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El Derecho

El Derecho, según Manuel Atienza, está compuesto por el conjunto de normas que regulan la
conducta humana. Las normas se clasifican en reglas y principios jurídicos.

Al respecto, Atienza y Ruiz Manero dicen lo siguiente:

Además de estas consideraciones de carácter interno, los principios deben distinguirse hacia
afuera (externamente) de otras pautas de comportamiento que integran un Derecho. Aquí
partiremos de la idea de que los Derechos están formados por normas (y otras entidades de las
que aquí no nos ocuparemos, como las definiciones) y que las normas pueden, a su vez, ser reglas
o principios.

Por un lado, las reglas constituyen mandatos perentorios, que exigen aplicar la solución prevista
por el legislador a los problemas jurídicos que se presentan y que prohíben cualquier forma de
deliberación al respecto.

Los principios jurídicos se dividen en principios en sentido estricto y directrices. Los primeros
exigen una aplicación cabal e inmediata del principio; en cambio, las directrices constituyen
mandatos de optimización, que exigen realizar la acción más adecuada para alcanzar en la mayor
medida posible un objetivo determinado. El principio de legalidad constituye un caso de principio
en sentido estricto y el principio de seguridad jurídica es un ejemplo de directriz.

Argumentación jurídica.

En su texto Argumentación Constitucional Teoría y Práctica (2011:19) el mismo autor precisa la


noción fundamental de argumentar, al indicar que:

“Argumentar o razonar es una actividad que consiste en dar razones a favor o en contra de una
determinada tesis que se trata de sostener o refutar. Esa actividad puede ser muy compleja y
consistir en un número muy elevado de argumentos (de razones parciales) conectadas entre sí de
muy variadas formas.”

Atienza concibe a la argumentación como formal, material y pragmática, la primera es


característica de la lógica, por ello, se entiende a la argumentación jurídica como una inferencia,
como un encadenamiento de proposiciones, de tal manera, “un argumento es un encadenamiento
de proposiciones puestas de tal manera que una de ellas sigue a otras”.

La concepción material de la argumentación para Atienza, se preocupa “no de la técnica para


inferir unas proposiciones de otras con criterios de corrección formal, sino de descubrir y examinar
las premisas. Se trata de justificar las premisas no ya mediante el silogismo, sino a través de
buenas razones que permitan la corrección del razonamiento”.

De tal manera, Atienza señala que “la concepción pragmática considera a la argumentación como
una interacción lingüística, que se desarrolla entre dos o más sujetos, y tiene por objeto el
convencimiento del uno sobre el otro”.

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