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METODOLOGIAS DEL JUEGO

En esta parte te presentaremos corrientes pedagógicas que ven en el juego una herramienta
fundamental para lograr la maduración y el aprendizaje de los niños preescolares. En nuestro país
hay jardines de infancia que se han inspirado en estas ideas

MÉTODO MARÍA MONTESSORI


María Montessori (1870-1952) es una de las pioneras más importantes de la educación inicial.
Comenzó haciendo prácticas en un hospital psiquiátrico con niños que presentaban alguna
deficiencia mental. En su contacto con ellos les reforzaba su autoestima y confiaba en sus
habilidades mientras hacían actividades manuales jugando. De esta forma, les enseñó a leer y
escribir. Esta experiencia le hizo reflexionar sobre su método y pensó que podría ser más
eficaz con niños que no presentaran ningún tipo de dificultad y que el juego sería una
herramienta muy valiosa.

El enfoque del método Montessori concibe al niño como un ser que necesita desarrollar la
libertad, el orden y la estructura; y debe aprender a trabajar independientemente o en grupo.
Debido a que desde una corta edad se motiva a los niños a tomar decisiones, éstos pueden
resolver
problemas, escoger alternativas apropiadas y manejar bien su tiempo. Ellos son incentivados a
intercambiar ideas y a discutir sus trabajos libremente con otros. Sus buenas destrezas
comunicativas suavizan el camino en ambientes nuevos.

En este método el educador interviene en el proceso educativo como un “guía”, es decir, como
un facilitador del aprendizaje. Son los propios alumnos los que a través de la libre exploración del
ambiente y el juego construyen su conocimiento, observando y manipulando objetos. El maestro
planifica la clase respetando los intereses, las necesidades y el ritmo de aprendizaje de los
alumnos
dentro de un aula que permite la libertad, la comunicación y estimula el trabajo en grupo.

Dada la gran importancia que tuvo el juego, María Montessori ideó un material didáctico
compuesto por formas geométricas, palos, lápices, pinturas, juegos de tipo simbólico, entre
otros, y propuso un mobiliario adecuado al tamaño de los niños. También resaltó la importancia
de la participación de los padres en el proceso educativo de los hijos. Este método también
incluye, en su proyecto, el cuidado del cuerpo y del ambiente.
El ambiente Montessori
El ambiente Montessori es un lugar amplio y abierto, ordenado, estético, simple, real, donde cada
elemento tiene su razón de ser en el desarrollo del niño. El ambiente es proporcionado a la medida
de los niños, con estanterías bajas y distintas medidas de mesas y sillas donde se sientan los niños
individualmente o en grupos. El aula está subdividida en áreas temáticas donde se exponen los
materiales y la bibliografía correspondientes y permite una gran libertad de movimiento. Los
niños pueden trabajar en grupos o individualmente, respetando, de este modo, su propio estilo y
ritmo. Cada niño utiliza el material que elige tomándolo de la estantería y devolviéndolo a su lugar
para que pueda ser usado por otros. El ambiente promueve la independencia del niño en la
exploración y el proceso de aprendizaje. La libertad y la autodisciplina hacen posible que cada
niño encuentre actividades que dan respuesta a sus necesidades evolutivas.

El aula Montessori reúne niños de tres edades distintas: menores de 3 años, de 3 a 6 años, de 6 a
9 años y de 9 a 13 años. Las salas integradas favorecen la cooperación espontánea, el deseo de
aprender, el respeto mutuo y la incorporación profunda de conocimientos a través del ejercicio de
enseñarle a otros.

Materiales concretos
Los materiales Montessori fueron diseñados científicamente en un contexto experimental dentro
del aula, prestando especial atención al interés de los niños según la etapa evolutiva en que se
encuentran y con la convicción de que la manipulación de objetos concretos ayuda al desarrollo
del conocimiento y del pensamiento abstracto.

Estos materiales permiten a los niños investigar y explorar de manera individual e independiente.
Posibilitan la repetición, lo que promueve la concentración. Tienen la cualidad de aislar las
dificultades, es decir, cada uno introduce una única variable, un solo concepto nuevo, aislándolo
y dejando los demás conceptos sin modificar. Los materiales tienen control de error: es el mismo
material que le mostrará al niño si lo usó
correctamente. De este modo los niños saben
que el error forma parte del proceso de
aprendizaje, logran establecer frente a él una
actitud positiva, se hacen responsables de su
propio aprendizaje, y desarrollan confianza en
sí mismos.

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El Adulto
La maestra Montessori, llamada guía, observa a cada niño, sus necesidades, capacidades e
intereses y le ofrece oportunidades de trabajo inteligente, con un propósito concreto al servicio
del cuidado de sí mismo y de la pequeña comunidad que es el aula. El objetivo final de la guía es
intervenir cada vez menos a medida que el niño se desarrolla. La guía le permite actuar, querer y
pensar por sí mismo, ayudándolo a desarrollar confianza y disciplina interior. La guía Montessori
no imparte ni premios ni castigos, la satisfacción es interna y surge del trabajo personal del niño.

Cuando el niño, según su desarrollo evolutivo, está listo para una lección, la guía
introduce el uso de nuevos materiales y presenta actividades de forma individual o
a grupos reducidos. En los años más avanzados, cada niño confecciona al
comienzo de la semana una lista de objetivos y luego administra su tiempo durante
la semana de forma de cumplirlos. No es la guía sino el niño mismo el responsable
de su propio aprendizaje y desarrollo.

El Currículo Montessori
Desde el nacimiento hasta los 3 años
Durante los primeros tres años de la vida del niño se sientan las bases para su futuro desarrollo.
Montessori denomina a este período como el del "embrión espiritual", durante el cual realiza en
la esfera psicológica lo que el embrión realizó ya en la esfera física. Este proceso se logra gracias

a la "mente absorbente" del niño que incorpora experiencias, relaciones, emociones, imágenes,

lenguaje, cultura, a través de sus sentidos y por el simple hecho de vivir. Estas experiencias de
vida dan forma a su cerebro, formando redes neuronales que tienen el potencial de permanecer
con la persona toda su vida. En esta etapa del nacimiento a los 3 años, la educación Montessori

se concentra en el desarrollo del habla, el movimiento coordinado y la independencia, que le dan

confianza al niño, le permiten descubrir su propio potencial y su lugar dentro de una comunidad.

De los 3 a los 6 años: El currículo en el aula de 3 a 6 años se divide en cuatro áreas de trabajo:

 Vida Práctica: son actividades que apuntan al cuidado de sí mismos, de los demás y del
ambiente físico que habitan. Las actividades incluyen tareas que le son familiares a los
niños: lavar, lustrar, poner la mesa, arreglo de floreros, etc. También se introducen
actividades de "gracia y cortesía" que caracterizan a todos los seres civilizados. A través de
éstas y otras actividades, se logra coordinación y control del movimiento y exploración del
entorno. Los niños aprenden a realizar una tarea de principio a fin, desarrollan su
voluntad, su auto disciplina, la capacidad de concentración y la confianza en sí mismos.

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 Sensorial: el niño de esta edad aprende a través de sus sentidos más que a través de su
intelecto. Los materiales sensoriales son herramientas para que los niños refinen cada uno
de sus sentidos ya que cada uno aísla una cualidad particular: olor, tamaño, peso, textura,
sabor, color, etc. En esta edad preescolar en la que el niño recibe excesiva información
sensorial, estos materiales le permiten encontrar orden y sentido en el mundo, elevan su
capacidad de percepción, favorecen la observación y un sentido de admiración por todo lo
que los rodea.

 Lenguaje: cuando los niños entran al ambiente a los 3 años enriquecen el lenguaje ya
adquirido. Son capaces de usarlo inteligentemente con precisión, belleza, dándose cuenta
poco a poco de sus propiedades. Aprenden a escribir partiendo de los sentidos (el oído, el
tacto) y, como una consecuencia natural de esto aprenden a leer. Como una extensión de
las actividades de lenguaje, los niños aprenden sobre geografía, historia, arte, música.
Estas áreas ayudan al niño a conocer el entorno que lo rodea y a despertar la conciencia en
el niño del lugar que ocupa en el mundo; los lleva a sentir respeto y amor por su ambiente,
y crea un sentido de solidaridad con toda la familia humana y su hábitat.
 Matemática: los materiales ayudan al niño a aprender y entender conceptos matemáticos
al trabajar con materiales concretos que lo conducen intuitivamente hacia conceptos
abstractos. Le ofrecen impresiones sensoriales de los números y sientan las bases para el
álgebra y la geometría.

De los 6 a los 12 años


El Currículo en el aula de 6 a los 12 años presenta una visión histórica, evolutiva e integrada del
conocimiento y del desarrollo humano. Incluye cinco Grandes Lecciones o lecciones
fundamentales a partir de las cuales se desarrollan estudios específicos en distintas áreas. Las
lecciones están diseñadas para despertar la imaginación, la curiosidad y la admiración por la
capacidad creativa e innovadora del espíritu humano.

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EL METODO REGGIO EMILIA
Este movimiento educativo se originó en la ciudad de Reggio
Emilia, en Italia, después de la Segunda Guerra Mundial, gracias
a Loris Malaguzzi, un prestigioso educador italiano. Desde hace
30 años, el gobierno y la municipalidad respaldan este sistema
de educación temprana para niños de 0 a 6 años, el cual cuenta
con 13 centros infantiles para niños de 0 a 3 años y 22 para niños
de 3 a 6 años de edad, llamados “nidos” y “escuelas de la
infancia”.

El sistema Reggio Emilia concibe al niño como un ser integral que expresa y desarrolla su ser
intelectual, emocional, social y moral. El niño desarrolla su intelecto a través de la expresión de
su pensamiento simbólico, se lo estimula a explorar su medio ambiente y a utilizar los llamados
“múltiples lenguajes del niño”: palabras, movimientos, juego, dibujo, pintura, construcción,
escultura, teatro de sombras, collage, drama, música. Los niños no son apurados para cambiar de
actividad, sino que se respeta su ritmo y se los motiva a repetir sus acciones, observando y
representando simbólicamente sus experiencias. El arte se ve como parte inseparable del
programa, como una expresión cognoscitiva simbólica del proceso de aprendizaje del niño

El ambiente es su tercer maestro. Los maestros están conscientes de esta potencialidad y


programan sus clases de manera “emergente”, esto es, a partir de los intereses particulares que
observan en sus alumnos. La exploración se trabaja en “proyectos” a corto y largo plazo. Estos
pueden durar días, semanas o meses y surgir de las necesidades de los niños, por algún evento o
por el interés del propio educador. Los maestros trabajan en equipos, todos al mismo nivel,
manteniendo una relación de colegas. Realizan un entrenamiento teórico-práctico continuo. Se
consideran investigadores y comparten sus experiencias que recogen en su documentación. Para
este trabajo de documentación se utilizan grabadoras, cámaras fotográficas, así como cuadernos
para las observaciones y los comentarios de los niños.

La utilización del espacio, la ambientación y el material deben favorecer la comunicación y la


relación entre los niños, así como propiciar actividades que promuevan diferentes opciones y la
solución de problemas en el proceso de aprendizaje.

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Los trabajos realizados por los niños son exhibidos
cuidadosamente en paneles o en las paredes para
mostrar los procesos de aprendizaje, así como los
comentarios y representaciones de su forma de
pensar y aprender. Para esto se utilizan diferentes
materiales de arte como expresión de estas
manifestaciones.
Filosofía en la escuela:
El juego es la esencia de la educación infantil; es
por eso que cada una de las etapas que la conforman debe tener un énfasis lúdico distinto y
complementario, que acoja las necesidades de exploración y conocimiento que tienen los niños y
niñas respecto del mundo que los rodea.

 Explorando con todos sus sentidos


 Relacionándose con otros
 Comunicándose con gestos y sonidos
 Moviéndose
 Descubriendo su identidad
 Repitiendo acciones
 Explorando los objetos y descubriendo sus usos
 Imitando personas y situaciones
 Iniciándose en el juego con pares
 Moviéndose y desplazándose de forma vigorosa
 Poniendo en juego su creciente autonomía
 Verbalizando sus primeras palabras
 Experimentando en base a sus intenciones
 Analizando situaciones y resolviendo problemas
 Representando personas y distintos elementos de su entorno
 Recreando situaciones cotidianas
 Enriqueciendo sus formas de comunicar a través del lenguaje verbal
 Conviviendo con otros

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PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA EDUCACIÓN REGGIO EMILIA

Con todo esto, podemos resumir en cinco puntos los principios básicos de las escuelas de
Reggio Emilia:
 El niño como protagonista: los niños y las niñas son fuertes, capaces y están
interesados por establecer relaciones. Tienen preparación, potencialidades, curiosidad e
interés en construir su aprendizaje y negociar en su ambiente.
 Docente competente, colaborador, investigador y guía: los docentes son los que
acompañan a los niños en la exploración de temas, proyectos, investigaciones y
construcción de aprendizaje.

Espacio como tercer maestro: el diseño y el uso del espacio promueve relaciones,
comunicaciones y encuentros (Gandini, 1993). Hay un orden y belleza implícito en el
diseño
 y organización del espacio, equipo y materiales en una escuela (Lewin, 1995).
Cada esquina de cada espacio tiene su identidad y propósito, y es valorado por niños y
adultos. Las familias son importantes: la participación de las familias es vital y toma
distintas
formas.
 Los padres tienen un rol activo en las experiencias de aprendizaje de los niños y
ayudan a asegurar el bienestar de los niños en la escuela.

La documentación pedagógica: en la investigación científica es un paso fundamental y


gracias
 a Loris Malaguzzi se introdujo también en el área de la educación. Consiste en
recoger, diariamente, notas escrita, grabaciones, fotografías, etc. Que permitan conocer
mejor la evolución de los niños en el aprendizaje, el estadio en el que se encuentran
mientras van aprendiendo, nos permite conocer mejor a los niños, sus intereses,
necesidades y niveles en los que se encuentran, por ejemplo. Además, la documentación
hace a los padres conscientes de las experiencias de sus hijos; permite a los docentes
entender mejor a los niños, evaluar su propio trabajo y compartir con los colegas.

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EL MÉTODO WALDORF
El método Waldorf fue creado por Rudolf Steiner (1861-1925) en 1919. Se desarrolló en
Stuttgart, en la escuela para los hijos de los obreros de la fábrica Waldorf-Astoria. Desde el
nacimiento hasta los siete años de vida, el niño aprehende el mundo a través de la experiencia
sensorial, no a través del intelecto. De manera muy natural está unido con su entorno. Steiner
descubrió que el ser humano aprende con las mismas fuerzas vitales con las que “edifica” su
cuerpo. Aproximadamente, entre los 3 y 4 años de edad, afloran en el niño preescolar también
las capacidades de imaginación y fantasía.

Estas se desarrollarán plenamente a través del juego, que se intensificará a partir de ese momento.
Del respeto hacia el juego infantil depende el fomento de esas capacidades, tan importantes en el
adulto futuro. El juego es el “trabajo” del niño.

Favorecer esta etapa de juego del niño es la meta más preciada, por eso los materiales educativos
son los juguetes más sencillos y estéticos. El resguardar las diferentes etapas de la infancia de
tanta sobre estimulación del entorno fomenta, además, la atención y la concentración prolongada,
dos capacidades tan menguadas actualmente.

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METODOLOGIA EN LAS AULAS
Los métodos de enseñanza relacionados con esta pedagogía parten siempre del juego, la propia
búsqueda, la experimentación… Para ello, se realizan talleres en grupos cooperativos, proyectos,
temas de investigación, aprendizajes de un área en concreto… Sin olvidar que la base de la
pedagogía Waldorf radica en la cultura de las artes como método para inculcar la creatividad y
favorecer el desarrollo de las personas a lo largo de su vida. Para lograr dicho cometido se plantean
actividades en talleres más relacionadas con tareas artesanales, como la carpintería, la
experimentación con elementos de distintos tipos (agua en sus diferentes estados, aceite…), el
cuidado del propio espacio, el cultivo de un huerto…

Con la metodología Waldorf se cambia el paradigma educativo tradicional que supone un


aprendizaje más memorístico basado en libros de textos y elaboración de ejercicios más técnicos
y menos creativos. ¿El objetivo final? Que cada alumno consiga sacar el máximo potencial de sus
capacidades.

VENTAJAS DEL METODO WALDORF

Una de las ventajas más importantes de la pedagogía Waldorf es que parte siempre del propio
momento del desarrollo en que se encuentra la persona para potenciar el aprendizaje más
idóneo, abarcando todas las dimensiones del conocimiento.

Además, esta metodología se centra en el propio alumno y en lo que quiere aprender, en la


investigación, la manipulación, el fomento de las capacidades y desarrollos evolutivos de los
estudiantes y, sobre todo, en una reforma de los paradigmas tradicionales.

Así pues, esta metodología fomenta que los docentes partan de los intereses del alumnado

para
llevar a cabo sus intervenciones educativas, respetando sus ritmos de aprendizaje y desarrollo.

Al “evaluar” sin necesidad de exámenes o pruebas escritas, sino utilizando otros métodos, el
profesorado no está impartiendo la materia de forma que vaya ser examinada solo parte de la
misma o preparando a los estudiantes para dicha prueba; más bien, activa la potencialidad de las
capacidades que el niño tenga en cada una de las materias o áreas del conocimiento.

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Lo que se propicia con ello es que dichas competencias se desarrollen de una forma más óptima
para el aprendizaje y crecimiento.

Es aquí donde radica la importancia de la formación y el conocimiento por parte de los docentes
de las metodologías activas e integrales. La meta es impartir una enseñanza que motive al
alumnado, consiguiendo que se sienta integrado en el propio proceso.

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METODO AUTOCURIER

Bernard Aucouturier, francés y director fundador


de la Asociación Europea de las Escuelas de
Formación para la Práctica Psicomotriz
(ASEFOP), creó la Práctica Psicomotriz
Aucouturier a partir de su experiencia de más de
30 años con niños de diferentes edades, con y sin
dificultades. Esto le permitió comprender el
desarrollo y la maduración de los niños desde una
perspectiva dialéctica, dinámica e integral.

Para instaurar la Práctica Psicomotriz en el


ámbito preescolar se requiere concebir al niño
como un ser que está madurando y reconocer las necesidades propias de su edad. Se debe
privilegiar el desarrollo armonioso del niño a través del placer del movimiento y del juego, la
comunicación, la expresión, la creación, la acción, la investigación y el descubrimiento.

Este enfoque plantea que la estrategia del niño para superar una serie de ansiedades propias de
su edad es el juego. Por ejemplo, para reasegurarse afectivamente, el niño realiza:

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¿CÓMO ES UNA SESIÓN DE PRÁCTICA PSICOMOTRIZ?

RITUAL DE ENTRADA

En esta fase el psicomotricista acoge a los niños, que se sientan en bancos, visualizando la sala y
si es posible ante un espejo donde se puedan ver todos juntos. Se recuerdan las normas que han
de respetar: básicamente no hacerse daño y no hacer daño a los demás, así como respetar los
materiales. Se recuerda la sesión anterior (lo que nos gustó, la evolución de las competencias
que se observó, así como lo que no nos gustó, puesto que se trata de cosas que limitan la
evolución del grupo), y se anticipa lo que ocurrirá la sesión actual. Lo ideal es que en este
proceso sean los niños quienes intervengan, con el psicomotricisa en el papel de guía.

FASE DE EXPRESIVIDAD MOTRIZ

El ritual de entrada da paso a la fase de expresividad


motriz, en la que los niños se preparan para derribar un
muro o castillo construido por el adulto mediante todas
las piezas geométricas de gomaespuma presentes en la
sala.

Es un momento de gran emoción e impaciencia (es emocionante hasta verlo), y el psicomotricista


debe saber posponer la destrucción para liberar su intensidad en el momento justo. Parece un
buen momento para trabajar la atención y la inhibición de los impulsos. El psicomotricista ofrece
también cierta resistencia con el objetivo de que los niños se sientan vencedores sobre el adulto,
con una especie de omnipotencia sobre el mismo. Así, a un lado del muro los niños abandonan
todo aquello que los adultos les imponen: exigencias, normas, tareas…, y al otro lado encuentran
un espacio ideado con el objetivo de que puedan expresarse con espontaneidad, sin todo aquello
que suele asociarse a la actividad escolar y que tan poco propio de ellos mismos es; así que derribar
el muro significa romper con las exigencias que imponemos los adultos y empezar a ser ellos
mismos, empezar a buscar su propio “yo”, porque “ejercer su fuerza contra un adulto, es mostrar
su deseo de alejarle para comprobar su capacidad de dominio y afirmar su propia identidad”.

A partir de aquí, el placer de destruir evolucionará hacia una serie de juegos que proporcionarán
la entrada en una dinámica de placer sensoriomotriz. Aucouturier se refiere a estos primeros
juegos, junto con los de destrucción, como “juegos de segurización superficial”.

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Según el autor, son universales, se dan en todo el mundo sin experimentar cambios entre culturas,
y se denominan así porque aseguran frente a la angustia relacionada con el miedo a la pérdida y
a ser destruido. Porque no se trata de una simple actividad motora, no necesitan adquirir ninguna
habilidad determinada, sino que todo el dispositivo se concibe como una herramienta de
expresión emocional, social e intelectual sin restricciones.

El espacio está diseñado expresamente para la liberación de la expresividad motriz, porque


aunque lo pueda parecer, no se trata de una improvisación, todo está muy bien estudiado y nada
es gratuito. Se trata de un espacio donde el niño puede correr, saltar, dar volteretas, hacer
equilibrios, trepar, rodar, caer… y todos los rincones tienen funciones concretas que desembocan
hacia el desarrollo total del niño. Hay espacios de contraste blando-duro, como el plinto y los
colchones para saltar, en los que el niño experimenta este contraste que le ayuda a ser más
consciente de su propio cuerpo, a reafirmar el equilibrio. También hay espacios senso-duros,
como la rampa o las espalderas, donde los niños están
preparados para trepar cuando empiezan a querer
crecer. Pero también hay espacio para el recogimiento,
en lo que parece un estadio previo a cualquier tipo de
contraste: suele representarse en forma de saco, un
espacio que los abraza, que les da paz, que los contiene.

Durante esta misma fase, conforme los niños crezcan y se sientan reafirmados y sin limitaciones
a la hora de disfrutar de su propio cuerpo, va a ir apareciendo poco a poco el juego simbólico, es
decir, la capacidad de utilizar un objeto pretendiendo deliberadamente que represente otro.
Empiezan así a realizar juegos de identificación parental, de identificación con personajes
imaginarios o de la vida social. Aucouturier los denomina “juegos se segurización profunda”,
puesto que considera que son escudos imaginarios que protegen a los niños de los conflictos más
recientes, y al contrario que los de segurización superficial, varían según la cultura.

FASE DE LA HISTORIA

Cuando se ha vivido plenamente el descontrol y la emoción del primer tiempo, es hora de subir
un nivel más en esa simbolización, un nivel en el que ésta se distancia del movimiento, pasando
del placer de jugar al placer de pensar y favoreciendo de esta manera la representación mental.

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La fase de la historia se desarrolla en el mismo espacio que la anterior, y en el que el
psicomotricista cuenta un cuento.
Esta historia debería estar relacionada
directamente con las emociones de los
niños y sus miedos, y además ser
contada en presente para favorecer la
identificación con el protagonista.
Aucouturier recomienda, además, que
se utilicen dos registros distintos al
contar la historia: uno de subida hacia
la angustia para añadir valor dramático,
y otro de vuelta a la seguridad emocional para el final, siempre con variaciones en el tono de voz,
gesticulaciones, silencios tensos… Todo esto favorece que en el niño se dé un proceso de
descentración que facilitará la evolución cognitiva.

Aquí, Aucouturier diferencia a los iniciados en este proceso de los no iniciados mediante la
observación de su expresividad motriz, puesto que aquellos en los que la sesión está
despertando
la descentración cognitiva, muestran una atención sostenida y manifiestan sus emociones sin
excesos, frente a aquéllos que imitan al protagonista, gesticulan, interrumpen e incluso gritan,
porque todavía no han llegado a ese nivel. Gracias a esta fase se produce una reaseguración
profunda por medio del lenguaje en lugar de por el movimiento como en aquel primer tiempo. En
realidad, este proceso es paralelo a la maduración global, puesto que en general, el acceso

al lenguaje trae como consecuencia una disminución en la actividad motriz de los niños.

FASE DE LA EXPRESIVIDAD PLÁSTICA Y GRÁFICA


Después de la historia, se invita a los niños a pasar al segundo espacio para la fase de la
expresividad plástica y gráfica. Este segundo espacio debe estar bien delimitado dentro de la
misma sala, pero no puede utilizarse para las actividades previas, para que los niños tengan la
oportunidad de distanciarse de las emociones vividas durante la sesión mediante la realización
de un dibujo o una construcción (a elegir) sobre las mismas o sobre su historia personal.

El objetivo de esta fase, al contrario de lo que puede parecer, no es el dibujo o la construcción en


sí, ni la interpretación que el psicomotricista pueda darles. Muy al contrario, lo importante son
las historias que los acompañan y el lenguaje que los propios niños utilizan para elaborarlas.

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El psicomotricista debe simplemente ayudar a cada niño a que hable sobre su creación para que
pueda darse el proceso de descentración. Un “¿Me puedes contar la historia de tu dibujo?” puede
ser suficiente para que el niño se atreva a verbalizar lo que pasa por su cabeza en el momento de
dibujar, encontrándole un sentido a sus propias producciones. Esta etapa exige un nivel todavía
mayor de simbolización, puesto que la expresión se ha liberado primero por vía corporal, luego
por el lenguaje de los otros, hasta llegar a hacerlo mediante el lenguaje propio.

Sin embargo, el mismo Aucouturier advierte sobre la importancia de respetar el ritmo de cada
niño, ya que si se presiona en demasía esta simbolización, probablemente se obtengan creaciones
estereotipadas, muy contrapuestas a la descentración que deseamos. Además, sentencia que “una
sesión de Práctica Psicomotriz Educativa sin este segundo tiempo de expresividad resultaría una
sesión amputada, ya que no respondería ni a sus objetivos, ni al itinerario de maduración
psicológica que facilita el desarrollo y crecimiento de cada niño”.

RITUAL DE SALIDA
Esta última fase será variable en función de la edad de los niños, y Aucouturier aconseja que
después de los 3 años se reconozca individualmente a cada niño llamándole por su nombre y
dándole un apretón de manos antes de salir de la sala, puesto que según él los niños le dan
mucha importancia a este gesto social de adultos. Por último, los mismos niños deberían ser
quienes recogieran la sala, dejando todo el material de la misma manera que lo habían
encontrado al entrar, puesto que esta acción sería, de nuevo, una ayuda para la
descentración; aunque también reconoce que en algunos casos puede convertirse en una
excusa para reiniciar el juego…

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