Está en la página 1de 9

TEMA IX. LA ERA DE LA INDEPENDENCIA.

1 -Invasión haitiana de Boyer.


Las fuerzas militares de Haití dirigidas por Jean Pierre Boyer ocuparon la parte este de
la isla a nueve semanas de José Núñez de Cáceres declarar la independencia del Estado
Independiente del Haití Español, el primero de diciembre de 1821, período conocido
en la historia dominicana como Independencia Efímera.

A causa del escaso apoyo internacional dado al Estado proclamado por Núñez de
Cáceres y a que muchos habitantes de la parte española de la isla pensaban que
estarían mejor bajo el amparo de los haitianos, debido a la inestabilidad y
precariedades que afrontaban, entre otras razones, el 9 de febrero de 1822 se produjo
la anexión a Haití.

Al Boyer tomar posesión de la parte este, adoptó medidas para garantizar la


unificación de la isla, entre las que estaban la abolición de la esclavitud, impulsó la
representatividad electoral de las poblaciones, puso en vigencia el código civil francés
en toda la isla, impuso el servicio militar, restringió el uso de la lengua española y
eliminó algunas tradiciones.

Las imposiciones del gobierno de Boyer como el pago de impuestos en 1827, limitación
de celebraciones religiosas, prohibición de peleas de gallos y juegos de azar,
obligatoriedad de las labores agrícolas, el no uso del español en los actos y
documentos oficiales, cierre de la universidad y reclutamiento militar de los jóvenes,
disgustaron a los habitantes de la parte española de la isla, provocando una revuelta
contra el gobierno haitiano.

La situación reforzó la percepción de sí mismo que tenían los habitantes de la parte


Este de la isla, quienes se sentían diferentes a los haitianos en idioma, raza, religión y
costumbres y donde se encontraron los cimientos del dominicanismo.

2 - Emigraciones.
Desde 1795, cuando en el Tratado de Basilea Carlos IV cede a Francia la parte española
de la Isla de Santo Domingo, las familias pudientes comienzan a emigrar. Pocos años
después, la insurrección de los haitianos, y sus sangrientas incursiones en la antigua
porción española, que consideraban hostil, aceleran la emigración hacia Cuba y Puerto
Rico, Venezuela y Colombia.

Nombres de las principales familias dominicanas que emigraron a Cuba de 1796 a


1822: Angulo, Aponte, Arán, Arredondo, Bernal, Caballero, Cabral, Campuzano, Caro (o
Pérez Caro), Correa, del Monte, Fernández de Castro, Foxá, Garay, Guridi, Heredia,
Lavastida, Márquez, Mieses, Miura, Monteverde, Moscoso, Muñoz, Pichardo, Ravelo,
Rendón, Segura, Solá, Sterling, Tejada. Como eran, en su mayor parte, familias de
antiguo arraigo en Santo Domingo, estaban todas ligadas entre sí. Pero en Santo
Domingo quedó parte de ellas: hasta hubo quienes regresaran, como los Angulo
Guridi, a mediados del siglo XIX, cuando los haitianos habían sido definitivamente
expulsados. Abundan todavía los descendientes de los Arredondo, Bernal, Caro, del
Monte, Fernández de Castro, Heredia, Lavastida, Márquez, Mieses, Miura, Moscoso,
Pichardo, Ravelo, Tejada.

Pero entre 1795 y 1822 la emigración, si bien frecuentísima, no se consideraba


definitiva: muchas familias conservaban allí puestas sus casas (así José Francisco
Heredia), regresaban a atender sus intereses, y sus hijos aparecen concurriendo a la
Universidad de Santo Tomás; sólo después de la última invasión de Haití la ausencia se
hace irrevocable. Naturalmente, no todas las familias cultas emigraron: muchas hubo
que permanecieron en el país destrozado, o porque sus riquezas no eran fácilmente
transferibles, o porque no las tenían, o por apego al terruño, a pesar de que las tierras
vecinas no se veían como tierras extranjeras, sino como porciones de la gran
comunidad hispánica, entonces efectiva y espontáneamente sentida por todos sin
necesidad de prédica.

Entre los primeros emigrantes se contó José Francisco Heredia y Mieses (1776-1820),
que llegó a ocupar el cargo de regente en la Audiencia de Caracas y el de alcalde del
crimen en la de México; hombre de acrisolada integridad y de bondad excepcional;
historiador excepcional también por su don de emoción contenida, su honestidad
intelectual, su firme amor a la justicia, su dolorido amor al bien. Del siglo XVIII recibió
la fe en la humanidad, pero le tocó verla de cerca en delirios de crueldad y de odio.

A sus Memorias sobre las revoluciones de Venezuela hay que atribuirles, dice el
distinguido escritor cubano Enrique Piñeyro, “además de su valor como obra
literariasuma importancia histórica por los datos preciosos que contienen y por los
documentos que las acompañan” Hay en ellas “una seguridad de criterio, una
imparcialidad de espíritu y una firmeza de pluma bastante poco comunes. Quizás de
ningún espacio importante de la historia de la independencia hispano-americana exista
otro trabajo que en su género pueda comparársele, tan completo, superior e
interesante” Merece el autor “muy alto lugar entre los prosistas americanos de la
primera mitad del siglo XIX; viene en realidad a ocupar un puesto que estaba vacío en
la lista de los historiadores de la independencia“.

3 -La música durante la ocupación.

Una fuente indica que ya existía el merengue de Juan Bautista Alfonseca, mucho
antes de la ocupación haitiana de 1822.
Durante el período colonial, los habitantes de Santo Domingo escuchaban sobre todo
música importada de Europa, pero también hubo un intercambio significativo con las
otras colonias españolas del Caribe. La adaptación latinoamericana de la contradanza
española fue muy popular en toda la región, donde más tarde se desarrolló en formas
como la danza (todavía existente en Puerto Rico) , danzón (en Cuba) , y otros géneros
relacionados. La calenda de origen africana también se encuentra en muchas de las
islas y sobrevive en la actualidad en diversas formas que se encuentran en Martinica,
Trinidad y Carriacou (Granada).

La historia de la música dominicana naturalmente comienza con la independencia de


España en 1821 y de Haití (que se había hecho cargo de la parte española de la isla en
1822 ) en 1844. El merengue aprece por primera vez solamente una década más tarde.
Aunque los orígenes de este baile son muy debatidas, parece haberse evolucionado a
partir de la mezcla de estilos africanos y españoles vigentes en ese momento en todas
las colonias españolas del Caribe. En un principio, se tocaba en la tambora, la güira
(raspador), y cualquier instrumento de cuerda que aparecía, desde la guitarra hasta el
tres o el cuatro. Por lo tanto, muchos dominicanos consideran que la música simboliza
su herencia tripartita, una combinación de los africanos (representada por la
tambora) , los europeos (la guitarra o el acordeón) y los indios taínos ( la güira , aunque
sus orígenes son discutibles) .

4 - Influencia de Duarte y su ideario y otros escritores trinitarios .


Juan Pablo Duarte inspiró y contribuyó en la cristalización de la Independencia
Nacional, junto a otros jóvenes liberales, en 1838 fundó la sociedad secreta La
Trinitaria, que al ser descubierta más tarde cambió su nombre por “La Filantrópica”.

En 1843, los Trinitarios se unieron al partido liberal haitiano que derrocó al presidente
Jean Pierre Boyer. Sin embargo, el sustituto de Boyer, Charles Rivière Hérard, apresó
algunos Trinitarios; Duarte tuvo que abandonar la isla, en el exilio buscó el apoyo de
Colombia y Venezuela, pero no lo consiguió.

Los opositores independentistas pidieron a Duarte que regresara, en diciembre de


1843, para actuar rápidamente y los haitianos no descubrieran sus planes de
liberación.

Duarte se encontraba enfermo, en febrero de 1844, la situación le impidió regresar,


por lo que los rebeldes decidieron actuar bajo el mando de Francisco del Rosario
Sánchez, Matías Ramón Mella y Pedro Santana.

En enero de 1844 fue publicada, en varias ciudades de la parte este de la isla, el acta
de independencia de República Dominicana, la que expresaba los motivos por los que
ya el pueblo dominicano no podía seguir unido a Haití.
La noche del 24 de febrero de 1844, miembros de La Trinitaria, se reunieron en casa de
Sánchez donde acordaron los planes y la fecha del alzamiento. Al día siguiente se
despacharon emisarios rebeldes a las diferentes regiones, con el propósito de dar a
conocer las decisiones tomadas en la reunión.

Finalmente, después de 22 años de dominio haitiano, la madrugada del 27 de febrero


de 1844, fue proclamada, en la puerta de la Misericordia, la separación de Haití, luego
del trabucazo de Mella, mientras que Sánchez enhestó la bandera tricolor en la puerta
de El Conde.

TEMA X: VIDA CULTURAL DE LA PATRIA LIBRE.

1- Primera Constitución Dominicana.

Luego de organizarse la Junta Central Gubernativa el día 1 de marzo de 1844,


ésta adoptó como constitución el Manifiesto trinitario del 16 de enero de ese
año. En julio de ese mismo año, el General Pedro Santana se adueñó de la
Presidencia de la Junta Central Gubernativa y los miembros de la misma se
atribuyeron la calidad de Diputados.
El 24 de julio de 1844, la Junta Central Gubernativa dictó un decreto, a manera
de Ley Electoral, convocando a los pueblos a elegir los miembros de la
Asamblea Constituyente que debía redactar la nueva Constitución de la
República. Los días del 20 al 30 de agosto fueron señalados para reunirse las
Asambleas Electorales.

El Congreso Constituyente, además de redactar el Pacto Fundamental de la


República, tenía el encargo de elegir el primer Ejecutivo Constitucional, y debía
iniciar sus labores el 20 de septiembre.

Una vez electos, los diputados constituyentes se reunieron solemnemente en


San Cristóbal a partir del 21 de septiembre de 1844. La elección de San
Cristóbal, a unos treinta kilómetros de la capital, se hizo, según la afirmación
del cónsul francés Eustache Juchereau de Saint-Denys, a fin de dejar a los
diputados “toda la libertad de opinión y de acción y de sustraerlos a la
influencia perniciosa del espíritu de partido”. En principio se escogió el poblado
de Guerra pero, debido a la falta de facilidades, el mismo Congreso
Constituyente decretó el traslado a San Cristóbal.
Los diputados por los pueblos de la parte antes española de Santo Domingo
ante el Congreso Constituyente de San Cristóbal en el año 1844, firmantes de la
Constitución de la República, fueron (por pueblo):

Azua Buenaventura Báez y Vicente Mancebo


Baní Andrés Rosón
Bánica Antonio Gimenes
Boyá Manuel González Bernal
Cotuí José Valverde
Dajabón Manuel Díaz
El Seibo Juan Acosta y Julián Aponte
Hato Mayor A. Ruiz
Higüey José Mateo Perdomo
La Vega Casimiro Cordero y Juan Reynoso
Las Caobas Juan P. Andújar
Los Llanos Facundo Santana
Las Matas de Farfán Santiago Suero
Moca Fernando Salcedo
Monte Plata (El mismo representante de Boyá)
Montecristi Manuel Abreu
Neiba Bernardo Aybar
Samaná Antonio Gutiérrez, Vicepresidente del Congreso
San Cristóbal Jesús Ayala
San Francisco de Macorís José María Medrano
San José de las Matas Juan Lopes
San Juan Juan A. de los Santos
San Rafael J. N. Tejera
Santo Domingo Manuel María Valencia, Presidente del Congreso
Domingo de la Rocha
José María Caminero, Secretario
Santiago M. R. Castellanos
Juan Luis Franco Bidó, Secretario
Domingo Antonio Solano
Puerto Plata José Tejera

Para presidente del Congreso fue elegido Manuel María Valencia, Diputado por
Santo Domingo, y el día 26 del mismo mes una comisión de la Junta Central
Gubernativa, escoltada por una compañía de dragones, fue a felicitar a los
constituyentes por su instalación, pronunciando con tal motivo un largo
discurso Tomás de Bobadilla, quien encabezaba la comisión.
Pero el acto formal de presentarse ante el Congreso Constituyente un portavoz
del organismo que provisionalmente dirigía los destinos de la República, tenía
dos objetivos principales: uno, el propósito de reconocerle u otorgarle a la
Asamblea facultades especiales propias de un Congreso Nacional ordinario, ya
que el discurso de Bobadilla en parte era un informe de las principales
actividades del Poder Ejecutivo durante el tiempo que llevaba de vida la
República; y el otro, recordarle a los constituyentes cuáles eran el tono y el
compás de la política en aquellos momentos; en cuya virtud el orador se
expresó en forma tal que los diputados pudiesen sacar sus propias
conclusiones.

Hallándose el Congreso ocupado en las tareas preparatorias de su reglamento


interior y del proyecto de Constitución, se produjo el primer rozamiento entre
ese cuerpo legislativo y la Junta, con motivo de haberle remitido el organismo
que ejercía las funciones del Poder Ejecutivo un proyecto de empréstito a los
constituyentes para que, actuando como Congreso ordinario, conociesen de él
y le diesen su aprobación.

2 -Anexión y Restauración.
La anexión es un proceso por el cual un Estado o país se apodera de otro,
destruyendo, trasladando o integrando todas o parte de sus instituciones,
especialmente las Fuerzas Armadas que puedan tener y sus órganos de
política internacional (embajadas, consulados, representaciones ante
instituciones internacionales). Pese a que las anexiones no suelen ser deseadas
por la clase dirigente del país anexionado, generalmente pierden todo o parte
de su poder, sí pueden ser deseadas por la mayoría de la población.

En 1861, el general Pedro Santana había arrebatado la presidencia a


Buenaventura Báez, quien había quebrado la Tesorería de la Nación con
grandes ganancias para sí mismo. La política represiva y las luchas internas de
los gobiernos de Pedro Santana condujeron a mantener el país en un estado
de constantes inestabilidades en el orden político y económico. Estas
dificultades concluyeron con la búsqueda de la anexión por parte del gobierno
de Santana. Frente a una crisis económica, así como la posibilidad de un nuevo
ataque de Haití, Santana pidió a España que retomara el control de su antigua
posesión bajo la categoría de provincia, con tan solo 17 años de
independencia. Al principio, la monarquía española estaba preocupada,
pero con los Estados Unidos ocupados con su propia guerra civil e incapaces de
imponer la Doctrina Monroe, consideraba que había una oportunidad para
reafirmar el control en América Latina. El 18 de marzo de 1861, se anunció la
anexión, y Santana se convirtió en gobernador general de la recién creada
jurisdicción.

Ya los dominicanos tenían un precedente de protección con el cónsul francés,


Saint-Denis quien llevaría a cabo el plan de Levasseur, poniendo en garantía la
península de Samaná. La anexión sería otra de las decisiones que se toman en
los gobiernos de la época cuando se encuentran con problemas de tipo
económico sin profundizar mucho en las consecuencias a corto y largo plazo.
La búsqueda de ayuda para solucionar los problemas económicos que se venían
sucediendo desde la formación de la república enrumba a la nación en una
dependencia política-económica.

En esta oportunidad Santana decidió buscar ayuda a Francia, España, y


USA ya que grupos poderosos económicamente de la nación así lo exigían,
además de que muchas potencias de la época deseaban obtener protectorado
para favorecer situaciones políticas o gobernantes de turnos. Pedro Santana vio
con buenos ojos que España sería el mejor proveedor de nuestras deficiencias y
que además sus costumbres serian bien aceptadas por los dominicanos. Se
designó a Felipe Alfau en la misión diplomática que conversaría con la Reina
Isabel II sobre el protectorado de tipo económico y político que necesitaba la
nación.

La anexión se llevó a cabo sobre unas bases muy específicas tales como:
el no establecimiento de la esclavitud, considerar a la República
Dominicana como una Provincia española, utilizar el mayor número de
dominicanos en el servicio a la patria, reconocimiento a todos los actos de la
República desde 1844- 1861, amortizar la moneda dominicana

En la historia dominicana, se conoce con el nombre de Guerra de la


Restauración, o simplemente La Restauración, al período bélico comprendido
entre el 16 de agosto de 1863 hasta la salida de las tropas españolas el 11 de
julio de 1865. Se le conoció con ese nombre porque su finalidad era restaurar el
Estado nacido el 27 de febrero de 1844,

Esta epopeya, en el sentido de “conjunto de hechos heroicos o gloriosos, dignos


de ser cantados en poemas”, fue, en palabras del general español José de la
Gándara: “La de Santo Domingo ha perdido el carácter de un movimiento
revolucionario, para tomar el de una guerra de independencia nacional.”

Según Moya Pons: “La Guerra de la Restauración, que comenzó siendo una
rebelión de campesinos, muy pronto se convirtió en una guerra de razas, por el
temor de los dominicanos de color, que eran la mayoría, a ser convertidos
nuevamente en esclavos, y de ahí pasó a ser una verdadera guerra popular que
puso en movimiento todas las energías de la Nación para lograr su
independencia y la restauración de la soberanía.”

Una característica importante de la Restauración es que los dominicanos, por


su inferioridad en armamentos y personal, desarrollaron una guerra de
guerrillas; el líder de cada región dirigía a un pequeño grupo de locales para
hacer ataques sorpresivos y breves a las columnas españolas. Cuando era
necesario atacar con grupos mayores de soldados, esos grupos locales se unían
bajo un único comandante mientras fuera necesario pero luego cada grupo se
retiraba con su líder a su región.

La guerra de guerrillas confundió totalmente a las tropas españolas que nunca


encontraban al enemigo agrupado para una batalla frontal. Solamente en el
Sillón de la Viuda, camino al Cibao, se puede hablar de batallas. En todos los
demás casos, fueron escaramuzas dirigidas a hostigar a los españoles y
provocarles bajas.

https://www.studocu.com/latam/document/pontificia-universidad-catolica-madre-y-
maestra/introduccion-historia-dominicana/ensayos/la-anexion-y-restauracion-de-la-
republica-dominicana-nota-a/4743426/view

https://mipais.jmarcano.com/historia/lucha/constitucion1844/

https://hoy.com.do/el-remoto-origen-de-nuestro-merengue/

https://mipais.jmarcano.com/socio-cultural/emigracion/emigracion1/

También podría gustarte