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El latín fue durante gran parte de la Edad Media la lengua de los textos escritos.
Sin embargo, sustituido ya por el castellano como vehículo de comunicación, su
conocimiento quedó reducido a los medios cultos. Era natural que, en algún
momento, la lengua habitual pasara a ser también la de la escritura. Paulatinamente,
pues, el castellano se va introduciendo en los textos en prosa.
A lo largo del siglo XIII, el castellano servirá también para la prosa de ficción. Son
numerosas las colecciones de cuentos o exemplos, de origen oriental, como el Calila e
Dimna y el Sendebar. La fortuna de estos relatos se explica porque estas obras no se
consideraron en su tiempo simples colecciones de cuentos. Se destacaba en ellos su
condición de recopilación del saber y de guía de conducta para toda clase de persona,
en especial para políticos.
La moral de estos cuentos es esencialmente práctica, aconsejando el uso de la
prudencia y la astucia como valores más extendidos. Precisamente, el hecho de
propugnar una ética fácilmente acomodable a otras culturas favoreció su gran
difusión.
3. Don Juan Manuel
Sobrino de Alfonso X el Sabio, su vida y sus obras ilustran a la perfección los
problemas y las contradicciones sociales que caracteriza la sociedad feudal del siglo
XIV. Como noble de su tiempo, participó muy activamente en las luchas internas del
reino y en los conflictos entre los nobles y el poder real.
1 Recordamos que los exemplos (también llamados enxiemplos o exempla) son apólogos, es decir, cuentos con
moraleja, donde el valor didáctico es fundamental.
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Como creador literario, la mayor parte de sus escritos tienen una intención
prioritaria: adoctrinar a los nobles de su tiempo, a quienes intenta ofrecer una
explicación de los problemas que los aquejan y unos modelos de comportamiento
adecuados a su estamento y útiles para mantener su posición social y económica. De
esta forma, Don Juan Manuel defiende la organización tradicional de la sociedad y
justifica su propia actuación política.
Su producción literaria es amplia, aunque algunas de sus obras se han perdido.
Entre las conservadas destacan el Libro del caballero y del escudero, el Libro de los
estados y el Libro del conde Lucanor.
El conde Lucanor o Libro de Patronio es la más conocida. Consta de cinco partes:
a) Primera parte: cincuenta exemplos que Juan Manuel toma de distintas fuentes
y que inserta dentro de un “marco” que repite en cada cuento: el conde Lucanor
expone un problema práctico a su consejero Patronio, quien, para aconsejarle, le narra
un cuento. Se indica que el conde pone en práctica el consejo y le va bien y entonces
aparece don Juan Manuel como personaje e incluye un pareado que resume la
moraleja del relato.
b) Segunda, tercera y cuarta parte: conjunto de proverbios que oscurecen
progresivamente su significado.
c) Quinta parte: un tratado doctrinal de tema religioso.
La unidad de la obra viene dada por la intención didáctica y por los temas
tratados, relativos siempre a los problemas que atañen a los nobles.
El sentido de El conde Lucanor se hace comprensible teniendo en cuenta la
situación histórica de Castila en el siglo XIV: ante la crisis del sistema feudal, el escritor
se dirige a los miembros de su estamento para que estén alerta frente a los engaños
de la nueva realidad, se unan frente a quienes amenazan su posición social, cumplan
con las obligaciones que impone ser noble y acrecienten sus riquezas, su honra y su
fama; así podrán conservar su posición preeminente y mantendrán la cohesión de su
sociedad feudal, lo que redundará en la salvación de sus almas
Cuento VII De lo que aconteció a una mujer que le decían doñ a Truhana
[Cuento. Texto completo] Juan Manuel “El Conde Lucanor”
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aquellas razones, respondió al conde en esta manera:
-Señ or conde Lucanor, siempre oí decir que era buen seso atenerse el hombre a
las cosas ciertas y no a las vanas esperanzas pues muchas veces a los que se
atienen a las esperanzas, les acontece lo que le pasó a doñ a Truhana.
-Señ or conde -dijo Patronio-, hubo una mujer que tenía nombre doñ a Truhana y
era bastante má s pobre que rica; y un día iba al mercado y llevaba una olla de
miel en la cabeza. Y yendo por el camino, comenzó a pensar que vendería
aquella olla de miel y que compraría una partida de huevos y de aquellos
huevos nacerían gallinas y después, de aquellos dineros que valdrían,
compraría ovejas, y así fue comprando de las ganancias que haría, que halló se
por má s rica que ninguna de sus vecinas.
Y con aquella riqueza que ella pensaba que tenía, estimó có mo casaría sus hijos
y sus hijas, y có mo iría acompañ ada por la calle con yernos y nueras y có mo
decían por ella có mo fuera de buena ventura en llegar a tan gran riqueza siendo
tan pobre como solía ser.
Y pensando esto comenzó a reír con gran placer que tenía de su buena fortuna,
y riendo dio con la mano en su frente, y entonces cayó le la olla de miel en tierra
y quebró se. Cuando vio la olla quebrada, comenzó a hacer muy gran duelo,
temiendo que había perdido todo lo que cuidaba que tendría si la olla no se le
quebrara.
Y vos, señ or conde, si queréis que los que os dijeren y lo que vos pensareis sea
todo cosa cierta, creed y procurad siempre todas cosas tales que sean
convenientes y no esperanzas vanas. Y si las quisiereis probar, guardaos que no
aventuréis ni pongá is de los vuestro, cosa de que os sintá is por esperanza de la
pro de lo que no sois cierto.
Al conde le agradó lo que Patronio le dijo e hízolo así y halló se bien por ello.
Y porque a don Juan contentó este ejemplo, hízolo poner en este libro e hizo
estos versos:
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Fuente: Biblioteca Digital Ciudad Seva
● Prosa didáctica:
Destacan dos figuras representativas de la primera mitad del siglo XV, Enrique de
Villena, autor de Los doce trabajos de Hércules y Alfonso Martínez de Toledo,
Arcipreste de Talavera, autor de El Corbacho, donde destaca la espléndida utilización
del habla popular de la época.
● Prosa de ficción:
Se nota ya en la prosa de ficción una evolución que la aleja de la simplicidad de
los exempla medievales. Dos son los grandes géneros que se desarrollan en este siglo:
los libros de ficción sentimental y los libros de caballerías.
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caballerías reafirma la necesidad del estamento nobiliario es una época en que la
función guerrera de la nobleza, con la aparición del soldado profesional, está puesta en
entredicho. Este hecho explica la adscripción del protagonista desde el principio de la
obra a un linaje escogido, genealogía ilustre que quedará justificada por las acciones
gloriosas del héroe, cuyos valores serán los típicos del caballero feudal: valor, honor,
lealtad y religiosidad. Estos héroes y la imagen del mundo que transmiten están muy
idealizados y sujetos a unas convenciones formales muy estrictas, como corresponde a
los nuevos gustos de la nobleza.
Literariamente, los personajes de los libros de caballerías son meros tipos, sin
apenas evolución ni desarrollo psicológicos, el amor es el tema central de las obras y lo
que determina el comportamiento de los personajes divididos maniqueamente en
buenos y malos; los escenarios son imaginarios y, a menudo, maravillosos. Todavía
están lejos de la novela moderna que llegará con el Lazarillo y el Quijote.
4.1. La Celestina
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una extendida costumbre en los medios escolares de la época. Aparte de estas razones
esenciales, la obra pertenecería al género dramático en razón de los modelos literarios
de los que parte: la comedia romana y la comedia humanística italiana.
Los defensores de que se trata de una novela mantienen que el libre
tratamiento del espacio y el tiempo, la existencia de escenas no dramáticas y el diseño
de los personajes, retratados en la intimidad, con cierta evolución psicológica y
marcado individualismo, serían rasgos más propios de la novela que del drama, a lo
que podría sumarse el carácter irrepresentable del texto.
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B) Los personajes de clases populares
Amor, muerte, ambición, egoísmo, codicia, lucha de clases son los temas
centrales de La Celestina. Amor entre los protagonistas y también en las personas de
baja clase social (lo que es en la literatura culta muy novedoso); muerte de gran parte
de los personajes; ambición extrema en los criados y la vieja alcahueta, pero también
en Pleberio, el padre de Melibea, que ha dedicado su vida a atesorar bienes; lucha de
clases desde la primera hasta la última página.
http://lclcarmen1bac.wordpress.com/2011/10/18/la-celestina-de-fernando-de-rojas/
(edu365.cat)
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caracteres tan sólidos y veraces como los de Celestina, Melibea, Pármeno o
Areúsa. Algunos valorarán, por encima de todo, las estampas pintorescas y los
cuadros de costumbres contenidos en la obra, tan evidentes, por ejemplo en la
comida en casa de la alcahueta o en la descripción de su laboratorio de pócimas
y cosmétcos.
Esa variedad de perfiles, que constituye la mayor riqueza de La Celestina, no
entra en contradicción con el hecho de que Fernando de Rojas pretende mostrar
con su obra que todo se rige por la tensión, el desorden y la violencia, desde los
fenómenos atmosféricos hasta el comportamiento de los animales. Y, por
supuesto, también de los seres humanos.