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EDIFICAR LA IGLESIA

D espués de haber pasado las últimas semanas revisando punto por punto nuestro
COMPROMISO CON DIOS PARA EL 2012, hoy llegamos a la última promesa: Nos
comprometemos a cuidar la obra de Dios. Y cuál es la obra de Dios: algunos dirán que es la
tierra y que nuestra responsabilidad es salvar al planeta; otros dirán que es la familia y
que nuestro deber debe enfocarse en salvar hogares; pero en honor a la enseñanza del
Nuevo Testamento, la obra de Dios es la iglesia (ver Efesios 1:22-23) y nuestro deber es
cuidar de la iglesia.

Hoy quiero hablarles de la responsabilidad que cada creyente tiene: edificar la iglesia;
sobreentendiendo que la iglesia no es un edificio material sino espiritual, donde cada uno
es una piedra viva (1 Pedro 2:5) que le da carácter al cuerpo de Cristo. Por esta razón,
Pablo escribió:

“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de


Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo
como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada
uno mire como sobreedifica.
Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es
Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta;
porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada, y la obra de cada
uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que
sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá
pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”
1 Corintios 3:9-15

Está claro que la frase “… cada uno mire como sobreedifica” le pone énfasis no solo a la
responsabilidad que debemos cumplir sino a cómo lo hacemos; por eso se ofrece
recompensa a los que hacen bien y se anuncia vergüenza a los que edifiquen mal. Es obvio
que Pablo estaba sugiriendo hacer un examen a nuestras vidas e iglesia. Hoy quiero tocar
tres puntos:

1. No todos edifican igual.


2. Edificar como oro, plata y piedras preciosas requiere 4 condiciones.
3. Es tiempo para hacer un examen de conciencia.
1. No todos edifican igual:
Este asunto de edificar la iglesia me recuerda la reconstrucción del muro en tiempos
de Nehemías “Edificamos, pues, el muro y toda la muralla fue terminada hasta la
mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar” Nehemías 4:6. A
primera impresión parecería que todos trabajaron igual, pero cuando observamos el
detalle descubrimos que no todos edificaron igual. Presta atención:

“Entonces se levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los


sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron y
levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, y edificaron hasta la torre
de Hananeel” Nehemías 3:1
“E inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero sus grandes no se
prestaron para ayudar a la obra de su Señor” Nehemías 3:5
“Junto a ellos restauró Salum hijo de Halohes, gobernador de la mitad de la
región de Jerusalén, él con sus hijas” Nehemías 3:12
“Después de él Baruc hijo de Zabai con todo fervor restauró otro tramo,
desde la esquina hasta la puerta de la casa de Eliasib sumo sacerdote”
Nehemías 3:20
“Después de ellos restauraron los tecoítas otro tramo, enfrente de la gran
torre que sobresale, hasta el muro de Ofel” Nehemías 3:27

Unos edificaron su parte, otros se negaron a hacerlo, las mujeres no tenían obligación
y sin embargo participaron con entusiasmo; unos lo hicieron con fervor y otros
hicieron más de lo que les tocaba. En conclusión, no todos edificaron igual.

Esto no solo es historia, también es realidad presente: algunos edifican la iglesia con
entusiasmo, fervor, responsabilidad y más allá de sus fuerzas; otros observan, hacen lo
mínimo y piensan que no tienen más responsabilidad. En la iglesia: no todos edifican
igual.

Tal vez no hemos comprendido que Jesús puso el fundamento, que los pastores tienen
el deber de enseñar y equipar a los creyentes, pero que es tarea de cada uno llevar la
obra adelante. En eso estuvo pensando el pastor Santiago cuando escribió: “Pero sed
hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos” Santiago 1:22; palabras que son eco de la enseñanza de Jesús: “Cualquiera,
pues, que oye estas palabras, y las hace, le compararé al hombre prudente, que
edificó su casa sobre la roca” Mateo 7:24
En la iglesia de Corinto –primeros destinatarios de estas palabras– habían tres clases
de creyentes: (1) Los oidores, (2) Los habladores, y (3) Los hacedores. Los primeros
asistían, escuchaban y se iban para volver a su rutina diaria. Los segundos además de
escuchar, hablaban y hablaban, por eso la iglesia se llenaba de chismes y
murmuraciones. Los terceros escuchaban y hacían la obra. Dios quiere que la mayoría
sean hacedores de la obra.

Una cosa más: la proporción de oidores, habladores y hacedores determina la clase


de iglesia que somos, la clase de hogares que formamos y la clase de vida que
llevamos. Si la mayoría sólo escucha, la iglesia será débil, los hogares perderán a sus
hijos y los creyentes estarán cerca de abandonar la fe. Si la mayoría sólo habla, la
iglesia estará dividida, los hogares serán religiosos y los creyentes no disfrutaran el
gozo de la salvación. Si la mayoría hace, la iglesia será poderosa, los hogares serán
bendecidos y los creyentes serán gigantes.

Dios quiere iglesias ganadoras, hogares exitosos y creyentes que vivan la victoria. El
secreto es uno: hacer la obra, pero no a la ligera sino como oro, plata y piedras
preciosas.

2. 4 condiciones para edificar como oro, plata y piedras preciosas:


A lo largo de 1 Corintios el apóstol presenta cuatro condiciones para edificar como oro,
plata y piedras preciosas: necesitamos motivaciones correctas, obediencia real,
compromiso efectivo y apertura al Espíritu Santo.

 Motivaciones correctas (hacer las cosas por amor y no por buscar el primer lugar)
“… el conocimiento envanece, pero el amor edifica” 1 Corintios 8:1
 Obediencia real (no lo que dice tu corazón, sino lo que te dicen tus pastores)
“… todo me es lícito, pero no todo conviene” 1 Corintios 10:23
 Compromiso efectivo (tiempo, dones y dinero)
“Así también vosotros, pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en
ellos para edificación de la iglesia” 1 Corintios 14:12
 Apertura al Espíritu Santo (el lado sobrenatural de la vida cristiana)
“… el que profetiza edifica a la iglesia” 1 Corintios 14:4

Cuando un creyente actúa por amor, obedece y se compromete efectivamente,


cuando un creyente se abre a la presencia y obra del Espíritu Santo, su vida viene a ser
como oro, plata o piedras preciosas; podrá ser probado pero no perderá el fruto de su
vida. En cambio, cuando un creyente actúa buscando reconocimiento o bendición,
obedece lo que le parece y su compromiso es parcial, su vida será como heno, madera
y hojarasca; podrá sentir que está bien pero en la hora de la prueba todo se perderá,
con las justas será salvo y se quedará con las manos vacías.

Qué triste escena: llegar al cielo, presentarse ante el Señor y mientras unos podrán
ofrecer coronas, quedarse con las manos vacías, avergonzarse y tratar de esconderse.
No perderás la salvación, pero perderás la oportunidad eterna de ofrecerle el fruto de
tu vida al Señor.

3. Hagamos un examen de conciencia


Pablo nos enseña que en futuro, cuando estemos frente a Cristo, nuestra vida será
evaluada “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal
de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el
cuerpo, sea bueno o malo” 2 Corintios 5:10. Allí no se tomaran en cuenta cuánto
sabes o cuánto opinaste; allí se examinará lo que hiciste, cómo cuidaste la obra de
Dios.

Cuando lleguemos a la presencia de Cristo no podremos guardar silencio ante sus


preguntas, tampoco podremos culpar a otras personas. Pablo dice “De manera que
cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” Romanos 14:12 ¡Llegará la hora en
que seremos examinados por Jesús!

Si ese examen sucediera ahora mismo, qué pasaría contigo. Creo que hoy es el
momento para examinar nuestras vidas: soy oidor, hablador o hacedor; me mueve el
amor a Dios, obedezco, estoy comprometido con todo mi ser, busco la guía del Espíritu
Santo.

Nadie conoce la respuesta a este examen, salvo tú y Dios. Él es misericordioso, y está


dispuesto a darnos una nueva oportunidad “Porque se me ha presentado una gran
oportunidad para un trabajo eficaz, a pesar de que hay muchos en mi contra” 1
Corintios 16:10; lo único que necesitas es rendir tu corazón y decirle “Señor, a partir
de hoy, haré mi parte para que mi iglesia, mi hogar y mi vida sean lo que tu deseas:
una iglesia ganadora, un hogar exitoso y una vida bendecida”.

¡Qué el Señor nos ayude a aprobar su examen!

MIGUEL A. BARDALES
La Molina, 1 de abril del 2012

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