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1
Véase Eduardo Sartelli: Celeste, blanco y rojo. Democracia, nacionalismo y clase obrera en la crisis
hegemónica”, en Razón y Revolución n° 2, primavera de 1996, reedición electrónica.
2
Degiovanni, Fernando: Los textos de la patria, Beatriz Viterbo Editora, Bs. As., 2007, p. 18
La Semana Trágica y la represión que le siguió de algún modo dieron el triunfo a la
línea Rojas, de un nacionalismo católico con fuertes simpatías con el fascismo, corporizado
sobre todo en la Liga Patriótica. 3 Ese nacionalismo fuertemente anti-comunista, se va a hacer
fuerte en los años ’20 y ’30, pero no va a extinguir la lucha con una perspectiva de nación
más progresista o de izquierda. Es el caso de Atahualpa Yupanqui.
Yupanqui surge, ideológicamente, en los bordes del anarquismo, un anarquismo que
había comenzado a revalorizar el Martín Fierro y a mirar el campo como fuente de
potencialidad revolucionaria. Tiene vinculación con las grandes huelgas de obreros rurales
pampeanos del período 1918-1922.4 Es por esta época que se populariza una versión
anarquista del Martín Fierro, la Carta Gaucha, de la pluma de Luis Woolands, alias “Juan
Crusao”.5 Yupanqui proviene de ese ambiente, pero también se nutre de su pasaje al Partido
Comunista, muy preocupado por la cuestión agraria. En su obra, el hombre del interior
agrario, el obrero rural, ocupa el lugar del “perseguido”, del Cristo, del paria, del nuevo
Martín Fierro que terminará en la iconografía de Castagnino. Ahora la “patria” es de clase,
proletaria. En este contexto podemos encuadrar la opera de Felipe Boero, El matrero.de 1925
con libreto de Yamandu Rodriguez, reivindica la figura del gaucho rebelde perseguido, el
matrero.
Sea cual sea la definición de “nacionalismo musical” que adoptemos e incluso, la que
correspondería al caso argentino,6 está claro que la pampa y sus gauchos ocupan un lugar
central, mítico. Eso es muy visible en Yupanqui y, en cierto modo, en Guastavino, cuya
vinculación, si no con el partido, sí con la cultura comunista, parece bastante probable. En
efecto, Guastavino se vincula con el Nuevo Cancionero, donde milita gente como Mercedes
Sosa, Matus, Lima Quintana y Tejada Gómez. No es el caso de Ginastera, más vinculado al
Di Tella y a la modernización artística promovida desde EE.UU. En su caso, se trata más bien
de un “nacionalismo” que abreva, tal vez, en su maestro, Aaron Copland, donde lo “nacional”
aparece como rasgo o elemento de color motivacional, más que como proclama política.
En el ciclo “Canciones populares” de 1967, Guastavino musicaliza a Lima Quintana y
a Yupanqui (entre otros). En Pampamapa y Forastero podemos observar una reivindicación
de los personajes que habitan el campo argentino, el gaucho y el chacarero y un llamado a la
fraternidad de las clases sociales en pos del logro de un futuro mejor:
“…Monedita redonda, la de los pobres.
La platita en sus manos se vuelve cobre.
Han de cantar un día los chacareros,
campesinos sin campo, collas sin cerro.
mi pan, hermano. Bebe mi vino
y sigue caminando por los caminos”
3
Véase Rapalo, María Ester: Patrones y obreros. La ofensiva de la clase propietaria, 1918-1930, Siglo XXI, Bs.
As., 2012 y McGee Deutsch, Sandra: Contrarrevolución en la Argentina, 1900-1932, UnQui, Bs. As., 2003.
4
Véase Sartelli, Eduardo: La sal de la tierra, Ediciones ryr, Bs. As., 2022.
5
Woolands, Luis: Carta Gaucha y La descendencia del Viejo Vizcacha, Agrupación Libertaria, Mar del Plata,
1960. Véase también las memorias de un militante rural anarquista: Borda, Ángel: Perfil de un libertario,
Ediciones Reconstruir, Buenos Aires, 1986.
6
Para la discusión de esos dos temas, véase Buffo, Roberto: “La problemática del nacionalismo musical
argentino”, en Revista del Instituto de Investigación Musicológica “Carlos Vega”, Año XXXI, Nº 31, 2017.
Así muestra Yupanqui el sufrimiento y las penurias de la vida en el campo e imagina
un cambio. Lima Quintana en Pampamapa también reivindica la necesidad de un
compromiso con la construcción de lo nuevo:
“Yo no soy de estos pagos
Pero es lo mismo
He robado la magia
de los caminos.