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Sin embargo, continuó, “no tenemos que publicar todos los casos. Una de
las cosas a las que todos tenemos derecho como personas es cierta
cantidad de privacidad: tienes que hacer declaraciones públicas cuando
es público; cuando no es público, no hay nada que hacer al respecto y eso
no significa ocultarlo. No escondimos nada”.
“En este caso, me parece importante subrayar algunas cosas. Uno, que no
hay menores de edad involucrados. En otras palabras, estos son
problemas entre adultos”, agregó el P. Sosa.
“No hay ningún proceso que diga que hay una víctima aquí y una víctima
allá. Fue prescrito. No hay calificación de víctimas, hay sospecha de
hechos que traspasaron los límites de lo que se hace entre adultos”,
señaló.
Sin embargo, al ser consultado sobre por qué el caso del P. Rupnik fue
gestionado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y no por el
Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de
Vida Apostólica, que se encarga de las congregaciones religiosas como
los jesuitas, el P. Verschueren dijo: “Porque involucró algunas posibles
irregularidades en la forma en que se administraron los sacramentos, y
esto está dentro de la competencia del DDF”.
“La Compañía de Jesús hizo lo que estaba obligada a hacer y, para que no
hubiera sombras, encargó la investigación a una persona ajena a la propia
Compañía. En cuanto al Dicasterio competente, en el momento de la
investigación el competente era el DDF”, indicó.
Para el P. Zollner, los jesuitas “han dicho lo que podían decir y, por lo que
veo, las explicaciones sobre a qué llegaron con la sentencia las debe dar
el Dicasterio”.
“Ellos son los que han determinado que los hechos han prescrito. No lo
puede hacer la Compañía de Jesús, es competencia del Dicasterio”,
señaló.
Para el P. Matarazzo son necesarios cuatro pasos para hacer frente a este
drama. El primero, indicó, es “aceptar total responsabilidad y
consecuencias”.