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SEMINARIO

Pensamiento Nacional
y Latinoamericano

UNIDAD 2
Coordinadores del equipo docente
Francisco Pestanha y Mario Oporto

Marzo 2020

RECTORADO
CAMPUS VIRTUAL UNLA. / UNIVERSIDAD NACIONAL DE LANÚS
ÍNDICE

Índice de íconos III


UNIDAD 2 1
La inmigración: la Argentina "crisol de razas"; el surgimiento de la cuestión
social. Hispanismo, antiimperialismo y americanismo: una tríada
antipositivista. Krausismo. Revisionismo histórico. Revisionismo Federal e
Izquierda Nacional. 1
Pensamiento Nacional y Autorreflexión. Oligarquía. Semicolonia.
Independencia nominal y dependencia real. Movimiento Nacional.
Colonización pedagógica. El “medio pelo” y las “zonceras”.
Lo mestizo - lo multígeno. Nacionalismo y Ser: la cuestión filosófica en
el Ser Nacional. 15
El redescubrimiento y la revalorización de las raíces indo-hispano-americanas
y el replanteo de nuestra integración. La cuestión de la identidad. La
identidad colectiva. El mestizaje cultural. El mito gaucho. El martinfierrismo
y otras vertientes culturales e intelectuales vinculadas a reflexión sobre
nuestra identidad. 27
Apartado desarrollado por Lic. Fabián Brown
Pensamiento Nacional y la Autoafirmación. La cuestión de la auto afirmación.
Hitos significativos durante los siglos XIX y XX. Las invasiones inglesas. El
proceso independentista. La Vuelta de Obligado. La Argentina y el imperio
británico Malvinas, otredad y la cuestión bicontinental 41

II
ÍNDICE DE ÍCONOS

Tarea

Foro


Lectura obligatoria

Lectura recomendada

Para ampliar

Importante

Para pensar

Multimedia

III
LA INMIGRACIÓN: LA ARGENTINA
"CRISOL DE RAZAS"; EL SURGIMIENTO
DE LA CUESTIÓN SOCIAL.
HISPANISMO, ANTIIMPERIALISMO Y
AMERICANISMO: UNA TRÍADA
ANTIPOSITIVISTA. KRAUSISMO.
REVISIONISMO HISTÓRICO.
REVISIONISMO FEDERAL E
IZQUIERDA NACIONAL.

La inmigración: la Argentina "crisol de razas" y el


surgimiento de la cuestión social

El axioma de Alberdi “gobernar es poblar” es una marca de este período con una
impronta puramente iluminista, ya que parte del supuesto de que el interior es un
gran desierto que debe ser ocupado por población europea sajona.

A pesar de que la elite dirigente de la Generación del ‘80 había pensado la posibi-
lidad de que en la Argentina se diera un proceso de inmigración similar al ocurrido
en Estados Unidos, la realidad lejos estuvo de su ideal. No son inmigrantes sajo-
nes los que llegan a Buenos Aires, sino población excedente proveniente de Euro-
pa Meridional.

El puerto de Buenos Aires asiste, día a día, a la llegada de cientos de barcos reple-
tos de emigrantes expulsados por un orden económico que solo garantiza la exclu-
sión y promueve la supervivencia de los más aptos. Aquellos que no logran inser-
tarse en los centros fabriles y que pretenden mantener conductas vinculadas a
actividades rurales o artesanales básicas, no encuentran posibilidad de desarrollo
en el “Viejo Mundo”.

A partir de la modificación a la Ley de Inmigración durante la presidencia de Nico-


lás Avellaneda, la inmigración deja de tener como destino obligatorio las zonas
rurales: ahora los recién llegados pueden asentarse en Buenos Aires. Las tareas a
realizar por parte de los nuevos inmigrantes son variadas: panaderos, albañiles,

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carreros, artesanos. Del barco al Hotel de Inmigrantes y, luego, directo al conven-


tillo. El hacinamiento y las malas condiciones de vida marcan a esta nueva ola
inmigratoria. La cuestión social no tarda en explotar.

Por primera vez en la ciudad se escucha hablar de “anarquismo” y “socialismo”.


Estas ideas marcan las huelgas y los reclamos por mejores condiciones de vida
durante los primeros años del siglo XX. Así surge un sujeto social que empieza a
desafiar el orden creado por la oligarquía desde Buenos Aires, pero en el interior
también comienza a articularse la resistencia a través de un sujeto social que toma
forma en los “hijos del país”, criollos herederos de la tradición federal que comien-
zan a organizarse para enfrentar a la oligarquía.

Desde mediados del siglo XIX, hombres y mujeres del mundo migraron a la Argen-
tina de forma continua. La búsqueda de mejores condiciones de vida fue la razón
fundamental por la que muchos abandonaron el viejo continente y el siguiente
video refleja en imágenes parte de este proceso.

http://encuentro.gob.ar/programas/serie/8001/10

La inmigración implicó un enorme impacto, no solo desde el punto de vista demo-


gráfico sino también cultural y social. En aquel entonces se incorporaron, por año,
entre 150 mil y 200 mil inmigrantes a la vida del país. Para cierta elite, la Nación
corría peligro y había que formular mecanismos que facilitaran una inserción “ade-
cuada” de los recién llegados. Arturo Jauretche describirá este momento, dicien-
do que

› “Mientras el viejo país se iba deshaciendo, se iba haciendo uno nuevo.”


Gobernaba entonces el Partido Autonomista (PAN), una fuerza donde confluían
los sectores más poderosos de la oligarquía argentina. Ante la emergencia del movi-
miento huelguístico organizado, este partido abordó el conflicto a través de la repre-
sión. El presidente Roca consideraba a los huelguistas, extranjeros cuyos valores
atentaban contra la argentinidad. A partir de esta evaluación, se promulgó la Ley
de Residencia que establecía que cualquier inmigrante involucrado en alguna
acción que perturbara el orden público sería inmediatamente deportado.

Pero la realidad argentina no era lineal y el partido gobernante tenía en sus filas
funcionarios de diversas trayectorias, cuyas respuestas a la resolución del conflic-

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to no eran solamente de carácter represivo. Por ejemplo, durante este período, a


pedido del entonces presidente Julio A. Roca, se le encargó a Bialet Massé, médi-
co, abogado e ingeniero español, la elaboración de un informe sobre las condicio-
nes de vida de la clase trabajadora en todo el país. Lo interesante del informe radi-
ca en su alcance, ya que no solo hace hincapié en las precarias condiciones de
vida del inmigrante que habita en el conventillo, sino que destaca la situación de
extrema pobreza en la que se encuentra el trabajador de campo del interior, es
decir, el criollo o hijo del país.

Para ampliar este tema se sugiere ver el video "Bialet Massé......, un siglo después"
dónde la comunidad del pueblo que lleva su mismo nombre, ubicado en la Pcia.
de Córdoba, recupera parte de lo actuado por esta figura y sobre el trabajo que
publicó en 1904: “Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de
la Argentina”, en el que se exponen las deficiencias en materia de salud, trabajo
y educación de catorce provincias argentinas.

https://www.youtube.com/watch?v=AwYzx9-YGPI

Otro de los hechos en materia de conflicto social, trabajo e inmigración se vincula


con la tentativa de redacción del Código de Trabajo, proyecto que quedará trunco
en parte por el comportamiento en el Congreso de la Nación, del legislador del
Partido Socialista, Juan B. Justo quién se encargó de boicotear el proyecto a par-
tir de una concepción ideológica que, a pesar de estar influenciada por el Socia-
lismo, se acercaba mucho más al iluminismo positivista que a las concepciones
obreritas o clasistas.

Es que el Socialismo analizaba la realidad del país según esquemas interpreta-


tivos importados de Europa, en una lectura similar a la de los políticos del libe-
ralismo: en suma, socialistas y políticos de la oligarquía –según algunos autores
revisionistas– coincidían en partir de supuestos dicotómicos donde lo propio y lo
nacional eran considerados como “barbarie” mientras que lo europeo era parte
de la cultura. De acuerdo con esta postura, nuestros trabajadores alcanzarían la
emancipación “cuanto más cultos fueran y cuanta más influencia europea” pose-
yeran.

De esta manera, la Argentina asiste a su Centenario como un país poderosamente


desigual, donde la miseria golpeaba fuertemente a los sectores populares tanto

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urbanos (mayormente inmigrantes) como rurales (mayormente hijos del país). Y


en ese marco, los sectores medios también comienzan a generar reclamos cada
vez más persistentes por la participación en elecciones libres y por el ingreso a
puestos estatales.

Hispanismo, anticolonialismo y americanismo: una


tríada antipositivista

Al calor de la inmigración, la ideología que inspira a nuestra clase dominante a


fines del siglo XIX es el positivismo. Lo que precisamente la caracteriza es su pro-
cedencia: al moverse con una ideología importada sin tamiz crítico, según autores
como Fermín Chávez, la clase dirigente se manejará con parámetros de percep-
ción acríticos que le impedirán concebir un pensamiento propio que permita un
análisis autoconsciente de nuestra realidad.

› Dirá Chávez: “En verdad, la Nación y todo proyecto nacional, en el


mundo de la periferia siempre fueron objetos de campañas destinadas
a mantener el dominio o a conquistarlo. Los Argentinos sabemos bien
como funcionó el famoso dilema Civilización o Barbarie blandido como
verdad científica. Hoy aquel primer termino de la vieja disyuntiva ha
sido reemplazado por modernización, eficientismo, o poder tecnológi-
co, contra el que no se puede”.

Paradójicamente, mientras se va incorporando ese ideario esencialmente crítico


para con los preceptos sociales y culturales de la Iglesia católica, importantes con-
tingentes de estos sectores enquistados en el poder practican una religiosidad
católica dominical. Junto con esta emergencia del catolicismo como reacción ante
el positivismo se va desplegando la revalorización de un nuevo hispanismo, el cual
desde 1810 había sido duramente golpeado, tal como vimos en clases anteriores.
Por ejemplo, con la irrupción de hombres como Pazos Kanki, converso al protes-
tantismo, quien desde su periódico “La Crónica Argentina” hizo gala de un furio-
so antihispanismo: allí construyó la leyenda negra de una España atrasada pro-
ducto del catolicismo, el cual era un freno para el ingreso del país ibérico a la
modernidad.

A principios del siglo XX, junto con las voces del catolicismo, el hispanismo se va
reagrupando en un frente antipositivista. Esta situación es posible en parte por lo
que sostiene José Hernández Arregui:

› “el país pierde personalidad. La invasión inmigrante y el retroceso de


las antiguas tradiciones colectivas bajo el empuje de contingentes
humanos sin arraigo, el vacío asentamiento mundano de la clase diri-
gente, crean un clima de hostilidad a la inteligencia. Los núcleos

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inmigrantes conservan sus antiguas costumbres, resisten a la asimila-


ción o la aceptan lentamente luego de profanarla idiomáticamente”.1

Sin lugar a dudas, la interpretación del escritor de La conciencia nacional se ajus-


ta fundamentalmente a aquellos inmigrantes que sufrían la cuestión social desde
Buenos Aires y que mediante las huelgas se oponían al país pensado por la inteli-
gencia semicolonial. La tentativas de reproducir la política de tabla rasa al modelo
norteamericano por parte de Sarmiento, Mitre o Roca nunca logró hacer mella defi-
nitiva en los sectores populares quienes –especialmente a través de la cultura, la
poesía, la gauchipolítica– enfrentan los embates del Iluminismo. Esta situación es
la que permite que perviva una matriz indo-hispánica-criolla que será retomada por
los autores de la Generación del 900 que encabezó una cruzada antipositivista.

Uno de los hombres que resume este clima de época es Manuel Ugarte:

Escritor y político argentino. Se unió al Partido Socialista


y formó parte de los círculos literarios y periodísticos de
su ciudad natal. Fundó y editó el diario La Patria y la revis-
ta Vida de hoy. Vivió en el extranjero durante muchos
años, en España, Francia y Chile; representó a la Repú-
blica Argentina como embajador ante México), Nicaragua
y Cuba (1950).

Manuel Ugarte En Ugarte se observan tres de los rasgos fundamentales


1878-1951 de la reacción antipositivista: el hispanismo, el america-
nismo y el antiimperialismo.

Condensando estos elementos, Ugarte sostiene que el levantamiento independen-


tista no fue contra España, sino contra un grupo retardatario que gobernaba en la
península y que, posteriormente, fue la burguesía comercial porteña la que logró
direccionar el proceso revolucionario para favorecer sus intereses. Con el triunfo
de la burguesía portuaria, ariete entre los intereses de la oligarquía terrateniente y
de los británicos, queda asegurada una concepción iluminista que denota, entre
otros factores, el pasado. De ahí el reclamo de Ugarte por fortalecer el desarrollo
de una conciencia nacional que otorgara soluciones locales a los problemas argen-
tinos sin necesidad de recurrir a recetas foráneas.

El reconocimiento del mundo hispánico lo lleva a no censurar la cultura gaucha


como formadora de los primeros escuadrones que lucharon por la independencia,
evitando pasar esa base social del artiguismo y del rosismo por el prisma de la civi-
lización. De esta manera, Ugarte no interpreta la historia a partir de la entonces
vigente dicotomía sarmientina de “civilización versus barbarie”.

1. HERNÁNDEZ ARREGUI, J.J. (2005): Imperialismo y cultura. Buenos Aires: Ediciones


Continente - Peña Lillo, p. 65.

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El positivismo había anclado, no solo en la Argentina, sino que se transformó en


una ideología dominante en el resto del continente. Si bien la influencia de Gran
Bretaña en nuestro país era manifiesta, otros países sufrían condiciones de domi-
nación mixta en donde se alternaban formas semicoloniales2 y coloniales; es decir,
la ocupación directa del territorio por parte de un ejército imperial de ocupación
junto con la enajenación de los recursos económicos de los países ocupados. Este
tipo de atropello a las soberanías era propio de la gestión norteamericana, la cual
consideraba a América como su “patio trasero”.

Tanto Estados Unidos –con su forma de dominación mixta– como Gran Bretaña
–con su forma de dominación semicolonial– ofrecen a las elites gobernantes la
ideología positivista que permite avanzar en el esquema de tabla rasa a nivel con-
tinental. En este contexto, la reacción antipositivista descubre una nueva faceta: su
carácter antiimperialista.

La reacción antipositivista, extendida sobre toda Nuestra América conserva algunos


factores comunes a pesar de las diferencias locales: el rechazo del universalismo, la
recuperación del pasado, la revalorización del territorio y el reforzamiento de los vín-
culos territoriales. Como ya venía sucediendo, algunos autores hacen hincapié en la
unidad territorial latinoamericana, mientras que otros esbozan argumentos naciona-
les excluyentes para con el resto de los países latinoamericanos. En la diferencia de
posiciones se observan los eclecticismos propios de todo momento de transición y
de todo proyecto de Nación que empieza a pensarse desde el continente americano.

Esta heterodoxia puede observase en autores tales como el propio José Ingenieros
de tradición positivista durante buena parte de su vida:

› “hemos entrado a la vida en tiempos nuevos, y queremos construir


nuestra propia ideología, cuyas líneas generales conocemos aunque no
podamos definir sus formas precisas”.3

El quiebre se origina en la búsqueda de un pen-


samiento propio, que en el caso de Ingenieros
se suma el afán por elaborar un pensamiento
de carácter original que no copie categorías
acríticamente tal cual lo formulaba el positivis-
mo. Sin embargo, en Ingenieros la limitación
José Ingenieros (1877-1925) termina cayendo en el positivismo, al considerar
Médico, psiquiatra, escritor, que el pensamiento debe ser novedoso sin con-
docente, filósofo italo-argentino templar las raíces hispano criollas.

2. Por dominación semicolonial entendemos la injerencia de Gran Bretaña en nuestra estruc-


tura económica sin ocupación directa territorial, es decir, una dependencia consentida.

3. PIÑEIRO IÑIGUEZ, C. (2006): Pensadores Latinoamericanos del siglo XX: ideas, utopías
y destino. Buenos Aires: Siglo XXI.

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Desde este liberalismo crítico surge la figura de Alejan-


dro Korn, considerado durante este período como "el filó-
sofo nacional". Su crítica al positivismo se da en la nece-
sidad de lo que el autor considera como "libertad crea-
dora": su liberalismo radica en que la libertad de crea-
ción se encuentra en todos los hombres del mundo por
igual y América no es la excepción. De ahí la crítica a la
incorporación acrítica de ideas.

Alejandro Korn Surgen también voces que intentan esbozar una mirada
1860-1936 diferente a nivel continental, entre ellas la del mexicano
José Vasconcelos. Frente a un sistema económico que
naturaliza las desigualdades y en vista de ciertas matri-
ces con sesgos racistas inscriptas en el positivismo, ten-
dientes a alimentar el segregacionismo entre las diferen-
tes regiones y a una Europa que ya presentaba signos
de barbarie, Vasconcelos reivindica el proceso de mes-
tizaje.4 Sostiene el mexicano: “Las circunstancias
actuales favorecen en América el encuentro interétni-
co”. Por otra parte, Vasconcelos recurre a un sugerente
título para encabezar su obra: La raza cósmica. Misión
de la raza iberoamericana.

Similar recorrido transitará el ya citado Manuel Ugarte, uno de los primeros pro-
motores de la unidad latinoamericana, basándose en un conocimiento profundo
de la realidad continental cimentado a partir de numerosos viajes y conferencias
en los diferentes países de América. Para esta época, exclama Ugarte valorando
el mestizaje:

› “Somos indios, españoles, negros, pero somos lo que somos y no que-


remos ser otra cosa”.5

La recuperación de un pasado integral e integrado es acompañada por la denun-


cia de un fenómeno que comienza a aparecer en algunos escritores nacionalistas
del período: el imperialismo. Ugarte alerta sobre la amenaza que implica el creci-
miento del poderío norteamericano y la propagación de la Doctrina Monroe, que
considera exclusivamente funcional a los intereses norteamericanos.

4. VASCONCELOS, J. (1925): La raza cósmica. Página Dura Ediciones, s/f. p.1. Este texto
puede ser ubicado a partir de una búsqueda en Internet.

5. GALASSO, N. (2001): Manuel Ugarte y la lucha por la unidad latinoamericana. Buenos


Aires: Editorial Corregidor, p.215.

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James Monroe alcanzó la presidencia de Estados Unidos en 1817, una


de sus principales líneas políticas fue la llamada “Doctrina Monroe”,
cuyo espíritu se sintetiza en la frase “América para los americanos”
dónde se resalta que los países americanos se debían a sí mismos y así
lo advierte a las potencias europeas que pretendieran invadir el conti-
nente. De esta forma, se sentaban las bases de lo que más tarde se
conoció como las políticas de las esferas de influencia: Monroe indica-
ba ya entonces cuál sería considerado el “patio trasero” de los nuevos
estados del norte de América.

Detrás de esta doctrina se esconde un rasgo de superioridad que, según Ugarte,


coloca a los Estados Unidos como un líder natural de la región con la misión de
llevar su civilización hacia las atrasadas sociedades latinas. Esta perspectiva no es
más que una variante continental de la antinomia civilización-barbarie.

Ugarte advierte, además, que la colonización no se opera únicamente mediante la


apelación a lo militar, sino que resulta intrínseca al mismo régimen económico que
promueve el imperialismo. La situación de los proveedores de materias primas e
importadores de manufacturas genera un nuevo tipo de relación asimétrica que se
denominará semicolonial (categoría que se adaptará a nuestra realidad y que
encuentra origen en el pensamiento de Lenin). En la Argentina, surgirá una inte-
resante prédica anticolonialista (en tanto antibritánica) que tendrá entre sus prin-
cipales mentores a Julio y Rodolfo Irazusta y, breve tiempo después, a José Luis
Torres y a Ramón Doll, entre otros.

Krausismo

La reacción antipositivista también se explicó por la emergencia del krausismo, una


corriente de pensamiento inspirada en el romanticismo europeo que surgió a partir
de mediados del siglo XIX en Europa y que, considerada por Juan B. Alberdi como
“espiritualismo”, tuvo su primer contacto en nuestro país con la Generación del ’37.
Luego de 1890, esta corriente de pensamiento encontró puntos de fusión con el
positivismo. A pesar de que muchas matrices de pensamiento surgieron en forma
reactiva al positivismo, terminaron encontrando puntos de contacto con éste: de ahí
el carácter ecléctico de muchas de ellas. El krausismo no escapa a esta lógica.

Con el krausismo comienza el eclecticismo de cátedra, donde se rechaza tanto el


sensualismo como el panteísmo y se predica un racionalismo moderado que no pre-
tende en ningún momento oponerse a la religión positiva imperante. A través del
eclecticismo, ingresó en el Río de la Plata la filosofía escocesa del sentido común,
la filosofía alemana6, la cual tiene una filiación directa con el historicismo que per-
meaba los orígenes de la Generación del ’37: la influencia de Herder en los hombres
del ’37, como en los krausistas que acompañaron este ideario, fue fundamental.

6. http://www.ensayistas.org/filosofos/argentina/roig/krausismo/1.htm

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Al llegar al final del siglo XIX la influencia del krausismo viene directamente de
España. De esta manera el krausismo español repercute en autores mencionados
anteriormente tales como Korn e Ingenieros, pero también en el yrigoyenismo. El
krausismo en este período se levanta contra las consecuencias del liberalismo que
dejaba la articulación de la sociedad en manos del mercado. En el yrigoyenismo
se encuentra la impronta directa del krausismo ya que el autor considera el pro-
grama de su partido como “La Reparación Nacional”, y precisamente la palabra
“reparación” conduce directamente al krausismo: este fue siempre un término
sensible para el mundo criollo ya que remitía a Juan Manuel de Rosas.

Con el aporte del krausismo español se recupera el acervo de las tradiciones jesui-
tas en la política desplazando la preeminencia del positivismo que fomentaba las
posiciones individualistas. En un momento en que circulan las prácticas de la filo-
sofía materialista llevada a cabo por partidos políticos de matriz europea –tales
como el Partido Socialista o incluso el anarquismo– el Krausismo viene a poner
coto a estas modas europeas. La filosofía contenida en su programa presupone:

› “la idea trascendental del origen divino de la personalidad humana, de


la que se deriva la fecunda doctrina de la solidaridad social cuya hon-
rada aplicación puede resolver el problema de la injusticia económica
que soportan las masas populares, que es el tormento y la inquietud
de la civilización moderna”.7

Revisionismo histórico

La reacción antipositivista permitió pensar una “filosofía nacional”: de hecho, Ale-


jandro Korn era considerado como “el filósofo nacional”, a pesar de no mostrar una
ruptura concreta con el positivismo.

Durante la hegemonía positivista, la tendencia dentro de la actividad historiográfi-


ca radicaba en la divulgación de la historia oficial, un relato tallado por los vence-
dores de Caseros y Pavón que encontró en Bartolomé Mitre y un grupo de hom-
bres cercanos a el su mentor principal. Este tipo de historia consistía en ocultar la
procedencia de nuestro pasado indo-hispano-criollo, construyendo relatos que
apuntaban a imitar instituciones ajenas a nuestra realidad. Se pensaba la historia
desde Buenos Aires. Nacía una historiografía preocupada por el pasado mestizo
que debía ser borrado.

La historia oficial era un nuevo ensayo de tabla rasa contra los sectores populares
y permitía la consolidación de un modelo de país que:

garantizaba la dependencia consentida de Inglaterra

7. CABALLERO, R. (1951): Yrigoyen. Buenos Aires: Raigal.

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naturalizaba el lugar de la Argentina dentro de la división internacional del trabajo


desacreditaba las actividades industriales
aceptaba la dominación imperial
revalorizaba la actividad ganadera: era la época en que la Argentina era con-
siderada “el granero del Inglaterra”

En el contexto de reacción positivista, el primer historiador que viene a cuestionar


el modelo historiográfico clásico, quizás sin proponérselo, es Adolfo Saldías, quien
a pesar de pertenecer al círculo mitrista y tener como lugar de referencia al Club
del Progreso –epicentro de reunión de la elite dirigente de la época–, elabora una
obra que significa un auténtico quiebre en materia historiográfica.

Saldías formuló un trabajo que no consistió en la divul-


gación de verdades proféticas: simplemente realizó una
tentativa de “historia de la Confederación argentina y del
período rosista” en donde tuvo “la idea” de utilizar una
fuente primaria como la hija del Restaurador y los docu-
mentos oficiales que el mismo Rosas le había legado.
Esta práctica no era común ya que Mitre, según es reco-
nocido, trastocó ciertas fuentes primarias para modelar
Adolfo Saldías sus relatos historiográficos.

Continuaron la línea de Saldías apellidos de la talla de


Quesada, tanto Vicente como Ernesto su hijo, quienes
fueron precursores en cuanto a la denuncia a la histo-
riografía oficial y presentaron una postura definitivamen-
te rupturista. Vicente Quesada se encargó de hacer visi-
ble el rol de la política imperialista
de Brasil, aliado natural del mitris-
mo en su aventura bélica en “la
Vicente Quesada Guerra de la Triple Infamia”. Ernes-
to Quesada avanzó en una biogra-
fía de Rosas. Al igual que Saldías, Quesada no tenía como
objetivo revalorizar la figura del Restaurador sino simplemen-
te abstraerse de los vicios de la historiografía mitrista que
descargaba un arsenal de odio contra Rosas. Ernesto Quesada

Los caudillos del interior seguían asociados al retraso y al


oscurantismo del mundo hispano criollo. En este sentido,
es David Peña quien logra quebrar esta tendencia dando
un claro ejemplo de un cambio de paradigma que se da
en la coyuntura de la reacción antipositivista: el historiador
realizó un trabajo sobre la figura de Facundo Quiroga, cau-
dillo denostado por la antinomia “civilización y barbarie”.

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La década del ‘30 debe ser vista, también, como una reacción al liberalismo, ya
no de tinte positivista, sino una crítica marcada hacia la situación de dependencia
consentida que entraba en crisis durante ese decenio. Como vimos anteriormente,
el aporte del revisionismo fue fundamental durante este período que surge como
crítica hacia la historiografía oficial, pero especialmente como una crítica política
hacia el liberalismo económico.

Algunos de los autores que sobresalieron en este período encuentran en la figura


de Rosas un articulador en sus producciones: fue Carlos Ibarguren, por ejemplo, un
protagonista central de esta corriente durante este período. El historiador ve en
Rosas al garante del orden y la continuación de la tradición hispánica. A pesar de
la recuperación de la figura del Restaurador –prócer fundamental en la defensa de
la soberanía nacional– la línea revisionista que representa Ibarguren está cargada
de cierto conservadurismo de rasgos reaccionarios y el apoyo que tuvo en un pri-
mer momento a la dictadura de Uriburu lo llevó a tomar posiciones de esa índoles.

Forman parte de este período autores como los hermanos Irazusta, que articulan
una impronta claramente revisionista en la que se manifiesta también la denuncia
al imperialismo inglés y su influencia en la economía argentina (esta denuncia se
observó en la publicación de La Argentina y el imperialismo británico).

Por su parte, arribó al revisionismo Manuel Gálvez, un hombre proveniente de la


literatura. Su aporte historiográfico se vincula fundamentalmente con la posibilidad
de fusionar el género literario con el histórico: son recordadas las biografías de Gál-
vez sobre Yrigoyen, Rosas, Sarmiento y Aparicio Saravia.

Siguiendo con hombres que formaron parte del revisionismo histórico durante la
década del ’30, se encuentra la figura de Ernesto Palacio, quien a través de la
denuncia realiza una compilación de la historia argentina desde 1515. En tono
acusatorio también aparece la presencia de Ramón Doll. Él mismo imputa a la
intelectualidad semicolonial y lo que destaca a Doll en ese momento es que fue
uno de los primeros en criticar abiertamente a Mitre:

› “Su presidencia fue una verdadera dictadura militar ensangrentada,


por sus fieles lugartenientes uruguayos (Sandez, Arredondo, Flores,
Rivas) enviados al interior para pacificar las provincias y someterlas al
liberalismo y a la civilización”.8

Vale mencionar que si hay un elemento que agrupa a estos historiadores es que la
mayoría nació alrededor de 1900, con lo cual forman parte de la Generación del
’40, cuyas obras fueron fundamentales para entender el segundo movimiento
nacional de masas llamado peronismo.

8. DOLL, R. (1932): Liberalismo en la literatura y la política. Buenos Aires: Editorial


Claridad.

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La actividad revisionista a mediados de la década del ‘30 logra institucionalizarse


primero a través del Instituto de Estudios Federalistas creado en la Provincia de
Santa Fe y luego a través de la formación del Instituto que llevara el nombre de
“Juan Manuel de Rosas”.

Gracias a las publicaciones de este Instituto, se puede poner al servicio de la opi-


nión pública la gesta de la Vuelta de Obligado, suceso ocultado por la historia ofi-
cial que siempre se encargó de mostrar una relación amena con Inglaterra.

A pesar de estos intentos por recuperar la lucha por la soberanía que impulsó el
gobierno de Juan Manuel de Rosas, hasta ese momento cuesta encontrar autores
que reivindiquen la actividad de los caudillos del interior. El corolario a esta ver-
tiente historiográfica que da batalla durante la Década Infame son los aportes de
FORJA: en ellos fundamentalmente puede verse la denuncia del imperialismo
inglés y su vínculo con la oligarquía local.

Si bien es aún muy joven durante la década del ‘30, surge otro histo-
riador que marca una época a través de un análisis profundo de nues-
tra situación dependiente: este es José María Rosa, que ya hemos pre-
sentado Este autor logra plasmar su obra durante el peronismo y, sobre
todo, durante el período conocido como “Resistencia Peronista”. For-
man parte de su producción libros tales como: La caída de Rosas, Riva-
davia y el imperialismo financiero, La guerra del Paraguay y las mon-
toneras argentinas, entre otros. El aporte del “Pepe” -como era cono-
cido por sus íntimos- fue fundamental en el período de proscripción
del peronismo ya que las denuncias históricas que realizó a través de
sus obras eran insumos para una militancia social y política: en ellas
analizaba la coyuntura en torno a la situación de dependencia que ago-
biaba a nuestro país.

Vale mencionar que el éxito masivo de este revisionismo peronista se da luego del
golpe de Estado de 1955. La propaganda oligárquica se esforzó en vincular la figu-
ra de Rosas con la de Perón asimilando ambos períodos con una forma de con-
ducción déspota, alejada de formas republicanas inspiradas en los postulados de
la Constitución del ‘53. La oligarquía se encargó de trazar un paralelismo entre las

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bases sociales que respaldaron a ambos conductores: así los “cabecitas negras”
denigrados por la elite pasaron a ser una reedición de la barbarie.

El gobierno de Aramburu se definía a través de la línea "Mayo-Caseros" y preten-


día recuperar una versión de la historia de perfil liberal. Desde este punto es que
puede comprenderse la emergencia y la masiva difusión en el contexto de Resis-
tencia que tuvo la historiografía defendida por el Pepe Rosa. Norberto Galasso
parafrasea a Arturo Jauretche y sostiene

› “Irónicamente, quien más hizo por difundir el revisionismo histórico


fue el Almirante Rojas con su implacable odio a las masas peronistas,
ligado a su fervorosa admiración por Rivadavia y Mitre”.9

En paralelo a este revisionismo peronista, surge una matriz revisionista llamada


federal/provinciana.

Revisionismo Federal e Izquierda Nacional

Hasta 1945, en materia historiográfica los sectores de izquierda se vieron más


identificados con la historia oficial que con el revisionismo. A pesar de esto, un
pequeño grupo trotskista realizó una interpretación diferente de los hechos del 17
de octubre y, a partir de ella, reformularon posiciones historiográficas marxistas.
De tal trabajo surgió el Revisionismo Federal o Provinciano.

Más allá de esto, la corriente federal del revisionismo encuentra un


anclaje en la figura de Alberdi y luego en la de Manuel Ugarte, siendo
Jorge Abelardo Ramos su máximo exponente. De los trabajos de Ramos
surge una serie de conceptos que permitieron explicar la situación de
dependencia: las nociones de semicolonia, balcanización, América Lati-
na un país, bonapartismo, etc.

Hasta 1955 la Izquierda Nacional no se había institucionalizado. Sin embargo, para


1945 muchos de los hombres que iban a confluir en ese espacio repartían Lucha
Obrera, un periódico político defensor del ascenso del peronismo y diferente del
resto de las izquierdas tradicionales, también llamadas cipayas, ya que durante los
dos conflictos bélicos mundiales tomaron decisiones aliadófilas en oposición a las
posiciones neutralistas que -según autores de la corriente revisionista - favorecían
comercialmente a nuestro país.

Lo novedoso de esta corriente es que logra utilizar un método marxista de inter-


pretación de la realidad y, aun así, no cae en razonamientos influenciados por ideo-
logías extranjeras: el método marxista se aplica a un caso concreto que es una

9. GALASSO, N. (2011): Historia de la Argentina. Buenos Aires: Colihue, p. 49

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lectura nacional de la realidad argentina. El aporte de esta formación política fue


fundamental. Al igual que los hombres de FORJA, los hombres de la Izquierda
Nacional gravitan a través de su producción comprometida con el Pensamiento
Nacional.

La vinculación entre el Revisionismo Federal y la Izquierda Nacional fue innegable


a lo largo de la historia. Esta cosmovisión historiográfica permitió recuperar el pro-
tagonismo de los sectores populares en los procesos independentistas, lo que sig-
nificó un giro epistemológico en el estudio historiográfico.

Una de las principales contradicciones que encuentra el Revisionismo Federal para


explicar el siglo XIX es la tensión entre Buenos Aires y el interior mediterráneo; al
focalizar desde el interior, hay una recuperación del caudillo y, con ella, de la tra-
dición criolla. A diferencia de otras izquierdas internacionalistas, el Revisionismo
Federal destaca el rol de la Iglesia católica en los procesos independentistas. De
esta manera, al recuperar la figura del caudillo y de la Iglesia se separa de la con-
cepción iluminista que mostraba una clara aversión a todo lo vinculado con el pasa-
do español.

El Revisionismo Federal construye en la figura de Mitre el ideal donde depositar


buena parte de la tragedia nacional: en éste se condensa el modelo del librecam-
bio y el ingreso irrestricto del capital inglés; en otra palabras, se institucionaliza el
modelo de dependencia consentida que el Revisionismo Federal y la Izquierda
Nacional consideran semicolonial.

Ahora, para poder ir cerrando este tema vamos a recomendar dos materiales de
consulta que ofrecen datos interesantes sobre la cuestión social y los hechos polí-
ticos que atraviesan esta primera etapa del Siglo XX:
1. Audio correspondiente a un Programa de Radio Nacional, cuyo tema central
refiere a las protestas lideradas por militantes anarquistas en la Buenos Aires de
1907
https://www.youtube.com/watch?v=z70bxd6srQg

2. Video "Huelga de inquilinos"

https://www.youtube.com/watch?v=-PbFDhKFlWg

14
PENSAMIENTO NACIONAL Y
AUTORREFLEXIÓN.
OLIGARQUÍA. SEMICOLONIA.
INDEPENDENCIA NOMINAL Y
DEPENDENCIA REAL.
MOVIMIENTO NACIONAL.
COLONIZACIÓN PEDAGÓGICA.
EL “MEDIO PELO” Y LAS “ZONCERAS”.
LO MESTIZO - LO MULTÍGENO.
NACIONALISMO Y SER: LA CUESTIÓN
FILOSÓFICA EN EL SER NACIONAL.

Pensamiento Nacional y Autorreflexión

› “La dura tarea de desaprender las categorías europeas para empezar a


pensar categorías propias”.

Hasta aquí, hemos visto cómo una de las características de esta corriente de pen-
samiento es que contiene una matriz resistente. Agregamos además, que dicha
matriz –no obstante su sustrato rebelde– con el tiempo fue asumiendo formas pro-
positivas, luego resignificadas en categorías con cierta pretensión de originalidad.
Podemos observar, entonces, una resistencia tenaz a las doctrinas importadas y,
en paralelo, la pugna por “formas de autoconocimiento”, condición necesaria para
obtener autonomía reflexiva.

Los representantes de esta matriz autodenominada “nacional”, al considerar que


las categorías europeas no ofrecían perspectivas acabadas para comprender la
problemática argentina ni regional, irán avanzando hacia una instancia de reflexión
que les permitirá un desarrollo teórico propio. En tal sentido, aspirarán a construir
una matriz teórica integrada por categorías pretendidamente originales con el fin de
interpelarnos desde lo político, lo económico, lo cultural, lo social y lo histórico.

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En esta unidad avanzaremos en el proceso de autorreflexión, instancia que, según


autores como Jauretche, implica desaprender ciertas formulaciones subyacentes
a un sistema de pensamiento que, a su criterio, en aquel entonces garantizaba la
dependencia. Para los integrantes de esta corriente, algunas de las construcciones
ideológicas incorporadas acríticamente cumplen el rol de ocultar o deformar aspec-
tos de la realidad, conduciendo a quienes las asimilan hacia procesos de alinea-
ción intelectual.

La noción de autorreflexión nos permite encontrarnos con categorías omitidas por


la colonización pedagógica y con conceptos que logran quebrar un pensamiento
colonial establecido. Por lo tanto proponemos un recorrido por conceptos que die-
ron forma a la instancia autorreflexiva, partiendo de algunas categorizaciones pro-
venientes de las relaciones de producción: oligarquía terrateniente, semicolonia y
movimiento nacional. Luego nos aproximaremos a aquellas nociones que, para los
pensadores nacionales, dan cuenta de la existencia de un sistema (o dispositivo)
cultural, pedagógico e ideológico que contribuye a garantizar la dependencia de
nuestro país. Nos referiremos además, a ciertas modalidades de resistencia cultu-
ral y analítica que permiten desarrollar un sistema de autorreflexión a partir de cate-
gorías como: zonceras, medio pelo, intelligentzia y colonización pedagógica. Por
último, presentaremos aquellos conceptos que se fueron incorporando paulatina-
mente a los análisis filosóficos locales, como los de conciencia nacional y ser nacio-
nal, ya que, como sostuvo en alguna oportunidad Juan José Hernández Arregui:

› “La verdadera independencia de una nación comienza a materializarse


cuando su comunidad comienza a generar una filosofía
independiente”.10

La autorreflexión: herramientas conceptuales

Oligarquía terrateniente

La autorreflexión, dentro de su caja de herramientas conceptuales, nos ofrece a tra-


vés de la definición de oligarquía terrateniente el conocimiento de un actor social que
adquirió un rol preponderante durante un considerable período de nuestra historia.

La oligarquía emergió como el sector social beneficiario de la dinámica imperialis-


ta y de la división internacional del trabajo. En Argentina, para el Pensamiento
Nacional, el conglomerado que la constituyó estuvo conformado por aquellos sec-
tores dedicados a la actividad agrícola-ganadera. Este sector fue configurando un
nítido perfil terrateniente, dado que se encontraba integrado, en esencia, por deter-
minadas familias que -por razones políticas y económicas- concentraban inmensas
extensiones de tierra.

10. Ver en PESTANHA, F. J. (2006): ¿Existe un Pensamiento Nacional? Buenos Aires:


Ediciones FABRO.

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Al presentarse como legítimos


dueños de las riquezas natura-
les, dicho sector encontró la jus-
tificación para fundar su carác-
ter patricio y dominante, perfil
que se propuso extender a sus
sucesivas generaciones. Para
entender el surgimiento y la
consolidación del mismo, será
preciso observar, entre otros
El Jockey Club de Buenos Aires, fundado el 15 factores, la división internacio-
de abril de 1882. nal del trabajo, las consecuen-
cias de la independencia nor-
teamericana y la necesidad del Imperio Británico de contar con un régimen de
provisión de materias primas para sostener su revolución industrial.

La tenencia de la tierra fue acompañada


por una extraordinaria calidad de la tierra
y por la aptitud del clima, lo que originó,
para autores como Scalabrini Ortíz, un
comportamiento parasitario y ausentis-
ta. Su carácter parasitario se observaba
en el hecho de que sus pingües ganan-
cias no eran reinvertidas en la ampliación
de capital fijo -es decir, en la industria-
sino que, en incontables oportunidades,
se derrochaba en viajes, en especulación
financiera y en gastos suntuarios, tales
como la construcción de palacios, etc.
Gran parte de sus principales exponen-
tes, dueños de enormes extensiones de
Caras y Caretas fue un conocido tierra, pasaban sus días en Europa y es
semanario argentino que se publicó aquí donde surgirá la imagen que queda-
entre 1898 y 1941. Hubo dos versio- rá inmortalizada posteriormente: la de
nes posteriores con el mismo nombre, “tirar manteca al techo”.
en 1982 y en 2005.

En resumen, al analizar el concepto de oligarquía, un importante núcleo de inte-


lectuales del Pensamiento Nacional describe a dicha clase como la dueña de un
poder económico que se sustentó en una alianza estratégica con Gran Bretaña y
que tuvo una influencia notoria en la conformación del poder político, jurídico y
militar. Fue, además, impulsora de un currículo educativo que atravesará vertical-
mente todas las clases sociales de manera capilar. Bajo este sistema, la oligarquía
presentará sus intereses particulares como intereses generales.

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Semicolonia. Independencia nominal y dependencia real

Durante la primera mitad del siglo XX, los pensadores nacionales realizaron impor-
tantes esfuerzos con el propósito de denunciar la relación de dependencia exis-
tente en nuestro país con el Imperio Británico, pero observaron además, que la
Argentina no se identificaba directamente con la metrópoli londinense como lo
hacían aquellos países ocupados de facto por fuerzas cívico-militares imperiales,
tales como Egipto e India. De esta reflexión, surge una matriz de análisis que con-
duce a la noción de semicolonia, concepto que si bien fue concebido por Vladimir
Lenin, fue resignificado por los autores nacionales, para dar cuenta en forma más
acabada, de nuestro estatus en el plano internacional.

Inglaterra –como potencia emergente– se expandió no solo a través de la ocupa-


ción directa, sino también, articulando vínculos económicos con naciones perifé-
ricas como Argentina. Nuestra relación con la metrópoli se configuró bajo el estatus
de semicolonia, lo que presuponía que Inglaterra “respetaba” la independencia
nominal obtenida hacia 1816. Para los Pensadores Nacionales, tal institucionalidad
era una mera formalidad republicana y representará -con posterioridad a la cons-
titución del Estado Nacional en 1853-1860- una “máscara” encubridora de la
sumisión del país a los designios colonialistas.

La influencia de la metrópoli, afectará a los centros de decisión económica de nues-


tro país. Los capitales europeos pero principalmente británicos se fueron adueñan-
do, sutilmente, de los principales resortes de gestión económica de una Argentina
reducida al rol de “granja proveedora”. Bancos, flota mercante, seguros, puertos
y ferrocarriles fueron puestos en función de este régimen extractivo. Y los benefi-
cios ingresados al estado vía impuesto aduaneros, a partir de este modelo de inter-
cambio, fueron reinvertidos en la “modernización del estado”. El carácter opresivo
del estatus semicolonial determinará una relación antagónica y excluyente: impe-
rialismo-nación.

Una premisa fundamental que atraviesa toda la obra de Hernández


Arregui es la contradicción principal de la sociedad argentina: impe-
rialismo-nación. De allí, surgirá posteriormente otra: “Patria o Colonia”
resignificada posteriormente en liberación o dependencia. De esta con-
tradicción que menciona Arregui, emergerá el reconocimiento de la
cuestión nacional que ella presupone, es decir la cuestión social a
resolver. De tal contradicción y de la “cuestión social” que comenzará
a germinarse durante las últimas décadas del siglo XIX, brotará uno de
los principales cuestionamientos al régimen centralista y oligárquico
que había hegemonizado el poder durante décadas.

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Movimiento Nacional

A diferencia del esquema de conflicto tradicional europeo, donde los sectores


sociales antagónicos eran la burguesía y el proletariado, para los integrantes de
esta corriente, es debido a nuestra condición semicolonial que el enfrentamiento
se complejiza aún más, ya que la clase dominante no se desenvuelve a la manera
europea, sino que se trata de una clase parasitaria que no reinvierte su ganancia,
que sólo se dedica a gerenciar la renta que le otorga la posesión de la tierra y que
goza de tal beneficio, gracias al vínculo comercial con Inglaterra. Es decir, cumple
un rol meramente intermediario.

Cabe señalar que este razonamiento no es coincidente en todos los


autores, en especial para aquellos que cuestionando el colonialismo
desde una perspectiva tradicionalista, no cuestionaban el orden social
establecido.

De esta manera, la salida progresiva del conflicto social inherente en la sociedad


oligárquica, no será la lucha por la supremacía de una clase social sobre otra, sino
la consolidación de un movimiento cultural y político que planteará como objetivo
primario la ruptura de las cadenas de dependencia y que contendrá a diferentes
sectores sociales.

En la práctica, el movimiento, estará integrado por la pequeña y mediana burgue-


sía, sectores obreros, campesinado, trabajadores organizados, partidarios desen-
cantados de la izquierda tradicional, empresariado local, el ejército, arrendatarios,
peones, sectores de la Iglesia y empleados estatales. El surgimiento del Peronismo,
como una nueva fase del Movimiento Nacional, implicará para muchos autores un
movimiento de liberación, que contendrá una impronta que emerge de la contra-
dicción nación-imperio. Otros integrantes de esta corriente cuestionarán esta carac-
terización.

Como mencionamos, la autorreflexión es un esfuerzo por crear categorías que per-


mitan pensar la realidad nacional sin preconceptos. El carácter periférico no se da
solamente por una dominación económica, sino también, por una sujeción simbóli-
ca. En otras palabras, por una forma de pensamiento estructurada por una elite
dirigente que pretende denostar lo propio. Esta elite, para autores como Fermín
Chávez, adoptará categorías acríticamente y fomentará un modo de pensamiento
importado desde Europa y sin tamiz. No obstante, el mismo autor establecerá dife-
renciaciones y demostrará que aún en el marco de una hegemonía cultural se
encuentran reflexiones heterodoxas.

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Colonización pedagógica

Continuando con este desarrollo de algunas de las categorías a las que el Pensa-
miento Nacional recurrió para explicar las estructuras de conocimiento -generado-
ras de sentido- a las que apeló la elite dirigente, cabe mencionar las observaciones
de algunos autores de esta corriente en cuanto a que, la dinámica colonial se mani-
festaba no sólo en el plano de lo económico y de lo político. Lo cultural aparecerá
inmediatamente y, en particular, en la estructura formativa de las jóvenes genera-
ciones. Allí creyeron encontrar las claves indispensables para comprender la repro-
ducción de los mecanismos de dominación y surge entonces, la idea de coloniza-
ción pedagógica.

Para ciertos integrantes de esta corriente de pensamiento, la estructura de la colo-


nización pedagógica constituye un fenómeno específico por el cual las elites expre-
san, conciente o inconscien-
temente, los intereses de un
sector social determinado –la
oligarquía– asociados a una
metrópoli, para lo cual es
preciso hegemonizar desde
el comienzo la formación
pedagógica.

El dispositivo pedagógico
será un reaseguro de la per-
petuación del privilegio de los
Un aula normal del milnovecientos... sectores dominantes y, por
Democratización y disciplinamiento en la escuela ende, de la metrópoli. Dicha
pública y estatal. Del Museo de las Escuelas colonización se encuentra
Fuente: http://www.buenosaires.gob.ar/ formada por una educación
primaria que se centrará en
una formación cosmopolita y universalista que ocultará, en lo posible, cualquier
acercamiento hacia ese pasado heterodoxo y bárbaro constituido por la tradición
indo-hispano-criolla. En definitiva, se promoverá un tipo específico de ciudadanía
con ciertos aspectos despectivos hacia lo propio.

Uno de los referentes del Pensamiento Nacional


que mejor describió la estructura de la coloniza-
ción pedagógica fue Arturo Jauretche, autor de
Los Profetas del Odio y la Yapa. Allí sostenía: No
tenemos literatura de pioneros y el hijo del país
desconoce cómo se ha creado el suyo, la transfor-
mación de su naturaleza, de sus instituciones, de
su población. Y si lo conoce es por sus cabales, a
pesar de la escuela y más por su experiencia de

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rabonero y malas compañías11. En esta cita, Jauretche resume cuál era el efec-
to de la colonización pedagógica que alejaba al niño del vínculo con sus tradi-
ciones, creando un sujeto universal sin historia local.

El sector que garantizó el funcionamiento de la colonización pedagógica es cono-


cido como la intelligentzia, que se encargó de promover y promocionar los apor-
tes del romanticismo, del racionalismo, de la ilustración y del positivismo, presen-
tándolas como doctrinas válidas para la conformación del conocimiento humano:
la razón universal llegará a la Aduana de Buenos Aires, expandiéndose luego por
las capitales provinciales y será erigida como la única capaz de entender la reali-
dad. Al utilizar la razón iluminista como herramienta exclusiva para garantizar el
conocimiento, los aportes historicistas fueron relegados. De esta forma, se fomen-
taba la enseñanza de un “país sin pasado”, generando una conciencia de lo nacio-
nal atrofiada.

Integrantes de esta corriente desnudan la desviación de esta intelligentzia incapaz


de comprender el carácter mestizo, heterogéneo y heterodoxo de nuestro ethos
cultural.

En definitiva, la colonización pedagógica, con su ideario a cuestas, condujo a la


formación de “habitantes del mundo” por sobre los ciudadanos comprometidos
con una realidad específica. Esta mirada, permitió que autores como Jauretche
desenmascararan el culto al individualismo, propio de la doctrina liberal, que ubica
al individuo por encima de lo nacional y a lo individual por encima de lo colectivo.

El “medio pelo” y las “zonceras”

El concepto de medio pelo da cuenta de una tendencia hacia la imitación de deter-


minados comportamientos que implica, como señala Jauretche:

› “adoptar una posición equívoca de la sociedad, la situación forzada de


quien trata de aparentar un estatus superior al que en realidad posee”.

No debe confundirse este concepto con el de clase


media acuñada por la sociología clásica. El fenómeno
sobre el que reflexiona Jauretche se relaciona con una
modernidad desbocada y con el ingreso de Argentina a
un orden de sustitución de importaciones donde se
afianza el mercado interno, con posibilidad de movilidad
social ascendente. Es decir, un momento en que los
valores del país agro-ganadero comienzan a diluirse. El

11. JAURETCHE, A. (2011): Los profetas del odio y la yapa. Buenos Aires: Corregidor, p.
113.

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surgimiento del medio pelo fue posible gracias a una forma-


ción pedagógica que situó al individuo mucho más cerca del
lugar de consumidor que en el de una ciudadanía compro-
metida con su realidad. En consecuencia, el medio pelo se
encuentra interpelado por la máxima que expone Jauretche:
“lo que es ‘bien’ hoy, deja de serlo mañana”. Ana Jaramillo
por su parte, propondrá para estos tiempos un “proceso de
sustitución de ideas”, a fin de consolidar un pensamiento
propio desde nuestra América.

Bien vale aclarar que debido al fenómeno de la semiosis ilimitada la autonomía abso-
luta en materia de pensamiento constituye un imposible teórico. Al decir de Eliseo Verón
“todo texto es en realidad consecuencia de otro texto”. En ese sentido, la intertex-
tualidad es un dato de la realidad insoslayable. No obtente ello, debe aclararse que
el objetivo de desarrollar un pensamiento propio no se contradice con este fenómeno
ya que, como sostiene Jauretche, tanto la adaptación como la adopción crítica cons-
tituirán elementos válidos para integrar una matriz como la que se propone.

El medio pelo es producto de la colonización pedagógica basada en la repetición


acrítica de conceptos, es decir, una imitación que no contempla -y menos aún valo-
ra- los aportes culturales locales.

Con el medio pelo, para autores como Jauretche, quedaba garantizada la tarea de
la colonización pedagógica: generar sujetos que, desde la más tierna infancia, tien-
dan a imitar conductas en vez de tener actitudes creadoras.

Las zonceras también se encuentran moldeadas por la colonización pedagógica,


ya que funcionan como repeticiones presentes desde nuestros primeros años.
Como veremos, la zoncera madre se expresó en la dicotomía "civilización o barba-
rie", donde lo bárbaro se identifica con lo propio y lo civilizado con lo ajeno. Es
decir, sin una colonización pedagógica garante de un tipo de formación escolar
iluminista, esta dicotomía no tendría sentido.

Hay aquí, en términos de Fermín Chávez, una verdadera inversión de los supues-
tos culturales. En definitiva, las zonceras se orientan a distorsionar la formación
pedagógica y a reforzar el desapego a la tradición histórica y cultural local, favore-
ciendo el esquema de dominación. El efecto que persiguen las zonceras es la auto-
denigración colectiva.

Lo mestizo - lo multígeno

Como bien sabemos, el elemento que distinguió el proceso de expansión europea


en Sudamérica fue el mestizaje. A diferencia de lo sucedido en el Norte del conti-
nente, los españoles no desarrollaron tabú sexual alguno a la hora de vincularse
con el universo nativo. De más está decir, que esta unión cuantiosa fue producto
de la violencia y no del consenso, ya que sólo en contadas ocasiones el consenso

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nutrió el vínculo. Las consecuencias de este fenómeno fueron manifestándose con


el tiempo y no sólo en los aspectos vinculados a la cuestión étnica. Como bien
enseña Armando Poratti:

› “la imbricación de filosofía y acción resulta en nuestra América de su


mismo carácter esencial de mestizaje. Fue el único lugar donde la
expansión europea mezcló su sangre con las etnias nativas, a lo que
agregaron los africanos y otras fuentes múltiples. El mestizo es, en sí
mismo, una resultante no dialéctica, una unidad de diferencias reales
y tal vez contrarias. La tarea de pensar nuestro continente no podía ser
hecha desde afuera por la filosofía occidental, cuyo aparataje concep-
tual no estaba en condiciones de captar ni las profundidades origina-
rias ni las peculiares contradicciones americanas”12.

Nacionalismo y Ser: La cuestión filosófica en el Ser


Nacional

Anteriormente expusimos cómo desde el Pensamiento Nacional hombres y muje-


res realizaron un trabajo denodado para elaborar herramientas conceptuales que
pudieran analizar la realidad sin acudir a categorías importadas o, en su caso,
mediante un tamiz crítico adaptarlas a nuestra realidad. Pero una verdadera auto-
rreflexión se consolida en la medida en que los pensadores y pensadoras logren
desarrollar una teoría filosófica acerca del ser nacional y la nacionalidad.

A mediados de siglo XIX, con la generación del ‘37, comienza la preocupación por
una filosofía de lo nacional. Esta inquietud puede verse, fundamentalmente, a par-
tir de 1900 en los albores de los festejos por el Centenario de Mayo, cuando algu-
nos intelectuales que, no obstante estar imbuidos por ciertos principios positivistas,
comenzaron a contemplar a la nación como un objeto de estudio y de especula-
ción filosófica. Entre ellas, figuran los debates de José Ingenieros con Alejandro Korn:
ambos discuten en el ocaso del reinado del positivismo, en un momento de reac-
ción antipositivista, lo que les permite romper con tradiciones filosóficas que par-
tían de la creencia absoluta en el conocimiento científico sobre el ambiente social
en el cual se desarrolla este conocimiento.

Al discutir con el positivismo, se acercan a posiciones historicistas, dotando a sus


reflexiones de ubicación espacial y temporal, es decir, comienzan a pensar "La Argen-
tina". En este contexto, Ingenieros publica: “Para una filosofía argentina" en una revis-
ta de filosofía. Si bien estas publicaciones llevan la impronta de una filosofía de la
ciencia, están inscriptas en un clima de preocupación sobre el Ser Nacional. En sus
párrafos hace alusión a la mentalidad nacional y acude a la "experiencia", es decir,
a un conjunto de vivencias que serán el resultado lógico de cien años de historia.

12. PORATTI, A.: Perón filósofo, en http://proyectario.blogspot.com.ar/2015/07/historia-


peron-filosofo-escribe-armando.html?m=0

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Estos escritos también deben ser analizados en tiempo y en espacio: la preocupa-


ción de las elites ante el "aluvión" originado por la inmigración obliga a los pensa-
dores e intelectuales de la semicolonia a pensar una filosofía colectiva que unifique
comportamientos y que refleje ideales colectivos13. De esta forma, desarrollar una
filosofía del Ser Nacional implicaba adoptar una mirada histórica y, fundamental-
mente, suponía proyectarse a sí mismos como argentinos de cara al futuro.

La filosofía posibilita, precisamente, pensarse en perspectiva partiendo de una


mirada que retome el pasado en su totalidad. El hecho de no tomar el pasado en
su totalidad, es decir, no asumir nuestro pasado como multígeno, pudo conducir a
una interpretación desacertada de ciertos intelectuales que aún se encontraban
influenciados por la ideología positivista.

Con el discurrir del siglo, las preocupaciones por la constitución del Ser Nacional
irán variando de acuerdo a los intérpretes que las abreven. Así, para 1930 fue Eze-
quiel Martínez Estrada, entre otros, quien intentó formular interpretaciones filosó-
ficas, en su trabajo Radiografía de la Pampa, considerada por Leopoldo Zea como
"la obra clave de la nueva interpretación de la América a través de la Argentina".

Cabe señalar que Jauretche criticará ferozmente esta obra, inscribiéndola en las
matrices de pensamiento que sustentaron el régimen científico y político que los
pensadores nacionales pretendían impugnar.

Ezequiel Martínez
Estrada (1895-1964)

La crisis del ‘30 condujo a muchos autores a tomar nota sobre la cuestión identi-
taria. Asimismo, la influencia de la literatura juega un rol central en este escrito
que retoma la herencia de Sarmiento pero, también, de José Hernández donde la
tierra y la inmensidad del desierto fueron elementos esenciales para la construc-
ción de la identidad.

Entre los pensadores inscriptos en la matriz del Pensamiento Nacional que promo-
vieron la formulación de una filosofía del Ser Argentino, se encuentra Juan José
Hernández Arregui, quien sostenía que el verdadero sentir de una comunidad debía

13. HERNÁNDEZ ARREGUI, J. J.: ¿Qué es el Ser Nacional?. Buenos Aires, p. 137.

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expresarse en la formación de
un corpus filosófico. En térmi-
nos generales, establecía que
toda comunidad debía aspirar
a la elaboración de una filoso-
fía que diera cuenta de sí
misma, para explicar su pasa-
do y, sobre todo, para pensar
y proyectar un futuro. De ahí,
que esta actividad especulati-
va que constituye el Pensa-
miento Nacional tenga una
profunda impronta estratégica, fruto de su perspectiva de futuro. Hernández Arre-
gui es uno de los autores que practica el ejercicio autorreflexivo en términos de
especulación filosófica.

Arregui parte de la definición de Ser Nacional como

› “una comunidad establecida en un ámbito geográfico y económico,


jurídicamente organizada en Nación, unida por una misma lengua, un
pasado común, instituciones históricas, creencias y tradiciones tam-
bién comunes conservadas en la memoria del pueblo y amuralladas;
tales representaciones colectivas, en sus clases no ligadas al imperia-
lismo, en una actitud de defensa ante embates internos y externos,
que en tanto disposición revolucionaria de las masas oprimidas se
manifiesta como conciencia anti imperialista, como voluntad nacional
de destino”14.

El pensamiento de Hernández estaba moldeado por su época, como así también


el de Ingenieros, que filosofaba durante los días del Centenario, o el de Estrada,
que piensa la Argentina desde la década del ‘30. Arregui reflexiona y piensa un
Ser Nacional desde el arribo del Peronismo.

En su filosofía, Arregui busca la recreación espiritual de la existencia nacional,


esencia de todo movimiento nacional que constituye un entramado de capas his-
tóricas. De este modo, el Peronismo contiene dentro de sus capas históricas apor-
tes del federalismo, del unitarismo, del catolicismo, del laicismo, del criollo, del
inmigrante, del mestizo, de la izquierda, de la derecha, del conservadurismo, del
yrigoyenismo. Como expone Arregui:

› “el sobre-empujamiento de esas posiciones ideológicas es inherente a


la historia”.

14. HERNÁNDEZ ARREGUI, J. J.: ¿Qué es el Ser Nacional? Buenos Aires, p. 21.

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En las sociedades periféricas -sujetas a improntas coloniales o semicoloniales-


cuando estas capas comienzan una a una a vincularse y empieza a identificarse
el antagonista, surge el levantamiento de los pueblos que maduraron en acumu-
lación de conocimiento y práctica, en la conformación de una conciencia nacional.

A esta altura del desarrollo de los temas que estamos tratando y la


necesidad de reflexionar de manera más profunda sobre ellos se reco-
mienda la lectura del Ser nación de Francisco José Pestanha, disponi-
ble en: http://www.elortiba.org/sortiz.html y analizar la frase que acom-
paña la imagen, relacionando ambos contenidos con los conceptos
sobresalientes que se han presentado en estos últimos temas.

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EL REDESCUBRIMIENTO Y LA
REVALORIZACIÓN DE LAS RAÍCES
INDO-HISPANO-AMERICANAS Y EL
REPLANTEO DE NUESTRA
INTEGRACIÓN. LA CUESTIÓN DE LA
IDENTIDAD. LA IDENTIDAD COLECTIVA.
EL MESTIZAJE CULTURAL. EL MITO
GAUCHO. EL MARTINFIERRISMO Y
OTRAS VERTIENTES CULTURALES E
INTELECTUALES VINCULADAS A
REFLEXIÓN SOBRE NUESTRA
IDENTIDAD.

El redescubrimiento y la revalorización de las raíces


indo-hispanoamericanas y el replanteo de nuestra
integración

En América Latina el fenómeno de la colonialidad consistió, entre otros fenómenos,


en la imposición de contenidos simbólicos, ideológicos y culturales y la negación
de los procesos histórico-culturales propios. Ante esta situación, los sectores popu-
lares supieron resistir desplegando diferentes estrategias defensivas entre las que
puede mencionarse el sincretismo. En ese sentido, ningún poder impuesto es
monolítico: todos ofrecen fisuras y grietas a partir de las cuales los sujetos históri-
cos pueden autoafirmarse.

La revalorización de nuestras raíces continentales se dará en un período que abar-


ca finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, donde la intelligentzia
será el factor preponderante que nutrirá simbólica e intelectualmente a los gobier-
nos semicoloniales (según Abelardo Ramos) de las veinte repúblicas “indepen-
dientes”.

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Esta nueva etapa implicará una vuelta sobre nosotros mismos y un replanteo filo-
sófico y político de nuestra identidad.

Según algunos autores de la corriente del pensamiento nacional, los conceptos de


Patria Grande de Bolívar y San Martín o el de Unión Latinoamericana de Felipe
Varela habían sido desnaturalizados, ya que resultaba difícil hablar de veinte esta-
dos cuando en realidad, según algunos autores, se trataba de “veinte puertos”:
luego de las guerras internas donde habían fracasado las expresiones federalistas
y habían triunfado los proyectos balcanizadores probritánicos, una parte sustancial
de los nuevos estados se habían convertido en ciudades puertos e intermediarias
de mercaderías y de productos simbólicos.

Ante esta situación, una reacción comenzará a gestarse en diferentes aristas, entre
ellas, mediante una reacción antipositivista.

Puede observarse en el mapa que el proceso de independencia del impe-


rio español, en el siglo XIX, se dió en Latinoamérica a partir de "20 ciuda-
des puerto". Las excepciones se indican, en dicho mapa, entre paréntesis.

Sostiene en este sentido Jorge Abelardo Ramos en Historia de una Nación Lati-
noamericana:

› “La fidelidad a una historia petrificada por la adoración de héroes


impolutos y ángeles de yeso, y la adopción de leyes liberales y la cir-
culación de la literatura francesa son rasgos genéricos de esa genera-
ción insular”15.

15. RAMOS, J. A. (2011): Historia de La Nación Latinoamericana. Buenos Aires: Peña Lillio-
Editorial Continente, p. 291.

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Con generación insular el autor está mencionado a la intelligentzia y a


los gobiernos de la oligarquía, que se apoyaban en el fraude y en el
voto calificado para ganar elecciones.

La imitación de lo europeo se daba en varios frentes: lo arquitectónico era un rasgo


donde los alcaldes de las grandes ciudades copiaban con fervor los estilos román-
ticos, barrocos o neoclásicos, según el gusto y la filiación artística de los gobernan-
tes. Tales construcciones representaban la modernidad. Los trazados urbanísticos,
los monumentos y el diagrama del ferrocarril poco tenían que ver con un pasado
en común, con una funcionalidad estratégica sino que formaban parte de un pre-
sente que se vivía por separado.

A partir de los postulados del progreso, cada nación podía avanzar individualmen-
te, y las que no abrazaban los beneficios del "progreso" era únicamente por negli-
gencia propia, por estar sujetas a estructuras atrasadas donde el caudillismo y la
barbarie representaban un límite para el desarrollo.

Pese a ello, la literatura y la cultura encontraron un canal de escape a la hegemo-


nía de la intelligentzia. La literatura oficial, influenciada por Europa, convivía con
formas literarias originales que recuperaban aspectos comunes de nuestra tradi-
ción, indagando al interior del pasado indo-hispano-criollo.

Diferentes voces ofrecen un relato alternativo al


positivista balcanizador de la elite, entre ellos,
podemos mencionar al colombiano José María
Torres Caicedo, quien influenciado por el ideario
bolivariano planteaba un programa político similar
al del Libertador con un horizonte en la Patria
Grande contemplando las diferentes problemáticas
de la región, uniformidad de códigos, pesas y
medidas16.

José María Torres Caicedo Pero la búsqueda de unificación en aspectos de la


(1830, Bogotá-1889) vida económica de las veinte repúblicas sonaba leja-
no en ese momento: cualquier intento de combinar
políticas en común encontraba en las elites gobernantes un límite, debido al vín-
culo comercial que éstas habían construido con los estados “desarrollados”, obs-
tinados, a través de estrategias diplomáticas y militares, en balcanizar al continen-
te. Unificar criterios económicos significaba que las oligarquías terratenientes y las
burguesías portuarias perdieran privilegios individuales, en pos de una política
comercial común del continente que contemplara, en definitiva, los mercados inter-
nos. Esta es una instancia que dichos sectores de poder se encargaron siempre
de boicotear, debido a su compromisos con las metrópolis europeas y con una
potencia en emergencia: Estados Unidos.

16. Ibíd.

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Voces como las de Caicedo se replican en el conti-


nente. Eugenio María de Hostos es el ejemplo porto-
rriqueño. La Generación del 1900 tomaba un perfil
continental que revisaba el pasado, avanzando en
formulaciones críticas hacia el positivismo que se
había encargado de ocultar una historia común.

La preocupación integracionista de Hostos se da en


Eugenio María de Hostos el plano de la pedagogía, fue un crítico de la intelli-
(1839, Puerto Rico -1903) gentzia americana. Mediante un trabajo autorreflexi-
vo, intentó formular conceptos pedagógicos que
pudieran dar cuenta de la realidad local.

Los proyectos utópicos fueron una marca de estos hombres, la derrota a los planes
de los Libertadores había sido tal que ciertos autores de la Generación del 1900
en Latinoamérica redundaran en posiciones idealistas, tal es el caso del boliviano
Franz Tamayo, quien hablaba de la La Prometheida o las Oceánides, donde se pro-
yectaba idealmente la fusión comunitaria entre aimaras y quechuas con españoles,
criollos y europeos de toda la región andina. Rubén Darío, a través de una prosa
barroca, no escapa a la mirada idealista: en su primer período de producción se
inclina por cantos y versos que acuden a la unión centroamericana. Dentro de la
última categoría, es posible destacar dos autores uruguayos: Ángel Floro Costa y
José Rodo.

Ángel Floro Costa recuperaba el ideario de la creación de la República del Plata, la


fusión entre Argentina y Uruguay. La situación del Uruguay independiente siempre
fue un tema que generó una vasta literatura, especialmente en aquellos pensado-
res e intelectuales uruguayos que veían la autonomía nominal, conseguida luego
de la injerencia de la diplomacia británica, como un problema debido a que aumen-
taba la dependencia con el imperio. Para algunos autores –en concordancia con
su historia y con su tradición- Uruguay debía volver a formar parte de la antigua
Confederación, mientras que para otros -influenciados por el imperio lusitano- la
antigua Banda Oriental debía fusionarse con Brasil.

Franz Tamayo Rubén Darío (1867, Ángel Floro Costa José E. Rodó
(1879, Bolivia -1956) Nicaragua -1916) (1838, Uruguay -1936) (1871, Uruguay -1917)

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Pensar en proyectos alternativos, al que fuera diseñado por la corona


Inglesa, significaba recuperar en parte el ideario artiguista -proyecto
sepultado, al parecer, luego del triunfo de la avanzada positivista en el
continente-, es decir, encontrar una revalorización del caudillo oriental
en estas posiciones de principios de siglo, y puesta en valor de nuestro
pasado indo-hispanoamericano.

José Rodo, a través de su Ariel, desarrolla un poderoso trabajo de denuncia el impe-


rialismo yanqui como amenaza continental, a principios de siglo XX. Según Jorge
Abelardo Ramos,

› “La propagación del arielismo fue espectacular, como esas raras fie-
bres tropicales que derriban todo a su paso. Rodo proponía a la
América Latina, sumergida en su ocio hambriento, y reducida a la
parálisis precapitalista, el cultivo de un ocio helénico, donde al pare-
cer germinan todas las grandes culturas”17.

Que estas voces se levanten en el Uruguay resulta un fenómeno de verdadera insu-


rrección del pensamiento a los postulados del positivismo inglés, teniendo en cuen-
ta como este país había influenciado en la creación del Uruguay. A partir de su
Constitución, el nuevo país fue diseñado puramente a partir de los preceptos euro-
peos y la influencia de los orientales había sido avasallada, como en el caso argen-
tino, la herencia federal al triunfo del centralismo porteño.

Acompañaron otros autores la revalorización de nuestro pasado en común, como


fue el caso de Manuel Ugarte. A diferencia de los autores anteriores, que encon-
traban en el lirismo un soporte literario, Ugarte ofrece una cuota de realismo a par-
tir de su exilio al ser perseguido por la intelligentzia local de derecha e izquierda.
El autor se caracterizó por dar cientos de conferencias a nivel continental, en las
que expresaba la necesidad de una lucha en común contra el imperialismo yanqui
y predicaba, allí, el desarrollo del industrialismo autónomo.

La cuestión de la identidad. La identidad colectiva

Para ciertos pensadores nacionales y latinoamericanos, entre los que se encuentra


Ernesto Goldar, uno de los elementos de los que se valió la intelligentzia para cons-
truir conciencias nacionales débiles fue la alienación ideológica: gracias a ella des-
plegó una cosmovisión alejada de la realidad con el objetivo de favorecer los inte-
reses de los sectores dominantes.

17. Ibíd, p. 294.

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› Ernesto Goldar (1940 - 2011). Nacido en Buenos


Aires. Ejerció el periodismo y la docencia universitaria.
Discípulo y amigo personal de Arturo Jauretche, de
quien supo custodiar y replicar sus ideas en diferentes
ámbitos. Además de brindar innumerable cantidad de
conferencias sobre el pensamiento nacional, es autor de
poemarios, ensayos y más de veinte libros; entre ellos se destacan El pero-
nismo en la literatura argentina, Jauretche, Buenos Aires: vida cotidiana
en la década del '50, La clase media en el '83, entre otros.

La alienación ideológica se potenció, al decir de Scalabrini Ortiz, cuando los sec-


tores oligárquicos, en nuestro país terminaron de adherir sus intereses a los del
Imperio Británico y comenzaron a erigir una superestructura cultural, funcional al
sostenimiento del nuevo orden.

La alienación persigue como objetivo la imposibilidad de revisar, pensar y valorizar


el componente identitario propio de cada comunidad forjado a través de un pasado
común. Pero identidad y nacionalidad son elementos necesarios en la formación de
la autoconciencia que se construye cotidianamente al igual que sus componentes.

Bien afirma Gustavo Cirigliano que

› “La identidad nacional es la conciencia del Proyecto Nacional y lo que


se denomina como ser nacional no es su esencia (concluida) sino una
existencia (proyectada). Por eso, el proyecto de país tiene su origen
fundante en esa identidad que caracteriza a cada pueblo más que a
cada individuo”18.

Contra una superestructura alienante, que asedia cualquier proyección de identi-


dad, emergen como respuesta procesos de rebelión cuyos rasgos más caracterís-
ticos denotan contenidos autoconscientes. La cultura popular será, entonces, ins-
trumento primordial de resistencia y proveedora de identidad.

Los Pensadores Nacionales consideran que la identidad es un elemento central en


el proceso del autoconocimiento y, como veremos, avanzan por caminos concep-
tuales alternativos, modificando aspectos de orden epistemológico. En este tránsi-
to operan desde un doble plano: por un lado, toman la realidad como problema
concreto, evitando los designios iluministas. Por el otro, aprecian un componente
político que lleva implícita su predisposición a imaginar un cambio posible en la
realidad social de la semicolonia.

18. PESTANHA, F. J. (2011): ¿Existe un Pensamiento Nacional? Buenos Aires: Fabro, p. 37.

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El mestizaje cultural

Como bien sabemos, el proceso de autorreflexión significó un esfuerzo para los


pensadores de nuestra América, por construir categorías teóricas que permitieran
dar cuenta de nuestra realidad.

La categoría que explica tal vez uno de los fenómenos más singulares en términos
culturales es la de multígeno, fenómeno que tuvo consecuencias sociológicas desta-
cadas a lo largo de nuestra historia. El concepto “multígeno” será acuñado por Sca-
labrini Ortiz en el texto Principios para un orden revolucionado, incluido en su obra:
Yrigoyen y Perón, editada en 1946 y con él describe el proceso de mixtura étnico cul-
tural. El aporte de Scalabrini Ortiz, en este sentido, refuerza la práctica en pos de un
Pensamiento Nacional, avanzando desde el autoconocimiento hacia la autorreflexión.

Scalabrini Ortiz propone comprender el efecto del mestizaje en clave histórica pero,
además, aporta una herramienta reflexiva para dar cuenta de la emergencia del
Peronismo, no sólo como un fenómeno político, sino como un fenómeno socioló-
gico y cultural que estará atravesado también por ese rasgo multígeno.

La lectura en clave histórica apuntaba a generar una reinterpretación de nuestro


pasado por parte de los sectores influenciados por el iluminismo, “cuyo prototipo
humano era el de la raza blanca”.

La idea alberdiana de “gobernar es poblar” apuntaba a fomentar la inmigración


europea étnicamente blanca. Si este proyecto efectivamente se concretaba –situa-
ción que no ocurrió en los hechos- la consecuencia natural era sustituir nuestro
pasado indo-hispano-americano. Precisamente, la labor autorreflexiva de Scalabri-
ni consistió en la recuperación del pasado criollo.

De esta forma, se recobraba la cultura hispánica, el criollismo, el aporte indio y,


además, se avanzaba en la recuperación histórica de aquellos hombres criollos
que fueron fundamentales en el proceso independentista. Lo definición de multí-
geno recuperaba tanto la filiación hispano-criolla como el fenómeno inmigrante.

Los migrantes obra de Antonio Berni (1905-1981) que representa las


migraciones del interior del país hacia Buenos Aires, en los años '30.

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La composición de la sociedad argentina se había modificado con el proceso inmi-


gratorio ocurrido a principios de siglo XX. La “cultura de los barcos” fue otro fenó-
meno sociológico que complejizaba la sociedad: amplios sectores de la población
serán perseguidos por la antigua elite, que los empujaba a condiciones de vida
paupérrimas y ofrecía una respuesta punitiva con respecto a la inmigración.

Quizás el aporte de mayor relevancia que nos brinda el concepto de multígeno


acuñado por Scalabrini Ortiz, es la interpretación acerca del fenómeno de la migra-
ción interna que se dará a partir de la crisis de 1930.

Con las transformaciones que se inician al finalizar la década del `20, los postula-
dos de la semicolonia de la oligarquía entran en trance, lo que generó un aumen-
to de la desocupación de los sectores rurales obligados a migrar del campo a la
ciudad en búsqueda de respuestas laborales que el antiguo sistema agroexporta-
dor ya no ofrecía.

Este movimiento del campo a la ciudad generó un acontecimiento sociológico que


el concepto multígeno intentó explicar. Este traslado fue generando un nuevo pro-
ceso de socialización y mixturas entre los inmigrantes ya establecidos en los arra-
bales de la ciudad y los migrantes recién llegados del interior. Ambos sectores con-
jugan diferentes experiencias y sus biografías se van cruzando. De esta forma, se
ingresa en un período de sincretismo cultural.

Los hijos del país y los "llegados de los barcos" intercambian testimonios: los pri-
meros, conservaban la tradición federal, la épica del gaucho, los años de resisten-
cia al centralismo y, los otros, compartían sus experiencias políticas de Europa,
atravesadas por el esquema de la lucha de clases.

De este proceso de experiencias compartidas, emergen nuevos conceptos, hábitos


y prácticas que tendrán su correlato político, cultural y social. Scalabrini señala
que el proceso iniciado con la llegada de Perón al poder contiene, en esencia, lo
multígeno, ya que su base social es amplia y esencialmente heterogénea.

El Mito Gaucho. El martinfierrismo y otras vertientes


culturales e intelectuales vinculadas a reflexión sobre
nuestra identidad

La reacción antipositivista surgida a partir de finales de siglo XIX y principios de siglo


XX generó una actividad prolífera. La cultura y en particular la literatura realizarán
aportes fundamentales a partir de los que se podía establecer un canal de resisten-
cia y donde “los nacionales” discutirán la hegemonía del período positivista.

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› Hijo de don Rafael Hernández


y de doña Isabel Pueyrredón,
José Hernández nació el 10 de
noviembre de 1834 en la cha-
cra de su tío, Don Juan Martín
de Pueyrredón, antiguo Caserío
de Pedriel, hoy convertida en
el Museo José Hernández
(Partido de San Martín). El 28
de noviembre de 1872, el diario La República anunció la salida de El
Gaucho Martín Fierro y, en diciembre, lo editó la imprenta La Pampa.
Este poema de género gauchesco se convirtió en la pieza literaria del
más genuino folclore argentino y fue traducido a numerosos idiomas.
El libro es considerado la culminación de la llamada "literatura gauches-
ca" y es una de las grandes obras de la literatura argentina. En él,
Hernández rinde homenaje al gaucho, quien aparece en su ser, en su
drama cotidiano, en su desamparo, en sus vicisitudes y con sus bravuras.
Hernández falleció en 1879.
Fuente: http://www.me.gov.ar

El concepto martinfierrista surge en el contexto del Centenario, luego de que se


institucionalizaran las letras de José Hernández como poema nacional.

En las conferencias dictadas en el Teatro Odeón, Leopoldo Lugones encuentra en


el poema de Hernández el ideario del ser nacional, a través de la figura del gau-
cho. No obstante ello, Lugones adoptará posiciones contradictorias respecto a la
obra de Hernández.

En febrero de 1924 se funda la revista Martín Fierro. Sus miembros


-que se dieron a conocer como los martinfierristas- encarnan una pro-
nunciada crítica a las formas importadas de la literatura, expresadas
a través del modernismo: movimiento cultural representante de las
formas literarias de la sociedad semicolonial, divulgado por los órga-
nos de difusión de la intelligentzia. Encontramos en Paul Groussac la
figura de un exégeta del modernismo europeo, que supo defender a
la oligarquía. El modernismo representaba una literatura ornamenta-
da con formalidades idealistas y barrocas, alejadas del vocabulario
popular.

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Según Hernández Arregui:

› “el modernismo se encontraba empeñado en internacionalizar, es


decir, debilitar, las antiguas áreas culturales, focos naturales de la
resistencia espiritual colectiva a las penetraciones extrañas”19.

Pero la superación del martinfierrismo sobre el modernismo no ocurrió de forma


instantánea, sino que, por el contrario, existió un período de transición donde cier-
tos escritores, influenciados aun por el modernismo, comienzan a discutir varios
de sus enunciados desde "adentro", tal es el caso de Lugones, Carriego y Almafuer-
te, entre otros, quienes integran vertientes culturales vinculadas a la reflexión de
nuestra identidad.

La reacción antipositivista, venía a discutir los enunciados de ese mundo formal,


ahistórico, que omitía el conflicto. Esta situación entra en crisis a principios de siglo
y se expresa también en el ámbito de la literatura. De la mano de los tres autores
mencionados, surgen las críticas a la sociedad del Centenario y, si bien los sufri-
mientos terrenales aún forman parte de la esfera del idealismo y del mundo celes-
tial de los versos barrocos, al menos aparecen como problema.

Esta nueva visión aporta a la literatura una cuota de realismo de la que hasta el
momento carecía, excepto por los escritos de la gauchipolítica.

El aporte ideológico del martinfierrismo radica en la reivindicación de lo nacional a


través de la literatura y, asimismo, a partir del proceso inmigratorio recupera el
aspecto cosmopolita de una sociedad en desarrollo. Uno de los aportes de carác-
ter estilístico que ofreció el grupo fue la sustitución del "tu" por el "vos": esta modi-
ficación le valió el mote de publicación transgresora.

Lo singular de los martinfierristas estará vinculado a la transgresión con su intento


de "pensar desde acá", es decir, pensar la literatura desde lo nacional. Aún así, no
todos los martinfierristas siguieron tal derrotero. Es el caso de Jorge Luis Borges,
quien inclusive desconoció en alguna oportunidad pertenecer a tal agrupamiento.
A las antiguas formas del barroco modernista le opondrán recursos de estilo alter-
nativos, que surgirán de una vanguardia creativa con un alto porcentaje de auto-
conciencia nacional. Romper con las instituciones y con las formas del modernis-
mo significaba, necesariamente, desaprender para crear conciencia.

Pero esta vanguardia no surge de la nada, su nombre le otorga directamente una


filiación político/literaria que la determina: el Martín Fierro de José Hernández. En
este contexto, el argentinismo era necesario para torcer a la literatura de la intelli-
gentzia a fin de fomentar un programa cultural de renovación que desempolve la
antigua cultura de la oligarquía.

19. HERNÁNDEZ ARREGUI, J. J.: Imperialismo y Cultura. Bs As: Ediciones Continente, p. 63.

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Los martinfierristas lanzaron un manifiesto -como otros grupos que dieron mues-
tras de conciencia nacional- el cual pronunciaba: "Una nueva sensibilidad y una
nueva comprensión, que, al ponernos de acuerdo con nosotros mismos, nos des-
cubre panoramas insospechados y nuevos medios y formas de expresión”. La
necesidad de establecer un acuerdo y un llamado al nosotros, da muestras del
cambio de paradigma: “no significa, empero, finjamos desconocer que todas las
mañanas nos servimos de un dentífrico sueco, de unas toallas de Francia y de un
jabón inglés. Martín Fierro, tiene fe en nuestra fonética, en nuestra visión, en nues-
tros modales, en nuestro oído, en nuestra capacidad digestiva y de asimilación”.

Estas líneas muestran la preocupación de los martinfierristas por el "pensar situa-


do en el aquí", por un reflexionar desde la propia realidad. Menuda tarea debían
realizar en un país dominado culturalmente por una superestructura que ejerció
una colonización pedagógica que no contemplaba el análisis de lo propio. Pese a
ello, el manifiesto adquiere fuerza: discute la situación de dependencia y la fragi-
lidad de nuestra industria nacional, la cual dependía de países europeos. Con el
Martín Fierro se busca una revalorización de la fonética propia, evitando la copia
de los moldes lingüísticos importados.

En el contexto del Centenario lo que está en disputa, también, es el concepto de


identidad, en definitiva: ¿qué es el ser nacional?, ¿qué es la argentinidad? Estas
preguntas se dan en una coyuntura donde la población procedente de Europa era
numerosa, sobre todo, en los grandes centros urbanos.

Este sector de la población y los hijos del país -aquellos que recuperaba Hernán-
dez en el Martín Fierro- no eran interpelados por movimientos literarios como el
modernismo, muy por el contrario, se respiraba un clima de rechazo a esta corrien-
te, sobre todo, en algunos hijos de inmigrantes que lograron insertarse en el mundo
de las letras.

Sin embargo, los órganos de difusión de la intelligentzia de principios de siglo eran


tan fuertes, que a través de la educación obligatoria habían penetrado en la mayo-
ría de la población.

Durante este período, los martinfierristas darán cuenta de este fenómeno de resis-
tencia y asimilación. Como sostiene Juan José Hernández Arregui:

› “se asiste a un proceso de transculturación, las poblaciones al rechazar


la cultura que las penetra se mantienen dentro de ella en un lento
proceso de transculturización como elementos independientes o
insensibles, cerrados a toda interpretación de las conciencias con los
grupos locales”20.

20. HERNÁNDEZ ARREGUI, J. J.: Imperialismo y Cultura. Bs As: Ediciones Continente, p. 65.

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Inmigrantes por un lado, hijos del país, por el otro, no encuentran una cultura que
logre una síntesis del Ser Nacional. La cultura de la elite, que es la de la literatura
oficial, está más preocupada en replicar modas europeas -como el modernismo-
que por entender y conceptualizar la realidad a través del autoconocimiento lite-
rario. En ese contexto, los martinfierristas vienen a suplir el vacío de configuración
del Ser Nacional en la literatura. De su constitución surge uno de los grupos fun-
damentales de nuestra literatura: el grupo Florida.

Este grupo, entre otras circunstancias, refleja el devenir de la vida argentina: la vida
de los orilleros y últimos compadritos que deambulaban por el borde la ciudad. En
este grupo se destacan: Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Raúl Scalabrini Ortiz y
Leopoldo Marechal. Los de Florida se autodenominarán martinfierristas en referen-
cia al matrero despreciado por las elites, esto implica un posicionamiento cultural.
La revista Martín Fierro, dirigida por Evar Méndez, representará parte de su idea-
rio. Algunos de estos autores reconocerán cierta influencia de Lugones y de Mace-
donio Fernández. Del grupo Florida surge la necesidad de abordar, de manera
novedosa, los problemas estéticos de la cultura argentina, sin embargo, cuesta
encontrar en este grupo ingredientes ideológicos. Vale aclarar que este agrupa-
miento no adoptará posiciones homogéneas.

Con el martinfierrismo convivió otro grupo literario que se constituyó en torno al


barrio de Boedo, un conglomerado que se reunió en torno a la editorial Claridad.
Sus nombres más destacados son los de Elías Castelnuovo, Leónidas Barletta, Nico-
lás Olivari y Roberto Arlt. Algunos de ellos, de procedencia obrera, desnudan la
precaria situación social en la que vivían los inmigrantes recién llegados y los nati-
vos amontonados en los cuartos de pensión.

Fuente: http://www.avataresletras.com.ar/numero9/ap-lit9-7.html

En los años que precedieron a la crisis del ‘30 irán apareciendo indicios de des-
composición económica y, con ello, el impacto de la desocupación. La crisis deter-
minará nuevamente un repensar el pasado desde miradas alternativas que cons-
tituyen parte del ser nacional.

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Respecto de los martinfierristas, vale mencionar dos detalles más: por


un lado, no todos sus miembros fueron escritores, también es posible
encontrar en sus filas artistas plásticos, escultores y poetas que bus-
caban, desde sus disciplinas, una revalorización del arte nacional fren-
te a lo culturalmente establecido. Por el otro, hacia 1927 un grupo de
martinfierristas formó parte del Comité Yrigoyenista de Intelectuales
Jóvenes, entre ellos: González Tuñón, Borges, Marechal. Esta filiación
demuestra cómo los sectores de la cultura, vinculados al pensar nacio-
nal confluyen en el movimiento político nacional y popular expresado
en el yrigoyenismo.

A partir de la década del ‘30 la restauración oligárquica también pudo notarse en


el mundo de las letras: la revista Sur representará en algunos de sus aspectos una
vuelta a la valorización del afuera. La respuesta a la intelligentzia y a las modas
escolásticas fue dada, entre otros, por Carlos Astrada en la formulación del mito
gaucho. Discípulo de Heidegger y de formación hegeliana, desarrolló posiciones
historicistas afincadas en las tradiciones de nuestro pasado. Por su parte, algunos
autores, mediante la revalorización de nuestra historia y cierta recuperación del
catolicismo como unidad cultural de nuestro continente considerarán a la América
Hispánica como bloque de contención al imperialismo yanqui21.

En el trabajo de Astrada el tema de la tierra


cumple un rol fundamental, elemento fundante
de todos los trabajos políticos y literarios que
tuvieron que ver con la construcción de la iden-
tidad. El trabajo de Astrada representa también
una crítica a la elite dirigente que solo se encar-
gó de ofrecer respuestas europeas a realidades
particulares. Es por eso que la revalorización del
gaucho fomenta una explicación situada desde
nuestro lugar, para problemas concretos. Al dis-
cutir con la elite, también está construyendo un
perfil del gaucho, quien luego de las conferen-
cias de Lugones se había convertido en un sím-
bolo en disputa de diferentes expresiones que
pretendían explicar la nacionalidad.

Astrada propone la búsqueda de la identidad en la profundidad de la Pampa, en el


interior; no es una literatura hecha desde el interior para Buenos Aires como era
la de Sarmiento o, viniendo más en el tiempo, como la de Ezequiel Martínez Estra-
da, sino todo lo contrario: se revaloriza la tierra y se acusa a Buenos Aires de cons-
truir una cultura que se encargó de denigrar el pasado del interior y confundir la
noción de gaucho.

21. HERNÁNDEZ ARREGUI, J. J.: La formación de la Conciencia Nacional. Buenos Aires:


Ediciones Continente, p. 167.

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En la pluma del análisis de José Hernández Arregui podemos obtener una síntesis
del aporte realizado por Astrada en la formulación del mito gaucho,

› “una clase dirigente que, mirando hacia afuera en busca de inspiración


y aparentes temas constructivos, dio la espalda a los orígenes y perdió
el rumbo a la fuerza mítica, de la cual, ella misma era sin saberlo,
fluencia perdida y sin entronque”22.

22. Ibíd, p. 171.

40
PENSAMIENTO NACIONAL Y LA
AUTOAFIRMACIÓN. LA CUESTIÓN DE
LA AUTO AFIRMACIÓN.
HITOS SIGNIFICATIVOS DURANTE LOS
SIGLOS XIX Y XX. LAS INVASIONES
INGLESAS. EL PROCESO
INDEPENDENTISTA. LA VUELTA DE
OBLIGADO. LA ARGENTINA Y EL
IMPERIO BRITÁNICO MALVINAS,
OTREDAD Y LA CUESTIÓN
BICONTINENTAL
Apartado desarrollado por Lic. Fabián Brown

Introducción

Dedicaremos este apartado a profundizar el conocimiento del Pensamiento Nacio-


nal y Latinoamericano, a través del análisis de un caso relacionado con un factor
espacial: la Argentina Bicontinental, permitiendo la proyección territorial argentina
hacia el continente antártico mediante su ocupación permanente. Y destacamos
la importancia que adquiere este acontecimiento, porque en el presente, estamos
obligados como Nación, a pensar en las estrategias de articulación territorial y
desarrollo humano, integrando en esas reflexiones dos categorías clave: la autoa-
firmación y el conocimiento de la superestructura cultural y uno de sus dispositivos
privilegiados, la colonización pedagógica.

Recordemos: la autoafirmación es la instancia del Pensamiento Nacional


por la cual ejercemos una verdadera facultad soberana de reflexión y en
lo posible, de decisión y de acción, así como tambiém el autoreconoci-
miento en relación a otro y sin distorsiones creadas por factores externos.
Todos éstos son aspectos que nos afianzan en nuestro propio ser.

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Respecto al conocimiento de la superestructura cultural y la coloniza-


ción pedagógica, es importante en la medida que alimentan una varie-
dad de “zonceras”, en palabras de Jauretche, que permiten entender
cómo la intelligentzia se encargó de construir una “mirada autodeni-
grante” sobre nuestro territorio. Un ejemplo lo encontramos en la geo-
grafía enseñada en la educación primaria que apuntaba a reforzar más
el conocimiento en relación a lo ajeno que al propio espacio territorial.
Justamente es en el caso de la geografía que se inmortalizaron zonceras
como: “el mal que aqueja a la Argentina es la extensión” o “Buenos Aires
debe replegarse sobre sí misma” que imposibilitan aún hoy pensar en
una Argentina estratégicamente orientada, por ejemplo, hacia una bicon-
tinentalidad. La mirada de los liberales cultores de la Patria Chica fue
una marca durante la hegemonía iluminista.

Ahora bien, para iniciar el análisis propuesto, primero se formularán las bases teó-
ricas necesarias que fundamentan la existencia de un Pensamiento Nacional aun-
que a algunas de ellas ya nos hemos referido en distintos momentos del trayecto
por este este seminario. Plantearemos además, el modelo analítico con el que se
abordará el estudio de caso, siguiendo al profesor Gustavo Cirigliano, y su descrip-
ción del Proyecto Nacional 1945-1955, para concluir por último, con los desafíos
a afrontar en el futuro.

Gustavo Cirigliano fue un destacado represen-


tante de la corriente del Pensamiento Nacional,
autor entre otros, del texto cuya imagen ilustra
este comentario.
Si bien su lectura está mencionada en la biblio-
grafía obligatoria, sugerimos que para un pri-
mer acercamiento a sus ideas miren los siguien-
tes videos, deteniéndose especialmente en el
Poyecto que va de 1945 a 1955. En ellos, Ciri-
gliano expone y reflexiona sobre los proyectos
que configuran la historia de nuestro país.

1ra. Parte http://www.youtube.com/watch?v=FcewGI1qQ_Q


2da. Parte http://www.youtube.com/watch?v=RIuqUExmRpA

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Consideraciones teóricas sobre el Pensamiento


Nacional

En la conformación del mundo moderno podemos abstraer, entre otros, dos atri-
butos distintivos respecto de procesos históricos precedentes. Uno es el capitalis-
mo como modo de producción de bienes y servicios y otro, es el hecho de que las
comunidades se agrupan a través de una forma particular de identidad colectiva
que es la nación.

De la misma manera que en la naturaleza del proceso productivo se define un con-


flicto por la apropiación de la riqueza generada, tal cual observó Marx en el siglo
XIX, también conlleva un conflicto distributivo entre las áreas centrales industriali-
zadas y las periféricas que abastecen a los primeros.

El capitalismo, en sus distintas etapas de desarrollo, impone procesos de intercam-


bios en los que, como todo hecho social, la cuestión del poder está implícita y con-
lleva distintas formas de dominación. Los procesos de intercambio no son sólo de
bienes materiales sino también simbólicos, que afectan a las áreas dependientes
en su capacidad de pensar sus propios intereses.

El surgimiento de las naciones es un proceso aun en desarrollo que afecta a la


humanidad en su conjunto. Como sostiene Ernst Gellner: “…es muy difícil pensar
un ser humano que no se identifique por una nacionalidad…”.

La nación es una construcción social, resultado de variables étnicas, históricas,


geográficas y culturales que definen una identidad del ser y una potencia dada por
la voluntad de ser.

La nación no es un concepto abstracto sino que está encarnado en una comuni-


dad y un espacio. Scalabrini Ortiz sostiene que la identidad nacional argentina es
por naturaleza diversa y plural, una comunidad multígena que se construye y for-
talece por su capacidad de inclusión. Por su parte, Francisco Pestanha define al
Pensamiento Nacional como “una experiencia epistemológica que consiste en
reflexionar desde y sobre lo local, colocando lo nacional como centro del análisis”.
No implica una confrontación con lo universal, sino la capacidad de comprender
lo universal desde lo propio.

El Pensamiento Nacional no es una reflexión especulativa para la producción de


conocimiento por el conocimiento mismo, sino un pensamiento estratégico, un pen-
samiento para la acción y la construcción social, que se concreta, según la opor-
tunidad histórica, en un proyecto nacional y con políticas instrumentales que pro-
vienen de ese mismo proyecto.

Como señala Cirigliano, el proceso histórico sudamericano es complejo, presenta


alternancias y contradicciones, períodos de síntesis y de reformulaciones. Hay épo-
cas en el que el desarrollo de un Pensamiento Nacional encuentra la oportunidad

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de manifestarse plenamente y otras, en las que la posibilidad de pensar y actuar


en función de los intereses nacionales y regionales se ve frustrado, por la relación
de fuerzas que se impone desde las áreas de poder con sus alianzas locales.

Arturo Jauretche definía tres factores fundamentales del pensamiento nacional: el


pueblo (lo social), lo histórico y el espacio. Por eso, como dijimos al comienzo, el
presente trabajo estará centrado en el fundamento espacial del pensamiento nacio-
nal y específicamente, en el estudio del caso: la Argentina bicontinental y sus espa-
cios terrestres, marítimos y aéreos.

El espacio nacional

Desde los mismos inicios de las entidades políticas en el origen de las civilizacio-
nes, la cuestión del espacio constituye un factor esencial en la definición de un
proyecto político. Gustavo Cirigliano nos plantea la existencia de siete proyectos
estratégicos suramericanos desde las culturas andinas hasta el siglo XXI. Cada pro-
yecto contiene como parte indivisible: sus protagonistas y sus antagonistas, es decir
que el proyecto, de alguna manera implica su opuesto.

Desde la gesta de la independencia, se distingue el conflicto entre los intereses de


la burguesía portuaria y quienes defienden una articulación territorial que mira
desde lo profundo del país, su inserción continental.

Jauretche va a ahondar el análisis sobre la visión espacial en los modelos de país


confrontados, a partir de dos categorías: la profundidad y la extensión. Entiende la
profundidad, como un proceso de progreso acelerado, sobre una parte de un terri-
torio asimétrico que establece fronteras interiores. Por extensión, en cambio, se
entiende la visión de un estado sobre sus fronteras exteriores, con criterios de
expansión sobre la base de la integración regional o proyección natural del propio
“hinterland”1, como el caso de la Antártida.

Concepciones espaciales

- Burguesía portuaria según Sarmiento, Alberdi, otros: en esta concepción, la


extensión y la diversidad, es decir, la naturaleza de nuestro pueblo, fueron
planteadas por los sectores ilustrados, como dos obstáculos para organizar
la república y como causa fundamental de la barbarie que impedía el avan-
ce de la civilización. El mal de la Argentina es la extensión, decían. El país
debe preocuparse por los territorios que acumulan riqueza. Con relación
a esto, Sarmiento excluye expresamente el litoral marítimo y la Patagonia,
sosteniendo además que se debe repoblar con inmigración europea y/o

1. El Hinterland es un término geográfico de origen alemán utilizado para designar a una


región dependiente o íntimamente relacionada en los aspectos económicos con una ciudad
que funciona como su cabecera.

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establecer un sistema educativo que cambie los valores americanos por


otros de origen anglosajón.
- La Argentina insular según el Alte. Segundo Storni-1916: desde esta concep-
ción se sostiene que las razas precolombinas dejaron muy poco -aun el
“Incanato”- y que Argentina abrió sus ojos a la vida por medio del mar al
momento de la colonización española y la inmigración. Encuentra antece-
dentes en las concepciones de Mahan, historiador y estratega naval esta-
dounidense y de Ratzel, un geógrafo alemán fundador de la geografía
humana o antropogeografía; considera que la Argentina tiene característi-
cas insulares, tal como sostiene Mckinder, un geógrafo y académico inglés;
proponía un desarrollo marítimo sobre la base de 3 flotas (pesquera, mer-
cante y naval); un desarrollo de infraestructura portuaria e industrial; los
futuros puertos: Bahía, San Antonio, Madryn. Comodoro, San Julián, y
Ushuaia y una alianza estratégica con Brasil, Chile y Perú.
- La Argentina peninsular: esta concepción espacial se sustenta en la natural
inserción sudamericana de la Argentina y puede ser rastreada desde el
Incanato. La extensión es su fundamento mediante la integración de los
pueblos, respetando diversidades culturales y autonomías regionales. Este
sentido de pertenencia y la integración de los pueblos hermanos con un
sentido federal y republicano fue fundamental en la gesta de la
Independencia, planteada con objetivos de alcance continental por los dis-
tintos movimientos emancipadores. San Martín, Bolívar, O’Higgins, Artigas
fueron expresión de este sentir americano.

El proyecto peninsular concibe un espacio articulado mediante un con-


cepto de desarrollo humano integral. Este es el modelo belgraniano, fun-
dador de pueblos y creador de escuelas. La libertad y la felicidad de los
pueblos americanos es su objetivo esencial, partiendo de la convicción
de que en la mixtura cultural americana, pueblos originarios, criollos y
el aporte aluvional está la matriz del porvenir.

Modelo analítico de un proyecto nacional planteado por Gustavo


Cirigliano

Dentro de los siete proyectos políticos que plantea Cirigliano en su obra, encontra-
mos el llamado Proyecto de la Justicia Social, en el que encuadra a los gobiernos
peronistas entre 1945 y 1955.

El autor define un Proyecto Nacional como el instrumento político de un pueblo que


implica un reordenamiento espacial para hacer la historia, es decir, se configura
como una elaboración intelectual que, cuando es adoptada conscientemente por
el cuerpo social, se convierte en Proyecto. En otras palabras, un proyecto se basa
en una construcción intelectual o modelo, que es asumido por el cuerpo social

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para llevarlo adelante. En el caso del Proyecto Justicialista, la masa crítica de ideas
fue provista por FORJA, una agrupación de origen Yrigoyenista que sintetizó el
ideario nacionalista y antiimperialista de la época en contenidos populares, a
mediados de los años 30.

Un Proyecto Nacional cambia la cartografía de un país y efectivamente después


de 1945, cambió el mapa de la Argentina.

Cirigliano define una cantidad de principios metodológicos que expresan un Pro-


yecto Nacional. Uno de ellos es que debe responder a un argumento, desarrollar su
propia infraestructura y poseer la voluntad de realización pese a los obstáculos que
se presenten.

Entonces, tomando como base el principio enunciado, analizaremos el caso de


referencia.

Análisis sobre la ocupación efectiva de la Argentina en la Antártida

Antecedentes de la política antártica (1901 - 1946)

1901: Se instala un observatorio en el archipiélago de la Isla de los Estados.

1903: El gobierno resuelve la instalación de observatorios meteorológicos en los


mares del sur.

1904: Se instala el observatorio en las Islas Orcadas (único en la Antártida duran-


te 40 años).

1905: Se instala un observatorio en las Georgias y en 1927, la 1ra estación radio-


telegráfica.

1940: Se crea la Comisión Nacional del Antártico y la Argentina protesta formal-


mente por un decreto chileno mediante nota del 12 de noviembre de 1940, recha-
zando su validez y expresando una potencial reclamación a la misma área. A su
vez, el Reino Unido protesta el 25 de febrero de 1941.

1941: El Instituto Geográfico Militar argentino publica mapas que muestran la


extensión de la futura reclamación argentina entre los 25° O y 75° O.

1942: En enero, la Argentina, de acuerdo con la “teoría de los sectores polares”,


declara sus derechos antárticos entre los meridianos 25º y 68º 24' Oeste (el de
punta Dungeness), lo que dio lugar a un memorándum de respuesta del Gobierno
chileno del 3 de marzo de 1942, reservando sus derechos.

La Argentina realiza en la isla Decepción toma de posesión formal del territorio


continental antártico el 8 de noviembre, mediante la colocación de un cilindro que

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contenía un acta y una bandera dejados allí por una expedición al mando del capi-
tán de fragata Alberto J. Oddera. Al año siguiente Gran Bretaña planta la bandera
británica y envía a Buenos Aires el acta. Argentina respondió removiendo la ban-
dera británica.

Argumento

Discurso de Perón (21 mayo de 1952) pronunciado en Casa Rosada:


"En la Antártida Argentina, que durante los últimos cien años solamente había
sido visitada por nuestros marinos de guerra, que instalaron las primeras
Bases sobre las distintas islas en que hoy se afirma la soberanía de la Nación,
no habíamos pasado, sobre la parte continental, de algunos desembarcos y
expediciones momentáneas y transitorias”.

“Hemos querido que sobre esas tierras comenzasen actividades argentinas


que nos diesen, con la familiaridad de su permanente ocupación, una impre-
sión y una situación de vida argentina en territorio argentino”.

“Sobre estas tierras nadie tiene derechos, en buena fe, sino solamente los
chilenos y argentinos. Pero desgraciadamente, no es la buena fe la que rige
la vida de los hombres en la tierra y hasta que esta buena fe no llegue, los
derechos nos serán siempre quizás discutidos por aquellos que pretenden
lo que no deben ni pudieron pretender en derecho ni en justicia”.

“Los argumentos para discutir derechos de posesión sobre la Antártida lle-


gan desde los más anacrónicos hasta los más inverosímiles. Hay quien dice
que siendo la Antártida una continuación de las Malvinas también les perte-
nece la Antártida. Esto me recuerda a mí el caso de un señor que llevó un
perro de mi casa y después me hizo un pleito por la cadena”.

“Creo que esta actividad, que


recién comienza para la Antár-
tida Argentina, debió haber
empezado hace cincuenta
años, pero poco hubiéramos
hecho con lamentarnos si a
nosotros no se nos hubiera
ocurrido empezar ahora, para
que dentro de cincuenta años
otros argentinos tuvieran que
lamentarse por lo que nosotros no hemos hecho. Y fieles a nuestro concep-
to de que mejor que decir es hacer, hemos comenzado por hacer lo que
debió haberse hecho hace cincuenta años”.

“Esta expedición ha iniciado esta actividad. Son voluntarios argentinos que,


como en todas las etapas o épocas de nuestra historia, han surgido cuando
ha sido necesario enfrentar una empresa con abnegación y sacrificio.

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Es por eso que en este acto yo deseo entregar a esa expedición el reconoci-
miento del pueblo argentino colocando sobre el pecho de cada uno de sus
componentes la Medalla Peronista de Primera Clase, que les recuerde que
sus esfuerzos y sacrificios, así como su abnegación en el cumplimiento de
una tarea de la Nación, no serán jamás olvidados por el pueblo argentino,
porque los hombres que en el destino de la Patria hacen un esfuerzo más
por satisfacer su grandeza y su gloria no mueren en el recuerdo ni en el cora-
zón de los demás argentinos. Ellos, que han abierto la primera picada en
esto, que será una marcha permanente hacia toda la Antártida Argentina,
tendrá para la historia, en la puerta de esa primera picada, sus nombres gra-
bados corno argentinos que merecen el reconocimiento dela Patria. Sobre
las tierras que nos pertenecen por todos los títulos habidos, defenderemos
nuestros derechos. Somos todavía, en el orden de esa lucha en potencia, un
pequeño país, pero con derechos y con dignidad. Será quizás el tiempo,
como en todos los actos de la historia del mundo, el que nos va a satisfacer
esos derechos y reafirmar esa dignidad. Esperamos el Tiempo, que es el juez
más justiciero, ya que no podemos esperarlo de los hombres, que han esta-
do en contra el derecho y contra la justicia: defenderemos nuestros derechos
y el tiempo los confirmará. No tenemos apuro ni entraremos en hesitaciones
de ninguna clase, sabiendo que serán los hechos que el tiempo escalona a
lo largo de la eternidad los que han de asegurarnos en nuestra justicia. Por
eso debemos esperar tranquilos y lanzar las generaciones de argentinos en
la dirección de nuestra pertenencia antártica con todo tesón, con toda deci-
sión y con toda energía, seguros de que estamos protegidos por Dios, por la
Justicia y por el Tiempo”.

Es entonces que el Cnel. Hernán Pujato presenta un plan que contempla:

Hernán Pujato (1904-2003). Militar, diplomático y explo-


rador argentino que fundó las primeras bases antárticas
del país, también el Instituto Antártico Argentino.

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1. Creación del Instituto Nacional Antártico para el desarrollo científico que


ofrece un mundo desconocido
2. Expedición científica polar antártica. Creación de una Base permanente
3. Adquisición de un rompehielos
4. Expedición al mar de Weddell y creación de una base.
5. Colonizar con familias en base Esperanza
6. Estratégico: importancia del pasaje de Drake
7. La frontera de la patria debe ser el polo sur
8. Cooperación con Chile

Infraestructura

Pero es desde el Gobierno que se van a ir consolidando las bases normativas que
permiten avanzar en la proyección antártica:

1946: Se dictó el decreto N° 8944 que fijó nuevos límites para la Antártida
Argentina entre los meridianos 25° y 74° (el del extremo oriental de las
islas Sandwich del Sur) de longitud Oeste. Finalmente el decreto-ley Nº
2129, del 28 de febrero de 1957, estableció los límites definitivos entre los
meridianos 25º y 74º Oeste y el paralelo 60º de latitud Sur.
1948: Chile y la Argentina firmaron el 4 de marzo un mutuo acuerdo en la protec-
ción y defensa jurídica de sus derechos territoriales antárticos, reconocien-
do mutuamente:

(...) hasta tanto se pacte, mediante acuerdos amistosos, la línea de común vecin-
dad en los territorios antárticos de Chile y la República Argentina, declaran:

1) Que ambos Gobiernos actuarán de común acuerdo en la protección y


defensa jurídica de sus derechos en la Antártida Sudamericana, compren-
dida entre los meridianos 25° y 90°, de longitud oeste de Greenwich, en
cuyos territorios se reconocen Chile y la República Argentina indiscutibles
derechos de soberanía

2) Que están de acuerdo en continuar su acción administrativa, de explora-


ción, vigilancia y fomento en la región de frontera no definida de sus respec-
tivas zonas antárticas, dentro de un espíritu de cooperación recíproca.

3) Que a la mayor brevedad, y, en todo caso, en el curso del presente año,


proseguirán las negociaciones hasta llegar a la concertación de un tratado
chileno-argentino de demarcación de límites en la Antártida Sudamericana.

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Se instaló el Destacamento Naval Decepción.

Por decreto N° 9905, se estableció la dependencia política-administrativa


del Sector Antártico Argentino del Territorio Nacional de Tierra del Fuego. Por
Decreto N° 17040, del 9 de junio, fue creada la División Antártida y Malvinas
bajo dependencia del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Desarrollo de los medios

Rompehielos General San Martín Patrulla de exploración

- El Cnl. Pujato solicita en 1949, realizar dos cursos de supervivencia polar:


uno que desarrollaba el Ejército de Estados Unidos en Alaska y otro del
Ejército sueco en Groenlandia.
- Se adquieren 40 perros.
- La empresa Perez Compac presta el transportador Santa Micaela.
- Vehículo a oruga y un helicóptero (2 años de permanencia)
- Llegó al país en noviembre de 1954 el Rompehielos General San Martín,
construido por el astillero Weser Seebeck.
- Primera Expedición Científica a la Antártida: zarpó el 12 de Febrero de
1951, al mando del Capitán de Ultramar (MM) Santiago Farrell, compuesta
por 3 oficiales, 3 Suboficiales y 3 civiles.
- 2da. Expedición: compuesta por 10 integrantes civiles y militares. Desde
San Martín realizaron patrullas de exploración y reconocimiento territorial.
- Instituto Antártico Argentino (creado el 17 de abril
de1951). Organismo técnico científico que organiza
las expediciones. Es Dependencia del Ministerio de
Asuntos Técnicos y en 1952 pasa al recién creado
Ministerio de Defensa.

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- Fundación de bases:
· San Martín (21 de marzo de 1951)
· Esperanza (Destacamento naval 31 de marzo de 1952 y base de Ejército
el 17 de diciembre de 1952)
· Base Belgrano (18 de enero de
1955) en la barrera de hielos de
Fitchner. Como punto de apoyo
para llegar al Polo Sur. Desde allí,
se crearon otras bases siempre
con la misma finalidad. 14 inte-
grantes entre militares y civiles, 40
perros, 5 vehículos a oruga, y un
avión Cessna monomotor. Base Belgrano

La voluntad

Como sostenía el General Perón en 1952, estos sectores de la Antártida por volun-
tad y derechos deben ser sudamericanos, en especial argentino y chilenos. Pero
implica conflictos, particularmente con Gran Bretaña, que reclama para sí todo el
sector argentino y casi el chileno. A continuación presentamos una lista de los inci-
dentes con Gran Bretaña a raíz del cuestionamiento a estos derechos.

Incidentes
1942: En Isla Decepción
1953: En la caleta Balleneros el Refugio Teniente Lasala: el incidente se produce
en una cabaña y una tienda de campaña, participando personal del barco
argentino ARA Chiriguano. El 15 de febrero, desembarcaron 32 royal mari-
nes, apresando a dos marinos argentinos. El refugio argentino y uno chi-
leno fueron destruidos y los marinos argentinos fueron entregados a un
barco de ese país el 18 de febrero en las islas Georgias del Sur.
1955/56: la expedición Fuchs británica desembarcó cerca de Belgrano y realizó
exploraciones similares a la de Pujato.

El esfuerzo de los exploradores se va revelando a través:


- enfrentarse con el rigor del clima -temperaturas hasta 35 grados bajo cero-
- poseer medios precarios
- integrar patrullas de exploración de más de cien km, en trineos de perros
- emplear aviones y helicópteros en un territorio desconocido, sin instrumen-
tal adecuado y fuertes vientos de ese país

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Política de cooperación con Chile

Los gobiernos de los estados de Argentina y Chile acordaron un entendimiento por


el cual coordinaron acciones contra las pretensiones del Reino Unido, de modo
que las zonas de reclamaciones translapadas (un triángulo curvo al sur del para-
lelo 60°S y entre los meridianos 53°O y 74°O y el Polo Sur) entre los dos estados,
quedaron sujetas a la cooperación entre ambos estados. En la perspectiva de una
soberanía condominial, quedaba refrendada una acción cooperativa de beneficios
mutuos entre ambos estados.

La Antártida hoy

Mapa Bicontinental de la República Argentina Mapa Bicontinental invertido

La Ley 26.651, sancionada el 20 de octubre de 2010 y promulgada el 15 de noviembre


de 2010, establece la obligatoriedad de utilizar en todos los niveles y modalidades del
sistema educativo como así también en su exhibición pública en todos los organismos
nacionales y provinciales, el mapa bicontinental de la República Argentina el cual
muestra la Antártida Argentina en su real proporción con relación al sector continental e
insular. El Instituto Geográfico Nacional como institución de competencia científico-téc-
nica y como organismo responsable de la representación oficial del país, a través de la
“Ley de la Carta” (Ley 22.963), ve modificada a ésta en su artículo 19º a través del artí-
culo 4º de la ley 26.651 en los siguientes términos: “Las editoriales deberán incluir el
mapa bicontinental de la República Argentina, referido en la presente, en las nuevas
ediciones de los libros de texto. Los textos editados con anterioridad deberán incorporar
el mapa bicontinental en caso de reimpresión o reedición”.
Fuente: http://www.ign.gob.ar/AreaInstitucional/Normativa/Leyes/LeyBicontinental

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El 1ro. de diciembre de 1959, se firmó el Tratado Antártico entre los 12 países que,
inicialmente, fueron signatarios. En la actualidad son 26 países y 12 adherentes,
6 de los cuales son suramericanos (Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Perú y Argen-
tina). La Argentina es el país con mayor cantidad de bases activas previas a este
Tratado que:

- Regula las relaciones entre los países.


- Deja bajo un paraguas la cuestión de soberanía.
- Zona desmilitarizada y de material radioactivo

Planteo de los países centrales

Los países que no hayan adquirido un estándar ambiental fijado por esos países
suramericanos, podrían ser declarados fuera del continente antártico. El primer
problema a resolver por Suramérica es no ser inhibida y, por lo tanto, los países de
la región deberían trabajar juntos en los foros antárticos y mejorar sus estándares
para minimizar cuestionamientos.

En cuanto a los ámbitos antárticos se reconocen tres áreas para el desarrollo pro-
ductivo y la investigación:
- El científico: La Argentina tiene un reconocimiento pero debe trabajar coor-
dinadamente con Ciencia y Tecnología, con las Universidades y con
Oganismos privados y públicos.
- El turismo: se configura como un problema ambiental.
- La logística: para los suramericanos es un tema militar, cuestionado por los
países centrales, pero los Estados carecen de medios para su reemplazo.

Visión estratégica de largo plazo

- Definir una conducción centralizada que coordine los esfuerzos, fije objetivos
y decida sobre el empleo de los medios y de ser necesario, su desarrollo.
- Formación de cuadros políticos, científicos y técnicos consustanciados con
los asuntos estratégicos en recursos naturales.
- Trabajar cooperativamente con los países suramericanos.
- Desarrollar una tecnología y un proceso de producción para el desarrollo
humano en la Patagonia y Mar Argentino que limite la influencia británica
en Malvinas y proyecte región hacia la Antártida.
- Entendimiento con países, posibles aliados, como Rusia y China.

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Sugerimos la lectura del mensaje de Perón de 1972, con referencia al


proceso de la descolonización contemporánea y la defensa de la Soberanía
por parte de las “pequeñas naciones” o naciones de la periferia.

Mensaje del Presidente Juan Perón “A los pueblos y gobiernos del mundo”
- Madrid, 21 de febrero de 1972-

Hace casi treinta años, cuando aún no se había iniciado el proceso de des-
colonización contemporáneo, anunciamos la tercera Posición en defensa de
la soberanía y autodeterminación de las pequeñas naciones, frente a los blo-
ques en que se dividieron los vencedores de la Segunda Guerra Mundial.

Hoy cuando aquellas pequeñas naciones han crecido en número y constitu-


yen el gigantesco y multitudinario Tercer Mundo un peligro mayor- que afec-
ta a toda la humanidad y pone en peligro su misma supervivencia- nos obli-
ga a plantear la cuestión en nuevos términos, que van más allá de lo estric-
tamente político, que superan las divisiones partidarias o ideológicas, y entran
en la esfera de las relaciones de la humanidad con la naturaleza.

Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del
mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha
emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera,
la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la pobla-
ción y la sobre-estimación de la tecnología y la necesidad de invertir de inme-
diato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada
internacional.

La concientización debe originarse en los hombres de ciencia, pero sólo


puede transformarse en la acción a través de los dirigentes político.

Por eso abordo el tema como dirigente político, con la autoridad que me da
el haber sido precursor de la posición actual del Tercer Mundo y con el aval
que me dan las últimas investigaciones de los científicos en la materia.

Los hechos

El ser humano ya no puede ser concebido independientemente del medio


ambiente que él mismo ha creado.

Ya es una poderosa fuerza biológica, y si continúa destruyendo los recursos


vitales que le brinda la Tierra, sólo puede esperar verdaderas catástrofes
sociales para las próximas décadas.

La humanidad está cambiando las condiciones de vida con tal rapidez que
no llega a adaptarse a las nuevas condiciones.

Su acción va más rápido que su captación de la realidad y el hombre no ha


llegado a comprender, entre otras cosas, que los recursos vitales para él y
sus descendientes derivan de la naturaleza y no de su poder mental.

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De este modo, a diario, su vida se transforma en una interminable cadena


de contradicciones.

En el último siglo ha saqueado continentes enteros y le han bastado un par


de décadas para convertir ríos y mares en basurales, y el aire de las grandes
ciudades en un gas tóxico y espeso.

Inventó el automóvil para facilitar su traslado, pero ahora ha erigido una civi-
lización del automóvil que se asienta, sobre un cúmulo de problemas de cir-
culación, urbanización, inmunidad y contaminación en las ciudades y se
grava las consecuencias de la vida sedentaria.

Despilfarro masivo

Las mal llamadas "Sociedades de Consumo", son, en realidad sistemas socia-


les de despilfarro masivo, basados en el gasto, por el que el gusto produce
lucro.

Se despilfarra mediante la producción de bienes necesario o superfluos y,


entre estos, a los deberían ser de consumo duradero, con toda intención se
les asigna cierta vida porque la renovación produce utilidades.

Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto de los artículos,


pero no para reemplazar los bienes dañinos para la saluda humana, y hasta
se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana.

Como ejemplo bastan los autos actuales que debieran haber sido reempla-
zados por otros con motores eléctricos, o el tóxico plomo que se agrega a las
naftas simplemente para aumentar el pique de los mismos.

No menos grave resulta el hecho de que los sistemas sociales de despilfarro


de los países tecnológicamente más avanzados funciones mediante el con-
sumo de ingentes recursos naturales aportados por el Tercer Mundo.

De este modo el problema de las relaciones dentro de la humanidad es para-


dójicamente doble: algunas clases sociales - la de los países de baja tecno-
logía en particular - sufren los efectos del hambre, el analfabetismo y las
enfermedades, pero al mismo tiempo las clases sociales y los países que
asientan su exceso de consumo en el sufrimiento de los primeros, tampoco
están racionalmente alimentados ni gozan de una auténtica cultura o de una
vida espiritual o físicamente sana. Se debaten en medio de la ansiedad y del
tedio y los vicios que produce el ocio mal empleado.

El espejismo de la tecnología

Lo peor es que, debido a la existencia de poderosos intereses creados o por


la falsa creencia generalizada de que los recursos naturales vitales para el
hombre son inagotables, este estado de cosas tiende a agravarse, mientras
un fantasma - el hombre- recorre el mundo devorando 55 millones de vidas

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humildes cada 20 meses, afectando hasta países que ayer fueron graneros
del mundo y amenazando expandirse de modo fulmíneo en las próximas
décadas.

En los centros de más alta tecnología se anuncia entre otras maravillas, que
pronto la ropa se cortará con rayos láser y que las amas de casa harán com-
pras por televisión y las pagarán mediante sistemas electrónicos.

La separación dentro de la humanidad se está agudizando de modo tan visi-


ble que perece que estuviera constituida por más de una especie.

El ser humano cegado por el espejismo de la tecnología, ha olvidado las ver-


dades que están en la base de su existencia.

Y así, mientras llega a la luna gracias a la cibernética, la nueva metalurgia,


combustibles poderosos, la electrónica y una serie de conocimientos teóricos
fabulosos, mata el oxígeno que respira el agua que bebe, y el suelo que le
da de comer y eleva la temperatura permanente del medio ambiente sin
medir sus consecuencias biológicas.

Ya en el colmo de su insensatez, mata el mal que podía servirle de última


base de sustentación.

Después de la tierra, el mar ...

En el curso del último siglo el ser humano ha exterminado cerca de 200


especies animales terrestres.

Ahora ha pasado a liquidar las especies marinas.

Aparte de los efectos de la pesca excesiva, amplias zonas de los océanos,


especialmente costeras, ya han sido convertidas en cementerios de peces y
crustáceos, tanto por los desperdicios arrojados como por el petróleo invo-
luntariamente derramado.

Solo el petróleo liberado por los buques cisterna hundidos ha matado en la


última década cerca de 600.000 millones de peces.

Sin embargo seguimos arrojando al mar más desechos que nunca, perfora-
mos miles de pozos petrolíferos en el mar o sus costas y ampliamos al infi-
nito el tonelaje de los petróleos sin tomar medidas de protección de la fauna
y flora marinas

...Y el agua potable

La creciente toxicidad del aire de las grandes ciudades, es bien conocida,


aunque muy poco se ha hecho para disminuirla.

En cambio, todavía existe un conocimiento mundialmente difundido acerca


del problema planteado por el despilfarro de agua dulce, tanto para el con-
sumo humano como para la agricultura. La liquidación de aguas profundas

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ya ha convertido en desiertos extensas zonas otrora fértiles del globo, y los


ríos han pasado a ser desagües cloacales más que fuentes de agua potable
o vías de comunicación.

Al mismo tiempo la erosión provocada por el cultivo irracional o por la supre-


sión de la vegetación natural se ha convertido en un problemas mundial, y
se pretende reemplazar con productos químicos el ciclo biológico del suelo,
uno de los más complejos de la naturaleza.

Para colmo muchas fuentes naturales han sido contaminadas; las reservas
cuando nos quedaría como último recurso la desalinización del mar nos ente-
ramos que una empresa de este tipo, de dimensión universal, exigiría una
infraestructura que la humanidad no está en condiciones de financiar y armar
en este momento.

Alimentos y armas

Por otra parte, a pesar de la llamada revolución verde, el Tercer Mundo, toda-
vía no ha alcanzado a producir la cantidad de alimentos que consume, y para
llegar a su autoabastecimiento necesita un desarrollo industrial, reformas
estructurales y la vigencia de una justicia social que todavía está lejos de
alcanzar.

Para colmo, el desarrollo de la producción de alimentos sustitutivos está fre-


nada por la insuficiencia financiera y las dificultades técnicas.

Por supuesto todos estos desatinos culminan con una tan desenfrenada
como irracional carrera armamentista que le cuesta a la humanidad 200.000
millones de dólares anuales.

A este maremagnum de problemas creados artificialmente se suman el cre-


cimiento explosivo de la humanidad.

El número de seres humanos que puebla el planeta se ha duplicado en el


último siglo y volverá a duplicarse para fines del actual o comienzos del próxi-
mo, de continuar la actual " ratio " de crecimiento.

De seguir por este camino, en el año 2.500 cada ser humano dispondrá de
solo metro cuadrado sobre el planeta.

Esta visión global está lejana en el tiempo, pero no difiere mucho de la que ya
corresponde a las grandes urbes, y no debe olvidarse que dentro de 20 años
más de la mitad de la humanidad vivirá en ciudades grandes y medianas.

Política demográfica

Es indudable pues, que la humanidad necesita tener una política demográfica.

La cuestión es que aún poniéndola en práctica, ya por el retardo con que


comenzaremos,. no producirá sus efectos antes del fin de la década en mate-
ria educativa, y antes de fin de siglo en materia ocupacional.

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Y que además la política demográfica no produce los efectos deseados sino


va acompañada de una política económica y social correspondiente.

De todos modos, mantener el actual ritmo de crecimiento de la población


humana es tan suicida como mantener el despilfarro de los recursos natu-
rales en los centros altamente industrializados donde rige la economía del
mercado, o aquellos países que han copiado sus modelos de desarrollo.

Lo que no debe aceptarse es que la política demográfica esté basada en la


acción de píldoras que ponen en peligro la salud de quienes la toman o de
sus descendientes

Qué hacer

Si se observan en su conjunto los problemas que se nos plantean y que


hemos enumerado, comprobaremos que provienen tanto de la codicia y la
imprevisión humana, como de las características de algunos sistemas socia-
les, del abuso de la tecnología, del desconocimiento de las relaciones bioló-
gicas y de la progresión natural del crecimiento de la población humana.

Esta heterogeneidad de causas debe dar lugar a una heterogeneidad de res-


puestas, aun que en última instancia tenga como denominador común la
utilización de la inteligencia humana.

A la irracionalidad del suicidio colectivo debemos responder con la raciona-


lidad del deseo de supervivencia.

Para poner freno e invertir la marcha hacia el desastre es menester aceptar


algunas premisas:

1. Son necesarias y urgentes: una revolución mental en los hombres, espe-


cialmente en los dirigentes de los países más altamente industrializados; una
modificación de las estructuras sociales y productivas en todo el mundo, en
particular en los países de alta tecnología donde rige la economía de merca-
do, y el surgimiento de una convivencia biológica dentro de la humanidad y
entre la humanidad y el resto de la naturaleza.

2. Esa revolución mental implica comprender que el hombre no puede reem-


plazar a la naturaleza en el mantenimiento de un adecuado ciclo biológico
general; que la tecnología es un arma de doble filo, que el llamado progreso
debe tener un límite y que incluso habrá que renunciar alguna de las como-
didades que nos ha brindado la civilización; que la naturaleza debe ser res-
taurada en todo lo posible que los recursos naturales resultan aceptables y
por lo tanto deben ser cuidados y racionalmente utilizados por el hombre;
que el crecimiento de la población es aumentar la reducción y mejorar la
distribución de alimentos y la difusión de servicios sociales como la educa-
ción y la salud pública, y que la educación y el sano esparcimiento deberán
reemplazar el papel que los bienes y servicios superfluos juegan actualmen-
te en la vida del hombre.

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3. Cada nación tiene derecho al uso soberano de sus recursos naturales.

Pero, al mismo tiempo, cada gobierno tiene la obligación de exigir, a sus ciu-
dadanos el cuidado y utilización racional de los mismos.

El derecho a la subsistencia individual impone el deber hacia la superviven-


cia colectiva, ya se trate de ciudadanos o pueblos.

4. La modificación de las estructuras sociales y productivas en el mundo


implica que el lucro y el despilfarro no pueden seguir siendo el motor básico
de sociedad alguna. y que la justicia social debe exigirse en la base de todo
sistema, no solo para el beneficio directo de los hombres sino para aumen-
tar la producción de alimentos y bienes necesarios; consecuentemente, las
prioridades de producción de bienes y servicios deben ser alteradas en mayor
o menor grado según el país de que se trate.

En otras palabras:

necesitamos nuevos modelos de producción, consumo, organización y desa-


rrollo tecnológico que, al mismo tiempo que den prioridad a la satisfacción
de las necesidades esenciales del ser humano, racionar el consumo de recur-
sos naturales y disminuyan al mínimo posible la contaminación ambiental.

5. Necesitamos un hombre mentalmente nuevo en un mundo físicamente


nuevo.

No se puede construir una nueva sociedad basada en el pleno desarrollo de


la personalidad humana en un mundo viciado por la contaminación del
ambiente exhausto y la sed y enloquecido por el ruido y el hacinamiento.

Debemos transformar a las ciudades cárceles del presente en las ciudades


jardines del futuro.

6. El crecimiento de la población debe ser planificado, en lo posible de inmedia-


to, pero a través de métodos que no perjudiquen la salud humana, según las
condiciones particulares de cada país (esto no rige para la Argentina, por ejem-
plo) y en el marco de políticas económicas y sociales globalmente racionales.

7. La lucha contra la contaminación del ambiente y de la biosfera, contra el


despilfarro de los recursos naturales, el ruido y el hacinamiento de la ciuda-
des, debe iniciarse ya a nivel municipal, nacional e internacional.

Estos problemas, en el orden internacional, deben pasar a la agenda de las


negociaciones entre las grandes potencias y a la vida permanente de la
Naciones Unidas con carácter de primera prioridad.

Este, en su conjunto, no es un problema más de la humanidad; es el pro-


blema.

8. Todos estos problemas están ligados de manera indisoluble con la justicia


social, el de la soberanía política y la independencia económica del Tercer
Mundo, y la distensión y la cooperación internacional.

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9. Muchos de estos problemas deberán ser encarados por encima de las


diferencias ideológicas que separan a los individuos dentro de sus socieda-
des o a los Estados unidos dentro de la comunidad internacional.

Nosotros los del tercer mundo

Finalmente deseo hacer algunas consideraciones para nuestros países del


Tercer Mundo:

1. Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la vora-


cidad de los monopolios internacionales que los buscan para alimentar un
tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnolo-
gía a donde rige la economía de mercado.

Ya no puede producirse un aumento en gran escala de la producción ali-


menticia del Tercer Mundo sin un desarrollo paralelo de las industrias corres-
pondientes.

Por eso cada gramo de materia prima que se dejan arrebatar hoy los países
del Tercer Mundo equivale a kilos de alimentos que dejarán de producir
mañana.

2. De nada vale que evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si segui-


mos aferrados a métodos de desarrollo, preconizados por esos mismos mono-
polios, que significan la negación de un uso racional de aquellos recursos.

3. En defensa de sus intereses, los países deben propender a las integracio-


nes regionales y a la acción solidaria.

4. No debe olvidarse que el problema básico de la mayor parte de los países


del Tercer Mundo es la ausencia de una auténtica justicia social y de parti-
cipación popular en la conducción estará en condiciones de enfrentar las
angustiosamente difíciles décadas que se avecinan.

La Humanidad debe ponerse en pie de guerra en defensa de sí misma.

En esta tarea gigantesca nadie puede quedarse con los brazos cruzados.

Por eso convoco a todos los pueblos y gobiernos del mundo a una acción soli-
daria.

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Para profundizar el anális de los temas presentados se propone la consul-


ta del texto:
CIRIGLIANO, GUSTAVO: Metodología de un Proyecto de País, Ed. Nueva
Generación. 2002.
- Es importante prestar atención tanto a las formulaciones teóricas como a
la metodología adoptada para el análisis del caso presentado. Este tipo
de análisis se constituye en un modelo apto para reflexionar sobre otros
proyectos y otras situaciones de nuestra historia y de nuestro presente,
en las que resulte posible, a partir de la autoafirmación, evidenciar el
entramado construido por la superestructura cultural y su dispositivo de
colonización pedagógica.

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