INTRODUCCIÓN
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Imágenes o impresiones sensoriales
Como uno de los elementos centrales del pensamiento, las imágenes pueden ser entendidas
como impresiones mentales que asemejan fotografías de los objetos del entorno, sin
embargo estas imágenes no son escenas congeladas sino que tienen cierta plasticidad; por
ejemplo, si pensamos en el “andrógino” platónico, ser mitológico descrito en uno de los
discursos del Banquete de Platón, el cual, además de ser redondo como una pelota gigante,
poseía dos pares de pies, dos pares de manos y una cabeza con dos semblantes, uno detrás
del otro, lo que visualizamos mentalmente no es una serie de fotografías congeladas sino un
objeto con tridimensionalidad al que podemos rotar imaginariamente en el espacio mental
para así poder observar todos sus elementos.
Este tipo de impresiones mentales, además pueden ir en uno u otro sentido. Una imagen
visual parte de algo que nuestros ojos observan, posteriormente el estímulo activa el área
visual primaria del cerebro y de esta manera se crea una imagen mental que después se
reconoce y relaciona con recuerdos e impresiones asociados a otras áreas del cerebro. En el
sentido inverso, desde las áreas de recuerdos y conocimientos almacenados, se envían
señales al área visual del cerebro para crear imágenes visuales como en el caso de imaginar
al ser mitológico descrito arriba.
Sin embargo, no todas las impresiones mentales que percibimos son imágenes visuales,
también existen imágenes auditivas, táctiles, odoríficas y gústicas; o más que imágenes, se
trata de impresiones sensoriales que dialogan y se intercomunican entre sí. El recuerdo de
una experiencia se forma en conjunto con distintas de estas impresiones, un plato de la
comida de nuestra predilección por ejemplo, no sólo nos trae a la memoria la imagen sino
también los aromas, el sabor y hasta la textura del alimento, de alguna forma, al recordarlo
lo podemos saborear, hay una frase popular para este efecto denominada “hacer agua la
boca”.
Existe un tipo de imaginería rara llamada sinestesia, la cual consiste en el
entrecruzamiento de las barreras sensoriales. Una persona con esta capacidad podría ser
capaz por ejemplo, de saborear sonidos o colores, o visualizar emociones en objetos
geométricos. Se cree que la genialidad del músico clasicista Wolfgang Amadeus Mozart
radicaba en la posesión de esta capacidad imaginaria, pues se afirma que el compositor
podía visualizar los sonidos como formas tridimensionales en el espacio imaginario de su
mente, para así acomodarlos y poder componer con la presteza con la que lo hacía.
Hay una forma especial de imaginería a la que todos podemos acceder, tiene que ver
exclusivamente con impresiones sensoriales motoras, se denomina habilidad kinestésica y
se podría decir que es una forma de pensamiento corporal. Se genera a partir de sensaciones
musculares que si se practican disciplinadamente, el cuerpo termina por aprenderlas y
entonces se ejecutan de forma automática. Esta habilidad es especialmente importante en
los deportes, la danza, la música o las artes marciales.
Conceptos
Los conceptos nacen de la propensión humana a categorizar los objetos o fenómenos del
entorno en que nos desenvolvemos. Los conceptos son ideas que formamos para percibir
las características del mundo. Inicialmente formamos conceptos basados en nuestra propia
experiencia durante la fase de desarrollo, entendemos las ideas de las cosas por medio de
comparaciones que aprendemos mediante ensayo y error. Nos acercamos o nos alejamos a
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la idea de un concepto o fenómeno, de acuerdo a sus diferencias o similitudes con otros
objetos conceptualizados como representativos. Durante la adultez asimilamos los
conceptos mediante reglas conceptuales (Coon y Mitterer, 2016) que nos guían para decidir
si los objetos o eventos pertenecen a una clase de conceptos u otra.
Existen diferentes tipos de conceptos: los conceptos conjuntivos, los conceptos
relacionales y los conceptos disyuntivos son algunos de ellos.
Hay otros conceptos denominados prototipos que son modelos ideales que nos ayudan a
reconocer y caracterizar otros conceptos. Los prototipos, sin embargo, no siempre pueden
estar basados en el significado exacto de las cosas, o significado denotativo. Muchos
prototipos desde los que se extraen significados que nutren el pensamiento de sentido
común, se basan en interpretaciones libres o denotaciones que al paso del tiempo forman el
conocimiento popular pero que no por popular significa ser exacto. Algunos prototipos se
tipifican tanto que generan definiciones cerradas y categóricas que a nivel social generan
polémicas y exclusión de grupos minoritarios.
Lenguaje
Las distintas funciones del lenguaje se ubican en zonas diferenciadas del cerebro, tanto el
hemisferio izquierdo como el hemisferio derecho participan en el proceso, sin embargo, hay
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una prevalencia del hemisferio izquierdo en cuanto al reconocimiento, comprensión y
producción del lenguaje hablado, incluyendo la lectura y la escritura. Dos son las zonas
centrales para estos procesos: el área de Wernicke donde se hallan las aferencias sensitivas
de asociación, y el área de Broca encargada de las eferencias motoras que posibilitan la
articulación del habla.
Área de Wernicke
El área de Wernicke se encuentra en la parte posterior del giro temporal superior del
hemisferio cerebral izquierdo, incluye la corteza auditiva y el surco lateral donde convergen
el lóbulo temporal y el parietal. Está rodeada por el área posterior del lenguaje que para
interpretar el habla conecta percepciones y memorias reservadas en la parte posterior del
cerebro con el área de Wernicke (véase Figura 1).
Funciones
Área de Broca
Funciones
La función central del área de Broca es la producción y la articulación del lenguaje, tanto
del habla, la escritura y la gesticulación del lenguaje de señas. Esta zona del sistema
nervioso central, aunque está separada del área de Wernicke es interdependiente de ella en
cuanto a la creación de mensajes que además de ser articulados y fluidos, necesitan
construirse con una coherencia interna para tener sentido semántico y comunicativo.
Articular palabras requiere de una coordinación motriz entre diferentes partes del
cuerpo, una armonización motora cuando menos entre la boca, la lengua, los labios, la
mandíbula, y las cuerdas vocales; de esta coordinación depende la fluidez del habla y su
coherencia gramatical. Pero hablar no sólo requiere de una articulación fluida sino de la
presencia de ritmo, tono y énfasis que aportan sentido a la comunicación, estos elementos
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de rítmicos, enfáticos y melódicos del habla se denomina prosodia (Carlson y Birkett,
2018). Por lo tanto, gramática y prosodia son otras de las funciones del área de Broca.
Fascículo arqueado
El fascículo arqueado es un conjunto de fibras nerviosas que une las dos principales
regiones cerebrales del lenguaje: el área de Wernicke y el área de Broca; la conexión es
bidireccional porque los impulsos nerviosos van de una a otra área indefinidamente. Por lo
tanto, este haz de axones establece un puente entre áreas sensitivas y áreas motoras,
intercomunica los lóbulos frontal, temporal, parietal y el área periférica a la cisura de Silvio
(véase Figura 2).
La comprensión del habla implica un flujo de información que parte del área de
Wernicke hasta el área posterior del lenguaje, y de ahí a varias regiones de la corteza
asociativa motora y sensitiva, las cuales contienen las memorias que aportan significado a
las palabras. La producción del lenguaje espontáneo implica el flujo de información
referente a las percepciones y memorias desde la corteza sensitiva y motora de asociación
del área posterior del lenguaje, luego al área de Broca (Carlson y Birkett, 2018). Este
modelo es el punto de partida para conceptualizar los procesos básicos de cognición y
lenguaje.
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sin embargo, hay áreas del hemisferio derecho que participan en lo que se entiende como la
conducta verbal (Carlson y Birkett, 2018). El hemisferio derecho nos ayuda a las
habilidades espaciales al momento de leer mapas y reconocer figuras geométricas. Así
mismo el hemisferio derecho participa en la expresión y reconocimiento de las inflexiones
rítmicas, enfáticas y de tonalidad propias de la prosodia. Un último elemento importante de
las funciones del hemisferio derecho es la comprensión de aspectos sutiles, abstractos y
figurativos del habla como por ejemplo, interpretar metáforas, entender refranes o pensar
cuestiones complejas como la moral.
Afasia de Wernicke
La afasia de Wernicke se caracteriza por una deficiente comprensión del habla y una
producción del lenguaje ausente de lógica y significados. Este trastorno no afecta las
facultades de articulación, es decir, el habla se presenta fluida. Los pacientes con este tipo
de afasia mantienen la entonación melódica y aparentemente siguen las reglas gramaticales
del lenguaje; sin embargo, en el acto expresivo utilizan pocas palabras con contenido y las
frases que logran enlazar están ausentes de sentido semántico.
Un rasgo conductual peculiar en pacientes con afasia de Wernicke es, que aunque su
habla es poco o nada comprensible, parecen no ser conscientes de su alteración, parecieran
no reconocer que su habla es incorrecta ni tampoco que no pueden entender el habla de los
demás (Carlson y Birkett, 2018). Por ello es común verlos comportarse confiados o seguros
de sí mismos al participar en reuniones sociales, además, porque no pierden la capacidad de
reconocer la prosodia y los gestos corporales de sus interlocutores, lo que les da la
percepción de que aún existe la posibilidad de una cierta comunicación en términos de ese
proto-lenguaje que prescinde de la palabra hablada.
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Para entender mejor el mecanismo de afasia de Wernicke es importante diferenciar
distintas funciones que se ven afectadas por separado: el reconocimiento y comprensión de
las palabras habladas, la comprensión de su significado y la incapacidad de expresar
pensamientos mediante un lenguaje significativo.
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Alteración en la comprensión y producción de habla significativa
El déficit de entendimiento en este tipo de alteración, tiene que ver con la zona adyacente al
área de Wernicke que se ubica en la región que rodea la parte posterior de la cisura lateral,
cerca de la confluencia de los lóbulos temporal, occipital y parietal del hemisferio cerebral
izquierdo, es decir, el área posterior del lenguaje antes mencionada (véase Figura 3). Esta
zona parece funcionar como el lugar de intercambio de información entre la recepción
auditiva de la palabra y los significados almacenados en forma de recuerdos en las demás
áreas sensitivas de asociación de la corteza cerebral. Una lesión restringida en esta área
produce un trastorno que se conoce como afasia sensitiva transcortical.
A diferencia de la afasia de Wernicke que implica un daño en ambas áreas (Wernicke y
posterior del lenguaje), la afasia sensitiva transcortical implica un daño sólo en el área
posterior del lenguaje. Por tanto, los pacientes con este trastorno pueden reconocer y
además repetir lo que otros dicen pero no pueden comprender el significado de las palabras
ni producir ellos mismos un habla significativa. En suma, los síntomas de la afasia de
Wernicke están formados por los de la sordera pura para palabras más los de la afasia
sensitiva transcortical; pero cuando el daño se restringe al área posterior del lenguaje, el
síntoma presente sólo es el de la afasia sensitiva transcortical, esto es, la ausencia de
significar lo que se reconoce y lo que se expresa.
Afasia de Broca
Agramaticalidad
A las personas con afasia de Broca se les dificulta mucho pronunciar palabras con sentido
gramatical como las preposiciones o conjunciones (palabras funcionales); en cambio
pueden pronunciar palabras que expresan significados por sí mismas (palabras con
contenido) como sustantivos, verbos, adjetivos y adverbios. La afasia de Broca es un
trastorno de la producción del lenguaje no de la comprensión, sin embargo la falta de
acceso a las reglas gramaticales termina por afectar de alguna forma la percepción y
comprensión del habla.
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Anomia
Dificultades de articulación
Afasia de conducción
La afasia de conducción es ocasionada por una lesión en la región inferior del lóbulo
parietal que se extiende a la sustancia blanca subcortical y daña el fascículo arqueado (ver
Figura 2). Este trastorno está caracterizado por un habla fluida y con significado,
comprensión relativamente buena, pero repetición deficiente (Carlson y Birkett, 2018). El
paciente puede repetir palabras sueltas pero falla al repetir palabras sin sentido; puede
repetir una frase de tres palabras con sentido pero no con tres palabras no relacionadas.
Los síntomas de la afasia de conducción indican que la conexión entre el área de
Wernicke y de Broca parecen desempeñar un papel muy importante en la memoria a corto
plazo de las palabras y los sonidos del habla que recién se escuchan. Se sugiere que la
fijación de tal información se lleva a cabo cuando las personas se hablan a sí mismas sin
enunciar palabras en voz alta. Imaginarnos a nosotros mismos hablando, activa la región
del área de Broca; así mismo, imaginar que escuchamos activa el área de Wernicke. Ambas
regiones conectadas por el fascículo arqueado, circula información en ambas direcciones
manteniendo activa la memoria a corto plazo en un circuito denominado bucle fonológico.
CONCLUSIÓN
Como pudimos corroborar a lo largo de esta disertación, no existe como tal un área
particular del pensamiento que sea independiente del lenguaje; contrariamente, sí existen
zonas neurológicas de la fisiología cerebral relacionadas con el lenguaje propiamente dicho
Y es que pensamiento y lenguaje están de tal manera intrincados que podemos afirmar que
nuestro pensamiento es en sí mismo lenguaje.
Cuando pensamos, ya sea en imágenes o en conceptos, lo hacemos hablándonos a
nosotros mismos sobre ellos, articulando palabras de manera interna. Pasa lo mismo en el
caso de la lectura, al ver las letras plasmadas en el papel, la información no pasa directo de
la hoja al entendimiento; ingresa a las áreas visuales y de ahí se transforma en estímulo
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auditivo para luego ser entendido y relacionado a los significados; es decir que al leer nos
contamos internamente eso que observamos en el texto.
Pensar es hablar y aunque existen dos zonas diferenciadas del lenguaje y diversas áreas
funcionales adyacentes, a mi parecer la parte central que establece esa conexión entre
pensamiento y lenguaje, es el área de Wernicke, específicamente el área posterior del
lenguaje. Pues es esta zona la que asocia los estímulos auditivos del habla con las
significaciones reservadas como memorias en las áreas posteriores sensitivas del cerebro.
Sin significados, como hemos visto no hay sentido y sin sentido el pensamiento no es
posible.
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