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Existe una polémica en la Criminología respecto a los elementos que forman parte de su objeto de
estudio. La envergadura de este punto no es trivial, pues es la definición clara del objeto de estudio
la que va a permitir diferenciar la Criminología de otras disciplinas como lo son el Derecho Penal, la
Medicina Forense, la Criminalística, la Sociología, la Penología o el Derecho Penitenciario
(Rodríguez-Manzanera, 1981, p. 16). No es poco común encontrar debates sobre invasión de
campos científicos o intrusismo entre las anteriores disciplinas académicas y la Criminología, por lo
que tendrá una gran importancia la delimitación clara del objeto de estudio de la Criminología para
evitar polémicas en relación a ello y desarrollar el cuerpo de conocimiento científico propio
introducido en el apartado previo. Asimismo, es el objeto de cada disciplina científica el que va a
permitir desarrollar un método de estudio propio, adecuado a las características formales y
materiales de su objeto de estudio.
Se van a presentar las conclusiones ilustradas por diferentes autores y pensadores al respecto de la
cuestión, para posteriormente poder extraer reflexiones propias sobre qué elementos definen
mejor el objeto, u objetos, de estudio de la Criminología.
En primer lugar, Ingenieros (1913, pp. 81-84) realiza una interpretación extensiva de lo que a
principios del siglo XX se configuraba como objeto de estudio de la Criminología: el estudio de las
causas de los delitos, los actos en que se manifiestan, los caracteres fisiopsíquicos de los
delincuentes y las medidas sociales o individualizadas de profilaxia o represión del delito.
En segundo lugar, Quirós (1957, p. 13), en una ilustración mucho más restrictiva, considera que
existen tres elementos que configuran todo fenómeno delincuencial: delito, delincuente y pena.
Mientras que el estudio del delito correspondería al Derecho Penal, y la pena a la Penología, el
objeto de estudio de la Criminología se centra en la investigación sobre el delincuente.
En tercer lugar, Cid y Larrauri, en Teorías criminológicas (2001, pp. 15-20), realizan una aproximación
a la evolución histórica del objeto de estudio de la Criminología desde mediados del siglo XIX hasta
principios del siglo XXI. En un principio, la Criminología centró su objeto de estudio en el análisis
empírico de los delincuentes, primero en sus características físicas y biológicas y después en los
factores sociales y ecológicos, lo que al final se delimita como causas [individuales] de la
delincuencia. Con el ulterior surgimiento de las teorías del etiquetamiento cobra importancia en
Criminología el estudio de la reacción penal, y posteriormente social en sentido amplio, ante la
delincuencia, lo que los autores definen como el estudio del funcionamiento del sistema penal.
Posteriormente, también pasan a formar parte del objeto de estudio de la Criminología la víctima y
el delito como evento. Frente a las primeras fases de la Criminología, centradas exclusivamente en
las personas delincuentes y sus características, la nueva Criminología reivindica a la víctima e incluye
los elementos de oportunidad a su objeto.
En quinto lugar, diferentes autores han señalado la necesidad de introducir nuevos elementos al
objeto de estudio de la Criminología, como lo pueden ser el abuso contra animales (Beirne, 2006),
los delitos de cuello blanco (Sutherland, 1940) o el crimen de estado (Zaffaroni, 2012a), entre otros,
considerando que éstos pueden no quedar claramente reflejados en el marco definidor de
“conductas delictivas”, reflexiones que deberán ser examinadas en detalle.