, para que j ust ificados por su gracia viniésem os a ser herederos conform e a
la esperanza de vida et erna.

El olvido de est a enseñanza por part e de los padres apost ólicos es una m uy grande
pérdida.

 Bernabé usó una form a de com prender la Biblia que era pract icada t ant o por los
griegos com o por los j udíos en su lit erat ura sacra. Se llam a alegorización. Est a
palabra se deriva del griego " allegoria" , que significa el uso de una im agen o figura
para describir un asunt o t ot alm ent e diferent e. El uso apropiado de alegorías puede
ser efect ivo para enseñar. Herm as usó m ucho est e m ét odo. En una visión que él
describe, vio a varios hom bres j óvenes que usaban piedras para const ruir una t orre
sobre el agua. La t orre, nos dice, es la iglesia; los j óvenes son ángeles; las piedras
son creyent es; y el agua es el agua del baut ism o. Aquí la persona que usa la
ilust ración nos dice lo que significa, t al com o, por ej em plo, Señor Jesús lo hizo en la
parábola del sem brador. Sin em bargo una alegoría est á m al usada cuando un

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
escrit or u orador indica significado de cosas escrit as o dichas por ot ro que nunca
pensó dar ese significado a sus palabras. Est o es precisam ent e lo que Bernabé hace
en la m ayor part e de su cart a. El escr it or del Ant iguo Test am ent o nunca pensó ni
im aginó el significado que Bernabé iba darle a " rum iar" y a la " pezuña hendida" . De
est a m anera Bernabé hizo decir al Ant iguo Test am ent o m uchas cosas que nunca
pasaron por la m ent e de Moisés y los profet as que hablaron en nom bre de Dios.
Bernabé t enía la int ención de servir a Crist o, pero la form a en que lo hizo no es para
ser im it ada. Aquí t am bién conviene escuchar a Pablo: " Procura con diligencia
present art e a Dios aprobado, com o obrero que no t iene de qué avergonzarse, que
usa bien la palabra de verdad" ( 2 Tim ot eo 2: 15) .

Al hacer est as crít icas a los Padres apost ólicos, es necesario recordar algo que con facilidad
se olvida. Ellos est aban al com ienzo de la hist oria de la iglesia, cuando el pensam ient o
t eológico est aba aún en em brión. No se hallaban donde est am os colocados nosot ros hoy
con la ayuda de diecinueve siglos de reflexión acerca de la Palabra de Dios. Cabe
pregunt arnos si nosot ros, que not am os lo defect os indicados, hubiéram os pensado y escrit o
con m ás fidelidad escrit ural. Si t enem os est o en cuent a, podem os not ar con hum ildad y con
vent aj a las im port ant es diferencias ent re el Nuevo Test am ent o y los Padres apost ólicos.

Con du ct a

El cr ist ia n ism o e n su com u n ida d

Los crist ianos vivían dent ro del I m perio Rom ano m ás o m enos en la m ism a form a que los
crist ianos de hoy en día. Trabaj aban en granj as, oficinas, barcos, y t oda clase de oficios y
em pleos. Tom aban part e en las act ividades de la com unidad, except o en aquellas que
consideraban cont rarias a su religión. Est o aparece m uy claro en la cart a escrit a a un ciert o
Diognet o por un crist iano desconocido, probablem ent e ent re los años 150 y 180. En ella se
describe en una form a herm osa la unidad y las diferencias de los crist ianos con la sociedad
en la cual vivían.

Porque los crist ianos no se dist inguen del rest o de la hum anidad dent ro de su país y sus
cost um bres. Porque no viven en ciudades apart e, no usan un lenguaj e dist int o, ni pract ican
cost um bres raras. Si bien ellos siguen las cost um bres locales en el vest ir y com er y el rest o
de su vida, la form a en que viven es m aravillosa y digam os ext raña.... Tom an part e en
t odo com o ciudadanos, y lo soport an t odo com o ext ranj eros... se casan com o los dem ás,
t ienen hij os, pero no un lecho com ún... perm anecen en la t ierra, pero son ciudadanos del
cielo....

Tert uliano, el t eólogo de África del nort e, que vivió ent re 150 y 225, nos da una idea m ás
am plia de cóm o los crist ianos diferían de sus vecinos no crist ianos. En suApología ( es decir,
defensa) del m odo de vida de los crist ianos, describe un cult o de adoración. En el m ism o se
reciben donaciones de dinero, dice, pero est e se da de acuerdo con la posibilidad de cada
uno; no hay obligación, t odo es volunt ario. Luego prosigue:

Est as donaciones no se gast an en fiest as, ni en borracheras o com ilonas, sino en sost ener y
ent errar a los pobres; en suplir las necesidades de los niños y niñas que no t ienen m edios
de vida ni padres, y de ancianos confinados a sus casas; t am bién de aquellos que han
sufrido naufragio; y si hay algunos en las m inas, o dest errados en las islas, o encerrados en

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
prisiones únicam ent e por su fidelidad a la causa de la I glesia de Dios, los t ales son
ayudados por los crist ianos. Son los act os de am or t an noble los que m ayorm ent e llevan a
m uchos a poner una m arca sobre nosot ros. " Mirad - dicen- com o se am an ent re sí."
[ Apología, capít ulo XXXI X]

Los cr ist ia n os y la vida pú blica

No era siem pre fácil, sin em bargo, ser un crist iano en el im perio. En m uchos aspect os los
crist ianos no podían realm ent e t om ar part e en las act ividades de su t iem po. Tenían buenas
razones para abst enerse, pero sus vecinos no lo com prendían. Los crist ianos no t om aban
part e ni asist ían a los espect áculos y diversiones públicas debido a que est os a m enudo
eran inm orales. Muchos se negaban a servir en el ej ércit o. Se pregunt aban si era correct o
que un crist iano t om ara part e en la guerra, y creían que no podían ofrecer sacrificios al
em perador com o era necesario que lo hicieran los soldados. Por la m ism a razón los
crist ianos no podían acept ar puest os en el gobierno. A m enudo no querrían enviar a sus
niños a las escuelas públicas debido a que las lecciones incluían la enseñanza de la religión
pagana. Andando el t iem po, com o verem os, est as act it udes les at raj eron persecución. Un
ej em plo de las dificult ades que los crist ianos t enían que confront ar dent ro del im perio
puede hallarse en la form a en que un personaj e t an influyent e com o Tert uliano condenaba
el servicio m ilit ar:

Debem os prim eram ent e pregunt arnos si la guerra es en realidad posible para el crist iano...
¿Habrá de t om ar part e en la bat alla el hij o de paz, cuando ni aun es correct o para él llevar
a j uicio a ot ro ant e la ley?... ¿Habrá de hacer guardia ant e los t em plos a los cuales ha
renunciado...? Luego ¿cuánt as ot ras ofensas puede com et er al llevar a cabo sus t areas en
el cam pam ent o...?

Al convert irse un soldado pagano, Tert uliano escribe, debe " abandonar inm ediat am ent e" el
servicio m ilit ar; si no lo hace, ofenderá a Dios. Lo m ism o se aplica a las posiciones oficiales
en el gobierno en general:

Deben rehusarse est os puest os para no caer en act os de pecado, o sufrir el m art irio para
librarnos de ellos.

No debe creerse que t odos los crist ianos t enían est a convicción y que act uaban t an
est rict am ent e com o Tert uliano. Es bien sabido que a fines del siglo I I había m uchos
crist ianos, hom bres j óvenes, en los ej ércit os rom anos. Probablem ent e había funcionarios
crist ianos en los m uchos depart am ent os y oficinas de gobierno. No obst ant e, exist ía una
act it ud bien definida de separación en est os aspect os que caract erizaba a la com unidad
crist iana en su t ot alidad.

M a t r im on io y e scla vit u d

En ninguna esfera era la diferencia t an grande ent re crist ianos y paganos com o en el
m at rim onio. El m at rim onio est aba fuert em ent e prot egido por la ley de m onogam ia. Est o no
era difícil ya que en el m undo greco- rom ano la poligam ia no era frecuent e. El concubinat o,
sin em bargo, era m uy com ún y era cont ra est a form a de adult erio que la iglesia prot egía el
m at rim onio. El divorcio en el im perio era fácil de obt ener, y con respect o a est o la iglesia
t am bién adopt ó una act it ud m uy est rict a. Muchos creían que el hom bre o m uj er cuyo
cónyuge fallecía no debía casarse ot ra vez. Es en vist a de est o que donde nuest ra Biblia,
@2011 Logoi, I nc. 8
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
versión 1960, dice en 1 Tim ot eo 3: 2,12 y Tit o 1: 6 que los obispos y diáconos deben ser
" m arido de una sola m uj er" , una de las versiones inglesas ( Revised St andard Version) dice:
" casado solam ent e una vez" .

Est e énfasis sobre la m onogam ia y la cont inencia ant es del m at rim onio elevó la posición de
la m uj er en la sociedad. El m undo ant iguo en general t enía un concept o m uy baj o de la
m uj er. En ningún plano ha result ado el evangelio una fuerza t an poderosa y liberadora
com o en la del m at rim onio y el hogar. Policarpo escribió a los filipenses que las esposas
debían vivir en la fe que se les había dado, en am or y pureza, dedicándose a sus m aridos
con t oda sinceridad y am ando a t odos por igual con perfect a cast idad, y educando a sus
hij os en el t em or de Dios.

Hay un aspect o de gran im port ancia social en el cual el crist ianism o fue rem iso y no act uó
con t ant a rapidez: la esclavit ud. No hay ninguna prot est a clara cont ra ella en el Nuevo
Test am ent o, y por m ucho t iem po se acept ó com o part e de la est ruct ura social. Sin
em bargo, la posición del esclavo dent ro del I m perio Rom ano a m enudo difería
not ablem ent e de la de esclavos en ot ras regiones del m undo. Muchos de los m aest ros de
niños y ot ros est udiant es m ayores eran esclavos griegos inst ruidos. El esclavo podía ocupar
una posición de confianza en la fam ilia, en el com ercio, y en el gobierno. El esclavo
crist iano era considerado com o un igual en la com unión de la iglesia. La cart a de Pablo a
Filem ón indica el alt o concept o en que se podía t ener a un esclavo. No obst ant e, había
t am bién ent re los crist ianos abusos derivados del hecho de que un ser hum ano fuera
propiedad de ot ro. Los sínodos y los concilios de la iglesia advert ían cont ra el t rat am ient o
inj ust o de los esclavos.

La disciplin a e n la igle sia

La conduct a de los crist ianos prim it ivos era, sin duda alguna, m oralm ent e est rict a. El
Nuevo Test am ent o pone énfasis sobre la vida sant a. Los padres apost ólicos enseñaban el
evangelio com o una nueva ley que debía ser obedecida. La fe crist iana se expresó en el
I m perio Rom ano m ás por m edio de la pureza de vida que por la corrección de su doct rina.
Era part icularm ent e en el asunt o de la pureza religiosa y m oral que los crist ianos diferían
de los paganos. La iglesia est aba t an convencida en est e punt o que exigía el cum plim ient o
de las norm as m orales con t odo su poder. Por lo t ant o, aquellos que quebrant aban las
leyes est ablecidas eran severam ent e disciplinados. Herm as enseñaba que solo podía uno
arrepent irse una vez después del baut ism o. Quizás est o t iene alguna relación con Hebreos
10: 26- 27: " Porque si pecárem os volunt ariam ent e después de haber recibido el
conocim ient o de la verdad, ya no queda sacrificio por el pecado, sino una horrenda
esperanza de j uicio..." ( Véase t am bién Hebreos 6: 48) . Adem ás, Juan había enseñado que
era posible vivir sin pecar: " Cualquiera que perm anece en él, no peca; cualquiera que peca,
no le ha vist o, ni le ha conocido" ( 1 Jn 3: 6) . Al m ism o t iem po, Juan escribe: " Si decim os
que no t enem os pecado, nos engañam os a nosot ros m ism os, y la verdad no est á en
nosot ros" ( 1 Jn 1: 8) . A t ravés de los años, la enseñanza de Jesús de que debem os
perdonar set ent a veces siet e, y la enseñanza de Juan ( 1 Jn 1: 8) han form ado la act it ud
básica de la iglesia. Pero est o no era así t odavía en la iglesia prim it iva. La penit encia ( del
lat ín poena " cast igo" ) t enía que probar la realidad del dolor que se sent ía por haber pecado,
ant es de que el pecador pudiera recibir el perdón. Por consiguient e, se invent aron duras
penalidades con el doble propósit o de que el pecador se hum illara y así pudiera salvarse, y
de que la pureza de vida en la iglesia fuera m ant enida.

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
La principal form a de disciplina era la confesión pública, o, com o la palabra griega que se
usaba a est e respect o lo indicaba, " la confesión t ot al" . Tert uliano prescribe enfát icam ent e
dicha disciplina en su breve t rat ado sobre el Arrepent im ient o. En el m ism o acept a
t ot alm ent e la enseñanza de Herm as de que solo exist e un arrepent im ient o para aquellos
que han sido baut izados. Est e segundo arrepent im ient o se lleva a cabo así:

En cuant o al vest ido y el alim ent o, el penit ent e debe yacer en saco y ceniza, cubriendo su
cuerpo con lut o.... Adem ás, no debe ingerir alim ent o o bebida sino lo m ás sim ple...
inclinarse a los pies de los presbít eros [ anciano/ obispo] , y arrodillarse ant e los am ados de
Dios. [ Arrepent im ient o, capít ulo I X.]

Est os añadidos ext rem os a los requerim ient os del Nuevo Test am ent o cont inuaron en efect o
por m ucho t iem po. Hubo prot est as, especialm ent e por part e de los m iem bros m ás cult os y
de posición acom odada, pero Tert uliano cont est ó: " ¿Es m ej or ser condenado en secret o
que ser perdonado en público?" A part ir, m ás o m enos, del año 100 est e m odo de hacer
penit encia era com ún en la iglesia. Sin duda era part e del adiest ram ient o que hizo a la
iglesia fuert e ant e la persecución. Sin em bargo, verem os que el arrepent im ient o por negar
a Crist o com o consecuencia de la persecución vino a ser un problem a serio en la iglesia y
cont ribuyó grandem ent e a un cism a que duró m uchos años.

Tal era la iglesia del siglo dos. Era un cuerpo de creyent es que pract icaba una profunda
lealt ad hacia su Señor en fe y conduct a. Sus m iem bros vivían una vida que est aba unida a
la com unidad pagana dent ro de la cual habit aban pero que era dist int a cuando las
práct icas, leyes, y cost um bres de aquella eran cont rarias a su fe crist iana. La iglesia
necesit aba t oda la fuerza de su fe, organización, y coraj e m oral para perm anecer fiel a
Crist o en las persecuciones que t rat aron de dest ruirla.

@2011 Logoi, I nc. 10


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 4 : La pe r se cu ción de n t r o de l im pe r io
Por m ás de t rescient os años después de su nacim ient o la iglesia crist iana sufrió persecución
o est uvo en peligro de ser perseguida. En el curso de est os t rescient os años t am bién
conquist ó el I m perio Rom ano. La sangre de los m árt ires, se ha dicho, es la sem illa de la
iglesia. Est a no es una expresión vacía; las persecuciones que sufrió la iglesia en el im perio
durant e ese t iem po fueron ext rem adam ent e penosas, pero t am bién fruct íferas. Mient ras
sufría, la iglesia iba creciendo. Cuando las persecuciones finalizaron, el crist ianism o ya
est aba est ablecido a t ravés del im perio; había un em perador crist iano en el t rono, y la
posición de la iglesia era t an segura que ya no era peligroso ser crist iano. Lo que es m ás,
se t ornó difícil y a veces peligroso no ser crist iano.

Not arem os en est e capít ulo cóm o el crist ianism o llegó a ser una religión ilegal, cuáles
fueron las acusaciones que causaron las persecuciones, la defensa de los crist ianos cont ra
est as acusaciones, y la ext ensión de las persecuciones.

La persecución de la iglesia en el im perio puede dividirse en dos períodos principales. El


prim ero se ext iende desde la persecución del em perador Nerón en el año 64 hast a la de
Decio en el 250; el segundo período se ext iende desde Decio hast a el final de la
persecución baj o Const ant ino ( 313 en la part e occident al del im perio, diez años m ás t arde
en la región orient al) . En est e capít ulo querem os analizar las persecuciones que t uvieron
lugar durant e el prim er período, desde el 64 al 250.

El cr ist ia n ism o y la le y

En el prim er capít ulo hem os not ado la enorm e ext ensión del I m perio Rom ano. Un est ado
t an grande solo podría perm anecer unido si reconocía las cost um bres locales, las leyes
t ribales, y las convicciones y práct icas religiosas de los m uchos pueblos que gobernaba. Así
lo hizo Rom a com o part e de su polít ica básica. Solam ent e de est a m anera podía prevenir
revuelt as y asegurarse la lealt ad y obediencia de los pueblos, t ribus, y naciones que
habit aban dent ro de sus front eras.

Re ligión le ga l e ile ga l

Con August o ( en el año 27 A.C.) el im perio com enzó a ser gobernado por un hom bre en
cuyas m anos se concent raba t odo el poder. Era preciso lograr que est a aut oridad fuera
poderosa y respet ada al m áxim o posible. Para ese fin, la veneración religiosa del
em perador aum ent ó aun m ás la aut oridad de que él ya gozaba por su poderío legal,
económ ico, m ilit ar, y social. Los rom anos em pezaron gradualm ent e a considerar a su
em perador com o un dios a quien ofrecían sacrificios en sus t em plos. Est a adoración se
t ransform ó en un poderoso aliado para exalt ar la m aj est ad, el prest igio, y la aut oridad del
em perador. Era una religión solo rit ualist a; no cont enía ninguna doct rina que hubiera de
aprenderse y solo se pract icaba en ocasiones oficiales. La adoración del em perador se
m ant uvo j unt o con la adoración de los ant iguos dioses que la gent e veneraba a t ravés del
im perio, y se pract icaba al m ism o t iem po que las religiones t radicionales. El est ado
reconocía est as religiones y las llam aba religio lícit a. Est as religiones, m ás bien que la
@2011 Logoi, I nc. 1
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
veneración del em perador, buscaban llenar las necesidades espirit uales diarias del pueblo.
Cualquier religión, sin em bargo, que no perm it iera la adoración del em perador era
considerada religio illicit a. Solam ent e había un grupo de personas que no est aban obligadas
a ofrecer sacrificios al em perador: los j udíos. Exist ían varias razones para est o. La
población del im perio incluía m illones de j udíos, y no est aban lim it ados a un solo país o
religión. Est aban disem inados por t odo el im perio, com o se hizo not ar al t rat ar la dispersión
en el Capít ulo 1. Los j udíos en general eran prósperos y bien organizados por lazos
com unes de raza y religión. Eran, por lo t ant o, gent e influyent e. En lo religioso eran
m onot eíst as; consideraban un sacrilegio el adorar a un dios que no fuera el Dios de sus
padres, el creador del m undo, el Dios del Pact o con I srael. El gobierno rom ano siem pre
t enía cuidado de no ofender a los elem ent os im port ant es del im perio. En el asunt o de
sacrificar al em perador, podía ser t olerant e con los j udíos. Se t rat aba de un pueblo bien
definido y separado de ot ras razas dent ro del im perio, y solo unos pocos gent iles se habían
hecho j udíos. Si el gobierno excusaba a los j udíos de sacrificar al em perador, est o no
causaría serios problem as. Casi t odos los pueblos en el im perio eran polit eíst as y est e t ipo
de religión es generalm ent e t olerant e con ot ras religiones. Era ciert o que el gobierno
rom ano había t enido conflict os arm ados con los j udíos, pero est o se debió solo a rebeliones
u ot ros act os ilícit os, nunca a causas religiosas.

Por t reint a años, desde su com ienzo, el crist ianism o se benefició con la act it ud del gobierno
hacia los j udíos. Al principio solo los j udíos eran crist ianos. Cuando Pablo y sus
colaboradores com enzaron a llevar el evangelio a los gent iles com enzaban siem pre su
predicación en cualquier ciudad en la sinagoga j udía del lugar. Por lo t ant o, los crist ianos
est aban ident ificados con los j udíos t ant o en la m ent e del público com o ant e el gobierno.
Aun cuando había conflict os ent re los crist ianos j udíos y los j udíos t radicionalist as, las
aut oridades lo consideraban com o conflict os ent re los j udíos. Un ej em plo not able de est o es
el esfuerzo hecho por los j udíos en Corint o para persuadir a Galión, el procónsul rom ano de
Acaya, de que condenara a Pablo por su propagación del crist ianism o. Ellos acusaron a
Pablo de persuadir a los hom bres a que honraran a Dios cont ra la ley. A est o Galión les
respondió: " Si fuera algún agravio o algún crim en enorm e, oh j udíos, conform e a derecho
yo os t oleraría, pero si son cuest iones de palabras, y de nom bres, y de vuest ra ley, vedlo
vosot ros; porque yo no quiero ser j uez de est as cosas. Y los echó del t ribunal" ( He 18: 12-
16) .

Cr ist ia n ism o: Re ligio illicit a

Al propagarse el crist ianism o, sin em bargo, los j udíos hicieron ver claram ent e al gobierno
que los seguidores de la ley m osaica y los seguidores de Crist o no eran la m ism a cosa. Est o
t am bién se hizo claro por el hecho de que los gent iles se est aban haciendo crist ianos en
m ayor núm ero que los j udíos. Al final, las aut oridades com prendieron la diferencia que
exist ía ent re los j udíos y los crist ianos. Se dieron cuent a adem ás de que m ient ras los j udíos
eran num erosos, ricos, bien organizados e im port ant es, los crist ianos eran pocos,
generalm ent e pobres, y sin influencia en la sociedad. Su negat iva a sacrificar al em perador,
por lo t ant o, hizo que el gobierno considerara al crist ianism o com o una religión ilícit a. De
allí en adelant e los crist ianos t enían que arriesgar sus bienes, su libert ad y aun sus vidas
para confesar el nom bre de Crist o. Est a era la sit uación en el año 64 cuando el em perador
Nerón inició la persecución de los crist ianos en Rom a.

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
La s ca u sa s de la pe r se cu ción

Las causas de la persecución por el im perio eran m uchas, pero había una que era la m ás
seria. Por lo t ant o, al t rat ar est e asunt o debem os dist inguir ent re la causa prim ordial de la
persecución y las causas accesorias.

La ca u sa pr in cipa l

La razón básica de la persecución de los crist ianos en el I m perio Rom ano fue que la iglesia
no perm it ía a sus m iem bros la adoración del em perador. A raíz de est a negat iva, que a su
vez ocasionó ot ras negat ivas de part e de los crist ianos, est os fueron odiados, arrest ados,
exiliados a islas solit arias, condenados a t rabaj ar com o esclavos en las m inas, arroj ados a
los leones com o un espect áculo público, y ej ecut ados por la espada. Est os horribles
cast igos no cayeron sobre t odos los crist ianos en t odas part es al m ism o t iem po ni en form a
cont inuada, sino que se produj eron esporádicam ent e, hoy en una localidad, m añana en
ot ra. Sin em bargo, los crist ianos est aban siem pre en peligro. En cualquier m om ent o una
t urba, un gobernador m al int encionado, o un em perador disgust ado podía infligir a los
creyent es sufrim ient os indecibles.

No era posible para la iglesia t ransar con el gobierno en est e t rem endo problem a. El adorar
al em perador significaba est ar de acuerdo con el polit eísm o y la idolat ría. La est at ua del
em perador en el lugar del sacrificio no era para los crist ianos una est at ua sino un ídolo.
Represent aba a un em perador, m uert o o vivo, y lo declaraba el dios que bendecía el
im perio con prosperidad en t iem po de paz, con vict oria en t iem po de guerra, con la j ust icia
de la ley, el progreso de las art es, y con fert ilidad en los cam pos y el ganado. Su bondad y
poder m ant enía el im perio. Adem ás, al adorar al em perador, los rom anos no adoraban a un
hom bre llam ado Oct avio o Claudio o Adrián. El em perador, com o dios, era en realidad la
personificación del I m perio Rom ano. En él se concent raban el poder, la fuerza, la hist oria, y
la gloria del im perio. La adoración del em perador en su m ás profundo significado era la
adoración del est ado. El em perador, que represent aba la dignidad, m aj est ad, y aut oridad
del est ado, se t ransform aba en el m ism o est ado.

La negat iva por part e de la iglesia a acceder a la adoración del em perador significaba que
rechazaba al est ado com o un dios que debía ser adorado. La iglesia no podía perm it ir que
Dios, el creador del cielo y de la t ierra, el padre de su Señor Jesucrist o, t uviera que
com part ir su gloria con un hom bre o una inst it ución hum ana. No podía perm it irlo aun
cuando esa inst it ución fuera el poderoso I m perio Rom ano.

Por su part e, el gobierno rom ano creía con igual convicción que la prosperidad en la
econom ía, la paz en su t ierra, y la vict oria en las front eras, fluía t odo del est ado y sus
dioses. El rehusarse a adorarlos era at raer su desagrado y venganza. Com o result ado
nat ural de est a convicción, los rom anos acusaron a los crist ianos de ser at heoi, es decir,
at eos. Los crist ianos despreciaban los dioses que habían engrandecido a Rom a; y
rehusaban adorar al em perador, en quien el est ado había encont rado su expresión hum ana
y divina. Est e at eism o vino a ser la principal acusación cont ra los crist ianos, y la causa
principal de su persecución por el est ado rom ano. Com o verem os, la negat iva de los
crist ianos a ofrecer sacrificios al em perador no era t odo. Tenía m ucho que ver con la
act it ud de los crist ianos cont ra el gobierno rom ano, la sociedad rom ana, y las inst it uciones
rom anas. Por est a razón no exist ía la m enor duda de cuál era la causa prim ordial del

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
desagrado de Rom a con los crist ianos. Si la iglesia hubiera est ado dispuest a a t ransigir en
est e punt o, probablem ent e no hubiera habido persecución.

Ca u sa s a dicion a le s

 Apart e de la acusación básica de que los crist ianos eran at eos, t am bién se les
acusaba de odiar a la hum anidad. Est e cargo est aba respaldado por una larga list a
de acusaciones específicas. Muchos crist ianos, com o hem os vist o, rehusaban a servir
en el ej ércit o y en el gobierno; no asist ían a los espect áculos públicos o al t eat ro; y
se negaban a enviar sus niños a las escuelas públicas. Su negat iva a ofrecer
sacrificios al em perador y a los dioses, se decía, t raj o por consecuencia el desagrado
de los dioses y con ello t oda clase de calam idades en el im perio. Los crist ianos
t am bién predicaban la próxim a dest rucción del m undo; su religión deshacía las
fam ilias; y se burlaban de los dioses de ot ras religiones en el im perio. ¿No son est os
que hacen t ales cosas enem igos de la sociedad dent ro de la cual viven?

 Se decía que los crist ianos eran culpables de práct icas inm orales en sus asam bleas
religiosas. Se creía que com ían carne hum ana, que se em borrachaban, que com et ían
adult erio, y part icularm ent e incest o. Es com prensible que est os cargos surgieran en
una sociedad host il. La com unidad crist iana celebraba sus cult os en privado. Los
crist ianos se reunían a m enudo por la noche para orar y t ener com unión. Jesús les
había dicho a sus discípulos que lo recordaran en la Cena del Señor con est as
palabras " est e es m i cuerpo" y " est a es m i sangre" ; bebían vino en sus reuniones de
com unión, se llam aban ent re sí herm ano y herm ana, y se daban un beso de
com unión crist iana en sus cult os de adoración.

 Los crist ianos eran acusados de hacer peligrar la seguridad del est ado debido a su
organización eclesiást ica. El t em or a las revuelt as hacía que el gobierno desconfiara
de los part idos, grupos organizados, y asociaciones. Por t ant o prohibió cualquier t ipo
de asociación. La iglesia se hizo cada vez m ás organizada, con obispos en m uchas de
las ciudades. En cada congregación había ancianos y diáconos. Se llevaban a cabo
sínodos regionales y de dist rit o. Ant e cualquier diferencia ent re la ley del im perio y la
ley de la iglesia, los crist ianos obedecían la ley de la iglesia. Se llam aban a sí m ism os
" soldados de Crist o" .

 Apart e de est as acusaciones graves, había ot ras de m enor im port ancia: las
Escrit uras crist ianas se cont radecían; el crist ianism o era nuevo com parado con las
religiones ant iguas del im perio; los crist ianos consideraban el dom ingo com o un día
sagrado y se negaban a t rabaj ar; la resurrección de Jesús era una invención de sus
discípulos; Jesús habla sido incapaz de convencer a su propio pueblo de su m ensaj e
m esiánico; era un hij o ilegít im o; si Jesús era divino, ¿por qué se asoció con
publicanos y pecadores, vivió en pobreza, y m urió en una cruz?

Pe r se cu ción por e l n om br e de Cr ist o

Com o result ado de est as acusaciones, los crist ianos eran perseguidos, no por lo que hacían
sino por lo que eran. Eran crist ianos; el ost ent ar el nom bre de Crist o era suficient e causa
de persecución. Es a la luz de est o que debem os leer 1 Pedro 4: 14- 16:

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Si sois vit uperados por el nom bre de Crist o, sois bienavent urados, porque el glorioso
Espírit u de Dios reposa sobre vosot ros. Ciert am ent e, de part e de ellos, él es
blasfem ado, pero por vosot ros es glorificado. Así que, ninguno de vosot ros padezca
com o hom icida, o ladrón, o m alhechor, o por ent rem et erse en lo aj eno; pero si
alguno padece com o crist iano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.

La persecución a causa del nom bre de Crist o se produj o en los m ás alt os niveles del
gobierno. En un fam oso int ercam bio de cart as ent re Plinio, el gobernador de Bit inia en el
Asia Menor, y el em perador Traj ano en el año 112, Plinio escribió:

Nunca he t om ado part e en la invest igación de crist ianos... Por lo t ant o no es poca m i
incert idum bre de si hay alguna dist inción de edades, o si los m ás débiles de los
ofensores son t rat ados com o los m ás fuert es... si el cast igo est á conect ado con el
m ero nom bre apart e de crím enes secret os, o con crím enes secret os conect ados con
el nom bre. Mient ras t ant o, est e es el m ét odo que he adopt ado.... Les pregunt o si
eran crist ianos.... Si se m ant enían com o t ales, les hice ej ecut ar.

En su respuest a Traj ano aprobó la acción de Plinio. Sin em bargo, le ordenó que los
crist ianos no fueran buscados, y que si se arrepent ían y ofrecían sacrificios a los dioses
rom anos debían ser perdonados y libert ados. En cualquier caso, no debían adm it irse
acusaciones sin firm ar.

La de fe n sa cr ist ia n a

Nuest ro conocim ient o de los argum ent os cont ra el crist ianism o proviene m ayorm ent e de un
grupo de escrit ores crist ianos, conocidos com o los apologist as, es decir defensores.

Ent re el com ienzo de las persecuciones y el año 250 hubo m uchos apologist as. Muchos
escrit os nos han llegado a t ravés de los siglos de crist ianos t ant o de la part e orient al com o
occident al de la iglesia: Quadrat us, Aríst ides, Just ino Márt ir, Taciano, Minucio Félix,
Tert uliano, Orígenes, Cipriano, el aut or desconocido de la Epíst ola a Diognet o, y ot ros.
Tert uliano, Orígenes, y Cipriano son t am bién conocidos por ot ros escrit os con que ayudaron
a la iglesia. Las apologías fueron dirigidas a los em peradores, a ot ros personaj es
influyent es, al senado rom ano, y al pueblo rom ano en general. Los argum ent os que los
apologist as usaban en su defensa del crist ianism o pueden dividirse en cuat ro grupos
m ayores:

 Súplicas a las aut oridades para que t rat aran a los crist ianos con j ust icia.
 At aques a las creencias y práct icas de las religiones paganas.
 Present ación de las creencias y m odo de vida crist ianos.
 I deas t eológicas para j ust ificar el crist ianism o.

Re cla m o de j u st icia

Just ino Márt ir nos da un buen ej em plo de est a apelación. A los em peradores rom anos se
les llam a " píos y filósofos, guardianes de la j ust icia y am adores del saber" , y por ello debían
escuchar la apelación de los crist ianos a ser correct os y j ust os. Just ino dirige su apología al
em perador Ant onino Pío, a sus hij os, al senado rom ano, y a t odo el pueblo rom ano.
Hablando en nom bre de " t odos aquellos de t odas las naciones que son inj ust am ent e
odiados" , prosigue:
@2011 Logoi, I nc. 5
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Para que nadie piense que est a es una afirm ación t em eraria, dem andam os que los
cargos cont ra los crist ianos sean invest igados, y que, de ser sust anciados, se les
cast igue com o m erecen... pero si nadie puede probarnos ningún delit o, la verdadera
razón os prohíbe que por causa de rum ores m alignos perj udiquéis a hom bres sin
t acha, y por ciert o a vosot ros m ism os que consideráis correct o el dirigir asunt os no
por m edio del j uicio sino por la pasión... es vuest ro deber que al oírnos, com o la
razón lo dem anda, seáis hallados buenos j ueces. Pues si, cuando os ent eráis de la
verdad no hacéis lo que es j ust o, t endréis que aparecer delant e de Dios sin excusa.
( Prim era Apología, I I I )

Part icularm ent e reprendió a las aut oridades por perseguir a los crist ianos por el m ero
hecho de llam arse " crist ianos" . Les hizo ver cuán inj ust o es el cast igar a una persona no
por haber hecho algo m alo sino porque se llam a por ciert o nom bre:

Y a aquellos ent re vosot ros que son acusados, no los cast igáis ant es de result ar
convict os; pero en el caso nuest ro acept áis el nom bre com o prueba cont ra
nosot ros... A la vez, si alguno de los acusados niega el nom bre y dice que no es un
crist iano, vosot ros lo absolvéis por no t ener evidencia cont ra él com o un m alhechor;
pero si alguien reconoce que es un crist iano, lo cast igáis por haber reconocido t al
cosa. La j ust icia requiere que invest iguéis en la vida de am bos, de aquel que
confiesa y de aquel que niega, y que por sus hechos se com pruebe qué clase de
hom bre es. ( Prim era Apología, I V)

El a t a qu e a la s cr e e n cia s y pr á ct ica s pa ga n a s

Los apologist as replicaban enérgicam ent e cuando los oponent es del crist ianism o lo
at acaban com o superst icioso e inm oral:

Y t am poco honram os con m uchos sacrificios y guirnaldas de flores a esas deidades


form adas por hom bres y colocadas en alt ares a las cuales llam an dioses, por cuant o vem os
que son cosas sin alm a y m uert as, y no t ienen la form a de Dios... sino que son los nom bres
y form as de esos dem onios m alignos que han aparecido.

Los hom bres que hacen est os dioses son inm orales, " hábiles en t odos los vicios" ,

...aun a sus propias doncellas que t rabaj an con ellos corrom pen. ¡Qué locura! , que
hom bres inm orales produzcan dioses para que vosot ros los adoréis, y que vosot ros
nom bréis a esos m ism os hom bres guardianes de los t em plos donde t ales dioses se
veneran, no reconociendo que es ilícit o a un pensar o decir que hom bres sean
guardianes de los dioses. ( Prim era Apología, I X)

Tert uliano, al escribir su Apología cincuent a años m ás t arde que Just ino, hizo burla de los
sacrificios paganos y de los dioses a los cuales honraban:

Ofrecéis lo det eriorado, lo sarnoso, lo corrom pido.... Cort áis de la grosura y lo sano
las part es que no sirven, com o la cabeza y las pezuñas, lo cual en vuest ros hogares
hubierais dado a los esclavos y a los perros.... Volviendo a vuest ros libros, de los
cuales ext raéis vuest ro adiest ram ient o en la sabiduría y los m ás nobles deberes de la
vida, qué cosas ridículas encuent ro... que por los t royanos y griegos pelearon los
dioses ent re sí com o un par de gladiadores; que Venus fue herida por un hom bre

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
porque ella quería rescat ar a su hij o Eneas... que Mart e casi se consum ió por est ar
preso t rece m eses... que Júpit er... inm undam ent e hace el am or a su propia
herm ana... ( Apología, capít ulo XI V)

Pr e se n t a ción de la fe y pr á ct ica cr ist ia n a s

Los apologist as present aron la fe crist iana a sus lect ores con dignidad y sim plicidad. El
aut or de la Epíst ola a Diognet o escribe alrededor del año 150 describiendo la form a en que
el Padre envió la Palabra al m undo:

¿Lo envió, com o un hom bre podría pensar, en una m isión de dom inio y de m iedo y
t error? Por ciert o que no, sino que lo envió en am or y m ansedum bre, com o un rey
que envía a su propio hij o quien t am bién es rey; lo envió com o Dios, lo envió com o
hom bre no para forzarnos, pues el forzar no es part e de la nat uraleza de Dios. Lo
envió para invit ar al hom bre, no para perseguirlo; lo envió en am or, no en j uicio.
Pues él ha de enviarlo en j uicio, y ¿quién podrá resist ir su venida? ( Epíst ola a
Diognet o, capít ulo VI I )

Tert uliano describe al Dios que los crist ianos sirven, y lo nat ural que es servirle:

El obj et ivo de nuest ra adoración es el único Dios, quien por su Palabra de m ando, su
sabiduría perfect a, su poder om ním odo, t raj o de la nada la m asa t ot al de nuest ro m undo...

El oj o no puede verle aunque él es ( espirit ualm ent e) visible. Es incom prensible, y sin
em bargo se ha m anifest ado en gracia. El est á por encim a de nuest ra m ás elevada
im aginación, y sin em bargo nuest ra m ent e hum ana lo percibe. El es por lo t ant o
igualm ent e real y grande... Y est a es la sum a culpabilidad de los hom bres, que ellos
no quieren reconocer a Uno, al cual no es posible ignorar... Siem pre que el alm a
vuelve a sí m ism a, com o si volviera de una desm edida indulgencia, o de un sueño, o
una enferm edad, y obt iene algo de su salud nat ural, habla de Dios... " Dios es grande
y bueno" , " Lo que Dios nos dé" son palabras en t odos los labios. ¡Oh noble
t est im onio del alm a por nat uraleza crist iana! ( Apología, XVI I )

El u so de a r gu m e n t os t e ológicos

Just ino Márt ir con t oda j ust icia rehúsa reconocer que el crist ianism o es una religión nueva.
Est e argum ent o, dice, olvida que el crist ianism o est á relacionado direct am ent e con el
Ant iguo Test am ent o. Se rem ont a a Moisés, a Abraham , a Adán, a la creación. Es por ello la
m ás ant igua de t odas las religiones. La Palabra que se hizo hom bre en Jesucrist o ha est ado
en act ividad desde el com ienzo del m undo:

Se nos ha enseñado que Crist o es el prim ogénit o de Dios, y hem os declarado que él
es la Palabra de la cual t odas las razas son part icipant es; y aquellos que vivían
razonablem ent e eran crist ianos, aun cuando se había creído que eran at eos; com o
ent re los griegos Sócrat es y Heráclit o, y hom bres com o ellos. ( Prim era Apología,
XLVI )

Y para que podáis aprender que fue de nuest ros m aest ros ( es decir los profet as) que
Plat ón t om ó prest ada la declaración de que Dios... hizo el m undo, oíd las palabras de

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Moisés..." En el principio creó Dios los cielos y la t ierra, y la t ierra est aba
desordenada y vacía, y las t inieblas est aban sobre la faz del abism o, y el Espírit u de
Dios se m ovía sobre la faz de las aguas. Y dij o Dios: Sea la luz; y fue la luz." De
m odo que Plat ón y los que est án de acuerdo con él, y nosot ros m ism os, hem os
aprendido, y vosot ros t am bién podéis convenceros, que por la Palabra de Dios t odo
el m undo fue hecho de la sust ancia ant es m encionada por Moisés. ( Prim era Apología,
LI X)

La t eología de Just ino no siem pre era correct a, com o cuando afirm a que Plat ón aprendió su
filosofía de los profet as hebreos. Pero su argum ent ación m uest ra una com prensión de la
unidad de t odos los conocim ient os y su relación a una causa com ún en Dios. Puede dudarse
de que los em peradores u hom bres im port ant es en el im perio leyeran las apologías que les
fueron dirigidas. Sin em bargo, sirvieron para fines im port ant es. Most raron que había
hom bres inst ruidos que se habían hecho seguidores de Crist o y est aban dispuest os a
confesar su nom bre abiert am ent e. Fort alecieron la fe de los crist ianos m ás sim ples y les
ayudaron a cont est ar a sus crít icos y perseguidores. Y lo que no es m enos, nos perm it en a
nosot ros en nuest ros días com prender lo que la iglesia de ot ra época padeció, apreciar la
libert ad religiosa donde exist e, y aprender que el sufrir por Crist o no es una cosa nueva en
est e m undo.

La e x t e n sión de la s pe r se cu cion e s

¿Cuál fue la ext ensión de las persecuciones? ¿Se perseguía a la iglesia cont inuam ent e? ¿Era
la severidad de est as persecuciones igual en t odas part es del im perio? Al cont est ar est as
pregunt as debem os t ener en cuent a dos im port ant es aspect os. El prim ero consist e en la
m uy grande diferencia que exist ía ent re la posición oficial del gobierno en cuant o a la
persecución y el cum plim ient o oficial de esa posición. Desde m ás o m enos los años 100-
200 la posición oficial, est ablecida por Traj ano era clara. Si una persona era acusada de ser
crist iana y rehusaba sacrificar o venerar al em perador, debía ser ej ecut ada. Si cum plía con
el rit o de venerar al em perador, quedaba en libert ad. Los gobernadores debían usar su
crit erio en el cum plim ient o de est a ley. En ningún caso debían los crist ianos ser buscados.

Gr a dos de pe r se cu ción

El cum plim ient o oficial de est a ley era un asunt o m uy diferent e. Muchas aut oridades locales
le prest aban m uy poca at ención. Hubo largos periodos en que los crist ianos no eran
m olest ados en lo m ás m ínim o. Desde el com ienzo de la persecución hast a la época de
Decio en 250, t odas las persecuciones fueron locales. En 202 Sépt im o Severo prohibió la
conversión al crist ianism o; Maxim ino I ( 235- 238) ordenó la ej ecución del clero. No
obst ant e, sus decret os fueron obedecidos solo en part e. Algunos em peradores fueron
neut rales en su act it ud hacia el crist ianism o, y unos pocos es posible que est uvieran
favorablem ent e inclinados. Desde el 260 al 305 hubo absolut a t ranquilidad. Los convert idos
ent raban en las iglesias por m illares. Baj o Decio, en 251, y Valeriano, 257- 259, la
persecución fue a t ravés de t odo el im perio, pero m uy pront o t erm inó. Baj o Diocleciano y
sus sucesores duró m uy poco en el occident e, pero en la part e orient al se prolongó hast a
323. Est e últ im o período fue el m ás severo de t odos.

No sería exact o decir que desde el t iem po de Nerón hast a Const ant ino la iglesia sufrió
persecución. Es m ás correct o decir que durant e esos doscient os cincuent a años hubo

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
persecución en algunas épocas con diferent es grados de severidad. Pero durant e la m ayor
part e de est e lapso no hubo ninguna persecución abiert a.

Pe r se cu ción in dir e ct a

Est a, sin em bargo, no es t oda la hist oria. Por consiguient e, debem os observar el ot ro
im port ant e aspect o. La persecución puede ser direct a o indirect a. Hay ot ros t ipos de
persecución apart e de ser som et idos a acusaciones, j uicios, prisión, o m uert e. Los
crist ianos en el im perio no eran ant e la ley iguales a ot ros ciudadanos. Sufrían m ucho a
causa de la m ala opinión que ent re el pueblo se había form ado cont ra ellos. Se les t enía por
inhum anos, m alos ciudadanos, desleales al im perio. Apart e de est o, a m enudo t enían que
soport ar j uicios inj ust os, discrim inación en las oport unidades de t rabaj o, y desigualdad
social. En nuest ros días de discrim inación racial, t ribal, y de ot ras clases, podem os darnos
cuent a de lo que significaba est a clase de persecución. A est e t ipo de host ilidad los
crist ianos est uvieron expuest os casi universalm ent e la m ayor part e del t iem po, hast a que
Const ant ino dict am inó que el crist ianism o era religión lícit a.

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 5 : Gn ost icism o, M a r cion ism o, M on t a n ism o


La persecución era un peligro que la iglesia podía reconocer fácilm ent e. Venía de afuera y
la llevaban a cabo hom bres que se oponían abiert am ent e al evangelio. Una am enaza
m ucho m ás seria surgió en el siglo segundo com o consecuencia de doct rinas que
t ergiversaban el evangelio. Est as aparecieron en t res form as o m ovim ient os dist int os: el
gnost icism o, la doct rina de Marción, y el m ont anism o. El gnost icism o era al principio
pagano, pero luego se asoció con las enseñanzas crist ianas. En cuant o a Marción y
Mont ano, am bos eran hij os de la iglesia y sus enseñanzas se desarrollaron dent ro de la
m ism a. Los t res grupos t enían a Crist o en alt a est im a; No obst ant e, los gnóst icos y los
m arcionist as en realidad negaban el evangelio, y Mont ano enseñaba solo un evangelio
parcial. Pasarem os a considerar cada una de est as desviaciones.

El gn ost icism o

El m undo al cual llegó el evangelio est aba profundam ent e int eresado en la redención. La
filosofía sat isfacía las m ent es de los int elect uales pero no t enía ningún m ensaj e para las
m asas. La religión del est ado era una cosa fría y parecía m ás pat riót ica que religiosa. La
religión de la nat uraleza no podía llenar las necesidades de una civilización que crecía
incesant em ent e dent ro del im perio.

Por t odo est o las religiones de m ist erio eran populares. Pret endían revelar conocim ient os
secret os que podían t raer la reconciliación y com unión con Dios. Durant e el siglo dos un
m ovim ient o religioso relacionado con las religiones de m ist erio se hizo poderoso y ganó
m uchos adept os. Se conoció con el nom bre de gnost icism o ( pues pret endía proporcionar
verdadera gnosis, es decir, conocim ient o acerca de Dios, del hom bre, y de la redención) . El
gnost icism o surgió de ideas provenient es del or ient e, I ndia, Babilonia, y Persia sim ilares a
los pensam ient os fundam ent ales de la filosofía griega.

Los pensadores gnóst icos est aban profundam ent e im presionados por la religión crist iana y
especialm ent e por su figura cent ral, el Redent or Jesucrist o. Lo hicieron a él y su m ensaj e
part e de su religión. Los gnóst icos, por lo t ant o, sacaron a luz una religión que era una
m ezcla de ideas orient ales, griegas, y crist ianas. Tal religión se describe com o sincrét ica
( del griego sunkret izein com binar, m ezclar) .

El pr oble m a de los gn óst icos

Todas las religiones griegas y orient ales afront aban un problem a básico m uy difícil. Creían
que Dios no podía t ener nada que ver con el m undo m at erial pues el m al surgía de la
m at eria. Dios es bueno, por lo t ant o, él est á com plet am ent e fuera de t odas las cosas
m at eriales. ¿Cóm o es posible que el hom bre, que est á relacionado con el buen Dios, pueda
t am bién est ar relacionado con la m at eria perversa? ¿Quién es Dios? ¿Cóm o lo podem os
conocer? ¿Qué es el hom bre? ¿Qué es el m al? Por cuant o Dios es bueno, ¿qué anduvo m al
en el m undo espirit ual para que su hij o ( el hom bre) se t ornara m alo? ¿Cóm o puede el
hom bre ser redim ido del m al?

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Est as eran las pregunt as que los gnóst icos hacían. No las hacían, sin em bargo, por una
curiosidad int elect ual, pues los gnóst icos no eran en prim er lugar filósofos. Est aban
profundam ent e int eresados en la redención. ¿Cóm o puede el hom bre est ablecer ot ra vez
com unión con Dios? ¿Cóm o puede ret ornar al m undo de espírit us puros? ¿Qué debe
hacerse para lograr liberarse de est a exist encia m at erial? El crist ianism o era una religión de
redención, y había en él m ucho que los gnóst icos podían usar. Crist o el Redent or les at raía
en especial. Así él y su obra vinieron a ser part e im port ant e del pensam ient o gnóst ico. De
est e m odo nació el gnost icism o, com puest o de elem ent os crist ianos y gent iles. ¿Qué
enseñaba est a religión? ¿Cuál era su m ensaj e de redención? ¿Por qué am enazaba a los
fundam ent os m ism os del evangelio?

Al t rat ar de cont est ar las pregunt as que ellos m ism os se hacían acerca de Dios, el hom bre,
el m al, y la redención, los gnóst icos acept aban una cosa com o ciert a. Creían que algo había
ido m al en el m undo espirit ual. Est o se t ransform ó en el punt o de part ida de sus
cavilaciones. El gnost icism o proporcionaba respuest as a la cuest ión de por qué los espírit us
de los hom bres habían caído de su pura exist encia espirit ual y habían quedado at rapados
en la m at eria, qué es lo que había causado su caída, y qué provisión se había hecho para
su liberación. Proporcionaba una gnosis ( conocim ient o) respect o al m undo espirit ual, la
discordia que ent ró en él, la rest auración de la arm onía, y la redención de los hom bres
com o result ado de la arm onía rest aurada. Est e conocim ient o era una revelación que
em anaba del m undo espirit ual y que se daba a aquellos que eran capaces de recibirla. De
est a gnosis secret a t om ó el gnost icism o su nom bre.

Est a gnosis fue expresada gráficam ent e y se la llam ó m it o. Darem os prim ero la descripción
gráfica y luego la explicación y reacción de la iglesia a est e m it o.

El Ple r om a

El gnost icism o com ienza con la creencia en un Dios que originalm ent e exist ía solo. Se le
llam a por varios nom bres, el Padre Desconocido, el Abism o, el No Engendrado. A veces se
le represent aba com o acom pañado por una com pañera llam ada Silencio. El no quería
perm anecer solo y por lo t ant o produj o dos Eones ( seres divinos) llam ados Ment e y Verdad,
varón y m uj er respect ivam ent e. Est os produj eron ot ras dos parej as, Mundo- Vida y
Hom bre- I glesia. Est os, j unt o con el Padre Desconocido ( con Silencio o sin ella) form aban
el Plerom a, o Plenit ud del Ser divino. A part ir de ellos cont inuaba el proceso de
m ult iplicación. Mundo- Vida produj o ot ros diez eones, de m odo que ahora ya eran dieciocho.
Hom bre- I glesia engendró doce eones, lo que significaba un t ot al de t reint a. Los gnóst icos
respaldaban sus enseñanzas de los t reint a eones con el Nuevo Test am ent o. En la parábola
de los t rabaj adores enviados a la viña, algunos fueron enviados a la prim era hora, ot ros a
la t ercera hora, aun ot ros a la sext a, novena, y undécim a hora. Est os t rabaj adores sum an
t reint a. Adem ás Jesús com enzó su m inist erio a la edad de t reint a años. Tal uso alegórico de
las Escrit uras im presionó a m uchos crist ianos pareciéndoles m uy piadoso y profundo.

El últ im o eón que nació del binom io Hom bre- I glesia, fue una m uj er llam ada Sabiduría. Est a
deseaba conocer al Padre Desconocido ( quien según los gnóst icos no puede ser conocido) .
Al no poder conocerle, se sint ió m uy desdichada. En su dolor, y sin la ayuda de su
com pañero, produj o una hij a llam ada Acham ot ( que quiere decir inciert o) . A causa de su
nacim ient o cont ranat ural, Acham ot no pudo perm anecer en el Plerom a y cayó fuera.
Cuando Sabiduría vio lo que había pasado por su culpa, se sint ió aun m ás acongoj ada y no
t enía consuelo. Todos los ot ros eones sufrían con ella y le pidieron a Ment e/ Verdad que la

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
ayudara. Est os ent onces produj eron ot ros dos eones llam ados Crist o y Espírit u Sant o para
rescat ar a Sabiduría de su congoj a. Así lo hicieron y la arm onía volvió a reinar en
el Plerom a. Com o un act o de grat it ud, los t reint a eones j unt os produj eron aun ot ro eón y lo
llam aron Jesús. Est os son los event os que t uvieron lugar en el Plerom a; a su vez dieron
lugar a los event os que ocurrieron fuera del Plerom a, es decir, en el m undo de la
nat uraleza y de los hom bres, que pasarem os a considerar.

La cr e a ción , e l m a l y la r e de n ción

Acham ot produj o un ser llam ado Dem iurgo ( del griego t rabaj ador, especialm ent e el creador
del m undo) . Acham ot es la m adre de t oda la m at eria. Debido a su origen inferior y su
caráct er indigno la m at eria es m ala. El Dem iurgo dio form a a est a m at eria; él por lo t ant o
es el verdadero creador. De él t am bién provienen las alm as de los hom bres. Por cuant o el
Dem iurgo, por m edio de Acham ot , est á relacionado con Sabiduría, est a lo cont rola desde
el Plerom a aunque él no lo sabe. Por m edio de la influencia de Sabiduría el Dem iurgo crea
hom bres en los cuales hay buenos elem ent os espirit uales. Sabiduría t am bién hace que
Jesús nazca de la virgen María. A t ravés de su vida en est a t ierra él ha revelado est e
conocim ient o a los hom bres que ha elegido, y est os a su vez lo han t ransm it ido a ot ras
generaciones de hom bres buenos. En la crucifixión el eón celest ial abandonó el cuerpo
t errenal en el cual había vivido, de m odo que el eón Jesús no fue en realidad crucificado.

Los que reciben est e conocim ient o son hom bres elegidos y al m orir serán libert ados de la
m at eria vil, incluyendo sus cuerpos. Ret ornarán ent onces al Plerom a, del cual reciben su
exist encia espirit ual. Todas las cosas m at eriales son finalm ent e ent regadas al desorden y la
dest rucción.

Est o es, en una form a sum am ent e sim plificada, el relat o de cóm o la discordia ent ró en
el Plerom a, sus efect os en la t ierra, y cóm o la arm onía original fue finalm ent e rest ablecida.
Est a fue la enseñanza del m ás grande de t odos los gnóst icos, Valent ino, un alej andrino que
enseñaba en Rom a y m urió alrededor del año 160. Era m iem bro de la iglesia, se
consideraba crist iano, y m ás que ningún ot ro gnóst ico com binó las enseñanzas crist ianas
con ideas griegas y orient ales

El sign ifica do de l le n gu a j e gr á fico gn óst ico

Debem os considerar ahora el significado de los acont ecim ient os que t uvieron lugar dent ro y
fuera del Plerom a. Nót ense los siguient es punt os:

El et erno Padre Desconocido es el origen de t oda realidad espirit ual.


De acuerdo con el pensam ient o griego y orient al, él no puede est ar conect ado con la
m at eria.
No obst ant e, por cuant o el hom bre t iene un lado espirit ual, debe exist ir alguna conexión
ent re él y el Padre Desconocido, quien es el origen de t odas las cosas espirit uales.
Est a conexión la proporcionan los eones. Cada parej a de eones es algo m ás débil que la
parej a ant erior. El últ im o de los t reint a eones es Sabiduría, quien es el m ás débil de t odos.
Sabiduría indirect am ent e vino a ser el m edio para crear el m undo. La creación del m undo
no fue el result ado de un plan divino sino de un accident e.
Est e accident e o causa no previst a de la creación fue el deseo de Sabiduría de conocer al
Padre Desconocido. Nos recuerda el pecado de Eva al t ent ar a Adán a que com iera del frut o
del árbol del conocim ient o del bien y del m al en el j ardín de Edén. En el relat o de Valent ino,

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
el pecador no era un ser hum ano sino un eón.
La m at eria del m undo proviene de Acham ot , la hij a no nat ural de Sabiduría. Est o explica el
caráct er m alo de la m at eria.
La form a y el orden del m undo vienen de Dem iurgo, el hij o de Acham ot . De él t am bién
provienen las alm as de los hom bres.
Por cuant o Dem iurgo est á en ciert o m odo cont rolado por Sabiduría, las alm as de los
hom bres que él crea t ienen dist int os grados de espirit ualidad; por ese m ot ivo algunos de
ellos pueden ser redim idos.
El eón Sabiduría es el eslabón que conect a el Plerom a t ot alm ent e espirit ual ( que procede
del Padre Desconocido) con el m undo m at erial ( que proviene de Acham ot y Dem iurgo) .

La conexión ent re el Padre Desconocido y el m undo m at erial m alo es m uy débil y dist ant e;
pero exist e. Valent ino no t iene éxit o en separar al buen Dios t ot alm ent e del origen del m al.
A nosot ros nos puede parecer est e relat o de Valent ino ext raño y fant ást ico, no así a la
gent e de su t iem po. Explicaba cóm o habían surgido el m undo y la hum anidad, por qué el
m al est á m ezclado con el bien, de dónde proceden el bien y el m al, por qué algunas
personas son m ás espirit uales que ot ras, y cóm o puede lograrse la redención. Valent ino
j unt ó im port ant es elem ent os del crist ianism o con el punt o de vist a griego acerca del
m undo. Hizo que result ara fácil para un pagano hacerse crist iano y para un crist iano el
seguir siendo pagano. Est o es lo que hizo que sus enseñanzas fueran t an peligrosas, así
com o las de ot ros gnóst icos ( de los cuales I reneo m enciona unas quince sect as) .

Gn ost icism o y cr ist ia n ism o

La iglesia por lo t ant o, rechazó el gnost icism o, part icularm ent e por las siguient es
enseñanzas:
El conocim ient o del Suprem o Dios y la com unión con él son im posibles.
La creación del m undo es la obra de un dios inferior.
El m undo de la m at eria es m alo.
El redent or no es ni Dios ni hom bre. No m urió en la cruz y no resucit ó. Parecía ser hum ano
pero no lo era en realidad ( la herej ía del docet ism o, nom bre derivado de la palabra
griega dokein que significa parecer) .
Solo algunos hom bres - aquellos que son espirit uales de nacim ient o- pueden salvarse.

No hay resurrección. El gnost icism o alcanzó su m ayor influencia durant e la segunda part e
del siglo dos; luego com enzó a declinar. Los escrit os de I reneo y Tert uliano cont ribuyeron
m ucho a que est o ocurriera. El gnost icism o provocó cam bios de gran alcance en la iglesia
pues est a no t enía una organización definida. Los obispos solo t enían aut oridad local. No
est aba aclarado si algunos de los escrit os sagrados en la iglesia poseían aut oridad
canónica. No exist ía una declaración com ún concernient e a la doct rina de la iglesia. Com o
consecuencia del peligro gnóst ico t res áreas: gobierno, canon de las Escrit uras, y el credo,
cobraron gran im port ancia.

El m a r cion ism o

Alrededor del año 140 un crist iano llam ado Marción vino a Rom a de Sinope, una ciudad
cost era en el nort e de Asia Menor. Era un acaudalado arm ador de barcos, un hom bre
profundam ent e religioso y m uy capaz desde el punt o de vist a t eológico. En Rom a vino a
caer baj o la influencia de un gnóst ico llam ado Cerdo. Según I reneo la doct rina principal de
Cerdo era que el Dios proclam ado por la ley y los profet as no era el Padre de nuest ro Señor

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Jesucrist o. Pues aquel era conocido y est e no lo es; uno era t am bién j ust o pero el ot ro
benevolent e. ( Cont ra las Herej ías, I , 27: 1)

Marción leyó el Ant iguo y Nuevo Test am ent o a la luz de su propia enseñanza. Su conexión
con el gnost icism o es clara. Ello t am bién explica su creencia de que la iglesia seguía una
religión que era fundam ent alm ent e j udía. Marción es un buen ej em plo del peligro del
gnost icism o en la iglesia. Al m ism o t iem po no es correct o llam ar a Marción sim plem ent e un
gnóst ico. Est o se evidencia en su doct rina.

El An t igu o Te st a m e n t o con t r a e l N u e vo Te st a m e nt o

En la t eología de Marción no había lugar para los com plicados m it os gnóst icos sobre los
eones que procedían de un ser divino original. Las enseñanzas de Marción en su t ot alidad
est aban basadas en el Ant iguo y el Nuevo Test am ent o. De est os dos Test am ent os, sin
em bargo, él t enía una idea peculiar que surgía de su concept o de Dios. La ley y los profet as
del Ant iguo Test am ent o para él est aban inspirados por el Dios inferior de que Cerdo
hablaba. En el Nuevo Test am ent o, por ot ro lado, Jesucrist o era la revelación del buen Padre
Desconocido.

Para Marción el Nuevo Test am ent o no present aba una enseñanza pura sobre Crist o. Est aba
influido en dem asía por ideas j udías. En consecuencia él preparó su propio Nuevo
Test am ent o, que consist ía en el evangelio de Lucas y las epíst olas de Pablo, con la
excepción de las dirigidas a Tim ot eo y a Tit o. Tam poco acept aba aquellos escrit os t al cual
eran, de m odo que los corrigió de form a ext ensa. I reneo escribe:

...Marción desm em bró las epíst olas de Pablo, sacando t odo lo que el apóst ol dice con
respect o al Dios que hizo el m undo y que a la vez es el Padre de nuest ro Señor
Jesucrist o. Tam bién elim inó los pasaj es sobre los escrit os profét icos, cit ados por el
apóst ol con el fin de m ost rarnos que ellos anunciaban de ant em ano la venida del
Señor. ( Cont ra las Herej ías, I , 27: 2)

Una revisión sim ilar la llevó a cabo en el Evangelio de Lucas. La razón por la cual Marción
eligió los libros para su canon es clara. Pablo rechaza la salvación por las obras de la ley y
pone énfasis en la salvación solam ent e por gracia. Marción hizo una dist inción bien definida
ent re el Dios inferior que creó el m undo y dio la ley y el Dios que es Padre de Jesucrist o.
Aquel es j ust o, vengador, im perfect o; com et e errores, enseña que hay que pagar oj o por
oj o y dient e por dient e. El buen Dios, por ot ro lado, enseña y pract ica la m isericordia, el
perdón, y el am or. Est os dos dioses aparecen com plet am ent e separados en las enseñanzas
de Marción, y en ningún aspect o se relacionan ent re sí. Hay una com plet a separación ent re
el Ant iguo Test am ent o y el Nuevo Test am ent o, ent re la ley y el evangelio, ent re I srael y la
iglesia. El Ant iguo Test am ent o, la ley, e I srael provienen del Dios Creador. El Nuevo
Test am ent o, el evangelio y la iglesia provienen del buen Dios, quien es el Padre de
Jesucrist o.

El Cr ist o de M a r ción

El Crist o de Marción concuerda con sus ideas sobre Dios. Apareció repent inam ent e en el
año quince del em perador Tiberio ( 29 A.D.) Vino para revelar al Dios que hast a ese
m om ent o había sido el Padre Desconocido; su cuerpo no era m at erial pero aparecía com o
t al; vino direct am ent e desde el cielo y no t enía hist oria o ascendencia hum ana. A pesar de
@2011 Logoi, I nc. 5
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
su vida buena y j ust a, el Dios- Creador hizo que lo crucificaran. Por cuant o su cuerpo no era
en realidad m at erial ( es decir de carne y hueso) , no sufrió nada. El Dios- Creador no pudo
negar que al crucificar al j ust o Crist o había quebrant ado la ley de su propio Ant iguo
Test am ent o. Para reparar est a inj ust icia, le dio a Crist o las alm as de aquellos que habían
de ser redim idos. En ciert o sent ido, por lo t ant o, Crist o com pró la salvación de esas
personas.

Ot ras part es de la enseñanza de Marción est án de acuerdo con est as ideas. La m at eria es
m ala, por consiguient e los crist ianos deberán vivir ascét icam ent e. El Mesías prom et ido en
el Ant iguo Test am ent o est á t odavía por venir. No hay segunda venida de Crist o, y no habrá
resurrección de los que han m uert o; la vida después de la m uert e en com unión con Crist o y
el buen Dios es puram ent e espirit ual. No hay lugar para la rest auración del m undo creado.

La in flu e n cia de M a r ción

Marción hizo necesario que la iglesia est udiara a fondo la relación ent re Dios el Creador y
Dios el Redent or. Así lo hicieron y declararon que el Creador y el Redent or son un m ism o
Dios. Est e es un Dios de am or y de j ust icia al m ism o t iem po, y est os at ribut os se revelan
en Jesucrist o, en quien el Dios Creador- Redent or se ha encarnado.

Marción fue excom ulgado de la iglesia rom ana. Por est a causa form ó su propia com unión,
la que t uvo m uchos seguidores en el siglo dos. El m arcionism o cont inuó decreciendo en
núm ero hast a m ás o m enos el siglo siet e, luego del cual ya no se oye m ás acerca de est a
sect a.

M on t a n ism o

El m ovim ient o llam ado m ont anism o era básicam ent e crist iano. Creían en Dios el Creador y
en Jesucrist o el Redent or, de acuerdo con la fe de la iglesia. En est e aspect o, por
consiguient e, era fundam ent alm ent e diferent e de los gnóst icos y de los m arcionist as. Sin
em bargo, era un m ovim ient o religioso que la iglesia no acept aba. La razón de ello es la
form a en que el m ont anism o ent endía la obra del Espírit u Sant o.

H ist or ia

El m ont anism o surgió en Frigia ( Asia Menor cent ral) en 156. Frigia se había hecho not ar por
su religión pagana, ext ravagant e, con pret ensiones profét icas. Ponían énfasis sobre el
" espírit u" , lo que expresaban por m edio de un est ado llam ado éxt asis. La palabra " éxt asis"
lit eralm ent e significa " est ar fuera de sí" , o sea, que una persona act úa com o si no fuera ella
m ism a. En est a condición los sacerdot es paganos podían ayunar, sufrir dolor, danzar, ver
visiones, y profet izar. Mont ano, por cuyo nom bre es conocido el m ovim ient o, había sido
uno de est os sacerdot es paganos. Al hacerse crist iano, abandonó el paganism o, pero
expresó su nueva religión usando m odalidades de su viej a religión. Para él result ó nat ural,
por lo t ant o, el énfasis sobre la obra del Espírit u Sant o. La form a en que lo hizo separó a
Mont ano de la I glesia Cat ólica. A él se unieron dos m uj eres, Maxim ila y Priscila, quienes
habían dej ado a sus m aridos para ayudarle. Al principio los m ont anist as act uaban dent ro de
la I glesia Cat ólica, pero m uy pront o sus enseñanzas los forzaron a est ablecer una iglesia
apart e.

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
D oct r ina

Mont ano enseñaba que a t ravés de él había llegado la época del Paraclet o, y que est e
hablaba por m edio del profet a Mont ano y las dos m uj eres que le ayudaban. La " nueva
profecía" era ahora una realidad. Muy pront o la Nueva Jerusalén descendería del cielo y
sería est ablecida en una ciudad cercana llam ada Pepuza. Los crist ianos debían ayunar,
dej ar sus t rabaj os t errenales, e ir a vivir en Pepuza para aguardar el fin. Al crecer el
m ont anism o se añadieron ot ras doct rinas y práct icas. Uno debía casarse solam ent e una
vez, y por ot ro lado el abandonar el m at rim onio por razones espirit uales era perm it ido.
Cada verdadero crist iano debía t ener dones espirit uales evident es. El m art irio debía ser
alent ado, y el t rat ar de escapar del m ism o era un pecado. Los t res profet as líderes -
Mont ano, y las dos m uj eres- podían perdonar pecados, así com o t am bién lo podían hacer
ot ros de una espirit ualidad elevada. Las m uj eres podían t ener cargos en la iglesia.

El m on t a n ism o y la I gle sia Ca t ólica

Es com prensible que los líderes de la iglesia se opusieran al m ont anism o. El énfasis sobre la
profecía y los dones espirit uales hacia que m uchos dudaran de sí m ism os si realm ent e eran
crist ianos. El perdón de los pecados por los t res líderes y por ot ros que t enían el Espírit u en
form a not able desagradaba m ucho a los obispos. Ellos querían m ant ener la disciplina de la
iglesia en sus propias m anos. Los m ont anist as enseñaban que era necesaria una com plet a
separación del m undo; los líderes de la iglesia querían m ant ener la iglesia t an abiert a com o
fuera posible hacia aquellos fuera de ella. A pesar de la oposición oficial, el m ont anism o se
propagó rápidam ent e. Muy pront o salió de Asia Menor y ent ró en Europa y África del nort e.
Fue recibido con agrado por m uchos que eran perseguidos com o una señal del fin. Ot ros lo
acept aron en un m om ent o en que la vida de la iglesia se est aba t ornando cada vez m ás
m undana. El m ont anism o era para ellos com o un sím bolo del ret orno a la pureza de la
com unidad crist iana prim it iva. Ent re est os est aba Tert uliano, el gran t eólogo nor- africano,
quien se hizo m ont anist a alrededor del año 207.

D e clin a ción
Para ese ent onces, cincuent a años después que Mont ano com enzara a predicar, el
m ont anism o había experim ent ado m uchos cam bios. La nueva Jerusalén no había baj ado a
la t ierra en Pepuza. La profecía había perdido m ucho de su t ono urgent e. Todavía se
esperaba un pront o fin, pero ya sin el aprem io del principio. Mont ano, Maxim ila, y Priscila
habían m uert o, y una iglesia m ont anist a, con obispos, ancianos, leyes y organización, se
había levant ado paralelam ent e a la I glesia Cat ólica.

Lo que quedó del m ont anism o prim it ivo fue la vida crist iana est rict a, el ayuno, la
separación del m undo, la confesión de Crist o en la vida diaria y el deseo de sufrir por la fe.
Est a es la clase de iglesia m ont anist a a la que se unió Tert uliano en 207. Est ablecieron un
núm ero de pequeñas iglesias pero dej aron de ser un m ovim ient o poderoso. No se
diferenciaban m ucho de los m ás est rict os grupos dent ro de la I glesia Cat ólica; en
consecuencia, ya no exist ía una razón poderosa para que se prolongara la iglesia
m ont anist a. Gradualm ent e el núm ero de sus m iem bros fue reduciéndose, a lo cual
cont ribuyó la persecución que se desat ó al final. De ahí que ent re los años 500 y 550 est a
iglesia desapareciera

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
I nflue ncia

Así com o el gnost icism o y el m arcionism o, el m ont anism o t uvo un efect o sobre la I glesia
Cat ólica: la iglesia com enzó a desalent ar las profecías y los poderes espirit uales fuera de lo
com ún. La disciplina se concent ró cada vez m ás en las m anos de los obispos. Las Escrit uras
vinieron a ser una regla eclesiást ica m ás fij a por m edio de la cual t odos los nuevos
m ovim ient os podían ser j uzgados. El m ont anism o es, por un lado, una advert encia cont ra
el abuso de los dones espirit uales en la iglesia, por ot ro, es un llam ado a la iglesia para
dej ar siem pre abiert o el cam ino al Espírit u Sant o para expresar su volunt ad dent ro de la
iglesia.

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 6 : El pode r de la t r a dición a post ólica


En el curso del siglo dos la iglesia experim ent ó cam bios que fueron no solam ent e profundos
sino t am bién perm anent es. Est os cam bios fueron el result ado de t res em ergencias que
am enazaron t ant o la unidad com o la fe de la iglesia. Est as t res em ergencias fueron la
m uert e de los apóst oles, la aparición de doct rinas falsas, y las persecuciones. Luego de
considerar la im port ancia de cada una de est as en form a breve, pasarem os a exam inar con
m ás det alle cóm o reaccionó la iglesia en cada caso.

1. La m u e r t e de los a póst ole s


Después que Jesús volvió al cielo, los apóst oles quedaron com o cabezas indiscut ibles
de la iglesia. Por t res años Jesús les había enseñado con su palabra y su ej em plo.
Habían vist o su sufrim ient o, su m uert e, su resurrección, y su ascensión a los cielos.
Fue a ellos a quienes Jesús prom et ió el Espírit u Sant o y les m andó ir por t odo el
m undo a predicar el evangelio. Fue sobre ellos y los dem ás discípulos que est aban
con ellos que el Espírit u Sant o descendió. Poco t iem po después Pablo vino a ser uno
de ellos. Por m edio de la predicación y sus escrit os t ransm it ieron fielm ent e las
enseñanzas de Jesús. Tam bién nom braron líderes locales en varias regiones. Dieron
así cont inuidad de la vida t errenal de Jesús. La unidad y el gobierno de la iglesia
surgieron de la aut oridad de los apóst oles.

Al final del siglo prim ero t odos los apóst oles habían dej ado la escena t errenal, y
m uchos de sus discípulos est aban llegando a la vej ez. ¿Qué aut oridad t om aría ahora
su lugar? ¿Cóm o podría m ant enerse la unidad de la iglesia? ¿Cóm o se preservaría la
verdad del evangelio? Al ent rar la iglesia en el segundo siglo, est as pregunt as se
t ornaban urgent es.

2. La a pa r ición de e n se ñ a n za s fa lsa s
La m uert e de los apóst oles no fue una crisis que se present ó sola. El efect o de su
part ida no se hizo claro hast a que ciert as falsas enseñanzas se int roduj eron en la
iglesia. El gnost icism o, m arcionism o, docet ism o, y m ont anism o at raj eron a m uchos
en la iglesia. ¿Quién podía ahora hacer frent e a est as nuevas enseñanzas en nom bre
de t oda la iglesia? ¿Quién podía levant ar su voz por el evangelio, no solo en est a
ciudad o aquella provincia sino a t ravés de t oda la iglesia? Est a fue la segunda crisis
que t uvo que enfrent ar la iglesia.

3. La s pe r se cu cion e s
La t ercera em ergencia fue la persecución de la iglesia por el im perio. ¿Qué podía
hacer la iglesia para enfrent ar est a prueba? ¿Cóm o podía una part e de la iglesia
ayudar a ot ra? ¿Quién podía hablar a favor de la iglesia en una región perseguida,
t ant o al gobierno com o a ot ras part es de la iglesia?

Era claro que la m uert e de los apóst oles, la aparición de doct rinas falsas, y las
persecuciones requerían una aut oridad en la iglesia que en esos m om ent os no exist ía. A
t ravés de los siglos segundo y t ercero est a aut oridad se est ableció. Surgió en t res form as
dist int as pero sin em bargo est recham ent e ligadas: el aum ent o de la aut oridad de los

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
obispos; el est ablecim ient o del canon del Nuevo Test am ent o; y el desarrollo de un credo o
declaración de fe. Es por m edio de est as m edidas que la iglesia hizo frent e a las
em ergencias de su t iem po. El m edio principal ut ilizado fue la aut oridad de la t radición
apost ólica.

La a u t or ida d de l obispo

Ya not am os ant es ( Capít ulo 3) que alrededor del año 100 el cargo de obispo m onárquico se
ej ercía con plenos poderes. I gnacio ( 110) habla del m ism o com o un cargo generalm ent e
reconocido. El m ism o era el obispo de la iglesia en Ant ioquia. En sus cart as inst aba a las
iglesias a som et erse a la aut oridad del obispo. Por ot ra part e, Clem ent e de Rom a parece no
conocer ese cargo, según lo que escribe alrededor del año 95. Para el, los obispos y los
ancianos eran, al m enos en t eoría, lo m ism o. Es m uy probable que el ej erciera el oficio de
obispo m onárquico en Rom a sin t ener el t ít ulo. Clem ent e present a una idea, sin em bargo,
que no se halla en los escrit os de I gnacio. En una cart a dirigida a la iglesia de Corint o habla
de la aut oridad de los ancianos ( obispos) com o recibida de los apóst oles:

Crist o, por consiguient e, fue enviado por Dios, y los apóst oles por Crist o... Habiendo,
por lo t ant o recibido sus órdenes... ellos salieron proclam ando que el reino de Dios
est aba cerca. Y así predicando a t ravés de países y ciudades, nom braron a los
prim eros frut os [ de sus labores] com o obispos y diáconos - habiéndolos probado
prim ero por el Espírit u- de aquellos que luego creerían. ( Prim era Cart a a los
Corint ios, 42)

Clem ent e no dij o nada de obispos m onárquicos; pero lo que dij o, sobre los oficiales de la
iglesia fue quizá m ás im port ant e que lo que I gnacio había dicho. Clem ent e escribió que los
ancianos ( obispos) y diáconos t enían aut oridad en la iglesia porque descendían
direct am ent e en la línea apost ólica. Gobernaban con la aut oridad que Crist o había dado a
los apóst oles. Habían sido nom brados por la aut oridad apost ólica y hablaban con esa
aut oridad. Habían sido nom brados u ordenados por hom bres que a su vez fueron
ordenados por los apóst oles. Est a enseñanza se conoce en la hist oria de la iglesia com o
" sucesión apost ólica" .

D os ide a s bá sica s

Est as dos ideas, el cent ralism o del obispo m onárquico ( I gnacio) y la sucesión apost ólica de
los oficiales ( Clem ent e de Rom a) , quedaron fuert em ent e ligadas poderosam ent e en la
enseñanza de un gran padre de la iglesia unos set ent a años m ás t arde. Se t rat a de I reneo,
obispo de Lyon en la Galia, cuyos escrit os ant i- gnóst icos hem os considerado en el Capít ulo
5. Fue así que con I reneo la aut oridad del obispo t om o un t rem endo auge. A t ravés de sus
enseñanzas el cargo de obispo no solo creció en im port ancia y aut oridad sino que quedó
est ablecido que t al posición y poder se debían a que hablaban y act uaban con aut oridad
apost ólica.

Est a im port ant e enseñanza de I reneo no fue sim plem ent e el result ado de sus est udios.
Surgió direct am ent e de su larga lucha con los gnóst icos. Los gnóst icos pret endían t ener
apoyo apost ólico para sus ideas. Apelaban a enseñanzas secret as de Jesús y los apóst oles,
las cuales, decían, ellos habían recibido. Fue en respuest a a est o que I reneo escribió:

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Est a en m anos de t odos, por lo t ant o, en cada iglesia, si desean conocerla verdad, el
cont em plar claram ent e la t radición de los apóst oles m anifest ada a t ravés de t odo el
m undo; y nosot ros est am os en condiciones de confiar en aquellos que fueron
const it uidos obispos en las iglesias ( y dem ost rar) la sucesión de est os hom bres hast a
nuest ro t iem po... Porque si los apóst oles hubieran conocido ciert os m ist erios
escondidos... los hubieran pasado especialm ent e a aquellos a quienes confiaban las
iglesias m ism as. Pues ellos deseaban que est os hom bres fueran m uy perfect os y sin
m ácula en t odas las cosas, ya que los dej aban com o sucesores y les ent regaban el
gobierno... ( Cont ra las herej ías, I I I , 3: 1)

La im por t a n cia de Rom a

De est e m odo los obispos vinieron a ser los int érpret es oficiales del evangelio. Ent re ellos,
aquellos obispos que est aban a cargo de iglesias donde un apóst ol había servido eran los
que t enían m ás aut oridad. De t odos ellos, el obispo de Rom a, com o sucesor de Pedro y
Pablo, era el prim ero en im port ancia. Por lo t ant o I reneo hace not ar...

...que la t radición provino de los apóst oles, de la m ás grande, la m ás ant igua, y


universalm ent e conocida de las iglesias, fundada y organizada en Rom a por los dos
m ás gloriosos apóst oles, Pedro y Pablo; com o t am bién que la fe predicada a los
hom bres llega a nuest ra época por m edio de las sucesiones de obispos. Por cuant o
es una necesidad que cada iglesia est e de acuerdo con est a iglesia a causa de su
pre- em inent e aut oridad... ( Cont ra las herej ías, I I I , 3: 2)

A est e respect o I reneo m enciona a t odos los obispos que ha servido a la iglesia en Rom a
hast a ese m om ent o. Luego prosigue:

Eleut erio t iene ahora, en el duodécim o lugar desde los apóst oles, la herencia del
episcopado. En est e orden y por m edio de est a sucesión, la t radición eclesiást ica
desde los apóst oles y la predicación de la verdad han llegado hast a nosot ros. ( Cont ra
las herej ías, I I I , 3: 3)

El not able crecim ient o de la aut oridad episcopal en el t ranscurso del siglo segundo es bien
claro. Clem ent e de Rom a reclam a la sucesión apost ólica para los oficiales de la iglesia a
fines de prim er siglo. I gnacio, si bien no hablaba de sucesión apost ólica reclam aba una
gran aut oridad para el obispo. I reneo reclam ó am bas, la sucesión y la aut oridad apost ólicas
para los obispos de su t iem po y especialm ent e para el obispo de Rom a. Más t arde la iglesia
reclam ó la sucesión y la aut oridad apost ólicas para el obispo rom ano com o descendient e
direct o de San Pedro y adem ás para t odos aquellos ( y solam ent e aquellos) obispos y
sacerdot es que reconocían la aut oridad del obispo de Rom a. Volverem os al desarrollo de
est a idea m ás t arde. Así querem os hacer not ar que com o result ado de la am enaza gnóst ica
al evangelio, la aut oridad de obispo creció considerablem ent e.

A m ediados del t ercer siglo, unos sesent a años después de lo escrit os de I reneo, Cipriano,
el obispo de Cart ago en África del nort e, aum ent ó aun m ás el poder del obispo en conexión
con las persecuciones. Enfrent ando severa oposición y crít icas, dict am inó que solo el t enía
el poder de det erm inar baj o que condiciones podía recibirse de nuevo dent ro de la iglesia a
los que habla negado la fe baj o la persecución y que luego se habían arrepent ido. El
aum ent o del poder del obispo, por lo t ant o, fue una de las form as en que la iglesia
prim it iva hizo frent e a los peligros que la acosaban.

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
El ca n on de l N u e vo Te st a m e n t o

La m uert e de los apóst oles había silenciado la voz vivient e de la aut oridad que est ablecía lo
que era el evangelio y lo que no lo era. Sus enseñanzas pervivían ahora en la t radición
hablada y escrit a. Tant o los gnóst icos com o los m arcionist as apelaron a est a t radición.
Alrededor del año 140 Marción t rat o de hacer que la t radición quedará definit ivam ent e
est ablecida. Proclam ó a Pablo com o la única y verdadera aut oridad apost ólica. La oposición
de Pablo al uso de la ley com o un m edio de salvación iba bien con la enseñanza de Marción,
com o ya hem os vist o. Marción, preparó un Nuevo Test am ent o para respaldar su t eología.
Est e fue el prim er int ent o conocido de preparar un canon del Nuevo Test am ent o. La palabra
" canon" se deriva de una palabra griega que quiere decir norm a o regla. Con el t iem po
canon vino a significar la colección de escrit os sagrados por los cuales se det erm inaba la
verdad. El hecho de que Marción preparará ese canon es significat ivo. Parecería indicar que
los crist ianos ya est aban usando ciert os libros o cart as com o docum ent os aut orit at ivos del
evangelio. Por ciert o, los padres Apost ólicos incluyen m uchas cit as, o hacen referencia a los
m ism os, de los escrit os que ahora com ponen el Nuevo Test am ent o. Sin em bargo, no había
ninguna colección de escrit os crist ianos que, com o el Ant iguo Test am ent o, se llam ara
" Escrit uras" .

Pr im e r a s cole ccion e s

En el siglo segundo surgió una colección de esa nat uraleza. En gran part e era una
respuest a a los gnóst icos y en part icular a Marción. Est a colección, que m ás t arde
const it uyó el Nuevo Test am ent o, creció gradualm ent e y en varias part es de la iglesia. Al
principio hubo en realidad varias colecciones de escrit os que con el t iem po se
t ransform aron en lo que conocem os ahora por el Nuevo Test am ent o. El orden en que las
colecciones se fueron form ando pone a los evangelios en prim er lugar, después los Hechos
y las epíst olas paulinas, y luego las epíst olas generales y el Apocalipsis. La m ayoría de los
libros act uales del Nuevo Test am ent o fueron acept ados por la iglesia en su t ot alidad en un
principio; ot ros fueron acept ados en algunos sect ores de la iglesia m ient ras que en ot ros
fueron considerados dudosos. Hubo libros que fueron solo acept ados por algunos pero
finalm ent e rechazados del t odo.

La m ás ant igua list a de libros del Nuevo Test am ent o que conocem os se encuent ra en el
fragm ent o de un m anuscrit o ant iguo conocido com o el Fragm ent o Murat orio. Fue
descubiert o en 1740 por un sabio it aliano llam ado Ludovico Murat ori. Lo encont ró en un
libro de lit erat ura t eológica crist iana del siglo oct avo. Est e fragm ent o, escrit o alrededor de
170, det alla los cuat ro evangelios, los Hechos, las epíst olas paulinas, 1 y 2 Juan, Judas, y
Apocalipsis. Hebreos, Sant iago, las dos epíst olas de Pedro, y 3 Juan no se incluyen. No
incluye t am poco el Apocalipsis de Pedro, un libro apócrifo. Ot ras colecciones, adem ás de la
m ayoría de los libros de nuest ro Nuevo Test am ent o, incluyen, según el caso, el Past or de
Herm as, la Epíst ola de Bernabé, el Didaché, el Evangelio de los Hebreos, la Sabiduría de
Salom ón, o los Hechos de Pablo.

La a u t or ida d de l ca n on

Hacia el año 200 la m ayor part e del Nuevo Test am ent o t al com o lo t enem os ahora había
sido reconocido por la iglesia com o Escrit ura canónica. Debem os not ar los siguient es
det alles de la hist oria del canon:

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
 La norm a m ás im port ant e que se aplicó para det erm inar que libros eran canónicos y
cuáles no lo eran fue su apost olicidad. Es decir, cada libro t enía que haber sido
escrit o ya sea por un apóst ol o por alguien m uy cercano a los apóst oles. Es por est a
razón que el Evangelio de Marcos - a quien se asociaba con Pedro- y el Evangelio de
Lucas - a quien se asociaba con Pablo- fueron incluidos. Por la m ism a razón, la
decisión sobre Hebreos, Sant iago, 2 Pedro, 3 Juan, Judas, y Apocalipsis se dem oró,
ya que exist ían ciert as dudas sobre su aut oría apost ólica. Por ot ro lado, libros com o
la Epíst ola de Bernabé, el Past or de Herm as, la Sabiduría de Salom ón, y ot ros fueron
rechazados por su falt a de conexión con los apóst oles.

 Fue At anasio quien en el año 367 prim ero propuso la colección t al cual exist e hoy en
día. Dos sínodos, en Hippo Regio ( 393) y Cart ago ( 397) en el nort e de África, baj o el
liderazgo de Agust ín, con igual crit erio prepararon el act ual canon del Nuevo
Test am ent o en form a oficial. La iglesia, t ant o en la región orient al com o occident al,
siguió el ej em plo africano.

 El canon llevó casi t rescient os años en form arse. Est o se debe a que los libros que
finalm ent e se aprobaban habían de ser acept ados por la iglesia unánim em ent e. El
canon no se est ableció com o result ado de la declaración oficial de At anasio o de
sínodos im port ant es. Est as declaraciones oficiales m eram ent e confirm aron que hacía
m ucho que la iglesia había acept ado est os libros com o la Palabra de Dios. Se puede
decir que t ant o la list a com o la acept ación de los libros del Nuevo Test am ent o por
part e de la iglesia se llevaron a cabo baj o la guía del Espírit u Sant o.

 En el canon la iglesia t enía una base firm e para su fe y su predicación. Era


aut orit at ivo por su caráct er apost ólico. Era duradero porque el Espírit u Sant o,
hablando por m edio de la iglesia en su t ot alidad y por un largo periodo, dio
t est im onio de su realidad y suficiencia espirit ual.

En la necesidad de una nueva aut oridad después de la part ida de los apóst oles, la iglesia
buscó est ablecer norm as claras para que t odos los hom bres pudieran conocer la verdad. En
el caso de la aut oridad de los obispos, la norm a era su relación con los apóst oles por m edio
de una ordenación lícit a. En el caso de la aut oridad de los escrit os sagrados, la norm a fue
la aut oría apost ólica o de un escrit or est recham ent e relacionado con uno de los apóst oles.
La t ercera form a por la cual el poder de la t radición apost ólica se m anifest ó fue por m edio
de la declaración de los prim eros credos. Debem os finalm ent e considerar est e últ im o paso
en el est ablecim ient o de la t riple aut oridad de la iglesia prim it iva.

El Cr e do de los Apóst ole s

Est a palabra viene del lat ín y significa " yo creo" . En el lenguaj e de la iglesia, un credo es
una declaración de sus creencias. El credo m ás ant iguo que se usa corrient em ent e en la
iglesia crist iana hoy en día es el Credo de los Apóst oles; est e se preparó m ucho después de
la m uert e de los apóst oles. No se escribió de una sola vez, sino que gradualm ent e creció
hast a llegar a su cont enido act ual. Se le llam a el Credo de los Apóst oles debido a que
expresa fielm ent e las enseñanzas esenciales de los apóst oles. En est a sección deseam os
considerar prim ero com o se preparó y por que se preparó.

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Or ige n de l Cr e do Apost ólico

Exist en en el Nuevo Test am ent o una cant idad de afirm aciones de fe o cort os " credos" . Son
t an cort os que result a fácil pasarlos por alt o. Se usaron en conexión con la predicación en
público, en baut ism os, y en reuniones de adoración. Unos pocos ej em plos son:

 Hechos 8: 37: " Creo que Jesucrist o es el Hij o de Dios" .


 Hechos 16: 31: " Cree en el Señor Jesucrist o, y serás salvo..." .
 Rom anos 10: 9: " ...si confesares con t u boca que Jesús es el Señor, y creyeres en t u
corazón que Dios le levant ó de los m uert os, serás salvo."
 1 Corint ios 15: 3- 4: " Porque prim eram ent e os he enseñado lo que asim ism o recibí:
Que Crist o m urió por nuest ros pecados, conform e a las Escrit uras; y que fue
sepult ado, y que resucit ó al t ercer día, conform e a las Escrit uras..." .
 Filipenses 2: 10- 11: " ...para que en el nom bre de Jesús se doble t oda rodilla de los
que est án en los cielos, y en la t ierra, y debaj o de la t ierra; y t oda lengua confiese
que Jesucrist o es el Señor, para gloria de Dios Padre."
 1 Tim ot eo 3: 16: " ...Dios fue m anifest ado en carne, j ust ificado en el Espírit u, vist o de
los ángeles, predicado a os gent iles, creído en el m undo, recibido arriba en gloria."
 2 Tim ot eo 2: 8: " Acuérdat e de Jesucrist o, del linaj e de David, resucit ado de los
m uert os..." .
 1 Juan 5: 1: " Todo aquel que cree que Jesús es el Crist o, es nacido de Dios..." .

Todos est os, debe not arse, solo confiesan al Señor Jesucrist o. No hay ninguna referencia en
est as confesiones de fe al Padre o al Espírit u Sant o com o suj et os a quienes se confiesa. En
un grupo m ucho m enor de " credos" en el Nuevo Test am ent o, se confiesa a Dios o Dios el
Padre. El m ás not able es:

1 Corint ios 8: 6: " ...para nosot ros, sin em bargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual
proceden t odas las cosas, y nosot ros som os para él; y un Señor Jesucrist o, por
m edio del cual son t odas las cosas y nosot ros por m edio de él."

Ot ras confesiones con una doble referencia son:

 1 Tim ot eo 2: 5- 6: " Porque hay un solo Dios, y un solo m ediador ent re Dios y los
hom bres, Jesucrist o hom bre, el cual se dio así m ism o en rescat e por t odos..." .
 1 Tim ot eo 6: 13- 14: " Te m ando delant e de Dios, que da vida a t odas las cosas, y de
Jesucrist o, que dio t est im onio de la buena profesión delant e de Poncio Pilat o, que
guardes el m andam ient o sin m ácula ni reprensión, hast a la aparición de nuest ro
Señor Jesucrist o..." .

Finalm ent e, un t ercer grupo incluye t odas las personas de la Trinidad. En est e el m ás
not able es:

Mat eo 28: 19: " Por t ant o, id, y haced discípulos a t odas las naciones, baut izándolos
en el nom bre del Padre, y del Hij o, y del Espírit u Sant o.

Ot ros:

 2 Corint ios 13: 14: " La gracia del Señor Jesucrist o, el am or de Dios, y la com unión
del Espírit u Sant o sean con t odos vosot ros."
@2011 Logoi, I nc. 6
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
 Efesios 4: 46: " ...un cuerpo, y un Espírit u, com o fuist eis t am bién llam ados en una
m ism a esperanza de vuest ra vocación; un Señor, una fe, un baut ism o, un Dios y
Padre de t odos, el cual es sobre t odos, y por t odos, y en t odos."

Cr e cim ie n t o de l Cr e do de los Apóst ole s

En est os t res grupos de confesiones se aprecia una progresión not able desde una única
referencia a Crist o, luego a Dios y a Crist o, y finalm ent e al Padre, Hij o, y el Espírit u Sant o.
Los baut ism os relat ados en los Hechos eran t odos realizados en el nom bre de Jesús
solam ent e. Era est a confesión la que dist inguía a los crist ianos de los j udíos. La fe en Dios
se daba por sent ado y no había necesidad de una confesión especial. A m edida que el
evangelio se ext endía ent re los gent iles, el nom bre de Dios, especialm ent e com o creador,
se añadió. En 1 Corint ios 8: 6, com o indica el cont ext o, la adición de Dios el Padre se hizo
en conexión con el polit eísm o. Más t arde, la confesión al t rino Dios se com plet ó con la
adición del Espírit u Sant o. Mient ras t ant o el énfasis al aum ent ar las t res part es del credo
est aba sobre la segunda persona, Jesucrist o. Originalm ent e el art ículo referent e a
Jesucrist o había sido el único. Est e aspect o ha sido ret enido en el desarrollo del credo. La
part e cent ral y m ás ext ensa del Credo de los Apóst oles es la que t rat a sobre el Hij o.

Alrededor del año 200 el candidat o para el baut ism o cont est aba las siguient es pregunt as
ant es de ser baut izado:
—¡Crees en Dios, Padre Todopoderoso?
—Sí, creo.
—¡Crees en Jesucrist o, el Hij o de Dios, quien nació del Espírit u Sant o y de María la virgen,
que fue crucificado baj o Poncio Pilat o, y m urió, y se levant ó de nuevo al t ercer día vivo de
ent re los m uert os, y ascendió al cielo, y se sent ó a la diest ra del Padre, y vendrá a j uzgar a
los vivos y a los m uert os?
—Sí, creo.
—¡Crees en el Espírit u Sant o, la sant a iglesia, y la resurrección de la carne?
—Sí, creo.

Est a m anera de exam inar al candidat o com enzó en Rom a. Al correr del t iem po, las
pregunt as dieron lugar a una afirm ación o declaración. El com ienzo del Credo de los
Apóst oles se encuent ra en est e desarrollo. Por m ucho t iem po el credo que surgió de est a
m anera fue conocido com o el Credo Rom ano. A m edida que ello se hizo necesario ot ras
creencias fueron añadidas. El Credo de los Apóst oles, t al com o lo conocem os hoy en día,
dat a de alrededor del siglo quint o.

La s r a zon e s pa r a la r e da cción de l Cr e do de los Apóst ole s

Las pregunt as que se hacían ant es del baut ism o, com o se vio m ás arriba, eran un cort o
resum en de la inst rucción que previam ent e había recibido el candidat o. El aum ent o de
est as pregunt as y su t ransform ación en una afirm ación o declaración de fe fue provocado
por una im port ant e razón. El aum ent o en la aut oridad de los obispos y la acept ación de
ciert os libros com o Escrit ura no era suficient e para refut ar a los gnóst icos y a ot ros herej es.
Est os pret endían poseer inst rucción secret a o apost ólica. Tam bién com enzaron a usar los
libros sagrados para enseñar sus propias doct rinas. El Credo Rom ano, m ás t arde el de los
Apóst oles, hizo est o difícil o im posible. Si bien la expresión " Creador de los cielos y la
t ierra" no fue añadida hast a m ás t arde, t ant o I reneo com o Tert uliano ent endían que la
expresión " Dios Padre Todopoderoso" quería decir precisam ent e eso. Est a confesión, así

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
com o la confesión de que Crist o había venido en la carne, que había sido crucificado, que
había m uert o y resucit ado al t ercer día, at acaba al gnost icism o de raíz.

De ese m odo, las breves confesiones de Crist o hechas en el baut ism o se t ransform aron en
confesiones m ás ext ensas. Luego se t ransform aron en pregunt as hechas a los candidat os al
baut ism o. Más t arde aun, las pregunt as se hicieron declaraciones de fe, y las declaraciones
de fe se t ornaron en credos oficiales. El credo m as im port ant e, m as acept ado
universalm ent e, y que m ás ha perdurado es el que se conoce com o el Credo de los
Apóst oles. Est ablece brevem ent e pero con claridad lo que los apóst oles enseñaran acerca
del Padre, el Hij o, y el Espírit u Sant o.

Con clu sión

A m ediados del siglo t ercero, por consiguient e, se había operado un gran cam bio en la
form a ext erior de la iglesia. En la época de los apóst oles no hubo ot ra prueba de fe que la
acept ación de Jesucrist o com o Señor y Salvador. La iglesia no t enía m ayor organización
apart e de las congregaciones locales pues los apóst oles por m edio de su conocim ient o y
aut oridad habían m ant enido la iglesia unida. Hacia el año 250 ya la iglesia est aba
firm em ent e organizada en cada región del im perio, con un obispo a la cabeza de las
iglesias de la ciudad o el regist ro. Un canon del Nuevo Test am ent o est ablecía la list a de las
Escrit uras aut orit at ivas. Un credo universalm ent e reconocido enseñaba com o debían
int erpret arse las Escrit uras. Todo est o se apoyaba firm em ent e en la aut oridad apost ólica;
los obispos regían por sucesión apost ólica; el canon consist ía en los escrit os apost ólicos; y
el credo present aba la enseñanza apost ólica. Fue de est e m odo que la iglesia em ergió de la
lucha con el gnost icism o, el m arcionism o, y el m ont anism o. Y de est e m odo t am bién hizo
frent e al difícil cam ino que t enía por delant e.

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 7 : Tr e s ciu da de s: Rom a , Ca r t a go y Ale j a n dr ía


Desde el com ienzo de la iglesia, sus principales lugares de reunión se encont raban en las
ciudades. El prim er cent ro fue en Jerusalén; de allí se ext endió dent ro de Palest ina a
Sam aria, Jope, y Cesárea. Fuera de Palest ina se ext endió hacia el oest e desde su base
urbana en Ant ioquia, y halló acogida en m uchas de las ciudades de Asia Menor, de las
cuales la m ás im port ant e era Éfeso. Luego de cruzar el m ar Egeo, sus m isioneros
est ablecieron iglesias en Macedonia, Acaya, e I t alia, especialm ent e en las ciudades de
Filipos, Tesalónica, Corint o, y Rom a. I gnacio, durant e su viaj e a Rom a, donde había de
sufrir el m art irio, escribió seis de sus siet e cart as a iglesias urbanas, la sépt im a al obispo de
una de ellas. Algo m ás t arde, se desarrolló en África un crist ianism o florecient e en
Alej andría y Cart ago. Al nort e y al est e de Palest ina los cent ros principales eran Dam asco,
Edessa, y Arbela. En los prim eros siglos, pues, la iglesia crist iana t uvo un caráct er
alt am ent e urbano.

Ello no quiere decir que se descuidaran las zonas rurales. Pedro y Juan, en su cam ino de
regreso de Sam aria a Jerusalén, predicaron el evangelio " en m uchas poblaciones de los
sam arit anos" ( Hch 8: 25) . Pablo alabó a los t esalonicenses " porque part iendo de vosot ros
ha sido divulgada la palabra del Señor, no solo en Macedonia y Acaya, sino que t am bién en
t odo lugar vuest ra fe en Dios se ha ext endido" ( 1 Tes 1: 8) . Más t arde el cargo de obispo
rural t om o increm ent o en m uchas zonas. Sin em bargo, el im pact o del t est im onio y el auge
de la iglesia se hacían sent ir en las ciudades. De allí el evangelio llegó a las zonas
suburbanas que las rodeaban.

Fue nat ural que las iglesias urbanas se convirt ieran en focos de orient ación, com o ocurrió
precisam ent e durant e los siglos segundo y t ercero. Hem os vist o que al principio las iglesias
est aban conect adas ent re sí solo m uy débilm ent e; t enían una fe com ún pero no una
organización o cent ro com ún. La m uert e de los apóst oles y la aparición de herej ías y
persecuciones cam biaron est a sit uación. La iglesia se desarrolló en cuat ro regiones, cada
una con su sede eclesiást ica en una ciudad principal: en el oest e, Rom a; en el est e Éfeso,
en Egipt o, Alej andría; y en África del nort e, Cart ago. Con el t iem po, Const ant inopla eclipsó
a Éfeso, Alej andría, y Cart ago. Ant ioquia, en Siria, llegó t am bién a ser una iglesia de
prim era línea. Jerusalén t uvo el honor de sit uarse ent re est as iglesias, pero nunca pudo
ej ercer el m ism o poder. Es t rist e not ar que hoy, de t odas est as ciudades crist ianas del
com ienzo, solo Rom a perm anece com o un cent ro eclesiást ico crist iano. Todas las ot ras, con
la excepción de Jerusalén, que es ahora j udía, se han t ornado m ahom et anas.

Durant e los siglos segundo y t ercero las t res ciudades m ás influyent es en la iglesia fueron
Rom a, Cart ago, y Alej andría. Cada una t enía sus caract eríst icas especiales y cont ribuyó de
acuerdo con ello a la vida de la iglesia. Rom a era lat ina ( it aliana) y la capit al del im perio.
Cart ago era la ciudad principal de la colonia rom ana en África; de t odas las ciudades
occident ales del im perio seguía a Rom a en población y riquezas. Alej andría era griega y el
cent ro int elect ual del im perio. Conviene not ar brevem ent e el caráct er de la iglesia en cada
uno de est os im port ant es cent ros.

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Rom a

A m ediados del siglo t ercero de la era crist iana, la ciudad de Rom a t enía ya m il años. Era la
capit al del im perio m ás grande en la hist oria de la hum anidad. El ant iguo proverbio " t odos
los cam inos conducen a Rom a" era lit eralm ent e ciert o. Dent ro de est e gran im perio, ot ro
im perio había sido im plant ado y crecía incesant em ent e. Era el reino de nuest ro Señor y
Salvador Jesucrist o, un reino en est e m undo pero que no era de est e m undo. Est e reino no
t enía una ciudad capit al t errenal, pero t enía en cam bio un cent ro t errenal en ciert os
aspect os m uy im port ant es. Est e cent ro era la iglesia crist iana en la ciudad de Rom a. Al
paso de los años su influencia en asunt os eclesiást icos y espirit uales se hizo cada vez
m ayor; aun en asunt os m undanos esa influencia se hacía sent ir. En el año 250 el
em perador Decio, que perseguía a los crist ianos, dij o que prefería t ener en Rom a a un
em perador rival y no a un obispo crist iano. A est a iglesia se refería I reneo al llam arla " la
m ás grande y universalm ent e conocida, fundada y est ablecida en Rom a por los gloriosos
apóst oles Pedro y Pablo" . ¿Qué había en la iglesia rom ana que hast a sus enem igos
reconocían su poderío?

El ca r á ct e r de la igle sia r om a n a

No se sabe con exact it ud cuándo llegó a Rom a el crist ianism o. Pero se cree que ya hacia el
año 49 había un t est im onio crist iano en Rom a. Pablo escribió su cart a a los rom anos en el
año 58 o 59. Ent re los años 64 y 68 llevó adelant e Nerón su persecución de los creyent es,
que en ese ent onces ya eran num erosos. Tant o Pedro com o Pablo perdieron sus vidas en
esa persecución. Los crist ianos, profundam ent e im presionados desde un principio por la
t radición apost ólica, no podían por m enos que t ener en alt a est im a a la iglesia en esa
ciudad donde dos de sus apóst oles m ás renom brados habían sufrido el m art irio.
Recordaban que de uno de ellos Jesús había dicho: " Tu eres Pedro, y sobre est a roca
edificare m i iglesia; y las puert as del Hades no prevalecerán cont ra ella. Y a t i t e daré las
llaves del reino de los cielos; y t odo lo que at ares en la t ierra será at ado en los cielos; y
t odo lo que desat ares en la t ierra será desat ado en los cielos" ( Mt 16: 18- 19) .

La iglesia en Rom a era no solo crist iana sino en esencia rom ana. Sus m iem bros, y
especialm ent e sus líderes, pusieron al servicio de Crist o aquellas cualidades que habían
hecho grande a Rom a. Est as cualidades eran especialm ent e la disciplina m oral, el respet o a
la aut oridad, la m ent alidad j udicial, la habilidad para organizar, y el buen crit erio. El
rom ano no era inclinado a la filosofía; pero sin em bargo podía j uzgar con un crit erio
correct o y claro. Tam bién era m uy hábil, en realidad un expert o, en lograr la unidad ent re
diversos grupos. Fue est a com binación de sent ido com ún y habilidad para m ant ener la
unidad en m edio de grupos het erogéneos lo que dio t an larga vida al im perio. Por ello no
deben sorprendernos dos hechos: uno, que Rom a no produj era ningún gran t eólogo, y el
ot ro, que Rom a sirviera vez t ras vez com o árbit ro capaz en disput as t eológicas ent re ot ras
iglesias im port ant es.

La a u t or ida d de Rom a

La hist oria de la iglesia rom ana es, en ciert o sent ido, la hist oria de sus obispos. Est o se
debe a la inseparable relación que la iglesia prim it iva veía ent re el obispo y la aut oridad
apost ólica. Est a relación t enía un doble significado en vist a de la conexión de Pedro y Pablo
con la iglesia rom ana. Adem ás, el hecho de que est uviera sit uada en la hist órica capit al del
im perio im part ía a sus obispos aun m ayor dignidad y prest igio.
@2011 Logoi, I nc. 2
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
La prim era indicación de la aut oridad espirit ual y eclesiást ica ej ercida por Rom a sobre ot ras
iglesias es la cart a de Clem ent e de Rom a a la iglesia en Corint o en el año 95. Si bien la
iglesia rom ana no t enía un obispo oficial en esa época, Clem ent e era sin duda su vocero.
Com o t al, no t it ubeó en reprender a aquellos que habían depuest o a los ancianos de
Corint o sin una razón valedera ( véase el Capít ulo 3, en la sección Doct rina) . Unos veint e
años m ás t arde, en cam ino hacia Rom a para ser ej ecut ado, I gnacio ant icipaba con un
sent im ient o de exalt ación el m art irio que le esperaba. En ese ent onces escribió a la iglesia
rom ana y les pidió que no t rat aran de evit arle el m art irio. Posiblem ent e él se daba cuent a
de lo influyent e que era la iglesia de Rom a. Si hubieran realm ent e t rat ado de salvarlo, es
probable que lo hubieran logrado. Ot ra indicación del prest igio de Rom a es la influencia
de El past or escrit o por Herm as alrededor del año 140. Era un escrit o im port ant e por su
cont enido; pero había ot ra razón de su popularidad. Con t oda probabilidad Herm as era
herm ano de Pío, quien era obispo de Rom a en ese ent onces. Esa circunst ancia añadió valor
al cont enido del libro.

La con t r ove r sia " Cu a r t ode cim a n a "

La m ás im port ant e indicación de la aut oridad que la iglesia rom ana ej ercía al principio
aparece en conexión con la cont roversia de Sem ana Sant a. Est a disput a se conoce en la
hist oria de la iglesia com o la Cont roversia " Cuart odecim ana" ( la palabra
lat ina quart odecim us significa decim ocuart o) . Se refería al día de la sem ana en el cual
debía conm em orarse la m uert e del Señor. El debat e t enía que ver con la cost um bre de la
m ayor part e de la iglesia guiada por Rom a y la de las iglesias en Asia Menor guiadas por
Éfeso. Es evident e por el Evangelio de Juan que Jesús fue crucificado el viernes de la
sem ana de la pascua j udía. Se cree que est e viernes fue el día cat orce del m es de Nisán, el
prim er m es del calendario j udío. La iglesia en el Asia Menor, influida en part e por la
cost um bre j udía, conm em oraba la m uert e de Crist o com o la del cordero pascual sacrificado
por los pecadores, y por lo t ant o lo hacia en el día cat orce del m es lunar, sin t ener en
cuent a el día sem anal. El rest o de la iglesia celebraba la resurrección el prim er día de la
sem ana, y por lo t ant o conm em oraba la m uert e de Crist o el viernes que precedía al
dom ingo.

Am bas secciones de la iglesia querían que la ot ra acept ara su cost um bre. Si se m ant enían
las dos m odalidades, Asia Menor una vez cada siet e años celebraría la m uert e de Crist o en
el m ism o dom ingo en que las dem ás iglesias conm em oraban la resurrección. En Rom a est e
era un problem a serio, pues m uchos crist ianos de Asia vivían perm anent em ent e en la
ciudad. Por esa razón, el Viernes Sant o y el Dom ingo de Resurrección a veces se
celebraban al m ism o t iem po. En el año 153, Policarpo, obispo de Esm irna, t rat ó de
persuadir al obispo Anicet o de Rom a a que acept ara la cost um bre asiát ica. Apeló a la
t radición asiát ica com o recibida del m ism o apóst ol Juan; por su part e, Anicet o hizo
referencia a la t radición rom ana com o recibida de Pedro y Pablo. No pudieron llegar a un
acuerdo, pero se separaron en form a am ist osa luego que Policarpo hubo adm inist rado la
sant a com unión com o huésped de Anicet o en Rom a. Est e desacuerdo m ost ró, sin em bargo,
que no t odos los problem as podían ser decididos basándose en el ej em plo o t radición
apost ólica.

Cuarent a años m ás t arde, est a cuest ión t om o un cariz m ás serio. Víct or, obispo de Rom a,
pidió a Polícrat es, obispo de Éfeso que obt uviera el consent im ient o de t odos los obispos
asiát icos para seguir la cost um bre rom ana. Est os, con Polícrat es a la cabeza, se negaron.
Víct or había apelado a su aut oridad apost ólica y por su part e Polícrat es apeló al ej em plo

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
apost ólico de Juan. En consecuencia, Víct or am enazó con excom ulgar a las iglesias
asiát icas. Todas est as expresaron su desagrado por la acción agresiva de Víct or. I reneo le
escribió pidiéndole que no provoque la rot ura de relaciones con las iglesias asiát icas. Víct or
no llevó adelant e su am enaza pero dej ó bien sent ada la aut oridad y las pret ensiones de
Rom a. En el curso de est a disput a, ganó el apoyo de los sínodos en las iglesias, con
excepción de Asia Menor. Est o m ost raba el poder de Rom a, aun cuando no pudo obligar a
Asia a obedecerle. Por ot ra part e, la disput a m ost ró que la regla de la apost olicidad no
siem pre podía aplicarse. No obst ant e, la influencia de Rom a, siem pre grande, cont inuó
creciendo. ( Más adelant e verem os que en m uchos casos de disput as y desacuerdos en la
iglesia generalm ent e el dict am en de Rom a fue decisivo.)

Ca r t a go

En el siglo t ercero Cart ago era la ciudad m ás im port ant e e influyent e de la provincia
rom ana de África. Su hist oria era aun m ás ant igua que la de Rom a. Cart ago había sido
fundada por los colonizadores fenicios alrededor del año 800 A.C. Creció en t am año y
prosperidad, subyugando a la población indígena berebere. Hacia el año 270 A.C. los
int ereses de Rom a y Cart ago est aban en pugna, lo que t raj o com o consecuencia las t res
guerras púnicas en las cuales Rom a salió t ot alm ent e vict oriosa. En 146, al final de la últ im a
de est as guerras, Cart ago fue dest ruida com plet am ent e. Durant e el reinado de August o
César ( 27 A.C.- 14 A.D.) Cart ago fue organizada com o una provincia rom ana, y de allí en
adelant e rápidam ent e recobró su puj anza y volvió a ser una gran ciudad. Hacia el año 200
A.D. t enía una población y riquezas casi iguales a Rom a. La población de Cart ago y de la
región circundant e consist ía principalm ent e en t res grupos: los bereberes, en su m ayoría
agricult ores y obreros; los fenicios o púnicos, que form aban la clase m edia; y los rom anos,
quienes eran los dueños de la propiedad y de grandes em presas com erciales, y form aban
así la clase alt a. Se hablaban t res idiom as: berberisco, púnico, y lat ín.

Cr e cim ie n t o de la igle sia ca r t a gin e n se

Lo m ism o que en el caso de Rom a, no se sabe exact am ent e com o ni cuando llegó el
crist ianism o a Cart ago y África del nort e. Nuest ro conocim ient o sobre el crist ianism o en
Cart ago dat a del año 180, pues ya en ese ent onces exist ía una iglesia num erosa. Los
creyent es eran m ayorm ent e del ala rom ana, seguidos del grupo púnico, que est aba
asociado com ercialm ent e o en alguna ot ra form a con los rom anos. Ent re el rest o de la
población púnica y ent re los bereberes la fe crist iana apenas se conocía. Por lo t ant o el
crist ianism o no solam ent e era predom inant em ent e urbano sino t am bién lat ino. La Biblia no
había sido t raducida al púnico y m ucho m enos al berberisco. Muy poca evangelización t enía
lugar ent re los púnicos m ás pobres o ent re los indígenas bereberes. Est a es la sit uación que
hallam os al descubrir por prim era vez en la hist oria el crist ianism o cart aginense. Com o
verem os, est a relación ent re el crist ianism o y el pueblo perm aneció com o caract eríst ica de
la iglesia del África del nort e.

Result a, pues, sorprendent e que la población crist iana de África del nort e fuera m ayor que
la de ninguna ot ra part e del im perio, con la excepción de Asia Menor. El caráct er de la
gent e t uvo m ucho que ver con est o; una vez convert idos, la m ayoría eran fieles hast a el
fin. Es así que el prim er relat o que nos llega de la iglesia africana es el del m art irio de siet e
hom bres y cinco m uj eres de la ciudad de Escilia en Num idia, t odos con nom bres lat inos,
que fueron ej ecut ados en Cart ago por causa del evangelio. Cuando el m ont anism o perdió
fuerza en Asia Menor, halló acogida en África del nort e. Allí su especial at racción no era el

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
énfasis sobre el Espírit u Sant o y la profecía sino m ás bien sus práct icas de aut odisciplina y
ascet ism o. Su seguidor m as dist inguido fue Tert uliano, el t eólogo que ya se ha m encionado
ant es.

África del nort e produj o t res figuras eclesiást icas verdaderam ent e not ables: Tert uliano,
quien m urió en 220; Cipriano, que m urió en 258; y Agust ín, que m urió en 430. Tert uliano y
Cipriano vivieron durant e el periodo que t rat am os ahora. A Agust ín lo encont rarem os m ás
t arde.

Te r t u lia n o

Nació en Cart ago alrededor del año 150. Su padre fue un cent urión rom ano que dio a su
hij o la m ej or educación posible en aquellos días. Se preparó en la escuela en griego y en
lat ín. Est udió leyes y llegó a ser uno de los abogados m ás ilust res de Rom a. Alrededor del
año 193 se hizo crist iano ( las circunst ancias de su conversión son desconocidas) , y desde
ese m om ent o se dio com plet am ent e a la defensa y la propagación del evangelio. Est o lo
hizo no sirviendo dent ro de la iglesia sino por m edio de su plum a. Com o consecuencia de
su est rict o adiest ram ient o en el hogar y su cont inua aut odisciplina, se sint ió at raído por el
m ont anism o. Para él, lo que m ás le llam aba la at ención era el ascet ism o de est e grupo y su
desprecio de la m undanalidad. Tert uliano est aba profundam ent e apenado por la condición
espirit ual en que veía a la crist iandad a su alrededor. Est o finalm ent e le llevó a dej ar la
iglesia cat ólica y a unirse a la iglesia m ont anist a, de la cual fue m iem bro hast a su m uert e
en el año 220.

A Tert uliano se le recuerda exclusivam ent e por sus escrit os, pues est os t uvieron gran
influencia t ant o durant e su vida com o m ás t arde. Un sinnúm ero de cualidades hicieron de
él el gran pensador religioso que era; t enía una m ent e brillant e; su vida era de una m oral
est rict a; y su conversión fue t ot al, que lo llevó a renunciar a una carrera prom isoria en el
ej ercicio de la abogacía. Escogió ant es hacerse m iem bro de una m inoría religiosa m uchas
veces perseguida, prim ero en la iglesia cat ólica y luego en la iglesia m ont anist a. Su
adiest ram ient o legal agudizó su m ent e brillant e, y pront o dom ino las Escrit uras y t oda la
t eología que hast a ese m om ent o se había escrit o. Era t am bién un filósofo com pet ent e;
conocía la lit erat ura y la cult ura rom anas; escribía y hablaba t an fácilm ent e el griego com o
el lat ín, y su conocim ient o de la hist oria era ext enso y exact o. Desde t odo punt o de vist a
est aba bien equipado para la t area que había elegido de defender y propagar el evangelio.
Los escrit os de Tert uliano pueden dividirse en t res grupos principales:

 Defensa del crist ianism o: cont ra los j udíos, paganos, gnóst icos, m arcionist as, y el
gobierno rom ano.
 Enseñanza del crist ianism o: asunt os doct rinales y eclesiást icos, t ales com o el
baut ism o, la persona de Crist o, la penit encia, la resurrección.
 Pract ica del crist ianism o: asunt os m orales com o la virginidad, vest im ent a,
m onogam ia, cast idad, ayuno, espect áculos públicos.

La obra m ás not able dent ro del prim er grupo es la Apología, o defensa del crist ianism o
cont ra la persecución del est ado rom ano. En ella vem os com o su aguda m ent e legal y
t eológica viene en ayuda de la iglesia, proporcionando adem ás una clara ilust ración de la
vida de la iglesia y de la sociedad rom ana de su t iem po. Ent re sus obras de enseñanza, una
de las que m ás ha perdurado es el libro dirigido a Praxeas. En el m ism o expone cuál es la

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
relación ent re el Padre y el Hij o, un asunt o que en aquel ent onces era m ot ivo de m ucho
debat e. ( Las ideas de Tert uliano sobre est a relación se t rat arán en el Capít ulo 9) .

Ent re las obras sobre la práct ica del crist ianism o resalt an sus ideas sobre la penit encia.
Tert uliano era firm e, severo, y no adm it ía com ponendas. Las cit as de Tert uliano en el
Capít ulo 3 nos dicen t ant o acerca de él m ism o com o de la penit encia. Todas las cosas las
veía desde el punt o de vist a de correct o o incorrect o, sí o no, derecho o t orcido, luz u
oscuridad. Por lo t ant o, ningún crist iano podía ser soldado ni t ener un puest o en el
gobierno; el arrepent im ient o debía ser público y hum illant e; est aba m al huir de la
persecución; podía solo haber un arrepent im ient o después del baut ism o. ¿Qué t enía que
ver Jerusalén, la ciudad de Dios, con At enas, la ciudad de los filósofos? Por nat uraleza
Tert uliano era incapaz de ver que el deber crist iano no siem pre es una línea derecha o una
elección clara. No obst ant e, en un m om ent o en que la iglesia necesit aba un ej em plo de
coraj e, una dirección clara y la obediencia leal a Dios y a su causa, Tert uliano habló
poderosas palabras de fort aleza, int repidez, y sabiduría.

Cipr ia n o

Cipriano, el obispo de Cart ago desde 248 a 258, es el segundo gran líder crist iano
cart aginés. Nació alrededor del año 200 en el seno de una acaudalada fam ilia rom ana. Lo
m ism o que Tert uliano, recibió la m ej or inst rucción disponible, y t am bién llegó a ser
abogado. En 246 se convirt ió y se dio a sí m ism o sin reservas al servicio de la iglesia. Dos
años m ás t arde, el pueblo crist iano de Cart ago lo aclam ó obispo, y una asam blea de
obispos lo colocó en su cargo.

Su rápido ascenso al prim er lugar de la iglesia le causó m ucha aflicción por el rest o de sus
diez años de vida. Novat o, uno de los principales presbít eros, est aba envidioso por haber
sido pasado por alt o en favor de un recién llegado. Se opuso a Cipriano en un problem a
que m uy pront o surgió en la iglesia de África del nort e. Se t rat aba del caso de aquellos que
habían negado la fe crist iana baj o la persecución que en el año 250 cayó sobre la iglesia
por obra del em perador Decio.

En el Capít ulo 4 vim os que las persecuciones sufridas por la iglesia pueden dividirse en dos
periodos: el periodo de las persecuciones locales, desde Nerón en el año 64 hast a Decio en
el 250, y el periodo de persecución general a t ravés del im perio, años 250 al 313, el cual
com enzó con Decio y t erm inó con Const ant ino. Cipriano era obispo de Cart ago durant e los
prim eros nueve años de est e segundo periodo.

Por m ás de t reint a años no había ocurrido ninguna persecución en África del nort e; el
convert irse a la fe crist iana parecía " seguro" . Adem ás, el crist ianism o era m ayorm ent e
rom ano, y los rom anos ocupaban posiciones de riqueza y poder. Est o, sin duda, llevó a
m uchos que no eran rom anos a t ransform arse en m iem bros de la iglesia por conveniencia
social y para progresar en sus profesiones. Fue así que cuando vino la persecución, m uchos
negaron al Señor cuyo nom bre habían confesado. A t ravés de t odo el im perio se est ableció
que t odos los ciudadanos debían sacrificar a los dioses. Cuando una persona así lo había
hecho recibía un libellus o cert ificado. El que no podía m ost rar est e cert ificado cuando el
gobierno lo requería era arrest ado y ej ecut ado si se rehusaba a sacrificar. Algunos
crist ianos obt uvieron cert ificados sin sacrificar sobornando a las aut oridades que los
em it ían. Ot ros ofrecieron sacrificio para obt ener los cert ificados sin haber sido forzados a
ello. Un t ercer grupo se doblegó ant e la t ort ura. Finalm ent e hubo un cuart o grupo que

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
perm aneció firm e; a pesar de las am enazas, del encarcelam ient o, y las t ort uras,
m ant uvieron su confesión de fe en Crist o y se negaron a ofrecer sacrificios. Est os crist ianos
fueron llam ados " confesores" . A t odos los ot ros que habían sacrificado se les prohibió t om ar
part e en el sacram ent o de la com unión.

La r e gla de Cipr ia n o

Cuando la persecución am ainó, m uchos se arrepint ieron y pidieron ser recibidos ot ra vez
com o m iem bros cabales de la iglesia. Cipriano dict am inó así: aquellos que habían
sacrificado de su propia volunt ad, sin haber sido t ort urados u obligados, nunca m ás podrían
part icipar de la com unión. Por cuant o solo Dios podía perdonarlos, se les dij o que oraran a
él pidiéndole el perdón. La iglesia podía ayudarlos en form a past oral, y los que est aban al
borde de la m uert e podían recibir la com unión si un confesor lo recom endaba. Todos
aquellos que habían sacrificado com o result ado de las t ort uras, debían pasar por un periodo
de penit encia ant es de ser recibidos de nuevo. Todos los dem ás perm anecerían en un
est ado de penit encia por el rest o de sus vidas.

La act it ud de Cipriano causó gran alborot o en la iglesia. Muchos creían que ni aun aquellos
que habían ofrecido sacrificio baj o t ort ura, debían ser readm it idos. Ot ros pensaban que
t odos los que se habían arrepent ido debían ser readm it idos. Novat o, el oponent e de
Cipriano, se unió a la facción m as m oderada. Los confesores apoyaron a Novat o. Desde sus
prisiones escribieron pidiendo, y a veces inst ruyendo, a Cipriano que recibiera a est a o
aquella persona, o a ciert os grupos de personas. A m enudo no conocían a la gent e cuya
readm isión recom endaban. Por ot ro lado, Cipriano m ism o fue crit icado personalm ent e por
haberse ocult ado durant e la persecución. Claro est á que desde el lugar donde se ocult aba
pudo dirigir los asunt os de la iglesia; Cipriano creía que su m art irio dej aría la iglesia sin
dirección y por lo t ant o m ás débil que si él la dirigía desde su lugar secret o. No siguió los
pasos de I gnacio, pero en realidad se requería m ás coraj e para servir a la iglesia en esa
form a que abiert am ent e en la ciudad, y m uy pront o la iglesia así lo reconoció.

En Rom a exist ía el m ism o problem a. El obispo rom ano Cornelio apoyaba a Cipriano y siguió
la m ism a est rat egia. Uno de sus presbít eros, Novaciano ( no confundir con Novat o) , quien
t am bién era un t eólogo com pet ent e, form ó una facción est rict a y se separó con sus
seguidores de la iglesia cat ólica. En Cart ago, Novat o no t uvo éxit o en su oposición cont ra
Cipriano y por consiguient e viaj ó a Rom a buscando apoyo para su posición indulgent e. Al
no encont rarlo, se unió al grupo de Novaciano y ayudó a est ablecer la est rict a iglesia
novaciana en Cart ago. El oponerse a Cipriano por cualquier m edio parecía m ás im port ant e
para Novat o que el perm anecer fiel a sus convicciones.

En el año 257 una nueva persecución se desat ó baj o el em perador Valerio. La iglesia había
sido purificada de m uchos m iem bros nom inales. La posición de Cipriano había sido apoyada
por los obispos de África del nort e y por Rom a. Al confront ar de nuevo la persecución,
Cipriano m oderó sus reglas de readm isión y declaró que t odos los que se arrepent ían
podían ser recibidos de vuelt a en la iglesia. Est a acción parecía asegurar que solam ent e los
penit ent es sinceros pedirían ser adm it idos ot ra vez, pues era razonable suponer que
aquellos que se habían arrepent ido por negar a Crist o en la persecución ant erior, est arían
ahora suj et os a una nueva persecución y t endrían el coraj e de soport ar sus consecuencias.

Ot ro problem a que enfrent ó la iglesia en esa época t uvo que ver con el valor del baut ism o
adm inist rado por la iglesia novaciana. Muchos que habían sido baut izados por la iglesia

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
novaciana t rat aron m ás t arde de unirse a la iglesia cat ólica. Cipriano insist ió en que debían
baut izarse de nuevo, pero Rom a reconoció el baut ism o novaciano. La iglesia novaciana,
dij o Rom a, es culpable de cism a, no de negar la fe apost ólica; por lo t ant o, debe
reconocerse su baut ism o. Est e asunt o provocó una polém ica ent re Rom a y Cart ago, pero el
com ienzo de nuevas persecuciones en 257, que afect aron t ant o a I t alia com o al África,
sirvió para post ergar una decisión al respect o. Cient o cincuent a años m ás t arde, con la
ayuda del poderoso obispo de África del nort e, Agust ín, la posición rom ana prevaleció.

Cipriano logró al cabo increm ent ar enorm em ent e el poder de los obispos, e indirect am ent e
el poder y la influencia de Rom a.

Durant e la persecución baj o Valerio, Cipriano no volvió a ocult arse, pues consideraba que la
iglesia ya era suficient em ent e fuert e y podía seguir adelant e sin él si fuera necesario. Muy
pront o lo arrest aron confinándolo a la ext ensa list a de m árt ires que por su fe, su
t est im onio, y ej em plo cont inúan hast a nuest ros días exhort ando a la iglesia a la obediencia
a Crist o.

Ale j a n dr ía

En el año 332 A. C. Alej andro el Grande dest ruyó t ot alm ent e la ant igua ciudad de Tiro, el
fam oso puert o fenicio, a raíz de la alianza de Tiro con Persia, su enem iga. Alej andro
const ruyó ot ro puert o en Egipt o para que t om ara su lugar y lo llam ó Alej andría. Est a
prosperó en t al form a que, así com o Cart ago llegó a ocupar el segundo lugar después de
Rom a en la part e occident al del im perio, Alej andría llegó a ocupar el segundo lugar en la
part e orient al. Si bien era la principal ciudad de Egipt o, en caráct er era predom inant em ent e
griega. Ent re sus m uchos edificios de gran belleza, se cont aba el m useo const ruido por los
Pt olom eos, el cual luego se t ransform ó en universidad. Desde el año 200 A. C. hast a el 300
D. C. Alej andría fue el cent ro int elect ual y cult ural del m undo griego, y en el año 80 D. C.
cayó baj o el dom inio rom ano.

Alej andría t am bién era un gran cent ro del pueblo j udío; m ás j udíos vivían allí que en
cualquier ot ra ciudad del m undo. Allí se t raduj o la Sept uagint a en 250 A.C. Tam bién, Filón,
el filósofo j udío, vivió y t rabaj ó allí durant e la m it ad del prim er siglo. Los j udíos en
Alej andría eran j udíos helenist as; su religión y su act it ud hacia la vida est aban influidas por
el pensam ient o y las práct icas griegas. Com o en el caso de Rom a y Cart ago, t am poco se
conoce la fecha del com ienzo del crist ianism o en Alej andría. Quizá el crist ianism o en
Egipt o, y especialm ent e en Alej andría, haya recibido poca at ención de los líderes de la
prim it iva iglesia debido a la ext ensión allí del gnost icism o. Los dos gnóst icos m ás
dest acados, Baslides y Valent ino, eran alej andrinos. Las prim eras inform aciones fidedignas
que t enem os sobre el crist ianism o en Alej andría com ienzan alrededor del año 180, que es
cuando t am bién oím os por prim era vez del crist ianism o en Cart ago. La iglesia de Alej andría
produj o un núm ero apreciable de hom bres de valía, dos de los cuales t rat am os a
cont inuación.

Cle m e n t e de Ale j a n dr ía

Alej andría y Cart ago eran sim ilares por el hecho de que am bas eran ciudades africanas y
t enían grandes iglesias crist ianas. Fuera de esas sim ilit udes, sin em bargo, no t enían nada
en com ún; Cart ago era rom ana, Alej andría griega; Cart ago t enía pocos j udíos, Alej andría
cont aba con decenas de m iles de j udíos; la iglesia cart aginense t enía prej uicios cont ra la

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
cult ura y el saber, la iglesia alej andrina les abría las puert as. A causa de su
conservadurism o, Cart ago se vio m uy pront o envuelt a en un cism a. Alej andría, debido a su
liberalidad ant e el m undo griego, m uy pront o produj o una de las m ás grandes herej ías de
la iglesia prim it iva. Tert uliano puso su sello sobre el crist ianism o cart aginense; Clem ent e lo
hizo sobre el crist ianism o alej andrino. Ent ender a Clem ent e y a su discípulo Orígenes es
com prender a Alej andría.

En est recha conexión con la iglesia alej andrina funcionaba una escuela de inst rucción
crist iana que había fundado un t al Pant ano. Est e enseñaba en su propia casa sin cobrar
nada, aunque vivía de las donaciones de los est udiant es m ás pudient es. La escuela creció y
llegó a ser conocida com o la Escuela Cat equist a ( del griego: " inst rucción oral" ) . Baj o
Clem ent e, que sucedió a Pant ano, com o principal inst ruct or alrededor del año 190, la
escuela se hizo fam osa. Logró fort alecer la iglesia e int erpret ar el evangelio a los griegos
inst ruidos.

Clem ent e buscó unir el crist ianism o y la filosofía griega. Enseñó que la Palabra ( o Logos) de
Dios, es decir su Pensam ient o o Razón, se había encarnado en Crist o; ant es de su
encarnación había inst ruido a t oda la hum anidad, pero especialm ent e a los j udíos. Los
griegos no t enían su sabiduría de sí m ism os; la habían obt enido en t iem pos pasados del
Ant iguo Test am ent o; por lo t ant o, habían hablado la verdad en su filosofía. El conocim ient o
que ellos habían obt enido debía ser usado por los crist ianos para profundizar su fe; así
llegarían a un conocim ient o t ot al de Dios. Aquellos que obt uvieran t al conocim ient o serían
verdaderos gnóst icos; su gnosis const it uiría una com binación de fe sim ple y de
com prensión filosófica. Est e conocim ient o conduciría a la virt ud, y la virt ud a ser
sem ej ant es a Dios. Clem ent e at acó a los gnóst icos con su propio nom bre; en ciert o sent ido
les arrancó el significado de su nom bre y lo aplicó a los crist ianos. Solo est os t ienen el
verdadero conocim ient o de Dios, y por lo t ant o, ellos únicam ent e son los verdaderos
gnóst icos.

Clem ent e escribió t res obras que se concent ran en el Logos encarnado, Crist o Jesús. Su
prim er libro, Exhort ación a los gent iles explica com o el Logos prim eram ent e nos conviert e.
El I nst ruct or m uest ra com o el Logos luego nos inst ruye. En t ercer lugar, el Logos
perfecciona nuest ro conocim ient o para que sea la verdadera gnosis, lo cual Clem ent e
desarrolla en su últ im o y m ás ext enso libro, Misceláneas. En est e Clem ent e post ula m uchos
pensam ient os herm osos pero que no com ponen un conj unt o sist em át ico. En el sist em a de
Clem ent e, el Logos salva por m edio de la educación; es un m aest ro y un dispensador de la
ley de m odo que podam os llegar a ser inm ort ales; se hizo hom bre para que los hom bres
pudieran aprender a t ransform arse en divinos.

Or íge n e s

Orígenes nació de padres crist ianos en Alej andría alrededor del año 185. En su j uvent ud se
le conocía t ant o por su piedad com o por su m ent e brillant e. Asist ió a la Escuela Cat equist a
y est udio baj o Clem ent e. En 202- 3 hubo una severa persecución en Alej andría baj o el
em perador Sépt im o Severo, lo que t raj o com o result ado la dispersión de los m aest ros de la
escuela. Orígenes quedo ent onces com o principal inst ruct or a la edad de diecinueve años,
por cuant o los ot ros m aest ros de m ayor m adurez no se hallaban disponibles. Con est e
nom bram ient o com enzó Orígenes una vida dedicada a est udiar, enseñar, y escribir hast a el
fin de sus días. Murió en 254 com o result ado de las t ort uras que sufrió durant e la
persecución de Decio.

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Los escrit os de Orígenes son m uchos; incluyen com ent arios, ensayos devocionales, una
obra sobre doct rina crist iana, y un t rabaj o apologét ico. En su apología cit a y cont est a los
cargos que cont ra el crist ianism o habían sido form ulados en el año 170 por el escrit or
pagano Celso. Orígenes fue el prim ero en est udiar seriam ent e el t ext o del Ant iguo
Test am ent o. Com piló una obra conocida con el nom bre de Hexapla ( la palabra
griega hexaplous significa " séxt uplo" ) , en la cual aparecen, en seis colum nas separadas, el
t ext o original hebreo del Ant iguo Test am ent o, el m ism o t ext o en let ras griegas para indicar
la form a en que el hebreo debería pronunciarse, y cuat ro t raducciones, una de las cuales
era la Sept uagint a. La m ent e de Orígenes era t an product iva que le perm it ía ocupar seis
secret arios para escribir los pensam ient os de sus conferencias y de sus obras.

El m ás im port ant e de t odos los escrit os de Orígenes es su libro De principiis ( Los prim eros
principios) . Es un libro de doct rina crist iana que m uest ra claram ent e la profundidad de su
caráct er crist iano, su bien preparada m ent e t eológica, y su m odo de pensar griego.
Not arem os algunos de los punt os principales que él enfat iza en est e libro.

Una de las cont ribuciones m ás firm es de Orígenes a la t eología de la iglesia es su


enseñanza acerca de la relación de Dios el Hij o con Dios el Padre. Por cuant o est e t em a
ocupara t odo un capít ulo m ás adelant e, m encionarem os aquí solam ent e que Orígenes
consideraba al Hij o com o et erno j unt o con el Padre; el Padre engendra et ernalm ent e al
Hij o. La doct rina bien conocida de la generación et erna del Hij o t uvo su com ienzo con
Orígenes. Lo que es peculiar en est a enseñanza, sin em bargo, es la razón que Orígenes da
para ello. Es en est e punt o que Orígenes m uest ra cuan profundam ent e su t eología est aba
influida por su t rasfondo griego. " La diferencia ent re el Creador y la criat ura - enseñaba- es
t an grande que no era apropiado que el Padre creara direct am ent e: necesit aba un
int erm ediario que lo hiciera por el" . Es por ello que el Hij o t uvo que ser generado. Es ciert o
que est a generación nunca t uvo un principio: el Padre y el Hij o est aban et ernam ent e
relacionados com o el que genera y el que es generado. No obst ant e, la t eología de
Orígenes nunca ha podido eludir la acusación de que en ella el Hij o est á subordinado al
Padre. Tam bién es claro que est a enseñanza acerca de la generación del Hij o surgió, por lo
m enos en part e, de las ideas griegas m ás bien que del crist ianism o.

Su doct r in a de la cr e a ción

Así com o había una razón precisa para la generación del Hij o, t am bién la había para la
creación del m undo. Por cuant o Dios es om nipot ent e, debe t ener et ernam ent e un m undo
en el cual ej ercer su om nipot encia. Por lo t ant o, el Hij o et erno creo et ernam ent e el m undo
en el cual el Padre pudiera ej ercer su poder. El m undo et erno creado por el Hij o es un
m undo de espírit us. En est e m undo t odos los espírit us fueron creados con igual gloria y
virt ud, y t odos fueron creados con libre albedrío. Algunos de est os espírit us usaron de est e
libre albedrío con virt ud y nobleza; est os llegaron a ser ángeles. Ot ros abusaron
com plet am ent e de su libert ad y se hicieron m alos; est os ahora son dem onios. Un t ercer
grupo no fue t an obedient e com o los ángeles ni t an desobedient e com o los dem onios; est os
se t ransform aron en hom bres. Todos los espírit us fueron creados iguales, pero se
t ransform aron en ángeles, dem onios, u hom bres según el uso que hicieron de la libert ad
que Dios les concedió. Para los ángeles se creo un cielo, para los dem onios un infierno, y
para los hom bres est a t ierra. Cada grupo t iene un hogar de acuerdo con sus acciones en el
m undo et erno de los espírit us. Adem ás, así com o cada grupo t iene un hogar de acuerdo
con sus m érit os, del m ism o m odo cada m iem bro de cada grupo t iene un caráct er y una
posición en la vida de acuerdo con sus m erit os personales. Los rasgos de nuest ro caráct er,

@2011 Logoi, I nc. 10


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
com o bondad, am abilidad, ingrat it ud, orgullo, celos, fort aleza, agudeza m ent al,
generosidad, m ezquindad, y adem ás, son t odos product o de nuest ra conduct a en el m undo
de nuest ra preexist encia. Lo m ism o se aplica a las condiciones de vida com o la libert ad y la
esclavit ud, la riqueza y la pobreza, la salud y la enferm edad. Es así que no hay inj ust icia de
part e de Dios, por cuant o él hizo a t odos los hom bres iguales con la m ism a habilidad, los
m ism os dones, la m ism a libert ad. Toda desigualdad es culpa del hom bre m ism o com o
result ado de su conduct a en el m undo ant erior.

Su doct r in a de la sa lva ción

Dios quiere, sin em bargo, t raer de vuelt a a los hom bres a su com unión, y para ello les ha
dado vida sobre la t ierra a fin de que por m edio de la disciplina, el aprendizaj e, y la
inst rucción puedan volver a él. El Hij o de Dios se encarnó a fin de proporcionarles est a guía
y dirección. Pero ¿cóm o podía el Hij o, et ernam ent e co- igual con el Padre, venir a ser un
hom bre? Él t am bién necesit aba la ayuda de un espírit u m ediador. Por est a razón, el Hij o de
Dios se asoció con un espírit u sin pecado de la prim era y et erna creación. Est e espírit u,
ahora uno con el Hij o, fue a vivir en un cuerpo hum ano sobre la t ierra, por m edio del
nacim ient o físico. El niño se llam ó Jesús; est e sufrió, m urió, y resucit ó. Sin em bargo, solo
fue el Jesús hum ano el que sufrió y m urió; el et erno Hij o de Dios, que había t om ado para sí
el espírit u que se hizo hum ano, no sufrió. Est o est a m uy de acuerdo con el pensam ient o
griego de que Dios no puede sufrir.

Orígenes sufrió m ucho en su vida de casi set ent a años. En Alej andría se le hizo sent ir que
no deseaban su presencia. Había sido ordenado por obispos de Palest ina, pero est o no lo
reconocieron en Alej andría y ot ras regiones. Desde el año 230 fue huésped en ot ras
ciudades, especialm ent e en Cesárea. Durant e la persecución de Decio sufrió t ort uras, y
luego de su m uert e fue declarado herej e. La iglesia, sin em bargo, había sido not ablem ent e
beneficiada por sus est udios bíblicos. Orígenes cont ribuyó m ucho a la dest rucción del
gnost icism o. La m ás grande apología para una iglesia baj o la persecución es el libro de
Orígenes Cont ra Celso. Al t rat ar de relacionar el crist ianism o con la ciencia y la filosofía
secular, com et ió errores m uy graves. No obst ant e, a pesar de sus defect os, Orígenes fue el
prim er gran t eólogo de la iglesia. El vio el m ism o Dios obrando en la nat uraleza y en la
redención y t rat o de relacionar am bas con la revelación de Dios en Crist o.

@2011 Logoi, I nc. 11


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 8 : D iocle cia n o y Con st a n t in o


En est e capít ulo alcanzam os el clím ax de las relaciones iglesia- est ado en el I m perio
Rom ano. Conocerem os al últ im o de los grandes em peradores paganos, Diocleciano, y el
prim ero de los em peradores crist ianos, Const ant ino. Est e cam bio profundo no se produj o
sin un últ im o sufrim ient o que puso a prueba la fe de la iglesia. La t rem enda persecución
iniciada por Diocleciano fue lo que int roduj o el cam bio del ant iguo al nuevo orden de cosas.
Debem os t om ar buena not a de est os dos hom bres y de la oscura hora de prueba de la
iglesia que los separa.

D iocle cia n o

Para poder calibrar el significado de la figura de Diocleciano es necesario observar las


condiciones reinant es en el im perio durant e el siglo que le precedió. Diocleciano subió al
t rono im perial en el A.D. 284. El últ im o de los fam osos em peradores rom anos que le
precedió fue Marco Aurelio, quien m urió en el 180. La edad de oro de Rom a, iniciada con
August o el año 27 A.C., t erm inó con Aurelio. Durant e los doscient os años desde August o
hast a Aurelio, Rom a había disfrut ado de paz, con excepción de algunas luchas arm adas en
las front eras. No hubo ninguna guerra civil; la econom ía había prosperado; la lit erat ura y
las art es florecieron; y la ley rom ana gobernó los pueblos del im perio desde la Bret aña en
el oest e hast a Arabia en el est e. Sin em bargo, la paz, la prosperidad, y la seguridad
t raj eron la holganza, el relaj am ient o m oral, y una dism inución en el respet o de la
aut oridad. Las cualidades del caráct er que habían hecho grande a Rom a, em pezaron a
diluirse.

La condición de l im pe r io

La pérdida de caráct er se hizo m uy evident e en el ej ércit o, del cual la est abilidad del
im perio m ás dependía. Ya en el segundo siglo los j óvenes de buena fam ilia com enzaron a
perder int erés en la carrera m ilit ar. Est a t endencia se acent uó durant e el t ercer siglo, y el
gobierno se vio obligado cada vez m ás a reclut ar soldados de ent re los habit ant es del
im perio que no eran ciudadanos rom anos, y aun de las t ribus germ anas fuera de las
front eras. Pront o el ej ércit o y su oficialidad consist ían en gran part e en m ercenarios; para
ellos, el int erés propio era de m ás im port ancia que la lealt ad en servir al im perio. El
ej ércit o, adem ás, pront o se convirt ió en el principal poder polít ico del im perio. El
em perador no era elegido m ás por el senado; el ej ércit o elegía a sus generales para ser
em peradores. Desde el 180 A.D. al 284 los em peradores eran prisioneros del ej ércit o, y el
que no agradaba al ej ércit o era m uert o. Si era dem asiado est rict o o si no lo era bast ant e, si
quería librar bat alla y los soldados no querían, si no pagaba suficient e o si al ej ércit o no le
agradaba su polít ica en t al o cual asunt o, se le asesinaba y se nom braba a ot ro general en
su lugar, aunque el nuevo em perador no quisiera el cargo. Durant e est e periodo Rom a t uvo
veint icinco em peradores. En los doscient os años de August o a Aurelio solo hubo t rece. De
esos veint icinco, veint iuno fueron asesinados; uno fue t raicionado en bat alla por uno de sus
generales; ot ro fue t om ado prisionero por los persas y nunca m ás se oyó de él; solo dos
m urieron de m uert e nat ural.

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Est e núm ero no incluye a los t res em peradores Galba, Ot ón, y Vit elio, quienes en el 69 A.D.
lucharon por la corona al fallecer Nerón, pues los t res perecieron en la lucha.

La inest abilidad y el desorden del im perio fueron pront o not ados por las t ribus front erizas,
las que cruzaron el Rin y el Danubio a m illares para est ablecerse en el im perio. Los persas
at acaron en el est e. En Siria y en la Galia surgieron reinos independient es para m ant ener el
orden en esos t errit orios. Est os hechos llevaron a que se exigieran m ayores im puest os para
poder com bat ir a los invasores y m ant ener el orden en el im perio. Com o result ado de est as
pesadas cargas la econom ía sufrió grave quebrant o: el com ercio se reduj o a los m ercados
locales en vez de abarcar t odo el im perio. Las granj as eran m enos product ivas porque los
frut os del t rabaj o eran absorbidos por los im puest os. En t odas part es el pueblo y las
m ism as aut oridades t em ían a los soldados, quienes se apropiaban de cuant o querían. El
dinero perdió su valor porque el gobierno m ezclaba m et ales inferiores con el oro y la plat a
de las m onedas. Los ricos se em pobrecían y los pobres se desesperaban. Tal era la
condición del I m perio Rom ano al t om ar el poder Diocleciano.

Diocleciano no era un hom bre brillant e, pero t enía caráct er y el coraj e que es inherent e al
verdadero caráct er. No era un rom ano en t odo el sent ido de la palabra, sino ilirio, nacido en
I liria o Dalm acia, lo que es hoy Yugoslavia occident al. Cuat ro de sus com pat riot as habían
sido em peradores ant es de él: Claudio I I ( 268- 270) , Aureliano ( 270- 275) , Probo ( 276-
282) , y Caro ( 282- 283) . Todos fueron hom bres capaces y valerosos, pero su virt ud no t uvo
recom pensa. Solo Claudio m urió de m uert e nat ural. Aureliano, llam ado " el rest aurador del
m undo" a causa de sus esfuerzos por reform ar el gobierno, fue asesinado por un grupo de
oficiales; Probo fue m uert o cuando dedicó su ej ércit o a la t area pacífica de cavar un canal;
no se sabe la causa de la m uert e de Caro, pero se sospecha que fue asesinado.

Re or ga n iza ción de l gobie r n o

Por lo t ant o, cuando Diocleciano ocupó el t rono im perial, com prendía bien cuan difícil sería
la t area que le esperaba. Sabia t am bién el peligro personal al cual se exponía. Sin
em bargo, t enía una gran vent aj a. El peligro al cual est aba expuest o el im perio era en aquel
m om ent o t an grande que en t odas part es se deseaba un em perador que fuera su salvación.
Hast a el ej ércit o est aba dispuest o a sacrificar part e de su poder om ním odo. Diocleciano
result ó ser el hom bre de la hora. Su m ayor cont ribución fue la reform a adm inist rat iva del
im perio. Vio que el im perio era dem asiado vast o para gobernarse por un solo hom bre, por
lo que lo dividió en dos: el oest e y el est e. La línea divisoria pasaba por el Adriát ico, ent re
I t alia e I liria. Cada m it ad del im perio fue regida por un august o ( es decir, un em perador) ;
luego de algunos años t uvo un ayudant e o césar. El césar había de suceder al august o
cuando se ret iraba o fallecía. Cada uno de est os cuat ro t enía su capit al, su ej ércit o, su
cort e, y una part e del im perio para gobernar. Diocleciano fue el august o orient al;
Maxim ino, un general ilirio, fue el august o occident al. Galerio, el yerno de Diocleciano fue
su césar; el césar de Maxim ino fue Const ancio. Galerio era de Dacia, Const ancio de I liria;
am bos eran m ilit ares sum am ent e capaces.

Aunque Diocleciano y Maxim ino t enían am bos el t ít ulo de august o, Diocleciano ej ercía el
poder suprem o y la decisión final est aba en sus m anos. No solo est o, sino que gobernaba
en el est e, la part e m ás desarrollada y cult a del im perio. Él y Maxim ino ya no pedían
consej o ni consult aban al senado, a t ravés del cual habían gobernado los prim eros
em peradores; gobernaban solos. Diocleciano vivía en un espléndido palacio e im it aba a los
m onarcas persas en su vest im ent a y la rut ina de la cort e. Cualquiera que le ent revist ara

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
t enía que post rarse ant e él y besar el borde de su t oga. Dej ó de ser el Princeps o prim er
ciudadano del im perio com o fueron el prim er august o y sus sucesores; el se hizo " señor y
dios" , y t odo lo que le rodeaba era sagrado y divino. La adoración del em perador se hizo
t ot al. La razón de ser de est e nuevo est ilo de vida era en part e de orden práct ico. Se hacía
m ás difícil un at aque a su persona a m anos de asesinos pot enciales.

Hem os vist o dos cam bios fundam ent ales int roducidos por Diocleciano. Prim ero, el im perio
se dividió ent re dos august os y dos césares, con el poder suprem o en m anos de
Diocleciano. Segundo, at ribuyó cualidades divinas a la persona del em perador a fin de
hacer su vida m ás segura y, sin duda, de acrecent ar su aut oridad. Hubo un t ercer cam bio,
quizá el m ás im port ant e de t odos. Baj o los prim eros em peradores, las cost um bres y
t radiciones locales y el gobierno local habían sido respet ados en gran m edida. El ej ércit o
había prot egido al im perio y garant izado la seguridad dent ro de él, pero no lo había
gobernado. Baj o Diocleciano el ej ércit o t riplicó su t am año y est ableció un gobierno del t odo
m ilit ar. Los depart am ent os del gobierno civil fueron puest os al servicio del ej ércit o. La falt a
de honradez se hizo universal, las libert ades fueron t ransgredidas en t odas part es, y el
gobierno por el ej ércit o a m enudo result ó incom pet ent e.

Adem ás, la hist órica ciudad de Rom a dej ó de ser la capit al del im perio. Ningún august o o
césar vivía allí. Las capit ales donde vivían se elegían de acuerdo con la est rat egia m ilit ar.
Desde Nicom edia, en Asia Menor, Diocleciano cont rolaba el Danubio orient al y las front eras
con Persia. Galerio cont rolaba la front era del Danubio occident al desde Sirm io en el nort e
de I liria. Desde Milán, en el nort e de I t alia, Maxim ino vigilaba las t ribus al nort e de la
front era it aliana. Const ancio cuidaba de la front era del Rin y de los germ anos al est e de ella
desde Tréveris ( hoy Trier) en el nordest e de la Galia. Est e abandono de Rom a por el
gobierno, indirect am ent e aum ent ó el poder y el prest igio de la iglesia rom ana y de su
obispo. La hist oria, la t radición, la gloria, y la fam a de la ciudad de Rom a no se
desvanecieron cuando la sede del gobierno se alej ó de allí. Baj o los em peradores
post eriores, el obispo de Rom a se hizo la personalidad oficial m ás im port ant e de la ant igua
ciudad.

Los r e su lt a dos de la r e or ga n iza ción de D iocle cia n o

Durant e veint iún años Diocleciano se ent regó a la t area de reform ar el gobierno im perial.
Durant e est as dos décadas el im perio recobró fuerzas, repelió a los bárbaros, fort aleció sus
front eras, y conquist ó una nueva dignidad. Así fue que el I m perio Rom ano sobrevivió su
crisis del t ercer siglo por m edio del gobierno m ilit ar. Pero la supervivencia le cost ó caro.
Recobró, es ciert o, su seguridad, pero al precio del det erioro económ ico y la pérdida de las
libert ades locales en las cuales se había cim ent ado el desarrollo de Rom a. Est a pérdida fue
m ayor en occident e, donde el im perio dej ó de exist ir en el año 476. En orient e perduró m il
años m ás hast a la t om a de Const antinopla por los m ahom et anos en 1453.

La h or a m á s oscu r a

Al considerar la últ im a persecución de la iglesia ant es de la época de Const ant ino, result ará
de ut ilidad revisar brevem ent e la hist oria de las persecuciones de los crist ianos en el
I m perio Rom ano. Com o observam os ant es, en general se puede dividir en dos periodos:
durant e el prim ero, hast a el año 250, las persecuciones fueron locales; en el segundo,
después del año 250, abarcaban t odo el im perio.

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Re pa sos de la s pe r se cu cion e s: Pr im e r pe r iodo

El prim er periodo com ienza con Nerón. Durant e su reinado hubo una persecución cruel en
Rom a en el año 64. Ot ra persecución local m enos grave ocurrió en el 95 baj o Dom iciano.
Desde Traj ano, que com enzó a reinar en el 98, hast a el final del reinado de Ant onio Pío
( 160) el crist ianism o est uvo en peligro y a la vez, en ciert o sent ido, prot egido. Era una
religión ilícit a y por lo t ant o expuest a a persecución. Pero t am bién gozaba de ciert a
prot ección, ya que Traj ano prohibió la acción legal cont ra los crist ianos basada en
acusaciones anónim as. Adriano prohibió la condenación de los crist ianos sin evidencia.
Adem ás, ordenó que los crist ianos no fuesen buscados. Baj o est as condiciones la
persecución fue lim it ada, y la iglesia creció grandem ent e a pesar de ella. Marco Aurelio
( 160180) fue m ás agresivo. Se opuso act ivam ent e al crist ianism o, y baj o él ocurrió una
persecución cruel en la Galia en el año 177. Del año 180 al 250 el crist ianism o siguió siendo
religión ilícit a pero sin m ayores consecuencias. En verdad el crist ianism o floreció en el
im perio durant e est os set ent a años. La principal excepción a est e prolongado periodo de
paz fue una persecución grave baj o el reinado del em perador Sept im io Severo en los años
202 y 203, sobre t odo en Egipt o y Cart ago. Prohibió la conversión del paganism o al
crist ianism o. La confesión pública de Crist o por el baut ism o era, por lo t ant o, un act o
arriesgado. Tam bién persiguió al clero, lo cual se hace evident e por la dispersión de los
m aest ros de la escuela de cat equesis de Alej andría. Persecuciones m ás breves y m enos
graves ocurrieron baj o Caracala en el nort e de África y baj o Maxim ino I en Asia Menor y
Palest ina. Con est as concluyen las persecuciones del prim er periodo.

Re pa so de la s pe r se cu cion e s: Se gu n do pe r iodo

Durant e el segundo periodo, la persecución no fue local, sino generalizada a t ravés del
im perio. Su origen, en m ayor o m enor grado, se debió a cinco causas: la prim era, el
enorm e crecim ient o de la iglesia crist iana; la segunda, la declinación económ ica y m oral del
im perio; la t ercera, la proxim idad del m ilésim o aniversario de la fundación de Rom a; la
cuart a, la opinión de m uchos dest acados rom anos en el sent ido de considerar a la iglesia
crist iana com o un est ado dent ro del est ado y por lo t ant o un peligro para el im perio; y la
quint a causa, surgida de la ant erior, el t em or de que la decadencia de Rom a fuera debida al
enoj o de los dioses por los progresos del crist ianism o.

En est e segundo periodo hubo t res grandes persecuciones. La prim era, desencadenada
baj o Decio ent re los años 250 y 253, fue de una violencia increíble y causó m ás apost asía
en la iglesia que cualquiera persecución ant erior. La segunda persecución sucedió en el
reinado de Valeriano en el año 257. Tenía por obj et o dest ruir el liderat o crist iano al obligar
al clero y a los crist ianos m ás dest acados en el gobierno y la sociedad a que se ret ract asen
de su fe, o en caso cont rario m at arlos. Fue durant e est a persecución que fue m uert o
Cipriano en Cart ago y el obispo Sixt o I I en Rom a. Valeriano cayó prisionero guerreando
cont ra los persas, y su hij o Galiano puso fin a la persecución. Al hacer así, de hecho abolió
el st at us legal de religión ilícit a aplicada al crist ianism o. Su edict o de t olerancia iba dirigido
" a los obispos" . Devolvió los lugares de cult o y los cem ent erios a las iglesias com o
ent idades organizadas.

La persecución valeriana fue seguida por cuarent a y t res años de paz. Durant e est os años
el crist ianism o progresó com o nunca ant es. El edict o de t olerancia de Galiano llevó a los
crist ianos a creer que las persecuciones habían t erm inado para siem pre. Se const ruyeron
herm osas iglesias, y m uchas personas con inst rucción e influencia abrazaron el

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
crist ianism o. Mient ras t ant o la sit uación económ ica, m ilit ar, y social del im perio se hizo
cada vez m ás alarm ant e. La capt ura de Valeriano por los persas y la aparición de reinos
independient es en Siria y la Galia eran sínt om as del debilit am ient o a que había llegado.
Ent re los años 260 y 305 una sucesión de em peradores capaces lucharon para rest ablecer
el orden y el poderío del im perio. Diocleciano fue el últ im o y el m ás grande de ellos.

La pe r se cu ción ba j o D iocle cia n o

Es, por lo t ant o, doloroso señalar que en el año 303 Diocleciano se volvió un perseguidor.
En aquel año, dos ant es de renunciar a su t ít ulo de august o, inició la t ercera persecución
del segundo periodo, la m ás larga y espant osa de las t res. Es difícil de ent ender est a
act it ud de Diocleciano. Su esposa Prisca y su hij a Valeria se habían hecho crist ianas y
m uchos de los funcionarios y sirvient es del palacio im perial t am bién eran crist ianos.
Adem ás, durant e veint e años no había m ost rado ningún deseo de perseguir la iglesia.
Generalm ent e se supone que el principal responsable de la persecución fue Galerio, el césar
de Diocleciano, pues se sabe que odiaba el crist ianism o. Su m adre, adict a al cult o de la
diosa pagana Cibeles, le inst igó a la persecución. Bien puede ser que Diocleciano no
hubiera podido dar buenas respuest as rom anas a las cinco razones para perseguir dadas
m ás arriba. Por lo t ant o habría cedido a las incit aciones de Galerio pero a condición de que
no se m at ase a los crist ianos. Con t odo, fue Diocleciano quien ordenó la persecución.
Com enzó durant e su reinado y debe llevar la responsabilidad oficial de la m ism a.

La persecución com enzó el 23 de febrero del 303, sin ningún preaviso. Ese día los esbirros
de Diocleciano fueron a la gran iglesia de Nicom edia, su ciudad capit al, quem aron las
Escrit uras, ret iraron el m oblaj e y dest ruyeron el edificio. Durant e los doce m eses
subsiguient es se prom ulgaron cuat ro edict os de persecución. Est os est ipulaban
sucesivam ent e lo siguient e:

 Todos los crist ianos de las clases alt as serían privados de sus posiciones oficiales y
de sus privilegios. Los crist ianos de la cort e im perial se convert irían en esclavos si no
renunciaban al crist ianism o. Todo crist iano perdía su ciudadanía rom ana. Todos los
t em plos crist ianos debían dest ruirse y quem arse los escrit os sagrados crist ianos.

 Todos los m iem bros del clero crist iano y los funcionarios de las iglesias serían
encarcelados. Eusebio, en su Hist oria de la iglesia, escribió:

En cada ciudad m uchos fueron encarcelados y en t odas part es las prisiones,


const ruidas m ucho ant es para hom icidas y profanadores de sepult uras, est aban
at est adas de obispos, presbít eros, diáconos, lect ores, y exorcist as, de m odo que ya
no cabían en ellas los convict os de crím enes ( Libro 8, párrafo 4) .

 Todos los dirigent es así encarcelados serían obligados a ofrecer sacrificios a los
dioses o en caso cont rario serían " m ut ilados por m edio de t ort uras int erm inables" .

 El cuart o edict o exigía que t odo crist iano sin excepción, sacrificara a los dioses, baj o
pena de ser encarcelado o sufrir m ayores cast igos.

La persecución de Diocleciano duró diez años. No fue m uy rigurosa en el occident e, donde


ni Const ancio ni su hij o Const ant ino eran favorables a ella. Pero en las regiones gobernadas

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
por Diocleciano y Galerio la persecución fue m uy violent a. Diocleciano renunció a su cargo
de em perador en el año 305, com o lo hizo t am bién Maxim ino en el oest e, pero a pesar de
que Galerio fue el principal ej ecut or de la persecución, en la hist oria de la iglesia ret iene el
nom bre del em perador que la inició.

La persecución fue de una violencia inconcebible. Cuando t erm inó t odo líder de la iglesia
que no ost ent aba en su cuerpo las cicat rices de la flagelación o de ot ros suplicios era
sospechoso de haber t raicionado la fe. Miles perecieron, y m iles m ás quedaron lisiados,
ciegos, o desfigurados por las t ort uras. En el año 311 Galerio enferm o gravem ent e.
Después de esforzarse ocho años para dest ruir la iglesia, la vio m ás fuert e y resuelt a que
nunca. La enferm edad lo llevó al borde de la m uert e, y escribe Eusebio: " Mient ras luchaba
cont ra est a t errible enferm edad, se llenó de rem ordim ient os por la form a cruel en que
había t rat ado a los siervos de Dios.

Tom o una decisión, y luego de hacer una confesión publica al Dios del universo, reunió a
los j erarcas del gobierno y les ordenó que sin dem ora pusieran fin a la persecución de los
crist ianos." El edict o de t olerancia que prom ulgó concluía así:

Así pues, en vist a de nuest ra benevolencia y la cost um bre exist ent e por la cual
invariablem ent e concedem os el perdón a t odos los hom bres, hem os creído bien en
est e caso ext ender t am bién nuest ra clem encia con sum o agrado, de m odo que los
crist ianos puedan ot ra vez exist ir y reconst ruir los edificios en que solían
congregarse, con la condición de que no hagan nada cont rario al orden público... Por
lo t ant o, en vist a de est a clem encia nuest ra, t ienen el deber de rogar a su Dios por
nuest ro bien y por aquel del est ado y de ellos m ism os, a fin de que en t odo sent ido
el est ado sea preservado en su salud y ellos puedan vivir, libres de t oda
preocupación, en sus propios hogares ( Libro 8, párrafo 17) .

Cinco días m ás t arde Galerio m urió. Fue sucedido por su césar, Maxim ino I I o Daza, quien
rest ableció la persecución después de seis m eses: no la pudo cont inuar, sin em bargo, pues
las presiones polít icas y la guerra civil le obligaron a prom ulgar un edict o de t olerancia, que
decía, ent re ot ras cosas:

Con el fin, pues, de rem over t oda duda, prom ulgam os est e decret o, para que sea
m anifiest o a t odos, que los que quieran profesar est a sect a y cult o [ el crist ianism o]
t ienen libert ad de hacerlo, es decir, abrazar y pract icar est a religión. Tam bién se les
perm it e const ruir casas del Señor [ iglesias] y si casas o t ierras pert enecient es a los
crist ianos les han sido confiscadas... est as les serán devuelt as ( Eusebio, Libro 9,
párrafo 10) Tres m eses m ás t arde Maxim ino I I fallecía.

El fin de Diocleciano fue t an t rist e com o el de Galerio y de Maxim ino. Cuando prom ulgó el
edict o de persecución en el año 303, exigió que su esposa y su hij a sacrificasen a los
dioses. Del 305 en adelant e vivió en un herm oso palacio en Spolat o, en I liria. Después de
la m uert e de Galerio en el 311, Maxim ino dest erró a Prisca, la esposa de Diocleciano, a un
sit io, y a su hij a Valeria, esposa de Galerio, a ot ro. Cuando Maxim ino fue derrot ado en la
guerra civil del año 313, Prisca y Valeria fueron apresadas y m uert as. Diocleciano fue
im pot ent e para im pedir est os hechos dolorosos para él. La persecución que había
inst aurado fracasó; su esposa, su hij a, y su yerno est aban m uert os, y el im perio que
gobernó t ant os años lo regían ot ros. Murió, solit ario y sum am ent e am argado, en diciem bre
del año 313.

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Con st a n t in o

Const ant ino nació alrededor del año 288, siendo su padre Const ancio, el general ilirio del
ej ércit o rom ano que en el año 293 se convirt ió en el césar de Maxim iano, el august o de
occident e. En el año 303, Maxim iano y Diocleciano abdicaron; Const ancio ascendió
ent onces a august o en el oest e, y Galerio hizo lo m ism o en el est e. En aquel ent onces
Const ant ino vivía en la cort e de Galerio, según parece en calidad de rehén para garant izar
la lealt ad de Const ancio.

Con st a n t in o a scie nde a e m pe r a dor

En el año 306, Const ancio se enferm ó gravem ent e est ando en la ciudad de Boulogne en el
noroest e de Galia. Al oír la not icia, Const ant ino, sin obt ener perm iso, abandonó la cort e de
Galerio para visit ar a su padre. Pocos m eses después Const ancio m urió, y sus soldados
proclam aron sucesor a Const ant ino. Con est o com enzó una lucha confusa por el poder
im perial. Const ant ino se casó con Faust a, la hij a de Maxim iano, quien acababa de abdicar
j unt o con Diocleciano. Pero poco después Maj encio, hij o de Maxim iano, t rat ó de t om ar el
poder en occident e. En el año 308, con el apoyo de su padre, se declaró el august o del
im perio de occident e. Const ant ino apresó a Maxim iano y perm it ió que se suicidara. En el
ínt erin obt uvo el apoyo de t odos los ej ércit os rom anos en Bret aña y la Galia. Est aba ahora
en condiciones de enfrent arse con Maj encio en I t alia.

En el año 312 Const ant ino invadió I t alia para derrocar a Maj encio de su sit ial en Rom a. Los
dos ej ércit os se encont raron a pocos kilóm et ros de la ciudad. El día ant es de la bat alla
Const ant ino vio la señal de la cruz en el cielo y encim a las palabras: I n hoc signo Vinces
—por est e signo vencerás—. Const ant ino prom et ió que, si vencía, se haría crist iano. Al día
siguient e, 28 de oct ubre, su ej ércit o obt uvo una vict oria resonant e; Maj encio, t rat ando de
huir a t ravés del río Tíber, se ahogó. Los años del 305 al 312 fueron, pues, de gran
significación t ant o para el im perio com o para Const ant ino. Durant e ellos Maxim iano abdicó;
su sucesor, Const ancio, m urió; Maxim iano luego se suicido, y su hij o Maj encio fue
derrot ado y m urió. A los veint icuat ro años Const ant ino era dueño suprem o del im perio de
occident e.

En el orient e ocurrieron cam bios parecidos, algunos de los cuales ya hem os not ado.
Diocleciano abdicó j unt o con Maxim iano en el año 305. Galerio ascendió a august o y
designó a Maxim ino I I , o Daza, su sobrino para el cargo de césar. Junt os llevaron a cabo la
persecución de la iglesia. En el 307 Galerio designó a su com pañero de arm as, Licinio, para
que fuera el august o de I liria y Macedonia, pero Licinio no t enía espírit u de perseguidor.
Cuando Galerio m urió en el 311, Licinio y Maxim ino Daza com part ieron el poder desde I liria
hast a Arabia. Maxim ino t rat ó de elim inar a Licinio, pero est e se alió con Const ant ino,
casándose con su herm ana. En el año 312 prom ulgaron el llam ado Edict o de Milán, el cual
daba a la iglesia la libert ad de cult o y le devolvía t odas las propiedades que habían sido
confiscadas. Luego de est o, Licinio fue al encuent ro de Maxim ino y lo derrot ó en dos
bat allas. Maxim ino m urió en el 314.

El fin de la s pe r se cu cion e s

En orient e t odo el poder est aba ahora concent rado en las m anos de un hom bre, Licinio, lo
m ism o que sucedía en occident e con Const ant ino. Pront o surgió la discordia, y los dos
em peradores se enfrent aron en el cam po de bat alla en el año 314, pero sin definirse la
@2011 Logoi, I nc. 7
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
sit uación. Hubo una paz que duró diez años, durant e la cual Licinio se volvió cont ra los
crist ianos, pensando que una polít ica ant icrist iana le granj earía el apoyo del paganism o en
la lucha que se avecinaba cont ra Const ant ino. Con t odo, en el año 323 Const ant ino lo
venció y capt uró, m at ándolo un año después. En el curso de la guerra Crispo, el hábil hij o
de Const ant ino, derrot ó la flot a de Licinio. Sin em bargo, Faust a, la m uj er de Const ant ino
persuadió a est e de que Crispo quería m at arlo para t om ar el poder. Por lo t ant o
Const ant ino lo hizo ej ecut ar. Luego supo que Faust a le había m ent ido, así que la hizo m at ar
t am bién. Habiendo así derrot ado a t odos sus enem igos y m uert o a su suegro Maxim iano,
su cuñado Maj encio, su segundo cuñado Licinio, su hij o Crispo, y su esposa Faust a,
Const ant ino reinó solo y sin rivales en el im perio. A pesar de est a t rist e hist oria no
debem os despreciar los relat os de su conversión. Hizo del crist ianism o la religión oficial del
im perio; ayudó a la iglesia y al clero con donaciones de fondos del im perio; buscó la paz de
la iglesia, y ant es de su m uert e se baut izó. Sin duda Const ant ino conocía bien la list a de
em peradores asesinados desde Aurelio hast a Diocleciano y probablem ent e habrá j ust ificado
la m uert e de Maxim iano, Maj encio, y Licinio por razones m ilit ares. No hay duda de que
t uvo m ucha paciencia con Licinio. La som bra negra en su vida fue el asesinat o de Crispo y
la t raición y m uert e de Faust a. ¿Quién dirá cuánt o rem ordim ient o padeció el poderoso
em perador durant e el rest o de sus días? Dej em os ahora esa t ragedia personal para leer las
frases llenas de gozo con que Eusebio describe el fin de la persecución:

Los hom bres habían ahora perdido t odo t em or de sus ant iguos opresores; la luz
brillaba por doquier, y aquellos que ant es no se at revían a levant ar la m irada ahora
se saludaban con rost ros sonrient es y oj os chispeant es. Cant aban y bailaban lo
m ism o en el cam po que en la ciudad, dando honor prim ero a Dios, nuest ro soberano
Señor, com o se les había enseñado.... Las viej as penas se olvidaban y t oda falt a de
religión quedó en el olvido; las cosas buenas del present e se gozaban, las por venir
se esperaban con ansia ( Hist oria de la iglesia, Libro 10, párrafo 9)

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 9 : La con t r ove r sia t r in it a r ia


Al discut ir el Credo de los Apóst oles vim os que se ocupa principalm ent e de la persona y
obra de Crist o. La declaración de fe de la iglesia com enzó con la declaración básica de que
Jesucrist o es el Crist o, el Hij o de Dios, el Salvador de los hom bres. Est a profesión fue m ás
t arde am pliada con el agregado de una declaración acerca de Dios el Padre, Creador del
cielo y de la t ierra, y luego con ot ra acerca del Espírit u Sant o y su obra.

Est a pre- em inencia de Crist o en la fe y el t est im onio de la iglesia surge direct am ent e del
Nuevo Test am ent o, donde se le present a com o el salvador de la hum anidad, la cabeza de
la iglesia, y el Señor, plenam ent e divino y plenam ent e hum ano. La iglesia prim it iva lo
acept aba com o hom bre y lo confesaba y adoraba com o Dios. Lo colocaba en el m ism o nivel
que el Padre y el Espírit u Sant o. Hacía est o con t oda nat uralidad y sin ánim o de polem izar.
La iglesia reconocía el m ist erio de la persona de Crist o, y lo ador aba y reverenciaba sin
analizar est e m ist erio.

Est e aspect o de m ist erio en la persona de nuest ro Señor nunca se ha perdido en el


verdadero crist ianism o. Sin em bargo, a m enudo ha sido relegado a un segundo plano. Est o
es lo que sucedió en los siglos cuat ro al ocho, cuando la persona de Jesucrist o se hizo el
t em a de prolongados debat es t eológicos que no siem pre eran de caráct er m uy espirit ual.
Había t res causas principales de la preocupación de la iglesia por est e problem a:

 La propagación del evangelio ent re los gent iles t raj o a m uchos griegos al seno de la
iglesia. La m ent e cult a del griego era sum am ent e est udiosa e int elect ual. Gust aba de
m edit ar problem as difíciles de t eología y filosofía.
 La filosofía hacia una clara dist inción ent re lo espirit ual y lo m at erial. Al hacerse
crist ianos, los griegos no siem pre dej aban su m anera de pensar. Para los griegos, la
creación del m undo y la encarnación del Hij o de Dios const it uían grandes problem as
religiosos e int elect uales: ¿Cóm o podía Dios ( puram ent e espírit u) haber creado el
m undo ( m at eria) y luego hacerse hom bre ( m at eria y espírit u) ?
 El Ant iguo Test am ent o es est rict am ent e m onot eíst a. Si Crist o es Dios m ism o, ¿cuál
es su relación con Dios el Creador, el Dios de I srael?

Por est as razones era inevit able, quizá, que surgieran pregunt as acerca de la persona de
Jesús a las cuales el Nuevo Test am ent o no da respuest as direct as. Est as pregunt as eran de
dos clases: el prim er grupo se refería a la relación ent re Jesucrist o y Dios Padre; el
segundo grupo de pregunt as t enía que ver con la relación ent re las nat uralezas divina y
hum ana de Crist o. En est e capít ulo nos ocuparem os del prim er grupo de pregunt as.

D ist in t a s r e spu e st a s

El t em a se present a claram ent e en el prim er capit ulo del Evangelio de Juan:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Est e era en
el principio con Dios. Todas las cosas por el fueron hechas, y sin él nada de lo que ha
sido hecho, fue hecho... Y aquel Verbo fue hecho carne, y habit ó ent re nosot ros —y

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
vim os su gloria, gloria com o del unigénit o del Padre—, lleno de gracia y de verdad.
Juan dio t est im onio de él, y clam ó diciendo: Est e es de quien yo decía: El que viene
después de m í, es ant es de m í; porque era prim ero que yo. ( vv. 1- 3,14- 15)

En efect o, ¿cóm o puede ent enderse que el Hij o, que en Juan se llam a el Logos —es decir,
la Palabra— y que se hizo un ser hum ano en Jesús el Mesías, est e con Dios y sea Dios?
¿Cóm o puede Dios al m ism o t iem po ser uno y m ás de uno? ¿Cóm o est a relacionado el Hij o
con el Padre? Est e era el problem a que se les present aba a los concilios de Nicea en el año
325 y de Const ant inopla en el 381. La cont roversia que surgió de est e problem a t erm inó
asent ando las bases de la doct rina crist iana de la Trinidad; por eso se llam a generalm ent e
la cont roversia t rinit aria. La iglesia consideró varias respuest as a est e problem a ant es de
llegar a un acuerdo. Considerarem os brevem ent e est as respuest as.

 Los pa dr e s a post ólicos


Los padres apost ólicos escribieron ent re los años 90 y 140. En su análisis de la
persona de Jesucrist o sim plem ent e repit ieron las enseñanzas del Nuevo Test am ent o.
Ninguno de los padres apost ólicos present ó una doct rina personal sobre est e punt o.
En est e sent ido el Nuevo Test am ent o, los padres apost ólicos, y el Credo de los
Apóst oles concuerdan.

 Los a pologist a s
Con los apologist as, la filosofía griega se vinculó con el crist ianism o. El m ej or
conocido de ellos fue Just ino Márt ir, oriundo de Sam aria pero de padres rom anos.
Ant es de su conversión fue est udiant e y luego m aest ro de filosofía. Siguió siendo
filósofo siem pre, y consideraba al crist ianism o com o la m ás sublim e de las filosofías.
Murió com o m árt ir de la fe ent re los años 163 y 167. Just ino enseñó que ant es de la
creación del m undo Dios est aba solo, y que no exist ía el Hij o. Dent ro de Dios, sin
em bargo, est aba la Razón o la Ment e —el Logos—. Cuando Dios quiso crear el
m undo, necesit aba un agent e para efect uarlo. Est a necesidad surgía del concept o
griego de que Dios no puede ocuparse de la m at eria. Por lo t ant o engendró ot ro ser
divino para que le creara el m undo. A est e ser divino se le llam aba el Logos o el Hij o
de Dios. Se le llam aba Hij o porque fue engendrado; se le llam aba Logos porque
procedía de la Razón o Ment e de Dios. Sin em bargo, el Padre no perdió nada al dar
exist encia independient e al Logos, porque el Logos que procede del Padre para
convert irse en el Hij o es com o la llam a que se t om a de un fuego para encender ot ro
fuego. El nuevo fuego no dism inuye el prim ero.

Just ino y ot ros apologist as, por lo t ant o, enseñaban que el Hij o es un ser creado. Es una
criat ura de alt a j erarquía, con poder suficient e para crear el m undo, pero, con t odo, una
criat ura. En la t eología, est a relación ent re el Hij o y el Padre se llam a subordinacionism o. El
Hij o est á subordinado, es decir, es secundario a, dependient e de, y causado por el Padre.
Los apologist as eran subordinacionist as.

I reneo

I reneo, obispo de Lyon en la Galia desde el año 178 hast a su m uert e alrededor del
203, adopt ó el punt o de vist a m ás bíblico de t odos los t eólogos prim it ivos en su
apreciación de Jesucrist o. La influencia en él del pensam ient o griego fue poca, y, por
lo t ant o, est uvo m ás dispuest o a acept ar un punt o de vist a realm ent e bíblico acerca
de Crist o. Su doct rina de Crist o com ienza con la persona hist órica llam ada Jesús,

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
nacido de la virgen María en el reino de August o César. Jesús exist ió ant es de nacer:
est aba con Dios ant es de la creación, y t odas las cosas fueron hechas por él. Escribe
I reneo: Si alguien, por lo t ant o, nos dice, ¿cóm o pues fue producido el Hij o por el
Padre?, le cont est am os que nadie puede ent ender esa producción, o generación, o
llam ado, o revelación, o cualquiera sea el nom bre con que se pueda describir su
generación, la cual es, en efect o, com plet am ent e indescript ible. ( Cont ra las herej ías,
I I , 28: 6)

El Hij o es coet erno con el Padre, y es él quien revela al Padre:

Pero hay un solo Dios, el Creador... Él es... a quien Crist o revela... Él es el Padre de
nuest ro Señor Jesucrist o: por m edio de su Palabra, que es su Hij o, por est e él se
revela... Pero el Hij o, coexist iendo et ernam ent e con el Padre, desde la ant igüedad...
siem pre revela al Padre a los ángeles, arcángeles, poderes, virt udes, y a t odos
aquellos a quienes él quiere que Dios sea revelado. ( I I , 30: 9)

I reneo se resist e a ir m ás allá de est e punt o. Él confiesa a Dios el Creador, Dios el


Hij o —coexist iendo y coet erno con el Padre—, y creía que est e Hij o " era verdadero
hom bre y era verdadero Dios" ( I V, 6: 7) .

La enseñanza de los apologist as acerca del Hij o com o un Dios secundario, y la de I reneo
que present aba al Hij o com o coet erno con el Padre, llevó a m uchos a pregunt ar si el
crist ianism o t enía de polit eísm o. Est e t em or se expresó en dos concept os m uy dist int os: El
adopcionism o y el sabelianism o.

El a dopcion ism o

Había un grupo que sost enía lo siguient e:

Si el Padre es uno, y el Hij o es ot ro, pero el Padre es Dios y Crist o es Dios, luego no
hay un Dios sino dos Dioses... Si Dios es uno luego, por consiguient e, Crist o debe ser
hom bre, para que el Padre pueda en verdad ser Dios. ( Novaciano, Concernient e a la
Trinidad, cap. 30) .

En consecuencia, alrededor del año 195 un t al Teodat o, venido de Grecia a Rom a, enseñó
que Jesús nació m ilagrosam ent e de una virgen ( María) , que era un hom bre bueno y j ust o,
y que al baut izarse en el Jordán el Espírit u Sant o, a quien Teodat o llam aba Crist o,
descendió sobre él. Progreso en bondad, fue crucificado y se levant ó de los m uert os. Jesús
podía ser nuest ro salvador, decía, a causa del Crist o ( el Espírit u Sant o) que est aba en él y
porque su obediencia era perfect a. Por lo t ant o, Dios lo adopt ó com o Hij o. A los seguidores
de Teodat o los llam aron " adopcionist as" . La iglesia de occident e no acept ó el adopcionism o
porque no podía creer que la salvación viniera por un hom bre, por m ás sant o que hubiera
sido. En el orient e, no obst ant e, el adopcionism o est uvo en boga por m uchos años. El
adopcionism o t am bién se llam a m onarquianism o ( m onos = uno con arche = gobierno, es
decir, gobierno por uno) dinám ico, porque el único Dios se revela com o un poder o energía
divina ( dynam is) en Jesús.

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Sa be lia n ism o

El segundo grupo sost enía el concept o siguient e, dicho t am bién en las palabras de
Novaciano:

Si Dios es uno, y Crist o es Dios, ent onces Crist o es el Padre, dado que Dios es uno.
Si Crist o no es el Padre, porque Crist o es Dios el Hij o, parecería que hubiera dos
Dioses... lo que es cont rario a las Escrit uras. ( I bíd.)

Al igual que el adopcionism o, el sabelianism o t rat aba de defender la unidad de Dios, pero lo
hacía de m anera m uy dist int a. Sost enía que Dios se revelaba de t res m odos dist int os.
Prim ero se reveló com o el Padre que creó t odas las cosas y dio la ley a I srael. Cuando
luego Dios em prendió la obra de la salvación, dej ó de revelarse com o el Padre y t om o la
form a o m odo de present arse del Hij o. Y cuando la obra del Hij o se había com plet ado, Dios
adopt ó la form a del Espírit u Sant o. De m odo que el único Dios se reveló sucesivam ent e
com o Padre, Hij o, y Espírit u. El Hij o encarnó naciendo de una virgen y m urió por nuest ros
pecados. Según Tert uliano, los sabelianos enseñaban que Dios el Padre nació, sufrió, y
m urió. Por eso t am bién se le llam a a veces a est a doct rina pat ripasionism o —porque el
Padre sufre—.

El sabelianism o nació en Asia Menor y t uvo su m ayor desarrollo en Rom a. Fue enseñado en
Rom a por prim era vez alrededor del año 190 por un t al Praxeas venido de Asia Menor; le
siguió ot ro de Asia, Noest o; y dado que la doct rina recibió su form a de Sabelio —en Rom a
alrededor del año 200— se le dio su nom bre por él. Tam bién se le llam ó m onarquianism o
m odalist a, porque el gobierno de uno se ej erce por dist int os m odos de revelación del único
Dios. El sabelianism o t uvo una vida m ás larga que el adopcionism o, pero sobrevivió en
orient e m ás bien que en el occident e.

Te r t u lia n o

La respuest a m ás cont undent e dada en el occident e fue propuest a por Tert uliano. En
verdad, fue la base de la respuest a que la iglesia cat ólica ( universal) dio al problem a en el
concilio de Nicea en el año 325 y nuevam ent e en Const ant inopla en el 381. Tert uliano
declaró que hay una nat uraleza divina. El Padre y el Hij o t ienen est a única nat uraleza en
com ún. Pero en cuant o se refiere a sus personas, est as son separadas y dist int as. Por lo
t ant o hay una nat uraleza divina, pero hay dos personas. Cada una de est as t iene una
función específica. Al m ism o t iem po, Tert uliano dio una posición claram ent e subordinada al
Hij o. El Hij o, dij o, no es et erno. El Dios et erno se hizo Padre cuando engendró al Hij o, del
m ism o m odo que se hizo el Creador cuando hizo el m undo. En est e part icular, Tert uliano
coincide con los apologist as. La t eología de t iem pos post eriores unió la enseñanza de
Tert uliano acerca de una nat uraleza y dos personas con la de Orígenes del Hij o engendrado
et ernam ent e ( ver cap. 7) , para así dar la respuest a cat ólica a la cuest ión de la relación del
Hij o con el Padre. Finalm ent e, Tert uliano t am bién relacionó el Espírit u Sant o con el Padre y
el Hij o. Tres personas divinas exist en en una nat uraleza divina. De est e m odo Tert uliano
proveyó las bases principales para la doct rina crist iana de la Trinidad.

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Ar r ia nism o

Hast a aquí el debat e t rinit ario se desarrolló del t odo en occident e. Ahora nos t rasladarem os
al orient e, donde el debat e se t ransform ó en una gran cont roversia. Durant e sesent a años
com prom et ió t oda la iglesia orient al y part e de la iglesia occident al y ocupó la at ención de
once em peradores.

La larga discusión com enzó con Arrio, un presbít ero de la iglesia de Alej andría. Era
discípulo de Luciano, quien a su vez est udió baj o Pablo de Sam osat a, obispo de Ant ioquia
del año 260 al 272. Pablo era adopcionist a y enseñaba que el Logos o Razón de Dios habit ó
en el hom bre Jesús. El Logos habit ó t am bién en Moisés y en los profet as; pero en Jesús
est aba present e en m ucho m ayor m edida. Com o result ado, est aba unido a Dios en una
relación de am or t al com o no exist ió ent re Dios y ningún ot ro hom bre. Por lo t ant o Dios lo
" adopt o" después de su crucifixión y resurrección, y le concedió una especie de deidad.
Tres sínodos de Ant ioquia t rat aron la doct rina de Pablo de Sam osat a; el t ercero, en el año
269 lo condenó y excom ulgó.

Est a doct rina t uvo una profunda influencia sobre Arrio pues, a sem ej anza de los
adopcionist as de occident e, le preocupaba la unidad de Dios. Afirm ó que solo el Padre no
t iene principio. El Hij o ( o Logos) t uvo principio; Dios creó el Logos para que pudiera crear el
m undo. Dado que el Logos era el prim ero y m ás sublim e de t odos los seres creados, Arrio
se avenía a llam ar al Logos Dios. Pero est o era t an solo un decir, pues el Logos era una
criat ura. Dios m ism o no podía crear el m undo m at erial; en verdad, Arrio consideraba que
Dios est aba t an alej ado de los hom bres que era im posible conocerle o t ener com unión con
el. Arrio era, pues, com plet am ent e helénico en su concept o de Dios.

El concept o de Crist o de Arrio era m uy inferior, t ant o al de Teodat o en occident e com o al


de Pablo de Sam osat a en orient e. Según ellos, el hom bre Jesús a quien Dios adopt ó era
com plet a y verdaderam ent e hum ano. No así el Jesús de Arrio, pues según su doct rina,
Jesús t enía un cuerpo hum ano pero no un alm a hum ana. El Logos ocupaba el lugar del
alm a hum ana en Jesús, y por lo t ant o era una criat ura que no era ni Dios ni hom bre. No
era Dios puest o que el Logos en el era creado; no era hom bre dado que no t enía alm a.
Adem ás, el Logos est aba suj et o a los cam bios, de m odo que Jesús podía volverse pecador.
Tal es la doct rina que Arrio em pezó a difundir en el año 311. Alej andro, el obispo cat ólico
de Alej andría, convocó varios sínodos que condenaron su doct rina, y fue obligado a salir de
Alej andría. No obst ant e, t uvo m uchos seguidores, por las siguient es t res razones:

 Su doct rina parecía defender la unidad de Dios cont ra el peligro del polit eísm o.
 Sat isfacía la profundam ent e arraigada idea helénica de que Dios no puede ser el
creador del universo m at erial.
 Daba sum o honor al Hij o o Logos de Dios y hast a declaraba que era Dios.

La cont roversia se ext endió a t odo el orient e. Teólogos, m onj es, y dirigent es de la iglesia
t om aron part e en el debat e. El com ún del pueblo no ent endía lo que est aba en j uego en
est a cont roversia, y por ello era lo m ism o t om ar part e con un lado o con el ot ro.

El con cilio de N ice a

Nadie observaba la sit uación con m ás at ención que Const ant ino. Su oj o de polít ico avezado
percibía que la unidad del im perio peligraba. Polít icam ent e, el im perio era uno; pero
@2011 Logoi, I nc. 5
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
t eológicam ent e est aba dividido en dos. Por lo t ant o decidió convocar un concilio de t oda la
iglesia para que resolviera la cont roversia; luego el haría cum plir su fallo con el poder del
est ado. Al convocar el concilio, a Const ant ino le int eresaba fundam ent alm ent e no
est ablecer un concept o exact o de la relación de Crist o con el Padre sino m ant ener la unidad
del im perio. Era la m isión del concilio form ular una crist ología que cum pliera est e fin. De
m odo que la com binación de una cont roversia en la iglesia con la consiguient e
incert idum bre polít ica del im perio fue lo que dio origen al prim er concilio ecum énico. Se
celebró en Nicea en Asia Menor en el año 325, del 20 de m ayo al 25 de j ulio. Asist ieron
t rescient os obispos, casi t odos de la part e orient al del im perio. El obispo de Rom a envió dos
delegados. Osio, el anciano obispo de Córdoba en España, fue el principal consej ero
eclesiást ico de Const ant ino.

Pront o fue evident e que había present es en el concilio t res facciones. Una pequeña facción,
encabezada por Eusebio, obispo de Nicom edia, apoyaba en pleno la posición de Arrio. Ot ro
pequeño grupo sost enía a Alej andro, obispo de Alej andría. Ent re est os dos ext rem os se
hallaba un gran grupo int erm edio dirigido por Eusebio de Cesárea, considerado el hom bre
m ás inst ruido de su época. Est e grupo sost enía una crist ología cont raria al arrianism o, pero
con la cual Alej andro y sus adept os no est aban de acuerdo t am poco. Eusebio de Cesárea
creía en un Señor, Jesucrist o,

...el Logos de Dios, Dios de Dios, luz de luz, vida de la vida, el unigénit o Hij o, el
prim ogénit o de t oda la creación, engendrado por el Padre ant es de t odas las
edades...

Alej andro creyó que est a definición se prest aba a una int erpret ación arriana. Él quería una
declaración que fuera im posible de int erpret arse así. Fue apoyado en est o por Osio y por el
em perador. El concilio ent onces expresó su fe en...

...un Señor, Jesucrist o...verdadero Dios de verdadero Dios, engendrado no hecho,


consubst ancial ( hom oousios) con el Padre, por quien t odas las cosas fueron hechas.
( Credo Niceno)

El concilio condenó t am bién a los que enseñasen que " hubo un t iem po cuando el no exist ía"
o " ant es de ser engendrado el no exist ía" o que el Hij o de Dios fue creado, o es m ut able, o
de una sust ancia dist int a del Padre. Cualquiera que creyera t ales engaños era anat em a, o
sea, m aldit o.

Arrio y cinco delegados m ás se negaron a firm ar el credo de Nicea. Eusebio de Nicom edia
se negó a firm ar el anat em a. Todos est os fueron dest errados, pero la paz no siguió a est as
resoluciones y act os. Pocos, parece, sabían el verdadero significado de hom oousios, y la
cont roversia cont inuó. La polít ica de la iglesia y la del im perio se hicieron t an confusas que
era im posible saber dónde t erm inaba la una y com enzaba la ot ra, y est a sit uación perduró
por casi sesent a años. La palabra cent ral alrededor del cual giraba el debat e fue el
t erm ino hom oousios —del griego hom o, que significa igual, y ousia, que significa
nat uraleza, sust ancia o ser—. ¿Es el Hij o de la m ism a nat uraleza que el Padre, o no? Est e
era el gran problem a

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
D e N ice a a Con st a n t in opla

En m edio de est a cont roversia, y luchando casi hast a su final, est uvo una de las m ás
grandes figuras de la iglesia prim it iva, At anasio, el sucesor de Alej andro en el obispado de
Alej andría. Allí nació alrededor del año 300 y m urió en el 373. At anasio ayudó a form ular el
credo de Nicea y pasó el rest o de su vida defendiéndolo. Hom bre de caráct er recio y noble,
t enía gran habilidad com o líder y adm inist rador, y era el m ás grande t eólogo de la iglesia
de su día. Sim pat izaba con el sist em a m onást ico, y t uvo a los m onj es egipcios com o sus
principales part idarios. Com o t eólogo y líder de la iglesia sobrepasó a t odos en el periodo
desde Orígenes, que m urió en el año 253, hast a Agust ín, que nació en el 354.

La t e ología de At a n a sio

Su t eología y su fe est aban regidas por el pensam ient o que expresa 2 Pedro 1: 4: " ...para
que... llegaseis a ser part icipant es de la nat uraleza divina, habiendo huido de la corrupción
que hay en el m undo a causa de la concupiscencia" . Aquí nos encont ram os, quizás, con la
principal diferencia ent re la t eología de occident e y la de orient e. En la t eología occident al
el problem a cent ral es la expiación de la culpa del pecado. Hem os ofendido a Dios, som os
culpables delant e de él, y no podem os gozar de nuevo de su favor a m enos que nuest ro
pecado sea quit ado. Est o lo hace Crist o, por m edio de su encarnación, vida, m uert e, y
resurrección.

En el orient e el problem a cent ral no es la culpabilidad del ser hum ano, sino su corrupción.
El hom bre, cabeza de la creación, ha perdido la im agen de Dios y se ha hecho espirit ual y
m oralm ent e depravado. A fin de salvar su creación, Dios se hizo hom bre. En Crist o la
nat uraleza hum ana se une a la nat uraleza divina, y en él lo m ort al y corrom pido del
hom bre se conviert e en una gloriosa inm ort alidad. Por la fe en Crist o nos hacem os
part icipant es de la nat uraleza divina. " Fue hecho Hom bre —dice At anasio— para que
nosot ros fuésem os hechos divinos" . Sin un Crist o plenam ent e divino que a la vez es
com plet am ent e hum ano, no puede haber salvación. Arrio no creía que fuera ni lo uno ni lo
ot ro. Por lo t ant o, At anasio se le opuso con t oda la fuerza de su m ent e y corazón.

Después del concilio de Nicea se hizo evident e que solo el occident e y los part idarios de
At anasio est aban sat isfechos con el hom oousios de Nicea. Los part idarios de Arrio se
sint ieron t ot alm ent e derrot ados. El gran grupo cent rist a de Eusebio de Cesárea sent ía que
no debía apoyar el t erm ino hom oousios pues los t eólogos sabelianos lo habían usado para
describir la relación ent re el Hij o y el Padre. Eusebio y sus part idarios, por lo t ant o, t em ían
que se había dej ado una brecha para que se infilt rara la herej ía sabeliana. Poco después los
part idarios de Arrio y de Eusebio se unieron para elim inar el vocablo hom oousios del credo.
Obt uvieron el apoyo de Const ant ino, quien dest it uyó a Osio de su cargo de consej ero
t eológico y nom bró en su lugar a Eusebio de Nicom edia, el j efe de los arrianos en el concilio
de Nicea. En el año 335, el sínodo de Ant ioquia depuso a At anasio, y Const ant ino lo
dest erró a la Galia.

La polít ica y la t e ología

En el año 337 Const ant ino m urió, y sus t res hij os heredaron el im perio. Const ant ino I I
recibió la part e m ás occident al: Bret aña, Galia, y España; Const ancio I I , la part e m ás
orient al: Macedonia, Grecia, Tracia, Asia Menor, Palest ina, Siria, y Egipt o; Const ant e recibió
el t errit orio int erm edio: I t alia, el nort e de África, e I liria. Tant o Const ant ino I I com o
@2011 Logoi, I nc. 7
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Const ant e adopt aron la posición de occident e y apoyaron a At anasio, m ient ras que
Const ancio apoyó a los arrianos. En el año 340 Const ant ino I I fue m uert o bat allando cont ra
las fuerzas de Const ant e, dej ando el im perio dividido ent re Const ant e en el oest e y
Const ancio I I en el est e. En el año 350, Const ant e fue asesinado por Maj encio, un
em perador germ ano usurpador. Tres años m ás t arde, est e fue m uert o por Const ancio I I .
De est e m odo, en el 353 t odo el im perio est aba en m anos de un em perador favorable al
arrianism o. Teniendo la sum a del poder im perial, Const ancio creyó que era hora de resolver
la cuest ión religiosa de una vez para siem pre. En concilios celebrados en el oest e, en Arlés
y en Milán, obligó a los obispos occident ales a abandonar a At anasio, y dest erró a algunos
de sus líderes. En el año 357, en un concilio celebrado en Sirm io, en I liria, prohibió el uso
de la palabra ousia ( nat uraleza) al hablar de la relación ent re el Padre y el Hij o. Con est o,
el t erm inóhom oousios de Nicea se hizo let ra m uert a. Est a fue una vict oria resonant e para
los arrianos. Podrían negar t oda verdadera relación ent re el Padre y el Hij o y seguir est ando
dent ro del credo de la iglesia.

El gran part ido del cent ro, que hast a aquí había colaborado con los arrianos, se at em orizó
ant e est e vuelco de la sit uación. Est aban lej os de querer negar una relación m uy real ent re
el Padre y el Hij o; si bien no est aban dispuest os a afirm ar que est a relación consist ía en
una ident idad de nat uralezas, creían que había una sim ilit ud ent re las nat uralezas del Padre
y del Hij o. Un nuevo vocablo se int roduj o en la cont roversia, a saber hom ofousios ( de
hom oi, sem ej ant e a, y ousia, nat uraleza) . El part ido del cent ro y el grupo de At anasio o
Niceno ahora ent ablaron conversaciones. Descubrieron que la nat uraleza " sem ej ant e" del
grupo del cent ro no difería m ucho de la nat uraleza " igual" de los part idarios de At anasio.

Et a pa s fin a le s

Ju lia n o

Mient ras t ant o hubo un im port ant e hecho polít ico. En el año 361 m urió Const ancio I I y fue
sucedido por su prim o Juliano. Cuando m urió Const ant ino el Grande en el 337, t odos los
parient es que pudieron t ener pret ensiones al t rono fueron asesinados, con la excepción de
sus t res hij os. El padre de Juliano t am bién m urió en la m asacre. A Juliano se le perdonó la
vida porque solo t enía seis años. Fue criado por Const ancio y enseñado de acuerdo con la
ort odoxia orient al. Nadie sabía que odiaba el crist ianism o a causa del asesinat o de su padre
y herm anos, com o t am poco que secret am ent e hubiera est udiado filosofía y religión
paganas. Cuando subió al t rono im perial, resolvió volver el im perio al paganism o, razón por
la cual se le conoce com o Juliano el Apóst at a. La hist oria nos inform a que fue un
em perador j ust o y capaz. Murió en el 363 luchando cont ra los persas. Com o part e de su
polít ica religiosa en el im perio, decret ó el cese de la persecución a los defensores del credo
de Nicea. Llam ó de vuelt a a At anasio de su t ercer exilio, pero lo dest erró nuevam ent e
dent ro del año al saber que m uchos paganos se habían convert ido al crist ianism o por su
causa. Con t odo, la persecución cont ra los nicenos de hecho t erm inó.

Los t r e s ca pa docios

At anasio m urió en el ano 373. Sus últ im os años t ranscurrieron en paz. No vio la vict oria
final y plena de la causa nicena, pero t enía dos razones principales para creer que
t riunfaría. Una razón hem os vist o ya: los que sost enían respect ivam ent e los
t érm inos hom oousios y hom ofousios iban descubriendo que sus punt os de vist a se

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
asem ej aban. La segunda razón era que t res j óvenes t eólogos de influencia con su posición
doct rinal hacían cada vez m ás probable un acuerdo com plet o. Est os t res eran Basilio de
Cesárea ( en Capadocia) , Gregorio Nacianceno, y Gregorio Niceno. Dado que los t res eran
oriundos de Capadocia, se les llegó a conocer com o " los t res grandes capadocios" .
Represent aban la ort odoxia post nicena.

Para At anasio la unidad de Dios era una cert eza, y la divina Trinidad un m ist erio. Para él el
problem a era, ¿cóm o puede el Dios único exist ir en t res personas? Los t res capadocios
invirt ieron la pregunt a. Para ellos lo indudable era la exist encia del Padre, el Hij o, y el
Espírit u Sant o, y el m ist erio era: ¿cóm o pueden Padre, Hij o, y Espírit u Sant o ser un Dios?
At anasio com enzaba con el Dios único y t rat aba de ent ender com o las t res personas se
relacionaban con él. Los capadocios em pezaban con las t res Personas y t rat aban de
com prender cóm o el Dios único est aba relacionado con ellas. El result ado final de set ent a
años de est udio, discusión, cont roversia, y lucha polít ica fue la acept ación del Dios en t res
personas, de At anasio, y de las t res personas en un Dios, de los capadocios. Est os fueron
los dos aspect os de una m ism a confesión del Dios t rino y uno.

Ya sea que se considere al Dios de las Escrit uras baj o un aspect o o el ot ro, o baj o am bos a
la vez, siem pre habrá un elem ent o inevit able de m ist erio en el ser divino. Quizá nadie ha
sido de m ás ayuda en est e sent ido que Agust ín. Él com paró a la Trinidad con el am or,
siendo el Padre el que am aba, el hij o el am ado, y el Espírit u el am or que los unía. Pero
t am poco Agust ín pudo penet rar el corazón del m ist erio, pues cuando se le pregunt ó por
que había escrit o una obra t an grande com o La Trinidadpara discut ir est e m ist erio,
cont est ó: " Hablo para no callarm e" .

El fin de la con t r ove r sia

¿Qué puede decirse para concluir est e resum en de la gran cont roversia del siglo cuart o? En
el año 379 Teodosio se hizo em perador de orient e. Nació en España en el 346, hij o de un
dist inguido general de los ej ércit os rom anos de occident e. Com o m iem bro de la iglesia
occident al est aba com prom et ido con la t eología nicena, y la im puso al llegar a ser
em perador. En el año 381 convocó el concilio de Const ant inopla, el cual confirm ó el credo
de Nicea y am enazó con el exilio a t odo aquel que profesara la doct rina arriana. Con est o
t erm inó el arrianism o en el im perio, subsist iendo t an solo ent re las t ribus germ anas. Y
ent re est as desapareció del t odo en el siglo siet e.

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 1 0 : Los ge r m a n os, la s m ision e s a r r ia n a s


y e l m on a st icism o
Est e capít ulo se ocupa m ayorm ent e de los pueblos y t ribus que vivían fuera del I m perio
Rom ano, al est e del Rin y al nort e del Danubio. En la hist oria a m enudo se les conoce en
conj unt o com o " los bárbaros" . Seria út il aclarar est a palabra " bárbaros" . Los griegos
llam aban barbaroi a t odos los ext ranj eros. Significaba ello personas ext rañas, ext ranj eras o
incult as, especialm ent e en el habla. Los rom anos adopt aron el t érm ino y desde los t iem pos
de August o llam aron barbari a t odos aquellos que no eran ni griegos ni rom anos. Llevaba
im plícit a la idea de inferioridad con respect o a la civilización grecorrom ana, aunque m uchos
de los bárbaros eran, en realidad, sum am ent e int eligent es. Los germ anos, sobre t odo,
t enían concept os de la m oral y del cum plim ient o del deber que envidiaba el hist oriador
rom ano Tácit o. A la vez, los bárbaros cont em plaban el alt o nivel de desarrollo cult ural,
económ ico, y agrícola del im perio y lo deseaban para ellos.

El Rin y e l D a nubio

Es im port ant e señalar aquí la gran im port ancia de los ríos Rin y Danubio en la hist oria del
I m perio Rom ano. Desde los días de August o, es decir, por t rescient os cincuent a años, est os
dos grandes ríos form aron las front eras sept ent rionales del im perio. Todo el t errit orio que
quedaba al est e del Rin y al nort e del Danubio era del dom inio de los barbari. A lo largo de
est a línea lim ít rofe Rom a dest acó no m enos de cat orce legiones de sus soldados m ej or
ent renados. Est os, m ás sus t ropas de apoyo, a las que llam aban auxiliares, sum aban casi
200.000 hom bres. De est e m odo, desde el m ar del Nort e hast a el m ar Negro una barrera
fluvial defendida por el ej ércit o m ej or ent renado del m undo im pedía la ent rada de los
germ anos en los dom inios de Rom a

Pero el im perio se debilit aba cada vez m ás, y la am enaza de invasión se hizo
paulat inam ent e m ayor. Ent re los años 370 y 500 los germ anos irrum pieron a t ravés de las
defensas fluviales e invadieron el im perio, y en el t ranscurso del siglo quint o se ext endieron
por t odo el oest e del m ism o. En el año 476 el j efe germ ano Odoacro depuso al em perador
de occident e, un m uchacho de once años, con lo cual el im perio occident al dej ó de exist ir y
los germ anos est ablecieron est ados propios pero, hast a donde podían, adopt aron la cult ura
rom ana. Casi t oda Europa, y aun I t alia, la cuna de la civilización rom ana, se hizo
predom inant em ent e germ ana, de m odo que m uchos países o provincias europeas llevan
hoy nom bres derivados de t ribus germ anas: Francia, de los francos; I nglat erra, por los
anglos; Dinam arca, por los daneses; Suecia, de los suerks; Lom bardía, en I t alia, de los
lom bardos; Borgoña, en Francia, de los burgundios; Saj onia, en Alem ania, de los saj ones;
y Frisa, en Holanda y Alem ania, de los frisios.

La s m igr a cion e s Ge r m a n a s

La hist oria de los germ anos o t eut ones, com o t am bién se les llam a, se parece m ucho al la
de el bant ú en África cent ral. La cuna de est a raza fue el Congo —ahora Zaire—, de donde
se ext endieron al est e y al oest e y luego al nort e y al sur. Est as m igraciones se prolongaron

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
por siglos, las t ribus m ás fuert es expulsando a la m ás débiles. Se desarrollaron diferent es
idiom as y cost um bres, y surgieron naciones dist int as con sus propias leyes y t errit orios de
influencia. Es int eresant e not ar que las palabras bant ú y t eut ón significan am bas " gent e" .

Ent re los años 2000 y 1000 A.C. las t ribus llam adas germ anas vivían en el sur de
Escandinavia, en Dinam arca, y al sur de Dinam arca, ent re los ríos Elba y Oder. Est a época
corresponde aproxim adam ent e al periodo de la hist oria de I srael desde Abraham hast a el
rey David. No t enían civilización en el sent ido en que generalm ent e ent endem os est a
palabra, pues vivían en las selvas de la caza, o de la cría de anim ales en los t errenos m ás
abiert os. Cuando em pezaron a result arles insuficient es los lugares de caza y de past oreo,
se dedicaron a la agricult ura. No t enían lenguaj e escrit o, de m odo que los germ anos
prim it ivos est aban m uy at rasados con relación a las civilizaciones de Egipt o, Babilonia, y
Asiria, de las cuales eran cont em poráneos.

Alrededor del año 1000 A.C., los germ anos que habit aban Dinam arca y las regiones al sur
de dicho país com enzaron a em igrar hacia el oest e. Al llegar al Rin est e m ovim ient o se
det uvo, y se dirigieron hacia el sur por la m argen orient al del río. Una pequeña part e de
ellos siguió la m archa en dirección al oest e hast a llegar al m ar del Nort e. Pasados cuat ro
siglos, com enzó ot ra gran m igración germ ana, m ás al nort e. Ent re los años 600 y 500 A.C.
las t ribus germ anas que habit aban el sur de la península escandinava —hoy sur de Noruega
y Suecia— iniciaron un m ovim ient o hacia el sur. Cruzaron el Bált ico hacia la región ent re
los ríos Oder y Vist ula, y cont inuaron avanzando hacia el sur ent re est os dos ríos, algunos
cruzando el Vist ula en dirección al est e. Algunos de est os germ anos pudieron radicarse en
Europa cent ral, pero ot ros, not ablem ent e la gran t ribu de los godos, se dirigieron al
sudest e, asent ándose en la región del m ar Negro. Mient ras se sucedían est as m igraciones,
Rom a crecía y se ext endía. Conquist ó t oda I t alia, el nort e de África, y España; luego
dom inó el est e hast a las front eras de Persia, y finalm ent e la Galia al nort e y Egipt o, con la
cost a del Medit erráneo al oest e de Egipt o. En el 150 A.D. el im perio había alcanzado su
m áxim a ext ensión, y ya en el 350 —el m om ent o al que hem os llegado en nuest ro relat o—
los rom anos y los germ anos se enfrent aban a t ravés de las front eras del Rin y el Danubio.
Los rom anos se est aban debilit ando, m ient ras los germ anos se hacían m ás y m ás
num erosos y presionaban para penet rar a la t ierra de abundancia que cont em plaban del
ot ro lado de los ríos.

Los visigodos

Teniendo present e est e panoram a general de las m igraciones germ ánicas, de ahora en
adelant e nos ocuparem os m ayorm ent e de una t ribu germ ánica, la de los visigodos —o
godos del oest e, en cont raposición a los ost rogodos, o godos del est e—. A los godos se les
había perm it ido vivir en la provincia rom ana de Dacia, el nort e del lugar donde el Danubio
desem boca en el m ar Negro.

H u n os, godos y r om a n os

Alrededor del año 350 un pueblo conocido com o los hunos em igró de Asia cent ral
penet rando el sudest e de Europa. Sus guerreros, feroces y despiadados, eran irresist ibles.
Derrot aron com plet am ent e a los ost rogodos ent re los ríos Dniest er y Dnieper, j unt o con los
visigodos que habían ido en apoyo de sus herm anos. Sin ninguna prot ección ent re ellos y
los hunos que avanzaban, los visigodos rogaron al em perador rom ano que les perm it iera
ent rar al im perio a t ravés del Danubio. El em perador t am poco t enía fuerzas arm adas com o

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
para hacer frent e a los hunos y, sin prever las consecuencias ult eriores, perm it ió a los
visigodos que cruzaran el río con la condición de que ent regarían sus arm as de inm ediat o.
Poco después de la ent rada de los godos al im perio surgieron desavenencias con los
rom anos por cuest iones de alim ent os y t ierras. Los oficiales rom anos los t rat aron con
desprecio y hast a se vendieron visigodos com o esclavos. Al cabo de dos años el orgullo de
los germ anos est aba t an ofendido y la paciencia rom ana t an agot ada que la guerra se hizo
inevit able. Los dos ej ércit os se encont raron en el año 378, siendo com plet am ent e
derrot ados los rom anos y Valent e el em perador m uert o. Est a derrot a rom ana en la bat alla
de Adrianópolis es uno de los hechos decisivos de la hist oria de occident e, pues fue el
principio del fin del I m perio Rom ano y perm it ió que en Europa surgieran naciones
independient es.

La s a n da n za s de los visigodos

Los visigodos m uy pront o decidieron no quedarse para siem pre en la región que les habían
asignado, y com enzaron un increíble periplo. Lo prim ero fue un int ent o fallido de t om ar
Const ant inopla, seguido, después de algunos años, por la invasión de Grecia. Desde allí
avanzaron lent am ent e hacia el nort e por la cost a del m ar Adriát ico, y luego de varios
int ent os irrum pieron en I t alia y saquearon a Rom a en el año 410. At ravesando I t alia de
nort e a sur se propusieron cruzar a las t ierras fért iles del nort e de África. Pero una
t orm ent a dest ruyó sus em barcaciones y no pudieron llegar, por lo cual ret rocedieron al
nort e de I t alia y cruzaron los Alpes penet rando en la Galia. Prosiguieron la m archa hacia el
oest e y luego, at ravesando los Pirineos, invadieron España, est ableciendo allí un reino que
duró casi t rescient os años. Ot ro reino visigodo se inst auró en el cent ro y sur de Francia.
Durant e un t iem po pareció que Europa est aba dest inada a ser regida por los visigodos,
pero no fue así.

En sus esfuerzos para im pedir la invasión de I t alia, los rom anos ret iraron casi t odas sus
fuerzas de la front era del Rin. Por lo que la Galia quedó a la m erced de las t ribus germ anas
al est e de dicho río, el cual at ravesaron en el año 406, est ableciéndose en la Galia, España,
y aun en África. La t ribu m ás poderosa que invadió la Galia fue la de los francos, que
habit aban la región donde el Rin desem boca en el m ar del Nort e. A ellos t am bién se les
había perm it ido vivir dent ro del im perio. Con el ret iro de las fuerzas rom anas pudieron
conquist ar la Galia región por región, dom inándola t oda en el año 500. Ya para esa fecha
habían surgido reinos m ás pequeños en I t alia, España, el nort e de África, a lo largo de las
cost as del m ar del Nort e desde el Rin hast a Dinam arca, y en Bret aña. Con est o el im perio
rom ano de occident e llegó a su fin, y quedaron echadas las bases para las naciones del
oest e de Europa.

Est o da por concluida la breve reseña de los orígenes de los germ anos, sus andanzas, y
donde se est ablecieron. Fue ent re los descendient es de est os pueblos que la iglesia en
Europa se desarrolló, y fueron ellos los heraldos del evangelio que llevaron el crist ianism o a
t ravés de Bret aña, la Galia, Escandinavia, y t oda Europa al est e del Rin y al nort e del
Danubio. Est o result a m ás not able por el hecho de que la m ayoría de los germ anos a su
ingreso en el im perio eran arrianos. Su conversión a la fe crist iana del concilio de Nicea fue,
com o verem os, uno de los m om ent os decisivos en la hist oria del crist ianism o.

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
La s m ision e s a r r ia n a s

Cuando t erm inaron las persecuciones, los crist ianos const it uían alrededor del diez por
cient o de la población del im perio. Es com prensible que una m inoría t an pequeña, y a
m enudo perseguida, no pensara en m isiones evangélicas allende el Rin y el Danubio. En
efect o, cuando el evangelio com enzó a ext enderse ent re los germ anos, no fue la iglesia de
dent ro del im perio la que se ocupó de evangelizarlos, sino un godo. Se llam aba Ulfilas
—lobezno— y era arriano. Fue m ayorm ent e por su em peño que los visigodos llegaron a
acept ar el crist ianism o arriano, el que a su vez se propagó ent re las t ribus germ anas en
general.

Ulfila s

El prim er cont act o de los godos con el crist ianism o ocurrió ent re los años 250 y 300 por
m edio de caut ivos t om ados en incursiones de los visigodos en Asia Menor. Pero no hubo
dirección, ni organización, ni inst rucción sist em át ica hast a que Ulfilas inició su obra. Ulfilas
nació alrededor del año 310 en t ierras de godos al nort e del Danubio. Fue su m adre una
crist iana griega, probablem ent e t om ada caut iva en una correría de los godos. De ella
aprendió la fe crist iana pero fue criado com o godo, de m odo que conocía perfect am ent e a
los godos, su idiom a, y sus cost um bres. Act uó com o líder del pequeño grupo de crist ianos
que vivía en la región. De su m adre aprendió el griego y recibió adem ás inform ación acerca
de la iglesia y del im perio de donde ella provenía.

En el año 341 Ulfilas int egró un grupo de godos enviados a Const ant inopla, quizá en una
m isión diplom át ica. Durant e su est ancia en aquella capit al at raj o la at ención de Eusebio,
obispo de Const ant inopla, quien lo ordenó obispo de los crist ianos godos. Dado que el
arrianism o predom inaba en el orient e, no es de ext rañar que Ulfilas fuera t am bién arriano.
Por siet e años t rabaj ó ent re su pueblo allende el Danubio, hast a que una violent a
persecución cont ra los crist ianos godos por part e de un j efe visigodo le llevó a solicit ar
perm iso para est ablecerse al sur del Danubio. El perm iso se obt uvo, y Ulfilas con est os
crist ianos ingresaron al im perio, donde él los siguió past oreando hast a su m uert e en el 383.

La Biblia gót ica y la e x pa n sión de l cr ist ia n ism o

La m ayor obra de Ulfilas fue la t raducción de la Biblia al gót ico. Dado que los godos
carecían de escrit ura, Ulfilas invent ó un alfabet o derivado en gran part e del alfabet o griego.
La Biblia gót ica result ó un fact or im port ant e en la conversión de los godos. Es de not ar que
Ulfilas no t raduj o 1 y 2 Reyes, t em iendo que la lect ura del relat o de las guerras de I srael
haría que los godos se hicieran aun m ás belicosos. De los visigodos el evangelio se propagó
a los ost rogodos y a ot ros pueblos germ ánicos. No sabem os quienes fueron los hom bres y
las m uj eres que así propagaron el evangelio, ni que m edios usaron ni que rut as siguieron,
ni que oposición hubo a su predicación. Lo que sí sabem os es que cuando los germ anos
em pezaron a invadir el im perio en m asa, la m ayoría eran crist ianos, por lo m enos
nom inales.

Est e hecho t uvo dos consecuencias im port ant es. Una, que la invasión del im perio por los
germ anos fue m ucho m enos devast adora de lo que generalm ent e se piensa. Habiendo
adopt ado la religión del im perio, t am bién est aban dispuest os a absorber su civilización. Los
rom anos y los germ anos convivieron m ás com o vecinos que com o enem igos. La segunda
consecuencia se vincula ínt im am ent e con la prim era. La diferencia ent re el cat olicism o de
@2011 Logoi, I nc. 4
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
los rom anos y el arrianism o de los germ anos dio lugar a problem as religiosos y sociales.
Cada una de est as form as de crist ianism o t enía su propia organización eclesiást ica y su
propia form a de cult o. Las diferencias religiosas agravaron las diferencias sociales, de m odo
que la com unión y los casam ient os ent re am bos grupos se hicieron difícil. Est as diferencias,
sin em bargo, se suavizaron paulat inam ent e com o result ado de algo ocurrido en el año 496.

Clodove o y los fr a n cos

Los francos eran una de las pocas t ribus germ anas que no se hicieron arrianos sino que
cont inuaron siendo paganos, quizá por est ar sit uados en el ext rem o de Europa m ás
dist ant e de los visigodos, por quienes se propagó el crist ianism o. Parece que los francos
llegaron finalm ent e a ser la ram a m ás poderosa de los germ anos, pues ent re los años 450
y 500 lograron conquist ar t oda la Galia. Su rey, Clodoveo, percibió que m ás t arde o m ás
t em prano su pueblo t endría que elegir ent re el arrianism o y el crist ianism o cat ólico. Vio que
en la Galia ( que form aba part e del im perio desde el año 50 A.C.) los creyent es cat ólicos
eran m uy num erosos, la iglesia m uy poderosa, y los obispos ej ercían gran influencia. Puede
m uy bien haber pensado que su gobierno sería m ás fuert e si est aba de part e de la iglesia y
no en cont ra. Es t am bién posible que no haya querido poner su fe en un salvador que no
fuera ni Dios ni hom bre. De t odos m odos, se casó con una princesa de una t ribu germ ana
que profesaba el crist ianism o niceno, y perm it ió que su prim er hij o fuera baut izado en la
iglesia cat ólica. En el año 496 Clodoveo y num erosos seguidores fueron baut izados com o
crist ianos cat ólicos. La conversión de Clodoveo conduj o a la conversión de los francos com o
nación. Pocos años después los burgundios, ot ra t ribu grande de germ anos asent ados en la
Galia, se hicieron crist ianos, y una t ras ot ra las dem ás t ribus t am bién siguieron el ej em plo
de Clodoveo y los francos. Ya en el año 650 t odas habían abrazado la fe cat ólica y el
arrianism o había desaparecido, para nunca m ás resurgir.

D e sa r r ollo de l m on a st icism o

Ya com ent am os ant es que los germ anos que invadieron el im perio deseaban valerse de la
civilización rom ana y sus beneficios, aunque est o no quiere decir que supieran com o dirigir
y ut ilizar esa civilización una vez que lo t uvieran baj o su cont rol. Muchos eran analfabet os;
j am ás habían const ruido el t ipo de cam ino, puent e, y edificio que era com ún en el im perio;
j am ás habían dirigido un gobierno est able y com plej o o aprobado leyes para una
com unidad desarrollada. Los germ anos eran, pues, t ot alm ent e incapaces de m ant ener la
civilización de que llegaron a adueñarse. No t rat aron de dest ruirla, pero t oda la herm osura
de Rom a se det erioro y desint egró en m anos de los germ anos. Se les puede com parar a un
agricult or que obt iene un t ract or que no sabe usar. Pront o la m áquina se conviert e en un
m ont ón de chat arra.

La igle sia y la civiliza ción

En m edio de est e colapso hubo una inst it ución que no se derrum bó: la iglesia. La iglesia
t enía su organización, y por lo t ant o pudo m ant ener la com unicación ent re punt os m uy
dist ant es ent re sí. La iglesia t enía su hist oria, de la cual podía ext raer enseñanza para el
present e y orient ación para el fut uro. Predicaba un m ensaj e que arm onizaba en t odas
part es, y por lo t ant o los hom bres podían t ener una m ism a religión, una m ism a esperanza,
y una m ism a ley m oral según la cual vivir. En m edio de la confusión, la iglesia brindaba
est abilidad y orden; en m edio de los odios enconados, buscaba la reconciliación; ant e t oda
suert e de padecim ient o, ofrecía consolación.
@2011 Logoi, I nc. 5
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Al cum plir est os m inist erios, la iglesia hacía m ucho m ás que desem peñar funciones
puram ent e espirit uales. Alim ent aba a los ham brient os, hacia liberar a los presos, ponía
freno a la corrupción, conservaba los libros y hacia ot ros nuevos; enseñaba la agricult ura,
la carpint ería, y la ganadería, y dirigía escuelas. En una época en que m uchos lo habían
perdido t odo, la iglesia se hizo el t odo para t odos. Fue un bast ión inconm ovible alrededor
del cual un m undo que había perdido el rum bo podía reunirse y hallar un nuevo propósit o
en la vida. La iglesia preparaba a los hom bres para la vida venidera y preservaba la
civilización para est a vida present e.

El m edio m ás im port ant e de que dispuso la iglesia para cum plir est os señalados servicios
fueron los m onast erios. Darem os conclusión a est e capít ulo, pues, con una reseña de la
hist oria del m onast icism o prim it ivo en la iglesia occident al.

La vida a scé t ica

Siem pre han exist ido hom bres y m uj eres afect os al ascet ism o. En la esfera religiosa un
ascet a es uno que se niega a sat isfacer sus necesidades m at eriales con el fin de concent rar
la m ent e en las cosas espirit uales. Est e m odo de vida const it uye el ascet ism o. La palabra
" ascét ico" viene del griego askein, que significa ej ercit ar o ent renar y se aplicaba a los
at let as. El ascet a religioso es, pues, un at let a espirit ual.

Cuando la iglesia est uvo al fin libre de las persecuciones derivó hacia la m undanalidad.
I ngresaron en ella m uchos a quienes no les int eresaba m ayorm ent e la salvación. El cult o se
hizo un rit ual y perdió gran part e de su poder. Miles de crist ianos que elogiaban el m art irio
ya no t enían que soport ar ningún m art irio. Adem ás, la creencia griega de que el cuerpo era
la causa del pecado t enía m ucha influencia en el pensam ient o crist iano. Por t odas est as
razones, m uchos creyent es se em barcaron en una vida ascét ica a fin de est ar m ás cerca de
Dios y no perderse en las preocupaciones de est a vida.

Uno de est os, un egipcio llam ado Ant onio, se fue a vivir a solas en el desiert o. Est e act o
sencillo fue el com ienzo de ese gran m ovim ient o de t an t rem enda im port ancia: el
m onast icism o. Ant onio nació alrededor del año 250. A los veint e anos de edad com enzó la
pract ica del ascet ism o después de haber oído leer en el cult o de la iglesia el t ext o: " Si
quieres ser perfect o, anda, vende lo que t ienes, y dalo a los pobres...; y ven, y síguem e"
( Mt 19: 21) . En un principio vivió la vida ascét ica en su ciudad. Su ascet ism o consist ió,
probablem ent e, en abst enerse de ciert as com idas y bebidas, de los placeres y recreos de la
sociedad, del m at rim onio, y de las com odidades ordinarias de la vida; ello incluía la
observancia de horas fij as de oración y ot ros ej ercicios espirit uales. Con t odo, no est aba
sat isfecho, y luego de quince años se fue a vivir en el desiert o com plet am ent e solo, donde
nada podría dist raer su at ención de las cosas espirit uales. Vivió est a vida de severidad
ascét ica por veint e años, ganando el respet o y la devoción de seguidores ascét icos que
vinieron a vivir cerca de él, pidiéndole que les enseñara com o debía vivirse la vida ascét ica.

Finalm ent e cedió ant e sus ruegos y les enseñó con la palabra y el ej em plo hast a su m uert e
en el año 347. Fueron así el prim er grupo cenobít ico. Cuando la vida ascét ica religiosa se
vive de un m odo colect ivo y alt am ent e organizado se denom ina m onast icism o.

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
D os cla se s de m on a st icism o

Los ascet as a quienes Ant onio enseñó siguieron su t ipo de ascet ism o, el cual consist ía en
vivir en soledad y const ant e m edit ación, oración, y adoración. Es verdad que vivían j unt os,
pero cada uno en su choza individual m edit aba, oraba, y adoraba solo, y adem ás se
procuraba y cocinaba su propia com ida. A veces dos o t res vivían j unt os. Con la
propagación del m ovim ient o, cient os y a veces m iles vivían en un m ism o lugar. Est a era la
form a de m onast icism o cenobít ica, la que había dirigido Ant onio.

Pocos años después surgió ot ra form a de m onast icism o de caráct er com unal. Su fundador
fue ot ro j oven egipcio, Pacom io, nacido alrededor del año 290 y ex guerrero de los ej ércit os
de Const ant ino. Al volver a su hogar se hizo ascet a cenobít ico y fue a vivir con un
anacoret a a orillas del Nilo. Com prendiendo las lim it aciones de est e t ipo de ascet ism o,
organizó un m onast erio con vida com unal. Sus m iem bros sum aban varios cient os. La rut ina
del día est aba reglada m inuciosam ent e: había t iem po para ej ercicios religiosos, para
t rabaj o físico, para com er y dorm ir Todos obedecían una regla com ún, com ían de una
cocina única y se reunían diariam ent e para adorar. El t rabaj o se consideraba necesario, no
solo para subsist ir sino para sent irse hum ano.

Así los m onast erios ordenaron y sist em at izaron la vida ascét ica. El m onast icism o de
Ant onio hacia hincapié en la vida individual; el de Pacom io en el aspect o com unal. Pront o
est as dos form as se difundieron fuera de Egipt o. Palest ina adopt ó sobre t odo el est ilo de
Ant onio o cenobít ico; Grecia el est ilo pacom iano. I t alia y la Galia probaron al principio el
est ilo cenobít ico pero m ás t arde adopt aron el m onast icism o com unal. Aquí debem os t om ar
not a del papel que le t ocó desem peñar a At anasio en la propagación del m onast icism o;
recordem os que fue obispo de Alej andría del año 328 al 373, siendo, por lo t ant o,
com pat riot a y coet áneo de Ant onio y Pacom io. At anasio m ism o t enía inclinaciones al
ascet ism o y adm iraba y alent aba la vida m onást ica. Visit aba a los ascet as en sus viviendas
desért icas, y era am igo de Ant onio y de Pacom io, del prim ero de los cuales escribió una
biografía. Cuando Const ant ino lo dest erró a la Galia, At anasio difundió allí sus ideas
favorables al m onast icism o. Durant e su segundo exilio del ano 339 al 346 hizo lo m ism o en
I t alia. El m onast icism o se ext endió a España y África del nort e y t uvo el apoyo de grandes
líderes de la iglesia, com o Agust ín, Am brosio, y Jerónim o.

El m on a st icism o e n Eu r opa

En Europa, sin em bargo, el m onast icism o cenobít ico al est ilo de Ant onio t ropezó con serias
desvent aj as, pues era de origen net am ent e egipcio y se prest aba para pract icarse en
clim as cálidos, m ient ras que en Europa hace frío gran part e del año. Por ot ra part e, había
sido grandem ent e influido por el ascet ism o hindú, donde es frecuent e el individualism o, el
m asoquism o, y las largas m edit aciones. El caráct er europeo se prest a poco para est as
m anifest aciones. Europa necesit aba un t ipo de m onast icism o que fuera m ás com unal y
m enos severo. Benit o de Nursia fue el iniciador de t al t ipo de m onast icism o.

El m on a st icism o be n e dict in o

Benit o nació alrededor del año 480 en Nursia, cerca de la ciudad de Spolet o en el cent ro de
I t alia. Era de buena fam ilia y pudo est udiar en Rom a. La inm oralidad que presencio allí
bast ó para que se hiciera m onj e al est ilo de Ant onio, viviendo así por t res años. Viendo las
desvent aj as que t raía aparej ado el m onast icism o solit ario, organizó un m onast erio com unal
@2011 Logoi, I nc. 7
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
com o había hecho Pacom io en Egipt o. Pront o Benit o t uvo t ant os discípulos que t uvo que
fundar doce m onast erios para albergarlos. Su obra com o reform ador de la vida m onást ica
la llevó a cabo en el m onast erio de Mont e Casino, fundada por él ent re el año 520 y el 529.
Murió en el 550.

A la luz de su experiencia, prim ero com o m onj e solit ario y luego en la vida com unal, Benit o
escribió una regla para gobernar la vida de los m onj es en el Mont e Casino. Est a vida se
adecuaba t an bien a las condiciones europeas, que con el t iem po est e t ipo de m onast icism o
se ext endió a la Galia e I nglat erra, y de allí se propagó a las regiones del est e del Rin.
Algunas de las disposiciones principales de la orden benedict ina eran las siguient es:

 Cada m onast erio era regido por un abad, elegido por vida, cuyas decisiones eran
finales en t odos los asunt os.
 Tant o el abad com o los m onj es vivían suj et os a los art ículos de la regla. Por ej em plo,
el abad t enía la obligación de consult ar con t odos los m onj es sobre asunt os
im port ant es y con los m onj es de m ayor j erarquía sobre asunt os de m enor
im port ancia ant es de t om ar decisiones finales.
 Había horas fij as para los ej ercicios religiosos, el t rabaj o, las com idas, y el descanso.
 Los m onj es se com prom et ían por vida con el m onast erio, y por lo t ant o no t enían
libert ad de m overse de uno a ot ro. Form aban, pues, una com unidad para t oda la
vida.
 La vida en el m onast erio era regular y disciplinada, pero no est aba suj et a a
sufrim ient os físicos, com o había sido el caso ent re los m onj es egipcios.
 Cada m onast erio era com plet am ent e separado e independient e de t odos los dem ás.
 El propósit o principal de la vida m onást ica era el de crecer en el am or de Dios. Los
m edios para lograr est e fin eran la lect ura de las Escrit uras, la oración, el cant o, y el
ej ercicio de la obediencia y la hum ildad. La regla de Benit o exigía a los m onj es...

...que se prefirieran los unos a los ot ros en cuant o a honra; que soport asen con
sum a paciencia las debilidades de los dem ás, ya fuesen del cuerpo o del caráct er;
que com pit ieran los unos con los ot ros en la obediencia; que ninguno hiciera lo que
creía de su propia conveniencia sino m ás bien lo que convenía a los dem ás; que
m ost rasen caridad frat ernal con am or cast o; que t em iesen a Dios y am asen a su
abad con afect o sincero y hum ilde, no ant eponiendo ninguna cosa a Crist o, el que
puede llevarnos a la vida et erna.

El m onast icism o benedict ino cundió ent re las m uj eres lo m ism o que ent re los hom bres.
Convent os regidos por la regla de Benit o aparecieron en Europa, haciéndose cada vez m ás
num erosos. Se dest acaron sobre t odo en I nglat erra, donde t uvieron im port ancia no solo
desde el punt o de vist a religioso sino t am bién del social y educacional, pues en dicho país
las m onj as eran en su m ayoría m uj eres de las clases m ás alt as de la sociedad.

M on a st icism o ir la n dé s

Un t ipo de m onast icism o caract eríst ico e im port ant e surgió en I rlanda, inst it uido por
Pat ricio, un crist iano inglés, fundador del crist ianism o irlandés. En la form a est e
m onast icism o era egipcio, siendo una m ezcla del est ilo severo de Ant onio con la vida
com unal de Pacom io. Se desarrolló en el siglo quint o y con un cariz alt am ent e m isionero y
civilizador. Ent re los años 500 y 800, m onj es irlandeses evangelizaron t oda I rlanda,

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Escocia, y el nort e de I nglat erra. Tam bién fueron en calidad de m isioneros al cont inent e,
evangelizando grandes regiones. Los hom bres m ás cult os de est a época se form aban en los
m onast erios de I rlanda.

Los be n e ficios de l m on a st icism o

Ahora puede verse la razón para considerar el m onast icism o en el cont ext o de los pueblos
germ ánicos. Cuando los germ anos ( bárbaros) irrum pieron en el im perio en gran num ero en
el siglo quint o y luego m ás t arde, la sociedad rom ana y su form a de vida no se
desint egraron de inm ediat o. Est e proceso t uvo lugar paulat inam ent e a t ravés de m uchos
años. Hacia el año 600 el proceso est aba ya m uy avanzado, pero t am bién los
m onast icism os benedict ino e irlandés habían com enzado a ext enderse por el oest e de
Europa y las I slas Brit ánicas, y durant e los seis siglos post eriores la inst rucción y ot ras
influencias civilizadoras provenían de los m onast erios. Con pocas excepciones, solo el clero
t enía inst rucción. Aun Carlom agno, el m ás grande de los reyes de la Edad Media, obt uvo la
m ayor part e de sus conocim ient os no por la lect ura personal sino por m edio de lect ores a
su servicio. Los m onj es eran no solam ent e los líderes de la iglesia sino filósofos,
arquit ect os, los principales consej eros de los reyes, agricult ores expert os, m úsicos,
fabricant es de vidrio, const ruct ores, y perit os en m uchas ot ras art es y oficios. En los
m onast erios m ás grandes se copiaban las grandes obras lit erarias del pasado y se
guardaban celosam ent e en sus bibliot ecas. Muchos m onj es pasaban t oda la vida en est a
labor. Por eso no es exagerado decir que los m onast erios fueron los inst rum ent os
principales en la evangelización de Europa, en evit ar la pérdida de m uchas obras lit erarias
rom anas y crist ianas de la ant igüedad, y en conseguir que los germ anos fueran part e t ant o
de la iglesia com o de la civilización que ella prot egía.

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít ulo 1 1 : La vida de la igle sia ( 3 1 2 - 6 0 0 )


Después de asum ir el poder Const ant ino, la vida y la organización de la iglesia variaron
grandem ent e de lo que habían sido en sus prim eros años. La iglesia dej ó de considerarse
un enem igo del est ado; ahora era una aliada. Ant eriorm ent e ser m iem bro de la iglesia era
peligroso; ahora era vent aj oso. El poet a, el filósofo, el art ist a, el polít ico, el m ilit ar, el
arquit ect o, y el banquero adoraban abiert am ent e j unt o al obrero, el agricult or, y el
com erciant e. La iglesia se había hecho una part e acept ada e im port ant e del im perio m ás
rico y poderoso del m undo.
Las circunst ancias nuevas en que se hallaba ahora la iglesia afect aron profundam ent e cada
aspect o de su exist encia. Todavía era el pueblo de Dios, pero est e pueblo vivía, pensaba,
adoraba, y se gobernaba de m odo m uy dist int o al de aquellos creyent es que pasaron por
las som bras y las llam as de la persecución. Las esferas en las cuales eran m ás not ables
dichos cam bios eran las siguient es:
 El gobierno de la iglesia.
 La iglesia y el est ado.
 La form a del cult o.
Al com ent ar la nueva sit uación nos referirem os a m enudo a la hist oria de la iglesia ant es de
que Const ant ino subiera al poder en el año 311, denom inándola el prim er periodo de la
hist oria ant igua de la iglesia; la hist oria del año 312 al 600 la llam arem os el segundo
periodo.
El gobie r n o de la igle sia
La est recha relación ent re la iglesia y el im perio puede parecer la de un rat ón con un
elefant e, pero est o no fue así por m ucho t iem po. Es ciert o que el rat ón eclesiást ico nunca
se convirt ió en el elefant e im perial, pero se hizo lo suficient em ent e grande y poderoso
com o para que el elefant e t uviera que t om arlo en cuent a. Al inclinarse los em peradores
para besar el anillo en el dedo de un obispo, y al t ener est os el valor suficient e com o para
reprender al em perador y hast a prohibirle t om ar los sacram ent os, vem os una relación de
algo m ás grande que de un rat ón con un elefant e.
La s dife r e n cia s e n t r e los dos pe r iodos
Durant e el prim er periodo, la iglesia nunca t uvo una organización de gobierno que abarcase
t odo el im perio; t odas las aut oridades eran locales. Los obispos m onárquicos de las grandes
ciudades ej ercían una influencia considerable en las regiones que gobernaban. Em pezaron
a celebrar sínodos regionales en el segundo siglo. Es ciert o que exist ían com unión y varias
form as de cont act o ent re las dist int as iglesias regionales, que se daba hospit alidad
generosa a los viaj eros crist ianos, y se les reconocía com o m iem bros en iglesias dist ant es;
pero no exist ía un gobierno com ún, ni leyes eclesiást icas com unes, ni una acción
concert ada de la iglesia.
En el segundo periodo hubo un cam bio radical. Tres años después de t om ar Const ant ino el
poder en el oest e, convocó un sínodo en Arlés, Galia, en represent ación de t odo occident e.
El propósit o principal era t rat ar el problem a de los donat ist as en África del nort e. Once años
después ( 325) el m ism o em perador convocó el prim er concilio ecum énico en Nicea, y desde
ent onces los concilios se hicieron una cosa com ún en la vida de la iglesia, celebrándose

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
desde la Galia hast a Siria. Las decisiones de un concilio eran siem pre válidas dent ro de la
región donde se celebraba y a veces lo eran para t oda la iglesia. Result aron fact ores
im port ant es en el desarrollo de creencias com unes, unidad, y orden en la iglesia.
Durant e el segundo periodo la iglesia t am bién ext endió y reforzó la form a de gobierno que
había sido solo incipient e en el prim er periodo. Se recordara que los j erarcas eclesiást icos
m ás dest acados y poderosos en los siglos dos y t res eran los obispos m onárquicos, los que
gobernaban las regiones baj o su m ando con la ayuda de presbít eros y diáconos. Durant e el
segundo periodo est a form a sencilla de gobierno se hizo m ás com plicada.
En est e periodo segundo se hizo m uy m arcada la dist inción ent re los laicos y el clero:
aquellos eran la m asa de la com unidad crist iana que no t enían ningún cargo en la iglesia;
est os t enían cargos en la iglesia y se dist inguían de los laicos por haber sido ordenados.
Con el andar del t iem po, t odo el t rabaj o de la iglesia, o casi t odo, paso a m anos del clero, y
dado que est e t rabaj o aum ent aba const ant em ent e fue necesario crear nuevos cargos y
j erarquías, de m odo que por consecuencia hubo t res grandes cat egorías: las órdenes
m enores, las órdenes m ayores, y el episcopado.
La s ór de n e s de l cle r o
Las órdenes m enores eran los exorcist as y lect ores, quienes desem peñaban funciones
secundarias en el cult o, y los acólit os y subdiáconos, quienes const it uían los secret arios del
obispo.
Las órdenes m ayores las form aban los diáconos y presbít eros. El cuidado de los pobres,
originalm ent e a cargo de diáconos, est aba ahora en m anos de las órdenes m enores,
m ient ras los diáconos pasaron a ser los principales ayudant es adm inist rat ivos de los
obispos. Por ej em plo, At anasio era diácono cuando act uaba com o secret ario del obispo
Alej andro en el concilio de Nicea. Los presbít eros dirigían los cult os y adm inist raban los
sacram ent os, siendo así el brazo espirit ual de los obispos. Post eriorm ent e se les llam ó
sacerdot es. Las órdenes m ayores procedían de las m enores: a los t reint a años de edad
eran elegibles para ser diáconos; a los t reint a y cinco los diáconos podían ser presbít eros; a
los cuarent a y cinco años el presbít ero era elegible para ser obispo, por lo m enos en cuant o
a la edad.
El episcopado consist ía en los obispos de la iglesia. El de j erarquía m enor era el obispo de
cam pana; luego venía el obispo urbano, y am bos est aban subordinados al arzobispo,
llam ado en la iglesia orient al el m et ropolit ano, o sea, obispo de capit al de provincia. Los
arzobispos, a su vez, est aban baj o la aut oridad de los obispos pat riarcales.
El obispo pa t r ia r ca l
Al com ienzo del siglo cuat ro había en la iglesia cat ólica t res obispos pat riarcales: los de
Rom a, Ant ioquia, y Alej andría. Cuando Const ant inopla se hizo capit al del im perio baj o
Const ant ino, el obispo de la ciudad t am bién pasó a ser pat riarca. En el concilio de
Calcedonia en el año 451, se le concedió igual honor al obispo de Jerusalén, aunque nunca
llegó a ej ercer m ucho poder. En el siglo quint o el pat riarca de Const ant inopla gobernaba la
iglesia en veint iocho provincias rom anas, el pat riarca de Ant ioquia en quince, el de
Jerusalén en cuat ro, el de Alej andría en nueve, m ient ras el de Rom a gobernaba la iglesia
en t odo el occident e, o sea en sesent a y siet e provincias. El pat riarca de Rom a fue llam ado
desde el principio Papa, nom bre que subsist e hoy.
Le est ruct ura del gobierno eclesiást ico que hem os descrit o se llam a j erárquica, que viene
del griego y quiere decir gobierno por sacerdot es. Com o una pirám ide, la est ruct ura part e

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
de las órdenes m enores del clero en la base y pasa por las órdenes m ayores y las dist int as
j erarquías de obispos a una aut oridad única en la cúspide.
I gle sia y e st a do
Durant e el prim er periodo de la hist oria ant igua de la iglesia, es decir, hast a Const ant ino, la
iglesia t rat ó t odos sus problem as eclesiást icam ent e. O sea, t odos los asunt os de doct rina,
disciplina, cult o, y gobierno fueron resuelt os por la iglesia sin que el est ado t uviera voz ni
vot o en los asunt os de la iglesia. Con Const ant ino est o cam bio com plet am ent e. Los
em peradores que le precedieron vieron la im port ancia de la religión para asegurar la
unidad del im perio, y él lo vio t an claram ent e com o ellos. Por lo t ant o siguió la m ism a
polít ica que ellos, pero con una diferencia. Para los prim eros em peradores, la religión
rom ana pagana era el elem ent o de unión que favorecían, m ient ras que para Const ant ino
fue el crist ianism o. Los em peradores paganos edificaron t em plos paganos; Const ant ino
edificó iglesias crist ianas. Los em peradores paganos sost enían a los sacerdot es paganos;
Const ant ino dio subsidios al clero crist iano. Los em peradores paganos com bat ieron el
crist ianism o; Const ant ino y los em peradores crist ianos que le siguieron com bat ieron lent a
pero seguram ent e al paganism o y las herej ías. En un principio el paganism o era religión
lícit a y el crist ianism o religión ilícit a. Al final del cuart o siglo, el crist ianism o cat ólico
era religión lícit a y el arrianism o y el paganism o eran religiones ilícit as. Todo había
cam biado. Sin em bargo, en ciert o sent ido, nada había cam biado.

La con t r ove r sia don a t ist a


La relación profunda y de gran alcance que Const ant ino int roduj o ent re la iglesia y el
est ado com enzó casi desde su t riunfo sobre Maj encio en oct ubre del 312. Unos m eses m ás
t arde la iglesia le pidió que resolviera lo que se conoce com o la cont roversia donat ist a.
En el año 311 un nuevo obispo, de nom bre Cecilio, fue ordenado en Cart ago. Uno de los
obispos que part icipó en la ordenación, Félix de Apt unga, fue acusado de haber ent regado
las Escrit uras durant e una recient e persecución. Por est a razón los acusadores de Félix
consideraban nula la ordenación de Cecilio. La iglesia oficialm ent e apoyo a Cecilio, pero
m uchos obispos se opusieron, result ando un cism a en la iglesia de África del nort e. Los que
se oponían a Cecilio eligieron su propio obispo, de nom bre Mariorino. Cada facción
excom ulgó a la ot ra, y am bas apelaron a Const ant ino en el año 313 para que resolviera la
disput a. Const ant ino acept ó la invit ación y convocó un sínodo que se reunió en Rom a. El
concilio declaró que Félix era inocent e de las acusaciones que se le hacían, y convalidó la
elección de Cecilio. El problem a se com plicaba m ás por el hecho de que Const ant ino había
dado apoyo financiero a la iglesia de Cart ago, es decir al grupo de Cecilio, pero no a la
nueva iglesia de Mariorino, de m odo que el cism a se hizo aun m ás hondo. En 314
Const ant ino convocó un concilio m ucho m ayor que debía reunirse en la ciudad de Arlés en
la Galia. Fue el prim er concilio que se celebró en el oest e de Europa. Tam bién apoyó a
Cecilio. El cism a en África del nort e siguió aum ent ando en ext ensión y gravedad. En el año
316 Const ant ino int ervino por la fuerza; a los disident es les quit ó sus sit ios de reunión y
dest erró a los obispos, ent re los cuales se hallaba Donat o. Est e había sucedido a Mariorino,
y de él se deriva el nom bre del m ovim ient o separat ist a. La acción de Const ant ino no t raj o
la paz, y en el 321 abandonó t odo int ent o de poner en práct ica su decret o. Se hallaba t an
im pot ent e frent e a los donat ist as com o sus ant ecesores respect o a los crist ianos, con la
diferencia de que ant es había sido persecución de paganos a crist ianos, y ahora era de
crist ianos a crist ianos. El cism a donat ist a se prolongó durant e unos cien años y luego
desapareció gradualm ent e com o result ado de las enseñanzas de Agust ín acerca de la
iglesia y de la persecución por el gobierno.

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
La n u e va r e la ción e n t r e la igle sia y e l e st a do
Así fue, pues, el com ienzo de la relación ent re la iglesia crist iana y el est ado. La conduct a
con relación a la cont roversia donat ist a est ableció el siguient e m odelo de procedim ient o
para t rat ar cualquier ot ro problem a que am enazara la unidad del im perio:
 El em perador llam aría a un sínodo o concilio cuando lo creyera necesario;
 perm it iría que el sínodo o concilio resolviera el problem a;
 si el fallo no era acept ado por alguna de las part es, el em perador haría cum plir la
decisión con el poder del est ado. Est e m odelo de procedim ient o se siguió al convocar
el concilio de Nicea y en m uchos ot ros casos ult eriores.
No fue solo en la celebración de los concilios que la iglesia y el est ado colaboraban sino
t am bién en m uchas ot ras cosas. He aquí algunos ej em plos:
 El clero est aba exim ido del pago de im puest os y de prest ar servicios públicos, a
veces gravosos. Est as vent aj as llevaron a m uchos hom bres adinerados a ingresar al
m inist erio para evit ar el pago de los im puest os. Est o, a su vez, llevó al gobierno a
prohibir que los ricos se hiciesen sacerdot es.
 La iglesia recibía ayuda m onet aria del est ado y a la vez se le perm it ía recibir legados.
Com o result ado, la iglesia se hizo independient e y rica, dueña de casas, t ierras, y
ot ras propiedades. En la Edad Media llegó a poseer hast a el cuarent a por cient o de
t odo el t errit orio de la Europa crist iana.
 Los obispos t enían el derecho de resolver las disput as ent re creyent es en sus propios
t ribunales, y est os t ribunales eclesiást icos y sus fallos eran reconocidos por las leyes
del im perio.
 A los obispos se les perm it ía int erceder a favor de presos, crim inales, y ot ros
acusados en los t ribunales civiles. Hast a podían int erceder a favor de ciudades y
provincias que se hubieran enem ist ado con el em perador.
 Ciert as clases de t rabaj o y de diversiones se prohibían en día dom ingo, com o
t am bién el cobro de im puest os y de deudas.
 La iglesia presionó al est ado para que aprobara legislación m ás hum anit aria para la
prot ección de las viudas y los huérfanos, los presos, los pobres, y los esclavos.
 La influencia de la iglesia cont ribuyó a liberar a la m uj er de su servidum bre
t radicional, y logró que se pusiera fin a las luchas de gladiadores.

D e sve n t a j a s de la r e la ción igle sia - e st a do


Es evident e que la iglesia pudo prest ar m uchos servicios que ant eriorm ent e no le fue
posible llevar a cabo. Pero t am bién no hay duda de que quedó expuest a a m uchas
t ent aciones que no exist ían ant es de aliarse con el est ado. La polít ica del est ado se infilt ró
en la iglesia, y la iglesia penet ró en la polít ica del est ado. La disciplina se resint ió, y ser
m iem bro de la iglesia, para m uchos, se hizo una form alidad puram ent e ext erior. Las
necesidades de la iglesia ya no se cost eaban básicam ent e con las ofrendas y los sacrificios
de sus m iem bros sino que procedían del est ado y de la rent a de sus propiedades e
inversiones. El clero se hizo im port ant e t ant o en las ciudades grandes com o en los pueblos
pequeños, y los honores que se les dispensaban superaban a los que recibían los
funcionarios del est ado. Un cuadro cabal de la iglesia en el prim er periodo lo daría la
declaración de Pablo en el prim er capit ulo de 1 Corint ios: “ Pues m irad, herm anos, vuest ra
vocación, que no sois m uchos sabios según la carne, ni m uchos poderosos, ni m uchos

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
nobles; sino que lo necio del m undo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil
del m undo para avergonzar a lo fuert e; y lo vil del m undo y lo m enospreciado escogió Dios,
y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se j act e en su presencia” ( vv.
26- 29) . Durant e el segundo periodo, en m uchos lugares era im posible describir la iglesia
con t ales palabras.
La polít ica iniciada por Const ant ino y la asociación ent re la iglesia y el est ado fueron
cont inuadas por sus hij os Const ant ino I I , Const ant e, y Const ancio. Juliano el Apóst at a
est uvo en el poder m enos de dos años, m uriendo en bat alla frent e a los persas en j unio del
363. Las palabras que se le at ribuyen al m orir, “ Vencist e, galileo” , son probablem ent e una
leyenda, pero expresan la verdad hist órica. Con Juliano t erm inaron t odos los esfuerzos para
devolverle al paganism o su poder y prest igio dent ro del I m perio Rom ano.
Con t in u a ción de la r e la ción
Los sucesores de Juliano cont inuaron la est recha asociación ent re la iglesia y el est ado.
Durant e el reinado de Teodosio ( 378- 395) llegó a su clím ax. En el año 381 Teodosio
convocó el segundo concilio ecum énico en Const ant inopla. Est e concilio acept ó el credo
niceno com o la fe del im perio y t erm inó con la polém ica de set ent a y cinco años ent re
cat ólicos y arrianos acerca de la relación ent re el Hij o y el Padre. Teodosio de inm ediat o
prohibió el arrianism o en el im perio, así com o las religiones paganas. Con est e precedent e,
la persecución de la herej ía por el est ado se hizo com ún; se pract icó a t ravés de la Edad
Media y t ant o los cat ólico- rom anos com o los prot est ant es la consideraban la polít ica
correct a durant e y después de la Reform a. De m odo que se puede decir que Const ant ino y
sus sucesores fij aron el m olde de las relaciones de la iglesia con el est ado que perduró por
m ás de m il t rescient os años. Aun hoy pueden hallarse vest igios de est a ant igua relación. La
Ciudad del Vat icano, en la cual la iglesia y el est ado form an una unidad, es el t est im onio
perm anent e que la I glesia Cat ólico rom ana cree en la asociación ínt im a ent re la iglesia y el
est ado. Del lado prot est ant e, los ej em plos m ás claros se hallan en los países escandinavos:
Dinam arca, Noruega, Suecia, y, m uy vinculada, Finlandia. La relación ent re la iglesia y el
est ado en Suecia es represent at iva:
La const it ución sueca prevé la reunión de una asam blea general de la iglesia, convocada
por el rey para considerar asunt os present ados por él. Las resoluciones de la asam blea
general no son t erm inant es sino que deben ser present adas en form a de pet iciones para su
aprobación por el rey y el Parlam ent o. Por ot ra part e, la asam blea general de la iglesia
puede vet ar leyes ya aprobadas por el Parlam ent o. En asunt os fundam ent ales el est ado no
ha de im poner su volunt ad en cont ra de la de la iglesia, ni debe la iglesia hacer cam bios
im port ant es sin quesean est udiados y aprobados por la nación a t ravés del sist em a polít ico
de la com unidad ent era. ( M. Searle Bat es, Religious Libert y, I nt ernat ionalMissionary Council
[ 1945] , p. 108) .

El cu lt o de la igle sia
El cam bio de la vida de la iglesia después de la ascensión de Const ant ino se m anifest ó de
m odo not able en el cult o. En las épocas de sufrim ient o la vida religiosa de la iglesia se
había cent rado en las cosas int eriores y espirit uales. Durant e m ás de dos siglos no t uvo ni
el dinero, ni los t alent os, ni la oport unidad de const ruir edificios sunt uosos y organizar en
ellos cerem onias llenas de pom pa. Es verdad que durant e los cuarent a años previos a la
persecución diocleciana los crist ianos habían levant ado am plios t em plos en m uchas
ciudades, pensando que con las persecuciones de Decio y Valeriano ( 251- 259) sus
t ribulaciones habían t erm inado. Pero t odos est os edificios fueron dest ruidos. El hist oriador

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Eusebio escribe: “ Con m is propios oj os vi los lugares de cult o dem olidos, hast a los m ism os
cim ient os” ( Hist oria eclesiást ica, Libro 8, sección 2) .
Const ant ino y su devot a m adre, Elena, dieron el ej em plo erigiendo edificios nuevos y m ás
cost osos. Ant es del año 400 ya había cuarent a grandes iglesias en la ciudad de Rom a
solam ent e. Dent ro de est os t em plos la lit urgia adquiría form as cada vez m ás com plicadas.
Los arquit ect os, m úsicos, pint ores, y ebanist as, los diseñadores de vest im ent as y t rabaj os
art íst icos en m et ales, com posit ores de him nos y lit urgias… t odos pudieron ahora expresar
su fe no solo de m odo espirit ual sino t am bién en form a ext erior, apelando a la vist a, al
oído, y a la im aginación. La iglesia “ en casa” de los días del Nuevo Test am ent o se hizo la
iglesia de la basílica y de la cat edral.
La expresión de las ideas y los sent im ient os religiosos por m edio del art e, la arquit ect ura, y
la m úsica no siem pre fue com prendida o apreciada. A las m ult it udes que ent raban en las
iglesias les agradaban el cerem onial y la belleza pero no ent endían su significado. Lo que es
m ás, la lit urgia que fue surgiendo era a m enudo de creación hum ana sin base escrit ural. La
m ult iplicación de las fiest as, la veneración de los sant os, m árt ires, y reliquias, y el valor
que se le at ribuía a los peregrinaj es y los lugares sant os a m enudo relegaban a un lugar
subordinado los asunt os realm ent e espirit uales.
En las dos últ im as secciones hem os considerado los cam bios en el gobierno de la iglesia y
en las relaciones de est a con el est ado que t uvieron lugar en los siglos cuart o, quint o, y
sext o. Concluirem os est e capít ulo viendo sucint am ent e cóm o se adoraba en la iglesia
durant e est e periodo.
El a ñ o e cle siá st ico
El hom bre ha sido creado de t al m odo que vive su vida al com pás de ciert os ciclos que se
repit en. Tenem os los ciclos del día y la noche; del t rabaj o y del reposo; del nacim ient o,
crecim ient o, decadencia, y m uert e. En los t rópicos alt ernan est aciones secas y de lluvias, y
en los clim as t em plados se suceden la prim avera, el verano, el ot oño, y el invierno. Est as
dos y cuat ro est aciones form an el año. Para com odidad, est e año nat ural ha sido dividido
en m eses, sem anas y días, llam ados “ el calendario” .
Del m ism o m odo que exist e un año nat ural, así t am bién el m undo crist iano reconoce la
exist encia de un año espirit ual. Generalm ent e se le llam a el año eclesiást ico, cuyos
orígenes se rem ont an a los prim eros t iem pos de la iglesia. El año eclesiást ico surgió
m ot ivado en la celebración de t res grandes act os de la redención divina: la encarnación
( Navidad) , la m uert e y resurrección de Crist o ( Sem ana Sant a) , y la venida del Espírit u
Sant o ( Pent ecost és) .
La celebración de la Navidad iba precedida de las cuat ro sem anas del advient o, durant e las
cuales, sobre t odo en los días dom ingo, el cult o giraba en t orno a la venida de Crist o. La
Navidad era un día de regocij o y de dar present es, con cult os de conm em oración del
nacim ient o del Señor. La celebración de la Sem ana Sant a iba precedida de las seis
sem anas de cuaresm a, en que se fij aba la at ención en los sufrim ient os de Crist o y por lo
t ant o eran sem anas de ayuno. La cuaresm a t erm inaba en Viernes Sant o, siendo seguida
del gozo de la celebración de la resurrección. Pent ecost és, significa cincuent a días, y
represent a las siet e sem anas que t ranscurren ent re la resurrección y la venida del Espírit u
Sant o. En el día cuarent a después de la resurrección, la iglesia celebraba el ret orno de
Crist o al Padre en la fiest a de la Ascensión. Est as eran sem anas de gozo, pues la iglesia
cont inuaba con el recuerdo del hecho cent ral de la Sem ana Sant a y ant icipaba la
celebración de la venida del Espírit u. Pent ecost és era la últ im a de las t res grandes fiest as.
Los dom ingos rest ant es hast a el siguient e advient o —los que variaban en núm ero de

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
veint idós a veint isiet e —se dedicaban al cult o norm al y al robust ecim ient o de la vida de la
iglesia en el poder del Espírit u pent ecost al.
El dom in go y los cu lt os dom in ica le s
Desde el principio los creyent es recordaban y guardaban el prim er día de la sem ana por ser
el día de la resurrección de Crist o. Con Const ant ino adquirió un sent ido legal y no solo
religioso pues en el año 321 decret ó…
…que en el venerable día del sol los m agist rados y el pueblo que reside en las
ciudades descansen y que t odos los t alleres est én cerrados. En el cam po, sin
em bargo, las personas ocupadas en la agricult ura pueden libre y lícit am ent e
cont inuar sus act ividades; porque sucede a m enudo que ot ro día no es t an apropiado
para la siem bra de grano o para plant ar vides; no sea que por descuidar el m om ent o
propicio para t ales operaciones se pierdan los beneficios que el cielo da.
Es digno de not ar que Const ant ino no vinculó su legislación a las cost um bres crist ianas o al
cuart o m andam ient o, sino que se refirió al dom ingo por su nom bre t radicional pagano, el
día del sol, no sábado ni día del Señor, de m odo que era t am bién acept able a los paganos.
Los crist ianos daban al sol físico un nuevo significado al pensar de Crist o com o el “ sol de
j ust icia” ( Mt 4: 2) . Tant o Const ant ino com o ot ros em peradores y concilios de la iglesia
prom ulgaron legislación dom inical adicional. Sin em bargo, fue el decret o de Const ant ino del
año 321 lo que echó las bases del reconocim ient o universal del dom ingo com o día de
descanso.
En la com unidad crist iana los cult os públicos eran la principal act ividad del día dom ingo. El
cult o de adoración consist ía de dos part es: la que se dest inaba a t odo el m undo, incluso los
cat ecúm enos —los que se inst ruyen para ser baut izados—, y la que solo era para los que
com ulgaban. Al final de la prim era sesión se despedía a t odos except o los com ulgant es. El
act o de despedir ( en lat ín m issus) era la señal de que com enzaba el cult o de la com unión, y
fue el origen del nom bre “ m isa” usado hast a hoy por los cat ólicos. En el servicio religioso
público se leían selecciones de los evangelios y las epíst olas, a veces de las profecías, y se
cant aban salm os. Com o había m uy pocas Biblias para leer las Escrit uras personalm ent e
durant e la sem ana, era necesario ir a la iglesia donde había una; pero pocos se m olest aban
en hacer est o. A est o se agregó el concept o m alsano de que la lect ura de la Biblia era solo
para el clero. Se habían hecho dist int as t raducciones de la Biblia o de sus part es, pero eran
m anuscrit as y por lo t ant o no est aban al alcance del público en general. Falt aban siglos
para que la Biblia se im prim iera en los idiom as vernáculos.
Al serm ón, que se predicaba durant e la prim era part e del servicio religioso, se le daba un
lugar preem inent e en el cult o de la iglesia de orient e. En la de occident e, la predicación era
a m enudo pobre y se le daba el lugar sobresalient e al servicio de com unión. La predicación
era un elem ent o m enos solem ne en la iglesia prim it iva de lo que es hoy. Cuando el
predicador hacía un com ent ario m uy acert ado o su ret órica era im presionant e o dram át ica,
a m enudo el audit orio lo aplaudía. Tant o Crisóst om o en el est e com o Agust ín en el oest e
prot est aron cont ra est a práct ica, pero no se les hizo caso.
La part icipación de la com unión se podía t ener diariam ent e, sem analm ent e, o con m enos
frecuencia. En la iglesia orient al la com unión o eucarist ía se convirt ió en un asunt o t an
m ist erioso que se consideraba correct o celebrarla solo una vez al año o en ocasiones m uy
especiales. La iglesia occident al recom endaba la com unión con m ayor frecuencia. Algunos
concilios exigieron la concurrencia a com ulgar por lo m enos t res veces al año: en Navidad,
Sem ana Sant a, y Pent ecost és. En el siglo cinco o seis la com unión se convirt ió en un cult o
público, si bien perm anecía accesible solo a los que habían sido confirm ados.

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Los sa cr a m e n t os
La validez del baut ism o y de la sant a cena com o verdaderos sacram ent os nunca fue
discut ida en la iglesia prim it iva. Sin em bargo, la de ot ros sacram ent os si lo fue por m ucho
t iem po. La confirm ación y la ordenación se pract icaban com o sacram ent os en el quint o
siglo. Am brosio, obispo de Milán, sost enía que el lavam ient o de los pies era un sacram ent o;
el m at rim onio, la penit encia, y la ext rem aunción se agregaron m ás adelant e. Los siet e
sacram ent os act uales de la I glesia Cat ólica Rom ana no fueron est ablecidos del t odo hast a
el siglo doce. Adem ás del baut ism o y la sant a cena —la m isa—, reconoce los sacram ent os
de la confirm ación, la ordenación, la penit encia, la ext rem aunción, y el m at rim onio.
La Reform a reconoció solo el baut ism o y la sant a cena, considerando a los dem ás com o
práct icas eclesiást icas o religiosas sin el st at us de sacram ent os. La form a del baut ism o en
el Nuevo Test am ent o es por inm ersión, y parece que solo se adm inist raba a los adult os. La
unidad del pact o en el Ant iguo y en el Nuevo Test am ent o, y la enseñanza de que no hay
salvación fuera de la iglesia, llevó a la larga a la práct ica del baut ism o de párvulos.
Orígenes ( 185- 254) habla de ello com o frecuent e, y en el siglo quint o era ya la práct ica
general de la iglesia. No podem os aquí discut ir el t an debat ido t em a de la presencia física
del Señor en el sacram ent o de la com unión. No obst ant e, es evident e que, com o t ant os
ot ros problem as fundam ent ales t eológicos y eclesiást icos, sus orígenes se hallan en el
pensam ient o y la práct ica de la iglesia prim it iva.
Los sa n t os
Era nat ural que los prim eros crist ianos recordaran con am or a los apóst oles, especialm ent e
a Pedro y Pablo, adem ás de Est eban, el prim er m árt ir, a María, la m adre de Jesús, Juan el
Baut ist a, y los grandes profet as del Ant iguo Test am ent o. La iglesia no t ardó m ucho, sin
em bargo, en agregar los nom bres de los m árt ires que sufrieron en las persecuciones, y los
de ot ras personas renom bradas por sus vidas sant as. Tal el caso de ascet as com o Ant onio,
obispos com o At anasio y Am brosio, y m uj eres piadosas com o Mónica, la m adre de Agust ín.
Los crist ianos em pezaron a orar a ellos para que fueran sus int ercesores ant e Crist o. En el
Nuevo Test am ent o a t odos los creyent es se les llam a sant os; en la hist oria de la iglesia,
m ás t arde se llam ó sant os solo a los m árt ires y ot ros grandes personaj es, t ales com o los
líderes de la iglesia, y eso solo después de m uert os. En ninguna part e de la Biblia se nos
m anda orar a ellos, o se dice que nos puedan ayudar. Sin em bargo, la list a de los sant os
crecía m ás y m ás, y los grandes líderes de la iglesia apoyaban su veneración. En el siglo
cuart o em pezó a dest acarse María, la m adre de Jesús, com o la m ás grande de t odos los
sant os. Llam ada en el Nuevo Test am ent o “ la m adre del Señor” , en el siglo quint o se
em pezó a conocer com o “ la m adre de Dios” . Su virginidad ant es del nacim ient o de Jesús,
se convirt ió ahora en perpet ua virginidad desde el vient re de su m adre hast a la t um ba. Se
declaró que era sin pecado desde su nacim ient o y que al m orir fue hecha la “ reina del
cielo” , recibiendo m ás plegarias que Crist o m ism o. La cont roversia arriana había puest o t al
énfasis en la deidad de Crist o que su hum anidad se hizo vaga e irreal. Virt ualm ent e María
t om ó su lugar com o un cálido y am able ser, hum ano y celest ial, a quien los seres hum anos
podían acudir en t iem pos de necesidad.
De est a m anera, una j erarquía de sant os locales, nacionales o universalm ent e reconocidos
—cada uno con su m érit o especial— vino a colocarse ent re el creyent e y Dios. El Hij o de
Dios, el único m ediador ent re Dios y los hom bres, fue eclipsado por una huest e de sant os
m ayores o m enores a quienes se podía elevar los ruegos. Adem ás, t enían poder no solo
con Dios en los cielos sino t am bién con los hom bres en la t ierra. Est e aspect o de la
adoración de los sant os lo hem os de considerar el t em a final de est e capít ulo.

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
D ía s sa n t os, r e liqu ia s sa n t a s y lu ga r e s sa n t os
Los sant os diferían en fam a y poder. Había sant os locales, sant os nacionales, y aquellos
que eran honrados universalm ent e. Había sant os para cada ciudad y país, para cada oficio
y profesión, para los viaj eros, y para los enferm os de dist int as dolencias. A cada sant o se le
adj udicaba un día para que se le honrara, y los sant os m ayores eran recordados en su día
con grandes fest ividades. Pront o, sin em bargo, no alcanzaban los días del año para t odos,
y había que hom enaj ear a dos o m ás en el m ism o día.
Quizá no exist a ningún ot ro aspect o en que el paganism o haya influido al crist ianism o m ás
evident em ent e y con m ayor im pact o que en la veneración de los sant os. La creencia de que
los sant os difunt os podían ayudar a los vivos iba acom pañada de ot ra: la de que las cosas
que les habían pert enecido podrían ayudar a los que luego las poseyeran. Huesos, uñas,
m echones de cabello, ropa, libros, y ot ros art ículos pert enecient es a los sant os llegaron a
venerarse y adorarse. Tales reliquias se colocaban debaj o del alt ar y así se pensaba que
prest aban m ayor sant idad al cult o. Muchas de est as reliquias se hallaron años y aun siglos
después de m uert o el sant o. Se decía que la m adre de Const ant ino descubrió la m ism a cruz
en que Crist o fue crucificado. Hast a el día de hoy, la escalera que subió Crist o para llegar al
t ribunal de Pilat o, se dice que est á en Rom a, y la visit an anualm ent e m iles de peregrinos.
No t ardó m ucho en desarrollarse un florecient e negocio en reliquias, y aunque Elena decía
que había descubiert o la verdadera cruz, incont ables ast illas del m adero se hallaban
repart idas a t ravés de la iglesia.

La cost um bre t an com ún de los peregrinaj es a lugares sant os es de la m ism a esencia que
la veneración de las reliquias. Por supuest o que es int eresant e y út il ver donde las grandes
figuras de la hist oria crist iana vivieron o est án sepult ados; es de ayuda para que nuest ras
m ent es puedan int erpret ar m ej or sus vidas y sus servicios al crist ianism o, pero est o no fue
el propósit o fundam ent al de los peregrinaj es en la iglesia prim it iva. Los crist ianos de
aquella época creían que por los peregrinaj es adquirían m erit os religiosos, que cont ribuían
al logro de la salvación, y que im part ían ciert a sant idad a los peregrinos. Est e concept o del
peregrinaj e fue una de las causas de las cruzadas organizadas en los siglos once, doce, y
t rece. En aquellos t rem endos esfuerzos, ej ércit os ent eros procedent es de Alem ania, I t alia,
Francia, e I nglat erra lucharon por recuperar la Tierra Sant a de m anos de los m ahom et anos,
con el fin de que los sant os lugares est uvieran nuevam ent e baj o cont rol crist iano y
accesible a los peregrinos.

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 1 2 : Cu a t r o gr a n de s líde r e s de la igle sia


La iglesia, lo m ism o que cualquier com unidad, es un conglom erado de personas. Algunas
de est as son líderes. Los dos elem ent os van j unt os: las personas producen líderes, y los
líderes por su part e form an y guían a la iglesia. Ya hem os vist o algo del ej em plo y la obra
de personaj es dest acados com o I gnacio, Policarpo, Just ino Márt ir, I reneo, Tert uliano,
Orígenes, At anasio, Benit o de Nursia, y ot ros. ¿Qué hubiera ocurrido con la iglesia sin la
dirección de est os hom bres? Pero, t am bién, ¿cóm o hubieran ellos llegado a la fe y a sus
obras sin la iglesia? Al est udiar la hist oria de la iglesia, por consiguient e, es im port ant e
not ar la vida de sus grandes figuras así com o la vida de la iglesia en su t ot alidad.

Pasarem os ahora a exam inar las vidas de cuat ro hom bres que m arcaron de form a not able
el desarrollo de la iglesia en el segundo periodo de su hist oria: Am br osio, obispo de
Milán; Cr isóst om o, pat riarca de Const ant inopla; Je r ón im o, t raduct or de la Biblia al lat ín;
y Agu st ín de H ipon a , una de las figuras m ás dest acadas en t oda la hist oria de la iglesia.
Todos fueron cont em poráneos: Am brosio, Crisóst om o, y Jerónim o nacieron ent re 340 y
345; Agust ín nació en 354. Am brosio y Agust ín pert enecían a la iglesia occident al,
Crisóst om o a la orient al. Jerónim o pasó la m ayor part e de su vida en el oest e, pero llevó a
cabo m ucha de su obra en el est e y allí m urió.

Todos est os hom bres no solo prest aron un servicio valioso a la iglesia de su t iem po sino
que por su ej em plo y t rabaj o cont inúan inspirando y sirviendo a la iglesia generación t ras
generación.

Am br osio ( 3 4 0 - 3 9 7 )

Am brosio nació en Tréveris, capit al de Galia. Su padre fue gobernador de t oda la Galia,
Bret aña, y España, lo que significaba que era uno de los hom bres m ás poderosos del
im perio. Cuando Am brosio t enía t rece años m urió su padre. Cont inuó su educación en
Rom a y est udió para abogado. De t al m odo se dist inguió en la profesión que había elegido
que a la t em prana edad de t reint a años fue nom brado gobernador de la Alt a I t alia. Allí, en
la gran capit al de Milán, gobernó con j ust icia y gent ileza y llegó a ser respet ado y apreciado
por t odos.

Ele gido com o obispo

En 374 el obispo de Milán m urió. Por cuant o había rivalidad ent re los arrianos y los
cat ólicos en la elección de un nuevo obispo, Am brosio fue a la iglesia donde se hacía la
elección a fin de m ant ener el orden. En el curso de las discusiones se oyó el grit o de un
niño: " ¡Am brosio obispo! " Todos los present es, arrianos y cat ólicos a una, acogieron la idea
y Am brosio fue allí m ism o elegido com o obispo, con la aprobación de los obispos
congregados en el lugar. Am brosio t enía solo t reint a y cuat ro años, y com o t odavía no se
había baut izado prot est ó cont ra est a elección. Sus prot est as fueron desoídas, del m ism o
m odo que no se t uvieron en cuent a las reglas de la iglesia para la elección de obispos.
Am brosio ent onces acept ó la decisión del pueblo y los obispos com o un llam ado de Dios
que él no podía rechazar, y se dio de corazón a su nueva e inesperada vocación.

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Com o era rico, ent regó t odas sus riquezas y propiedades a los pobres y a la iglesia. Su
despacho est aba siem pre abiert o para los pobres y oprim idos. Todo el t iem po de que podía
disponer fuera de sus deberes diarios com o obispo lo dio al est udio de la Biblia y de la
t eología. Predicaba a m enudo, a veces t odos los días, y fue por m edio de su predicación
que Agust ín se convirt ió a la fe crist iana. Am brosio rehusó asist ir a banquet es o usar las
riquezas de la iglesia para sí m ism o. Vivió com o un ascét ico hast a el fin de sus días.

Act u a ción de Am br osio

Am brosio era un cat ólico convencido y resist ía a los arrianos en donde fuera. El em perador
Valent ino I I t enía cat orce años, y su m adre Just ina gobernaba por él. Ella se inclinaba al
arrianism o y dem andó que los arrianos t uvieran los m ism os derechos para adorar en Milán.
Am brosio no lo adm it ió y Just ina se doblegó. Am brosio t am bién logró que se eligieran
obispos cat ólicos y que los obispos arrianos de ot ras diócesis fueran depuest os. Es de
com prender que los arrianos lam ent aran haber ayudado a elegirlo com o obispo.

Am brosio no siem pre era j ust o con sus oponent es. En Mesopot am ia los crist ianos habían
dest ruido un lugar de reunión de los gnóst icos valent inianos y habían quem ado la sinagoga
j udía. El em perador Teodosio ordenó al obispo de la iglesia local que reconst ruyera am bos
edificios por cuent a de la iglesia. Est o desagradó en t al form a a Am brosio que no solam ent e
prot est ó ant e el em perador por escrit o sino que t am bién en un serm ón apeló públicam ent e
al m ism o para que cancelara esa orden. Tal era la influencia de Am brosio que el em perador
ret iró su decret o.

El m om ent o m ás grande en la vida de Am brosio, y sin duda uno de los m ás grandes en la


hist oria de t oda la iglesia se produj o en ot ra confront ación m ucho m ás grave con el
em perador Teodosio. El em perador era crist iano pero era t am bién un soldado rudo y de
fogoso t em peram ent o. En 390 el pueblo de Tesalónica en Macedonia causó un alborot o en
la ciudad y un soldado del ej ércit o rom ano fue asesinado. Tal fue la cólera de Teodosio que
envió la orden de efect uar una m asacre en aquella ciudad. Después de haber despachado
est e m ensaj e se arrepint ió y envió a ot ro m ensaj ero para anular la orden, pero ya era m uy
t arde. Ant es que llegara la anulación, ya los soldados habían invit ado al pueblo a un
espect áculo en el est adio, y cuando est e se había llenado los soldados cerraron las puert as
y m at aron a t odos, alrededor de siet e m il personas.

Al ent erarse Am brosio escribió una firm e cart a past oral a Teodosio, reprochándole su
crim en y llam ándolo al arrepent im ient o. Teodosio, quien había hecho de Milán su capit al,
no hizo caso, y un dom ingo poco después fue a la cat edral para asist ir al cult o. Am brosio,
vest ido con sus ropas obispales, salió al pórt ico de la iglesia y abiert am ent e le reprendió,
negándole la ent rada al t em plo y ordenándole que se fuera y arrepint iera. Por varios m eses
Teodosio no at endió los cult os. " La iglesia de Dios —se quej ó— est á abiert a para los
esclavos y m endigos. Para m í est á cerrada y con ella las puert as del cielo" . Am brosio
perm aneció inflexible, y ent onces el em perador, que era crist iano de corazón, confesó su
pecado e im ploró el perdón de Dios y los hom bres, yaciendo sobre el piso delant e de t oda
la congregación.

Más que ningún ot ro líder en la iglesia prim it iva, Am brosio proclam ó en palabra y hecho la
independencia de la iglesia del est ado. Al predicar la ley y el evangelio a los grandes y
poderosos de la t ierra, dej ó para t odos los t iem pos un ej em plo im perecedero de int repidez

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
y coraj e. Era no obst ant e gent il y t ierno de corazón y se inclinaba com o un verdadero
past or de Crist o para ayudar a los pobres y oprim idos en su necesidad.

Je r ón im o ( 3 4 5 - 4 2 0 )

Jerónim o —a quien a veces se le m enciona por su nom bre lat ino, Hieronym us— ocupa un
lugar not able en la hist oria de la iglesia. No se le recuerda, com o a Am brosio, por su
caráct er am able y su habilidad adm inist rat iva; ni, com o a Agust ín, por su gran piedad y
excelencia t eológica. Jerónim o fue un erudit o en lingüíst ica a la vez que un not able
ascét ico. Dio a la iglesia de occident e una t raducción de la Biblia de excepcional fidelidad, y
con su ej em plo personal y sus escrit os im pulsó en gran m anera la causa del m onast icism o.
Si bien t iene en su haber ot ras cont ribuciones a la vida de la iglesia, es por esas dos que
m ayorm ent e se le recuerda.

Su a sce t ism o

Jerónim o nació en la provincia de Panonia, al nort e de I liria. Fue criado en un hogar


crist iano y a la edad de dieciocho años fue a Rom a para cont inuar sus est udios,
recibiéndose, com o Am brosio, de abogado. Después de viaj ar por la Galia y pract icar el
ascet ism o por t res años en la región donde había nacido, se dirigió a Ant ioquia para visit ar
la iglesia orient al. Mient ras t ant o había una lucha en su corazón: com o est udiant e am aba a
los grandes escrit ores lat inos, especialm ent e el orador Cicerón; com o crist iano sent ía que
debía dar su vida al est udio de las Escrit uras; pero com o ascét ico experim ent aba una gran
at racción hacia la vida m onást ica.

Hallándose en Ant ioquia resolvió irse al dest ierro y vivir com o un erm it año. Así lo hizo por
cinco años, buscando aniquilar las t ent aciones m ent ales por el sufrim ient o de la carne. La
descripción que hace de sus sufrim ient os ilust ra la im posibilidad del hom bre de escapar de
sí m ism o:

Cuán a m enudo, cuando vivía en el desiert o, en la vast a soledad que ofrece a los
erm it años un albergue yerm o asolado por el sol abrasador, ¡cuánt as veces m e
im agine ent re los placeres de Rom a! Solía sent arm e solo porque est aba lleno de
am argura.... Mi rost ro est aba pálido y m i cuerpo helado con el ayuno, y sin em bargo
m i m ent e hervía de deseo y los fuegos de la luj uria burbuj eaban delant e de m í
cuando m i carne parecía m uert a... Recuerdo cuan a m enudo grit aba t oda la noche
hast a rom per el alba y no cesaba de golpear m i pecho hast a que la t ranquilidad
ret ornaba ant e la reprensión del Señor. ( Cart a XXI I , par.7) .

Fue durant e esos años en el dest ierro que Jerónim o t uvo un sueño que cam bió el
curso de su vida. En m edio de un ayuno t an severo que pensó m orir, de repent e fue
at rapado en el espírit u y arrast rado delant e del t ribunal del Juez; y aquí la luz era
t an brillant e, y aquellos que est aban al rededor t an radiant es, que m e arroj é a t ierra
y no m e at revía a m irar. Al pregunt ársem e quién era y qué era, replique: " Soy
crist iano" . Pero aquel que presidía dij o: " Mient es, t ú eres un seguidor de Cicerón y
no de Crist o, pues " donde est e vuest ro t esoro, allí est ará t am bién vuest ro corazón" .
De pront o quedé m udo, y en m edio de los azot es, pues él había ordenado que m e
azot aran... com encé a llorar y a gem ir diciendo: " Ten piedad de m í, Señor... t en
piedad de m í..." Juré en su nom bre, diciendo: " Señor, si alguna vez vuelvo a poseer
libros m undanos, o si alguna vez vuelvo a leer los t ales, t e habré negado a t i" .

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Habiendo sido despedido luego de haber hecho est e j uram ent o, volví al m undo
superior... desde ese m om ent o leo los libros de Dios con m ayor celo que el que
previam ent e t enía por los libros de los hom bres.( Cart a XXI I )

La Biblia la t in a

Los años pasados en el desiert o lo fam iliarizaron t am bién con la cont roversia arriana, que
en ese t iem po ya est aba llegando a su fin. Le escribió al Papa Dám aso en Rom a pidiéndole
consej o sobre el part icular. De est a m anera com enzó una relación fruct ífera ent re Jerónim o
y el Papa, lo que habría de llevarlo a realizar la obra cum bre de su vida. En 382, m ient ras
asist ía a un sínodo en Rom a con su obispo, se convirt ió en el consej ero t eológico del Papa
Dám aso. A t ravés de est a asociación, Dám aso anim ó a Jerónim o para que revisara la Biblia
lat ina. Para com prender la gran im port ancia de est e t rabaj o debem os saber algo de las
versiones de la Biblia exist ent es en ese ent onces.

En 250 A.C. erudit os j udíos habían t raducido el Ant iguo Test am ent o al griego, conociéndose
est a t raducción con el nom bre de la Sept uagint a. Est o fue un gran paso de avance, pero
t raj o consigo t am bién una gran pérdida. El m undo crist iano griego fue perdiendo cont act o
con el Ant iguo Test am ent o hebreo. La pérdida fue m ayor debido a que t an pocos j udíos se
convert ían al crist ianism o. Adem ás, la Sept uagint a no era en t odos sus aspect os una
t raducción exact a. Los errores se fueron m ult iplicando por el copiado defect uoso y el hecho
de que se hacían copias de copias, y sobre t odo, quizás por haberse t raducido al lat ín. En
realidad se hicieron varias t raducciones lat inas y com o en el caso ant erior se prepararon
copias sobre copias. Jerónim o com prendió que una t raducción sat isfact oria al lat ín solo
podía lograrse de una m anera: el Ant iguo Test am ent o debía ser t raducido direct am ent e del
hebreo.

Mient ras t ant o, Jerónim o creaba gran ent usiasm o en Rom a por la vida ascét ica. Sus
seguidores m ás fervorosos eran m uj eres de fam ilias acaudaladas. A est as les enseñó las
Escrit uras y cóm o pract icar la vida ascét ica. Cuando el Papa Dám aso m urió en 384,
Jerónim o decidió viaj ar a Jerusalén para realizar su t raducción. Algunos de sus discípulos
m ás prom et edores fueron con él. Ent re ellos est aba una acaudalada dam a, Paula, y su hij a
Eust oquia. Se est ablecieron cerca de Belén, donde edificaron un m onast erio, un convent o
para m uj eres, una iglesia, y una posada para peregrinos de t odas part es del m undo
crist iano. Aquí Jerónim o vivió los rest ant es t reint a y cuat ro años de su vida, hast a su
m uert e en 420. Había aprendido hebreo y caldeo m ient ras vivía en el desiert o. Ahora,
rodeado de libros, copist as, y asist ent es lingüíst icos j udíos, est udió y t raduj o, ocupado en
su obra de t raducción, com o asim ism o en escribir m uchos ot ros libros.

En 405, después de veint e años de t rabaj o, Jerónim o t erm inó la t raducción de la Biblia al
lat ín. Se llam a la Vulgat a ( del lat ín vulgat a versio que significa " versión popular" ) . Es la
Biblia oficial de la I glesia Cat ólica Rom ana hast a el present e. Fue en verdad providencial
que una t raducción t an exact a y confiable fuera preparada para el m undo occident al ant es
de que el conocim ient o del gr iego y hebreo casi desaparecieran de esa part e del m undo.

Escr it os y pe r son a lida d

Jerónim o escribió t am bién un núm ero de com ent arios sobre libros del Nuevo y Ant iguo
Test am ent o y libros sobre la hist oria y doct rina de la iglesia. Se han conservado m uchas
cart as de su vast a correspondencia con sus am igos y con líderes de la iglesia. A t ravés de

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
sus escrit os crit icó o ent abló debat es con personaj es im port ant es de la iglesia. De t oda su
obra lo m ás út il ha sido los com ent arios y las cart as. Los com ent arios ayudaron m ucho a la
iglesia en la com prensión de las Escrit uras, m ient ras que las cart as proporcionan una
not able descripción de la vida int erior de Jerónim o y de los t iem pos en que vivía.

Jerónim o est a considerado com o uno de los sant os de la iglesia. El t ít ulo de sant o ha sido
dado a m iem bros de la iglesia, hom bres y m uj eres, que se hicieron not ar por su caráct er
piadoso, su vida sant a, y sus poderes m ilagrosos. La piedad y la vida sant a de Jerónim o se
veían a m enudo oscurecidas por debilidades de caráct er. Era orgulloso, celoso de su lugar
en la iglesia, a m enudo inj ust o en sus crít icas, y capaz de usar lenguaj e abusivo en sus
escrit os. E1 t it ulo de " sant o" es, por lo t ant o, para honrar m ás bien sus grandes servicios
que su sant idad.

Ju a n Cr isóst om o ( 3 4 7 - 4 0 6 )

En Crisóst om o encont ram os uno de los grandes predicadores de la hist oria de la iglesia y
un hom bre de gran coraj e, rasgo est e que no siem pre iba acom pañado de buen j uicio.
Com o result ado, su nom bre es honrado en la iglesia y su recom pensa será grande en los
cielos, pero sobre la t ierra t uvo que sufrir la m uert e en el exilio.

H á bit os a scé t icos

Juan —quien fue llam ado Crisóst om o, que quería decir " pico de oro" —, nació en Ant ioquia
de Siria alrededor del 347. Su padre, general de m uy alt o rango en el ej ércit o rom ano
orient al, m urió cuando Juan era niño, dej ando a su esposa Ant usa viuda a los veint e años.
Siendo una crist iana fervient e, Ant usa no se volvió a casar, de acuerdo con la cost um bre
crist iana de aquella época. Su vida la dedicó al cuidado de sus dos hij os, y su influencia
sobre Juan t uvo un valor perdurable.

Juan est udió con Libanio, el fam oso m aest ro de lit erat ura y orat oria en el orient e. Libanio
era pagano y se regocij ó cuando Juliano t rat ó de rest aurar el paganism o en el im perio, y
lloró cuando Juliano m urió. Juan era un est udiant e t an brillant e que al pregunt ársele a
Libanio quién debería reem plazarlo cuando él se ret irara de la enseñanza, cont est ó: " Juan,
pero los crist ianos nos lo han robado." La carrera secular de Juan, com o en el caso de
Agust ín, fue int errum pida por el baut ism o en el año 370. En esa ocasión puso a un lado
t oda aspiración al éxit o t errenal com o abogado y decidió hacerse m onj e. Su m adre lo evit ó,
al m enos por un t iem po; le rogó que esperara hast a después de su m uert e. Él accedió a
est e pedido y vivió en el hogar de su m adre, pero llevó una vida m onást ica, com iendo solo
lo suficient e para conservar la salud, durm iendo sobre el piso, y pasando m ucho t iem po en
m edit ación y oración.

En 374 Ant usa m urió y Juan se fue a vivir com o un m onj e en una región m ont añosa al sur
de Ant ioquia. Así ayunó, est udió, y m edit ó, orando cont inuam ent e, y escribió el prim ero de
sus libros. Cum plió con la vida m onást ica a t al ext rem o que en 380 t uvo que regresar a
Ant ioquia por razones de salud. El obispo de Ant ioquia lo ordenó com o diácono, y en est a
función llegó a conocer a la gent e en sus necesidades diarias, especialm ent e a los pobres.
Unos años m ás t arde paso al cargo de presbít ero. Est o le perm it ió predicar, y así com enzó
la obra por la cual es m ayorm ent e conocido: la de un not able predicador que apelaba al
pueblo con gran efect ividad.

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
El pa t r ia r ca pr e dica dor

Ant ioquia fue una de las grandes ciudades del I m perio Rom ano. Su hist oria dat a del año
300 A.C. Era no solo un gran cent ro polít ico sino t am bién com ercial; allí convergía el
com ercio de Asia Menor, el alt o Éufrat es, Egipt o, y Palest ina. Fue en Ant ioquia donde los
creyent es en Crist o fueron llam ados crist ianos por prim era vez, y desde allí salió Pablo para
llevar el evangelio a los gent iles. Después de la caída de Jerusalén, Ant ioquia const it uyó
por m uchos años uno de los cent ros im port ant es del crist ianism o. En los días de Juan
Crisóst om o, casi la m it ad de sus 200.000 habit ant es eran crist ianos. Const ant ino había
donado a Ant ioquia su m ás grande y herm osa iglesia, y fue allí donde Juan Crisóst om o
predicó. Durant e cat orce años habló a vast as m ult it udes, exhort ando a una vida de fe
sencilla y de pureza. Durant e esos años t am bién escribió alabando la vida m onást ica, la
virginidad, y la viudez perm anent e después de la m uert e del cónyuge.

La popularidad e influencia de Juan Crisóst om o era t an grande que cuando Nect ario, el
pat riarca de Const ant inopla, m urió, fue elegido para ese alt o cargo. La inm oralidad cont ra
la que Juan Crisóst om o predicaba en Ant ioquia era aun m ayor en Const ant inopla. Adem ás,
las m aquinaciones y la m aledicencia calaban la iglesia y la alt a polít ica en la capit al
im perial. Teófilo, el pat riarca de Alej andría, t enía celos de Crisóst om o por su influencia y
deseaba sacarlo de su posición, aun cuando est e lo había ordenado para su act ual cargo.
Eudoxia, la esposa del em perador Arcadio, era una m uj er am ant e de los placeres a quien
desagradaban los serm ones alt am ent e m orales de Crisóst om o. En su cont rariedad
encabezó un com plot cont ra él, y Crisóst om o, con poco t ino, predicó acerca de la
reprensión de Elías a Jezabel. Se acum ularon cargos falsos cont ra Crisóst om o, y fue al
punt o condenado al dest ierro. Sin em bargo, ant es de que fuera sacado del país, el pueblo
dem andó su regreso y am enazó con una revuelt a. En esa ocasión se produj o un t errem ot o
en Const ant inopla, y se dij o que donde m ás se sint ió fue en el dorm it orio de Eudoxia. La
em perat riz se arrepint ió at errorizada, y Crisóst om o fue t raído de vuelt a en t riunfo.

Ex ilio y m u e r t e

Muy pront o, sin em bargo, la bat alla se reanudó. La em perat riz hizo levant ar una est at ua de
plat a con su propia im agen en la plaza pública frent e a la gran cat edral de Sant a Sofía
donde predicaba Crisóst om o. El ruido producido por la dedicación de est a est at ua m olest ó
considerablem ent e el cult o de adoración que en esos m om ent os se celebraba y llevó a
Crisóst om o a proferir crít icas cont ra la em perat riz. Se dice que uso expresiones t ales com o:
" Ot ra vez Herodías est á furiosa, ot ra vez est á danzando, ot ra vez pide la cabeza de Juan
sobre un plat o" . Por cuant o en aquellos días era solo conocido por Juan, la em perat riz
consideró que el paralelo ent re ella y Herodías y Juan —o Crisóst om o— y Juan el Baut ist a
era claro. De nuevo Teófilo y Eudoxia j unt aron sus recursos y Crisóst om o fue sacado de la
escena por segunda vez, ahora para siem pre. Fue arrest ado en la cat edral durant e un
servicio de baut ism o y exilado a Arm enia. Com o en el dest ierro ej ercía una consist ent e
influencia, aun m ayor que en Const ant inopla, se le llevó t odavía m ás lej os a un lugar
desiert o y solit ario; pero m urió en el cam ino, alabando a Dios y perdonando a t odos los que
le habían t rat ado inj ust am ent e.

Quizá la oración m ej or conocida en la crist iandad, después del Padre Nuest ro, es la pet ición
escrit a por Crisóst om o, la cual form a part e de la lit urgia anglicana y se usa t am bién en
ot ras iglesias:

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Dios t odopoderoso, en est a hora nos has dado gracia para que a una voz elevem os
nuest ras suplicas a t i; y que prom et es que cuando dos o t res est án j unt os en t u
nom bre t u les concederás sus pet iciones; sat isface ahora, oh Señor, los deseos y
pet iciones de t us siervos, en la form a m ás adecuada para ellos, concediéndonos en
est e m undo el conocim ient o de t u verdad, y en el m undo venidero la vida et erna.
Am én.

Agu st ín ( 3 5 4 - 4 3 0 )

Agust ín es el hij o m ás dist inguido de la ant igua iglesia. Era grande de corazón y grande de
m ent e. Porque era grande de corazón era t am bién grande en la fe, en el am or, y en la
hum ildad. A consecuencia de ello ha sido por siglos el t eólogo m ás influyent e de la iglesia.
Concluirem os est e capit ulo biográfico con un bosquej o de su vida y algunas consideraciones
sobre sus escrit os e influencia.

Su s pr im e r os a ñ os

Aurelio Agust ino, conocido en la hist oria com o Agust ín, nació en Tagast e, una pequeña
ciudad de África del nort e, cerca de la ciudad de Hipona. Su padre era pagano, pero luego
recibió el baut ism o ant es de su m uert e en 371. Mónica, la m adre de Agust ín, fue una de las
m uj eres m ás piadosas de la hist oria crist iana. Su const ant e am or e int erés espirit ual por su
hij o fue posiblem ent e la influencia religiosa m ás profunda en la vida de Agust ín. Si bien era
un cat ecúm eno, Agust ín no se convirt ió sino hast a m ás t arde. Com o m uchos de su época,
vivía con una j oven sin haberse casado con ella Tuvieron un hij o al que nom braron
Adeodat o —que significa " dado por Dios" —. Agust ín est udio abogacía en Cart ago, y cuando
t erm inó sus est udios se fue a Rom a con su concubina y su hij o para em plearse com o
m aest ro. En t odos sus est udios y en su búsqueda religiosa no pudo encont rar una fe o
filosofía sat isfact oria a su corazón. Al m ism o t iem po, nunca podía olvidarse de las oraciones
y adm oniciones de su m adre. En busca de un puest o com o m aest ro llego a Milán, donde
com enzó a escuchar a Am brosio, el cual est aba en el apogeo de su influencia en esa
ciudad. Agust ín iba a escucharle m ás bien por su elocuencia com o orador que por su
predicación del evangelio. Gradualm ent e, sin em bargo, los poderosos serm ones de
Am brosio com enzaron a t ocarle. A t odo est o su m adre vino a vivir con él y a persuadirle a
que despidiera a su concubina y se com prom et iera en casam ient o con una j ovencit a que
por su edad no podía t odavía casarse. Com prendiendo que debía vivir una vida pura, pero
que no podía hacerlo, clam ó a Dios: " Dam e la cast idad, pero no t odavía" . Y procedió a
t om ar ot ra concubina.

Con ve r sión y or de n a ción

Fue en est a condición que Agust ín enfrent ó la gran crisis religiosa de su vida. Un
funcionario del gobierno que lo visit ó le cont ó de dos oficiales del ej ércit o que habían
quedado t an im presionados por la lect ura de la Vida de San Ant onio de At anasio que
abandonaron su carrera en el ej ércit o para hacerse m onj es. Agust ín se sint ió
profundam ent e hum illado cuando oyó est o. He aquí que est os dos hom bres, expuest os a
t odas las t ent aciones de la vida m ilit ar, podían negarse a sí m ism os y adopt ar la vida
m onást ica, m ient ras que él, con t odo su saber, no podía cont rolar sus deseos. Mient ras
reflexionaba luego en el j ardín de su hogar sobre lo que había oído, repent inam ent e oyó
una voz que le decía: " Tom a y lee, t om a y lee" . Muy sorprendido y no sabiendo a que
lect ura hacia alusión aquella voz, fue a buscar a su am igo Alipio, y est e est aba leyendo un
@2011 Logoi, I nc. 7
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
libro, las Epíst olas de San Pablo. Lo abrió Agust ín al azar y t ropezó con las siguient es
palabras del apóst ol: " Y est o conociendo el t iem po, que ya es hora de levant arnos del
sueño; porque ahora est a m ás cerca de nosot ros nuest ra salvación que cuando creím os. La
noche est a avanzada, y se acerca el día. Desechem os, pues, las obras de las t inieblas, y
vist ám onos las arm as de la luz. Andem os com o de día, honest am ent e; no en glot onerías y
borracheras, no en luj urias y lascivias, no en cont iendas y envidia, sino vest íos del Señor
Jesucrist o, y no proveáis para los deseos de la carne" ( Ro 13: 11- 14) .

La conversión de Agust ín dat a de est e m om ent o en el verano del año 386. I nm ediat am ent e
le cont ó a su m adre, quien se llenó de gozo. Dej ó a su concubina y le pidió a Am brosio que
lo preparara para el baut ism o, el cual t uvo lugar ese m ism o año en la cat edral de Milán,
j unt o con su hij o Adeodat o. Mónica m urió ese m ism o año t est ificando de su fe y esperanza
en Dios. El am ado Adeodat o, cuya m ent e t enía m ucho del brillo de la de su padre, m urió al
año siguient e a la edad de dieciocho años.

Luego de est as experiencias conm ovedoras: su renacim ient o a una nueva vida en Crist o, y
la m uert e de su m adre y de su hij o, Agust ín volvió a África. Allí se dedicó al servicio de la
I glesia Cat ólica y avanzó rápidam ent e en ella. En el 389 fue ordenado presbít ero, en el 395
obispo ayudant e de Hipona, y un año m ás t arde obispo. Vivía una vida sencilla en un
m onast erio que el m ism o est ableció. En el curso de los t reint a y cinco años siguient es
Agust ín se const it uyó en el cent ro t eológico de la iglesia occident al. Especialm ent e por sus
escrit os, ha ej ercido una influencia que perdura hast a nuest ros días.

Agust ín m urió en Hipona el 28 de agost o del año 430, m ient ras la ciudad est aba rodeada
por los vándalos. Unos m eses m ás t arde la ciudad cayó y fue t ot alm ent e dest ruida. Solo la
cat edral y la bibliot eca de Agust ín escaparon.

Los e scr it os de Agu st ín

Los escrit os de Agust ín se recuerdan m ayorm ent e por cinco cont ribuciones que hizo a la
vida y el pensam ient o de la iglesia. Las m ism as se pueden encont rar en t res libros
separados y en sus escrit os cont ra los donat ist as y cont ra Pelagio.

Con fe sione s

El prim ero y m ej or conocido de los t res libros es Confesiones. En él Agust ín exam ina su
vida espirit ual y confiesa sus pecados pero solam ent e con el fin de confesar rect am ent e
alabanzas a Dios. Cada uno de est os t em as los present a en m uchos lugares:

Est recha es la m ansión de m i alm a; ensánchala para que t ú puedas ent rar en ella.
Est á en ruinas; repárala t ú. Tiene en su int erior lo que ha de ofender t us oj os; lo
confieso y lo sé. Pero ¿quién la lim piara? o ¿a quién clam aré salvo a t i? Señor,
lím piam e de m is falt as secret as y libra a t u siervo del poder del enem igo. Creo, por
lo t ant o hablo. Señor, t ú sabes. ¿No he confesado cont ra m í m ism o m is
t ransgresiones cont ra t i?, y t ú, m i Dios has perdonado la iniquidad de m i corazón.

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Cont inúa:

Oh m i Dios, perm ít em e que con alabanzas recuerde y confiese a t i t us m isericordias


para conm igo. Que m is huesos se hum edezcan con m i am or, y que ellos t e digan,
¿Quién es com o t ú, oh Señor? Tú has rot o m is at aduras, ofreceré a t i los sacrificios
de alabanza; y com o t ú las has rot o declararé; y t odos los que t e adoran, cuando lo
oigan dirán: " Bendit o sea el Señor en los cielos y en la t ierra, grande y m aravilloso
es su nom bre" .

Com enzando por la niñez hast a la edad viril, desde la duda a la fe, recuerda pequeñas
experiencias y expresa sus pensam ient os m ás ínt im os. Agust ín el hom bre, el hij o, el am igo,
el filósofo, y el t eólogo, exam ina su vida y la vida de t odos los hom bres a la luz de Dios. Es
uno de los grandes libros de devoción crist iana.

La ciu da d de D ios

El segundo libro, La ciudad de Dios, m uest ra el concept o de Agust ín de la hist oria y su


significado. Fue escrit o a raíz del saqueo de Rom a, la ciudad m ás grande del m undo, en
410 por los visigodos de Alarico. Est o, en las palabras de Agust ín, llevó a m uchos paganos
a...

...at ribuir est a calam idad a la religión crist iana y com enzar a blasfem ar al verdadero
Dios... fue est o lo que encendió m i celo por la casa de Dios, y m e m ovió a
em prender la defensa de la ciudad de Dios cont ra los cargos y falsedades de sus
at acant es.

Agust ín reconoce la grandeza de Rom a y la fort aleza del caráct er rom ano que produj o la
ciudad y el im perio. Pero aun las m ás grandes ciudades y naciones deben desaparecer. No
exist e m agnificencia que perdure para siem pre. Por consiguient e, debem os m irar a la
ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén que desciende del cielo. Est a ciudad se est á
const ruyendo en la act ualidad; es el reino de Dios, la iglesia de Crist o, y durará para
siem pre. Exist e com o una ciudad dent ro de una ciudad del m undo. Aun dent ro de la iglesia
no t odos son ciudadanos del reino de los cielos. Un día la ciudad del m al, el reino de los
hom bres, desaparecerá t ot alm ent e, y la ciudad de Dios brillará en belleza et erna.

La t r in ida d

En su t ercer libro, Sobre la Trinidad, Agust ín desarrolla el concept o de la Trinidad en su


form a final, t al com o se conoce en el m undo occident al. Habrá de recordarse que Tert uliano
—en el occident e— y Orígenes —en el orient e— habían considerado al Hij o en alguna form a
subordinado al Padre. El Espírit u Sant o no había recibido m ayor at ención. Agust ín
desarrolló la doct rina de la Trinidad en dos form as. En prim er lugar, enseñó la t ot al
igualdad del Padre, el Hij o, y el Espírit u Sant o. No exist e uno ant erior o post erior, ni
superior o inferior, en la Trinidad. El Hij o es t odo Dios, y su caráct er dist int ivo es el ser
et ernam ent e engendrado por el Padre. El Espírit u Sant o es t odo Dios, y su caráct er
dist int ivo es que procede t ant o del Padre com o del Hij o. Usando un ej em plo hum ano,
Agust ín ilust ró la relación dent ro de la Trinidad refiriéndose al Padre com o el que am a, el
Hij o com o el am ado, y al Espírit u com o el am or que los une. En segundo lugar relacionaba
al Espírit u Sant o direct am ent e con el Hij o y asim ism o con el Padre. Est o se expresa

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
oficialm ent e en el Credo de At anasio - erróneam ent e llam ado así, por cuant o no fue escrit o
por At anasio- :

El Padre no es hecho por nadie, ni ha sido creado ni engendrado. El Hij o es del Padre
únicam ent e; no ha sido creado sino engendrado. El Espírit u Sant o es del Padre y del
Hij o; no ha sido creado, ni engendrado, sino que procede... En est a Trinidad ninguno
est á ant es o después del ot ro; ninguno es m ayor o m enor que el ot ro. Pero las t res
personas son coet ernas y co- iguales. De m odo que en t odas las cosas, com o se ha
dicho, ha de adorarse la Unidad en la Trinidad y la Trinidad en la Unidad.

Las palabras " y del hij o" han sido perpet uadas en la fam osa expresión lat ina filioque. Est e
punt o de doct rina ha sido acept ado en la iglesia occident al pero no en la de orient e. La idea
doct rinal, que dio lugar a m ucha argum ent ación, es que el Espírit u Sant o procede del Padre
" y del Hij o" , no solo del Padre.

Con t r a los don a t ist a s

En sus escrit os cont ra los donat ist as, Agust ín expresa su doct rina acerca de la iglesia y de
los sacram ent os. Los donat ist as, com o recordara el lect or, eran ort odoxos en sus
enseñanzas pero no reconocían a la iglesia cat ólica. Se había separado de ella a raíz de la
ordenación de Cecilio com o obispo de Cart ago. Su ordenación —decían los donat ist as— no
t enía validez debido a la part icipación de Félix de Apt unga, quien había sido acusado de
ent regar cosas sant as a los perseguidores. Afirm aban que los sacrificios adm inist rados por
un sacerdot e indigno, o por uno que había sido ordenado en form a indigna, de hecho
quedaban invalidados.

Agust ín enseño que el poder de los sacram ent os reside no en el caráct er del sacerdot e sino
en el caráct er de la iglesia. La iglesia cat ólica es sant a porque es apost ólica; sus obispos
son sucesores de los apóst oles. De ese m odo es unida y universal. No hay ot ra iglesia, y
fuera de est a iglesia no hay salvación. Por est a razón sus sacram ent os son sant os y válidos
pese al caráct er del sacerdot e o m inist ro que los adm inist re. Agust ín no por ello aprobaba
el m inist erio inm oral o falt o de espirit ualidad, no obst ant e, preparó el cam ino para la
aparición de un m inist erio en el cual los valores m orales y espirit uales est aban en peligro
de t ornarse m enos im port ant es de lo que debían ser.

Con t r a los pe la gia n os

Pelagio, probablem ent e un m onj e irlandés que vivía en Rom a, provocó la m ás grande
cont roversia t eológica en t iem pos de Agust ín. Sost enía que Dios daba a cada hom bre la
posibilidad de vivir una vida sin pecado. Est a posibilidad es don de Dios; el hom bre no lo
posee en si m ism o. Lo que el hom bre t iene es la volunt ad de vivir esa vida; est a volunt ad
es part e del ser hum ano, pues ha sido credo con ella. En t ercer lugar el hom bre t iene el
poder de realm ent e vivir una vida sin pecado, poder est e que t am bién el hom bre lo t iene
en sí m ism o. Es decir, el hom bre, sin la fort aleza y el poder de Dios, puede por sí m ism o
hacer real la posibilidad dada por Dios de vivir una vida sin pecado. ¿Por qué pecan los
hom bres? Pecan por causa del m al ej em plo. El pecado, por lo t ant o, no es una condición de
m aldad hum ana de la cual deben ser librados los hom bres; el pecado consist e en m alas
acciones sin conexión ent re sí. El hom bre es bueno por nat uraleza, pero su volunt ad de
hacer el bien ha sido debilit ada por frecuent es caídas producidas por el m al ej em plo. La
posibilidad de hacer el bien, con la cual el hom bre fue creado, recibe ayuda de dos

@2011 Logoi, I nc. 10


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
m aneras: Dios ha dado la ley y ha enviado a Crist o para darnos el ej em plo; el baut ism o
coloca t odos nuest ros defect os y fracasos en el pasado, de m odo que est am os ot ra vez
libres para hacer el bien que Dios nos m anda. Agust ín consideraba que est a doct rina
cont radecía t ant o las enseñanzas de las Escrit uras com o su propia experiencia religiosa. Por
consiguient e, replicó a Pelagio —y a sus discípulos Celest io y Julián de Eclanum , am bos
it alianos— con los siguient es principios. El pecado no consist e en acciones m alas sino que
procede de una nat uraleza m ala heredada de Adán. Las m alas acciones son product o de
est a m ala nat uraleza. Sin em bargo, est a no es part e de nuest ro ser creado; la recibim os
después de la creación. Por lo t ant o, puede ser elim inada y en su lugar podem os recibir de
vuelt a nuest ra nat uraleza buena. Est a rest auración es el result ado de la gracia de Dios. La
gracia es la obra de Dios en los corazones de los hom bres que les perm it e hacer lo bueno.
Sin est a gracia no podem os obedecer la ley ni creer el evangelio de Crist o. El creer en
Crist o nos une a él, añade am or a la fe, y hace posible una vida de obediencia a Dios. La
gracia de Dios es irresist ible en aquellos que est án predest inados a la vida et erna; no la
t ienen aquellos que est án predest inados a la m uert e et erna.

La iglesia acept ó las enseñanzas de Agust ín sobre el pecado y la gracia en su delineam ient o
general. Condenó el pelagianism o en el sínodo reunido en Cart ago en 416, y est a decisión
fue confirm ada por el Papa Zosim o. Un siglo m ás t arde ( en 529) , un sínodo que t uvo lugar
en Orange, Galia, confirm ó la posición de Agust ín. Condenó, sin em bargo, su enseñanza
sobre la predest inación a la m uert e et erna y dio una im port ancia a las buenas obras que
Agust ín no hubiera aprobado. El sínodo de Orange fue una reunión reducida, pero su
im port ancia creció por el reconocim ient o del Papa Bonifacio I I a sus decisiones. Quedó así
est ablecida la posición cat ólica hast a que la m ism a fue puest a en t ela de j uicio por la
reform a prot est ant e en el siglo dieciséis.

Con clu sión

Toda la t eología de Agust ín est uvo profundam ent e influida por la filosofía plat ónica griega
en su form a final, llam ada neoplat onism o. Ant es de su conversión el había sido m aniqueo,
siguiendo la filosofía de Mani, un pensador persa que m urió en el año 277. Su enseñanza
se cent raba en el conflict o ent re el et erno bien y el et erno m al. En el nuevo plat onism o,
Agust ín aprendió que el m al no t iene una exist encia independient e, que es solo la ausencia
del bien, y que el m undo de la exist encia real es el m undo del espírit u. Es a la luz de est as
ideas que Agust ín leyó la Biblia, int erpret ó el pecado y la gracia, y consideró la vida
crist iana. Su larga conexión con el pensam ient o orient al y griego probablem ent e cont ribuyó
a form ar sus ideas sobre el casam ient o, el celibat o, el ascet ism o, y el m onast icism o. Sin
em bargo, no debem os ser dem asiado severos en nuest ra crít ica de est as t endencias. Cada
generación de crist ianos se ve influida en ciert o grado por las ideas que sobre la vida y la
realidad exponen los pensadores m ás conocidos de su día. Est o es inevit able si la iglesia ha
de hablar al m undo en el cual vive.

@2011 Logoi, I nc. 11


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Ca pít u lo 1 3 : La cu e st ión de lo h u m a n o y
lo divin o e n Cr ist o
Cuando el evangelio vino a los griegos, est os lo acept aron por fe y lo exam inaron
con el int elect o. Su fe produj o la iglesia orient al; su int elect o produj o la t eología
orient al. Con la ayuda de su t eología, los griegos est udiaron la fe crist iana, cuya
figura cent ral es Crist o. Es a él que los griegos dieron t oda la at ención de sus
m ent es profundizadoras. Hast a hem os vist o com o est udiaron la relación del Hij o
con el Padre. A t ravés de m ás de set ent a años de discusiones y debat es, la iglesia
decidió que Crist o era a) t odo Dios, hom oousios con el Padre ( es decir de la m ism a
nat uraleza del Padre) , y b) t odo hom bre, hom oousios con su hum anidad. Est as
fueron las decisiones de Nicea ( 325) , las cuales fueron confirm adas por el Concilio
de Const ant inopla ( 381) . Est e proceso lo exam inam os en el Capít ulo 9.

Cuando est a cont roversia t erm inó, una nueva polém ica com enzó. Se refería a la
relación ent re la nat uraleza hum ana y la nat uraleza divina de Crist o. En una u ot ra
form a est e debat e cont inuó por m ás de cuat rocient os años. Durant e t odos est os
años la polít ica im perial y la eclesiást ica usaron la t eología para sus propios fines.
Es así que est as cont roversias t raj eron m ucha am argura, persecución, y división en
la iglesia. Mucho ant es de que t odo hubiera pasado, los m usulm anes habían
invadido Palest ina y Siria, así com o t am bién Egipt o y África del nort e. Est o fue el
com ienzo del fin para la iglesia en esas regiones t an im port ant es y fruct íferas para
el crist ianism o.

Al concluir est e libro, es preciso describir brevem ent e los debat es acerca de las dos
nat uralezas de Crist o. Est os debat es no t erm inan hast a el año 787. A fin de
exam inarlos hast a su conclusión, seguirem os ahora la hist oria de la iglesia ant igua
hast a los últ im os veint icinco años del siglo ocho.

El com ie n zo de l pr oble m a

Al com ienzo del siglo quint o, la verdadera deidad y la verdadera hum anidad de
Crist o eran creídas universalm ent e por la I glesia Cat ólica. Sin em bargo, es posible
m irar a una creencia com ún desde varios punt os de vist a. Toda la gent e de un país
puede creer que debería haber una form a de gobierno nacional y local. Pero ¿cóm o
se han de relacionar ent re si? ¿Dónde t erm ina la aut oridad de uno y dónde
com ienza la del ot ro? ¿Est án sus funciones claram ent e delim it adas, o se
sobreponen? Pregunt as de est e t ipo surgieron en la iglesia en conexión con lo
hum ano y lo divino en Crist o.

Al com ienzo de est as discusiones había t res punt os de vist a generales acerca de la
relación ent re esas dos nat uralezas. No se expresaban claram ent e, sin em bargo, y

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
t uvieron que ser aclarados cuidadosam ent e. Est o se hizo ent re el segundo concilio
ecum énico de Const ant inopla ( 381) y el sext o concilio ecum énico t am bién de
Const ant inopla ( 680- 681) . Veam os los t res punt os de vist a al com ienzo de los
debat es.

La ide a occide n t a l

La posición m ás ant igua de las t res m encionadas era la de occident e; se t rat aba del
punt o de vist a m ant enido por Tert uliano. Est e enseñó que la t ot al nat uraleza divina
y la t ot al nat uraleza hum ana est aban unidas, sin m ezclarse, en una persona,
Jesucrist o.

Pero ¿quién es est a persona en quien las dos nat uralezas est án unidas? ¿Es el Hij o
que est aba con el Padre desde la et ernidad? ¿Es el ser hum ano que nació de la
virgen María? ¿O es una com binación de est os dos? Est as eran pregunt as a las
cuales Tert uliano no dio respuest as definit ivas. Est as eran t am bién las pregunt as
alrededor de las cuales girarían la m ayor part e de las discusiones.

La ide a de An t ioqu ia

La segunda idea la m ant enía Ant ioquia. Allí los t eólogos habían dado siem pre
m ucha im port ancia a la obra de Dios en la hist oria hum ana. Por est a razón
consideraban la Biblia no solo com o un libro inspirado por Dios sino t am bién escrit o
por hom bres, cada uno de ellos con su propio caráct er, m ensaj e, y circunst ancias
hist óricas. Los de Ant ioquia ponían énfasis en la vida hum ana de Crist o en el Nuevo
Test am ent o, t al com o se regist ra en los evangelios. Para ellos, pues, era nat ural
asignar m ucha im port ancia al lado hum ano de la vida de nuest ro Señor. Al m ism o
t iem po reconocían t ot alm ent e su caráct er divino. Pero, ¿cóm o se relacionaban est os
dos aspect os en Crist o de m odo que no se t rat ara de dos seres sino de uno?

La ide a de Ale j a n dr ía

La t ercera idea venía de Alej andría. Surgió com o consecuencia de ciert a concepción
respect o a la salvación. Com o vim os en el Capít ulo 9, At anasio consideró la
salvación com o una obra de Dios, t ransform ando lo hum ano en divino. Su t ext o
favorit o era 2 Pedro 1.4, en el cual Pedro habla de las preciosas y grandísim as
prom esas que Dios nos ha dado, " para que por ellas llegaseis a ser part icipant es de
la nat uraleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el m undo a causa
de la concupiscencia" . Fue por est a m ism a razón que At anasio luchó con t ant o
denuedo cont ra los arrianist as en defensa de la deidad t ot al de Crist o. Solam ent e
por la unión con un salvador divino podía el hom bre obt ener la inm ort alidad de
Dios. Por la m ism a razón, la crist ología de Alej andría dio m ás im port ancia al
aspect o divino que al hum ano. ¿No podría suceder ent onces que un énfasis t an
acent uado sobre lo divino debilit ara u oscureciera la noción del lado hum ano de
Crist o?

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
La t e ología de l pr oble m a

Tales eran las dist int as ideas o posiciones de la iglesia sobre la relación ent re lo
hum ano y lo divino en Crist o durant e la segunda m it ad del siglo cuart o. Occident e
dej ó el problem a abiert o: Ant ioquia t endía a enfat izar la nat uraleza hum ana de
Crist o; Alej andría por su part e se inclinaba a enfat izar la divinidad de Crist o.

Apolin a r io

Fue en el año 360 que Apolinario, obispo de Laodicea en Siria ( unos sesent a
kilóm et ros al sudest e de Ant ioquia) , hizo un cuidadoso int ent o de solucionar el
problem a. Usó el versículo de 1 Tesalonicenses 5: 23 com o punt o de part ida. En el
m ism o Pablo habla del hom bre com o un ser form ado de " espírit u, alm a, y cuerpo" .
Apolinario enseñó que cuando el Hij o se hizo hom bre, la Razón o Logos divino t om o
el lugar del espírit u hum ano —es decir la m ent e o razón hum ana— en Jesús. Por lo
t ant o, el hom bre Jesús era t ot alm ent e divino porque no t enía una m ent e o razón
hum ana; est a había sido reem plazada por la m ent e divina.

La enseñanza de Apolinario nos recuerda la crist ología de Arrio. Recordará el lect or


que según Arrio el Logos t om ó para sí solam ent e un cuerpo hum ano, no un ser
realm ent e hum ano; adem ás, est e Logos era una criat ura. De m odo que el Hij o
encarnado, según Arrio, no era ni Dios ni hom bre. Apolinario, por ot ro lado
consideraba que el Hij o encarnado era verdadero Dios; sin em bargo, no lo
present aba com o verdadero hom bre. En consecuencia, las ideas de Apolinario
fueron condenadas en el Concilio de Const ant inopla en 381.

La de bilida d e n e l pu n t o de vist a de An t ioqu ia

Después del rechazo de las ideas de Apolinario, Ant ioquia y Alej andría present aron
sus enseñanzas. La escuela de Ant ioquia, claro est á, crit icaba duram ent e a
Apolinario. Creía en la verdadera y cabal hum anidad de Crist o. Él era espírit u, alm a,
y cuerpo unido con el et erno Hij o de Dios, el Logos, la segunda persona de la
Trinidad. ¿Dos personas, ent onces, vivían en él? No, decían los ant ioqueños, la
unión ent re Dios y el hom bre es t an com plet a que los dos j unt os hacen un solo ser,
una persona. Pero ¿cóm o dos personas pueden convert irse en una persona? Est o se
t ornó en un problem a m uy com plicado para los ant ioqueños, part icularm ent e
cuando se referían a los sufrim ient os de Crist o. En el pensam ient o griego Dios no
podía sufrir; por lo t ant o, decían que Dios no sufrió en los sufrim ient os de Crist o;
solam ent e la part e hum ana de Crist o sufrió. Sin em bargo, según el am or de Dios
ese am or divino est aba present e en el sufrim ient o, y así Dios est aba present e en
ese padecim ient o. Evident em ent e Dios est aba present e en Crist o en algunos
aspect os, pero no en t odos. Se ve que los ant ioqueños no t uvieron éxit o en
m ant ener una persona unida. Dios y el hom bre m oraban j unt os en Crist o com o dos
personas m oran en una casa. Pueden, com o el m arido y la esposa, t ener gran
int im idad; se puede aun decir que son " uno" . El hecho es, sin em bargo, que con

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
relación a la persona no son uno sino dos. Est a era la part e débil en la enseñanza
sobre la relación de las dos nat uralezas en Crist o.

Cir ilo de Ale j a n dr ía

Alej andría t am bién t uvo que afront ar est e problem a, y m iraba con sim pat ía la
enseñanza de Apolinario ya que est e m ant enía firm em ent e y enfat izaba la deidad
de Crist o. Sin em bargo, Alej andría no est aba de acuerdo con él en que Crist o no
t enía una m ent e o razón hum ana. Alej andría, al igual que Ant ioquia, deseaba
est ablecer la plena divinidad y la plena hum anidad unidas en Crist o. Est o requería
la inclusión en su ser de una m ent e o razón plenam ent e hum ana. Los alej andrinos
t am bién obj et aron la debilidad del crit erio ant ioqueño en el hecho de que lo
hum ano y lo divino en Crist o no parecía form ar una verdadera unidad. Al t rat ar de
corregir est e error, unieron lo hum ano y lo divino en Crist o t an est recham ent e que
su hum anidad parecía desaparecer en su divinidad. Est o puede apreciarse en las
ideas de Cirilo, pat riarca de Alej andría desde 412 a 444. Cirilo sost enía que la plena
hum anidad y la plena divinidad est aban unidas en Crist o; es decir que el Logos
est aba unido con la hum anidad en cuerpo, alm a, y espírit u ( razón o m ent e) . En
est e aspect o est aba de acuerdo con Ant ioquia. Pero en un aspect o m uy im port ant e
discrepaba. Según la opinión de Cirilo, la unión de las dos nat uralezas est aba t an
dom inada por lo divino, que la hum anidad parecía ret roceder y quedar en segundo
plano. Cirilo decía: " Una nat uraleza de la Palabra, y se hizo hum anidad." Y t am bién:
" De dos nat uralezas, una." Est a " una" , sin em bargo, est aba dom inada por el Logos.
Más t ardes com o verem os, m uchos de los seguidores de Cirilo fueron aun m ás lej os
y proclam aron que Crist o t enía únicam ent e una nat uraleza, es decir una nat uraleza
divino- hum ana en la cual lo hum ano quedaba absorbido por lo divino, por así
decirlo.

Es por ello que no es sorprendent e que en las discusiones t eológicas, algunos


com enzaran a hablar de María, la m adre de Jesús, com o " m adre de Dios" .
Alej andría apoyaba est o. Ant ioquia, nat uralm ent e, no quería usar est a expresión,
pero cuando lo hacía, siem pre agregaba cuidadosas excepciones, lo que no
agradaba a los alej andrinos. En el occident e el problem a no era m uy grave.
Adem ás, el occident e no est aba dividido com o el orient e, pues seguían a hom bres
com o Am brosio y Agust ín, los cuales acept aban la posición de Tert uliano, o sea, que
en Crist o una plena nat uraleza divina est aba unida a una plena nat uraleza hum ana,
y que est as dos nat uralezas form aban una expresión unificada en el hom bre
Jesucrist o.

La r e spu e st a de la igle sia a e st e pr oble m a

Hast a aquí hem os t rat ado solam ent e la t eología de las dos nat uralezas. En la iglesia
prim it iva, com o hem os not ado repet idam ent e, a la t eología m uy rara vez se le daba
valor de por sí; a m enudo se recurría a ella com o un m edio de prom over los
int ereses eclesiást icos o im periales. Es en est e cont ext o que la iglesia respondió al
problem a de las dos nat uralezas.

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
En 428, Nest orio, un not able predicador de la iglesia en Ant ioquia, fue hecho
pat riarca de Const ant inopla. El creía firm em ent e en la t eología ant ioqueña. Por
consiguient e, quedó disgust ado cuando oyó a m uchos en la iglesia de
Const ant inopla referirse a María com o " la m adre de Dios" , pues est o no est aba de
acuerdo con el alt o concept o que la posición ant ioqueña t enía de la hum anidad de
Crist o. Nest orio, por lo t ant o, predicó con t oda elocuencia cont ra el uso de esa
expresión. En Const ant inopla y ot ras part es de orient e, especialm ent e en
Alej andría, est o pareció dism inuir el honor de María y de Crist o.

M a n iobr a s e n Éfe so

Cirilo de Alej andría vio ahora la oport unidad de hum illar t ant o a Const ant inopla
com o a Ant ioquia, a la vez que de prom over su propia t eología y ext ender la
influencia de Alej andría. At acó a Nest orio diciendo que est e predicaba solam ent e a
un Salvador hum ano; escribió al em perador, a la esposa y a la herm ana del
em perador, y al Papa en Rom a. Apeló t am bién al Papa, pero lo hizo con m enos
diplom acia que Cirilo. La opinión que Nest orio sust ent aba era una form a m uy
m oderada de la posición de Ant ioquia; se acercaba m ucho a la idea rom ana, quizá
m ás que la de Cirilo. Sin em bargo, Rom a escogió apoyar a Alej andría, posiblem ent e
m ás por razones polít icas y eclesiást icas que por razones t eológicas.

Los em peradores de orient e y occident e convocaron j unt os un concilio que se


reuniría en Éfeso en 431. Cirilo y sus seguidores llegaron ant es que los que
apoyaban a Nest orio, y Cirilo pidió que se reuniera el concilio sin la part icipación de
los nest orianos. En un día se condenó a Nest orio y se aprobó la posición
alej andrina. Cuando los delegados part idarios de Nest orio llegaron, Nest orio
convocó a su concilio y condenó a Cirilo. El em perador, y m ás t arde la iglesia,
reconoció el concilio de Cirilo aun cuando fue ilegal. Nest orio se ret iró a un
m onast erio, pero m uchos de sus seguidores perm anecieron fieles a él. Se les
persiguió en el im perio pero fueron recibidos por los persas. Los nest orianos
desarrollaron una ext ensa act ividad m isionera que los llevó hast a la China en el
siglo sépt im o.

En el año 433, Alej andría y Ant ioquia llegaron a un acuerdo, pero est e se deshizo
quince años m ás t arde. En 448, un t al Eut iques, abad de un m onast erio en
Const ant inopla, enseñó que en la encarnación las dos nat uralezas de Crist o se
unieron en una sola nat uraleza al m ism o t iem po divina y hum ana. Se ha puest o en
duda que el enseñará est o, pero esa fue la acusación oficial. Era un paso m ás allá
de lo que sost enía Cirilo. Las palabras de Eut iques fueron: " Confieso que nuest ro
Señor t enía dos nat uralezas ant es de la unión, pero después de la unión una
nat uraleza." Un sínodo en Const ant inopla baj o la dirección de Flaviano, el pat riarca
de dicha ciudad, condenó a Eut iques. Tant o Eut iques com o Flaviano apelaron al
Papa León I en Rom a requiriendo su opinión. Com o respuest a, León redact ó su
fam oso Tom o ( que significa " libro grande" ) , en el cual expuso la posición de
occident e en lo que respect a a las nat uralezas de Crist o.

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
En est e m om ent o, Alej andría ent ró en la cont roversia. Cirilo había m uert o en 444 y
lo había sucedido Dióscoro. Al igual que Cirilo, Dióscoro est aba t rat ando de
engrandecer a Alej andría a t ravés de una vict oria t eológica. Una pet ición urgent e de
su part e llevó al em perador a convocar un concilio en Éfeso en el año 449. Dióscoro
cont rolaba la sit uación. Eut iques fue rest aurado y Flaviano m urió unos m eses m ás
t arde. El Tom o de León no fue siquiera leído. Las reuniones del concilio no se
realizaron en form a ordenada. León lo llam o " un lat rocinio" . El em perador, sin
em bargo, apoyó las decisiones del concilio, y la vict oria de Alej andría fue com plet a.

La s de cision e s de Ca lce don ia

En 450 la sit uación cam bió repent inam ent e. El em perador Teodosio I I m urió, y su
herm ana Pulqueria y su esposo Marciano obt uvieron el poder im perial. Est os no
sim pat izaban con León, quien ahora volvió a solicit ar un nuevo concilio. El
em perador lo convino en 451 para la ciudad de Calcedonia, cerca de Nicea en el
Asia Menor. Seiscient os obispos asist ieron. Todos eran del orient e, con la excepción
de los delegados papales enviados por León. El concilio adopt ó la posición
occident al expuest a por León en su Tom o. Su base era la crist ología de Tert uliano,
pero el fue aun m ás lej os. León proponía que en Crist o había dos nat uralezas
com plet as, la divina y la hum ana, las cuales est aban unidas. Est a unión se describía
con cuat ro palabras clave: inm ezclable e inalt erable; indivisible e inseparable. Las
prim eras dos iban dirigidas cont ra Alej andría, donde t endían a unir las dos
nat uralezas en una, m ezclándolas o cam biándolas. Las ot ras dos est aban dirigidas
cont ra Ant ioquia, donde t endían a desunir las dos nat uralezas, dividiéndolas o
separándolas. El segundo punt o im port ant e de la enseñanza del Tom o t iene que ver
con la persona en la cual las dos nat uralezas se unen. Est án unidas en la persona
del Hij o, " no part idas o divididas en dos personas, sino en una y la m ism a, en el
Hij o unigénit o, Dios la Palabra, el Señor Jesucrist o" .

Lo expuest o aquí por León en el Tom o vino a const it uir las decisiones de
Calcedonia. Est as decisiones eran por un lado sabias, pero por ot ro, incom plet as.
Eran sabias porque no t rat aron de decir cóm o est as dos nat uralezas est aban unidas
en Crist o, m ás bien advert ían com o no est án unidas. Las palabras cruciales de
Calcedonia son t odas negat ivas. A Alej andría el concilio le dij o que las dos
nat uralezas no est án m ezcladas ni cam biadas; a Ant ioquia le dij o que las dos
nat uralezas no est án divididas ni separadas. No fue m ás allá de est o.

Que la decisión del concilio fue im port ant e se apreciará al com pararla con las
enseñanzas de Apolinario. Para est e, el Logos divino t om o el lugar del logos o
m ent e hum ana. Est o dej ó la hum anidad de Crist o incom plet a, y por esa razón la
iglesia rechazo la enseñanza de Apolinario. Calcedonia confesó la plena divinidad de
Crist o y su plena hum anidad; consideró que Crist o t enía una m ent e hum ana
com plet a así com o un alm a y cuerpo com plet am ent e hum anos. La persona de
Crist o, sin em bargo, es divina, no hum ana. Por consiguient e, el problem a de
Apolinario t odavía exist ía, pero a un nivel diferent e; el nivel de la persona en vez
del nivel de la m ent e. Quizá no sea avent urado decir que el problem a nunca puede

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
desaparecer. Cuando el Creador se hace uno con la criat ura, lo et erno con lo
t em poral, lo divino con lo hum ano, nunca podrem os responder del t odo a la
int errogant e de cóm o puede hacerse est o. Toda la sabiduría de los t eólogos no
puede ir m ás allá de las sencillas palabras de Juan: " Y aquel Verbo fue hecho carne
y habit ó ent re nosot ros, lleno de gracia y de verdad."

El concilio de Calcedonia fue t am bién significat ivo desde el punt o de vist a


eclesiást ico. Dióscoro fue depuest o, lo cual result ó una gran hum illación para
Alej andría. Rom a se est ableció en prim er lugar por su sabiduría t eológica, pero
Const ant inopla fue declarada igual con Rom a en dignidad eclesiást ica, no sin que
León obj et ara firm em ent e. Jerusalén fue hecha un pat riarcado, dej ando así cuat ro
pat riarcados en el orient e, m ient ras que Rom a por sí sola gobernaba t odo el
occident e.

Los pr oble m a s con t in ú a n

Las decisiones oficiales de caráct er doct rinal de la iglesia t ienen valor si la iglesia las
cree. Si no, m uchos no las acept arán. El decret o de Nicea t uvo una secuela de casi
sesent a años de cont roversia. Lo m ism o ocurrió a raíz de la decisión de Calcedonia.

La con t r ove r sia m on ofisit a

Muchos seguidores de Cirilo creyeron que el concilio no había rechazado


com plet am ent e las enseñanzas de la escuela ant ioqueña. Ellos creían que en la
encarnación las dos nat uralezas de Crist o se habían com binado en una sola que era
t ant o divina com o hum ana. Est aban dispuest os a conceder que la nat uraleza
com binada de Crist o salió de dos nat uralezas. No est aban dispuest os a decir, com o
lo hizo Calcedonia, que Crist o siem pre t iene dos nat uralezas. Por ello fueron
llam ados m onofisit as ( dem ono que significa uno, y physis que significa nat uraleza) .
Los m onofisit as eran fuert es en Siria, Palest ina, y Egipt o. Los esfuerzos para lograr
la reconciliación no t uvieron éxit o.

En 527 un gran em perador ascendió al t rono: Just iniano, quien reinó hast a 565.
Est e concibió un am bicioso plan para recobrar la part e occident al del im perio que
est aba en m anos de los germ anos. Para ello precisaba un apoyo unido, y por
cuant o la religión era la m ás grande de las fuerzas en el im perio, lo m ás
convenient e sería t om ar las riendas de la iglesia. Con ese fin t enía que poner en
vigor los decret os de Calcedonia. El occident e, claro est á, com part ía el dict am en de
Calcedonia, y por su lado la sección ort odoxa del orient e lo acept aba. Sin em bargo,
los m onofisit as no lo acept aban, y com o eran num erosos e influyent es, Just iniano, a
fin de ganar su apoyo, rechazó los escrit os de t res prom inent es t eólogos
ant ioqueños del siglo ant erior. Est o llevó a la cont roversia llam ada " de los t res
capít ulos" , que se referían a las enseñanzas de los t res t eólogos en cuest ión. En
553, Just iniano llam ó al quint o concilio general en Const ant inopla. Est e concilio
condenó los " t res capít ulos" y com o consecuencia fue casi indispensable int erpret ar

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
las decisiones de Calcedonia de acuerdo con las ideas de Cirilo. Aquellos que no
est aban de acuerdo eran perseguidos.

Est a cont roversia t uvo efect os de largo alcance. En Egipt o t oda la población
crist iana era m onofisit a y decidieron form ar una iglesia separada. Tam bién en Siria,
los m onofisit as form aron una iglesia apart e, conocida com o la iglesia j acobit a —
nom brada así por su prim er líder Jacobo Baradeo—. Arm enia y Et iopía t am bién se
hicieron m onofisit as.

La con t r ove r sia de la s dos volun t a de s

La cont roversia m onofisit a no m arcó el final de las disput as concernient es a las


nat uralezas de Crist o. Aun falt aban dos m ás. La prim era plant eaba la cuest ión de si
había una o dos volunt ades en Crist o. Est o causó t ant a inquiet ud y m alest ar que en
638 el em perador Heraclio prohibió t oda discusión sobre el asunt o, diciendo al
m ism o t iem po que Crist o t enía solo una volunt ad. Est a era una clara posición
m onofisit a. En 648 el em perador Const ant e repit ió la prohibición. En 649 Rom a, en
apoyo de Calcedonia cont ra los m onofisit as, declaró que Crist o t enía dos
volunt ades. Todas las regiones im port ant es m onofisit as, Egipt o, Siria, y Palest ina,
est aban ahora baj o el cont rol m usulm án. Los m usulm anes am enazaban el im perio
en África del nort e y en Asia Menor. Un acuerdo con Rom a era por lo t ant o
deseable. En 680- 681 el em perador convocó el sext o concilio general de
Const ant inopla. Est e aprobó la posición rom ana de que Crist o t enía " dos volunt ades
nat urales.... Su volunt ad hum ana sigue... suj et a a su volunt ad divina y
om nipot ent e" . Est a decisión dio t érm ino finalm ent e al aspect o doct rinal, o t eológico,
del largo debat e sobre las dos nat uralezas de Crist o.

La con t r ove r sia de la s im á ge n e s

Sin em bargo, una inesperada secuela apareció. En 717 un poderoso em perador,


León I I I el I saurio, com enzó a reinar. Est aba preocupado por la condición espirit ual
de la iglesia y, com o Just iniano, t am bién deseaba asum ir el cont rol de la iglesia. A
fin de m ej orar el t ono espirit ual de la vida en la iglesia y a la vez lograr el dom inio
que deseaba, prohibió la adoración de im ágenes y pint uras de personas o cosas
divinas. Para asegurar el cum plim ient o de est e decret o hizo uso del ej ércit o. En
general t uvo éxit o, pero el occident e no est aba de acuerdo y m uchos en el lado
orient al se negaron a obedecer.

Los que est aban en cont ra de las im ágenes decían que est as t om aban el lugar de
los ídolos paganos y que la Escrit ura prohibía su uso. Los que apoyaban las
im ágenes —y las pint uras— decían que las cosas m at eriales pueden ser una
represent ación o im agen del Dios inm at erial y de su obra de salvación. Adem ás,
sost enían que " la esfera del em perador era la conducción correct a de los asunt os
polít icos; el m anej o de los asunt os eclesiást icos correspondía a los past ores y
m aest ros" . El problem a det rás de t odo est o era el asunt o del m onofisism o. Si lo
hum ano est á com plet am ent e eclipsado por lo divino en Crist o, no deberíam os hacer

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
im ágenes m at eriales de cosas espirit uales. La im plicación polít ica de est o era que la
iglesia debía ocuparse solo de asunt os religiosos, es decir, espirit uales. Los asunt os
de est a vida deberían ser gobernados por el est ado.

Es por est a razón que León I I I puso cuadros e im ágenes de sí m ism o por t odos
lados. ( Tam bién est aba preocupado por el hecho de que la iglesia poseía gran
núm ero de propiedades y que el clero est aba exent o del pago de im puest os que
ot ros ciudadanos t enían que pagar.) Por ot ro lado, sin em bargo, si lo hum ano en
Crist o es t an real com o lo divino, ent onces las cosas creadas y m at eriales, pueden
ayudarnos a adorar al Creador y a apreciar lo espirit ual. Est e fue al cabo el crit erio
que prevaleció.

En 787, con el fin de solucionar est e asunt o, el em perador rom ano Const ant ino VI
convocó el sépt im o concilio general en Nicea. Est e concilio decret ó que las pint uras,
la cruz, y los evangelios " debían recibir salut ación y reverencia adecuadas... Pues el
honor que se rinde a la im agen pasa a lo que la im agen represent a, y el que
reverencia la im agen, reverencia al que est á en ella represent ado" . De est a m anera
llegaron a su fin en 787 las disput as crist ológicas. Por cuat rocient os sesent a años
habían ocupado el cent ro de la polít ica eclesiást ica y la polít ica im perial. Los siet e
concilios habían sido convocados por em peradores, y hacia el final ya los
em peradores se habían t ransform ado en t eólogos y publicaban decret os t eológicos
y eclesiást icos. Todos los concilios fueron causados por cont roversias en el orient e,
y t odos se llevaron a cabo en el orient e. No obst ant e, en sus decisiones m ás
cruciales la opinión de Rom a fue decisiva.

Las cont roversias crist ológicas com enzaron y t erm inaron en Nicea. Em pezaron en el
alt o y excelso nivel de la relación ent re el Padre y el Hij o. Finalizaron con la decisión
de que los crist ianos podían reverenciar las im ágenes del Padre, el Hij o, y ot ras
ent idades espirit uales. Ent re el prim er concilio y el últ im o habían surgido debat es
cada vez m ás com plicados acerca de las dos nat uralezas en Crist o, la persona única
de Crist o, una o dos volunt ades de Crist o. Mient ras las últ im as cont roversias t enían
lugar, grandes sect ores del im perio se perdían cayendo en m anos de los
m usulm anes, y nacían las iglesias m onofisit a y nest oriana. La iglesia occident al y la
iglesia orient al se habían ido apart ando, y finalm ent e se separaron en 1054.

Dej am os est e relat o del desarrollo y la vida de la iglesia ant igua en las m anos de
Dios, con grat it ud por t odo lo que el dio a los crist ianos a t ravés de esos prim eros
siglos. Lo dej am os t am bién con hum ildad y ciert o t em or cuando vem os lo que la
iglesia ha hecho con esos dones. Pero no obst ant e lo dej am os con esperanza y
confianza en aquel que es el principio y el fin, el prim ogénit o de los m uert os, el Rey
de los reyes de la t ierra, quien a pesar de nosot ros, com plet ará el edificio de su
cuerpo, que es la I glesia del Dios vivient e.

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Los sie t e con cilios e cu m é n icos

A cont inuación aparece una list a de los siet e concilios ecum énicos* , con sus fechas
y las decisiones que se t om aron:

Declaró al Hij o hom oousios —de la m ism a


I Nicea 325:
sust ancia— con el Padre.
Confirm ó el concilio de Nicea y concluyó la
I I Const ant inopla 381:
cont roversia arriana.
Rechazó a Nest orio y respaldó la posición alej andrina
I I I Éfeso 431: respect o a la relación ent re las dos nat uralezas de
Crist o.
Com plet ó la declaración sobre la relación ent re las
I V Calcedonia 451: dos nat uralezas de Crist o con las palabras:
inm ezclable, incam biable, inseparable, indivisible.
Rechazo a t res prom inent es t eólogos ant ioqueños —
V Const ant inopla 553: " los t res capít ulos" —, respaldando así la
int erpret ación de Cirilo al dict am en de Calcedonia.
VI Const ant inopla 680-
Acept ó dos volunt ades en Crist o.
681:
Declaró que el reverenciar las pint uras e im ágenes de
VI I Nicea 787:
realidades espirit uales era legít im o.

* El concilio que se reunió en 449, que el Papa León llam ó " el lat rocinio" , no se
considera com o un con cilio ecum énico legít im o.

@2011 Logoi, I nc. 10


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
H ist or ia de la I gle sia pr im it iva
Por H a r r y R. Boe r

Apé n dice : Fich a biogr á fica de figu r a s im por t a n t e s


Abe la r do, Pe dr o ( 1079- 1142) . Filósofo y erudit o francés del siglo once al doce que
concent ró sus est udios y su dedicación a la t eología. Com o t al se dist ingue en la hist oria
por haber int ent ado hacer de la razón un inst rum ent o de la búsqueda de la verdad bíblica.
Sus punt os de vist a, especialm ent e acerca de la Trinidad, chocaron con los de la iglesia de
su t iem po, por lo que sufrió duras persecuciones. Su obra I nt roducción a la t eología fue
condenada a las llam as por el concilio de Soissons ( 1121) . Sin em bargo, Abelardo es m ás
recordado en la hist oria por sus célebres am ores con Eloísa, una bella y t alent osa j oven a la
cual fue cont rat ado com o t ut or por el canónigo Fulbert o, t ío de la m uchacha. Com o
result ado de esos am ores, la alum na salió en est ado y Abelardo se casó secret am ent e con
ella. Enfurecido Fulbert o al saber lo que había pasado, cont rat ó a un grupo de m alhechores
para que at acaran a Abelardo. Ent rando en su dom icilio de noche, los at acant es cast raron a
Abelardo. Eloísa, que había negado el m at rim onio secret o para no ent orpecer la carrera
eclesiást ica de Abelardo, se refugió en un convent o. Abelardo vagó de lugar en lugar
sufriendo persecuciones. Durant e est e t iem po, m ant uvo correspondencia con Eloísa, y las
cart as han quedado com o una de sus obras. Sin poder alcanzar su rehabilit ación, Abelardo
fue acogido por Pedro el Venerable en la abadía de Cluny, donde m ás t arde m urió.

Agu st ín ( 356- 430) . Es considerado por algunos com o el m ás grande de los padres lat inos
de la iglesia. Su cont ribución t eológica se desarrolla a lo largo de una vida plet órica de
ext raordinarias experiencias. Su pensam ient o crist iano se perfila y agudiza en sus
cont act os con los donat ist as, los m aniqueos, y los pelagianos. En ot ras palabras, su
t eología m aduró en la cont roversia. Agust ín puede considerarse que adopt a la línea de San
Pablo, la que luego siguen Calvino y ot ros reform adores. Definió Agust ín el pecado com o la
culpa heredada de la corrupción de Adán. Solo por la gracia puede el hom bre redim irse de
est a condición. Considera im posible en la t ierra la vida ent eram ent e libre de pecado, y
declara la predest inación y perseverancia de los elegidos ( pero no de los reprobados) . En
su infancia y j uvent ud est uvo baj o la fuert e influencia de su m adre, Mónica, una m uj er de
sent ida devoción crist iana. No obst ant e, Agust ín fue at raído a la vez por las filosofías
seculares y por las pasiones del m undo, especialm ent e por la licencia sexual. Est ando en
Milán adonde había ido com o profesor de ret órica, t uvo ocasión de escuchar los serm ones
elocuent es de Am brosio, y est o lo confirm ó en el cam ino de su definit iva conversión a la fe
crist iana. De ent re sus obras, son las m ás conocidas las Confesiones y La ciudad de Diog.

Albe r t o M a gn o ( c.1193- 1280) . Filósofo y t eólogo alem án que represent a un t ipo de


cult ura universal que precede al Renacim ient o. Por la variedad y profundidad de sus
conocim ient os fue llam ado por sus cont em poráneos el Doct or universalis. Su cont ribución
com o t eólogo se realizó a t ravés de la enseñanza, siendo lo m ás im port ant e t al vez la
influencia que ej erció sobre uno de sus est udiant es, Tom ás de Aquino, quien decía que de
no haber sido por su m aest ro su vocación habría sido probablem ent e solo la de un
com pilador de m at eriales y docum ent os. Las ideas de Albert o Magno reflej an la im port ancia
que los filósofos griegos daban a la razón, especialm ent e Arist ót eles. Recibió num erosos
honores de la I glesia Cat ólica, siendo el últ im o su canonización en 1931. Sost uvo que han
de delim it arse con nit idez los cam pos de la fe y de la razón. Com o post eriorm ent e Leonardo
de Vinci, Albert o Magno dedicó t iem po a invest igaciones cient íficas experim ent ales. La

@2011 Logoi, I nc. 1


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
quím ica le debe im port ant es descubrim ient os, y se le at ribuye la const rucción de un
aut óm at a con figura de hom bre capaz de andar y aun de hablar.

Am br osio ( c.339- 397) . Una de las grandes figuras de la iglesia en el siglo cuart o. Se
dist inguió por com bat ir dist int as herej ías. En su vida ocurre el hecho singular de haber sido
nom brado obispo de Milán a los ocho días de haber sido baut izado com o crist iano. Era de
noble fam ilia y t enía delant e una im port ant e carrera adm inist rat iva. Su prim er act o
después de haber sido designado obispo fue repart ir su inm ensa fort una ent re los pobres.
Fue un not able predicador y m aest ro y dej ó varias obras sobre cuest iones de t eología.
Tam bién alent ó la m úsica sagrada y la part icipación congregacional en el cult o. Cuando el
em perador Teodosio aplast ó una sedición en Tesalónica, m at ando a m illares de personas,
Am brosio se negó a adm inist rarle la com unión hast a que no hiciera pública penit encia.
Declaró que " el em perador est á dent ro de la iglesia y no sobre ella" . Su principal obra,
De Officiis Minist rorum , fue un libro de ét ica para el clero.
Anselm o ( c.1033- 1109) . Obispo de Cant erbury que descuella com o uno de los pilares de la
iglesia en el siglo doce. Tom ó part e act iva en el desarrollo int elect ual de Europa en su
t iem po y fue precursor del escolast icism o. Sus escrit os com prenden:

 Obras sist em át icas,


 oraciones y m edit aciones,
 cart as.

Su pensam ient o abarca casi t oda la t eología crist iana. Sost enía que la fe era necesaria
com o base de la especulación filosófica. Decía: " No aspiro a ent ender para creer, sino a
creer para ent ender; por est o creo t am bién que a m enos que crea no podré ent ender" .
Procedió ent onces a form ular su prueba ont ológica de la exist encia de Dios. Creía que la
redención era necesaria para sat isfacer la m aj est ad de Dios, cont ra el punt o de vist a
exist ent e desde los t iem pos de Orígenes de que Crist o había m uert o para pagarle rescat e al
diablo. Anselm o nació en I t alia. De j oven t uvo una disput a con su padre y abandonó el
hogar para echarse a vagar por el m undo. Al cabo de años de vida errant e, llegó a
Norm andía donde, baj o la influencia de Lanfranc, ent onces obispo de Cant erbury, se hizo
m onj e. A la edad de sesent a y dos años dej ó la abadía y fue nom brado obispo de
Cant erbury, posición en que se m ant uvo hast a su m uert e.

Apolin a r ( c.310- 392) . Obispo de Laodicea, se dist ingue en la hist oria de las doct rinas de la
iglesia por haber puest o énfasis en la divinidad de Crist o, negando de paso su nat uraleza
hum ana. Apolinar t rat ó de reaccionar así cont ra la herej ía del arrianism o —que negaba la
divinidad de Crist o—, pero al hacerlo incurrió a su vez en ot ra herej ía. Las ideas de Apolinar
fueron com bat idas por el concilio de Alej andría ( 362) , presidido por At anasio, y m ás t arde
condenadas repet idam ent e por los concilios de Rom a ( 377) , Alej andría ( 378) , Ant ioquia
( 379) , y Const ant inopla ( 381) .

Ar m in iu s ( 1560- 1609) . Teólogo holandés del siglo dieciséis al diecisiet e cuya im port ancia
en la hist oria de la iglesia est á en haber diferido del calvinism o en el alcance de la doct rina
de la predest inación. Sus seguidores, después de la m uert e de Arm inius, redact aron sus
punt os principales en una declaración que llam aron " Cont ra re- exposición" . Est os punt os
eran:

 El decret o de salvación se aplica a t odos los que creen en Crist o y perseveran en


obediencia y fe;

@2011 Logoi, I nc. 2


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
 Crist o m urió por t odos los hom bres;
 el Espírit u ha de ayudar a los hom bres a hacer las cosas que son verdaderam ent e
buenas —t ales com o t ener fe en Crist o para salvación;
 la gracia salvadora de Dios no es irresist ible;
 es posible ser crist iano y caer de la gracia.

Est e últ im o punt o es el que ilust ra de m anera m ás vívida la diferencia ent re las ideas de
Arm inius y las de Calvino. El arm inianism o dividió la iglesia en Holanda y ext endió su
influencia hacia ot ros países de Europa. En I nglat erra John Wesley siguió la línea del
arm inianism o, la cual dist ingue hast a hoy a la iglesia m et odist a.

Ar r io ( c.280- 336) . Teólogo de los siglos t ercero y cuart o, nacido en Alej andría, cuyas ideas
sobre la persona de Crist o dieron lugar a una de las m ás radicales herej ías de la hist oria de
la iglesia. Según la t esis de Arrio, Jesucrist o no era verdadero Dios t oda vez que había sido
engendrado del Padre, y en t al sent ido no pudo haber exist ido desde la et ernidad. Solo se
le podía llam ar Dios en sent ido figurado, pues era solo el Verbo ( logos) , la prim era de las
criat uras creadas por Dios. El arrianism o, pues, cont radice especialm ent e lo que dice el
prólogo del Evangelio de Juan ( 1: 1- 18) , para no m encionar ot ras num erosas referencias de
la Escrit ura. Arrio t om ó sus ideas de Orígenes a t ravés de Luciano de Ant ioquia, de quien
fue discípulo. Arrio y sus ideas fueron condenados por el concilio de Nicea ( 325) , convocado
a ese fin por el em perador Const ant ino. No obst ant e, el arrianism o alcanzó gran
prom inencia en el m undo ant iguo y t uvo seguidores not ables, el prim ero de los cuales fue
Eusebio de Nicom edia, un obispo que llegó a ser la figura dirigent e del arrianism o. En
Nicea, el principal oponent e del arrianism o fue At anasio, cuya influencia poderosa
cont ribuyó decididam ent e a la declaración del concilio de que Jesucrist o, Hij o único de Dios,
" era nacido del Padre ant es de t odos los siglos, Dios de Dios, luz de luz, verdadero Dios de
Dios verdadero, engendrado y no creado, consust ancial con el Padre, y que por él fueron
hechas t odas las cosas" . Sin em bargo, la cont roversia generada por el arrianism o duraría
por siglos a t ravés de la hist oria de la iglesia. Un exponent e de la herej ía arriana en
nuest ros días es la sect a llam ada de los Test igos de Jehová.

At a n a sio ( c.296- 373) . Fue el cam peón del crist ianism o ort odoxo cont ra la herej ía arriana.
Com bat ió a Arrio y a sus seguidores durant e la m ayor part e del siglo cuart o. Arrio —ver
ant es— enseñaba que el Logos ( Crist o) no era el Hij o et erno de Dios. Est e punt o de vist a a
su vez at acaba indirect am ent e las doct rinas de la Trinidad, de la creación, y de la
redención. At anasio refut ó est as herej ías en el concilio de Nicea afirm ando que las
Escrit uras enseñan la et ernidad del Hij o, del Logos, la creación direct a del m undo por Dios,
y la redención del hom bre y del m undo por Dios en Crist o. Est os concept os los expuso
t am bién At anasio cuando t enía poco m ás de veint e años en su obra Sobre la encarnación y
la Palabra de Dios. At anasio, egipcio de nacim ient o pero griego por educación, era hij o de
padres ricos. Est udió en la escuela cat equíst ica de Alej andría y quedó sum am ent e
im presionado por el ej em plo de los m árt ires crist ianos durant e la época de las grandes
persecuciones. Recibió su orient ación espirit ual del obispo Alej andro, quien lo ordenó
diácono. Su influencia en el concilio de Nicea fue indirect a, com o secret ario del obispo
Alej andro, pues no t uvo invest idura oficial. Dej ó una volum inosa cant idad de escrit os, ent re
ellos, por supuest o, una obra t it ulada Apología cont ra arrianos.

Ba r t h , Ka r l ( 1886- 1968) . Teólogo suizo considerado com o uno de los gigant es del
prot est ant ism o m oderno. Algunos lo sit úan en un m ism o plano con Calvino, Lut ero, y los
grandes reform adores. Sus ideas, conocidas a t ravés del m undo evangélico luego de la

@2011 Logoi, I nc. 3


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
publicación de su Com ent ario a la Epíst ola a los Rom anos ( escrit o en 1919) significaron un
revés casi decisivo para la corrient e liberal y produj eron un renacim ient o vigoroso del
crist ianism o basado en la Biblia. Según Bart h, el conocim ient o de Dios ocurre en la
revelación del Padre, m ediant e el Hij o, y por obra del Espírit u Sant o. La base de t oda
relación Dios/ hom bre es así la m ism a Trinidad. La Palabra de Dios no es una cosa o un
obj et o, sino el m ism o Dios hablando. La Palabra de Dios se present a en t res form as: en el
Hij o com o represent ación del Padre, en la Escrit ura com o t est im onio fehacient e de su
Palabra, y en la proclam ación de la fe crist iana. Est as t res form as son inseparables en la
realidad. La Palabra de Dios se conoce solo por m edio de la Escrit ura, que es la m edida que
sirve para probar si la proclam ación de la fe es genuina o no. Com o ha sido la volunt ad de
Dios el revelarse en est a form a, t odo int ent o de llegar a él por ot ros cam inos result a
carent e de t odo int erés y sent ido. Bart h est udió en Suiza y Alem ania baj o los grandes
t eólogos liberales de su t iem po. El cat aclism o de la Prim era Guerra Mundial —j unt o con sus
lect uras de Kierkegaard y Dost oiesvki— lo iniciaron en la senda de una búsqueda m ás
profunda de la verdad bíblica. Est ando en Bonn, Alem ania, de profesor de la década en
1930, se negó a firm ar el j uram ent o de lealt ad exigido por Hit ler, y regresó a Basilea, su
ciudad nat al en Suiza, donde est uvo t odo el rest o de su vida. Su obra m ás
im port ant e, Dogm át ica eclesiást ica, cuat ro volúm enes, quedó inconclusa.

Ba silio El Gr a n de ( c.329- 379) . Figura dest acada del crist ianism o del siglo cuart o, recio
oponent e del arrianism o y defensor del Credo de Nicea. Era herm ano de Gregorio de Nisa.
Sirvió com o obispo de una de las m ás grandes e influyent es congregaciones en el orient e,
la de Cesárea de Capadocia. Est o const it uyó una nueva experiencia para su vida, pues
desde el principio había preferido la vida m onást ica. En su posición de obispo t uvo que
m aniobrar con grandes cuidados en m edio de las luchas y rivalidades t ant o religiosas com o
polít icas de su época. Su legado hist órico se expresa en t res aspect os:

 Ascét ico, hizo m ucho por prom over la vida ascét ica y m onást ica ent re los servidores
de Crist o;
 past oral, m ost ró cualidades excepcionales de conduct or de su rebaño y de piedad y
m isericordia hacia t odos los necesit ados;
 t eológico, fue predicador y m aest ro de ext raordinaria elocuencia en la com unicación
de las enseñanzas y doct rinas de la fe.

Bon ifa cio ( 680- 754) . Figura dest acada de evangelism o en acción baj o la dirección del
papado en siglos ant eriores a la Edad Media. Es llam ado apóst ol de los germ anos porque la
m ayor part e de su obra t uvo lugar en los t errit orios de lo que hoy es Alem ania. Su nom bre
original era Wynfrid, el que cam bió luego al lat ino Bonifacius. Viaj ó por t oda la Europa
occident al, fue consagrado obispo por el Papa Gregorio I I , y se relacionó con las grandes
figuras polít icas de su época, especialm ent e Carlos Mart el. En 751 ungió a Pipino el Breve
en nom bre del papa Zacarías. Fundó num erosos m onast erios benedict inos, de los cuales el
m ás fam oso es el de Fulda. Por sus labores evangélicas, m urió asesinado por los paganos
en Frisia.

Bon ifa cio VI I I ( c.1234- 1303) . Uno de los prim eros Papas de la Edad Media, Bonifacio VI I I
es fam oso en la hist oria por su lucha cont ra el poder de los m onarcas y sus int ent os de
est ablecer la prim acía del papado sobre el poder secular. Tuvo cont roversia con Felipe I V
( el Herm oso) de Francia y Eduardo I de I nglat erra por discrepancias en cuant o a la
j urisdicción de los im puest os. Bonifacio insist ía en que el clero est aba exent o de im puest os
a m enos que fueran aprobados por el Papa. Hubo int ercam bio de m edidas, el papa

@2011 Logoi, I nc. 4


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
em it iendo bulas y los m onarcas respondiendo con decret os que suspendían el envío de
cont ribuciones a Rom a. Est o forzó a Bonifacio a capit ular, por lo m enos en part e,
m odificando la let ra de sus edict os papales. En una de sus bulas declaró Bonifacio que " era
necesario para la salvación de t oda criat ura est ar som et ida al pont ífice rom ano" . La
hegem onía papal reclam ada por Bonifacio VI I I fue derrot ada por los m onarcas de su
t iem po, pero quedaría com o un principio que influiría en lo adelant e las relaciones ent re el
poder secular y la iglesia de Rom a.

Br u n ne r , Em il ( 1889- 1966) . Teólogo suizo am igo y cot erráneo de Karl Bart h, con el cual
guarda ciert as sim ilit udes y diferencias. Puede decirse en t érm inos generales que el
pensam ient o de Brunner es un poco m ás liberal que el de Bart h. En su j uvent ud
experim ent ó inclinación hacia las ideas socialist as, aunque m ás t arde, luego de su
desarrollo int elect ual y m adurez t eológica, llegó a decir que " el com unism o es una
ant irreligión sin Dios" , en la cual est án present es t odos los elem ent os del ant icrist o. La
carrera de Brunner com o past or, profesor, t eólogo, y aut or es brillant e. En su libro El
Mediador expone su concept o del Crist o. Sin Crist o, la realización del m andam ient o de Dios
sería inint eligible, y para él el evangelio era una exposición del prim er m andam ient o. Crist o
viene com o uno que ha cum plido la ley, com o m ediador, revelador, y reconciliador. Solo en
el Mediador podem os vem os com o realm ent e som os. La fe es esencialm ent e obediencia.
Solo en Crist o puede reconocerse que la volunt ad de Dios es am or. La I glesia es la
com unidad de fe y am or de los que creen en Crist o... En ot ros sent idos, Brunner, influido
por Kierkegaard y Mart ín Buber, se oponía t ant o al liberalism o t eológico com o al
conservadurism o evangélico. Para él la Escrit ura no est aba libre de crít ica, aspect o est e que
lo acerca a los t eólogos liberales. Brunner dej ó num erosas obras, ent re ellas, El hom bre en
rebelión, y La j ust icia y el orden social.

Bue na ve n t ur a ( 1221- 1274) . Nació llam ado Juan de Fidanza, pero Francisco de Asís, quien
fue su direct or espirit ual y quien, se afirm a, le sanó de una peligrosa enferm edad infant il, le
cam bió el nom bre para el de " Buenavent ura" . De diecisiet e años ingresó en la orden de los
Frailes Menores ( Franciscanos) y llegó a ser figura m uy influyent e en el seno de la iglesia.
Su vida espirit ual se desarrolló con profundo sent ido m íst ico y llegó a ser llam ado " el doct or
seráfico" . De él com ent ó su m ent or en París, Alej andro de Hales, que " Adán parecía no
haber pecado en Buenavent ura" . Sus obras son crist o- cént ricas, sat uradas de cit as de las
Escrit uras y de los padres. Su pensam ient o enfat iza la locura de la sabiduría hum ana
cuando se com para con la luz que Dios le da al crist iano. Su m ist icism o se fundaba en la
t eología m oral y dogm át ica, y él est im aba que la oración cont em plat iva no era una gracia
ext raordinaria. Todo el que est é dispuest o a pagar el precio —en oración y m edit ación—
puede alcanzar la unión con Dios, decía. Det alle curioso: Buenavent ura rechazaba la
doct rina de la inm aculada concepción.

Bu nya n, Jua n ( 1628- 1688) . La im port ancia de Juan Bunyan en la hist oria de la iglesia y
de la propagación del evangelio se debe a su obra alegórica El progreso del peregrino,
escrit a durant e la segunda de sus prisiones en Bedford, I nglat erra, precisam ent e por
predicar el evangelio. Bunyan t uvo una vida no exent a de cont rat iem pos y avent uras. En su
j uvent ud se vio envuelt o en una guerra civil. Luego se casó y su esposa le inst ó a leer
lit erat ura crist iana. Bunyan t om ó t al int erés que se unió a una iglesia local y com enzó a
predicar. Al parecer no est aba legalm ent e aut orizado para ello y en consecuencia un
m agist rado le envió a la cárcel por negarse a desist ir de predicar. Bunyan escribió ot ros
libros, pero el que alcanzó divulgación universal hast a nuest ros días es El peregrino, una

@2011 Logoi, I nc. 5


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
alegoría de la lucha del crist iano frent e a los problem as y t ent aciones a lo largo del cam ino
de la vida.

Ca lvin o, Jua n ( 1509- 1564) . Si Lut ero puede considerarse, en sent ido global, com o la
figura dirigent e de la Reform a que sobresale ent re los precursores y los cont em poráneos,
Calvino represent a el pensam ient o inst it ucional de m ás vast o y profundo alcance en t oda la
hist oria del crist ianism o. No es m era coincidencia que su obra básica, la que a t ravés de
m últ iples ediciones " creció" de un m anual de seis capít ulos a una obra de cuat ro volúm enes
y set ent a y nueve capít ulos, lleve el t ít ulo deI nst it uciones de la religión crist iana. Calvino
nació en Noyon, Francia, de fam ilia cat ólica. Hay indicios de que adopt ó la fe prot est ant e
durant e su vida de est udiant e en París baj o la influencia de profesores y ot ros cont act os de
t endencia prot est ant e. Diversas circunst ancias de su vida, en part icular la de verse
obligado a am bular de ciudad en ciudad t rat ando de eludir la persecución religiosa, hicieron
que acabara por ubicarse en Ginebra, Suiza, donde su celo y sus convicciones lo
convirt ieron en el caudillo —sin cargo oficial— de una especie de dem ocracia t eocrát ica
basada en la m ás est rict a disciplina a la vez cívica y espirit ual. La im agen de Calvino com o
un som brío e inflexible dict ador ha sido grandem ent e exagerada por hist oriadores
sat urados de prej uicio, quienes han olvidado que j unt o a su sent ido de la disciplina social,
product o direct o de su int erpret ación bíblica, Calvino albergaba un corazón bondadoso y
sensible a los dolores y necesidades hum anas. Es punt o m enos que im posible resum ir el
pensam ient o de est a gigant esca figura en la obligada brevedad de una ficha biográfica. Lo
m ás que puede decirse es que t oda la t eología calvinist a part e de la afirm ación de la
soberanía absolut a de Dios. Y est e concept o, a su vez, se funda en el reconocim ient o de las
Escrit uras com o la Palabra revelada e infalible de Dios. De est as dos afirm aciones se deriva
de m anera lógica ( com o t am bién lo expresa San Pablo en la Epíst ola a los Rom anos) la
doct rina de la predest inación: en su divina volunt ad Dios perm it ió que el hom bre pecara,
pero del propio deseo y decisión del hom bre, pr oveyendo Dios conj unt am ent e el m edio de
redención. Señor del t iem po y del espacio desde la et ernidad, Dios predest inó, según su
soberana volunt ad, a los que habrían de ser redim idos por gracia m ediant e la sangre de
Jesucrist o. Est os se salvan no por ninguna provisión de su fe o su rect it ud sino únicam ent e
por la gracia grat uit a y el am or de Dios. Nadie se arrepient e de su corrupción y de sus
m alas obras a m enos que el Espírit u Sant o t oque a su corazón y lo guíe a rendirse a los
pies de Crist o. Cuando el creyent e ha experim ent ado la conversión, Dios derram a en él el
Espírit u Sant o para su const ant e crecim ient o en la gracia y en la fe de Jesucrist o com o
Salvador y Señor... La obra de Calvino, es decir, el im pact o de su int erpret ación bíblica,
influyó desde ent onces de m anera indeleble no solo la corrient e t ot al del prot est ant ism o
sino la m ism a civilización occident al.

Ca r e y, W illia m ( 1761- 1834) Carey ha sido aclam ado com o " el padre de las m isiones
m odernas" . En efect o, su vida es un ej em plo ext raordinario de act ividad m últ iple y de
capacidad de t rabaj o en t oda la ext ensión del cam po m isionero. Luego de su conversión a
los dieciocho años com enzó a predicar a una congregación de baut ist as calvinist as en la
villa de Moult on, I nglat erra. Pront o le sobrevino un invencible celo por la evangelización de
los paganos. Durant e est e t iem po su m ent e solo podía concent rarse en algún proyect o de
llevar el evangelio a t ierras dist ant es. En 1972 publicó una obra exponiendo est os planes y
la m anera de realizarlos. Poco ant es había sido designado past or de una iglesia baut ist a en
Leicest er, donde en 1792 predicó un fam oso serm ón m isionero que dio luego pie a la
fundación de una sociedad m isionera. En 1793 em barcó hacia la I ndia, donde su vida t om ó
un rum bo realm ent e ext raordinario. Allí llegó a dom inar un gran núm ero de lenguas
orient ales, incluyendo sánscrit o. Mont ó una im prent a y se dedicó a la t raducción de las

@2011 Logoi, I nc. 6


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Escrit uras a est as lenguas, produciendo adem ás diccionarios y ot ros m at eriales de
referencia. A lo largo de t odos est os esfuerzos, j unt o con los t rabaj os de evangelist a
propiam ent e, Carey sufrió grandes reveses en su vida. Un fuego dest ruyó la im prent a en
que guardaba el m anuscrit o de un diccionario en sánscrit o, obra de años de laboriosa
recopilación y est udio. Su esposa y sus hij os m urieron víct im as de enferm edades propias
del clim a de la I ndia. Carey, un hom bre que en su j uvent ud había sido un zapat ero
analfabet o, dej ó una enorm e obra de conocim ient o filológico, ent re la que se cuent a la
t raducción de las Escrit uras a t reint a y seis idiom as y un diccionario inglés- bengalí.

Cipr ia n o ( c.200- 258) . Fue Cipriano uno de los padres de la iglesia, obispo de Cart ago. Se
dist inguió por su defensa de la unidad de la I glesia Cat ólica y por su oposición baut ism o
adm inist rado por herej es. Fue Cipriano el aut or de dos frases de debat ible cont enido
t eológico que desde ent onces cobraron caráct er perm anent e en la hist oria eclesiást ica, son
est as: " Dej a de t ener a Dios por Padre quien no t enga a la iglesia por m adre" y " No hay
salvación fuera de la iglesia" . Cipriano procedía de cult a y adinerada fam ilia pagana. En su
j uvent ud se opuso decididam ent e al crist ianism o por considerarlo un peligro para la unidad
del I m perio Rom ano. Pero en el proceso de prepararse para com bat ir al crist ianism o acabó
por sent irse at raído por la fe que ant es no conocía y convert irse t ot alm ent e. Se vio
envuelt o en una cont roversia con el obispo Est eban, de Rom a, acerca de la relación del
Espírit u y el agua en el baut ism o. El obispo lo am enazó con la excom unión. Cipriano fue
luego dest errado de Cart ago y últ im am ent e decapit ado.

Cle m e n t e de Ale j a ndr ía ( c.155- c 220) . Descont ando a San Pablo, a Clem ent e de
Alej andría se le t iene com o la prim era figura de prom inencia int elect ual y académ ica en la
iglesia. Se vio envuelt o en un perpet uo debat e con los gnóst icos, quienes consideraban que
la fe era un recurso de gent es inferiores, incapaces de llegar a las alt as cim as del int elect o.
Para ellos el conocim ient o, gnosis, era el cam ino hacia la verdad. Clem ent e replicaba que la
fe, lej os de ser " la m ulet a de los ignorant es" , era el m edio a t ravés del cual el hom bre
llegaba al verdadero conocim ient o. Clem ent e creía t am bién que la fe podía ser enriquecida
con el cult ivo del int elect o. Su t eología se cent raba en el Logos ( Crist o) . Decía él que el
Logos prim ero nos " conviert e" , luego nos " disciplina" , y por últ im o nos " inst ruye" . Aunque
Clem ent e defendió vigorosam ent e la encarnación de Crist o, y por lo t ant o su nat uraleza
hum ana, el énfasis de su pensam ient o t eológico est á en la cualidad didáct ica del Logos.
Crist o es verdaderam ent e el " m aest ro" que da a los hom bres el verdadero conocim ient o
que libera del pecado y conduce a la j ust icia y la inm ort alidad.

Cle m e n t e de Rom a ( se dist inguió c.90- 100) . Es uno de los " padres apost ólicos" ,
considerado por algunos com o sucesor, o t ercero, de Pedro en el obispado de Rom a.
Alcanzó not oriedad en la iglesia de Rom a por haber escrit o una " epíst ola a los corint ios" ,
conocida com o I Clem ent e. Est e docum ent o es probablem ent e el m ás ant iguo de los
escrit os no canónicos cont em poráneos del Nuevo Test am ent o. Su asunt o es un llam ado a la
unidad de los crist ianos de Corint o ant e una división causada por t endencias agnóst icas.
Hay quienes ident ifican a Clem ent e de Rom a com o el m encionado por Pablo en Filipenses
4.3, pero ot ros niegan est a posibilidad. Ot ros aun sost ienen que Clem ent e es el personaj e
en el Past or de Herm an, ot ro escrit o que circulaba en t iem pos de la iglesia del prim er siglo.
Ent re los años 90 y 100 Clem ent e aparece com o obispo presbít ero de Rom a.

Con st a n t ino El Gr a nde ( c.274/ 280- 337) . El prim er em perador crist iano de Rom a y uno
que m arcó un definido rum bo hist órico a la iglesia visible. A la m uert e de su padre, un
general dest inado a ser em perador de occident e, las t ropas designaron a Const ant ino

@2011 Logoi, I nc. 7


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
em perador. Una lucha int est ina por la suprem acía del poder siguió y Const ant ino result ó
t riunfant e luego de derrot ar a Magencio en la bat alla del puent e Milvio en Rom a. Dicen
Eusebio y Lact ancio que Const ant ino fue a la bat alla llevando un lábaro con el signo
crist iano de la cruz, luego de haber t enido una visión de que con ese signo vencería. En lo
adelant e, Const ant ino se convirt ió en el pr ot ect or de la fe que sus predecesores habían
perseguido t an duram ent e. Por el Edict o de Milán ( 313) , la iglesia disfrut aría en form a
crecient e del reconocim ient o y los favores del poder: rest it ución de propiedades
confiscadas, ayuda financiera, exención de im puest os, j urisdicción civil para los obispos.
Las opiniones de los hist oriadores est án divididas en cuant o a si Const ant ino se convirt ió
sinceram ent e al crist ianism o o act uó m ot ivado por consideraciones polít icas. O creyó que la
fe crist iana era una form a de sus propias creencias m onot eíst as alrededor del dios Sol o
Apolo. El hecho es que Const ant ino t om ó part e desde su posición im perial en las luchas
crist ológicas que ent onces com enzaron a quebrar la unidad crist iana, especialm ent e el
arrianism o. Const ant ino pat rocinó el concilio de Nicea ( 325) , donde At anasio com bat ió con
éxit o cont ra dicha herej ía. Más t arde, sin em bargo, baj o la influencia de Eusebio de Cesárea
y Eusebio de Nicom edia, Const ant ino se puso de part e de los arrianos y condenó al exilio
de At anasio. Const ant ino fundó la ciudad de Const ant inopla, hacia la cual t rasladó la capit al
del im perio, buscando alej ar el cent ro del poder de Rom a, hast a ent onces cent ro vit al del
paganism o. Const ant ino fue baut izado poco ant es de su m uert e en 337.
Dionisio El Areopagit a. Mencionado en el libro de los Hechos ( 17: 34) . Miem bro del consej o
del Aréopago de At enas que se convirt ió durant e la visit a de Pablo a esa ciudad. Hay
fuent es hist óricas que dicen que Dionisio llegó a ser obispo de At enas, y escrit ores
post eriores declaran que sufrió el m art irio. No es ciert a la t radición de que llegó a ser
obispo de París.

D ion isio El Ca r t u j a n o ( 1402- 1471) . Míst ico y escrit or que se unió a los m onj es cart uj anos
( Bélgica) en 1423. Escribió una obra sobre la cont em plación y un com pendio a la Sum a de
Tom ás de Aquino. Fue leído por I gnacio de Loyola y Francisco de Sales. Por su m ist icism o
se le llam ó " el Doct or Ext át ico" .

D ion isio e l Ex igu o ( m . ent re 525- 544) . Llam ado " el Exiguo" por razón de su exagerada
hum ildad. Es m ás conocido en círculos eclesiást icos por su edición a principios del siglo seis
de los decret os papales. Tam bién t raduj o al lat ín obras de los prim eros padres griegos,
especialm ent e aquellas relacionadas con la herej ía nest oriana. Ayudó a est ablecer el
m ét odo rom ano de fij ar la fecha de la Pascua de Resurrección. Realizó m uchos est udios
acerca del calendario, proponiendo la idea de que la base debía ser la encarnación de
Jesucrist o - que él est im ó com o 755 años después de la fundación de Rom a- . Aunque sus
cálculos yerran en unos cuant os años, const it uyen la base del present e sist em a de Anno
Dom ine, Año del Señor, o después de Crist o.

D ion isio El Gr a n de ( m . c.264) . Obispo de Alej andría. Luego de haber sido discípulo de
Orígenes, vino a ser direct or de la Escuela Cat equíst ica de Alej andría. En 247 fue elect o
obispo de dicha ciudad. Se dist ingue por haber recom endado lenidad en el t rat am ient o de
los apóst at as. Trat ó t am bién de m ediar en la disput a ent re Cipriano y el Papa Est eban
sobre la int erpret ación del baut ism o. Sufrió persecución y dest ierro baj o Deciano y luego
Valeriano, pero pudo volver a su iglesia en 260. En sus últ im os años se vio envuelt o en la
querella del sabelianism o, la herej ía que negaba la Trinidad. Su pensam ient o se conserva a
t ravés de fragm ent os de sus escrit os conservados por Eusebio y At anasio. Algunos le
at ribuyeron t endencias que ant icipaban a Arrio, pero At anasio expresó la opinión de que la
t eología de Dionisio era bien ort odoxa.

@2011 Logoi, I nc. 8


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
M on isio e l Se u doa r e opa git a . Con est e nom bre se designa a un aut or que probablem ent e
vivió en Siria hacia finales del siglo cinco o principios del seis. Sus escrit os fueron t enidos
en alt a est im a, pensándose originalm ent e que eran de Dionisio de At enas —el m encionado
en Hechos—. Su obra t uvo gran influencia en la t eología m edieval. Albert o Magno, Tom ás
de Aquino, y Dionisio el Cart uj ano ent re ot ros se inspiraron en ellos. Su pensam ient o
int ent a est ablecer una sínt esis ent re la verdad crist iana y la filosofía neoplat ónica. Su
énfasis cent ral est á en la unión ent re el hom bre y Dios y la deificación progresiva del
hom bre. El alm a abandona la percepción de los sent idos y de la m ent e y es ilum inada y al
final llevada al conocim ient o del Ser inefable. Enseñó t am bién Dionisio el Seudoareopagit a
que exist e una j erarquía gradual de seres celest iales ( ángeles) ent re Dios y el hom bre. Los
reform adores y los pensadores cat ólicos del siglo dieciséis dudaron de la aut ent icidad de
sus escrit os, pero est udios e invest igaciones post eriores la han confirm ado.

D on a t o ( m .355) . Un int eligent e obispo de África del nort e que dio su nom bre a un
m ovim ient o separat ist a dent ro de la iglesia del siglo cuart o, el donat ism o. En Cart ago un
grupo había prot est ado la ordenación de un obispo porque aquellos que llevaron a cabo la
ordenación habían fallado en el cum plim ient o de sus deberes durant e la persecución
im perial. I nsist iendo en que la ordenación para ser válida t enía que venir de part e de
obispos que no hubieran t raicionado su fidelidad a las Escrit uras, Donat o y los obispos de
Num idia, sus seguidores, rechazaron la ordenación de Cecilio y procedieron a llevar a cabo
ot ra ordenación. Est a recayó en el obispo Maj orinus, quien fue luego sust it uido por Donat o
m ism o. Aunque el em perador Const ant ino se inclinó al grupo que había ordenado a Cecilio
—que const it uyó el t ronco de lo que vino a ser la iglesia cat ólico- rom ana—, el grupo
donat ist a del nort e de África prevaleció por casi un siglo. La ram a cat ólica vino a recobrar
su preem inencia solo baj o presión im perial cuando el Edict o de Unidad ( 405) proscribió el
donat ism o. El donat ism o propugnaba una especie de cat olicism o purit ano y
fundam ent alist a, que alababa el m art irologio y rechazaba el est ado y la sociedad.

Eck a r t ( c.1260- 1328) . Es conocido t am bién com o Meist er Eckard, un m íst ico alem án que
ingresó en la orden de los dom inicos. Graduado de t eología en París, ocupó alt as posiciones
en la j erarquía cat ólica en Alem ania. En 1326 fue acusado de herej ía, por lo que apeló a
Rom a. El Papa Juan XXI I declaró herét icas algunas de sus enseñanzas. Eckhart ha sido
acusado t am bién de pant eísm o, pero est o no ha podido ser docum ent ado. Había en él
grandes influencias t om ist as y neoplat ónicas. Est ablecía una diferencia ent re Dios y la
deidad, y est e punt o fue causa de discusión. Su t eología de la encarnación hace de Crist o
en prim er lugar el punt o focal de la hum anidad y t am bién su Redent or. Sus principios
ét icos fueron m uy rigurosos.

En r iqu e V I I I de I n gla t e r r a ( 1491- 1547) . Rey fam oso por haberse const it uido en
fundador y cabeza de la I glesia de I nglat erra ( I glesia Anglicana) com o result ado de una
disput a con el Papa respect o a un problem a de divorcio. Ant es de ascender al t rono,
Enrique se había casado con Cat alina de Aragón, viuda de su herm ano Art uro. Pero al no
obt ener heredero varón —Cat alina t uvo una hij a, la que fue María Tudor—, el rey buscó la
m anera de que el Papa anulara su m at rim onio para él poder casarse con Ana Bolena, una
de las dam as de palacio. Com o el proceso legal se prolongaba en Rom a sin decisión
favorable para Enrique, est e decidió act uar por su cuent a e inició una serie de m edidas que
llevaron a la separación definit iva de la iglesia en I nglat erra de la hegem onía del Vat icano.
Ent re las m edidas est uvo, desde luego, la designación de un obispo sum iso al rey,
Cram m er, quien ot orgó el divorcio y facilit ó el m at rim onio del rey con Ana Bolena. La
hist oria real es en adelant e a la vez pint oresca y t rágica. Enrique t uvo seis esposas

@2011 Logoi, I nc. 9


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
sucesivas. Adem ás de Cat alina de Aragón, se cont aron Ana Bolena ( decapit ada por
sospechas de adult erio) ; Jane Seym our, que le dio un hij o, Eduardo VI , pero m urió doce
días después; Ana de Cleves, de la cual se divorció ant es de haber consum ado el
m at rim onio; Cat alina Howard, t am bién ej ecut ada baj o la acusación de adult erio; y Cat alina
Parr, la única que le sobrevivió. Enrique era en verdad cat ólico de sent im ient o. Cuando la
fam a de Lut ero com enzó a ext enderse por Europa, escribió un t rat ado en defensa de los
siet e sacram ent os, o que hizo que el Papa le diera el t ít ulo de " Defensor de la fe" . Su
int ención al separar la iglesia de I nglat erra de la de Rom a —m ot ivada com o ya se ha dicho
por un asunt o personal— no fue la de iniciar un m ovim ient o de reform a. Sin em bargo, su
acción t uvo el efect o indirect o de facilit ar en I nglat erra la penet ración y ext ensión de las
ideas de la Reform a.

En r iqu e I V de Fr a n cia ( 1553- 1610) . Est e rey, conocido t am bién com o Enrique de
Navarra, es im port ant e en la hist oria eclesiást ica por el papel que le t ocó represent ar en las
guerras religiosas de Europa en su t iem po, y en part icular en el desarrollo del
prot est ant ism o en Francia. De su m adre, Juana de Albret , una ardient e calvinist a, recibió
Enrique la fe prot est ant e que, con el parént esis de com prom isos de orden polít ico,
m ant endrá hast a el final de su vida. Y de ella heredó t am bién el t rono de Navarra. Al
rom per las guerras de religión en Francia en 1562, Enrique y su fam ilia est uvieron ent re los
dirigent es del part ido hugonot e. Com o consecuencia de su m at rim onio en 1572 con
Margarit a de Valois, herm ana de Carlos I X, Enrique quedó en línea para ocupar el t rono de
Francia de falt ar alguno de los herederos direct os. Cuat ro días después de su m at rim onio
t uvo lugar en París la m at anza de San Bart olom é. Enrique fue capt urado y obligado a
convert irse al cat olicism o para salvar la vida. Después de lo cual fue enviado a prisión. A
los t res años y m edio logró escapar e inm ediat am ent e declaró de nuevo su fe prot est ant e y
asum ió la dirección de las fuerzas hugonot es. En 1589 su prim o, el rey Enrique I I I , m urió,
y Enrique quedó com o el heredero aparent e. Sin em bargo, la m ayoría de los franceses
rechazaban la idea de un rey calvinist a. Luego de una serie de cam pañas m ilit ares, en las
que Enrique se vio repet idam ent e frust rado de ent rar en París, decidió dar el paso de
convert irse por segunda vez al cat olicism o, lo que, con el apoyo del Papa, le abrió
enseguida el cam ino del t rono. Enrique, no obst ant e, inauguró m uy pront o una era de
t olerancia em it iendo el fam oso Edict o de Nant es, por el que se reconocía la fe prot est ant e
dondequiera que ya est uviera est ablecida. En 1598, sin em bargo, Enrique I V fue asesinado
en las calles de París por un fanát ico cat ólico llam ado Francis Ravaillac. En relación con su
cat olicism o de últ im a hora, se at ribuye a Enrique la expresión " París bien vale una m isa" .

Epifa n io ( 315- 403) . Not able por su aust eridad y su propensión a la disput a com o Padre de
la iglesia orient al. En su celo cont ra los herej es, se las arregló para t ener discusiones con
los dem ás dirigent es crist ianos de su t iem po. Nacido en Palest ina, se educó en Egipt o, y
regresó luego a Palest ina a ej ercer su past orado. Adem ás de su lucha cont ra las herej ías,
su crist ianism o, j unt o con el de sus m onj es, se caract erizó por su int enso ascet ism o. Su
ext rem ism o lo llevó a una agria disput a con Juan Crisóst om o de Const ant inopla.

Er a sm o ( c.1466- 1536) . Hum anist a, filólogo, y t eólogo holandés. Hij o ilegít im o de un fraile
y la hij a de un m édico, llegó a ser la m ás elevada figura int elect ual de su t iem po. Su
invest igación de las Escrit uras y su devoción a los t ext os sagrados hicieron de él, sin
proponérselo, un precursor de la Reform a, part icularm ent e por su exalt ación de las
Escrit uras. Pero su personalidad ult ra- m oderada le hacía repugnar las soluciones radicales.
Chocó con Lut ero sobre el t em a del libre albedrío, y cuando se vio en posición de t ener que
decidir ent re Lut ero y la iglesia de Rom a t om ó part ido por est a últ im a. Com o ej em plo de

@2011 Logoi, I nc. 10


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
int elect ual de refinada cult ura y a la vez de principios, se vio en una posición m edia ent re
las corrient es ext rem as de su t iem po, especialm ent e la Reform a y la iglesia de Rom a. Por
est o su figura se prest a a una variedad de int erpret aciones. Unos lo vieron com o un
lut erano de corazón que ext eriorm ent e se conform ó a los dict ados de la iglesia. Para ot ros
fue un devot o de la razón, precursor de los ilust rados del siglo dieciocho. Ot ros m ás lo
hacen un precursor de Lut ero. " Erasm o puso el huevo y Lut ero lo incubó" , decían. Hay un
poco de verdad en t odo eso. Erasm o aspiraba a una reform a razonable y pacífica de la
iglesia a t ravés de las Escrit uras. Dej ó num erosas obras y com o escrit or fue el prim er éxit o
de librería de la hist oria. Ent re sus libros célebres est án el ensayo t it ulado Elogio a la
locura, los Adagios ( una colección de dichos clásicos) , y el ensayo De libero arbit rio ( sobre
el libre albedrío) , part e de su cont roversia con Lut ero. Algunos opinan que por su posición
indefinida y m oderada en una época que dem andaba radicales definiciones, Erasm o se sit ió
a sí m ism o al m argen de la hist oria.

Er sk in e , Th om a s ( 1788- 1870) . Abogado y t errat enient e escocés, de considerable fort una


e ilust re abolengo, que, a la vez en personalidad y en pensam ient o, llegó a ser el t eólogo
m ás influyent e y dest acado de la hist oria de Escocia. Figuras not ables del m undo
int elect ual, com o Carlyle, Jowet t , y Kingsley, venían a su casa para escuchar a sus pies sus
palabras y sus ideas. Sus obras, Evidencia int erna de la verdad de la religión crist iana, La
serpient e de m et al, La libert ad incondicional del evangelio, y por últ im o sus Cart as [ 2
volúm enes] ; circularon profusam ent e en Europa, y algunas son hast a el día de hoy lect ura
de t ext o en universidades y sem inarios. Erskine, pensador original y audaz, t enía siem pre
algo nuevo y caut ivant e que decir acerca de cosas com o la nat uraleza de la redención o la
doct rina de los elegidos.

Eu se bio de Ce sa r e a ( 260- 339) . Llam ado " el padre de la hist oria de la iglesia" por haber
escrit o un com pendio de hist oria eclesiást ica hast a 325 que const it uye t odavía la m ej or
fuent e de inform ación sobre la iglesia prim it iva. Nacido en Palest ina, se educó baj o el gran
Pánfilo de Cesarea de quien adquirió preparación en la t eología de Orígenes. Adem ás de su
Hist oria de la iglesia, Eusebio escribió m uchas ot ras obras exegét icas, doct rinales, y
polém icas. Cuando la persecución baj o Diocleciano, huyó a Tiro y de allí a Egipt o. Siendo
obispo de Cesarea, se inclinó hacia la t endencia arriana al surgir est a cont roversia. Sin
em bargo, figurando com o m iem bro en el concilio de Nicea ( 325) se unió a los que allí
condenaron el arrianism o —herej ía que negaba la divinidad et erna de Crist o con el Padre—.
Fue Eusebio quien present ó al concilio su " Credo de Cesarea" , el cual, con algunas
m odificaciones y adiciones del grupo de Alej andría, fue adopt ado por el concilio y llam ado
el " Credo de Nicea" . Est e credo fue el prim er resum en de doct rina de la iglesia, y sigue
siendo hast a hoy una cuidadosa y sucint a declaración de la fe crist iana.

Eu se bio de D or ile a ( m . 452) . Teólogo griego cont em poráneo de las grandes cont roversias
crist ológicas de los prim eros siglos en las cuales se vio envuelt o. Dedicó casi t oda su
carrera a defender la posición ort odoxa t ocant e a la nat uraleza de Crist o. En 428 se opuso
a las enseñanzas de Nest orio, su superior j erárquico, pat riarca de Const ant inopla. Nest orio
sost enía que en Crist o había dos nat uralezas separadas: la divina y la hum ana. El concept o
ort odoxo, afirm ado en el concilio de Calcedonia ( 451) , es que Crist o es a la vez, a plenit ud
y sin separación, divino y hum ano, com plet o Dios y com plet o hom bre. Eusebio no solo
com bat ió a Nest orio, acusándolo de m onofisism o ( afirm ación de una sola nat uraleza en
Crist o) , sino t am bién a Eut iques ant e el concilio de Const ant inopla en 448. Al año siguient e
fue exiliado por int rigas polít icas. Rest aurado en 451, t om ó part e act iva en el concilio de
Calcedonia, ayudando a redact ar la Definición de Fe.

@2011 Logoi, I nc. 11


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Eu se bio de Em e sa ( m .c.359) . Se dist ingue com o escrit or t eólogo de la iglesia orient al en
el siglo cuart o. Era de inm ensa cult ura y de alt as dot es personales, bien que de t endencia
arriana. En 341 el concilio de Ant ioquia le ofreció el obispado de Alej andría, vacant e a la
sazón por el dest ierro del obispo At anasio. Eusebio rehusó acept ar un puest o en el que
habría de ser m al vist o por los seguidores de At anasio, por lo que fue persuadido ent onces
a acept ar el obispado de Em esa, donde logró desvanecer ent re la congregación los rum ores
de que él pract icaba la bruj ería. Fue am igo y consej ero del em perador Const ant ino.

Eu se bio de La odice a ( m .268) . Un crist iano que arriesgaba su vida para ayudar a los
infort unados. Durant e la m ayor part e de su vida fue un diácono de la iglesia de Alej andría
baj o el obispo Dionisio. Eusebio no t enía reparos en exponerse al cont agio durant e una
epidem ia de la pest e y se dedicó a at ender a las víct im as. Más t arde, durant e un sit io de la
ciudad en 260, andaba de un lado a ot ro ayudando a los ham brient os y necesit ados.
Part icipó en el concilio en el que se condenó a Pablo de Sam osat a por decir que Crist o no
era " m ás que un hom bre" . En 263, Eusebio fue elect o obispo de Laodicea en Asia Menor.

Eu se bio de N icom e dia ( m .342) . Se dist ingue com o propulsor del arrianism o y com o
ast ut o y hábil en conseguir para su beneficio las alt as influencias del poder. En 218 se hizo
nom brar obispo de Nicom edia, a la sazón residencia del em perador Licinio. Cuando su
am igo Arrio fue depuest o de su cargo de obispo en 320 por sus ideas respect o a la persona
de Crist o —sost enía que Crist o había sido creado en el t iem po por el Padre, no desde la
et ernidad—, Eusebio salió en su defensa, la que cont inuó cuat ro años después en el concilio
de Nicea ( 325) , convocado por el em perador Const ant ino precisam ent e para resolver la
cont roversia crist ológica. El concilio condenó a Arrio y el arrianism o, y Eusebio firm ó la
declaración al efect o. No obst ant e, siguió en sus act ividades proclam ando dicha herej ía.
Con su habilidad de m aniobra, logró en 337 baut izar al ya viej o y achacoso em perador
Const ant ino, y en 339 consiguió ser nom brado pat riarca de Const ant inopla, donde una vez
m ás se m anifest ó vocero del arrianism o.

Eu se bio de Sa m osa t a ( m .379) . Durant e t oda su vida un inquebrant able defensor del
Credo de Nicea —que form uló el concept o ort odoxo de la persona de Crist o: uno y et erno
con el Padre—. En 361 Eusebio fue designado obispo de Sam osat a, en lo que hoy es
Turquía. Junt o con ot ros grandes dirigent es de su época —Basilio el Grande, Gregorio de
Nacianzo, Gregorio de Nisa —defendió vigorosa m ent e el credo niceano. En 381 el concilio
de Const ant inopla t uvo que reafirm ar de nuevo dicho credo cont ra las persist ent es
act ividades y declaraciones de los arrianos. Eusebio fue un paladín de la fe ort odoxa aun
después de haber sido dest errado a Tracia en 374 por el em perador Valent e, part idario del
arrianism o. Eusebio fue llam ado y rest aurado por el sucesor Graciano, pero m urió com o
m árt ir a consecuencia de una pedrada que le lanzó una m uj er arriana.

Eu se bio de Ve r ce llo ( 283- 371) . De lect or en la iglesia de Rom a fue elegido com o obispo
de Vercelli. Se dist inguió por su const ant e y decidí da defensa del credo de Nicea y sus
at aques al arrianism o. Por est o t uvo a veces que sufrir at aques y persecuciones. En el
concilio de Milán en 335 m anifest ó su oposición al arrianism o negándose a unirse a los que
condenaban a At anasio, el gran dirigent e ant iarriano. Los arrianos, gozando ent onces del
favor del em perador Const ant ino, consiguieron que Eusebio fuera enviado al exilio.
Rest aurado por el em perador Juliano en 362, cont inuó oponiéndose a los arrianos hast a su
m art irologio en 371.

@2011 Logoi, I nc. 12


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Eu st a cio ( c.270- 337 o 360) . Un decidido com bat ient e del arrianism o que m inist ró com o
obispo de Berea y luego de Ant ioquia. En el concilio de Nicea llam ó la at ención por la
elocuencia con que at acó el arrianism o, at rayéndose la host ilidad de los am igos de Eusebio
de Cesarea. Sus enem igos lograron deponerle del obispado de Ant ioquia. Sufrió at aques a
su reput ación que parecen m uy im probables. Const ant ino, a influencia de los arrianos, lo
dest erró a Tracia. Sus seguidores form aron la sect a eust aciana, la que se m ant uvo por
unos ochent a años. Su t eología parece com o una ant icipación del nest orianism o, el que
sost enía la separación ent re las nat uralezas divina y hum ana de Crist o.

Eu t ique s ( c.378- 454) . Superior ( archim andrit a) de un m onast erio en Const ant inopla,
alcanzó not oriedad com o una de las prim eras figuras del m onofisism o —herej ía que
at ribuye a Crist o solo la nat uraleza divina—. Eut iques había salido a la palest ra para
com bat ir el error del nest orianism o —que las nat uralezas divina y hum ana de Crist o est án
separadas—, pero al hacerlo se fue al ot ro ext rem o, cayendo en el m onofisism o. Tuvo
seguidores pero fue condenado por el pat riarca Flavio, quien consideró que los punt os de
vist a de Eut iques no eran ort odoxos. Eut iques no acept ó est a condenación y m aniobró para
form ar el escandaloso Sínodo de Éfeso ( 449) en apoyo de su posición.

Fox , Ge or ge ( 1624- 1691) . El fundador de la sect a llam ada de " los Am igos" , o " cuáqueros" .
Las ideas de Fox const it uyen una reacción cont ra el aparat o de organización de la iglesia
visible. Él no creía en la necesidad de clero ni de m inist ros pagados; t am poco de t em plos
com o casas de adoración. Enfat izaba el hecho de que el crist iano podía guiarse por " la Luz
int erior" , o sea, Crist o hablando direct am ent e a cada uno en part icular. En la expresión de
sus ideas, Fox nat uralm ent e chocó con el orden est ablecido. Él acusaba a las iglesias de
ocupar su t iem po y act ividades en asunt os t riviales. Fox sufrió num erosas prisiones a
t ravés de los años, las cuales afect aron seriam ent e su salud. Él decía haber recibido su
m andat o de Crist o personalm ent e a t ravés de una visión. El apelat ivo de " cuáqueros" , que
significa los que t iem blan o se agit an, les fue aplicado despect ivam ent e por un j uez ant e el
cual Fox com parecía. Los cuáqueros no t enían servicios sino reuniones. Abogaban por la
vida aust era y sencilla, y rehusaban reconocer j erarquías hum anas o hacer j uram ent os
legales.

Fr a n cisco de Asís ( 1182- 1226) . Figura not able de la I glesia Cat ólica y fundador de la
Orden de los Franciscanos. Se dist ingue por haber predicado el am or a los pobres y
desvalidos con una vida de renunciam ient o t ot al a los bienes m at eriales. Se dice que
adopt ó est a form a de vida luego de haber escuchado un serm ón basado en Mat eo 10: 7- 10,
el cual t om ó com o un llam am ient o personal del Señor. Se dice t am bién que t uvo una visión
en la que era inst ado a procurar m edios de reconst ruir la pequeña iglesia de San Dam ián
en Asís, su pueblo nat al. La vida de Francisco hast a su conversión se caract erizó por los
placeres m undanales y la avent ura. Su nom bre, que significa el francés, le fue puest o por
su padre, que adm iraba el idiom a y la cult ura de Francia. Tom ó part e en varias guerras de
su t iem po. Cuando se decidió por una vida m isionera, fundó una orden con vot o de pobreza
para predicar el evangelio. Tom ando lit eralm ent e el t ext o bíblico, los m isioneros
renunciaban a t oda posesión t errenal y vivían de lim osna. Francisco se unió en 1210 a una
cruzada a Egipt o con la int ención de convert ir al sult án, lo que no pudo lograr. Ant es había
visit ado a España con el propósit o de evangelizar a los m oros. En t odos sus em peños
m isioneros buscó y obt uvo la aprobación del Papa. Fue canonizado dos años después de su
m uert e por el Papa Gregorio I X, su am igo y prot ect or.

@2011 Logoi, I nc. 13


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Ga lile o Ga lile i ( 1564- 1642) . La im port ancia de Galileo en la hist oria del crist ianism o
consist e en que su vida est uvo en el cent ro de una cont roversia ent re el poder polít ico de la
iglesia de Rom a, represent ado en est e caso por la I nquisición, y la libert ad del pensam ient o
cient ífico invest igador. Galileo, m at em át ico y físico de una fam ilia florent ina, invent ó en
1610 un t elescopio con el cual com enzó exploraciones de ast ronom ía. Com o result ado de
est os est udios, llegó a la conclusión de que Copérnico est aba en lo ciert o en cuant o a su
idea del universo, en oposición al sist em a t olem aico. Las ideas de Galileo despert aron
envidia y, aunque el sist em a de Copérnico había sido ya acept ado por el Papa Paulo I I I
m uchos años at rás, fue acusado de herej e y llevado ant e el t ribunal de la I nquisición, el
que le obligó a ret ract arse y le condenó a arrest o dom iciliario en las cercanías de Florencia
hast a su m uert e.

Gr e gor io I ( Magno) ( 540- 604) . Est e Papa es m uy im port ant e en la hist oria, no solo
eclesiást ica sino general, por una variedad de razones. Es el aut or de la organización y
form as de disciplina que vinieron a ser m arca dist int iva del cat olicism o y en part icular del
papado. Por circunst ancias de su t iem po se vio en el caso de ej ercer el poder t em poral —
por ej em plo ant e la invasión de Rom a por los lom bardos—, dando con est o inicio al caráct er
del Vat icano com o un est ado polít ico m ás. Siendo abad de un m onast erio ant es de
ascender al papado, acert ó a ver a unos esclavos de cabellos rubios en un m ercado de
Rom a. Al pregunt ar supo que eran anglosaj ones y se hizo el propósit o de ir a I nglat erra
com o m isionero. Com o no pudo hacerlo personalm ent e por cuest iones de disciplina y
organización, envió en su lugar a Agust ín de Cant erbury. Gregorio int roduj o en el cult o de
la iglesia el est ilo de m úsica que luego se conoció com o " cant o gregoriano" . Fue un Papa
j ust iciero y generoso, y la iglesia lo canonizó.

Gr e gor io VI I ( Hildebrando) ( 1021- 1083) . Un m onj e benedict ino que por m uchos años
resist ió las invit aciones y t ent at ivas de hacerlo Papa. Cuando por fin se decidió, cam bió su
nom bre de Hildebrando al de Gregorio VI I . Aun desde ant es había act uado con gran celo
t ras bast idores para purificar el clero y m ej orar la organización de la iglesia. Preocupado
por la decadencia m oral que se ext endió por Europa a la división del im perio de
Carlom agno, Gregorio im puso norm as est rict as respect o a la conduct a de curas y frailes.
Gregorio t am bién aspiró a la consolidación del poder polít ico del papado frent e a los
poderes seculares. Fam osa en la hist oria es su cont roversia con el em perador Enrique I V de
Alem ania, quien, irrit ado porque el Papa había censurado su proceder en ciert as cuest iones,
dict ó un decret o en Worm s " deponiendo" al Papa. Gregorio respondió excom ulgando al
em perador y declarando que sus súbdit os quedaban exim idos del j uram ent o de fidelidad al
m onarca. El result ado fue que Enrique se vio obligado a capit ular e hizo un viaj e de
penit encia a I t alia para present arse a las puert as del cast illo de Canosa en Rom a, descalzo
y en pleno invierno, a suplicar que el Papa lo recibiera para pedirle perdón. Gregorio lo hizo
esperar t res días. Más t arde, sin em bargo, las cosas cam biaron y el em perador logró
designar por su cuent a un nuevo Papa y m archar con sus ej ércit os sobre Rom a. Gregorio
t uvo que abandonar la silla pont ificia e irse a refugiar en Salerno. Fue luego canonizado por
la iglesia.

Gr e gor io de N a cia n zo ( 330- 389) . Llam ado t am bién Nacianceno y el Teólogo, doct or de la
iglesia. Hizo sus est udios en Cesarea y después en Alej andría y At enas, donde conoció a
Basilio, surgiendo ent re am bos una ent rañable am ist ad. Hom bre de m odest as aspiraciones,
fue ordenado sacerdot e por su padre, obispo de Nacianzo, cont ra su volunt ad. La
not oriedad de su carrera se hace ver cuando en 378 fue nom brado obispo de
Const ant inopla para ser defensor de la fe ort odoxa cont ra el arrianism o. De presencia física

@2011 Logoi, I nc. 14


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
nada im ponent e, era sin em bargo un gigant e de la orat oria. Sus cinco Discursos t eológicos
en análisis y crít ica del arrianism o, a la vez que en proclam ación de la igualdad
consust ancial del Padre, el Hij o, y el Espírit u Sant o, son fam osos en la hist oria de la iglesia.
Al t erm inar el concilio de Const ant inopla, renunció a su obispado por haberse puest o en
t ela de j uicio su elección y se ret iró a las propiedades de la fam ilia en Nacianzo, donde
concluyó sus días.

Gr e gor io de N isa ( 330- c.395) . Herm ano m enor de Basilio el Grande ( San Basilio) , quien
ej ercía sobre él gran dom inio. Fue Basilio quien lo inclinó de una carrera secular a una
eclesiást ica. En 371 lo hizo obispo de Nisa. Aunque m enos im presionant e en sent ido
personal que su herm ano, Gregorio le supera com o t eólogo por la profundidad y
originalidad de sus ideas. Fue t am bién com bat ient e decidido y elocuent e del arrianism o,
especialm ent e en los concilios de Ant ioquia en 379 y de Const ant inopla en 381. Sus ideas
t eológicas t ienen su fuent e principal en Orígenes pero llevan el sello de su propio
pensam ient o y m aduración. En general, sost iene que la caída del hom bre fue la ruina del
m undo y que la redención es posible a t ravés de un proceso a la vez hum ano y divino en la
encarnación de Crist o. Los efect os de la redención, decía, se com unican a t ravés de los
sacram ent os. Dej ó obras de profundidad t eológica —especialm ent e cont ra el arrianism o—,
de las cuales la principal es Gran cat equesis, y t am bién sus Discursos cont ra Eunom io y
cont ra Apolinar.

Gr e gor io Ta u m a t u r go ( c.213- c.270) . Convert ido por Orígenes, de quien t am bién fue
discípulo. Procedía del paganism o. Luego de su preparación baj o Orígenes fue designado
obispo de Neocesarea ( Turquía) . Dícese que al em pezar allí su past orado había solo
diecisiet e crist ianos y al dej arlo a su m uert e quedaban solo diecisiet e que no lo eran. Es
uno de los pat riarcas de la iglesia orient al, considerado com o sant o t ant o en orient e com o
en occident e.

Gr ocio ( o Grot ius) , H u go ( 1583- 1645) . Jurist a holandés de los siglos dieciséis a diecisiet e
que ej erció profunda influencia en el pensam ient o prot est ant e. Su argum ent o de que Dios
puede hacer que la ley de que la m uert e sigue al pecado se cum pla no en el pecador sino
en Crist o que se ent rega en sacrificio t oca a la base de la doct rina legal de la redención.
Dios perdona a t ravés del sacrificio de Crist o porque el orden en que est á fundado el
universo t iene que cum plirse. En su obra De verit at e religionis Christ ianae —escrit a com o
un m anual básico de la fe para m arinos—, present a al crist ianism o la verdadera religión en
arm onía con un m undo racionalm ent e creado. Est os concept os son en part e una
sim plificación de la t radición escolást ica. Tant o la t eología com o la j urisprudencia de Grocio
se basan en el post ulado de que el universo es un universo de orden. La influencia de
Grocio se debe en m ucho a que en él se reunían una ext raordinaria cult ura y un espírit u
genuinam ent e crist iano. Su personalidad hum anist a le llevó a huir de los ext rem os y a
buscar un punt o de m edio de ent endim ient o ent re cat olicism o y prot est ant ism o. Él alent aba
el ideal de una sola iglesia, un solo rebaño. La hist oria secular lo recuerda m ás com o
j urist a. Su obra De j ure belli et pacis const it uyó un t ext o básico de derecho de valor
perm anent e y ha hecho que se llam e a su aut or " el j urist a del género hum ano" .

H ipólit o ( m .c.235) . Un t eólogo not able de los prim eros siglos de la iglesia que se dist ingue
por sus luchas cont ra las herej ías y por haber ant agonizado con varios papas. Él m ism o fue
erigido ant ipapa, y en esa posición se m ant uvo durant e los períodos sucesivos de Calixt o I ,
Urbano I , y Ponciano. Durant e la persecución baj o el em perador Maxim ino fue exiliado
j unt o con su rival Ponciano a la isla de Cerdeña. Allí am bos se reconciliaron y fueron luego

@2011 Logoi, I nc. 15


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
ej ecut ados. Algunos de los escrit os de Hipólit o se conservan, ent re ellos Refut ación de
t odas las herej ías y Tradición apost ólica, m ás un Com ent ario sobre Daniel. El caso de
Hipólit o es curioso en que, habiendo sido ant ipapa, fue después de su m art irologio honrado
y canonizado por la iglesia.

H odge , Ch a r le s ( 1797- 1878) . Teólogo nort eam ericano del siglo diecinueve que ej erció
gran influencia sobre el desarrollo del pr ot est ant ism o calvinist a en Est ados Unidos
part icularm ent e en la denom inación presbit eriana. Cuando el calvinism o ort odoxo est aba en
ret irada ant e el auge de las corrient es liberales y evolucionist as, Hodge m ant uvo
inquebrant ablem ent e sus principios de infalibilidad e inspiración de las Escrit uras. Su
posición vino a ser conocida com o la " t eología de Princet on" . Durant e casi t oda su vida fue
profesor del sem inario de est e nom bre. Escribió una obra, Teología sist em át ica ( 3
volúm enes) , que por m ucho t iem po ha sido obra de referencia y consult a de est udiant es y
erudit os de la Biblia.

H u s, Ju a n ( 1373- 1415) . Prot oreform ador de la iglesia y m árt ir de la fe en Bohem ia


( Checoslovaquia) . Criado en el cat olicism o llegó a ordenarse de sacerdot e. Est udiando en la
facult ad de t eología de la universidad de Praga para su doct orado, t uvo oport unidad de
fam iliarizarse con las ideas t eológicas de John Wycliffe, cuyas obras habían sido t raídas a
Praga recient em ent e. Hus quedó m uy im presionado. En lo adelant e se dedicó a predicar
direct am ent e de las Escrit uras y a abogar por un ret orno a las cost um bres de la iglesia
prim it iva. Com bat ió la corrupción eclesiást ica y especialm ent e la práct ica de la vent a de
" indulgencias" , a la sazón las que el Papa Juan XXI I I em it ió para sufragar su cruzada cont ra
el rey de Nápoles. Las ideas y el pat riot ism o de Hus le pusieron m uy pront o en conflict o con
la j erarquía eclesiást ica. Tras m uchas peripecias y conflict os, acudió baj o salvoconduct o del
em perador Segism undo a un concilio que t endría lugar en Const anza. Est ando allí el
em perador falt ó al cum plim ient o del salvoconduct o y perm it ió que Hus fuera apresado por
las aut oridades cat ólicas. Som et ido a un j uicio en el que no se le perm it ió exponer sus
propios punt os de vist a y en cam bio se le conm inaba a ret ract arse de cosas que él no había
sost enido, Hus se negó a adm it ir las falsas acusaciones que cont ra él se hacían. Ant e su
act it ud, el concilio le condenó com o herej e y el m ism o día le hizo quem ar vivo en las
afueras de la ciudad. Las ideas y el ej em plo de Hus hacen de él un precursor de la Reform a
del siglo XVI .

I gn a cio ( m .98/ 117) . Obispo de Ant ioquia a quien se conoce casi exclusivam ent e gracias a
siet e cart as que escribió a los fieles cuando era conducido prisionero a Rom a de ciudad en
ciudad desde el Asia Menor. En seis de sus cart as com bat ía ciert as herej ías —docet ism o,
j udaísm o, gnost icism o—, y reclam aba adhesión y lealt ad a los obispos com o represent ant es
de Dios. Se le considera un cont inuador de la t radición apost ólica paulina. Enfat izó la
verdadera hum anidad de Crist o —cont ra la herej ía docet ist a—, ident ificándola con la
Eucarist ía.

I gn a cio de Loyola ( 1491- 1556) . Nacido un año ant es del Descubrim ient o de Am érica,
I gnacio de Loyola es célebre por haber sido el fundador de la Com pañía de Jesús, t am bién
conocida com o " los j esuit as" . De j oven quiso iniciarse en la carrera m ilit ar com o agregado
al rey Fernando el Cat ólico. Est o lo llevó a una vida de ciert o libert inaj e que, curiosam ent e,
es un rasgo com ún a ot ros grandes sant os de la iglesia, com o San Francisco de Asís y San
Agust ín, ant es de su ent rega t ot al a Crist o. Com o m ilit ar, I gnacio t om ó part e en la defensa
de Pam plona, at acada por los franceses, y en la bat alla sufrió serias heridas en am bas
piernas al ser alcanzado por una bala de cañón ( 1521) . Durant e su larga convalecencia leyó

@2011 Logoi, I nc. 16


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
algunos libros piadosos, en part icular la Vida de Crist o de Ludolfo de Saj onia y la I m it ación
de Crist o de Tom ás de Kem pis. Est as lect uras produj eron una honda im presión en el
espírit u de I gnacio, quien a part ir de t al experiencia se inició en una vida de int ensa
m edit ación y ascet ism o. Decidió t ransform ar su vocación m ilit ar y ponerla al servicio de
Crist o. Sim bólicam ent e colgó sus arm as de soldado en el sant uario de Monserrat y se ret iró
luego a una cueva en Manresa, donde se ent regó a la práct ica de sus ej ercicios espirit uales,
de los que hizo luego un m anual con ese t ít ulo. En su int erés por ser un eficient e soldado
de Crist o, I gnacio quiso aum ent ar y refinar su cult ura. Fue a París a est udiar, y allí at raj o a
su alrededor a un grupo select o de est udiant es, a quienes cont agió con el ent usiasm o de su
vocación. Ent re esos est udiant es est aba Francisco Xavier, el que luego se dist inguiría
m ucho en la obra de los j esuit as. I gnacio y su grupo hicieron vot o de cast idad y pobreza y
pusieron énfasis en una vida de disciplina ascét ica y casi m ilit ar, ut ilizando la educación
com o principal inst rum ent o de sus planes m isioneros. Desde ent onces, la Com pañía de
Jesús ha sido un cuerpo de caráct er único y a m enudo polém ico en la ext ensión del
cat olicism o.

I n oce n cio I I I ( 1160- 1216) . Hay varios papas not ables con est e nom bre, pero est e se
dist ingue por haber sido el prim ero que elevó el papado a un verdadero poder polít ico.
Hábil com o gobernant e y est adist a, com enzó su reinado organizando adm inist rat ivam ent e
la iglesia de Rom a Después de la m uert e del em perador Enrique VI de Alem ania, I nocencio
pudo ext ender los Est ados Papales, fort aleciendo así su posición a la vez que im pedía la
unificación de I t alia. Ent re los hechos hist óricos que llevan la m arca de su decisión o
influencia est án la Cuart a Cruzada ( 1202- 4) , que dio lugar a la form ación del im perio lat ino
de orient e, una de las cuat ro ram as en que se fragm ent ó el I m perio Bizant ino; la Cruzada
cont ra los Albigenses en el sur de Francia; la hum illación del rey Juan de I nglat erra; y la
convocat oria al Cuart o Concilio Lat erano, donde se aprobó el concept o de la
" t ransubst anciación" —que los elem ent os del sacram ent o se t ransform an en el cuerpo y la
sangre de Crist o en la m isa—. Adem ás, I nocencio I I I est uvo ínt im am ent e envuelt o en la
polít ica europea, ganando aut oridad e int erviniendo en los asunt os int ernos de las dist int as
m onarquías.

I r e n e o ( c.130- c.208) . Discípulo de Policarpo que casi alcanza a pert enecer a la generación
apost ólica. Fue enviado por Policarpo a las Galias, donde vino a ser obispo de Lyon. Se
dist ingue por haber abogado por la suprem acía de la iglesia de Rom a com o represent at iva
de la fe y t radición apost ólica en el inicio del " cat olicism o" . Se le recuerda t am bién por
haber com bat ido la herej ía gnóst ica —una m ezcla de paganism o y elem ent os crist ianos que
sost enía una idea de la salvación a t ravés del conocim ient o m íst ico y sobrenat ural
t ransm it ido secret am ent e por sucesión apost ólica—. I reneo part ió de la t eología paulina de
Crist o com o el segundo Adán —que él ext endió a Eva/ María— y consideró la Encarnación
com o el punt o clím ax de la relación de Dios con la hum anidad. Dej ó escrit os que se
conocen com únm ent e com oTrat ado cont ra herej ías. Favoreció t am bién el concept o de
celebrar la Pascua de Resurrección el m ism o día de la Pascua j udía ( " cuart odécim o" del
m es de Nisán) .

Ja cobo I de I n gla t e r r a ( 1566- 1625) . Rey de I nglat erra y Escocia, de la fam ilia de los
Est uardos, que ocupó el t rono a la m uert e de la reina I sabel luego de una t urbulent a et apa
de int rigas de cort e y de regencias. Su act uación com o m onarca est á m uy suj et a a la
crít ica. En el t erreno religioso se opuso igualm ent e a cat ólicos y purit anos en su int erés de
preferir el anglicanism o. En el orden dom ést ico su polít ica est á t eñida por el escándalo
debido a la especial prot ección que ot orgaba a sus favorit os. Fracasó asim ism o en sus

@2011 Logoi, I nc. 17


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
int ent os de act uar com o poder m ediador en las disput as europeas. Sin em bargo, ha pasado
a la hist oria eclesiást ica con un m érit o que para siem pre ha perpet uado su nom bre: la
Conferencia de Ham pt on celebrada baj o sus auspicios en 1604 t uvo com o uno de sus
result ados la t raducción al inglés y la publicación en 1611 de la versión que hast a hoy se
usa y se conoce com o King Jam es Version ( Ver sión del rey Jacobo) . Es est a una de las
versiones de las Escrit uras a lenguas vernáculas m ás fieles a la vez que de alt a calidad
lit eraria.

Ja n se n io ( 1585- 1638) . Obispo cat ólico de Yprés, Bélgica, que a causa de sus ideas
t eológicas se vio envuelt o en una cont roversia con los j esuit as y la Cont rarreform a. Las
ideas de Jansenio dieron lugar a la doct rina disident e conocida com o " j ansenism o" . En
realidad, la aspiración de Jansenio era la de aplicar de m anera profunda la t eología de
Agust ín y com bat ir a los prot est ant es con sus propias arm as. Proponiéndose abundar en las
afirm aciones de Agust ín, el j ansenism o en esencia sost enía:

 que es im posible cum plir los m andam ient os de Dios sin la ayuda especial de la
gracia;
 que la gracia es irresist ible;
 que lo único que se necesit a com o m erit orio es libert ad de obligación, no de
necesidad;
 que es sem ipelagiana ( herét ica) la doct rina de que la gracia se puede resist ir o
cum plirse por el libre albedrío;
 que es t am bién sem ipelagiana la enseñanza de que Crist o m urió por t odos los
hom bres.

Aunque est as ideas se encuent ran ciert am ent e en el pensam ient o de San Agust ín, los
j ansenist as derivaron de ellas aplicaciones práct icas que cayeron en conflict o con las bases
sacram ent ales y j erárquicas de la iglesia de la Cont rarreform a. Sost enían los j ansenist as,
por ej em plo, que los sacram ent os t enían eficacia solo cuando el que los recibía había ya
sido t ransform ado por Dios m ediant e su gracia. Com o la gracia de Dios est aba
est rict am ent e lim it ada a los elegidos, la iglesia no t enía que preocuparse por la conversión
de los que est aban fuera, sino t rat ar de purificarse a sí m ism a a t ravés de una severa
disciplina y riguroso ascet ism o. El j ansenism o alcanzó considerable prom inencia por algún
t iem po en Europa. Uno de sus m ás ilust res adept os fue Pascal. El m ovim ient o fue
repet idam ent e censurado y condenado por la iglesia de Rom a. Los j ansenist as sufrieron
at aques y persecuciones, except o en Holanda donde fue t olerado y pudo prosperar.

Je r ón im o ( c.345- c.419) . Erudit o y t raduct or de las Escrit uras a quien se considera com o
uno de los cuat ro grandes " doct ores de la iglesia" . Su rasgo salient e en la hist oria es haber
t raducido la Biblia de los idiom as originales, hebreo y griego, al lat ín com ún, produciendo la
versión que hast a hoy se conoce com o la Vulgat a. Jerónim o se dist ingue t am bién por la
vast a cult ura que adquirió, especialm ent e en idiom as, y por haber escogido y proclam ado
la vida ascét ica. Después de est udiar en Rom a —donde se dice que pasaba los dom ingos en
las cat acum bas t raduciendo las inscripciones— viaj ó a las Galias y allí conoció y ent ró en
cont act o con el m onast icism o. A su regreso reunió a su alrededor a unos cuant os
int eresados en el ascet ism o, pero luego dej ó el grupo y se fue al orient e para hacer vida de
erm it año en una cueva cerca de Kealkis ( Grecia) . Allí pasó cuat ro años, los que dedicó a
perfeccionar sus conocim ient os de griego y hebreo. Viaj ó luego a Ant ioquia, donde oyó a
Apolinar, y después a Const ant inopla, donde se relacionó con Gregorio de Nacianzo. Vuelt o
a Rom a cont inuó predicando el ascet ism o y se at raj o el int erés de m uchas m uj eres que

@2011 Logoi, I nc. 18


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
adopt aron sus ideas y quisieron aun acom pañarle a Tierra Sant a. Jerónim o ent ró en
cont roversias t eológicas con m uchas de las grandes figuras eclesiást icas de su época, ent re
ellas Orígenes, Pelagio, y Agust ín.

Ju a n Cr isóst om o ( c.344- 407) . Obispo de Const ant inopla y uno de los m ás célebres
padres griegos de la iglesia. De inclinación ascét ica, vivió com o erm it año en el desiert o diez
años, lo cual afect ó seriam ent e su salud. Del desiert o pasó a Ant ioquia, donde est uvo doce
años predicando, y era t al su elocuencia que se ganó el sobrenom bre con que desde
ent onces se le conoce, " Crisóst om o" , que en griego quiere decir " pico ( o boca) de oro" . Sus
crít icas ascét icas a la m undanalidad de la cort e le at raj eron las iras de la em perat riz
Eudoxia, la que lo hizo dest errar a un lugar en las m ont añas de Arm enia. Desde allí Juan
Crisóst om o ej ercía su influencia y com unicaba sus ideas por cart a. Ent onces la em perat riz
lo hizo t rasladar de nuevo —a pie y a cabeza descubiert a baj o el quem ant e sol— al poblado
de Pyt ius en el desiert o. A result as de est e cruel abuso, enferm ó gravem ent e y m urió poco
t iem po después. Dej ó su pensam ient o t eológico en num erosas obras, ent re ellas diversas
hom ilías y com ent arios.

Ju a n de la Cr u z ( l542- 1591) . Es un ej em plo del m ist icism o religioso que floreció a


cont inuación de la Edad Media. Juan de la Cruz —su verdadero nom bre era Juan de Yepes y
Álvarez— se inició en la vida m onást ica en el m onast erio de los frailes carm elit as en Medina
del Cam po, España. Fue am igo de Teresa de Ávila ( Sant a Teresa de Jesús) , cuya influencia
lo llevó a proponer ciert as reform as en la orden de los carm elit as, lo que luego dio lugar a
una enconada división ent re carm elit as " calzados" y " descalzos" . Por causa de est o Juan de
la Cruz se vio obj et o de acerbas crít icas, persecuciones, y aun la cárcel. En la adversidad,
sin em bargo, su m ist icism o se acent uó y sus sufrim ient os se sublim aron en la expresión
poét ica. Los poem as que ent onces com puso llegaron a ser piezas clásicas de la lit erat ura
española para siem pre. Son universalm ent e conocidos y cit ados en t ext os y ant ologías, por
ej em plo, su " Cánt ico espirit ual" , " Noche oscura del alm a" , y " Llam a de am or viva" . El
prim ero de est os sigue claram ent e en cont enido y form a al Cant ar de los cant ares del
Ant iguo Test am ent o. Canonizado m ás t arde por la I glesia Cat ólica, el brillo lit erario de Juan
de la Cruz dej a en segundo plano sin em bargo a su im port ancia religiosa.

Ju lia n o e l Apóst a t a ( c.331- 363) . Em perador rom ano que represent a en la hist oria un
singular y vano int ent o de rest auración del paganism o. Juliano era crist iano desde su niñez,
pero las enseñanzas de un inst ruct or, el eunuco Mardonio, despert aron en él un int erés por
la cult ura y las t radiciones del paganism o. Est e int erés se avivó aun m ás en sus est udios en
Const ant inopla y At enas y especialm ent e en Nicom edia, donde escuchó al fam oso ret órico
Libanio, quien exalt aba las cualidades del paganism o, Juliano decidió ent onces " convert irse"
al paganism o, lo que le ganó el apelat ivo de " apóst at a" con que su nom bre pasó a la
hist oria. Al ser proclam ado em perador por sus legiones en 361 —luego de dist int as
peripecias y cam pañas—, Juliano abrió una época de t olerancia enderezada a favorecer y
est im ular el desarrollo de los cult os paganos. Los t em plos fueron abiert os y los sacrificios
inst aurados. Pero el paganism o est aba ya m uert o. Juliano hizo al final am agos de
persecución cont ra los crist ianos pero t odo fue inút il. Su int ent o t erm inó definit ivam ent e
con su m uert e en Persia.

Ju st in o M á r t ir ( c.100- c.165) . De fam ilia gent il en un lugar cerca de Sam aria, se dedicó
desde m uy t em prano a una int ensa vocación int elect ual. Se fam iliarizó con las principales
filosofías de su t iem po: est oicism o, arist ot elism o, pit agorism o, y plat onism o. En el curso de
una conversación con un anciano descubrió el crist ianism o, al que consideró " ciert am ent e

@2011 Logoi, I nc. 19


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
una valiosa filosofía" , y luego de su conversión se dedicó con pasión a la defensa y
propagación de la nueva doct rina. Para él Crist o era la encarnación del Logos, el cual, com o
dice Juan en su evangelio, había exist ido " desde el principio" . Just ino escribió
dos Apologías, una dedicada al em perador Ant onino Pío y la ot ra dirigida al em perador
Marco Aurelio. Más que ninguno ot ro de los apologist as, Just ino declara con frecuencia que
Crist o salva con su m uert e en la cruz y con su resurrección Tam bién escribió un Diálogo
con Trifo, en el que narra sus conversaciones con un j udío. La principal im port ancia de
Just ino est á en el hecho de que fue el prim er pensador crist iano después de Pablo que
capt ó la esencia universal del crist ianism o. Murió baj o el prefect o rom ano Rúst ico, quien
envió a la m uert e a m uchos crist ianos.

Ka ga w a , Toyoh ik o ( 1888- 1960) . Crist iano j aponés de ext raordinario celo y pasión por la
causa de los pobres y oprim idos. Era hij o ilegít im o de un rico m inist ro del gabinet e y de
una bailarina ( geisha) pero quedó huérfano a los cinco años. Est ando en la escuela, una
m aest ra crist iana influyó en su vida y la obra de dos m isioneros lo llevaron a su conversión
a los quince años, lo que hizo que su fam ilia lo desheredara. En lo adelant e la vida de
Kagawa fue en ascenso crecient e en el t est im onio y el servicio de Crist o. Aunque enferm ó
de t uberculosis, cont inuó su educación y a la vez se ent regó por ent ero a la vocación de
servir a los hum ildes y necesit ados. Se fue a vivir en las barriadas m ás m iserables de las
ciudades, sufriendo la privación, la suciedad, y las enferm edades de t ales am bient es.
Alent aba el ideal de una j ust icia social inspirado en el evangelio —algo que algunos han
llam ado " socialism o crist iano" —. Kagawa era adem ás un m íst ico, ascét ico y pacifist a. Su
fervorosa dedicación y su vida de t rabaj o y penit encia no le im pidieron escribir libros de un
est ilo único y conm ovedor: Ant es del am anecer, Crist o y el Japón, Am or, La ley de la vida,
ent re ot ros.

Ka n t , I n m a n ue l ( 1724- 1804) . Filósofo alem án cuya idea básica de que el conocim ient o de
Dios es im posible ha t enido profunda influencia en el prot est ant ism o. Algunos hallan una
conexión ent re el Dios no cognoscible de Kant y el Dios " t ot alm ent e ot ro" de Bart h.
Curiosam ent e, el propio razonam ient o de Kant de que a Dios no se le podía encont rar a
t ravés de " pruebas" de su exist encia —él decía que t odas esas pruebas t enían que ser
dej adas a un lado—, abre la puert a a la fe. Aunque Dios escapa al conocim ient o, la m ism a
razón sin em bargo reclam a su exist encia, ya que la ley m oral dem anda de nosot ros el m ás
alt o grado de virt ud, la cual solo puede venir de Dios. El pensam ient o de Kant aparece
principalm ent e en su obra Crít ica de la razón pura.

Ke m pis, Tom á s de ( c.1380- 1471) . Míst ico y ascet a alem án cuyo nom bre ha pasado a la
fam a universal com o aut or del m anual de ét ica La im it ación de Crist o. Es un libro
devocional dirigido a ayudar al alm a a est ablecer com unión con Dios. Lo que hace a est e
libro acept able a t odos los crist ianos, sean cat ólicos o prot est ant es, es su énfasis en la
persona de Crist o y en el com pañerism o con él. Aunque el nom bre de Kem pis ha quedado
para siem pre asociado a La im it ación de Crist o, algunos invest igadores dudan de que haya
sido él realm ent e el aut or. Después de la Biblia, es el libro que ha alcanzado m ayor
circulación y ha sido t raducido a m ás idiom as. Tom ás de Kem pis pasó casi t oda su vida
recluido en un m onast erio, donde su principal act ividad era el copiar las Escrit uras y ot ros
libros.

Kie r k e ga a r d, Sor e n Aa by ( 1813- 1855) . Filósofo danés cuyo nom bre ha sido asociado al
concept o del exist encialism o. Est o requiere ciert a cuidadosa dist inción de la aplicación
m oderna de est e t érm ino. El exist encialism o de Kierkegaard part e de su int erés en la

@2011 Logoi, I nc. 20


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
exist encia hum ana en cont rast e con la especulación filosófica y la religión form alist a
apart ada de las realidades inm ediat as de la vida. El pensam ient o de Kierkegaard t om a
form a a lo largo de una vida de int ensa int rospección y de reacción ant e el crist ianism o
visible a su alrededor. Est as fueron las influencias de m ayor im pact o en su espírit u: el
idealism o alem án en general, cont ra el cual reaccionó; el pensam ient o helénico, al cual se
consideraba en deuda; la idea de Dios com o t ot alm ent e ot ro; y un sent ido profundo de la
dem anda personal del crist ianism o del Nuevo Test am ent o en cont rast e con la t ibieza e
indiferencia del crist ianism o oficial de su t iem po. En t odo, especialm ent e hacia el final de su
vida de agonía y m edit ación, Kierkegaard proclam ó la necesidad de un crist ianism o radical
y absolut am ent e sincero, algo que él no encont raba en la religión est ablecida de las iglesias
y denom inaciones. Ent re sus últ im as obras se cit an Et apas del cam ino de la vida ( 1845) , La
enferm edad m ort al ( 1849) , y La escuela del crist ianism o ( 1850) .

Kn ox , Joh n ( c.15141572) . Reform ador escocés cuyas ideas y recia personalidad ej ercieron
decisiva influencia en el rum bo hist órico- religioso de I nglat erra y part icularm ent e de
Escocia. Era cura cat ólico pero a t ravés de conversaciones con algunos am igos prom inent es
se convirt ió al prot est ant ism o. En adelant e su vida fue una cont inua sucesión de m ovidas
experiencias alrededor de su fe y sus convicciones. Viaj ó a varios países del cont inent e y en
Ginebra est uvo en cont act o con Calvino, cuya t eología adopt ó con ent usiasm o com o pat rón
de su m ilit ancia evangélica. Vuelt o a Escocia expresó sin cort apisas sus opiniones y t om ó
part e act iva en las luchas t urbulent as de la m onarquía en m edio de la división cat ólico-
prot est ant e. Su posición inflexible lo puso frent e a la cat ólica María Tudor, reina de los
escoceses, a la vez que no era bien vist o en la cort e de I sabel de I nglat erra. Pero aun con
peligro de su vida, Knox no cesó en ningún m om ent o de predicar cont ra lo que consideraba
" idolat ría" t ant o en el cat olicism o com o en la m ism a I glesia Anglicana. Su calvinism o se
expresó en form as de organización eclesiást ica que dieron origen a la I glesia Presbit eriana
de Escocia. Escribió un Libro de disciplina y, su obra m ás im port ant e, una Hist oria de la
religión reform ada en el reino de Escocia.

La ct a n cio ( c.240- c.320) . Ret órico, hist oriador, y apologist a crist iano. Represent a uno de
los prim eros int ent os de present ar el evangelio en arm onía con la razón y sin ent rar en
profundidades t eológicas de m odo de hacerlo acept able a personas de refinada
int elect ualidad y cult ura. Habiendo sido nom brado por el em perador Diocleciano para una
cát edra de ret órica en Nicom edia, creyó necesario renunciar cuando em pezaron las
persecuciones y en consecuencia se vio sum ido en la pobreza. En su exposición de la fe a
t ravés de sus escrit os t rat ó de evit ar la t erm inología crist iana, alcanzando un est ilo que se
ha com parado al de Cicerón. En efect o, llegó a ser conocido com o el " Cicerón crist iano" . En
su obra I nst it uciones divinas dem uest ra la falsedad del paganism o y expone la verdad de la
doct rina crist iana; en Sobre la ira de Dios com bat e las filosofías de los est oicos y los
epicúreos. Dej ó t am bién ot ras obras del m ism o caráct er int elect ual y apologét ico.

Le ón I El M a gno ( c.400- 461) . Papa que se dist ingue por su defensa de la fe frent e a las
herej ías de los m onofisit as, m aniqueos, y pelagianos, y por su habilidad com o m ediador
t ant o en las cont roversias int ernas, polít icas y religiosas, com o en las am enazas de los
invasores bárbaros. Consiguió disuadir a At ila de su int ent o de dest ruir a Rom a e influyó
con los vándalos para que no asesinaran al pueblo, cont ent ándose con arrasar y saquear la
ciudad. Envió represent ant es al concilio de Calcedonia ( 451) , convocado por el co-
em perador Marciano, en el cual se adopt ó la doct rina crist ológica propuest a por León. La
esencia de su pensam ient o se cent ra en la persona de Crist o.

@2011 Logoi, I nc. 21


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Lu t e r o, M a r t ín ( 1483- 1546) . El m ás not able —aunque no el prim ero— de los grandes
reform adores. Lut ero cam bió el curso de la hist oria al desafiar con valent ía el poder del
papado y del im perio, sost eniendo punt os de vist a cont rarios a las práct icas y ordenanzas
de la religión est ablecida, el cat olicism o. La principal doct rina evangélica que Lut ero alzó
cont ra el sist em a rit ualist a de penit encias fue la de que la salvación es por gracia
solam ent e, no por obras. El segundo gran punt o doct rinal de Lut ero es el de que la
aut oridad final en m at eria de fe y conduct a reside en las Escrit uras, por encim a del crit erio
de los papas y de los concilios de la iglesia. Est e punt o lleva por consecuencia lógica a uno
de los principios cardinales de la Reform a: el conocido com o sacerdocio universal de los
creyent es.

Lut ero se inició en la vida religiosa com o m onj e agust ino. Su aspiración era est udiar leyes,
pero un día est uvo a punt o de m orir al ocurrir cerca de él un rayo, y en un inst ant e de
t error hizo el vot o de t om ar las órdenes y dedicarse al sacerdocio. En lo adelant e su vida
espirit ual fue un t orm ent o t errible de aut oacusación y de culpa.

Su conciencia gem ía baj o la carga de sus pecados, y buscando ansiosam ent e alivio cum plía
rigurosam ent e t odos los requisit os y ordenanzas de la iglesia, m ás una serie de crueles
penit encias que se im puso con el fin de cast igar su nat uraleza pecadora y alcanzar, si era
posible, el m érit o de la j ust ificación. Así pasó m ucho t iem po. Se dio a una lect ura acuciosa
de las Escrit uras, m ient ras su superior cont ribuyó a alum brarle su confusión recordándole
que Dios era un Dios de am or en Crist o ant es que el Juez t em ible y vengador que Lut ero
im aginaba. Pero fue en las Escrit uras donde al fin se le abrió la puert a del perdón y de la
paz. El t ext o de Habacuc 2: 4, cit ado por Pablo en Rom anos 1: 17, " Mas el j ust o por la fe
vivirá" , fue la chispa de luz que, j unt o con ot ras porciones de las Escrit uras, com o el libro
de Gálat as, disipó las t inieblas de su alm a. Lut ero experim ent ó una paz y un gozo
indescript ibles.

Pero est e descubrim ient o abrió t am bién sus oj os a las práct icas viciosas de la iglesia de su
t iem po. Un día en Wit t enberg t ropezó con un dom inico vendedor am bulant e que proponía
indulgencias. El Papa León X había puest o a la vent a est os docum ent os con el fin de
recaudar fondos para erigir una nueva capilla de San Pedro en Rom a. El hecho hirió la m ás
ínt im a sensibilidad de Lut ero, provocándole int ensa indignación y repugnancia. Com enzó a
predicar con fogosa elocuencia cont ra la práct ica de las indulgencias, inst ando al creyent e a
poner su confianza solam ent e en la gracia salvadora de Crist o. Declaró que est aba
dispuest o a ir a un debat e sobre la cuest ión y poco después clavó en la puert a de la iglesia
de Wit t enberg sus fam osas 95 Tesis, en las que exponía los punt os esenciales de su
posición t eológica. De est as t esis, la m ás not able t al vez es la núm ero 62, que decía: " El
verdadero t esoro de la iglesia es el sant ísim o evangelio de la gloria y la gracia de Dios."

A part ir de est e m om ent o, la t rayect oria de Lut ero est á llena de las m ás dram át icas y
form idables experiencias, t ant o en el t erreno puram ent e religioso com o en el hist órico-
polít ico. Lut ero fue cit ado a Rom a para rendir cuent as de sus pronunciam ient os ant e el
Papa León X; pero la int ervención del elect or Federico el Sabio hizo que la audiencia se
fij ara para Augsburgo, donde su vida est aría m ás prot egida. Más t arde se vio en el caso de
responder de sus ideas ant e la Diet a del em perador Carlos V reunida en Worm s. Allí,
conm inado a ret ract arse, se negó de plano, respondiendo con su hist órica declaración de
que: " A m enos que se m e refut e y convenza con el t est im onio de las Escrit uras, o con
argum ent os bien claros, m i conciencia est á at enida a la Palabra de Dios. Ni puedo
ret ract arm e ni m e ret ract aré. Mi posición es invariable y en ella m e m ant engo, así Dios m e

@2011 Logoi, I nc. 22


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
ayude. Am én" . Est a act it ud, no obst ant e el salvoconduct o del em perador, lo puso en grave
peligro de caer en m anos de las aut oridades eclesiást icas y ser llevado al m art irio. Una vez
m ás, su prot ect or, el elect or Federico, le salvó la vida, haciéndole secuest rar en el cam ino a
la salida de Worm s y llevándole secret am ent e a su cast illo en Wart burgo. Allí pasó Lut ero
diez m eses, t iem po que aprovechó para t raducir la Biblia al alem án.

Hay m uchos ot ros hechos de im port ancia hist órica en que se vio envuelt o m ás o m enos
direct am ent e. En la rebelión de los cam pesinos cont ra los príncipes, proclam ó el principio
de aut oridad y condenó enérgicam ent e la rebelión, exhort ando a los príncipes a reprim irla
con severidad. Sost uvo una polém ica con Erasm o sobre el t em a del libre albedrío, y ot ra
con Zwingli y varios m ás sobre el concept o de la Sant a Cena. Lut ero insist ió en que las
palabras de Crist o, " Est e es m i cuerpo" y " Est a es m i sangre" , habían de t om arse
lit eralm ent e. No acept aba el sent ido figurado ni el sim bólico. Su posición al respect o ha
sido erróneam ent e definida com o " consubst anciación" .

Una vida t an llena de act ividad no im pidió a Lut ero el producir una copiosa cant idad de
libros, ensayos, y t rat ados. En 1525 se casó con la ex m onj a Kat harina Von Bora, con la
que t uvo seis hij os. Su hogar fue un hogar feliz, la casa siem pre llena de est udiant es,
parient es, y am igos. Con la excepción de Jesús, Lut ero es el hom bre de quien se han
escrit o m ás libros en el m undo.

M a n e s ( 216- 177) . Arist ócrat a persa que se crió en Babilonia y, t ras un período en el que
se dice haber t enido revelaciones y visiones, fundó un m ovim ient o religioso que result ó una
m ezcla de zoroast rianism o y budism o sobre un fondo crist iano. Baj o la prot ección de varios
reyes de Persia se dio a difundir su m ensaj e. Escribió libros y cart as de los cuales se
ext raj o el Canon Maniqueo con las bases de su doct rina. El m aniqueísm o proclam aba la
exist encia de un dualism o de poderes divinos opuest os: la luz, o el dios bueno, y las
t inieblas, o el dios m alo. Ent re est os dos principios se libra una guerra encarnizada. El dios
bueno creó al hom bre prim it ivo, pero las t inieblas hicieron que fuera vencido por la
m at eria. El hom bre act ual es creación del dios m alo, y solo podrá redim irse a t ravés del
conocim ient o de la verdadera ciencia. El m aniqueísm o prosperó y se ext endió por Persia,
I ndia, Tibet , China y Turquest án; y en occident e por el nort e de África y el sur de I t alia. Su
influencia alcanzó a m uchas figuras not ables. Agust ín, por ej em plo, fue m aniqueíst a en su
j uvent ud.

M a r ción ( siglo I I ) . Un rico y prom inent e herej e griego que vino a Rom a y se unió a una
congregación crist iana, pero fue excom ulgado al conocerse sus ideas que radicalm ent e se
apart aban de la fe ort odoxa. Marción sost enía que el Dios del Ant iguo Test am ent o, el
Creador del cosm os, era un Dios diferent e e inferior al Dios Padre de Jesucrist o, que era el
Dios bueno que vivía alej ado del m undo. Su figura m odelo era Pablo, a quien t enía por el
verdadero int érpret e del evangelio de Jesús. Marción creía solo en un Dios de gracia y
redención, un Dios de am or, y rechazaba la idea de que a Dios pudiera t em érsele. En
cuant o a las Escrit uras, rechazaba t ot alm ent e el Ant iguo Test am ent o. Acept aba com o
Escrit uras solo algunas epíst olas de Pablo —de las dem ás t enía dudas en cuant o a su
aut ent icidad— y el Evangelio de Lucas y el libro de los Hechos. Pero est as m ism as
porciones las había expurgado y corregido de t odo aquello que significara una relación y
conexión con el Ant iguo Test am ent o. Marción creía en el regreso inm inent e de
Crist o, parousía, y con t al m ot ivo predicaba el celibat o universal. Marción fue refut ado con
singular firm eza y elocuencia por Tert uliano. No obst ant e, su herej ía se m ant uvo por m ás
de dos siglos en la hist oria del crist ianism o. La herej ía m arciana t uvo la virt ud de obligar a

@2011 Logoi, I nc. 23


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
los dirigent es ort odoxos a est udiar seriam ent e el problem a del m al, así com o lo que dice la
Biblia acerca de la creación y la redención, y a reexam inar con cuidado los escrit os de
Pablo. A su t iem po, la influencia negat iva de Marción abrió los oj os de la iglesia a la
necesidad de decidir el canon de las Escrit uras.

M e la n ch t on , Ph ilip ( 1497- 1560) . Un hom bre de disposición t ranquila, casi t ím ido, pero de
una ext raordinaria cult ura hum anist a, que conocía a perfección las lenguas griega, lat ina, y
hebrea. Llegó a ser segundo de Lut ero en el m ovim ient o iniciado por est e, siendo
considerado, con Calvino, uno de los t res grandes reform adores. Su cont ribución al
lut eranism o est á principalm ent e en el cam po de la exposición doct rinal. Escribió la prim era
dogm át ica prot est ant e, Loci com m unes, y una Sum a de doct rinas evangélicas. Ant e la
sit uación de cont roversia ent re el prot est ant ism o, los poderes seculares, y la iglesia
cat ólica, produj o su obra m aest ra de exposición t eológica, la Confesión de Augsburgo.
Aunque ocasionalm ent e sost uvo alguna diferencia de punt os de vist a con Lut ero, por
ej em plo, en cuant o al concept o de la Cena del Señor, fue siem pre devot o am igo y defensor
de est e, quien al m orir lo dej ó com o figura principal del m ovim ient o lut erano. Aunque claro
y preciso en su posición respect o a los principios básicos de la Reform a, Melancht on adopt ó
una act it ud conciliat oria hacia las dist int as ram as del m ovim ient o y aun hacia el
cat olicism o.

M on t a no ( siglo I I ) . Un sacerdot e pagano de Cibeles que se convirt ió al crist ianism o y


fundó una sect a int ensam ent e ascét ica y dedicada a la proclam ación de la era del Espírit u
Sant o y la venida inm inent e de la Nueva Jerusalén. Est a sect a o m ovim ient o es conocido en
la hist oria com o m ont anism o. El m ont anism o const it uyó una ram a radical independient e de
la iglesia organizada. Alcanzó enorm e popularidad y se ext endió por Asia Menor, Europa, y
África. Tert uliano, el fam oso t eólogo y apologist a, fue at raído en sus últ im os años hacia el
m ont anism o al sent irse defraudado por el form alism o y los sínt om as de corrupción que
observó en la iglesia. En el siglo I I I la iglesia condenó al m ont anism o, aunque cont inuó
com o una prot est a cont ra el crecient e secularism o y falt a de espirit ualidad del crist ianism o
ort odoxo.

M oody, D w igh t L. ( 1837- 1899) . Past or y evangelist a que conm ovía m uchedum bres a la
vez que organizador y em prendedor incansable, Moody const it uye un ej em plo de fervor y
act ividad crist iana com parable en los días present es quizás a Billy Graham . Em pezó su vida
pobrem ent e en las cercanías de Bost on. Fue a est a ciudad en busca de t rabaj o y allí
com enzó a asist ir a una iglesia congregacional. La influencia de su m aest ro de escuela
dom inical fue decisiva en su conversión. De Bost on se t rasladó a Chicago donde em pezó un
próspero negocio de zapat os y al m ism o t iem po se dedicaba a predicar a los t ranseúnt es en
lugares im provisados. Al cabo se resolvió a dej ar el negocio para ent regarse de lleno a la
obra del evangelio. En com pañía de un m úsico que había conocido en una convención de
escuelas dom inicales se fue a I nglat erra y Escocia en una cam paña evangelíst ica. El éxit o
fue t al que en Londres en un período de dos m eses m ás de dos y m edio m illones de
personas acudieron a oírle. A su regreso a Est ados Unidos Moody cont inuó m ás act ivo que
nunca, no solo com o predicador evangelist a sino com o fundador de sem inarios para
j óvenes y m uchachas y una sociedad bíblica que fue el ant ecedent e del act ual I nst it ut o
Bíblico Moody en Chicago. En su est ilo de predicar Moody desdeñaba los recursos
hist riónicos, prefiriendo hablar en form a sobria de las verdades de la Palabra de Dios. Se ha
dicho que en sus viaj es y cam pañas la predicación de Moody alcanzó a m ás de 100 m illones
de personas.

@2011 Logoi, I nc. 24


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
N e st or io ( - c.440) . Presbít ero y m onj e de Ant ioquia que alcanzó not oriedad com o
predicador. Su nom bre ha quedado asociado en la hist oria de la iglesia con una de las
prim eras herej ías de las disput as crist ológicas. Nest orio, que probablem ent e fue discípulo
de Teodoro de Mopsuest o, t am bién de la escuela de Ant ioquia, sost enía que en Crist o
coexist ían separada y dist int am ent e las dos nat uralezas, la divina y la hum ana. Argüía él
que la fusión de las dos en una era algo im posible. Com o part e de su argum ent o decía que
María no podía ser considerada com o " m adre de Dios" sino com o " m adre de Crist o"
( " m adre" en el sent ido de haber llevado a la criat ura en el vient re) . Nest orio exponía su
doct rina con t ant a vehem encia que Cirilo de Alej andría lo denunció en el concilio de Éfeso
( 431) , el cual declaró anat em a a Nest orio y lo t achó de herej e. El em perador lo condenó al
dest ierro a un m onast erio en Ant ioquía y m ás t arde a Egipt o, donde m urió. Pero Nest orio
t uvo m uchos seguidores, los cuales form aron un grupo apart e que dio lugar a la iglesia
persa. La herej ía nest oriana se ent iende m ej or en com paración con el punt o de vist a
ort odoxo adopt ado en el concilio de Calcedonia ( 451) , el cual declaró que las dos
nat uralezas de Crist o, divina y hum ana, eran " inconfundibles, incam biables, indivisibles, e
inseparables" .

N e w m a n, Joh n H e n r y ( 1801- 1890) . Figura dest acada de la hist oria de la iglesia en


I nglat erra que se hace not ar por su t ránsit o gradual de una posición evangélica a una
anglicana a una cat ólica. New m an ent ró en la universidad de Oxford y allí fue convencido
por am igos a adopt ar la fe anglicana. El argum ent o que lo im presionó fue el de la divina
m isión de la iglesia. Por algún t iem po alent ó la aspiración de dem ost rar que la I glesia
Anglicana era una vía m edia ent re el prot est ant ism o y el cat olicism o. Est a posición se
basaba en la creencia en una " iglesia prim it iva" unida e inseparable. Por algún t iem po
com part ió su predicación desde el púlpit o con la disem inación de t rat ados. Tant os est os
com o sus serm ones llevaban el propósit o de proclam ar su concept o de la unidad de la
iglesia. Pero el t rat ado núm ero 90 —un int ent o de reconciliar los Treint a y nueve Art ículos
( de la I glesia Anglicana) con el rom anism o— le hizo obj et o de m uchas crít icas y censuras.
Sus invest igaciones acerca de la iglesia prim it iva le llevaron a escribir un libro, Los
arrianos del siglo cuart o, y a la vez despert aron en su m ent e serias dudas en cuant o a la
I glesia Anglicana, dudas que se renovaron m ás t arde cuando est udiaba la cont roversia
m onofisit a —el ext rem o opuest o al nest orianism o—. Com o result ado, decidió dej ar la
I glesia Anglicana ( 1843) , y dos años después fue recibido com o cat ólico. Su carrera de
cat ólico pareció por algunos años ser una sucesión de fracasos. En respuest a a at aques
personales escribió una breve aut obiografía, lo cual le hizo de nuevo personaj e prom inent e.
En 1870 publicó ot ro libro en defensa de la fe religiosa, Gram át ica del asent im ient o, y en
1879 fue hecho cardenal.

N e w t on, Sir I sa a c ( 1642- 1717) . La im port ancia de Newt on en la hist oria de la iglesia
descansa principalm ent e en el hecho de ser a la vez el padre del pensam ient o cient ífico
m oderno y un hom bre de fe y convicciones crist ianas. Desde su conversión com o
est udiant e en Cam bridge el fin prim ordial de su vida, paralelo a su vocación y excepcional
t alent o com o físico y m at em át ico, fue el ent endim ient o de las Escrit uras. Aunque de
filiación anglicana, rechazó el baut ism o infant il y en su t eología se inclinó al arrianism o —la
herej ía que niega la et ernidad de Crist o con el Padre, i.e., el Hij o vino después en el
t iem po, engendrado por el Padre—. La falt a de ort odoxia de sus punt os de vist a en
cuest iones de fe pasó desapercibida de sus cont em poráneos. Newt on rehuía a la polém ica
t ant o en m at erias religiosas com o cient íficas. No obst ant e, aunque en su m adurez perdió
m ucho de la generosidad de su j uvent ud y se hizo int olerant e con quienes osaban
cont rariarle en algún sent ido, su vida en general fue ej em plo de piedad y devoción. Est e

@2011 Logoi, I nc. 25


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
aspect o de la vida de Newt on ha sido casi eclipsado del conocim ient o público por la som bra
gigant esca de su genio en el cam po de las ciencias.

N icolá s de M ir a , Sa n ( siglo I V) . La vida de est e sant o est á ent ret ej ida por la leyenda. Se
cree que ent ró en el m onast erio de Sión, cerca de Mira, donde m ás t arde sería nom brado
abad y luego obispo. Algunos dicen, aunque no exist e confirm ación docum ent al, que asist ió
al concilio de Nicea en 325. Se cree t am bién que sufrió crueles t ort uras y prisión durant e la
persecución del em perador Diocleciano. Mucho después de su m uert e, sus huesos fueron
t ransport ados a I t alia en el siglo t rece por unos m ercaderes, y se agrega que los huesos
efect uaron num erosos m ilagros. Durant e la Edad Media San Nicolás fue uno de los sant os
m ás populares y venerados. Post eriorm ent e la leyenda ha t ransform ado a San Nicolás en el
personaj e que la víspera de Navidad ent ra por las chim eneas de las casas para dej ar
regalos a los niños. Est a leyenda ha absorbido la at ención en m uchos países, especialm ent e
Est ados Unidos, del relat o bíblico acerca del nacim ient o del Salvador. El nom bre de San
Nicolás derivó en Sant a Claus por la pronunciación holandesa de " Saint Nikolaas" .

N ie bu h r , H e lm u t Rich a r d ( 189s1962) . Teólogo neo- ort odoxo de la escuela liberal de


origen evangélico, past or y luego profesor de sem inarios y universidades y por últ im o de
Yale. I nt ensam ent e preocupado con los problem as socioeconóm icos de su t iem po,
abandonó su liberalism o t ras la experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Escribió
num erosos libros, ent re ellos Las fuent es sociales del denom inacionism o, El reino de Dios
en Am érica, El sent ido de la revelación, y Crist o y la cult ura.

N ie bu h r , Re in h old ( 1893- 1971) . Com o su herm ano Helm ut , t eólogo neo- ort odoxo de la
escuela liberal, sólo que Reinhold avanzó un poco m ás en la ideología liberal y llegó al
cam po del socialism o. Creía en la part icipación act iva del crist ianism o en los problem as
socioeconóm icos. De acuerdo con sus ideas, siendo profesor del Sem inario Teológico de
Nueva York, cont ribuyó a la creación del Concilio Nacional de I glesias, del part ido Liberal de
Nueva York, y de la sociedad liberal " Am ericanos por la Acción Dem ocrát ica" . Aunque en
1930 aspiró a un asient o en el Congreso por el part ido Socialist a, luego de la experiencia
de la guerra refrenó un t ant o su avanzada t eología y luchó por m ant ener a los com unist as
fuera de los asunt os de la dem ocracia. Ha sido una figura m uy influyent e en el
prot est ant ism o nort eam ericano. Escribió num erosos libros de fondo, de los cuales pueden
cit arse Hom bre m oral y sociedad inm oral, La nat uraleza y el dest ino del hom bre, Fe e
hist oria, Realism o crist iano y los problem as sociales.

Or íge n e s ( c.185- c.254) . Teólogo de Alej andría y uno de los prim eros pensadores y
escrit ores de la iglesia. De j oven sufrió la pérdida de su padre, hecho m árt ir por la
persecución de Sept im io Severo. Orígenes t rat ó de ir a m orir j unt o a su padre pero fue
im pedido por su m adre, quien le ocult ó las ropas. Est udió en la Escuela Cat equét ica de
Alej andría y cult ivó una vocación hacia el m onast icism o. En su j uvent ud, aparent em ent e
t om ando lit eralm ent e Mat eo 19: 12, se cast ró a sí m ism o. En la escuela de Alej andría se
hizo fam oso por su palabra y su cult ura, y cient os acudían a oírle. Tuvo dificult ades con los
obispos por predicar sin ser ordenado y fue a est ablecerse en Cesarea, donde fundó una
escuela que se hizo fam osa. Allí cont inuó predicando y escribiendo. Allí le alcanzó la
persecución de Decio en 250. Fue puest o en cadenas y t ort urado. Part e de sus t ort uras fue
un doloroso collar de hierro. Por últ im o fue lanzado a un oscuro calabozo. Cuando al fin fue
puest o en libert ad, no pudo vivir m ucho t iem po m ás.

@2011 Logoi, I nc. 26


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Orígenes es uno de los padres griegos de la iglesia. I nfluyó profundam ent e en el
pensam ient o de Eusebio, de Gregorio, y de Jerónim o ent re ot ros. Escrit or prolífico, unos
est im an el núm ero de sus obras en 6.000, ot ros en 2.000, algunos, com o Jerónim o, en
800. No obst ant e que sus ideas fueron condenadas por algunos, com o el sínodo de
Const ant inopla en 543, orígenes fue el prim ero en enseñar t eología en form a sist em át ica y
fue un pensador profundo y convincent e.

Pa sca l, Bla ise ( 1623- 1662) . Prodigio m at em át ico, físico, pensador religioso, y est ilist a
lit erario, Pascal procedía de una fam ilia acom odada del cent ro de Francia. La m adre m urió
siendo él m uy niño y el padre se t rasladó con la fam ilia —Pascal y dos herm anas— a París,
at raído por la at m ósfera int elect ual. Él m ism o act uó de t ut or de sus hij os, enseñándoles
arit m ét ica, Biblia, y geom et ría. Pascal dio m uy pront o m uest ras de su ext raordinario genio
m at em át ico, descubriendo algunas leyes y principios que son básicos hast a el día de hoy.
Preocupado porque su padre t enía que em plear varias horas haciendo cálculos com o
colect or de im puest os, se puso a pensar e invent ó una m áquina calculadora, basada en una
serie de discos rot ant es, la que desde ent onces ha sido la base de las calculadoras
m ecánicas hast a el día de hoy. En 1654 Pascal experim ent ó una visión ext át ica que le llevó
a una conversión t ot al a la fe de Crist o. Com o result ado se puso a escribir una Apología de
la fe crist iana. Nunca pudo t erm inar la obra pues m urió a la edad de t reint a y nueve años,
dej ando solo not as suelt as con sus pensam ient os. En 1657 apareció su obra Cart as
provinciales, una serie de escrit os en que sat iriza a los j esuit as en defensa del j ansenism o.
A su m uert e en 1662, sus am igos recogieron las not as de su apología inédit a, las
ordenaron y las publicaron con el t ít ulo de Pensam ient os, que es la obra m aest ra de Pascal,
en la que aparece su fe en Crist o com o el único cam ino de gracia hacia la salvación.

Pe la gio ( c.360- c.422) . Un m onj e inglés que se est ableció en Rom a hacia 383 y se dedicó a
enseñar doct rinas que discrepaban del pensam ient o ort odoxo de la iglesia. Pelagio t uvo
gran influencia y su nom bre est á asociado al de ot ros not ables m aest ros crist ianos de su
t iem po: Celest io, Rufino, Paulino, y ot ros. Las ideas proclam adas por Pelagio const it uyen
una de las grandes herej ías de los prim eros siglos de la iglesia. En esencia, Pelagio
enseñaba que el hom bre t iene capacidad en sí m ism o para alcanzar la perfección. El pecado
ha de verse com o un hecho aislado, no com o una cuest ión de nat uraleza. Sost enía que
Adán habría m uert o aunque no hubiera pecado. Su doct rina, pues, const it uye un rechazo al
concept o de la gracia t al com o lo exponen Pablo, Agust ín, y ot ros. Cualquier hom bre,
sost enía Pelagio, si se lo propone con decisión, puede alcanzar la perfección por sí m ism o,
y no necesit a de la int ervención de Dios para salvarse. La doct rina de Pelagio fue
propagada en África por Celest io y com bat ida por Agust ín en varios t rat ados. En Palest ina
fue com bat ido por Gerónim o. El pelagianism o fue condenado por los concilios de Cart ago
( 416, 418) y de Éfeso ( 431) .

Polica r po ( c.70- c.160) . La t radición t iene que Policarpo fue discípulo de San Juan el
apóst ol; pero est o no ha sido docum ent ado. Policarpo pasó a la hist oria m ás bien com o el
m anso y bondadoso obispo de Esm irna que im presionaba a t odos por la bondad y gent ileza
de su caráct er. No fue un filósofo o pensador de profundas reflexiones, sino m ás bien un
crist iano que con su vida y ej em plo irradiaba la esencia del evangelio. Durant e la
persecución del em perador Marco Aurelio —algo que cont radecía sus enseñanzas de filósofo
est oico—, Policarpo fue apresado y sufrió el m art irio. Llevado a una gran plaza en m edio de
la ciudad fue conm inado a abj urar de su fe en presencia de la excit ada m uchedum bre.
Policarpo respondió: " Durant e ochent a y seis años he servido a Crist o, y él j am ás fue falso
conm igo. ¿Cóm o podría yo ahora blasfem ar de m i Rey y Salvador?" De sus escrit os se

@2011 Logoi, I nc. 27


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
conserva una cart a que escribió a la iglesia de Filipos. Su cont enido lo revela com o una
persona honest a y de buenos sent im ient os. En una ocasión viaj ó a Rom a en un int ent o de
reparar la división ent re las ram as orient al y occident al de la iglesia causada por la fecha de
la Pascua de Resurrección. Policarpo habló ent onces con el Papa Anicet o y en la
conversación cada uno m ant uvo su opuest o punt o de vist a. Pero Policarpo se ganó el
respet o de t odos por su caráct er y sus bondadosas m aneras.

Re n á n , Er n e st o ( 1823- 1892) . Filósofo y filólogo francés, que t om ó las órdenes m enores


cat ólicas pero decidió no proseguir al sacerdocio y cuyo ascenso a la escala de la fam a se
debe a la publicación de su Vida de Jesús, obra en que present a a Jesús desde un punt o de
vist a est rict am ent e hum anist a, desprovist o de t oda aureola de divinidad. Est a obra sat isfizo
al pensam ient o hum anist a liberal cont em poráneo pero creó gran desagrado en círculos
cat ólicos y prot est ant es igualm ent e. Renán sost enía que por m edio de la ciencia el hom bre
era capaz de resolver t odos sus problem as. Renán cont inuó su obra de invest igador y
filólogo y cont inuó con unaHist oria del crist ianism o ( 7 volúm enes) y m ás t arde con ot ra
Hist oria del pueblo de I srael. Fue designado profesor de hebreo en el Colegio de Francia,
pero fue dej ado fuera ant e el furor levant ado por su obra sobre Jesús.

Ru sse ll, Ch a r le s Ta ze ( 1852- 1916) . Dueño de varias cam iserías que se propuso hallar en
la Biblia una fecha para la segunda venida de Crist o. En el em peño rechazó las doct rinas
del infierno y de la Trinidad y reduj o la persona de Crist o al " prim ero de los seres creados" .
La prim era fecha para la segunda venida de Crist o la fij ó para 1874, y cuando el t iem po
pasó sin que nada ocurriera señaló una nueva fecha, 1914. En 1884 fundó la Sociedad de
Trat ados At alayas de Sión y luego publicó su obra en seis volúm enes Est udios de las
Escrit uras. La vida de Russell est uvo plagada de incident es escandalosos: avent uras
ext ram at rim oniales seguidas de un divorcio a m edias; condena por fraude en un j uicio al
que fue acusado de vender " t rigo m ilagroso" ; perj urio en ot ro j uicio que él m ism o int erpuso
de reclam ación cont ra un Rdo. Ross, que había censurado públicam ent e sus doct rinas y su
falt a de preparación t eológica: Russell no pudo ident ificar las let ras cuando en el j uicio le
fue m ost rado el alfabet o griego luego de haber j urado que conocía est e idiom a. Viaj ó
ext ensam ent e y se dist inguió com o orador y escrit or. Sus serm ones se publicaban en unos
1.500 periódicos.

Ru t h e r for d, Jose ph Fr a n k lin ( 1859- 1942) . Fue el sucesor de Russell com o cabeza del
grupo que hast a ent onces era conocido com o los " ruselist as" . Fue él quien cam bió el
nom bre de la sect a para el que act ualm ent e t iene de " Test igos de Jehová" . De m ás
preparación que Russell, era abogado y escribió num erosos libros y follet os que sent aron
las bases doct rinales de la sect a. Russell había predicho que Crist o volvería en 1914,
causando gran desalient o ent re sus filas cuando t al event o no t uvo lugar. Pero en 1921
Rut herford " descubrió" que Crist o en efect o había venido en 1914 ( solo que en form a
invisible) y que había em pezado a lim piar su t em plo espirit ual en 1918. Cuando el
Arm agedón no vino y los " t est igos" sum aban m ás de los 144.000 de Apocalipsis,
Rut herford halló m anera de invent ar una segunda clase de los que recibirían las fut uras
bendiciones de Dios. Rut herford sost enía que las " alt as aut oridades" m encionadas en
Rom anos 13: 1 son Jehová y Jesucrist o, int erpret ación que ha sido rechazada en
publicaciones m odernas de los Test igos de Jehová.

Sa be lio ( siglo I I I ) . Presbít ero y predicador del siglo t ercero que da su nom bre a la herej ía
llam ada sabelianism o, la cual consist e en una negación de la Trinidad que asigna al Hij o y
al Espírit u Sant o sim plem ent e la cualidad de aspect os o " m odos" de Dios el Padre, por lo

@2011 Logoi, I nc. 28


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
que t am bién se la llam a m odalism o. El sabelianism o es así un esfuerzo por enfat izar la
unidad de Dios a expensas de la Trinidad. Una form a m oderna de est a herej ía se encuent ra
en la llam ada iglesia unit aria. Sabelio no fue exact am ent e el prim ero en sost ener est e
punt o de vist a. Noet os enseñó est as doct rinas en Esm irna, y su discípulo Epígono las llevó
a Rom a, donde Praxeas y Sabelio las adopt aron y se hicieron fanát icos propagadores de las
m ism as. Tert uliano sat irizaba a Praxeas diciendo que había " crucificado al Padre y echado a
volar al Espírit u Sant o" . El sabelianism o ha sido llam ado t am bién pat ripasianism o, porque
im plica que fue el Padre el que encarnó y sufrió la crucifixión Est a herej ía fue com bat ida
vigorosam ent e por Hipólit o.

Sa von a r ola , Gir ola n o ( 14521498) . Aunque el nom bre de Savonarola se cit a ent re los
precursores de la Reform a, t al concept o es debat ible puest o que Savonarola j am ás se
opuso ni discut ió el dogm a de la iglesia. Lo que hizo fue com bat ir enérgicam ent e la
corrupción que caract erizaba al papado baj o Alej andro VI . Savonarola llegó a declarar que
Alej andro no represent aba a Crist o sino a Sat anás, proponiendo —aunque sin éxit o— la
form ación de un concilio para deponer al falso Papa. Savonarola alcanzó la cum bre de su
fam a en Florencia, adonde llegó luego de haber predicado sin gran resonancia en esa
m ism a ciudad y en las de Siena, Brescia, Ferrara, y Génova. Llegó por segunda vez a
Florencia, ent onces baj o Lorenzo de Médicis, e inauguró un est ilo de predicación int olerant e
y fiero cont ra t odo lo que fuera corrupción y vanidad. Muy pront o se at raj o la at ención de
las m ult it udes; las iglesias se llenaban y en las calles se hacían fogat as quem ando los
obj et os, obras de art e, cosm ét icos, o libros que se consideraran inm orales o vanidosos.
Savonarola avanzó en sus crít icas a los Médicis, a los ricos, y al papado, y alcanzó un
poderío que le convirt ió en el verdadero dict ador de la ciudad. Reform ó la adm inist ración e
im plant ó un sist em a rígido de gobierno. De una ciudad de placeres sensuales Florencia se
convirt ió en un cent ro de riguroso ascet ism o. Pero Savonarola se ext endió dem asiado en el
uso de su poder. El Papa am enazó con poner a la ciudad baj o int erdict o, y los vecinos m ás
influyent es se alarm aron. De la noche a la m añana Savonarola com enzó a perder
popularidad. Puest a en ent redicho su conduct a, propuso som et erse a la prueba del fuego, y
cuando por diversas circunst ancias est a t uvo que ser pospuest a, fue acusado de cobardía.
Apresado al fin, fue cruelm ent e t ort urado, colgado, y por últ im o quem ado en la hoguera
pública.

Sch w e it ze r , Albe r t ( 1875- 1965) . Una de las figuras m ás conspicuas del crist ianism o
cont em poráneo, Schweit zer es ej em plo paradój ico de dedicación y sacrificio personal a la
causa de hacer bien a los pobres y necesit ados y de un concept o t eológico liberal que pone
som bras de duda sobre la m isión hist órica de Jesús. En cuant o a lo prim ero, Schweit zer
abandonó una carrera brillant e com o filósofo y m úsico, int érpret e de Bach y especialist a en
órgano, con fam a en t oda Europa, para irse de m isionero al África Ecuat orial y fundar un
hospit al en Lam baréné, Gabón. Est e aspect o de su vida redobló su fam a m undial y le hizo
m erecedor del Prem io Nobel en 1952. Com o t eólogo, sin em bargo, Schweit zer es heredero
del liberalism o prot est ant e alem án del siglo diecinueve, con su t radición de crít ica hist órica.
En su est udio de Jesús, especialm ent e en su obra La búsqueda del Jesús hist órico,
Schweit zer cree haber descubiert o al verdadero Jesús de los evangélicos a t ravés del
análisis hist órico. Para él el Jesús hist órico fue m uy diferent e al am ado Maest ro que
veneran los crist ianos. El Jesús de Schweit zer est aba baj o la influencia del pensam ient o
escat ológico j udío de su t iem po, y en consecuencia predicaba un advenim ient o inm ediat o
del reino m esiánico. Com o est a predicción no m at erializaba, Jesús t rat ó de precipit ar los
acont ecim ient os t ram ando su propia m uert e. De acuerdo con est e punt o de vist a, las
enseñanzas de Jesús han de t om arse com o aj ust adas a circunst ancias en que quedaba solo

@2011 Logoi, I nc. 29


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
breve t iem po al m undo exist ent e. En ot ras palabras, la vida de Jesús est uvo orient ada por
una suposición equivocada. A pesar de est o, Schweit zer se cont radij o a sí m ism o
arguyendo que, con su m uert e, Jesús dest ruyó la escat ología con arreglo a la cual había
vivido y a la vez liberó a los hom bres de ella. Schw eit zer em pleó el m ism o m ét odo
hist órico- crít ico para est udiar la vida del apóst ol Pablo, sost eniendo t am bién que el
pensam ient o paulino es product o de la escat ología j udía. En cuant o a posiciones doct rinales
básicas del crist ianism o, puede decirse que Schweit zer oscilaba ent re el t eísm o y el
pant eísm o.

Todo ello no obst ant e, su ej em plo inigualable y su sacrificio de " buen sam arit ano" lo hacen
una de las figuras gigant escas en el crist ianism o universal, una especie de San Francisco de
Asís con una t eología discut ible y a duras penas acept able.

Se r ve t , M igu e l ( 1511- 1553) . Conocido t am bién com o Servet o, su nom bre ha pasado a la
hist oria relacionado a la vez con las ciencias m édicas y las cont roversias religiosas. Servet
era un español que desde edad m uy t em prana se int eresó en las cuest iones religiosas. Le
at raj eron las ideas de Melancht on, pero pront o com enzó a desarrollar sus propias ideas
m ucho m ás radicales. Fue un " unit ario" de su t iem po al negar la doct rina de la Trinidad.
Est o le hizo caer en el concept o de herej e y se vio obj et o de condenación y persecución
t ant o de part e de cat ólicos com o de prot est ant es. Escribió libros defendiendo sus ideas, y al
verse perseguido adopt ó un seudónim o, Miguel de Villanueva, y se dedicó al est udio de la
m edicina, en el cual se dist inguió not ablem ent e. Descubrió la circulación pulm onar de la
sangre y ej erció la m edicina en varias ciudades de Europa. Al m ism o t iem po, cont inuó
desarrollando su verdadero int erés: la t eología. Escribió una obra, Christ ianism o rest it ut io,
refut ando las ideas de Calvino en su obra I nst it ución de la religión crist iana. Un ej em plar de
est e libro cayó en m anos de Calvino, quien lo hizo denunciar al gran inquisidor de Lyon.
Servet , que ent onces se encont raba en Viena, decidió t rasladarse a I t alia, pero de m anera
inexplicable quiso hacer escala en Ginebra. Allí fue reconocido y hecho prisionero. Se le
hizo un j uicio y fue condenado a ser quem ado vivo en la hoguera, aparent em ent e con el
consent im ient o de Calvino.

Sm it h , Jose ph ( 1805- 1844) . El fundador de la sect a que hoy se conoce com o los
" m orm ones" o Sant os del últ im o día, con base en el est ado de Ut ah, Est ados Unidos. Sm it h
era oriundo del est ado de Verm ont , de donde pasó con su fam ilia al de New York. A
seguidas de su conversión, declaró haber t enido algún t iem po después una revelación en la
que un ángel le indicaba dónde se encont raban unas lám inas de oro inscrit as en lengua
hebrea. La t raducción del m ensaj e result ó en el Libro de Morm ón, que const it uye la
confesión de fe de la sect a. Ent re ot ras cosas, Sm it h dij o haber recibido aut orización divina
para pract icar la poligam ia por los m iem bros del grupo, y él m ism o se procuró veint isiet e
esposas. A causa de disensiones en su grupo y de m alos m anej os, Sm it h incurrió en la ira
de sus vecinos no m orm ones en el pueblo de I llinois donde se había est ablecido, quienes lo
arrest aron j unt am ent e con un herm ano y los pusieron en la cárcel. De allí fueron sacados y
asesinados por una t urba en 1844.

Socin o, Le lio ( 1525- 1562) . Con su herm ano Faust o ( 15391604) , Lelio es el fundador de
un m ovim ient o racionalist a que viene a ser el precursor del m oderno unit arianism o. El
m ovim ient o se conoce com o socinianism o, y sus ideas dist int ivas son: int erpret ación
racionalist a de las Escrit uras con énfasis en la prim era part e del Ant iguo y Nuevo
Test am ent o, acept ación de Jesús com o revelación de Dios pero no obst ant e solo com o
hom bre; no resist encia a la oposición; separación de la iglesia y el est ado; doct rina de la

@2011 Logoi, I nc. 30


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
m uert e del alm a j unt am ent e con la del cuerpo, except o para aquellos que hayan sido
seleccionados para la resurrección por su perseverancia en obedecer los m andam ient os de
Jesús. El socinianism o se ext endió principalm ent e en Polonia, pero su influencia alcanza a
ot ros m ovim ient os y sect as ant it rinit arias en Alem ania, Holanda, y aun en I nglat erra.

Spu r ge on , Ch a r le s H a ddon ( 1834- 1892) . Minist ro baut ist a inglés que se dist inguió com o
uno de los m ás brillant es predicadores de t odos los t iem pos. En él se com binaban un hábil
dom inio de la orat oria, con claro acent o y pronunciación, sent ido del hum or, conocim ient o y
aplicación de las Escrit uras, y un profundo am or por Crist o. Su t eología era calvinist a
evangélica, pero sin ser ext rem ist a. Se oponía a la vez a los calvinist as int olerant es com o a
los arm inianos. Em pezó com o predicador a los dieciocho años, y fue t al su éxit o que a los
veint e se t rasladó a Londres, donde al cabo de algún t iem po fue necesario edificar un
t abernáculo con capacidad para 6.000 personas. Durant e su vida de past or, sin em bargo,
se vio envuelt o en m ás de una cont roversia, ent re ellas acerca del hábit o de fum ar
( Spurgeon fum aba) ; ot ra, por cuest iones de int erpret ación doct rinal y gobierno de la
iglesia, causó su renuncia y puede haber cont ribuido a acercar su m uert e —su salud no era
buena—, pero se negó a una nueva denom inación. Sus serm ones y m edit aciones se leen
con gran int erés aun hoy día.

Ta cia n o ( c.110- 172) . Uno de los prim eros apologist as crist ianos, discípulo del t am bién
apologist a Just ino Márt ir. Taciano escribió unas Cart as a los griegos en que, a diferencia de
Just ino, hace escarnio de las cost um bres y el paganism o de los griegos. Escribió t am bién
el Diat essaron, que es una com binación de los cuat ro evangelios. Después de la m uert e de
Just ino, Taciano abandonó la iglesia y se hizo gnóst ico. Viaj ó al orient e y cayó en la herej ía
de considerar pecado t odo lo m at erial, incluyendo la carne, el vino, y el m at rim onio.

Te r e sa de Je sú s ( 1515- 1582) . Figura del cat olicism o español del siglo dieciséis que se
dist ingue com o uno de los m ás dest acados exponent es del m ist icism o que recorre t ant o la
religión com o la lit erat ura. En Teresa, com o en San Juan de la Cruz, con quien ella
m ant uvo est recho cont act o, la expresión lit eraria es el frut o espont áneo de su m ist icism o.
Teresa procedía de una encum brada fam ilia de Ávila en Cast illa. Su niñez coincidió con las
conquist as de México y Perú. Sus seis herm anos fueron a Am érica com o conquist adores.
Ella se hizo aficionada a la lect ura de libros de caballerías y de vidas de sant os. De
j ovencit a, su padre la int ernó de pupila en un convent o de m onj as, donde una de las
religiosas la inició en una vida de oración. Su endeble salud —algo que sería perm anent e
durant e t oda su vida—, la obligó a regresar a su hogar, pero escapó luego cont ra la
volunt ad pat erna decidida a t om ar los hábit os de t odos m odos. Con ello em pezó para ella
una época de angust ia, de t raj ines, y de éxt asis espirit uales que alt ernaban con periodos
de enferm edad en que a veces la daban por m uert a. Con dificult ades para reform ar la
orden de las Carm elit as Descalzas, se propuso, y al fin logró, fundar su propia orden. Viaj ó
por t oda España est ableciendo convent os, a la vez que en sus m om ent os de recogim ient o
experim ent aba vívidas visiones espirit uales en que sent ía est ar en la presencia de Dios. Por
consej o de sus confesores, uno de ellos Pedro de Alcánt ara, dedicó t iem po a escribir
cont ando est as experiencias. Su est ilo es sencillo e ingenuo, desprovist o t ot alm ent e de
pret ensión lit eraria. Escribía según pensaba, sin det enerse nunca a corregir ni releer lo
escrit o. Com o result ado de est os esfuerzos, Teresa de Jesús dej ó un núm ero apreciable de
libros, ent re ellos el Libro de su vida( aut obiografía) , Las m oradas del alm a, Cam ino de
perfección, Relaciones espirit uales, Libro de las fundaciones, Visit a de descalzas, y varios
m ás. Se conservan t am bién de ella unas quinient as cart as y t reint a poesías.

@2011 Logoi, I nc. 31


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Te r t u lia n o ( c.160- c.220) . Apologist a y t eólogo. Se le t iene com o el creador de la lit erat ura
t eológica lat ina. Sus num erosas obras y t rat ados, especialm ent e
suApologet icum ( apología) , se caract erizan por una áspera elocuencia que reflej an la
aust eridad ext rem a de sus convicciones y el rigorism o con que concebía la vida crist iana.
De origen pagano, Tert uliano se convirt ió al crist ianism o influido probablem ent e por el
ej em plo de los m árt ires de las persecuciones. Se casó con una crist iana y, al enviudar,
rehusó volverse a casar. Cont rariado por los ej em plos de corrupción que observaba en la
iglesia, abandonó el cat olicism o y se unió al grupo de los " m ont anist as" , fanát icos
m ilenarist as que vat icinaban el est ablecim ient o inm inent e de la Nueva Jerusalén y
pract icaban un ascet ism o ext rem o. Se dice que Tert uliano a su t iem po dej ó a los
m ont anist as y fundó en África un nuevo grupo sim ilar al que se conoció com o los
" t ert ulianist as" . Ot ras de las obras de Tert uliano sonDe prescript ione
haeret icorium ( polém ica cont ra los herej es) , De exhort at ione cast it at is, De m onogam ia,
Adversus Marcionem , y ot ras.

Tillich , Pa u l ( 1886- 1965) . Filósofo y t eólogo alem án que represent a en t iem pos m odernos
un int ent o de t raducir los concept os t eológicos en lenguaj e com prensible para el hom bre
sum ido en la corrient e de una exist encia aparent em ent e falt a de sent ido. Tillich quiso poner
el evangelio en t érm inos aj ust ados a la realidad exist encial, pero al hacerlo incurre a su vez
en un idealism o que, según sus crít icos, present a ribet es de pant eísm o y de deísm o —un
dios im personal—. Tillich t uvo una larga y brillant e carrera com o profesor de varias
universidades alem anas. Expulsado de su cát edra por sus ideas en t iem pos de Hit ler, fue
invit ado a venir a Est ados Unidos por su am igo Reinhold Niebuhr en 1933. En est e país
enseñó sucesivam ent e en Union Theological Sem inary ( New York) , Colum bia Universit y,
Harvard Universit y, y Chicago Universit y. Ent re sus obras se cuent an La era
prot est ant e, Teología sist em át ica ( 3 volúm enes) , El valor de ser, El nuevo ser, y Lo et erno
ahora.

Tolst oi, Le o ( 1828- 1910) . Escrit or ruso que alcanzó est at ura universal con su copiosa y
adm irable producción lit eraria. A su genio novelíst ico se agrega el ej em plo de una vida
profundam ent e cont urbada por inquiet udes ét icas y espirit uales. De rango arist ocrát ico y
poseedor de abundant es riquezas m at eriales, llegó un m om ent o en su crisis espirit ual en
que est im ó su deber despoj arse de cuant o poseía y adopt ar una vida de ext rem a pobreza
haciendo causa com ún con los desposeídos de la t ierra. Se hizo veget ariano y renunció al
alcohol y al t abaco. Creía en t odo est ar en arm onía con Dios, a quien concebía no com o un
dios personal sino com o el suprem o Bien y Razón. Para él Jesús era solo un grande hom bre
pero no el único m aest ro de la verdad. Declaró que Dios y el reino est aban " dent ro" de
nosot ros y predicó un t ipo de idealism o hum anist a de que las condiciones sociales
m ej orarían cuando los hom bres aprendieran a com prenderse y am arse unos a ot ros.
Mant enía un pacifism o opuest o al m ilit arism o y t oda form a de violencia, lo que dio lugar a
que m uchos de sus seguidores fueran enviados a Siberia. A t ravés del t orm ent o dram át ico
de su vida, sin em bargo, su plum a excepcional se m ant uvo siem pre act iva, produciendo
libro t ras libro, t odos de ext raordinario valor t ant o en m aest ría de est ilo com o en
cont enido. Bast a m encionar, ent re sus obras no novelescas, El reino de Dios est á en
vosot ros, En qué consist e m i fe, La iglesia y el est ado, La doct rina crist iana,Relat os de
Sebast opol... , y ent re sus novelas Resurrección, Ana Karénina, La m uert e de I ván I lich, La
sonat a a Kreut zer, y La guerra y la paz.

Tom á s de Aqu in o ( 1224- 1284) . El m ás grande filósofo y t eólogo de la iglesia de la Edad


Media. Su pensam ient o cont rast a en algunos sent idos con el de Agust ín. Para est e las cosas

@2011 Logoi, I nc. 32


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
visibles podían ent enderse a t ravés del conocim ient o int elect ual, pero las im presiones
recibidas a t ravés de los sent idos no podían t enerse com o absolut am ent e ciert as. Tom ás,
en cam bio, sost enía que t odo conocim ient o hum ano viene por vía sensoria y que de est e
conocim ient o part en las deducciones abst ract as. Tom ás derivaba su m ét odo de razonar de
Arist ót eles, con su cont rast e ent re " form a" y " m at eria" . Puest o de una m anera sim ple, el
pensam ient o de Tom ás de Aquino int ent a hacer de la filosofía —o la razón— un inst rum ent o
de la fe. Produj o sus fam osos " cinco argum ent os" para probar la exist encia de Dios. Pero él
reconocía que de Dios puede saberse m uy poco. Dios no exist e en el t iem po pues est á m ás
allá del t iem po. De m odo que solo de una m anera im perfect a puede el hom bre hablar de
Dios, y aun así t iene que apelar al recurso de la analogía. Pero los inst rum ent os de la razón
llevan a las puert as de la fe. Para Tom ás la fe es una acción de la m ent e, m ás fuert e que
una m era opinión. La vast edad del pensam ient o de Tom ás de Aquino se m anifiest a en
la Sum m a t heológica, su obra m aest ra. Escribió t am bién Sum m acont ra gent iles, que quiso
ser un m anual de apologét ica para uso de m isioneros; varios com ent arios sobre las
Escrit uras y sobre Arist ót eles; y una m iscelánea de diversos est udios y discusiones. Tom ás
de Aquino nació en I t alia —en la ciudad de Aquino, de ahí su nom bre—. Est udió en la
universidad de Nápoles y se hizo dom inico. Más t arde pasó a París, donde est udió baj o
Albert us Magnus. En París consum ió el rest o de su vida com o profesor. La Sum m a
t heológica, vast a com o es, quedó inconclusa por causa de una enferm edad de la cual m urió
un año después. La filosofía de Tom ás de Aquino, su m ét odo arist ot élico de raciocinio, ha
venido a conocerse com o t om ism o. Rechazado al principio por la I glesia Cat ólica, el
t om ism o fue declarado part e de la doct rina " oficial" de la iglesia por el Papa León XI I I en
1879. Pese al cont rast e, hay en Tom ás de Aquino m ucho del pensam ient o de Agust ín, y en
est o ej erció no poca influencia sobre el prot est ant ism o.

Tyn da le , W illia m ( c.1494- 1536) . Reform ador y t raduct or bíblico nacido en Gales, Gran
Bret aña. Cont ra una oposición variada de obispos y ot ros dirigent es religiosos, y una
persecución que culm inó en su m uert e por est rangulación con su cadáver echado en la
hoguera, Tyndale t raduj o al inglés el Nuevo Test am ent o y em pezó el Ant iguo, el cual no
pudo t erm inar por su m art irologio. Fue am igo y adm irador de Lut ero, a quien conoció en
Alem ania. Viaj ó por Europa en busca de seguridad y solaz para sus em peños de t raduct or,
refugiándose por últ im o secret am ent e en Am beres, donde la t raición de un colaborador que
lo denunció lo llevó al m art irio. Adem ás de sus t raducciones, Tyndale produj o ot ras obras
de caráct er t eológico o bíblico, t ales com o La obediencia del crist iano y La parábola del
perverso Mam m ón. Su t raducción del Nuevo Test am ent o fue usada com o base por los que
m ás t arde t raduj eron la que hast a hoy se conoce en inglés com o la versión de King Jam es.

Ur ba n o I I ( c.1042- 1099) . Est e es un papa que t uvo varios aspect os const ruct ivos en su
proyección hist órica. Se le conoce principalm ent e por haber lanzado la Prim era Cruzada. La
cruzada t uvo éxit o en el rescat e de Jerusalén, pero Urbano m urió ant es de ent erarse de la
not icia. Ot ra act it ud que sost uvo con diplom acia y firm eza a la vez fue la de m ant ener las
ideas de su ant ecesor, Gregorio VI I , respect o a la cuest ión de las invest iduras —obispos y
clérigos eran nom brados por el em perador o los señores feudales y luego confirm ados por
la iglesia—. Urbano t rat ó de rescat ar el prest igio de la iglesia insist iendo en el vot o de
celibat o, elim inando la sim onía, y buscando una solución al conflict o ent re la iglesia de
orient e y la de occident e, o sea, ent re Rom a y Const ant inopla. Urbano era francés. Al
principio de su designación al papado en 1088 —luego de haber sido cardenal de Ost ia—,
no pudo de inm ediat o t rasladarse a Rom a por causa de la oposición del em perador Enrique
I V, quien había nom brado al ant ipapa Clem ent e I I I .

@2011 Logoi, I nc. 33


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Va ldo, Pie r r e ( c. 1140- c.1218) . El nom bre de Valdo dio origen a la sect a de varios siglos
ant erior a la Reform a que se conoce com o los valdenses. Los hist oriadores difieren en
cuant o a los det alles de la vida de Pierre Valdo. Según algunos fue uno de los verdaderos
precursores de la Reform a en el sent ido doct rinal y de San Francisco de Asís en el sent ido
de dedicación a los pobres y a una vida de ascet ism o. Pierre Valdo dispuso de sus
posesiones, dej ó su casa a su m uj er, puso a sus hij as en un convent o y se ent regó
t ot alm ent e a predicar el evangelio a los pobres. Su prim era preocupación fue la t raducción
de la Biblia al dialect o francés de Lyon. Reuniendo a sus seguidores, que igualm ent e habían
hecho vot o de pobreza y renunciam ient o, salían por parej as a hacer el bien y a predicar. La
predicación consist ía en recit ar de m em oria t rozos de las part es de la Biblia que habían
t raducido. Los seguidores de Valdo se hicieron llam ar al principio " los pobres de Lyon" . Al
m ovim ient o lo han llam ado algunos hist oriadores " la prim era Reform a" porque m uchos de
los punt os doct rinales y ét icos que sost enían coinciden con lo que siglos después
proclam arían Lut ero y Calvino. Por ej em plo, los valdenses rechazaban las m isas por los
m uert os, el purgat orio, la invocación a los sant os, la adoración a María, las indulgencias, y
el uso de im ágenes. Con t al posición, al crecer el m ovim ient o y em pezar a ext enderse por
el sur de Europa, no t ardó en encont rar la airada oposición de las aut oridades eclesiást icas.
Cuando ot ras sect as se unieron al grupo de Valdo, t odos em pezaron a ser conocidos com o
los valdenses. En 1183 Valdo y sus seguidores fueron declarados herej es por el concilio de
Verona. En lo adelant e t endrían que reunirse en secret o o dism inuir sus doct rinas
part icipando a m edias del cult o cat ólico. En el siglo XI I I , la cruzada lanzada cont ra los
albigenses ( 1210) incluyó en su furia a los valdenses, quienes se vieron obligados a
refugiarse en lugares inaccesibles de los Alpes de Francia, I t alia, y Suiza. La época
m oderna de los valdenses em pieza con el Est at ut o de Em ancipación de 1848, por el que se
les garant izaba la libert ad de ej ercer su cult o. Los valdenses han sido la principal influencia
en el prot est ant ism o it aliano. Aunque act ualm ent e consist en en solo unos 20.000
com unicant es, son m uy devot os y act ivos y sost ienen un buen núm ero de escuelas,
hospit ales, edit oriales, y ot ras inst it uciones.

Vice n t e de Pa u l ( 1581- 1660) . Sacerdot e francés al que puede considerarse com o el


m aest ro de las obras de caridad. Su figura t ipifica la ent rega t ot al al socorro de los pobres,
enferm os, y desvalidos. Un solo docum ent o consigna el hecho de que en la t ravesía de
Marsella a Narbona cayó en m anos de unos corsarios berberiscos, quienes le vendieron en
Túnez com o esclavo. De allí logró escapar al cabo de dos años y se dirigió a Rom a, donde
fue iniciado en la vida diplom át ica. Fue luego capellán de Margarit a de Valois, est ando su
vida por algún t iem po en cont act o con la nobleza. Pero est a et apa t erm inó con lo que él
llam ó su conversión, es decir, que se sint ió llam ado a dedicar su vida ent eram ent e al
servicio y socorro de los necesit ados. En lo adelant e se dest acó com o organizador,
procurador de recursos, y fundador de inst it uciones, com o las Hij as de la Caridad. Durant e
las Guerras de Religión m inist ró a Luis XI I I y m ás t arde fue m iem bro del Concilio de
Conciencia de Luis XI V. Fue canonizado en 1737.

W a r fie ld, B.B. ( 1851- 1921) . Teólogo y erudit o presbit eriano, profesor por m uchos años
del sem inario de Princet on, que se dist inguió por su sólida e inflexible posición
conservadora de la fe. Los punt os salient es de su pensam ient o fueron: convicción
dogm át ica en la infalibilidad de las Escrit uras, doct rina del pecado original, predest inación,
y una redención lim it ada a los escogidos. Fue un dedicado calvinist a que asignaba un gran
valor a la Confesión de Fe de West m inst er —cart a original del presbit erianism o—. Warfield
t uvo una profunda y duradera influencia en el prot est ant ism o nort eam ericano. Sus libros y
com ent arios son aún t ext os de consult a en sem inarios de Est ados Unidos. Warfield est udió

@2011 Logoi, I nc. 34


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
en varias universidades am ericanas y por lo m enos una de Europa. Fue profesor de lengua
del Nuevo Test am ent o y lit erat ura y m ás t arde t eología didáct ica y polém ica.

W a t t s, I sa a c ( 1674- 1748) . Alcanza su puest o en la hist oria de la iglesia com o escrit or y


com posit or de him nos, m uchos de ellos han sido t raducidos y se cant an en congregaciones
evangélicas. Muchos de sus him nos son inspirados en los Salm os. Wat t s era calvinist a,
aunque hay aspect os de su obra que sugieren haber est ado inclinado al unit arianism o.
Wat t s no com part ía algunas doct rinas del calvinism o ( por ej em plo, la depravación t ot al del
hom bre) , pero t am poco hizo m anifiest a profesión unit aria. Adem ás de him nos, escribió
ot ras obras not ables, com o su Lógica y El cult ivo de la m ent e. A los veint iocho años fue
nom brado past or de una congregación independient e en Londres, donde perm aneció por el
rest o de su vida.

W e sle y, Ch a r le s ( 1707- 1788) . Se le conoce en países de habla inglesa com o el " dulce
cant or del m et odism o" . Es herm ano de John, el fundador del m et odism o, y el hij o núm ero
dieciocho en la fam ilia. Charles, evangelist a y predicador t am bién, alcanza su m ayor
dist inción com o aut or de him nos, de los cuales se conservan 7.270, unos m ej ores que
ot ros, por supuest o, pero la m ayoría de alt a calidad m usical y espirit ual. Sus him nos dan
expresión a una fe y experiencia evangélicas en un lenguaj e a la vez bíblico y lírico.

W e sle y, Joh n ( 1703- 1791) . John, el fundador del m et odism o, fue el decim oquint o hij o de
sus padres, Sam uel y Susana. La fam ilia era anglicana —Wesley el padre era rect or de una
iglesia— y los hij os se criaron nat uralm ent e baj o esa denom inación. Ya un j oven educado
en Oxford, John acept ó j unt o con su herm ano una invit ación para venir a Am érica ( los
Wesley eran ingleses) a predicar el evangelio a los indios en la colonia de Georgia. La
experiencia result ó en un aparent e fracaso. Wesley regresó a I nglat erra pensando que
debía haber em pezado por convert irse a sí m ism o. Durant e la t ravesía quedó im presionado
por la fe sim ple y sincera de unos m oravos que t am bién eran pasaj eros. I nt eresado,
est ableció cont act o m ás t arde con un past or de esa fe, quien lo guió a su verdadera y
genuina conversión. El cuent a que est a se produj o durant e la lect ura del prefacio de Lut ero
a su com ent ario al libro de Rom anos durant e una reunión de m oravos. A part ir de ese
m om ent o Wesley sint ió que había sido llam ado por Dios a evangelizar t oda I nglat erra. Poco
después de su conversión viaj ó a Bohem ia —hoy part e de Checoslovaquia— para hablar
con el conde Zinzendorf, el cabeza de los Herm anos Moravos. De allí regresó a I nglat erra
para lanzar la obra evangélica en que se ocuparía el rest o de su vida. Wesley seguía
considerándose anglicano, pero com enzó a predicar en calles y plazas, al aire libre, cosa
que no veían con buenos oj os los form alist as del clero anglicano. El nom bre de
" m et odist as" t uvo su origen en los t iem pos en que su herm ano Charles celebraba reuniones
de oración y est udio bíblico con algunos com pañeros de Oxford. Los dem ás est udiant es, en
son de burla, com enzaron a llam arles los " m et odist as" por el m ét odo riguroso que
observaban en sus act ividades y cost um bres. Para avanzar su obra evangélica Wesley
decidió form ar " sociedades" que serían com o ram as de la I glesia Anglicana. Pero al fin,
ant e el desdén o la host ilidad de los anglicanos, est as sociedades derivaron hacia una
nueva denom inación por derecho propio, la I glesia Met odist a. Doct rinalm ent e Wesley no
acept aba el calvinism o, y en part icular rechazaba la doct rina de la predest inación. Sobre
est o sost uvo algunos debat es con ot ras aut oridades prot est ant es de su t iem po. Wesley
asum ió la posición de que el hom bre por sí m ism o era capaz de alcanzar libert ad del
pecado ( arm inianism o) . Pero su fervient e evangelism o llena t odo un capít ulo de la hist oria
de la iglesia en el siglo dieciocho en Europa y Nort eam érica.

@2011 Logoi, I nc. 35


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
W h it e fie ld, Ge or ge ( 1714- 1770) . Predicador de singular elocuencia y poder convincent e
que cont ribuyó en considerable m edida al gran avivam ient o que t uvo lugar en el m undo de
habla inglesa durant e el siglo dieciocho. El t em a de Whit efield era el m ensaj e básico del
evangelio: la condición pecam inosa del hom bre ant e la salvación efect iva de Crist o.
Whit efield era inglés, educado en Oxford, donde se unió al grupo en que est aban los
Wesley, luego llam ados " m et odist as" , con quienes t rabó est recha relación. Acom pañó a los
herm anos Wesley en su viaj e a Georgia y perm aneció allí de 1737 a 1741 Durant e ese
t iem po realizó una visit a a I nglat erra y allí inauguró su cost um bre de predicar al aire libre,
práct ica que siguió por el rest o de su vida. Su asociación con los Wesley no borró la
profunda diferencia doct rinal que los separaba: Whit efield era un convencido calvinist a,
creyent e en la predest inación, m ient ras que Wesley era un arm iniano que negaba esa
doct rina. Whit efield, t am bién a diferencia de Wesley, no era un organizador, solam ent e un
m ensaj ero excepcional del púlpit o que conm ovía a las m uchedum bres y present aba con
vigor inigualable el evangelio de Crist o. Según el t est im onio de quienes le oyeron,
cont ribuía al efect o de su palabra su presencia agradable, j unt o con su voz y el dom inio del
idiom a. Murió en Am érica a poco de haber predicado un serm ón en su sépt im a cam paña
evangelíst ica en ese país.

W it h e r spoon , Joh n ( 1723- 1794) . Aunque su nom bre sea relat ivam ent e poco conocido
fuera de Est ados Unidos. Wit herspoon represent a la doble influencia religioso- polít ica de un
crist iano en su hist oria cont em poránea. Era un past or presbit eriano escocés que llegó en
Am érica a ser rect or del Colegio de New Jersey, hoy Universidad de Princet on. De vast a
cult ura y de ext raordinarias capacidades de adm inist rador, sirvió eficient em ent e a una
inst it ución fundada para servir la causa de Crist o en el cam po educacional. En su época la
universidad era práct icam ent e un sem inario t eológico. Wit herspoon no pudo cont em plar
im parcialm ent e el m ovim ient o revolucionario de las colonias que a la sazón est aba en t odo
su fervor. Puso su influencia y su prest igio del lado de los pat riot as y cont ribuyó
act ivam ent e desde el púlpit o y escribiendo panflet os —en lo cual solo Tom ás Paine le
avent aj ó—. Por ello Wit herspoon alcanzó la dist inción de ser el único clérigo ent re los que
firm aron la Declaración de I ndependencia en 1776. Term inada la guerra, Wit herspoon se
dio por ent ero a la t area de reedificar la organización y la obra de la I glesia Presbit eriana, a
la vez que perm anecía com o rect or de la universidad. Act uó t am bién en varios
depart am ent os gubernam ent ales y fue el prim er m oderador de la Asam blea General de la
I glesia Presbit eriana.

W ycliffe , Joh n ( c.1329- 1384) . El nom bre de Wycliffe se cit a a m enudo com o uno de los
precursores de la Reform a. Est o se debe a que en su época, siglo cat orce, ej erció en
I nglat erra una influencia radical cont ra el cat olicism o oficial, sost eniendo punt os doct rinales
que dos siglos después habrían de ser proclam ados por Lut ero y los dem ás reform adores.
Wycliffe declaraba, por ej em plo, que la Biblia es la única aut oridad en m at eria de fe y
conduct a; negaba el concept o de la t ransubst anciación ( en la m isa) ; at acó la inst it ución del
papado; repudió las indulgencias; y expresó su deseo de que las órdenes religiosas fueran
abolidas. En un sent ido polít ico, lo que es ext raordinario para su t iem po, abogó por la
separación del poder civil y el eclesiást ico. Por t odo est o, nat uralm ent e, se granj eó la crít ica
y la host ilidad del clero rom ano y se vio obj et o de persecución. Sus seguidores fueron
declarados herej es. Wycliffe m ism o escapó a la persecución refugiándose en su residencia
cam pest re en Lut t erwort h, donde m urió. Su influencia se hizo not ar t am bién en sus
esfuerzos por t raducir las Escrit uras a la lengua vernácula. El m ism o t raduj o al inglés t odo
el Nuevo Test am ent o y part e del Ant iguo. Su ej em plo causó gran im presión en algunos
est udiant es de Bohem ia ( Checoslovaquia) ent onces en Oxford. Est os llevaron sus ideas a

@2011 Logoi, I nc. 36


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
su país, donde influyeron ext raordinariam ent e en la vida de Juan Hus, ot ro de los
precursores de la Reform a.

Zin ze n dor f, Con de Von ( 1700- 1760) . El fundador de la iglesia de los Herm anos Moravos.
De noble alcurnia, sint ió desde m uy j oven un profundo celo religioso. En su infancia est uvo
baj o la influencia piet ist a por causa de su abuela m at erna. Luego de t erm inar su educación,
viaj ó por Europa y acert ó a ent rar en cont act o con grupos evangélicos no cat ólicos. De est o
nació la idea algún t iem po después de ofrecer sus posesiones a un núm ero de refugiados
prot est ant es de Bohem ia ( Checoslovaquia) . En sus propiedades crearon una com unidad de
creyent es a la que llam aron " Herm hut " . Zinzerdorf acabó ret irándose de t oda ot ra act ividad
—ocupaba ent onces una posición en el gobierno— para dedicarse por ent ero a la obra de la
nueva com unidad evangélica. Est a se convirt ió al cabo del t iem po en una asociación dent ro
de la iglesia lut erana o episcopal que se llam ó " Unit as Frat um " ( herm anos unidos) y luego
Herm anos Moravos, porque sus m iem bros fundadores procedían en su m ayoría de Moravia.
Los Herm anos Moravos fueron poco a poco adquiriendo ident idad propia por causa del
rechazo de las iglesias ort odoxas dent ro de las cuales se proponían exist ir. Zinderdorf fue
ordenado obispo y quedó com o cabeza del m ovim ient o hast a su m uert e. Los Herm anos
Moravos se caract erizan por un int enso celo espirit ual y m isionero, a la vez que un sent ido
de frat ernidad ecum énica. Doct rinalm ent e proclam an las Escrit uras com o la única form a de
fe y conduct a; acept an el baut ism o de niños pendient e de confirm ación; y est án m ás
int eresados en la calidad de su obra evangélica que en crecer en núm ero. Ponen énfasis en
la creación de escuelas, y sus servicios const it uyen expresión de int ensa em oción religiosa,
especialm ent e a t ravés de him nos, poem as, y oraciones.

Zu in glio ( Zw in gli) , Ulr ico ( 1484- 1531) . La figura direct riz en el m ovim ient o de la
Reform a en los cant ones de habla alem ana en Suiza. Zuinglio prendió la chispa de la
Reform a en Suiza al m ism o t iem po que Lut ero lo hacía en Alem ania. Est o es solo el inicio
del sorprendent e paralelo que exist e en las vidas y t rayect orias de am bos reform adores:
am bos nacieron en 1484; am bos procedían del pueblo com ún; am bos recibieron una
esm erada educación; am bos fueron ordenados sacerdot es cat ólicos; am bos adm iraban la
m úsica y la poesía; am bos eran predicadores elocuent es; Lut ero publicó en Alem ania
sus 95 t esis; Zuinglio publicó en Suiza sus 67 art ículos.

Sin em bargo, exist ían t am bién ent re am bos diferencias no m enos not ables: la rupt ura de
Lut ero con Rom a fue lent a y gradual; la de Zuinglio fue rápida y fácil; Lut ero llegó al clím ax
de su fe t ras una dolorosa crisis del alm a; Zuinglio experim ent ó una progresiva conversión
int elect ual.

En sus 67 art ículos Zuinglio expuso los punt os fundam ent ales de su credo doct rinal y las
razones de su rom pim ient o con Rom a. Puso énfasis en Crist o com o único Salvador y
Mediador, insist iendo en la suprem acía de la Palabra de Dios sobre el sist em a papal, el cual
rechazaba. Luego de int ensos y prolongados debat es públicos, Zuinglio logró convencer a
los m agist rados de Zurich, quienes decidieron adopt ar oficialm ent e las reform as propuest as
con la aprobación de la opinión pública. Est o apunt a a una diferencia m ás con Lut ero: la
reform a lut erana fue llevada adelant e con el apoyo de los príncipes; la reform a suiza se
im plant ó por la volunt ad del pueblo.

Fue casi inevit able que los dos grandes reform adores llegaran a chocar. La causa fue un
punt o de doct rina. Durant e cinco años, de 1524 a 1529, Lut ero y Zuinglio se enfrascaron
en una cont roversia —por cart a y finalm ent e cara a cara— sobre la cuest ión de la presencia

@2011 Logoi, I nc. 37


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
de Crist o en la Eucarist ía. Lut ero sost enía que est a presencia era real; Zuinglio que la
Sant a Cena t enía solo un valor de conm em oración. Los punt os que discut ieron fueron
realm ent e quince. Est uvieron de acuerdo en t odos m enos en el de la eucarist ía. La reunión
t erm inó con una not a am arga: con lágrim as en los oj os, Zuinglio le t endió la diest ra a
Lut ero, pero est e rehusó est rechársela. De la m ism a m anera, el m ovim ient o suizo t endió a
separarse cada vez m ás del lut eranism o alem án, acabando por fusionarse en la I glesia
Reform adora Calvinist a. Hay un aspect o m ás de la vida de Zuinglio. Él creía que el
crist ianism o debía t om ar part e act iva en los negocios públicos y nacionales. Com o pat riot a
m ilit ant e había acom pañado t res veces a las t ropas suizas en incursiones a I t alia. Cuando
surgió un conflict o ent re el cant ón de Zurich y cinco cant ones cat ólicos que degeneró en
cont ienda arm ada, Zuinglio se incorporó a las fuerzas prot est ant es y t om ó part e en la
pelea. Así fue com o encont ró la m uert e com bat iendo en la bat alla de Kappel.

@2011 Logoi, I nc. 38


Todos los derechos reservados
www.logoi.org
@2011 Logoi, I nc. 39
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
@2011 Logoi, I nc. 40
Todos los derechos reservados
www.logoi.org
@2011 Logoi, I nc. 41
Todos los derechos reservados
www.logoi.org

También podría gustarte