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Para Lebesgue la filosofía de las matemáticas debe surgir de las reflexiones propias de

los matemáticos. Son los matemáticos quienes deben inicialmente hacer las reflexiones

filosóficas relacionadas con sus objetos de estudio; sin embargo, no se desconoce el papel

del filósofo, la filosofía hecha por los matemáticos es una “filosofía de segunda zona”, es

una filosofía utilitaria y humilde, aunque es quizás la única calle de acceso a la verdadera

filosofía. trabajos, relacionados con la

integral y la medida, Lebesgue incluye sus opiniones sobre lo que es la matemática, cómo

se desarrolla la actividad matemática y cómo se debe enseñar.

Lebesgue le confiere a la geometría un papel preponderante tanto en el desarrollo de las

matemáticas como en su enseñanza. Esto se evidencia en la manera como conduce su

investigación doctoral (Lebesgue, 1902), en la reflexión pedagógica que expone en

(Lebesgue, 1936) y en sus notas sobre la teoría de la integración en (Lebesgue, 1922) y

(Lebesgue, 1927).

Para Lebesgue el punto de partida de las matemáticas corresponde al mundo

fenomenológico, al cual se refiere como lo concreto. Las teorías matemáticas se construyen

mediante la interacción de las observaciones que parten de la realidad física y los procesos

lógicos. El lenguaje inicialmente es geométrico,

que es el lenguaje más concreto de la matemática; a medida que se identifica lo que es

esencial para cada razonamiento, éstos se hacen más generales y el lenguaje se hace más

analítico y abstracto; pero, esta generalización abstracta no debe carecer de contenido, pues

la justificación última de las generalizaciones es que ellas permiten visualizar su campo de

aplicación.

La geometría es la encargada de representar las nociones físicas - como longitud, área y

volumen – en términos de sus respectivas nociones geométricas. Las definiciones

geométricas se obtienen enunciado las técnicas de medición y dotando las operaciones, de

esas técnicas, del carácter preciso y absoluto de la geometría182, la geometría debe

proporcionar un número que esté en concordancia con el procedimiento experimental.

Mientras que el análisis matemático pertenece a las matemáticas puras y sus definiciones y

métodos son netamente lógicos.


La medida de las magnitudes, se constituye en el punto de partida de las matemáticas,

puesto que las matemáticas aplicadas preceden a las puras y la medida de las magnitudes es

el punto de partida de las aplicaciones matemáticas.

(Lebesgue, 1902) inicialmente se plantea el problema

general de la medida de conjuntos acotados, luego se muestra que la longitud de un

segmento corresponde a la medida del conjunto de puntos que componen el segmento. A

continuación se procede a definir la medida de conjuntos arbitrarios sobre la recta, en

términos de las longitudes de los intervalos que recubren el conjunto. Luego se generaliza

el concepto de conjunto medible a conjuntos de puntos sobre un plano, y de allí se deduce

el concepto de área de un dominio plano, como un caso particular. Obsérvese el

movimiento entre lo general y lo particular, y cómo el concepto de medida sigue estando en

estrecha relación con lo geométrico. Una vez se considera resuelto el problema de la

medida, para los conjuntos medibles, se enuncia el problema de la integración desde el

punto de vista geométrico como un problema de áreas, para luego definir la integral: El relacionar
la integral de una función continua con el área de un dominio plano, que no

es más que la medida de un conjunto acotado de puntos sobre el plano, permite relacionar

la integral de una función discontinua acotada con la medida de un determinado conjunto

de puntos.

¿No comprenderán los alumnos más fácilmente que al pasar de la Geometría Elemental al Análisis,
lo

único que cambia es el lenguaje, más geométrico antes y más analítico después? [...] siempre, en

Matemáticas, el punto de partida es concreto y el lenguaje también es concreto, geométrico lo


más a

menudo. Esto es favorable a la imaginación; demasiado favorable aún, pues la realidad es muy rica
y

demasiadas observaciones requieren la atención. También los primeros razonamientos sólo tienen
un

alcance limitado, pues se apoyan en muchas de estas observaciones particulares. Poco a poco se
aísla

cada cuestión de las otras; se discierne de lo que es esencial para cada una y los razonamientos se
hacen más generales, al mismo tiempo que el lenguaje se hace más analítico y abstracto. Esta

abstracción no carece de contenido; al contrario: el lenguaje sólo se hizo abstracto para ser más

inmediatamente aplicable a múltiples realidades (Lebesgue, 1936, págs. 45-46).

Lebesgue nos resume de esta manera su concepción sobre la actividad matemática,

describiendo la forma como se procede de lo concreto (la geometría) a lo abstracto (el

análisis matemático), de lo particular a lo general. Además su posición ante la

generalización, la cual no se hace sólo como un ejercicio lógico sino con el objetivo de

ampliar las aplicaciones de los conceptos matemáticos.

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