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Actualización 30/01/2020

Semana 7: Libertad y responsabilidad. Elijo y me hago cargo.

“¿Qué es, en realidad, el ser humano? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que
ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso
firme murmurando una oración”

Viktor Frankl.

Conceptos clave: libertad, autodeterminación, responsabilidad, renuncia.

1. La libertad: característica esencial de la persona

En la clase anterior analizamos nuestra dimensión afectiva, destacando la importancia


de la educación de nuestras pasiones para un desarrollo pleno e integral de nuestra
naturaleza, y a su vez, propiciar un mejor ejercicio de nuestra libertad. Pero ¿a qué nos
referimos cuando hablamos de libertad? La frase de Viktor Frankl1 que inicia esta clase,
nos indica que la libertad humana es real tan real, que es capaz de denigrar al ser humano
a lo más bajo que pueda llegar; pero al mismo tiempo, tan real que es capaz de
enaltecerlo hasta llegar al heroísmo, como aquellos que entraron a una cámara de gas con
la cabeza en alto y orando en su interior. Efectivamente, la libertad humana es posibilidad
para el bien y para el mal, pero ¿qué es la libertad?, ¿qué significa que la persona humana
sea libre?

La libertad es un elemento esencial de la naturaleza humana, que nos permite


actuar y escoger según nuestra voluntad, es decir, autodeterminarnos, elegir qué tipo de
persona deseamos ser, ya que no estamos determinados para seguir una única dirección.
De hecho, podemos orientar nuestras acciones, según nuestros propios razonamientos.
La libertad es el poder de la razón y de la voluntad que nos permite elegir entre una
multiplicidad de bienes y realizar acciones deliberadas. Ya te podrás dar cuenta que la

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Psiquiatra y filósofo austriaco, propone el método de la logoterapia o análisis existencial, para
propiciar un desarrollo integro y pleno de la persona. Reflexiona en torno al sentido de la
existencia, desde las diversas experiencias de la vida: dolor, muerte, felicidad, etc.

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libertad está relacionada con nuestras facultades superiores, de hecho, es una


característica de los actos de la voluntad. Cuando decimos que alguien actuó
voluntariamente, afirmamos que fue un acto libre, por tanto, la libertad es la misma
voluntad en la medida que ella elige algo particular. Por ejemplo, un estudiante es
consciente que en muchos grupos de redes sociales, venden o se ofrecen servicios para
realizar los proyectos finales de diversas carreras, pero finalmente es él, quien puede
decidir no pagar por el trabajo, y realizarlo por él mismo, ese sería un buen ejercicio de su
libertad, pues piensa en las consecuencias de sus actos y comprende que realizar dicho
trabajo le permitirá formarse como un profesional integral.

En todo acto libre entran en juego nuestras facultades superiores, pues la voluntad
elige lo que antes ha sido conocido por la inteligencia. Por ejemplo, al decidir estudiar una
carrera; antes realizaste un proceso de deliberación, analizaste las posibilidades que
tenías y pudiste reflexionar sobre las ventajas y desventajas de cada una de ellas. Es
importante reconocer que también gracias a la libertad, el ser humano posee la capacidad
de autodirigirse. Esto corresponde a una soberanía individual de la persona, a la capacidad
de actuar en conformidad con los dictámenes de la razón, por ese motivo, sólo los sujetos
racionales pueden ser libres, los actos que no surgen de la inteligencia son más bien
instintivos, espontáneos, simplemente salieron sin pensarlos y a veces cuando esto ocurre
nos equivocamos, sería un error confundir libertad con espontaneidad.

Por lo tanto, claramente no da lo mismo elegir cualquier cosa. Si bien existe la


posibilidad de elegir el mal y equivocarse, la verdadera libertad consiste en elegir el bien,
pues la libertad se perfecciona sólo en la medida en que la persona se dirige hacia su fin
último, la felicidad. La elección del mal, aunque siempre es posible y real, es un fallo de la
libertad, justamente la elección del mal nos aleja de nuestro fin último y en consecuencia
nos aleja del perfeccionamiento de nuestra naturaleza humana.

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2. Autodeterminación, responsabilidad y renuncia

Existen diversas características de la libertad, ya que es una facultad humana que


implica múltiples dimensiones. Algunas de ellas son: independencia, autodeterminación,
apertura, elección, querer, voluntad, entre otras. Sin embargo, nos detendremos en los
aspectos de la libertad que nos parecen más radicales para nuestra existencia.

La primera dimensión que revisaremos es la autodeterminación. Este aspecto de


la libertad implica que cada vez que escogemos algo, ya sea bueno o malo, o elegimos a
“alguien”, de algún modo, nos elegimos a nosotros mismos de tal o cual manera. En cada
decisión vamos forjando nuestro propio modo de ser, pues no sólo elegimos cosas
externas, ya que el mismo acto de elección tiene efectos en nosotros. Por ejemplo, aquél
que elige mentir se autodetermina como mentiroso; el que opta por realizar actos de
justicia se transforma en una persona justa. Por eso es tan importante distinguir entre un
bien aparente y un bien real, porque cada vez que elegimos con un acto libre y voluntario
no sólo prefiero algo que está fuera de mí, sino que en ese mismo momento me elijo a mí
mismo. Si ante una ofensa de uno de mis hermanos hacia mí madre, elijo defenderla,
estoy optando por ser una persona recta y justa; si, en cambio, mi elección es hacer caso
omiso del hecho, con absoluta indiferencia, me configuro como alguien injusto, frío e
indiferente.

La segunda dimensión de la libertad es la responsabilidad: Si anteriormente


aprendimos que la libertad sólo es posible en los sujetos racionales y que la libertad no es
espontaneidad, entonces todo acto libre es imputable, es decir, la responsabilidad del
mismo acto se le puede atribuir a alguien. Los actos de los animales, en cambio, son
inimputables: desde el punto de vista legal y moral los animales no son responsables de
sus actos. De modo similar ocurre con un bebé, este no tiene responsabilidad moral, pues
no tiene plena conciencia de sus actos. Por ejemplo, no podemos juzgar a un niño
pequeño porque llora toda la noche, quizás lo hace porque tiene hambre o porque está
enfermo, pero no actúa con plena conciencia o por deliberación. Las personas debemos
dar cuenta de nuestras acciones si es que son realizadas con nuestro “querer”; la libertad

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y la responsabilidad son inseparables. La libertad humana está regida por la


responsabilidad y el deber, pero ¿ante quién debemos responder? Cada uno de nosotros
es responsable ante los demás de lo que hacemos. No existe acción que no tenga una
consecuencia, ya sea a corto o largo plazo, todo lo que hago repercute en mi o en los
demás. Una persona no es un individuo aislado, completamente independiente de los
demás, sino un miembro activo de una comunidad donde su vida y su libertad
continuamente se integran y se encuentran con la libertad y la vida de los demás. Por otra
parte, debemos responder también frente a nuestra conciencia, supongamos que no he
perjudicado a nadie con mi decisión, aunque eso ya es muy difícil que ocurra, al menos
esa acción tiene repercusiones en mi propio ser, y aunque nadie me observe, debo
responder a mi conciencia que pregunta incesantemente: “¿por qué lo hiciste?”. Ya
estudiaremos más adelante la importancia de educar y formar correctamente nuestra
conciencia, para así llevar una vida buena y plena.

El tercer aspecto que analizaremos es la renuncia, ya que cada decisión que


tomamos implica dejar de lado otras opciones. Ahora que has decidido leer estas páginas,
has renunciado a muchas otras posibilidades que tenías en mente. Podrías haber optado
por salir con un grupo de amigos y distraerte, pero elegiste estudiar por un bien superior y
probablemente la diversión quedará para otra oportunidad. O si decides realizar una dieta
para bajar de peso, deberás estar dispuesto a renunciar a los alimentos excesivos en
calorías, quizás a los altos en sodio, grasas saturadas y azúcares, y a los hábitos poco
saludables. Pasa lo mismo cuando decides estar en pareja. ¿Qué sucede si no estás
dispuesto o dispuesta a renunciar a otros hombres o a otras mujeres? En este caso,
renunciar demuestra el amor por la persona amada, para comprometerse con la persona
elegida y generar vínculos estables.

Esto nos recuerda algo que, de algún modo ya sabemos: no podemos elegirlo todo.
La libertad humana no es absoluta ni ilimitada, es una libertad situada, ya que en la vida
no todo es elegible. Existen ciertos elementos que vienen dados en nuestra naturaleza,
hay también limitaciones físicas y sociales que son la base sobre la cual es posible ejercer
nuestra libertad y perfeccionarla. La propia situación en la que uno vive es un límite, pero

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es contando con ella y a partir de ella que puedo ejercer mi libertad. Una libertad que no
dependiera de nada ni de nadie, una libertad total, sencillamente sería inhumana, irreal e
imposible, sólo una fantasía. En la medida en que vivo en una situación histórica, real y
concreta, en una familia, ciudad y época determinadas, en esa misma medida dependo y
soy según ellas, y ejerzo mi libertad dentro del marco que ellas me proporcionan.

Renunciar es también comprometerse con lo elegido, generar vínculos


permanentes y estables. Libertad y compromiso no se oponen, el compromiso no es un
límite. Así, a través de nuestro compromiso manifestamos nuestra plena libertad, el
compromiso es signo de inteligencia y de amor, pues sólo las personas podemos
comprometernos. Por ejemplo, el buen cuidado de los hijos implica elecciones y
renuncias, compromiso personal por el amor que les tenemos, el cual nos lleva a pasar
noches en vela cuando están enfermos, organizar nuestro tiempo para priorizar el
compartirlo con ellos, cuidar nuestras palabras y el ejemplo que les damos, corregir con
cariño cuando es necesario, y alentar siempre, aun cuando estemos cansados. De esta
forma, comprender plenamente qué es la libertad, nos permite guiar nuestros actos hacia
el verdadero bien.

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