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1. El problema dominico-haitiano
Cuando se suscribió el Tratado de Aranjuez en 1777 entre Francia y España, estableciendo los
límites fronterizos en La Española, la primera intentó sacar provecho del Tratado de Paz de
Ryswick de 1697. En otras palabras, el propósito de Francia era tomar ventaja del acuerdo de 1697
en el que se consignaba que los territorios serían recuperados por sus antiguos dueños antes del
conflicto que precedió al referido Tratado de 1697. Claro, la posesión de los franceses en la parte
que actualmente ocupa Haití era ilegal y se toleró como una especie de hecho cumplido y, además,
por las buenas relaciones que durante el siglo XVIII existió entre los monarcas de ambas naciones.
De manera que los límites del Tratado de Aranjuez fueron los que prevalecieron durante largo
tiempo.
Tanto es así, que en la obra “El Centinela de la Frontera” del Dr. Joaquín Balaguer, en las batallas
de la Independencia los límites de Aranjuez fueron los que sirvieron de pauta a los próceres
dominicanos para delimitar la línea divisoria entre ambos países. No pocas veces Antonio Duvergé,
quien siempre tomó la ofensiva en los combates decisivos, penetró en diversas ocasiones al suelo
del adversario. Ahora bien, años después, en 1911, el Cuerpo de Ingeniería de la marina
norteamericana elaboró un plano con límites distintos al señalado por el Tratado de Aranjuez. Eso
se debió a que se habían asentado poblaciones haitianas en territorio dominicano, razón por la cual
parecería que las líneas se trazaron siguiendo los ilegales asentamientos en nuestro suelo. Así las
cosas, se consideró que esas poblaciones rurales se encontraban en zonas del vecino país, cuando en
realidad se trataba de territorio dominicano.
Posteriormente, en 1915 los Estados Unidos invadieron Haití y salieron en 1934; en cambio, en
1916 se hizo lo propio en la República Dominicana para abandonar el suelo patrio en 1924. Pero
previamente se había trazado un plano que desconocía los límites del Tratado de Aranjuez. A partir
de 1918 los norteamericanos comenzaron a trasladar ilegalmente hacia este lado de la isla a
trabajadores agrícolas haitianos. El amigo Luis Ventura, en un interesante trabajo inédito sobre el
problema dominico-haitiano, expresa: “En 1929 los Estados Unidos obligaron a Horacio Vásquez y
a Luis Bornó a definir mediante un tratado la línea de división fronteriza que debía dividir ambos
Estados; misión esa muy difícil ya que para la República Dominicana la línea de división con Haití
era el Tratado de Aranjuez; mientras para Haití (esa línea incluía los territorios dominicanos que
habían ocupado entre 1804 y 1911, la que tendía a coincidir con la línea de división indicada en el
plano de 1911”.
En ese sentido, las cinco dificultades que presentaron las autoridades haitianas en 1929 se apoyaron
en el trazado de un plano elaborado sin ningún rigor histórico. Más todavía, se desconoce hasta el
día de hoy quién ordenó confeccionar ese plano que sirvió de pretexto para que a nuestro país se le
sustrajeran miles de kilómetros cuadrados de territorio. Todo apunta que Trujillo accedió a
regañadientes a la presión norteamericana, cediéndole finalmente a los haitianos una considerable
porción de nuestro territorio en 1936. De ahí deriva el incidente de 1937 en la frontera norte. De
conformidad con lo planteado por Ventura “la respuesta como protesta soterrada a esa imposición
fue la aprobación de la Ley de Migración No.1343 del 20 de junio de 1937, cuyo cumplimiento
inició de manera no violenta pero compulsiva en septiembre de ese año, la que arreció cuando se
cumplió el plazo para que los ilegales haitianos salieran voluntariamente del territorio nacional
antes de 2 de octubre de 1937”. En consecuencia, todo parece indicar que la intención no era
aniquilar extranjeros ilegales, sino deportarlos, y fueron los acontecimientos de Da jabón los que
produjeron los muertos de 1937.
En cuanto a los muertos y heridos de aquel entonces, Bernardo Vega transcribe en su libro “Trujillo
y Haití”, volumen 1, páginas 386 y 387, un listado con los nombres de las personas muertas en esos
acontecimientos que inició el 7 de octubre de 1937, indicando que hubo cientos de muertos, y ya a
finales de diciembre ascendían a 12, 168 según Lescot (funcionario haitiano de la época). Es de
suponer, por tanto, que alguien contó el número de víctimas o tenía documentos oficiales para
avalar esas afirmaciones. De conformidad con Luis Ventura, “no se sabe cuáles informaciones
oficiales, haitianas o dominicanas, sirvieron de base a tales estimaciones, toda vez que solo las
autoridades haitianas (entre Restauración y Monte Cristi) recibieron denuncias de los afectados, las
cuales fueron recogidas por jueces de paz y oficiales del ejército haitiano”. Esas informaciones
fueron transmitidas a las autoridades dominicanas y parecerían arrojar el resultado de que los
muertos eran menos de doscientos (conforme a las declaraciones que aparecen en los archivos de la
Cancillería dominicana) y los que decían que habían escuchado que habían sido exterminados eran
más de dos mil en principio. Luego esas cifras fueron aumentando de acuerdo con lo expresado por
Bernardo Vega.
Al margen de lo afirmado por las personas citadas en la obra de Vega, lo cierto es que en el
Acuerdo de Washington de 1938 se consignó: que en octubre de 1937 numerosos haitianos ilegales
en República Dominicana fueron ultimados en la frontera Norte de ambos Estados; que el Gobierno
dominicano ha expresado su reprobación oficial por esos acontecimientos, y que procederá a una
investigación para establecer responsabilidades y aplicar sanciones; que el Gobierno dominicano no
se responsabiliza por esos sucesos; y finalmente, la intención del Gobierno dominicano para
liquidar definitivamente por vía transaccional cualquier reclamación de las autoridades haitianas
que tuvieren sus causas en esos desafortunados eventos para indemnizar a los afectados. Esos
puntos fueron incorporados en el Acuerdo de Washington de 1938, suscrito por ambos países con el
aval de los Estados Unidos, Cuba, México y la Comisión Permanente de la Unión Panamericana
(actual OEA).
El resultado de haber llevado el problema dominico-haitiano de 1937 a la Unión Panamericana se
tradujo en que el artículo 10, numerales 1, 2, 3 y 4 de dicho acuerdo, así como el modus operandi
reconoció y fortaleció la Ley de Migración No. 1343 de 1937, cuya implementación dio origen a los
desafortunados hechos de 1937. Las conclusiones finales sobre estos acontecimientos en cuanto a
las estimaciones y cuantificaciones de los muertos de 1937 se basan: 1. pocas pruebas y muchos
rumores no confirmados sobre el número de muertos; 2. el interés político de opositores de Trujillo
por aumentar el número de muertos para presentarlo como un asesino incontrolable ante sus
protectores, sin indicar las fosas comunes en las cuales se encuentran sus restos; 3. ignorar
consciente o inconscientemente el derecho soberano que poseen los Estados para regular los
extranjeros que residen en su territorio de manera legal (ya que los ilegales deben ser deportados en
cualquier país del mundo); 4. los haitianos complicaron el problema creado en 1937, al negociar
directamente con las autoridades dominicanas la solución de la crisis originadas en la frontera Norte
y al mismo tiempo solicitar a estados foráneos: aportar sus buenos oficios a la solución de dicho
problema, pues al hacer esto último implicaba recurrir a la doctrina Gondra para prevenir conflictos
entre los Estados americanos; 5. los acontecimientos de 1937 se pudieron haber evitado si las
autoridades haitianas hubiesen colaborado con las dominicanas antes de 1937, castigando los delitos
que cometían los haitianos ilegales en territorio dominicano, entre otras irregularidades que
pudieran citarse, cuando se refugiaban en Haití.
Que si dolo y ardid la expusieron En la quinta estrofa menciona los medios engañosos de Boyer
De un intruso señor al desdén, para pisotear a los dominicanos con su ejército. O sea, si ese
¡Las Carreras! ¡Beller!, campos fueron hecho bochornoso es una amarga realidad, en las carreras
Que cubiertos de gloria se ven. Beller (como en tantas otras), se sabía que los invasores
recibirían el castigo que merecían.
Y el incendio que atónito deja Las cuatro estrofas restantes son las más encendidas por el
patriotismo, y no hay duda de que no hay un solo dominicano que las
De Castilla al soberbio león, lea sin estremecerse, y en ellas vibra poderosamente un profundo
De las playas gloriosas le aleja sentido de pertenencia. El verso octavo nos invita a mantener la frente
Donde flota el cruzado pendón. en alto, a estar tranquilos y a estar más orgullosos que nadie de nuestra
actitud ante las vicisitudes del pasado; pero lo más importante de este
verso son sus dos últimos versos, donde dice elocuentemente “QUE
Compatriotas, mostremos erguida
QUISQUEYA SERA DESTRUIDA, PERO SIERVA DE NUEVO
Nuestra frente, orgullosos de hoy más; ¡JAMAS ¡
Que Quisqueya será destruida
Pero sierva de nuevo, ¡jamás!
Que es santuario de amor cada pecho La novena frases dice que, nuestros pechos son el salón de honor
Do la patria se siente vivir; en el que vive la patria, sin duda excluye a los traicioneros que
Y es su escudo invencible: el derecho; tantos puñales le clavaron a Quisqueya; por lo mismo no todos
Y es su lema: ser libre o morir. los dominicanos hoy escriben Cuidado para gozar de importantes
versos de nuestro himno nacional
Los versos del himno narran los hechos históricos más destacados que tuvieron lugar en
quisqueya desde la invasión haitiana en 1822 hasta la Guerra de la Restauración.
LA BANDERA Y EL ESCUDO
La bandera de la República Dominicana se caracteriza por una cruz blanca cuyos brazos la dividen
en cuatro cuartos, dos azules y dos rojos y en medio de la cruz se coloca el escudo que tiene los
colores de la bandera y lleva la Biblia en el centro, abierto en el Evangelio de San Juan, capítulo 8,
versículo 32 y en la parte superior de la Biblia una cruz, que surge de un trofeo compuesto por dos
lanzas y cuatro banderas sin brazos colocadas a ambos lados, lleva una rama de laurel en el lado
izquierdo y una rama de palma en el derecha. Está coronado por una cinta azul, que dice el lema
Dios, Patria y Libertad. En la base hay otra banda roja cuyos extremos están orientados hacia arriba,
con las palabras República Dominicana.
3. La Nacionalidad en las Constituciones de América Latina.
Nacionalidad haitiana ARTÍCULO 10: Las normas que rigen la nacionalidad haitiana se
determinarán por la ley.
ARTÍCULO 11: Toda persona nacida de un padre haitiano o de la madre haitiana que son ellos
mismos los haitianos de origen y que nunca han renunciado a su nacionalidad posee la nacionalidad
haitiana en el momento del nacimiento.
ARTÍCULO 12: Nacionalidad haitiana podrá ser adquirida por naturalización.
Artículo 12-1: Después de cinco años de residencia continuada en el territorio de la República, todo
extranjero puede obtener la nacionalidad haitiana por naturalización, de conformidad con las
normas establecidas por la ley.
Artículo 12-2: haitianos por naturalización podrán ejercer el derecho de voto, pero tienen que
esperar cinco (5) años después de la fecha de su naturalización para ser elegible para cargos
públicos distintos de los reservados por la Constitución y la ley para los haitianos de origen.
ARTÍCULO 13: Nacionalidad haitiana se pierde por: a). La naturalización en un país extranjero; b.
Que ocupan un puesto político al servicio de un país extranjero; c). De residencia continua en el
extranjero de una autorización de naturalizados haitianos sin debidamente expedido por un
funcionario competente. Cualquier persona que pierde su nacionalidad de esta manera no pueden
adquirirla nuevamente.
ARTÍCULO 14: Un haitiano naturalizado podrá recuperar su nacionalidad haitiana, cumpliendo
todas las condiciones y formalidades impuestas a los extranjeros por la ley.
ARTÍCULO 15: Nacionalidad haitiana y extranjera dual en ningún caso se permite.
CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE HONDURAS, 1982
ARTÍCULO 22.- La nacionalidad hondureña se adquiere por nacimiento y por naturalización.
ARTÍCULO 25.- Mientras resida en Honduras ningún hondureño por nacimiento podrá invocar
nacionalidad distinta de la hondureña.
ARTÍCULO 26.- Ningún hondureño naturalizado podrá desempeñar en su país de origen,
funciones oficiales en representación de Honduras.
ARTÍCULO 27.- Ni el matrimonio ni su disolución afectan la nacionalidad de los cónyuges o de
sus hijos.
ARTÍCULO 28.- La nacionalidad hondureña se pierde: 1). Por naturalización en país extranjero; y,
2). Por cancelación de la carta de naturalización, de conformidad con la Ley.
ARTÍCULO 29.- La nacionalidad hondureña por nacimiento se recupera, cuando el que la hubiere
perdido se domicilie en el territorio de la República y declare su voluntad de recuperarla.
a. nacimiento;
b. descenso, o
c. registro como ciudadano de Jamaica basado en el matrimonio con un ciudadano de
Jamaica.
2. El Parlamento puede prever la adquisición de la ciudadanía de Jamaica por personas que no sean
ciudadanos de Jamaica en virtud de las disposiciones del presente capítulo.
3. El párrafo 1) no afecta al derecho de toda persona que, antes del 26 de marzo de 1999, tuviese
derecho a la ciudadanía jamaiquina en virtud de cualquier disposición de la Constitución vigente
antes de esa fecha.
.PRIVACIÓN DE LA CIUDADANÍA
1. Ninguna persona que sea ciudadana de Jamaica en virtud de los apartados a), b) o c) del párrafo 1
del artículo 3 será privada de su ciudadanía de Jamaica. 2. Toda persona que sea ciudadana de
Jamaica que no sea en virtud de los apartados a, 6 o c) del párrafo 1 del artículo 3 no será privada de
su ciudadanía salvo en virtud de las disposiciones de una ley, a. especificando los motivos por los
que puede producirse dicha privación y el procedimiento para dicha privación; y Condiciones para
revocar la ciudadaníab. garantizando a toda persona afectada el derecho de acceso a la Corte
Suprema con el fin de revisar la decisión de privarle de su derecho a esa ciudadanía.
En nuestro país se inicia el primer periodo constitucional con el Manifiesto del 16 de enero de 1844,
también llamada Acta de Separación, donde se presentan las justificaciones que explican la
separación con la Republica de Haití, luego, producto de este documento, se proclama la primera
Constitución en San Cristóbal, el 6 de noviembre de 1844, a la cual se le da ese mismo nombre.
16. Reforma de 1887. Esta reforma se hace a la medida del nuevo dictador Ulises Heureaux, el
periodo presidencial vuelve a ser de cuatro años y ordenaba que las elecciones previstas para el
1888 se hicieran en la forma antigua en los Colegios Electorales. 17. Reforma de 1896. Se convoca
al Congreso Nacional para la revisión. El decreto establecía específicamente cuáles eran los
artículos a modificar, fue aprobado a unanimidad. Entre esas modificaciones estaban los límites del
territorio nacional, creación de nuevas provincias y distritos, aumento del número de diputados y
estableció la reelección indefinida del Presidente de la República.
18. Revisión de 1907. El texto constitucional de ese año, como resultado de un largo proceso de
reforma del pacto modificado en 1896, pone en vigor una nueva Constitución que por primera vez
llama al pueblo a participar directamente en la elaboración de nuestra Carta Sustantiva,
estableciendo que se debe elegir por voto directo, al igual que los miembros del Congreso, una
Asamblea Constituyente que queda encargada de la reforma constitucional, cumpliendo los
requisitos que la misma Constitución establece. 19. Reforma de 1908. Por decreto se declaró la
necesidad de la reforma, por la manera irregular en que se había realizado la anterior, de lo que
resulta la supresión de la Vicepresidencia de la República; se restableció el Congreso Bicameral; se
hicieron cambios al Poder Judicial, creando cortes de apelación y dándole poder de Corte de
Casación a la Suprema Corte de Justicia. 20. Reforma de 1924. Como consecuencia del plan
Hugues-Peynado, que puso fin a la ocupación norteamericana, fue constituido un Gobierno
Provisional de la República bajo la presidencia de Don Juan B. Vicini Burgos. Se modifica la
Constitución, donde se hace imprescindible la presencia directa del voto popular. 21. Reforma de
1927. En esta reforma se realizaron los siguientes cambios: el desarrollo y el embellecimiento de la
ciudad de Santo Domingo, el quórum para las sesiones de las cámaras lo constituiría la mitad más
uno de sus miembros, en vez de las dos terceras partes, solo el vicepresidente asumiría la
Presidencia por renuncia o inhabilitación del Presidente. Cuando el Presidente de la Suprema Corte
de Justicia asumiere la Presidencia, por renuncia o inhabilitación del Presidente titular y falta de
Vicepresidente, la desempeñaría únicamente hasta la elección del nuevo Mandatario por la
Asamblea Nacional. Se votaron también algunas reformas de escasa importancia. 22. Revisión de
1929-I. El 19 de enero de 1929 se modificó la Constitución de la República para permitir la firma
de un Tratado de Límites con la República de Haití, “después de haber sido trazada sobre el terreno
la frontera definitiva que separa el territorio de la República del territorio de la República de Haití”,
“El territorio de la República es y será inajenable. Sus límites, que comprenden todo lo que se
llamaba Parte Española de la isla de Santo Domingo y las Islas Adyacentes son, por tanto, los
mismos que, en virtud del Tratado de Aranjuez de 1777, la dividían en 1793 del aparte Francesa por
el lado de Occidente, y no podrán sufrir otras modificaciones, sino las autorizadas legalmente y que
puedan derivarse del plebiscito del 1 y 2 de junio de 1895”. 23. Revisión de 1929-II-. En la reforma
del 20 de junio de 1929 fue introducida una de las más relevantes modificaciones al régimen de
adquisición de la nacionalidad dominicana por ius soli, la cual reviste una particular importancia, en
vista de que fue la primera que sustrajo los hijos nacidos en el país de padres extranjeros en tránsito
al principio general de adquisición de la nacionalidad por nacimiento. 24. Revisión de 1934. La
iniciativa de esta reforma correspondió a Trujillo, quien con el objeto de subsanar diferencias y
errores se inspira en la organización política-administrativa, refiriéndose únicamente al tema de la
nacionalidad y mantuvo el mandato de que el pueblo participara directamente con su voto a la
confección de la reforma constitucional, mediante la elección de una Asamblea Constituyente. 25.
Revisión de 1942. Esta reforma introdujo las atribuciones de la capacidad política de la mujer
casada, la consignación expresa del hombre del país, suprime la Vicepresidencia de la República y
crea disposiciones a favor de los hombres de trabajo.
Conclusión