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Sor Juana Inés de la Cruz

Feliciano me adora y le aborrezco;


Lisardo me aborrece y yo le adoro;
Éste… por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno no apetezco.
Éste fue a por leña,
A quien más me desdora, el alma
éste le ayudó, ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro,
éste encontró un huevo,
y al que le hace desprecios, enriquezco.
éste lo frió,
Si con mi ofensa al uno reconvengo,
y este gordito, me reconviene el otro a mí ofendido;
y a padecer de todos modos vengo,
se lo comió.
pues ambos atormentan mi sentido:
aqueste con pedir lo que no tengo,
y aquél con no tener lo que le pido.

Mañana cuando vuelva el aire


a cernirse sobre las flores, sobre las altas
paredes
que custodian el mundo,
Corté una rama y los ángeles regresen cansados a sus
y clareó mejor árboles;
por la ventana. cuando el horizonte cante debajo del cielo
y haya hombres que bailen alegres, juntando
Masaoka Shiki los brazos vertiginosos,
y las aves del mar se quejen y vuelen
alrededor de los mástiles,
yo pensaré: oh, mi hogar del sur, al oeste de
un gran río,
y gozaré memorias agradables. -Alguna vez,
el olvido también correrá sobre el mar,
y mi tierra irá callada hacia la otra tierra sin
esperanza,
y yo no sé si seré feliz.
Ricardo E. Molinari, «No sé si cantando se
seca el viento» (fragmento)

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