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Ubicamos A Marx
Ubicamos A Marx
representada por Saint Simón y Comte. Sus ideas sobre la educación, desarrolladas
de manera desordenada pero persistente en sus múltiples escritos, al margen de las
posturas dogmáticas a que dieron lugar bajo el influjo de sus intérpretes, son
fundamentales para entender aspectos de la educación que no estaban contemplados
en el proyecto positivista que acabamos de ver y que tienen hoy indudable vigencia.
Aunque la educación no fue un tema que Marx se propusiera tratar de manera
explícita, ocupa un lugar importante en sus obras, tanto en las destinadas al análisis
de la sociedad capitalista, como en aquellas donde se refiere a la sociedad socialista.
Marx aborda prácticamente todo el espectro de problemas que son insoslayables en
una sociología de la educación: el sistema de enseñanza; la gratuidad-obligatoriedad
de la enseñanza; la relación entre la escuela, el Estado, el gobierno y la Iglesia; la
función educadora del Estado; el carácter público-privado de la enseñanza; los con
tenidos de la enseñanza; la división del trabajo y la educación; la cultura, los científicos
y los intelectuales; la infancia y la educación familiar
Al actuar sobre la naturaleza, los seres humanos emplean esas capacidades para
satisfacer sus necesidades. Esto es lo que llama Marx apropiación de la naturaleza por
el hombre. Las capacidades y necesidades de las personas configuran la forma en
que los humanos se apropian de la naturaleza; a su vez, las formas de apropiación
actúan sobre las capacidades y las necesidades. La naturaleza humana, en
La actividad es el movimiento implicado en los esfuerzos deliberados del hombre,
mientras la creatividad alude a su capacidad para hacer objetos únicos. Esta
producción de objetos que resulta del trabajo constituye la objetivación. Para Marx, el
potencial humano se realiza en la objetivación de los productos, a condición de que
esa objetivación sea una expresión de las capacidades creativas de la persona. En la
sociedad capitalista se distorsiona la relación del hombre con la naturaleza, y el
trabajo, en lugar de ser la expresión de la capacidad creativa del ser humano, se
reduce a un medio para ganar dinero (produce objetos con valor de cambio en el
mercado, no con valor de uso). Fuera de la sociedad capitalista, el trabajo se
constituye en la clave para comprender la realidad: el hombre llega a ser hombre en
virtud del despliegue de su actividad en el trabajo, es decir, merced a su actividad
práctica. A través de ésta se produce a sí mismo y produce la sociedad.