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LECTURA: Padres que aman demasiado/ Escrito por el Doctor Fernando Maestre

Realizado por Carolina G.G

En la actualidad, el solo hecho de vivir ya es un verdadero acto de audacia, y resulta absolutamente


comprensible que los padres terminen “amando demasiado” a sus hijos a través de una actitud que pretende
cuidarlos, protegerlos y prepararlos para la vida de la mejor manera. Sin embargo, la clínica nos devuelve a la
realidad de un golpe, al hacernos ver que estos hijos que fueron “beneficiados” con un excesivo, inmenso amor
de sus padres, a la larga van a pagar el alto precio de haber pasado su infancia dentro de una bola de cristal y
separados del mundo hostil.

La palabra “demasiado” denota una serie de características inconfundibles, que, sin duda, cualquier atento
vecino entenderá su significado: que se está pasando la línea que marca la cordura. Estos padres viven
angustiados, desesperados por el futuro de su hijo, y creen que con este exceso de cuidado y protección le
están ahorrando dolor y preparándolo para mejores tiempos, cuando, en realidad, lo que están haciendo es
debilitándolo de tal manera que, finalmente, terminará siendo un tullido psíquico que querrá huir de sus padres.

Reconocemos a este tipo de padres por una serie de características, entre las cuales están las siguientes:

• Cuando el padre sabe que su hijo tiene un problema se preocupa en exceso, se lo resuelve él mismo, lo
defiende hasta de sus propios compañeros y le dicta qué es lo que debe hacer y decir.

• Si es adolescente y se enamora, los padres quedan profundamente afectados, temen que su hijo se vaya de la
casa, que la chica lo separe de ellos, o que su hijo la embarace, pudiendo, incluso, llegar a boicotear la relación
de pareja del hijo si la enamorada no les gusta.

• Si, por desgracia, se enferma, la casa entera se detiene, llaman a cuanto médico existe y lo cuidan al extremo,
pudiendo llegar a repetir la letanía de “Dios mío, que el mal me llegue a mí pero que mi hijo no sufra”.

• Frente a cualquier angustia (real o imaginaria) de los padres, ellos no dudan en violar tantas veces sea
necesario la intimidad del hijo con tal de controlarlo y “protegerlo”, llegando hasta a investigar en sus cajones.
Si son chicas, abren sus correos, fotocopian sus diarios íntimos, les exploran la ropa interior y hasta llevan una
contabilidad exacta del día que se enfermó la hija o la enamorada del hijo.

¿Las consecuencias? Fáciles de predecir. Esos niños mañana serán adolescentes y luego adultos angustiados,
inseguros, con tendencia a formar triángulos amorosos, con un profundo miedo al éxito en la vida. Sobre todo,
llenos de culpa. Su vida seguirá sin alegría, y, en el peor de los casos, vivirán hambrientos de amor sin que nadie
entienda esa necesidad, que a la vez nadie puede llenar ni calmar.

En realidad, la causa hay que buscarla en el inconsciente de los propios padres. Ellos fueron niños carentes de
seguridad, y probablemente miembros de una familia disfuncional, donde tal vez más de uno tendría malos
hábitos, vicios o neurosis. Si usted se encuentra en esta categoría, bien vale la pena que resuelva sus propias
ansiedades antes de dañar al hijo con un exceso de “amor”, que en realidad no es otra cosa que una tenaza de
dominio sobre ellos. Si aún eres joven y actualmente vives sometido al dominio de “padres que aman demasiado”
la solución no está en huir de ellos, ni maltratarlos, y mucho menos ofenderlos. La solución reside en que
organices tu mundo interno y tu vida, basada estrictamente en tus propios deseos y aspiraciones. Tal vez te
resultará difícil saltar a vivir tu vida con autonomía, puesto que el miedo te inundará en cada intento de
libertad y en cada sueño que organices, pero, a pesar de ello, tu mayor éxito estará en no repetir el drama de
tus queridos padres, y, por tanto, ser capaz de arriesgarse a vivir tu propia experiencia.

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