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El Lenguaje y el Pensamiento

30 de agosto de 2012 Publicado por Malena

Desde hace mucho tiempo, los filósofos sostienen que el lenguaje es el que hace posible
el pensamiento, o sea que sin palabras no hay conceptos; idea admitida tanto en la
filosofía como en la ciencia.

Algunas experiencias sin embargo, promueven la idea de que gran parte de las
experiencias mentales son imágenes más que palabras.

Existen hoy en día argumentos para sostener que existe un pensamiento sin lenguaje; y
que el lenguaje es generalmente, la traducción imperfecta, de ideas y de representaciones
mentales subyacentes, que preceden a la experiencia.

Los idiomas están basados en ideas simbólicas, abstractas y lógicas, como un programa
informático.

Suele ocurrir que a veces no encontramos palabras para expresar una idea con exactitud;
o no recordamos el nombre de alguien cuya imagen tenemos en la mente.

Los afásicos por ejemplo, pueden manejarse en la realidad cotidiana con bastante
precisión y normalidad y resolver algunos problemas prácticos.

Por nuestro pensamiento desfilan imágenes continuamente y ¿qué es lo que está primero,
la idea o la palabra?; es como el cuento del huevo y la gallina.

Hay perfumes, recuerdos, sensaciones que evocan imágenes y no palabras, las palabras
sólo parecen intentar interpretar nuestra vida interior.
Para algunos teóricos, el lenguaje se basa en un lenguaje interno hecho de
representaciones simbólicas, abstractas y lógicas, que se puede comparar a un programa
informático.

El psicólogo Stephen Kosslyn consiguió mostrar que muchas experiencias se basan en


imágenes mentales formadas por escenas visuales.

Según la Lingüística cognitiva, el lenguaje ordinario se basa en esquemas cognitivos


anteriores a las palabras y a las reglas de la gramática, y le dan sentido, o sea que la idea
precede al sentido.

Un individuo que no se puede imaginar el futuro no podría entender las reglas gramaticales
y a la vez, la falta de reglas gramaticales para expresar el futuro no impide las ideas, por
ejemplo de los afásicos.

En cuanto al pensamiento abstracto, no necesariamente es consecuencia del lenguaje.


Testimonios de muchos científicos sobre la imaginación refuerza esta hipótesis.

Einstein reveló que pensaba con la ayuda de imágenes mentales y los matemáticos en
geometría piensan también con representaciones visuales.

El lenguaje es un instrumento que sirve para comunicar nuestros pensamientos. Es una


herramienta imperfecta porque está formada por símbolos colectivos para compartir
pensamientos comunes pero no necesariamente expresan la singularidad de las ideas
individuales.

Las reglas del lenguaje no se corresponden estrictamente con el pensamiento, sólo


obedecen a reglas de estructuración interna.

El lenguaje representa un puente entre los universos mentales de cada persona, que
nunca es absolutamente claro y transparente.

Ludwig Wittgenstein (1889-1951), afirma que es la gramática del lenguaje la que fija las
características de la realidad y no la realidad la que imprime esos caracteres intrínsecos al
lenguaje.
Inspirado en René Descartes y Wilhelm Von Humboldt; Noam Chomsky (1928) sostiene
que el lenguaje está determinado por estructuras mentales innatas. La gramática universal
es generativa porque puede producir una infinidad de frases a partir de elementos
limitados y está en el origen de la creatividad.

PODEMOS PENSAR SIN PALABRAS?


enero 26, 2017 · de tanrebjuggler · en Actualidad, Cultura. ·

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La primera cuestión que deberemos abordar antes de responder a la cuestión planteada, será definir qué es pensar. Si
consideramos que pensar es operar mentalmente con informaciones para conseguir una meta -de acuerdo con
reglas, métodos y criterios adecuados-, entonces únicamente podemos pensar mediante el lenguaje, ya que sólo a
través de las palabras se puede describir lo existente. Por eso podemos decir que el lenguaje es
el instrumento básico, ya que en todo momento lo estamos usando.
Cuanto más lenguaje, más completa será nuestra visión sobre el mundo, ya que este nos facilita una visión más
amplia y objetiva. Un claro ejemplo lo observamos en la película El milagro de Anna Sullivan: la protagonista,
Helen, no tiene ningún tipo de lenguaje, lo cual la lleva a comportarse con reacciones propias de un animal. Según
Aristóteles, esto es lo que justo nos diferencia de los animales, la capacidad de pensar.

Pero por otro lado el lenguaje también limita nuestro pensamiento. Lo refleja muy bien la teoría de Sapir-Whorf, que
se basa en dos puntos:
–          el lenguaje determina el pensamiento (por lo que reduce el pensamiento al lenguaje);

–          el lenguaje influencia el pensamiento (como una forma más suave de lo anterior).

Después de esta reflexión, Sapir cree que el lenguaje es nuestro conocimiento, y por eso bajo su punto de vista pensar
sería imposible e inimaginable sin lenguaje y sin conocimiento.

Esto plantea un problema, ya que según esto ¿todo menor de dos años no piensa?

Pensemos. Lo que ocurre es que a medida que nos convertimos en usuarios habilitados de un lenguaje nos es
imposible pensar sin la presencia de un lenguaje, por ello creemos que es imposible pensar sin un lenguaje. Los
menores de dos años observan las causas y los efectos, luego de una repetición suficiente de veces indican con un
dedo lo que quieren. ¿Por qué lo hacen de ese modo? Porque no tienen lenguaje aún, pero eso no significa que no
piensen.

Volviendo a la definición, también podemos considerar que el pensamiento es la creación y relación de diversas


ideas. Con esta perspectiva podemos llegar a la conclusión de que no necesitamos el lenguaje para pensar. Veámoslo
a continuación con algunos ejemplos:
En 1865, el químico alemán Friedrich Kekulé von Stradonitz pasó muchas horas tratando de deducir la estructura
molecular del benceno, uno de los grandes misterios científicos de aquella época.

Una  noche soñó con una serpiente que se curvaba hasta morderse la
cola, y a partir de esa imagen desarrolló la teoría del anillo bencénico, según la cual los átomos de este compuesto se
enlazan formando una cadena cerrada. Kekulé resolvió el problema, no pensando en palabras, sino contemplando una
imagen visual, no verbal. Albert Einstein también reconoció en una ocasión que muchas veces no pensaba en
palabras, sino en “imágenes más o menos claras” que manipulaba mentalmente.

Desde luego que no se necesita ser Einstein para pensar sin emplear palabras; lo hacemos todas las personas cada vez
que visualizamos algo con la mente: una escena familiar, la imagen de una persona querida, una ciudad lejana.

Las investigaciones psicológicas demuestran que mucha gente emplea imágenes mentales para llevar a cabo
determinadas tareas. Durante un experimento se pidió a un grupo de voluntarios que observaran la fotografía de un
automóvil y luego se formaran una imagen mental de él. Después se guardó la fotografía y se les dijo a unos que
centraran su atención en la parte anterior y a otros en la posterior de la imagen mental del automóvil. A continuación
se les preguntó si el automóvil tenía o no un adorno en el capó. Los voluntarios que habían concentrado su atención
en la parte delantera de la imagen mental respondieron de inmediato; los que tenían en mente la parte posterior
tardaron más porque, al parecer, tuvieron que recorrer su imagen mental de atrás hacia adelante para “ver” si tenía
adorno o no, igual que si tuvieran delante de los ojos el automóvil real.
Ot ro ejemplo es la música: ¿el pensamiento musical es
verbalizable? ¿cómo se desarrolla la estructura fonética de las notas musicales? ¿es un fonema, grafema, iconema o
símbolo arbitrario? Aun cuando intentamos bloquear nuestra mente y ponerla en blanco, aparecen conceptos (colores,
formas, olores, percepciones…). Es importante ser capaces de fusionar nuestras inquietudes y sensibilidades con lo
que percibimos, lo corpóreo, lo animal, el escalofrío que nos provocan ciertos sonidos u olores, dar forma y nombrar -
ya sea con nuestros ojos o en el silencio de nuestra mente- lo que imaginamos y creamos. Esto se plasma en el
Alzheimer, una enfermedad que causa problemas a la hora de memorizar palabras, pero que la música y los sabores
ayudan a recordar.

En resumen, el pensamiento humano se sirve de los signos, gracias a que estos constituyen hechos sociales que
adquieren un significado en el interior de una comunidad y a que no son entidades aisladas sino que integran cadenas
o sistemas con otros signos, como coinciden Peirce y Saussure, filósofos lógicos y científicos de mediados del s.XIX.

Esto nos hace plantearnos otra pregunta:

¿Qué fue antes, el lenguaje o el pensamiento?


Si creemos que el lenguaje fue antes  que el pensamiento:
El lenguaje debería ser un estado interior del cerebro independiente de elementos adquiridos del entorno social, según
Noam Chomsky. Este pensador considera que el lenguaje puede facilitar o inhibir el pensamiento.

Si creemos que el pensamiento fue antes que el lenguaje:


El pensamiento se produciría de la acción y el lenguaje es solo una forma de liberar el pensamiento de la acción,
según Jean Piaget. Este psicólogo experimental dice que el lenguaje se asimila desde distintas acciones mentales que
se desempeñen, como los preconceptos. Esto se demuestra con el siguiente ejemplo: los hombres prehistóricos -que
no tienen la capacidad de hablar- pudieron construir herramientas para defenderse.

  Pero hay otra teoría que no nos hemos planteado:


Según Lev S. Vigotski, tanto el lenguaje como el pensamiento están ligados entre sí. Vigotski considera que cualquier
pensamiento está inmediatamente ligado a un símbolo que se conceptualiza en un símbolo lingüístico.

Es decir que el lenguaje es una función que se adquiere a través de la relación entre el individuo y su entorno, ya que
biológicamente posee las estructuras necesarias para crear signos de comunicación verbal y no verbal. El proceso
evolutivo lleva a los seres humanos a manejar instrumentos (símbolos) como el lenguaje, para adaptarse a su entorno.
Por tanto, la conducta humana está organizada y controlada tanto por intenciones reales (del propio individuo) como
por intenciones atribuidas por otros (provenientes de la interacción con el medio). A partir de esto, Vigotski piensa
que el lenguaje y el pensamiento vienen de raíces genéticas independientes. Para comprobarlo se utilizó a una
chimpancé enseñándole una versión simplificada del lenguaje de los sordomudos. Tras tres meses empezó a combinar
los signos y a crear secuencias muy parecidas a las que hacen los niños. Su comunicación fue lograda a base de la
imitación, con lo cual no pudieron demostrar si el chimpancé entendía lo que decía. Se manifiesta una inteligencia
parecida a la humana, aunque no tienen un lenguaje comparable al humano. Con esto deducimos que las operaciones
intelectuales en antropoides son independientes del lenguaje.

Hoy las lenguas madre han ido perdiendo posición en el habla debido a la globalización y a los sistemas de
comunicación basados en imágenes y sensaciones. El mundo se ha virtualizado no solo desde la forma de
relacionarnos, sino también en la forma de comprender; lo visual y auditivo que apela a los sentimientos nos apega a
la lógica de lo “indescriptible”, sin embargo, eso nos lleva a utilizar menos los pensamientos, a evitar la
conceptualización y activar la mente.

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