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CURSO DE CRISTOLOGÍA
Tema : Pasión y muerte de Jesús

Jesús ¿sabía de su muerte? ; ¿qué significado le dio? ; ¿había razones para que fuera crucificado?.
Al momento de abordar el estudio sobre cómo vivió Jesús los últimos momentos de su vida, con
qué conciencia y cómo los interpretó, los evangelios nos ayudan a aproximarnos a estos hechos
que, para la comunidad cristiana primitiva, resultaban no sólo difíciles de entender, sino hasta
escandaloso (1 Co1,23), entonces; ¿cómo entender que el Mesías de Dios padeció bajo el poder de
Poncio Pilato y fue crucificado, tal como afirmamos en el credo?

Habíamos señalado en otro momento, que la muerte de Jesús es consecuencia de su vida, de sus
opciones, de su fidelidad. En este sentido; Jesús no murió, fue muriendo. Su fidelidad al Dios del
Reino y su compromiso con el Reino de Dios, le llevó a enfrentarse con los fariseos, que sabemos
eran los líderes y guías de la religión de entonces y que en su preocupación de defender el
cumplimiento de la Torá (la ley) para la salvación, la habían sacralizado al punto que ella se
convirtió en opresión para los hombres. Definitivamente esta manera de presentar la ley entraba
en conflicto con la manera de Jesús de hablar de Dios como gratuidad, misericordia y Padre de
todos. Desde allí podemos acercarnos a la comprensión de su pasión y muerte:

I ¿Por qué lo mataron?


Los milagros de Jesús. Todo el pueblo, incluso los fariseos, era testigo de los milagros que hacía
Jesús. Frente a esto los fariseos se encontraban en una encrucijada; reconocer los milagros como
un signo de la presencia del Reino y por tanto, aceptar a Jesús y hacerse sus discípulos, o sino;
buscar otra explicación. Fue esta segunda alternativa la que eligieron (mt 12,24) (mt 9,34) (mc 3,
22.30) (lc 11,15).

Señalar a Jesús como mago o hechicero era ponerlo en una situación de desventaja frente a la
gente y frente a las leyes religiosas, pues el AT mandaba castigas con pena de muerte a aquellos
que practicasen la brujería. Por tanto, decir que Jesús actúa movido por los espíritus impuros
justificaría su muerte, para preservar de este modo la pureza de la religión que predicaban los
fariseos.

a Jesús, el profeta de Dios. Jesús durante su vida pública actúa como profeta, es más; tuvo
conciencia de actuar como profeta (mt. 13,57) (mc.6.4) (lc. 4,24): Proclama la Palabra; defiende la
causa de los pobres, denuncia situaciones de injustica y desigualdad contraria al verdadero
espíritu de la ley, resucita al hijo de la viuda de Naim. Por estas razones la gente le llamaba profeta
(mt.21,11) (lc. 7,16). Una vez más los fariseos se encuentran en la misma disyuntiva; reconocer al
profeta y seguirlo o acusarlo de falso profeta. De nuevo eligen la segunda alternativa (jn. 7,52). Y
Jesús es denunciado ante el sanedrín de “falso profeta” (jn. 18,19-24) (mc. 14, 57-60) (mt. 26,59-
62).

b La observancia del sábado. Jesús no acepta la interpretación de los fariseos sobre la ley del
sábado (ex.16,23). Él, la explica de otra manera (mc 2,23-58 y ss); poniéndola al servicio del
hombre. Ahí radica la diferencia. Pero Jesús no era un experto de la ley como sí lo eran los
fariseos. Por eso, para legitimar su interpretación de la ley dirá; “el Hijo del hombre es también
Señor del sábado”. Acá aparecen dos razones para acusarlo; viola la ley y es blasfemo. Y esto se
pagaba con pena de muerte (ex.31,15), razón que buscarán sus adversarios para acabar con él
(mc.3,6).
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c Reo de blasfemia. Era claro para los judíos que sólo Dios puede perdonar los pecados. Por eso,
cuando Jesús con su propia autoridad perdonaba a los pecadores, los fariseos le llamaban
blasfemo, por arrogarse ese poder divino (mc.2,6-7) (mt. 9,3) (lc.5,21). (leer en la misma línea el
discurso del buen pastor – jn.10 teniendo en cuenta Ez.34). Una vez más; la blasfemia se pagaba
con la muerte (lev.24,13-14).

En este sentido, podemos considerar que para los judíos resultaba blasfemo, pero a la vez,
indignante que Jesús llamara a Dios Padre de todos. Tanto para los pretendidos derechos que se
arrogaban los líderes religiosos respecto de los publicanos, pecadores y pobres, como para los
romanos; que sostenían el sistema mediante la esclavitud de los pueblos, este lenguaje era
peligroso.

d Jesús y el templo. El templo era para los judíos signo de la presencia de Yavé en su pueblo y
recuerdo de la elección de Israel por Dios frente a los demás pueblos. Jesús, desafía el símbolo
sagrado del judaísmo (mc 11,27-14,1) como en su tiempo, el profeta Jeremías (cap. 26). Y esto
determinará la decisión de los fariseos de buscar su muerte.

Para san juan; se da en dos momentos este enfrentamiento de Jesús al templo (jn. 2, 13-22 ;
12,12-19). En la segunda, relacionada con la resurrección de Lázaro, los ancianos deciden su
muerte, aunque entre ellos estaban divididos y algunos del grupo en silencio aprobaban a Jesús.

II ¿Cómo entendió Jesús su muerte?

Para Bullman y teólogos seguidores de su escuela; es muy poco probable que Jesús le diera a su
muerte un carácter redentor. No hay elementos para afirmar si le atribuyó a su muerte un especial
significado.

Lo que podemos ver es que Jesús sí contó con la posibilidad de una muerte violenta: Por un lado
su vinculación con la predicación del bautista y la manera como éste murió, y por otro lado; el
rechazo creciente por parte de los fariseos y saduceos de su tiempo, por el modo como Jesús
interpretaba las escrituras, hacen pensar que Jesús entendía que por ese camino muy pronto
encontraría la muerte, impuesta por quienes tenían interés de silenciar su Palabra y acabar con la
causa del Reino.

Algunos textos de los evangelios nos llevan a estas afirmaciones:


- Mc. 8,35 “Si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero el que la pierda por mí y por la
buena noticia, la salvará”.
- Mt.10,29-31 “¿no se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo,
ninguno cae al suelo sin lo que lo disponga vuestro Padre… por tanto, no tengan miedo,
que ustedes valen más que todos los gorriones juntos”.
En estas palabras late, aunque sea indirectamente, la disposición de Jesús a morir por la misión.

Pero también están los relatos de la última cena, sobretodo:


- Mc.14,25 y lc.22,15-18. En ambos textos la muerte de Jesús está relacionada con la llegada
del Reino, (sangre y banquete). Su muerte no hará que la salvación se detenga, al
contrario; en su muerte martirial Dios sellará su alianza. En este sentido, Jesús habría
entendido e interpretado su muerte como vicaria a partir de de Is.53 (cuarto canto del
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siervo sufriente) y de ex.24,8 (de la sangre rociada por Moisés sobres las entradas de las
casas).

- En la última cena, Jesús al relacionar su muerte con la llegada del Reino no significa que
ésta es un instrumento necesario para la salvación, sino como la última expresión del
amor sin reserva de Dios a los hombres. Por tanto, la muerte de Jesús es leída como
“revelación de gracia” y no como condición necesaria para implantar el Reino. Jesús en la
última cena hace una interpretación de su vida como un servicio a los hombres y un
compromiso con los pecadores.

III ¿Quién lo condenó a muerte?

a Los romanos. Los romanos habían implantado la crucifixión como pena de castigo contra los
esclavos, revoltosos y agitadores políticos. Muchos caudillos habían pasado por esta muerte: lo
aplicaban entre su gente y con aquellos pueblos sometidos. Se trataba de defender el Imperio.
Entre esa forma de morir (justa o injusta) todas han pasado al olvido, menos la de Jesús de
Nazaret. Es Pilato (oficial del César) quien condena a morir en cruz a Jesús en orden a cuidar los
intereses del Imperio, para el que trabaja. (leer jn. 19, 19ss ; mt. 27,37 ; mc. 15,26 ; lc. 23,38).

b Las autoridades judías. Los jefes del pueblo judío; escribas, fariseos y saduceos no aceptaban la
divinidad del Hijo de Dios. Era contraria a la fe del AT. Sobre el único Dios. Además veían como
peligroso el movimiento iniciado por Jesús. Ponía enfrentarlos con el imperio romano.

Es cierto que el procurador romano condenó a Jesús morir en cruz (tenía potestad para ello), pero
lo hizo movido por las autoridades judías que lo acusaban de agitador y falso mesías (lc.23,2) ;
(mc.15,3) ; (Jn 19,12 ; 15,21). Esto no tiene que tener consecuencias negativas en nuestra manera
de juzgar al pueblo judío hoy (Nostra Aetate 4f).

c Todos los pecadores. Nos referimos aquí no en sentido moral. Jesús murió porque hubo unas
estructuras de pecado interesadas en acabar con él; intereses, pasiones, ambiciones formaban
parte de esa atmósfera de rechazo a la predicación del Evangelio. Lo mismo había ocurrido con la
muerte de los profetas en el AT. Esta afirmación, no nos excluye de responsabilidad, sino al
contrario, como señala el catecismo, nos imputa responsabilidad.

IV ¿Cómo entender el seguimiento de Jesús hasta la cruz?

Según mt.10,38-39 ; 16,24-27 ; mc 8,34-38 ; lc 9,23-27 Jesús pone como condición seguirlo hasta la
cruz, la misma que implica optar por la pobreza (lc 9,3-5 ; 18,22) y la renuncia a la familia por
motivo del Reino (mt. 10,37 ; mc 10,28-30 ; lc 18,28-30). Esta renuncia no es por motivos ascéticos
y la aceptación de que todo sufrimiento es salvador, lo que Jesús propone es vivir la fidelidad a
Dios en todas las circunstancias y sobre todas las cosas. Sólo en función de este valor tan grande
(el Reino) se pueden entender las renuncias del discípulo.
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V Cómo se presenta la muerte en el NT.

a MEDIADOR. En el AT una de las funciones de un mediador era poner paz entre las partes en
litigio. Dios eligió mediadores entre Él y su pueblo: Moisés cuya misión es liberar; David que fue
ungido para gobernar su pueblo; los profetas, llamados a orientar y velar la fidelidad de Israel al
Dios de la Alianza; los sacerdotes, que deben celebrar el culto y ofrecer a Dios en nombre de la
comunidad.

Esta imagen es aplicada a Jesús y sirve para resumir la obra de salvación que el Padre realiza en su
Hijo. En 1tim. 2,1-6 podemos ver a Jesús como el único mediador de la redención (v5); el padre es
el salvador y el Hijo el mediador de la salvación. Esto, sin embargo, no excluye a la comunidad (y a
María); en los v 1-4 se hablará de la comunidad que ora unos por otros. Se trata de una forma de
mediación en segundo grado. Es una mediación que participa de la mediación de Cristo, brota y no
está al margen de ella. Afirmamos así, que la mediación de Cristo es única en cuanto que,
verdadero hombre y verdadero Dios, él puede ser pontífice, aquel que a modo de puente une las
dos orillas que son reconciliadas.

b SALVADOR. En el contexto bíblico salvador es aquel actúa a favor de la persona atrapada en una
situación de la que no puede salir por sí misma; que necesita de otro, que lo libere desde fuera. El
AT se refiere a Yavé como salvador, de este modo se interpreta la acción de Dios a favor del
oprimido por cualquier mal. Ejemplos: Dios salva a Noé; a la familia de José que está a punto de
morir de hambre (Gn.45,4-5); Dios salva de la enfermedad y la muerte; a Judit le salva de los
enemigos; a Israel de la esclavitud y al pueblo de sus pecados (ez 36,28-29). Y el profeta Isaías
confiesa a Yave como salvador (63,8); el único salvador (43,11).

En el NT. Cristo es el Salvador; el trae la salvación de Dios. Esta salvación se hace presente en:
- Las acciones de Jesús; milagros y curaciones que anuncian que Él es la salvación (mc.3,4 ;
mt.8,25-26 ; lc.19,10).
- A partir de Pentecostés en el anuncio de los apóstoles que proclaman a Jesús como el
salvador. Creer en Él está la salvación (hec. 16,30-31).

c REDENTOR. En el AT se le llama Goel (el que paga por el rescate). Esta figura tiene que ver con el
jefe del clan que asume la responsabilidad de proteger, guiar y redimir. En el clan todos son
hermanos y el goel deberá estar siempre atento para liberar a uno de la familia, ya sea de forma
directa o sino a través de su hijo. De esta visión surge en el pueblo de Israel la celebración del año
sabático o jubilar, en el que después de siete años se abolía la esclavitud y se daba por terminado
toda deuda (dt 15,12). Era el año de gracia para los pobres que no habían sido rescatados hasta el
momento.

En el NT Jesús es llamado el redentor porque al hacerse hombre como nosotros se ha hecho


hermano (miembro del clan). A Él, Dios lo hizo nuestro redentor (oficio que le toca a Dios como
Padre). Jesús nos libera para hacernos pueblo santo.

d SACRIFICIO. A partir del éxodo, el pueblo judío celebra la pascua como recuerdo de la liberación
de Egipto. La manera como celebraban la pascua el 14 del nisán (noche de luna llena) era
sacrificando un cordero, el mismo que cuidadosamente era desangrado y descuartizado sin que se
le rompan los huesos.
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CURSO DE CRISTOLOGÍA
Tema 4 : la Resurrección de Cristo

La primera predicación de los apóstoles sobre Jesús no fue su vida, sus milagros o sus palabras,
sino, la resurrección. Este es el misterio central de la fe cristiana, el corazón del credo de la iglesia,
lo primero que Pedro predicó el día de pentecostés (Hch 2, 32-36). Pero así como confesamos que
“resucitó de entre los muertos”, también afirmamos que creemos “en la resurrección de la carne y
la vida eterna”. Y es que Cristo no resucitó para sí mismo sino para que resucitemos con Él. En la
misma lógica de la encarnación, donde Dios se hizo hombre para salvarnos y murió por nosotros
según las Escrituras, afirmamos que Cristo resucitó por nosotros los hombres y por nuestra
salvación, según las Escrituras. Este es el distintivo de la fe cristiana.

I LA TUMBA VACÍA

Al parecer la tradición de la tumba vacía nació en Jerusalén, lugar donde las mujeres se habían
quedado luego de la muerte de Jesús y de la dispersión de los discípulos, que volvieron a Galilea.
Probablemente, ellos entraron en contacto con esta tradición una vez que vuelven a Jerusalén,
después de las apariciones del resucitado, y a la luz de los encuentros con Jesús, la interpretan.

Se trataría por tanto de dos tradiciones; una referida a la tumba vacía (nace en el círculo de las
mujeres) y otra, la de su significación (nace en la comunidad de discípulos). La primera, por sí sola
desemboca en angustia y miedo.

Argumentos en contra de la historicidad de la tumba vacía

1 Parece tratarse de una tradición posterior. No se menciona la tumba vacía en los estratos
más antiguos; la primera predicación de los apóstoles (Hechos) y el antiquísimo credo de
la de la fe (1co 15).

2 Se puede ver una cierta inflación de datos en la manera como se presentan los hechos:
vieron un hombre (mc) , dos hombres (lc), un ángel (mt) dos ángeles (lc ; jn) además de
otra tradición sobre el propio Jesús ques también se presenta junto a la tumba (lc ; jn).

3 Si nos atenemos a la versión más antigua (mc) podemos encontrar como incoherencia que
las mujeres quieran ungir el cuerpo de Jesús después de enterrado y que vayan al sepulcro
sin prever quién pueda quitar la piedra inamovible, dejándolo a la circunstancia. Igual
sucede en Lucas. Parece más probable lo que ocurre con Mateo y Juan, donde las mujeres
fueron simplemente a visitar al Señor.

Argumentos a favor de la historicidad de la tumba vacía

1 Las mujeres son testigos de la tumba vacía. Este dato no puede ser fruto de una
intencionalidad, sino tuvo que tener asidero en un hecho sucedido, puesto que la mujer
en la cultura de aquel entonces no podía ser testigo, su testimonio carecía de valor
jurídico. Si no hubiera ocurrido, no lo hubieran puesto. Por tanto, se deduce que esta
tradición no tenía carácter apologético. Fue posteriormente que se añade el hecho de que
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fue un hombre (o ángel), Pedro y los apóstoles, los que fueron a la tumba vacía y dan
testimonio.

2 El relato no es usado con finalidad apologética, no dice nada, ni busca defender la


resurrección. Ante la tumba vacía las mujeres no se abren a la fe pascual, sino huyen de
temor y espanto. (Mc 18,8).

3 Se trata de una tradición conocida también en círculos no cristianos (niegan la


resurrección) y sobre la que había una serie de interpretaciones. Por tanto, entre estos
grupos y la comunidad cristiana lo que distingue es la interpretación, más no la negación
del hecho de la tumba vacía. Mientras que para algunos, la razón de la ausencia del cuerpo
de Jesús en el sepulcro se debe a que lo robaron (los discípulos o el hortelano del campo)
para otros es porque Jesús resucitó.

4 El hecho de que esta tradición nace en Jerusalén es motivo a favor, puesto que si hubiera
sido un invento, circulando en Jerusalén esta tradición, fácilmente hubiera podido ser
negada; era suficiente cotejar con los hechos. En Jerusalén estaba la tumba y allí surgió la
tradición sobre la misma.

La tumba vacía, es un dato histórico que admite varias interpretaciones; no es una cuestión
dogmática, ni la prueba de que Jesús resucitó. Puede significar mil cosas, por eso mismo, los
evangelistas sintieron la necesidad de indicarnos cuál es la interpretación de ese hecho, a través
del recurso literario del “hombre” o “ángel” (que sería interprete autorizado).

II LAS APARICIONES DEL RESUCITADO

Son narraciones populares (género literario) de una experiencia trascendente, y por tanto,
indescriptible que marcó la vida los apóstoles, testigos de primera mano de la Resurrección. El
Nuevo Testamento señala dos tipos de apariciones: individuales; a Pedro (1co 15,5 ; lc 24,34)
Tomás (jn 20,24-29) emaús (mc 16,12-13 ; lc 24,15-35) Santiago (1cr 15,7) Saulo (1co 15,8-8) y
colectivas; a los once en Jerusalén (lc 24, 36-46 1co 15,5) en Galilea (mt 28,16 ; Jn 21,4-14) a más
de quinientos (1co 15,6).

La finalidad de las apariciones: a) confirmar la fe de los discípulos y encargarles que estos


confirmen la fe de sus hermanos (ver: jn 20,14-18 ; lc 24,36-45 ; jn 20,19-20 ;lc 24,15-35)
b) reafirmarles en su misión apostólica (jn 20,21-23 ; mt 28,18-20 ; mc 16,15 ; hch 1,8) c) anunciar
que el Señor ha resucitado (1co 15,15)

Cuando el NT afirma que Jesús “se apareció” a sus discípulos, quiere señalar que la iniciativa de las
apariciones radica en Jesús; Él es el que se manifiesta; las apariciones no son fruto de la
objetividad de los discípulos ni de su subjetividad, sino que su origen radica en el mismo Jesús.

III LAS CONFESIONES DE FE

Con el paso de los años la Iglesia vio la necesidad de formar sus pequeños “credos” aprobados por
los obispos locales que servían para la instrucción en la fe de los catecúmenos y para preservar la
enseñanza y la tradición recibida. Además se usaban como regla (canon) para juzgar si una
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afirmación era herética o no. No hay que olvidar que a medida que el cristianismo se abría a
nuevas culturas corría el riesgo de confusiones o reducciones.

Desde el primer siglo se encuentran ya algunas de estas confesiones donde se pueden ver
reunidas las principales verdades reveladas (la fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
destacando como fundamento de la salvación, la muerte y resurrección de Cristo). Así, podemos
descubrirlo en un escrito de Orígenes:

“Los elementos que se nos han transmitido por la predicación apostólica son estos…
Creemos que Jesucristo, el mismo que vino, nació del Padre antes que toda
creatura…Asumió un cuerpo semejante al nuestro, sólo diverso en cuanto nació de la
Virgen y del Espíritu Santo. Y este Jesucristo en verdad nació y sufrió, y sostuvo la muerte
común en verdad, no en apariencia, sino que murió verdaderamente, también resucitó
verdaderamente de los muertos, y tras la resurrección convivió con los discípulos y fue
asumido”.

Finalmente, la Iglesia fijo en una fórmula dogmática la confesión de su fe en el concilio I de


Constantinopla donde proclama: “Por nuestra causa fue crucificado en tiempo de Poncio Pilato:
padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado
a la derecha del Padre”.

Uno de los credos más primigenios de la comunidad cristiana es el que aparece en 1co 15.
Probablemente, Pablo lo conoció en Jerusalén o Antioquía, después de su conversión, hacia el año
35. En ese himno, encontramos hebraísmos que no encontramos en la teología paulina, por lo que
se trata de algo que ha recibido y transmitido, tal como lo señala (v4).

Cuando se refiere a la muerte de Jesús señala que ésta es “por nuestros pecados”; en cambio,
Pablo suele hablar de “el pecado”. Otro hebraísmo que no corresponde al estilo paulino es “según
las escrituras”; Pablo cuando se refiere a las Escrituras dice; “como está escrito”. Finalmente en la
teología de Pablo no aparecen menciones como “al tercer día” y “los doce”, que sí se ven en el
himno de 1co 15.

IV RESUCITÓ AL TERCER DÍA SEGÚN LAS ESCRITURAS

Esta afirmación la podemos entender de dos modos:

Resucitó según las Escrituras. Esto no quiere decir que el AT ya hubiese predicho literalmente la
resurrección de Jesús, sino que todo el plan salvador del Padre, que inició desde el comienzo de la
revelación, se ha ido desarrollando y cumpliendo hasta culminar en la pascua de Cristo. El
encuentro de Jesús con los peregrinos de Emaús apunta a esto; leer la resurrección como cima de
toda la revelación. La primera predicación de Pedro es un ejemplo (Hch 2,31-32).

Al tercer día según las Escrituras. En la cultura hebrea “tercer día” es sinónimo de “tiempo
breve”. Usaban las horas, días, etc para expresar otras verdades y en muchos casos tenía un
carácter simbólico. Ejemplos encontramos en Os. 6,1-2 y jn 2,1-2. También san Pablo hace uso de
este recurso para referirse a la brevedad con que el Padre viene a la ayuda de su Hijo muerto por
nosotros (1co15,4). “Tercer día” no narra el instante en que Jesús salió de la tumba, sino la
intervención rápida de Dios sobre su Hijo muerto.
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V JESÚS, “CRISTO LLENO DEL ESPÍRITU” Así es como la primera comunidad empezó a llamar al
resucitado. ver: hch 2,33 ; 1co 15,45. Son tres los momentos que el NT destaca como
acontecimientos de unción del mesías Jesús; la encarnación, el bautismo y la resurrección. Al ser
resucitado por el Padre, recibe la plenitud del Espíritu.

El Padre resucitó a Jesús por medio de su Espíritu. Esta es una teología muy querida en el NT y
que con frecuencia hemos descuidado; presentar la resurrección de Jesús como el acontecimiento
obrado por Dios. Pablo al hablar de la Resurrección lo hace en esos términos. (ver Rom 1,3-4 ;
8,11). Así, recibido del Padre el Espíritu, el Hijo nos comunica el Espíritu. De este modo nos da la
Vida, que es la finalidad de su misión. Esta vida implica resucitar con Él. Por eso esta afirmación va
unida a otra; Jesús resucitado nos da su Espíritu. (jn 15,26 ; hch,33)

VI JESUCRISTO RESUCITADO ES CABEZA DE LA IGLESIA

San Pablo usó con frecuencia la imagen del cuerpo, para indicar lo que es la iglesia unida a Cristo.
Esta imagen refleja su primera experiencia del encuentro con el resucitado, camino a Damasco. Allí
comprende que no era posible separar a Cristo de los cristianos. De ahí surgió la hermosa figura; la
iglesia es el cuerpo de Cristo, en el cual Él es la cabeza y los cristianos los miembros. (ver col 1,18 ;
1co 12,12-13). Por tanto, la resurrección de Jesús no es un destino aislado, sino que es
inseparable del destino de la iglesia; la resurrección de la cabeza es la resurrección de todo el
cuerpo; es el acontecimiento sobre el que descansa nuestra esperanza de resucitar; es el preludio
y el inicio de nuestra resurrección.

En la Eucaristía, Cristo está presente de forma activa, activando su obra salvadora a favor de todos
los hombres. Se ofrece por nosotros al Padre y con Él nosotros, al Padre. En Él, la comunidad se
hace un solo cuerpo. Y su presencia se da a través de su Espíritu.

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