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Equilibrada
Durante el año 2020 que fue confeccionado el patrón de idiosincrasia, en periodo de cuarentena
debido a la pandemia, se apreciaba una rutina con un desequilibrio ocupacional bastante marcado
en la que no existía una organización beneficiosa ni saludable del tiempo para la realización de
ocupaciones. Haciendo una comparación con mi rutina diaria actual se aprecia una mejor
estructuración y organización, sin embargo, no se puede determinar un estado de equilibrio
ocupacional, ya que analizando las ocupaciones y su relevancia dentro de la rutina encontramos
que predominan actividades asociadas a rol de estudiante, las cuales podemos categorizar dentro
del grupo de menor interés. Por otra parte, las ocupaciones y actividades de mayor importancia e
interés, como aquellas que están ligadas a mi rol de padre y de crecimiento personal y deportivo,
tienen un menor protagonismo dentro de la rutina debido a distintos factores contextuales, como
por ejemplo la paternidad a distancia, y choques de horarios respectivamente.
Dentro de esta encontramos ocupaciones que conforman un estilo de vida de saludable que
atiende a las necesidades de salud biológica, seguridad y sentirse seguro. En mi caso, consideraré
alimentación, descanso, actividad física y tiempo libre.
En relación a mis hábitos alimenticios me encuentro en un proceso que tiene por objetivo
retomar una dieta nutritiva y balanceada en la que se privilegie la cantidad y calidad de los
alimentos por sobre el ahorro del tiempo, es decir, se busca disminuir la ingesta de comida rápida
o preparada y aumentar el consumo de alimentos cocinados en casa, los cuales son medidos en
base a su valoración nutricional. Sin embargo, para la mantención de la productividad y del estado
de vigilia tiendo a abusar de bebidas energéticas a base de cafeína que tienen un impacto a largo
plazo en la salud física y ciclos de sueño.
En cuanto a mis periodos de sueño y descanso encontramos los mayores índices de desequilibrio
debido a que, a pesar de tratar de mantener un mínimo de 6 horas de sueño, las responsabilidades
académicas varían mis horas de dormir y levantarme. Esta variación y desequilibrio en los horarios
de sueño genera episodios de “compensación” en los que busco “reponer” las horas de descanso
durante el día teniendo siestas largas en las tardes o despertándome mucho más tarde los días
donde no tengo clases temprano o simplemente no tengo actividades, lo cual produce aún más
desequilibrio y también una disminución de la productividad diaria.
Mi tiempo libre contempla tiempo de entrenamiento físico y tiempo para ver a mi hija por
videollamada. Dependiendo del día este tiempo libre tiene una duración de entre 1 hora y media y
3 horas y se da generalmente entre las 8 y 11 de la noche, lo cual retrasa los tiempos de estudio y
el tiempo destinado a realizar labores domésticas.
Esta relación entre los tiempos de descanso y tiempo libre posee un carácter deficiente y muchas
veces incompatible, encontrando deterioros en mi salud mental y a largo plazo en mi salud física.
Esta dimensión comprende las relaciones mantenidas con distintas personas pertenecientes a
diferentes núcleos o grupos humanos, como familia, amigos, pareja y compañeros, y también la
relevancia y gratificación que producen en mi persona.
La relación que tengo con mi familia, compuesta también por mi pareja que también es la madre
de mi hija, es la más importante para mí y también la que causa una mayor satisfacción y
bienestar. Sin embargo, al encontrarme en la ciudad de Santiago y mi familia en la región de
Coquimbo, nuestra comunicación y relación se sostiene gracias a medios de comunicación remota,
como redes sociales, mensajería digital instantánea, llamadas y videollamadas, lo cual no es
suficiente para una relación eficiente. Esta distancia y modo de comunicación produce recurrentes
complicaciones a nivel de salud mental, ya que afecta directamente el aspecto de mi vida más
importante para mí, que es el ser padre.
Esta falta de relación con mi familia y las consecuencias negativas muchas veces se alivian gracias
al apoyo de amigos y compañeros con quienes comparto a mayor parte del día, tanto en el
ambiente universitario y deportivo como fuera de estos.
Encontrarme estudiando en Santiago representa un gran desafío, ya que vivo solo y dependo única
y exclusivamente de mí para rendir en cada cosa que realizo a pesar de tener un constante apoyo
a distancia por parte de mi familia. Es por esto que mi sentido de competencia se sustenta en
objetivos tanto a corto como a largo plazo, los cuales están directamente relacionados con mi rol
de estudiante y con mi rol de padre.
Ambos aspectos están interrelacionados y gran parte de mis energías y tiempo están destinados a
ellos, sintiéndome un agente de cambio positivo tanto para mí, como para mis compañeros y para
mi hija y familia al participar activamente e involucrarme en diferentes actividades o funciones de
asesoramiento, apoyo y cuidado.
Por lo general, mi día parte a las 6 de la mañana para tener el tiempo suficiente para arreglarme y
prepararme con calma y así llegar a la universidad antes de las 8:30, que es cuando inicia la
primera clase del día. Mi jornada en la universidad contempla un tiempo de almuerzo de 2 horas
aproximadamente y esta termina cerca de las 6 de la tarde. Luego de salir de la universidad voy a
mi domicilio a cambiarme ropa y comer algo antes de ir a entrenamiento, el cual inicia a las 8 de la
noche y termina cerca de las 9:30.
Finalmente, retorno a mi domicilio cerca de las 10:30 de la noche para iniciar una videollamada
con pareja e hija hasta que ella se duerme, que generalmente lo hace a las 11:30. Durante la
llamada realizo mi última comida del día y organizo un poco mi espacio para ponerme a estudiar
una vez finalizada la llamada. Este tiempo de estudio normalmente dura hasta las 2 de la mañana,
que es el instante en el que me voy a dormir.
Es importante destacar que a lo largo de todo el día estoy mandando videos y audios para mi hija,
además de reportes para mi madre y pareja.
Dentro de las barreras más importantes son la alta demanda ocupacional durante el día y la falta
de tiempo para cumplir con esta de forma que se consiga un estilo de vida equilibrado. A esto se
suma el contexto socioemocional perjudicial debido a la situación anteriormente explicada, la cual
muchas veces afecta el ánimo y motivación para la participación en ocupaciones, retrasando su
realización y dificultando el desempeño.
Finalmente, como el mayor factor facilitador de desempeño se destacan los viajes recurrentes a la
cuarta región para pasar tiempo en familia, los cuales generan un aumento significativo en la salud
mental y motivación para retomar la rutina.
Debido a que hay ciertos componentes de mi rutina que no pueden ser modificados, como la
distribución y tiempo destinado a las diferentes actividades durante el día, se recomiendan
estrategias de estudio y organización del tiempo para conseguir una mayor eficiencia a la hora de
hacerlo, con el objetivo de disponer de más tiempo para ser destinado a la dimensión de tiempo
libre, mejorando los niveles de salud mental. De igual forma, se recomiendan estrategias de
manejo de estrés para reducir el impacto psicológico causado por el contexto socioemocional
anteriormente descrito, sumado a una derivación a terapia psicológica para ahondar aún más en
este aspecto.