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El escultor de la palabra

Elizabeth Cañas Rodríguez

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Foto archivo personal Alonso Ríos

E
“ l maestro Arenas Betancourt fue mi biblio- Sus obras testimoniales más conocidas: Los pasos
teca, su palabra era para nosotros la escue- del condenado, divulgada en 1988, en la que plas-
la de arte y los libros que no teníamos en la ma sus reflexiones y ocurrencias testimoniales
casa. Cuando departía, tomaba el aguardiente del secuestro del que fue víctima y Crónicas de la
a pequeños sorbos, degustándolo, clavaba la errancia, del amor y de la muerte, publicada por pri-
mirada en un espacio vacío y empezaba la di- mera vez en 1962 por el Instituto Colombiano de
sertación con palabras lentas, sin mirarnos al Cultura, Colcultura, revelan a un hombre forma-
rostro, ¡como si hablara para el solo!”, evoca el do en la lectura y al estudioso de las formas de la
maestro Alonso Ríos. naturaleza y del cuerpo humano, como también
a un autor provisto de una gran capacidad des-
Rodrigo Arenas Betancourt (Fredonia, 1919- criptiva y escudriñador de las culturas.
Medellín, 1995) plantea a través tanto de sus
obras esculturales, grabados y pinturas, como El maestro tenía el don de la palabra y sus es-
en sus producciones escriturales, un discurso critos encajan con una personalidad arrolla-
estético y diciente. Sin embargo, la palabra del dora, según cuenta el artista Alonso Ríos. “Su
maestro, la que está plasmada en sus textos au- conversación era amena, llena de detalles, de
tobiográficos está aún para el estudio literario, una acertada dicción y muy constantemente
para la comprensión filológica e, incluso, para dejaba entrever en sus historias un dejo de
el reconocimiento histórico de los contextos. amargura e insatisfacción”.

Octubre | 2019
En Crónicas de la errancia, del amor y de la muerte, y vivencias alrededor de su secuestro, suceso
(libro que el maestro quiso inicialmente titular inspirador y el cual el maestro aprovecha para
Mi vida con las putas), la capacidad descriptiva, presentar sus sentimientos frente a la natura-
los usos hiperbólicos y recursos alegóricos son leza, ámbito en el que fue prisionero, que ve
abundantes: como lugar alucinado para la vida y la muerte:

[...] Es verdad, le dije; yo vengo de la noche Allí, el Proscrito doblegado, encontró por las
borbotante, de la sangre vengativa y caníbal. manos insolentes de los Asaltantes-asesinos, la
Vengo de los caliginosos y húmedos estuarios misma ferocidad de la infancia. Con “ellos” y
del continente amazónico. Vengo de los nidos por “ellos” en el “cambucho”, días enteros de
de las anacondas y de las nauyacas, de los ríos pésima alimentación, el bosque agresivo y re-
viscosos y seminales, de los manglares de las pelente; el suelo disuelto en goterones que ta-
garzas rosadas, donde anidan el paludismo y la ladran el techo y tormentas eléctricas que des-
peste... (Ibíd., p. 58). baratan el alma con el pavor; la quebrada suena
persistente y dolorosa a la distancia, llenándolo
Tampoco se escatiman apartes directos y sin todo con su lamento. Nada que sirva al humano
tapujos: “[...] Esperanza Olivares Santana, mu- de inmediato, ni un fruto, ni un animal de cace-
ría, ni una raíz o tubérculo. El cielo esquivo se
jer sangrienta y tierna, que me pegaste las pri-
ve a retazos entre los claros del bosque... (Are-
meras purgaciones en aquel astroso hotel de
nas Betancourt, R., 1988: 46).
Santa Julia...” (Ibíd., p. 30), y referencias empa-
rentadas con el sexo, así como con la descrip-
Arenas Betancourt describe su lucha interior
ción funcional del cuerpo, lo que habla de su
con sus creencias y sus preocupaciones por su
estudio como escultor del cuerpo y del hom-
existencia: “sueño despierto, vivo inmerso en 27
bre mismo:
el sueño y en tal sentido, digo que mi mejor
y única obra, es mi propia vida” (Ibíd., p. 43).
[...] María Eunice Agudelo Puerta, mujer man-
Para el maestro, el arte no es un oficio fácil y,
cillada, empreñada como la montaña, la aven-
tura ciega de la germinación, del expandirse del todo lo contrario, reivindica, al menos en este
espermatozoide entre tu carne, del correr de la texto, la representación artística desde una
leche entre los hontanares de tus pechos, por “visión trágica y ardiente [...] el arte es un sa-
donde yo viajo —yo viajé—, yo viajaré hacia la crificio sangriento [...] el hombre es el arte y el
luz, hacia el sol, hacia tus ojos... (Ibíd., p. 117). arte es el hombre”.

Crónicas de la errancia, del amor y de la muerte El escultor habla en su obra y a través de su


es una obra que recorre descriptivamente, no trabajo escritural, fija postura sobre la religión
solo su vivencia sexuada, sino también sus de la que descree cuando compara los proble-
consideraciones existencialistas frente al amor mas sociales, la situación de pobreza y la difí-
y en la que acopia el conocimiento de la cultu- cil existencia humana. Estos asuntos son esen-
ra mexicana y de la griega, y en la que, al tiem- ciales en su obra y se reflejan, según el maestro
po, establece su entrañable apego a la tierra y amigo, Alonso Ríos, en el simbolismo de la
natal y el modo como interioriza el ambiente figura del dios del fuego que era invariable, en
que le rodea. una Gaitana, endiosada, en el Cristo prometeo,
que exhibe sus entrañas, y en el sinnúmero de
Estas condiciones de la obra de Arenas Be- obras y dibujos trazados.
tancourt se expresan también en Los pasos del
condenado, obra en la que el maestro recoge en También en los libros referenciados en los que
ocho apartes, sus sentimientos, frustraciones se rebela:

2019 | Octubre
Foto archivo personal Alonso Ríos

Tampoco entiende como él mismo, que no es Una sapiencia que tuvo gracias a su búsqueda
más que un pobre mal artista, simpatizante de referencial de pensadores y escritores de todas
28 las causas de renovación, justicia social y nue- las latitudes y condiciones; que giró alrededor
vo humanismo, sea también presa de la fuerza de intelectuales anteriores y contemporáneos
bruta [...] Analiza que por este camino no puede
del maestro. Y que, al mismo tiempo, recogió
seguir, porque así se hace nugatoria su propia
tanto de los ilustrados europeos, como de la
condición humana y se convierte en una bestia
apocalíptica que asolará el mundo y barrerá
mitología griega y de los imaginarios ancestra-
con altura, con la convivencia humana y con los les de México; que, por supuesto, es parte de la
avances que el hombre ha logrado para hermo- entraña de sus orígenes familiares y del terru-
sear la vida (p.126) ño cercano a Cerro Bravo, donde el maestro se
hizo con la palabra y su cincel.
Precisamente, este último aparte hace más claro
el valor escritural de Los pasos del condenado obra
complementaria y reflexiva de la vida que junto Referencias
a Crónicas de la errancia, del amor y de la muerte
Arenas Betancourt, R. (1962). Crónicas de la errancia, del
develan al maestro en su dimensión del hom-
amor y de la muerte, Bogotá, Colcultura.
bre que habla y escribe para pensar la condición ____. (1988). Los pasos del condenado, Bogotá, Arango
humana. “Un hombre nuevo de pensamientos Editores.
avanzados y de cara al sol, siempre navegando
en la búsqueda infinita del conocimiento y de la
poesía, con su mente y su pensamiento en alto, Elizabeth Cañas Rodríguez es Comunica-
más allá de lo terráqueo, de las mezquindades, dora Social-Periodista y Filóloga. Se desem-
de los hombres pequeños, con un sueño supe- peña como profesional de comunicación ex-
rior que lo hacía ver diferente entre los hombres terna de la Dirección de Comunicaciones en
y más parecido a un Prometeo siempre rebelde la Universidad de Antioquia.
y sabio”, comenta Alonso Ríos.

Octubre | 2019

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