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Fallo

Categoría:

DERECHO PENAL

Fecha:

13/09/2013

Nro de Fallo:

122/13

Tribunal:

Tribunal Superior de Justicia

Secretaría:

Sala Penal
Sala:

Tipo Resolución:

Acuerdos

Carátula:

“GACITUA SEBASTIÁN S/ ABUSO DE ARMAS”


Nro. Expte:

198 - Año 2011

Integrantes:

Dra. Lelia Graciela M. de Corvalán


Dr. Antonio G. Labate
Disidencia:

Voces:

Legítima defensa

Contenido:

ACUERDO N° 122/2013: En la ciudad de Neuquén, capital de la Provincia del mismo


nombre, a los trece días del mes de septiembre del año dos mil trece, se reúne
en Acuerdo la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, integrada por los
doctores LELIA G. MARTÍNEZ DE CORVALÁN y ANTONIO G. LABATE, con la
intervención
del señor Secretario de la Secretaría Penal, Dr. ANDRÉS C. TRIEMSTRA, para
dictar sentencia en los autos caratulados “GACITUA SEBASTIÁN S/ ABUSO DE
ARMAS”
(expte. n° 198 - año 2011) del Registro de la mencionada Secretaría.
ANTECEDENTES: I.- Que por sentencia n° 89/2011, dictada por el Juzgado en lo
Correccional de la III° Circunscripción Judicial, sito en la ciudad de Zapala,
se resolvió, en lo que aquí interesa: “...PRIMERO: CONDENAR a SEBASTIAN
GACITUA
(...), a la pena de un año de prisión de cumplimiento efectivo con más las
costas del proceso, como autor penalmente responsable del delito de abuso de
armas...SEGUNDO: DECLARAR al nombrado Sebastián Gacitúa REINCIDENTE por
PRIMERA
VEZ...” (fs. 151/156 vta.).
En contra de tal resolución, dedujo recurso de casación el señor Defensor de
Cámara, Dr. Miguel Enrique Manso, a favor de SEBASTIÁN GACITÚA (fs. 158/161
vta.).
Por aplicación de la ley 2.153 de reformas del Código Procesal (ley 1.677), y
lo dispuesto en el art. 424, párrafo 2°, del C.P.P. y C., el recurrente no hizo
uso de la facultad allí acordada, por lo que, a fs. 167, se produjo el llamado
de autos para sentencia.
Llevado a cabo el pertinente sorteo, resultó que en la votación debía
observarse por los señores Jueces el orden siguiente: Dra. Lelia G. Martínez de
Corvalán y Dr. Antonio G. Labate.
Cumplido el proceso deliberativo que prevé el art. 427 del Código de rito, la
Sala se plantea las siguientes
CUESTIONES: 1°) ¿Es formalmente admisible el recurso de casación
interpuesto?; 2°) ¿Es procedente el mismo?; 3°) En su caso ¿qué solución
corresponde adoptar? y 4°) Costas.
VOTACIÓN: A la primera cuestión la Dra. LELIA G. MARTÍNEZ DE CORVALÁN,
dijo:
a) El escrito fue presentado en término, por parte legitimada para ello, ante
el órgano jurisdiccional que dictó el pronunciamiento que se cuestiona,
revistiendo el mismo el carácter de definitivo pues pone fin a la causa.
b) Además, la impugnación resulta autosuficiente porque de su lectura se hace
posible conocer como se configuran -a juicio del recurrente- los motivos de
casación aducidos y la solución final que propone.
Por consiguiente, entiendo que corresponde declarar la admisibilidad formal del
recurso.
El Dr. ANTONIO G. LABATE dijo: Adhiero al voto de la señora Vocal preopinante
en primer término, por compartir la respuesta que da a esta primera cuestión.
Así voto.
A la segunda cuestión la Dra. LELIA G. MARTÍNEZ DE CORVALÁN, dijo: I.- En
contra de la sentencia n° 89/2011 (fs. 151/156 vta.), emitida por el Juzgado en
lo Correccional de la III° Circunscripción Judicial, sito en la ciudad de
Zapala, interpuso recurso de casación el señor Defensor de Cámara, Dr. Miguel
Enrique Manso (fs. 158/161 vta.).
En concreto, el recurrente plantea los siguientes puntos de agravio:
a) Postula (fs. 158) que la sentencia habría vulnerado las garantías de la
defensa en juicio y las reglas de la sana crítica racional (principios lógicos
de razón suficiente y tercero excluido), debido a que, en su opinión, el
magistrado debería haber dudado acerca de la calificación legal del hecho
sometido a juzgamiento.
Agrega que, según las constancias de la causa, no sería posible determinar
cómo se inició el incidente entre Espinoza y Gacitúa (fs. 160), de forma tal
que permita descartar una agresión ilegítima de parte del primero de ellos, que
justificara la defensa de Gacitúa. Por lo tanto, el fallo estaría fundado en
meras subjetividades.
A fin de plantear la causa de justificación alegada (art. 34, inc. 6°, del
C.P.), el recurrente subraya (fs. 158 vta./159) que, según el acusado, fue
Espinoza quien provocó a Gacitúa tirándole en la cara un vaso de cerveza, para,
seguidamente, propinarle un golpe de puño en el rostro; recién allí, el
imputado extrajo el arma y disparó a su agresor, produciéndole lesiones leves.
Es más, el imputado sufrió una feroz golpiza, acreditada con las fotografías
agregadas a la causa (fs. 42) y con la prueba testimonial prestada en el
debate.
Discrepa, por lo tanto, con el señor magistrado, quien sostuvo que Gacitúa
comenzó la agresión, en función de los dichos de la víctima y de los testigos
Vega, Sambueza y Villagra. A ello contrapone (fs. 159) que Vega y Sambueza no
pudieron decir cómo se inició el incidente, mientras que Villagra sólo depuso
(cfr. fs. 32) sobre lo ocurrido una vez que se produjo el fogonazo del arma y
la golpiza a Gacitúa.
Es más, Vega y Sambueza se habrían manifestado en forma contraria a Villagra
(fs. 159 vta.), quien impresionó como el testigo “más firme y seguro” (el
original aparece remarcado en negritas); con todo: “...ni Vega ni Sambueza –y
mucho menos Villagra- permiten concluir que el acusado fue quien ejecuta la
acción provocadora...” (fs. 160).
Por otro lado, para rechazar la causal invocada se habría hecho alusión a un
incidente previo entre ambos contendientes, que no formaría parte de la
intimación (fs. 161); además, Sambueza nunca los habría visto juntos, ni oído
nada, sólo habría observado a partir del momento en que Espinoza arrojó el vaso
de cerveza. Es más, aún cuando Gacitúa hubiese “atajado” a Espinoza, ello no
implica que lo hubiera provocado. Concluye señalando que se exige una prueba
diabólica respecto a la legítima defensa, obviando que la prueba del delito
compete a la Fiscalía. Esto sólo, más allá de las contradicciones que
evidenciaría el fallo, sería una causal de nulidad de sentencia.
b) Desde otro ángulo, aduce que se habría vulnerado la garantía del Juez
imparcial, desde que se declaró la reincidencia del imputado a pesar de que la
Fiscalía no hizo ninguna petición al respecto; supliendo la actividad de la
acusación en relación a ese asunto (fs. 158/158 vta.).
De tal forma, se habría inobservado el art. 370 del digesto adjetivo, que
impide al Juez imponer una pena mayor a la requerida por la acusación pública,
menoscabando el derecho de defensa, en tanto el encartado no tuvo la
posibilidad de ejercer su descargo en relación a esa materia.
II.- Que luego de analizado el recurso, la sentencia cuestionada así como las
demás constancias del legajo que se vinculan con los planteos de la Defensa,
soy de opinión –y así lo propongo al Acuerdo– que la casación deducida debe ser
declarada improcedente.
a) En efecto, opino que el fallo tiene apoyo en cuantiosos elementos de
prueba independientes que son suficientes para determinar la materialidad del
delito y su autoría, con el grado de certeza requerido para emitir una
sentencia de condena en sede penal, permitiendo descartar la aplicación de la
causa de justificación invocada, esto es, la legítima defensa, así como también
la absolución por el beneficio de la duda.
En primer término, deseo recalcar que el señor Juez Correccional tuvo por
acreditada la siguiente base fáctica (fs. 151 vta./152): “...que el 6 de
Febrero de 2010, entre las 5.00 y las 6.00 horas, en el interior del Pub
llamado “El Club” de Mariano Moreno, se encontraron el imputado Sebastián
Gacitúa y la víctima Cristian Espinoza, quienes habían mantenido una pelea
algunos días antes. Allí Espinoza le arroja el contenido de un vaso de cerveza
y le da un golpe de puño en la cara a Gacitúa, éste cae al suelo, se levanta,
extrae un arma de fuego de entre sus ropas y efectúa un disparo que impacta en
el cuerpo del denunciante, provocándole una herida redondeada de 0,5 cms. de
diámetro en el flanco izquierdo, de carácter leve. También se acreditó que
luego de recibir el disparo, Espinoza golpeó varias veces más a Gacitúa adentro
del local, que continuó golpeándolo afuera del mismo y que –además, afuera- se
sumaron otros jóvenes, dándole al acusado una importante golpiza...”.
Sentado ello, no comparto el agravio relativo a que el delito estuviera
justificado por constituir una legítima defensa (art. 34, inc. 6°, del C.P.).
En una causa parcialmente análoga a la presente, tuvimos ocasión de precisar:
“... las exigencias derivadas de la obligación de inspección amplia que en
materia de prueba ha sido impuesta al órgano casatorio por la Corte Suprema
[doctrina del caso “Casal”, LL, 2005-E-657, JA, 2005-IV-734]. Así, si se tiene
en cuenta el máximo esfuerzo revisor exigido en relación a ella (la prueba
producida), parece consecuencia necesaria e ineludible de esa obligación que
dicha inspección amplia sea precedida de elementos instrumentales acordes a
ella, que la tornen así materialmente posible (en especial, como se señala en
aquel fallo, respecto de la prueba testimonial –aun recogidos por vía
estenográfica-)...” (NAVARRO, Guillermo Rafael; Roberto Raúl DARAY: “CÓDIGO
PROCESAL PENAL DE LA NACIÓN. Análisis Doctrinal y Jurisprudencial”. Tomo II.
Ed. HAMMURABI. 3º Edición. Bs. As. 2008, pág. 1154). Sin embargo, como ya se
adelantara, en las presentes actuaciones existen limitaciones derivadas de la
ausencia de registro o constancias de los testimonios vertidos durante el
debate, lo que torna fácticamente imposible revisar si existieron o no las
contradicciones alegadas por la Defensa...” (Acuerdo n° 41/2012, “KROMER,
CARLOS ALBERTO S/ HOMICIDIO CULPOSO”, rto. el 07/08/2012).
Así y todo, estimo que esa hipótesis (por la legítima defensa) sólo podría
considerarse si se le atribuye verosimilitud al descargo del enjuiciado (fs.
149); empero, su versión es opuesta, según los términos de la decisión
analizada, a los dichos de: a) la víctima, Cristian Espinoza, quien manifestó
que el imputado lo increpó verbalmente, por lo que él le contestó con un golpe
de puño antes de recibir el disparo de parte de Gacitúa (fs. 152), b) Osvaldo
Iván Sambueza, quien expuso, en igual sentido, que el enjuiciado interceptó a
Espinoza, que le contestó con una trompada, para, acto seguido, recibir un tiro
de parte de Gacitúa (fs. 152 vta.), y c) Mariano Villagra, quien incluso
defendió a Gacitúa de la feroz golpiza de la que era objeto, quien dijo que
primero observó el fogonazo y, después, la pelea (fs. 152 vta.); testigos que
merecieron la credibilidad del juzgador, dando cuenta circunstanciada de su
aserto (fs. 152, in fine, y 153).
En ese marco, el Cuerpo, si bien con otra integración, fijó claramente
posición sobre el punto aclarando que: “...surge evidente que el imputado
provocó suficientemente la reacción de la víctima. (...) Ello por cuanto su
conducta precedente tuvo la entidad suficiente para incitar a la víctima a
salir a enfrentarlo; entidad no sólo objetiva sino, también, subjetiva, desde
que fue ejecutada ‘conscientemente de su capacidad provocante’ (cfr. Ricardo C.
Núñez, ‘Las disposiciones generales del Código Penal’, Ed. Lerner, Córdoba,
1988, p. 144)...” (T.S.J.N., Acuerdo n° 8/2005, “FIGUEROA”, rto. el
31/03/2005).
Sumado a ello, el recurrente no discutió el razonamiento seguido por el a
quo para restarle valor a la versión del encausado (fs. 152 vta./153): que le
pegan “como 20 pibes más” (sic), o que “...un chico que no sabe quién es...”
(sic) le acercó el arma para que se defendiera de su agresor; infiriendo que
Gacitúa ya tenía el arma de fuego en su poder antes de que comenzara el
incidente (fs. 153 vta.). Por ende, la casación luce, en este aspecto,
inmotivada (art. 392, segundo párrafo, a contrario sensu, del C.P.P. y C.).
A partir de estas breves reflexiones, comparto que: a) Gacitúa empezó la
gresca (fs. 154 vta.), y b) que no existió necesidad racional en el medio
empleado, contestando un golpe de puño con el disparo de un arma de fuego (fs.
154); cuestiones que descartan la causa de justificación implorada.
Tampoco procede la absolución por el beneficio de la duda, desde que los
testigos fueron contestes en que el encartado inició la pelea y disparó en
contra de su contrincante.
b) Tampoco comparto que se hubiese vulnerado la garantía de imparcialidad al
imponer el magistrado una pena superior a la solicitada por la Fiscalía.
Por lo pronto, el acusador público pidió una condena de un año de prisión de
cumplimiento efectivo, por el delito de abuso de armas (fs. 150), que fue,
justamente, la que aplicó el señor Juez Correccional en su decisión (fs. 156,
pto. primero). De ese modo, no existió una afectación a la garantía de
imparcialidad ni un menoscabo al principio de congruencia (art. 18 de la C.N.;
art. 370, segundo párrafo, del C.P.P. y C.).
Cabe aclarar, que ello tampoco sucede por la simple declaración de
reincidencia. Así lo ha resuelto el Cuerpo, haciéndose eco de la doctrina
establecida por la Cámara Nacional de Casación Penal: “La nueva sentencia no es
constitutiva del estado de reincidencia, sino declarativa de la comisión del
nuevo delito que genera ese estado, y la adquisición de la calidad de
reincidente no depende de que la sentencia que declara la existencia del hecho
que la genera, declare reincidente al condenado” (C.N.C.P., sala II, “F., M.
A.”, 08/07/1998, La Ley, 1999-F-772); toda vez que: “Este instituto no depende
de un pronunciamiento que así lo declare y sus efectos surten aun cuando no
haya sido objeto de tratamiento ni de declaración en la sentencia. CNCas.Pen.,
sala I, 19-7-96, “O., G. A. s/ Recurso de casación”, reg. 1073, BJCNCas.Pen.
1996-2” (Donna, Edgardo Alberto. “El Código Penal y su interpretación en la
jurisprudencia”, tomo I, 1° edición, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni Editores, 2003,
pág. 494)...” (R.I. n° 27/2009, “NAVARRO-VILCHES”, rta. el 18/03/2009).
Bajo este marco teórico, es que comparto la decisión de tener en cuenta, a
los fines de la contumacia, la condena anterior (fs. 156) que registra el
encausado, todo ello de conformidad con el informe elaborado por el Registro
Nacional de Reincidencia (fs. 110).
Creo así haber fundado las razones por las cuales, como ya anticipara, la
casación deducida debe ser declarada improcedente. Mi voto.
El Dr. ANTONIO G. LABATE, dijo: Atento la solución dada a la primera cuestión,
me expido en idéntico sentido a la conclusión a que arriba la señora Vocal
preopinante en primer término, a esta segunda cuestión.
A la tercera cuestión, la Dra. LELIA G. MARTÍNEZ DE CORVALÁN, dijo: Atento la
respuesta dada a la cuestión precedente, propongo al Acuerdo que el recurso de
casación deducido sea rechazado, por no verificarse los agravios que allí se
exponen. Mi voto.
El Dr. ANTONIO G. LABATE, dijo: Comparto lo manifestado por la señora Vocal de
primer voto a esta tercera cuestión. Mi voto.
A la cuarta cuestión, la Dra. LELIA G. MARTÍNEZ DE CORVALÁN, dijo: Sin costas
en la instancia (art. 493, primera parte, del C.P.P. y C.). Mi voto.
El Dr. ANTONIO G. LABATE dijo: Adhiero al voto de la señora Vocal preopinante
en primer término, por compartir la respuesta que da a esta cuarta cuestión.
Así voto.
De lo que surge del presente Acuerdo, SE RESUELVE: I.- DECLARAR ADMISIBLE
desde el plano estrictamente formal el recurso de casación deducido, a fs.
158/162, por el señor Defensor de Cámara, Dr. Miguel Enrique Manso; II.-
RECHAZAR la impugnación antedicha por no verificarse los agravios que allí se
exponen; III.- SIN COSTAS en la instancia (art. 493, primera parte, del C.P.P.
y C.); IV.- Regístrese, notifíquese y oportunamente remítanse las actuaciones a
origen.
Con lo que finalizó el acto, firmando los señores Magistrados, previa lectura y
ratificación por ante el Actuario, que certifica.
Dr. ANTONIO G. LABATE - Dra. GRACIELA M. de CORVALÁN

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