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HORA SANTA POR LOS ENFERMOS

22 DE OCTUMBRE

- CANTO: JUNTOS CANTANDO LA ALEGRÍA


Señor, haznos instrumentos de tu misericordia. Bendice nuestra mente para que no seamos
indiferentes ni insensibles, sino solícitos a las necesidades de nuestros hermanos enfermos. Señor,
bendice nuestros ojos para que reconozcamos en los que sufren tu rostro y presencia amorosa.
Señor, bendice nuestros oídos para que escuchemos las voces de quien suplica ayuda y calor
humano. Señor, bendice nuestras manos para que no permanezcan cerradas ni frías, sino que
trasmitan calor y cercanía a quienes necesitan una presencia amiga. Señor, bendice a nuestros
labios para que expresen la compresión y la gentileza que nacen de un corazón que ama y descubre
en los enfermos las llagas de Cristo, signo de nuestra redención, del perdón y de la esperanza en la
resurrección. Amén.
1- INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído interior para que no me apegue
a las cosas materiales, sino que busque siempre las realidades del Espíritu. Ven a mí, Espíritu
Santo, Espíritu de amor: haz que mi corazón siempre sea capaz de más caridad. Ven a mí, Espíritu
Santo, Espíritu de verdad: concédeme llegar al conocimiento de la verdad en toda su plenitud. Ven a
mí, Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna: concédeme la gracia de llegar a contemplar
el rostro del Padre en la vida y en la alegría sin fin. Amén.
- CANTO: BAUTISAME SEÑOR CON TU ESPÍRITU

2- ORACIÓN DE PERDÓN

 Señor Jesús, Salud de nuestras almas, creemos que estás vivo y resucitado, presente en el
Santísimo Sacramento del Altar. Te alabamos y te adoramos, por venir hasta nosotros en esta
hora como pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la vida, Tú eres la resurrección y la
vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos. Hoy queremos presentarte a todos los
enfermos, te pedimos que tengas compasión de ellos, para que todos unan sus sufrimientos y
dolores a tu Cruz y se renueve su fe y su confianza en Ti, te lo suplicamos Jesús Eucaristía.

 Señor Jesús, Salud de nuestras almas, ten compasión de los que sufren en su cuerpo, de los
que tienen penas en su corazón y de los que sufren en su alma en el mundo entero. Ten
compasión de ellos, Señor, bendícelos a todos y haz que muchos, si es tu voluntad, recobren
la salud, que su fe crezca y se mantengan abiertos a las maravillas de tu amor. Hoy te
pedimos que nuestros hermanos enfermos sean testigos de tu presencia y de tu entrega en la
cruz por la salvación del mundo.

 Señor Jesús, Salud de nuestras almas, Tú nos has revelado que ya has tomado sobre Ti
todas nuestras dolencias y por tus santas llagas hemos sido curados. Hoy, Señor, te
presentamos con fe a todos los enfermos que se han encomendado a nuestras oraciones, te
pedimos, si es tu santa voluntad, que los alivies en su enfermedad y que les concedas la
salud. Hoy oramos también por todos aquellos a quienes les pides que en la enfermedad
compartan tu Cruz; haz que crezcan en la fe, en la esperanza y que te ofrezcan su
enfermedad para gloria de tu Nombre, para que tu Reino siga extendiéndose más y más a
través de la aceptación de su dolor.
- CANTO: CUANTO ESPERABA ESTE MOMENTO

3- LECTURA BÍBLICA

- CANTO: GLORIA, GLORIA ALELUYA.


Lectura del Santo Evangelio según San Juan (5,2-9.14).
En un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la
puerta de las ovejas, una piscina que se llama en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos. En ellos
yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Porque el
Ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía
después de la agitación del agua, quedaba curado de cualquier mal que tuviera. Había allí un
hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido, sabiendo que llevaba ya
mucho tiempo, le dice: ¿Quieres curarte? Le respondió el enfermo: Señor, no tengo a nadie que me
meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo. Jesús le dice:
Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso
a andar. Más tarde Jesús lo encuentra en el Templo y le dice: Mira, estás curado; no peques más,
para que no te suceda algo peor.
Palabra del Señor. PALABRA DEL SEÑOR. GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.
REFLEXIÓN
El milagro del paralítico de la piscina es conmovedor. Cristo se acerca a aquel hombre y sabiendo
que ya llevaba mucho tiempo decide curarle. Aquel enfermo era ciertamente un hombre de gran
corazón. De ésos que no se desaniman a pesar de los problemas. No sabemos, pero tal vez no era
de Jerusalén, y se había hecho traer hasta la ciudad en busca de curación.
Quizá muchas veces habría querido que todo terminase pronto para él. Quizá pensó que su vida ya
no tenía sentido; que vivía sólo para sufrir, aceptando las burlas y las muecas de la gente que
acertaba a pasar por ahí. Cuántos amaneceres y atardeceres habrían pasado por encima de aquel
pobre hombre, y él no perdía la esperanza de que el buen Dios de Israel le auxiliaría.
Confiaba, y así pasó mucho tiempo hasta que Cristo se acercó. Y sabiendo que ya llevaba mucho
tiempo de sufrimiento, se acercó para restablecerle la salud. El Señor había previsto el encuentro
para aquel momento preciso. No porque no hubiese querido ahorrarle el sufrimiento de tantos años,
sino porque quiso regalarle un don mayor: la fe y poco más tarde el perdón de sus pecados.
Todos estamos expuestos a sentirnos desamparados en los momentos duros, o en la cotidianidad de
nuestro trabajo diario. Sin embargo, Cristo nos sale al encuentro. Nos cura y hace que cambie
nuestra vida yendo en contra de las costumbres frívolas del mundo en que vivimos. Porque Él quiere
permanecer con nosotros en nuestras almas, por medio de la gracia. (Bajo la condición de que
respetemos sus mandamientos.)
Entonces, el recuerdo de Cristo y su presencia en nosotros bastarán para aceptarnos y aceptar los
pequeños sacrificios de nuestra vida diaria. Todos somos como este paralitico. Todos los días
constatamos nuestra pequeñez y nos sentimos frágiles, sin fuerzas. Y en realidad lo somos, pues
cojeamos siempre en nuestros mismos defectos. Y este paralítico del evangelio de hoy nos da la
solución: Exponer nuestros problemas a Jesús con confianza y Él va a obrar maravillas en nosotros.
Somos esos hombres que continuamente tropiezan, somos cojos, necesitamos de alguien que nos
sostenga.
Ese alguien es Cristo, el Hijo de Dios. Él quiere ser nuestra fortaleza, nuestra seguridad. A su lado
todo lo podemos. Debemos confiar ciegamente en Él, pues Él es el amigo fiel que nunca nos
abandona. ¡Qué alegría debemos sentir al sabernos amados por Dios! Para Dios somos muy
importantes. Con Él a nuestro lado, todo lo podemos. Jesús es nuestra fortaleza.
- CANTO: COMO NO CREER EN DIOS

4- PETICIONES
PRESIDENTE: Elevemos a Jesús Eucaristía nuestras súplicas. Él está vivo y resucitado, Él es
esperanza para todo el que sufre en el cuerpo o en el espíritu. Digamos después de cada súplica:
R//: Jesús Eucaristía, escucha nuestra oración.
 La salud que nos ofrece Jesús no es sólo una salud biológica, mental, social, es la salud
integral, es decir, la salvación. Oremos para que el Señor nos ayude a vivir conformes a su
voluntad amándole sobre todas las cosas y amando la situación que nos ha toda vivir,
buscando ir a metas altas de santidad. Roguemos al Señor...

 Jesús ha venido a curarnos de la enfermedad del pecado. Oremos para que abramos
nuestros corazones de par en par a esta salvación que nos ofrece Jesús. Roguemos al
Señor...

 Jesús es portador y dador de una vida que no se acaba. Oremos para que todas las dolencias
y sufrimientos de este mundo nos ayuden a configurarnos con Cristo y así alcancemos el
premio de los cielos con un corazón purificado que lata al unísono del suyo. Roguemos al
Señor...

 Para Jesús nada ni nadie está perdido. Oremos para que la confianza en una vida plena y
feliz nos ayude a vivir con esperanza y para que demos razón de esta esperanza a nuestros
hermanos que más sufren. Roguemos al Señor...

 Jesús nos invita a vivir sanamente todas las realidades de la existencia, incluso las dolorosas
y adversas como la enfermedad. Oremos para que sepamos ofrecer nuestros sufrimientos por
la salvación del mundo entero. Roguemos al Señor...

 Somos hombres y mujeres de fe en Jesús que nos sana. Oremos para que apoyados en la fe,
en los cuidados que nos ofrecen los médicos, las enfermeras, en la compañía y en el cariño
de los familiares y amigos, vivamos con paz los momentos de soledad y de dolor cuando esté
presente la enfermedad. Roguemos al Señor...

PRESIDENTE: Escucha, Padre, nuestra oración y danos un corazón compasivo como el de María,
para que nos mostremos siempre más atentos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren y
nos comprometamos, sin miedo, a acompañarles. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
- CANTOS DE ALABANZA
PRESIDENTE: Con la confianza que tenemos por sabernos hijos del Padre Dios, pidámosle que
establezcan su Reino en nuestro mundo y CANTEMOS con fe: Padre nuestro…
- CANTO: PADRE NUESTRO

- CANTO DE PROCESIÓN: YA NO ERES PAN Y VINO

- BENDICIÓN FINAL

- CANTO: MARÍA TU

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