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Sin embargo, las cosas cambiaron de manera dramática tras una grave enfermedad, cuando empezó a dar
muestras de un carácter autoritario y de unos modos que lo acercaban más a las formas de gobierno de las
monarquías orientales que a las apariencias republicanas del Imperio.
Calígula eliminó rápidamente y sin proceso a su primo Tiberio Gemelo y al jefe de los pretorianos Macrón, e
impuso un protocolo monárquico en la corte en el que se impulsaba una divinización en vida del emperador.
Intentó gobernar apoyándose en el pueblo y en directa oposición al Senado.
Las arcas del Imperio Romano se vaciaron rápidamente ante la necesidad de pagar a las tropas y las fiestas en
la corte, por lo que decidió subir los impuestos y reanudar la política de eliminación física de senadores para
apoderarse de sus posesiones. Su política exterior fue un reflejo de las pulsiones orientalizantes que marcaron
su vida: aumentó el número de reinos vasallos en Oriente, al tiempo que reducía la autonomía de los
territorios occidentales.
En el año 39 llevó a cabo una expedición a Germania y la Galia septentrional. Tras una conspiración fallida
ese mismo año, encabezada por Cneo Cornelio Léntulo y Marco Emilio Lépido (este último casado con
Drusila, hermana del emperador), una nueva conspiración, organizada por su propia guardia, tuvo éxito el 24
de enero del año 41 y acabó con el emperador.
Nació el 31 de agosto de 12 en Antium (hoy Anzio, en Italia), fue el hijo más joven del general Julio César
Germánico y de Agripina la Mayor, nieto por adopción del emperador Tiberio.
El apodo de Calígula se lo ganó en su juventud en los campamentos militares, Calígula (en latín, diminutivo
del calzado militar romano), debido a los pequeños zapatos militares que usaba.
Fue nombrado por Tiberio, junto con su nieto, Tiberio Gemelo, coheredero al trono, aunque el Senado y el
pueblo eligieron a Calígula como su único emperador. Adoptó a Gemelo como hijo y más tarde ordenó
asesinarle. Fue clemente durante los primeros meses, pero se convirtió en un tirano depravado tras una
enfermedad mental.
Se ha dicho que había sufrido de epilepsia en su juventud, y que después se vería seriamente aquejado de
insomnio. Suetonio cuenta que no dormía más que tres horas por noche, y que lo asaltaban espantosas
pesadillas. Derrochó su fortuna en espectáculos públicos y proyectos de construcción de edificios, desterró o
asesinó a la mayoría de sus familiares, nombró a su caballo cónsul, se proclamó dios construyendo templos y
realizando sacrificios en su honor.
Es una ironía curiosa que Calígula haya sido criticado tanto por no mostrar emoción cuando ejecutaron a su
madre y hermanos, como, más tarde, por cometer incesto con sus hermanas. La historia es probablemente un
invento, pero Drusila era la hermana favorita de Calígula, y cuando ella murió, el 10 de junio del 38, ordenó
su deificación. Se anunció un período de duelo, y Calígula dejó Roma para buscar consuelo, viajando a través
de Campania y Sicilia.
Practicó ampliamente la confiscación (casi siempre ilegal) e hizo prácticamente obligatorio para todas las
personas ricas, el instituirle heredero de una parte de sus bienes. Además de aumentar los ingresos por esta
vía, suprimió algunos gastos, y entre ellos el importe de dinero que se entregaba a los legionarios cuando se
licenciaban, que fue reducido a la mitad (seis mil sestercios).
En el 41, los oficiales de su guardia conspiraron contra él y le asesinaron, nombrando como sucesor a su
tío Claudio.
El paso del tiempo no había hecho más que ensombrecer el recuerdo de aquel emperador de la dinastía Julio-
Claudia, que a los 25 años había sucedido a su tío abuelo Tiberio y que murió desastradamente en un pasillo
de palacio, apuñalado por los oficiales del ejército sublevados contra su tiranía. Para Suetonio y Dión Casio,
Calígula fue, en efecto, un déspota; más que eso, un «monstruo» del que tan sólo cabía enumerar
adulterios, confiscaciones y actos de crueldad.
Sin duda no era ésta una imagen imparcial, sino que respondía a una intencionalidad política y moral precisa:
la de advertir sobre los riesgos del poder personal y la necesidad de respetar la integridad de la nobleza y el
Senado de Roma, los que más sufrieron la persecución de Calígula. Con este fin, los autores posteriores
mezclaron los hechos ciertos con rumores, exageraciones y elementos puramente fabulosos, lo que hoy hace
difícil tener una visión objetiva del personaje y las circunstancias en que se movió. Además, en su execración
de Calígula los autores antiguos introdujeron una hipótesis explicativa que ha pervivido hasta la actualidad: la
de la «locura» del emperador. Ya el filósofo Séneca veía señales de desequilibrio mental en el mismo
aspecto físico del emperador, en sus «ojos torvos y emboscados bajo una arrugada frente...». Sólo así
podrían explicarse los desmanes de aquel joven que, por lo demás, como reconocen hasta los cronistas más
hostiles, poseía notables dotes intelectuales.
Los autores antiguos también coinciden en señalar que a los pocos meses de acceder al trono, en el otoño del
año 37 d.C., Calígula sufrió una grave enfermedad. No está clara la naturaleza de esta afección: se ha sugerido
que pudo tratarse de una crisis nerviosa, de una encefalitis –una inflamación del cerebro causada por algún
tipo de infección–, de hipertiroidismo o de la ya mencionada epilepsia. Filón de Alejandría, en cambio,
da una explicación de tipo moral: la causa de la crisis habría sido el cambio en los hábitos de vida de Calígula
al ser proclamado emperador, pasando de una existencia tranquila y saludable a toda clase de excesos, «vicios
propios para destruir el alma, el cuerpo y su mutua cohesión», sentenciaba. Otra hipótesis apuntaría a alguna
enfermedad venérea, que puede provocar problemas mentales o al menos desórdenes de conducta.