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Cada vez que actúa, el individuo se enfrenta con la necesidad de elegir entre varias
opciones; cada una implica la prevalencia de ciertos valores. Por ello, Sartre afirma
‘’ Elegir ser esto o aquello es afirmar al mismo tiempo el valor de lo que elegimos (…) y
nada puede ser bueno entre nosotros sin serlo para todos (…) así, nuestra responsabilidad es
mucho mayor de lo que podríamos suponer, pues compromete a la humanidad entera” (1996,
pág. 23).
Con ello afirma que los valores proyectos por nuestras acciones de alguna manera involucran
también una determinada concepción de la humanidad en general. Hasta acá podría pensarse en
la misma tesis de Kant: la libertad de actuación es subjetiva e individual. Sin embargo, el mismo
Sartre enfatiza que esa subjetividad es solo el punto de partida cuando aclara
Con ello, plantea que la existencia del sujeto está condicionada por la presencia de los
sujetos. La libertad de la persona no se vive como subjetividad individual; más bien, se
experimenta por medio de la intersubjetividad; si el ‘’yo’’ solo puede reconocer cuando se
identifica entre ‘’los otros’’, la libertad del yo solo puede ser producto del reconocimiento de la
libertad de otro.
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Dimensión social
Nuestra dimensión social nos obliga a ser responsables de nuestros actos. Somos seres social y,
para el beneficio colectivo, construimos cultura y la compartimos en sociedad. Con ello, creamos
institución como la familia, escuelas, estados, en fin, cultura. Así, conocemos el mundo a través de
los productos culturales que heredamos de la sociedad o de los que nosotros mismos construimos.
La mayoría de los filósofos señala que la razón distingue al ser humano del resto de los animales y
le otorga la libertad de elegir. En consecuencia, la definición de libertad depende de la forma que
se conciba la razón. El concepto de razón crítica enfatiza en que el ser humano es de naturaleza
social. Los individuos someten a la esfera pública sus principios, participan del dialogo social y
construyen su universo éticos a partir de consensos. La razón es ese encuentro intersubjetivo que
permiten buscar soluciones comunes para las necesidades.
Como vimos, un requisito para actuar con libertad es, justamente, el tener conciencia del “yo” sin
tener la propia del “tu”. Cada individuo se define a sí mismo en función de su especificidad; de su
diferencia con respecto a los demás. Para conocerme debo conocerme y a partir de ello,
establecer nuestras mutuas diferencias. Por ende, solo puedo ser consciente de mi libertad si la
concibo desde la libertad de los demás y actuó en función de ello. Por lo tanto, la libertad se
construye solo en y a partir de las relaciones intersubjetivas.
En conclusión, el ser humano se distingue del resto de animal gracias a su racionalidad. Esta
capacidad le permite construirse a sí mismo a partir de múltiples e infinitas elecciones cotidianas.
La posibilidad de elegir lo convierte en un ser libre. Sin embargo, sus acciones tienen
consecuencias sociales pues todo individuo vive implicado dentro de una sociedad. De ahí que los
límites de la libertad están por la racionalidad intersubjetiva. Desde esta perspectiva, la libertad es
esencialmente social.
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