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4. La doctrina del mal en San Agustín.

Uno de los temas de San Agustín se centra en la conexión entre Dios, el mal y la libertad
humana. Sus conclusiones: es evidente que hay “mal” en el mundo, un mal que adopta
múltiples concreciones; si un único Dios ha creado absolutamente todo parece entonces
que el mal también es una obra suya y esto provoca en el creyente una profunda perplejidad
que socava la base de su fe. Y dice lo siguiente: el mal es solo “ausencia de bien”, y por ello
no es propiamente algo que provenga de Dios. ¿Cuál es el origen del mal? La libertad
humana, el libre albedrío del hombre. ¿Cuándo surgió el mal? Cuando el primer hombre
desobedeció la Ley de Dios. Sucede así que la libertad pura y plena consiste exclusivamente
en obedecer la Ley de Dios, en seguir al pie de la letra lo que “Dios manda”. Es la Iglesia la
depositaria única de esa Ley por eso el creyente debe obedecer.
5. El nominalismo como posición en la controversia de los universales.

El nominalismo en primer lugar niega que propiamente haya universales; los conceptos
generales que concurren en el conocimiento no son –según esta posición- sino “signos”
(asociados a palabras del lenguaje a “nombres comunes”). En su versión más radical comienza
negando que la realidad esté sostenida y ordenada por un reino ideal de esencias eternas y
perfectas. La auténtica realidad no está constituida por esencias universales, por géneros y
especies, sino por individuos, por entes particulares captados en la experiencia sensible. En la
medida en que negaban las esencias universales y eternas tuvieron que ofrecer una explicación
nueva sobre en qué consisten los conceptos que operan en el conocimiento, pues este no solo
enuncia características concretas de las cosas particulares, sino que habla o se refiere a las cosas
‘en general’. La tesis principal que formularon fue la siguiente: los conceptos abstractos y
universales son “nombres comunes”, son signos del lenguaje, que se refieren a las semejanzas
entre los seres particulares, en vez de referirse a esencias eternas, necesarias, universales,
idénticas.

6. La filosofía de Avicena.

La tesis central de su teología es la siguiente: Dios es el Ser Necesario, “ser necesario’” significa
que algo es lo que ya es y nada más que eso, no puede en manera alguna ser de otra manera o
adquirir otras características distintas. Y es Dios el que transmite esa necesidad absoluta que lo
define a todo lo creado. Por su parte los entes creados son siempre una composición entre una
forma necesaria y una materia potencial que denota contingencia y por eso capacidad de
cambio. Una consecuencia de estas tesis filosóficas en la teología es que Dios creó el mundo tal
y como es de un modo enteramente necesario: la creación, por ello, no es en modo alguno algo
así como un “acto libre”. Avicena completó la doctrina de lo Necesario y lo posible (o potencial)
con la distinción entre esencia y existencia: sólo en el ser absolutamente necesario (Dios) la
esencia y la existencia coinciden completamente. Respecto al conocimiento sostuvo Avicena
tres cosas: a) hay un conocimiento intuitivo y evidente de los principios lógicos y matemáticos,
fruto de una inspiración divina; b) hay, además, un conocimiento demostrativo o por
razonamiento; c) hay, por último, y en el escalón inferior, un conocimiento que parte de la
experiencia perceptiva de lo particular y obtiene a través de la abstracción las formas universales
de las cosas conocidas. ¿Cuál es, a juicio de Avicena, la felicidad máxima que define el ideal del
sabio? La contemplación intelectual del Ser Necesario, es decir, la contemplación del único Dios.

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