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En esta parte te presentaremos corrientes pedagógicas que ven en el juego una herramienta
fundamental para lograr la maduración y el aprendizaje de los niños preescolares. En nuestro país
hay jardines de infancia que se han inspirado en estas ideas
El enfoque del método Montessori concibe al niño como un ser que necesita desarrollar la
libertad, el orden y la estructura; y debe aprender a trabajar independientemente o en grupo.
Debido a que desde una corta edad se motiva a los niños a tomar decisiones, éstos pueden
resolver
problemas, escoger alternativas apropiadas y manejar bien su tiempo. Ellos son incentivados a
intercambiar ideas y a discutir sus trabajos libremente con otros. Sus buenas destrezas
comunicativas suavizan el camino en ambientes nuevos.
En este método el educador interviene en el proceso educativo como un “guía”, es decir, como
un facilitador del aprendizaje. Son los propios alumnos los que a través de la libre exploración del
ambiente y el juego construyen su conocimiento, observando y manipulando objetos. El maestro
planifica la clase respetando los intereses, las necesidades y el ritmo de aprendizaje de los
alumnos
dentro de un aula que permite la libertad, la comunicación y estimula el trabajo en grupo.
Dada la gran importancia que tuvo el juego, María Montessori ideó un material didáctico
compuesto por formas geométricas, palos, lápices, pinturas, juegos de tipo simbólico, entre
otros, y propuso un mobiliario adecuado al tamaño de los niños. También resaltó la importancia
de la participación de los padres en el proceso educativo de los hijos. Este método también
incluye, en su proyecto, el cuidado del cuerpo y del ambiente.
El ambiente Montessori
El ambiente Montessori es un lugar amplio y abierto, ordenado, estético, simple, real, donde cada
elemento tiene su razón de ser en el desarrollo del niño. El ambiente es proporcionado a la medida
de los niños, con estanterías bajas y distintas medidas de mesas y sillas donde se sientan los niños
individualmente o en grupos. El aula está subdividida en áreas temáticas donde se exponen los
materiales y la bibliografía correspondientes y permite una gran libertad de movimiento. Los
niños pueden trabajar en grupos o individualmente, respetando, de este modo, su propio estilo y
ritmo. Cada niño utiliza el material que elige tomándolo de la estantería y devolviéndolo a su lugar
para que pueda ser usado por otros. El ambiente promueve la independencia del niño en la
exploración y el proceso de aprendizaje. La libertad y la autodisciplina hacen posible que cada
niño encuentre actividades que dan respuesta a sus necesidades evolutivas.
El aula Montessori reúne niños de tres edades distintas: menores de 3 años, de 3 a 6 años, de 6 a
9 años y de 9 a 13 años. Las salas integradas favorecen la cooperación espontánea, el deseo de
aprender, el respeto mutuo y la incorporación profunda de conocimientos a través del ejercicio de
enseñarle a otros.
Materiales concretos
Los materiales Montessori fueron diseñados científicamente en un contexto experimental dentro
del aula, prestando especial atención al interés de los niños según la etapa evolutiva en que se
encuentran y con la convicción de que la manipulación de objetos concretos ayuda al desarrollo
del conocimiento y del pensamiento abstracto.
Estos materiales permiten a los niños investigar y explorar de manera individual e independiente.
Posibilitan la repetición, lo que promueve la concentración. Tienen la cualidad de aislar las
dificultades, es decir, cada uno introduce una única variable, un solo concepto nuevo, aislándolo
y dejando los demás conceptos sin modificar. Los materiales tienen control de error: es el mismo
material que le mostrará al niño si lo usó
correctamente. De este modo los niños saben
que el error forma parte del proceso de
aprendizaje, logran establecer frente a él una
actitud positiva, se hacen responsables de su
propio aprendizaje, y desarrollan confianza en
sí mismos.
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El Adulto
La maestra Montessori, llamada guía, observa a cada niño, sus necesidades, capacidades e
intereses y le ofrece oportunidades de trabajo inteligente, con un propósito concreto al servicio
del cuidado de sí mismo y de la pequeña comunidad que es el aula. El objetivo final de la guía es
intervenir cada vez menos a medida que el niño se desarrolla. La guía le permite actuar, querer y
pensar por sí mismo, ayudándolo a desarrollar confianza y disciplina interior. La guía Montessori
no imparte ni premios ni castigos, la satisfacción es interna y surge del trabajo personal del niño.
Cuando el niño, según su desarrollo evolutivo, está listo para una lección, la guía
introduce el uso de nuevos materiales y presenta actividades de forma individual o
a grupos reducidos. En los años más avanzados, cada niño confecciona al
comienzo de la semana una lista de objetivos y luego administra su tiempo durante
la semana de forma de cumplirlos. No es la guía sino el niño mismo el responsable
de su propio aprendizaje y desarrollo.
El Currículo Montessori
Desde el nacimiento hasta los 3 años
Durante los primeros tres años de la vida del niño se sientan las bases para su futuro desarrollo.
Montessori denomina a este período como el del "embrión espiritual", durante el cual realiza en
la esfera psicológica lo que el embrión realizó ya en la esfera física. Este proceso se logra gracias
a la "mente absorbente" del niño que incorpora experiencias, relaciones, emociones, imágenes,
lenguaje, cultura, a través de sus sentidos y por el simple hecho de vivir. Estas experiencias de
vida dan forma a su cerebro, formando redes neuronales que tienen el potencial de permanecer
con la persona toda su vida. En esta etapa del nacimiento a los 3 años, la educación Montessori
confianza al niño, le permiten descubrir su propio potencial y su lugar dentro de una comunidad.
De los 3 a los 6 años: El currículo en el aula de 3 a 6 años se divide en cuatro áreas de trabajo:
Vida Práctica: son actividades que apuntan al cuidado de sí mismos, de los demás y del
ambiente físico que habitan. Las actividades incluyen tareas que le son familiares a los
niños: lavar, lustrar, poner la mesa, arreglo de floreros, etc. También se introducen
actividades de "gracia y cortesía" que caracterizan a todos los seres civilizados. A través de
éstas y otras actividades, se logra coordinación y control del movimiento y exploración del
entorno. Los niños aprenden a realizar una tarea de principio a fin, desarrollan su
voluntad, su auto disciplina, la capacidad de concentración y la confianza en sí mismos.
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Sensorial: el niño de esta edad aprende a través de sus sentidos más que a través de su
intelecto. Los materiales sensoriales son herramientas para que los niños refinen cada uno
de sus sentidos ya que cada uno aísla una cualidad particular: olor, tamaño, peso, textura,
sabor, color, etc. En esta edad preescolar en la que el niño recibe excesiva información
sensorial, estos materiales le permiten encontrar orden y sentido en el mundo, elevan su
capacidad de percepción, favorecen la observación y un sentido de admiración por todo lo
que los rodea.
Lenguaje: cuando los niños entran al ambiente a los 3 años enriquecen el lenguaje ya
adquirido. Son capaces de usarlo inteligentemente con precisión, belleza, dándose cuenta
poco a poco de sus propiedades. Aprenden a escribir partiendo de los sentidos (el oído, el
tacto) y, como una consecuencia natural de esto aprenden a leer. Como una extensión de
las actividades de lenguaje, los niños aprenden sobre geografía, historia, arte, música.
Estas áreas ayudan al niño a conocer el entorno que lo rodea y a despertar la conciencia en
el niño del lugar que ocupa en el mundo; los lleva a sentir respeto y amor por su ambiente,
y crea un sentido de solidaridad con toda la familia humana y su hábitat.
Matemática: los materiales ayudan al niño a aprender y entender conceptos matemáticos
al trabajar con materiales concretos que lo conducen intuitivamente hacia conceptos
abstractos. Le ofrecen impresiones sensoriales de los números y sientan las bases para el
álgebra y la geometría.
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EL METODO REGGIO EMILIA
Este movimiento educativo se originó en la ciudad de Reggio
Emilia, en Italia, después de la Segunda Guerra Mundial, gracias
a Loris Malaguzzi, un prestigioso educador italiano. Desde hace
30 años, el gobierno y la municipalidad respaldan este sistema
de educación temprana para niños de 0 a 6 años, el cual cuenta
con 13 centros infantiles para niños de 0 a 3 años y 22 para niños
de 3 a 6 años de edad, llamados “nidos” y “escuelas de la
infancia”.
El sistema Reggio Emilia concibe al niño como un ser integral que expresa y desarrolla su ser
intelectual, emocional, social y moral. El niño desarrolla su intelecto a través de la expresión de
su pensamiento simbólico, se lo estimula a explorar su medio ambiente y a utilizar los llamados
“múltiples lenguajes del niño”: palabras, movimientos, juego, dibujo, pintura, construcción,
escultura, teatro de sombras, collage, drama, música. Los niños no son apurados para cambiar de
actividad, sino que se respeta su ritmo y se los motiva a repetir sus acciones, observando y
representando simbólicamente sus experiencias. El arte se ve como parte inseparable del
programa, como una expresión cognoscitiva simbólica del proceso de aprendizaje del niño
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Los trabajos realizados por los niños son exhibidos
cuidadosamente en paneles o en las paredes para
mostrar los procesos de aprendizaje, así como los
comentarios y representaciones de su forma de
pensar y aprender. Para esto se utilizan diferentes
materiales de arte como expresión de estas
manifestaciones.
Filosofía en la escuela:
El juego es la esencia de la educación infantil; es
por eso que cada una de las etapas que la conforman debe tener un énfasis lúdico distinto y
complementario, que acoja las necesidades de exploración y conocimiento que tienen los niños y
niñas respecto del mundo que los rodea.
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PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA EDUCACIÓN REGGIO EMILIA
Con todo esto, podemos resumir en cinco puntos los principios básicos de las escuelas de
Reggio Emilia:
El niño como protagonista: los niños y las niñas son fuertes, capaces y están
interesados por establecer relaciones. Tienen preparación, potencialidades, curiosidad e
interés en construir su aprendizaje y negociar en su ambiente.
Docente competente, colaborador, investigador y guía: los docentes son los que
acompañan a los niños en la exploración de temas, proyectos, investigaciones y
construcción de aprendizaje.
Espacio como tercer maestro: el diseño y el uso del espacio promueve relaciones,
comunicaciones y encuentros (Gandini, 1993). Hay un orden y belleza implícito en el
diseño
y organización del espacio, equipo y materiales en una escuela (Lewin, 1995).
Cada esquina de cada espacio tiene su identidad y propósito, y es valorado por niños y
adultos. Las familias son importantes: la participación de las familias es vital y toma
distintas
formas.
Los padres tienen un rol activo en las experiencias de aprendizaje de los niños y
ayudan a asegurar el bienestar de los niños en la escuela.
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EL MÉTODO WALDORF
El método Waldorf fue creado por Rudolf Steiner (1861-1925) en 1919. Se desarrolló en
Stuttgart, en la escuela para los hijos de los obreros de la fábrica Waldorf-Astoria. Desde el
nacimiento hasta los siete años de vida, el niño aprehende el mundo a través de la experiencia
sensorial, no a través del intelecto. De manera muy natural está unido con su entorno. Steiner
descubrió que el ser humano aprende con las mismas fuerzas vitales con las que “edifica” su
cuerpo. Aproximadamente, entre los 3 y 4 años de edad, afloran en el niño preescolar también
las capacidades de imaginación y fantasía.
Estas se desarrollarán plenamente a través del juego, que se intensificará a partir de ese momento.
Del respeto hacia el juego infantil depende el fomento de esas capacidades, tan importantes en el
adulto futuro. El juego es el “trabajo” del niño.
Favorecer esta etapa de juego del niño es la meta más preciada, por eso los materiales educativos
son los juguetes más sencillos y estéticos. El resguardar las diferentes etapas de la infancia de
tanta sobre estimulación del entorno fomenta, además, la atención y la concentración prolongada,
dos capacidades tan menguadas actualmente.
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METODOLOGIA EN LAS AULAS
Los métodos de enseñanza relacionados con esta pedagogía parten siempre del juego, la propia
búsqueda, la experimentación… Para ello, se realizan talleres en grupos cooperativos, proyectos,
temas de investigación, aprendizajes de un área en concreto… Sin olvidar que la base de la
pedagogía Waldorf radica en la cultura de las artes como método para inculcar la creatividad y
favorecer el desarrollo de las personas a lo largo de su vida. Para lograr dicho cometido se plantean
actividades en talleres más relacionadas con tareas artesanales, como la carpintería, la
experimentación con elementos de distintos tipos (agua en sus diferentes estados, aceite…), el
cuidado del propio espacio, el cultivo de un huerto…
Una de las ventajas más importantes de la pedagogía Waldorf es que parte siempre del propio
momento del desarrollo en que se encuentra la persona para potenciar el aprendizaje más
idóneo, abarcando todas las dimensiones del conocimiento.
Así pues, esta metodología fomenta que los docentes partan de los intereses del alumnado
para
llevar a cabo sus intervenciones educativas, respetando sus ritmos de aprendizaje y desarrollo.
Al “evaluar” sin necesidad de exámenes o pruebas escritas, sino utilizando otros métodos, el
profesorado no está impartiendo la materia de forma que vaya ser examinada solo parte de la
misma o preparando a los estudiantes para dicha prueba; más bien, activa la potencialidad de las
capacidades que el niño tenga en cada una de las materias o áreas del conocimiento.
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Lo que se propicia con ello es que dichas competencias se desarrollen de una forma más óptima
para el aprendizaje y crecimiento.
Es aquí donde radica la importancia de la formación y el conocimiento por parte de los docentes
de las metodologías activas e integrales. La meta es impartir una enseñanza que motive al
alumnado, consiguiendo que se sienta integrado en el propio proceso.
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METODO AUTOCURIER
Este enfoque plantea que la estrategia del niño para superar una serie de ansiedades propias de
su edad es el juego. Por ejemplo, para reasegurarse afectivamente, el niño realiza:
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¿CÓMO ES UNA SESIÓN DE PRÁCTICA PSICOMOTRIZ?
RITUAL DE ENTRADA
En esta fase el psicomotricista acoge a los niños, que se sientan en bancos, visualizando la sala y
si es posible ante un espejo donde se puedan ver todos juntos. Se recuerdan las normas que han
de respetar: básicamente no hacerse daño y no hacer daño a los demás, así como respetar los
materiales. Se recuerda la sesión anterior (lo que nos gustó, la evolución de las competencias
que se observó, así como lo que no nos gustó, puesto que se trata de cosas que limitan la
evolución del grupo), y se anticipa lo que ocurrirá la sesión actual. Lo ideal es que en este
proceso sean los niños quienes intervengan, con el psicomotricisa en el papel de guía.
A partir de aquí, el placer de destruir evolucionará hacia una serie de juegos que proporcionarán
la entrada en una dinámica de placer sensoriomotriz. Aucouturier se refiere a estos primeros
juegos, junto con los de destrucción, como “juegos de segurización superficial”.
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Según el autor, son universales, se dan en todo el mundo sin experimentar cambios entre culturas,
y se denominan así porque aseguran frente a la angustia relacionada con el miedo a la pérdida y
a ser destruido. Porque no se trata de una simple actividad motora, no necesitan adquirir ninguna
habilidad determinada, sino que todo el dispositivo se concibe como una herramienta de
expresión emocional, social e intelectual sin restricciones.
Durante esta misma fase, conforme los niños crezcan y se sientan reafirmados y sin limitaciones
a la hora de disfrutar de su propio cuerpo, va a ir apareciendo poco a poco el juego simbólico, es
decir, la capacidad de utilizar un objeto pretendiendo deliberadamente que represente otro.
Empiezan así a realizar juegos de identificación parental, de identificación con personajes
imaginarios o de la vida social. Aucouturier los denomina “juegos se segurización profunda”,
puesto que considera que son escudos imaginarios que protegen a los niños de los conflictos más
recientes, y al contrario que los de segurización superficial, varían según la cultura.
FASE DE LA HISTORIA
Cuando se ha vivido plenamente el descontrol y la emoción del primer tiempo, es hora de subir
un nivel más en esa simbolización, un nivel en el que ésta se distancia del movimiento, pasando
del placer de jugar al placer de pensar y favoreciendo de esta manera la representación mental.
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La fase de la historia se desarrolla en el mismo espacio que la anterior, y en el que el
psicomotricista cuenta un cuento.
Esta historia debería estar relacionada
directamente con las emociones de los
niños y sus miedos, y además ser
contada en presente para favorecer la
identificación con el protagonista.
Aucouturier recomienda, además, que
se utilicen dos registros distintos al
contar la historia: uno de subida hacia
la angustia para añadir valor dramático,
y otro de vuelta a la seguridad emocional para el final, siempre con variaciones en el tono de voz,
gesticulaciones, silencios tensos… Todo esto favorece que en el niño se dé un proceso de
descentración que facilitará la evolución cognitiva.
Aquí, Aucouturier diferencia a los iniciados en este proceso de los no iniciados mediante la
observación de su expresividad motriz, puesto que aquellos en los que la sesión está
despertando
la descentración cognitiva, muestran una atención sostenida y manifiestan sus emociones sin
excesos, frente a aquéllos que imitan al protagonista, gesticulan, interrumpen e incluso gritan,
porque todavía no han llegado a ese nivel. Gracias a esta fase se produce una reaseguración
profunda por medio del lenguaje en lugar de por el movimiento como en aquel primer tiempo. En
realidad, este proceso es paralelo a la maduración global, puesto que en general, el acceso
al lenguaje trae como consecuencia una disminución en la actividad motriz de los niños.
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El psicomotricista debe simplemente ayudar a cada niño a que hable sobre su creación para que
pueda darse el proceso de descentración. Un “¿Me puedes contar la historia de tu dibujo?” puede
ser suficiente para que el niño se atreva a verbalizar lo que pasa por su cabeza en el momento de
dibujar, encontrándole un sentido a sus propias producciones. Esta etapa exige un nivel todavía
mayor de simbolización, puesto que la expresión se ha liberado primero por vía corporal, luego
por el lenguaje de los otros, hasta llegar a hacerlo mediante el lenguaje propio.
Sin embargo, el mismo Aucouturier advierte sobre la importancia de respetar el ritmo de cada
niño, ya que si se presiona en demasía esta simbolización, probablemente se obtengan creaciones
estereotipadas, muy contrapuestas a la descentración que deseamos. Además, sentencia que “una
sesión de Práctica Psicomotriz Educativa sin este segundo tiempo de expresividad resultaría una
sesión amputada, ya que no respondería ni a sus objetivos, ni al itinerario de maduración
psicológica que facilita el desarrollo y crecimiento de cada niño”.
RITUAL DE SALIDA
Esta última fase será variable en función de la edad de los niños, y Aucouturier aconseja que
después de los 3 años se reconozca individualmente a cada niño llamándole por su nombre y
dándole un apretón de manos antes de salir de la sala, puesto que según él los niños le dan
mucha importancia a este gesto social de adultos. Por último, los mismos niños deberían ser
quienes recogieran la sala, dejando todo el material de la misma manera que lo habían
encontrado al entrar, puesto que esta acción sería, de nuevo, una ayuda para la
descentración; aunque también reconoce que en algunos casos puede convertirse en una
excusa para reiniciar el juego…
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