Domingo 29 de enero de 2023

Año 12 / Número 155

Prohibida su venta por separado

Industria
pesquera
Es un éxito en materia de exportación,
ya que el 95% de lo que se captura se
vende al exterior. Emplea a unas 100.000
personas, pero falta industrialización y
hay poco consumo interno.
2. ACCIONES | DOMINGO 29 DE ENERO DE 2023
EDITORIAL
Por qué hablar
de pesca
Por Carla Pitiot
Vicepresidenta Fundación Éforo
La industria pesquera genera em-
pleos en todo el mundo, es una fuente
de alimentos de alta calidad, contribu-
ye a las economías de los países, im-
pulsa el comercio y también el turismo
cuando se practica como actividad de-
portiva.
De hecho, la pesca marina emplea
directa o indirectamente a más de 200
millones de personas en el mundo, se-
gún datos de Naciones Unidas vincu-
lados al Objetivo de Desarrollo Soste-
nible 14 de la Agenda 2030 que apunta
a “conservar y utilizar sosteniblemente
los océanos, los mares y los recursos
marinos”.
Por su parte, la Organización Inter-
nacional del Trabajo busca proteger
a esos millones de trabajadores me-
diante el convenio 188 que aspira a
“garantizar que los pescadores gocen
de condiciones de trabajo decentes a
bordo de los buques pesqueros” y que
cuenten con “protección en materia de
seguridad y salud en el trabajo, aten-
ción médica”. Argentina ratificó dicho
convenio en septiembre de 2011.
Organismos internacionales y loca-
les trabajan para garantizar el trabajo
decente, cuidar el ambiente y generar
campañas para un consumo respon-
sable.
¿Con esas iniciativas alcanza? ¿Se
cumplen? La pesca constituye un uni-
verso de alto impacto para la vida de
la población mundial como para no
hacernos preguntas, interpelarnos y
ocuparnos.
Éxito exportador
y una muy baja
industrialización
Los niveles de pesca son altos, pero
prácticamente todo se vende al
exterior. Se estima que la actividad
ocupa a unas 100.000 personas en el
país, pero podría generar más empleo
si creciera el consumo local, que solo
equivale al 5% de lo capturado.
La pesca industrial nacional es aquella que se
desarrolla a lo largo del Mar Argentino, desde la
milla 12 hasta la 200, y en una lonja de más de
300 kilómetros que va desde la provincia de Bue-
nos Aires hasta la de Tierra del Fuego. En toda
esa extensión tiene jurisdicción y poder de regu-
lación el Estado nacional. Lo que sucede entre
la milla 12 y la costa se encuentra reglamentado
por las provincias; mientras que a partir de la
201, se consideran aguas internacionales.
Si bien no existen registros oficiales sobre la
cantidad de puestos de trabajo que genera el
sector, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultu-
ra de la Nación estima que emplea a más de
100.000 personas de manera directa e indirecta.
De estas, unas 25.000 cumplen funciones pun-
tualmente sobre la actividad pesquera: mari-
neros, capitanes, maquinistas, entre otros; el
resto, se desagrega en funciones como estibaje
en el puerto, transporte a las plantas de proce-
samiento y posterior industrialización, comer-
cialización y exportación.
Para el país, la pesca representa el octavo
complejo exportador en términos de genera-
ción de divisas.
Desembarques y consumo interno.
Durante las últimas dos décadas, los volúmenes
de capturas marítimas de distintas especies se
mantuvieron estables, con desembarques que
fueron de 700.000 a 900.000 toneladas, a ex-
cepción de 2006, cuando se superó el millón.
Aunque con porcentajes pequeños, los últimos
tres años mostraron una leve alza de la pesca,
por lo que puede hacerse una lectura positiva
teniendo en cuenta los contextos adversos de la
pandemia. “En 2020, 2021 y 2022, descargamos
más que en 2019: entre 7.000 y 15.000 toneladas
extra. Sin dudas, haber sostenido la actividad e,
incluso, incrementado las descargas compara-
das con una época prepandémica fue el resul-
tado del trabajo que como sector nos pusimos
al hombro, tanto los espacios sindicales y las
cámaras empresarias, como el Estado”, resalta
Carlos Liberman, subsecretario de Pesca y Acui-
cultura nacional.
Esta estabilidad en los desembarcos se debe
a que en Argentina existe un régimen de cuotas
de captura. “Cada empresa, cada barco, tiene
una capacidad asignada que se reporta y se va
fijando anualmente. Como el caladero (zona del
mar más frecuentada por los pesqueros) se en-
cuentra medianamente estable, esas cuotas se
mantienen y en las capturas no se ven grandes
variaciones, más allá de pequeños aumentos
por demandas del exterior”, sostiene Fernando
Rivera, presidente de la Cámara de la Industria
1.990
Millones de dólares ingresaron al país en
2021, el segundo mejor año de la histo-
ria para la industria pesquera, cuando se
exportaron 515.000 toneladas, según el
Informe de Coyuntura de la Secretaría de
Agricultura, Ganadería y Pesca.
Pesquera Argentina (CAIPA).
Del total de desembarques en los puertos
argentinos, cerca del 60% corresponde a pes-
cados, liderado por merluza hubbsi; el 30%, a
crustáceos, especialmente langostino; y el 10%
restante, a moluscos como el calamar.
Apenas el 5% de las casi 800.000 toneladas
que año a año se capturan en el país se destinan
al consumo interno. Según el informe de 2018
de la Organización de las Naciones Unidas para
la Agricultura y la Alimentación (FAO), el con-
sumo per cápita en Argentina fue de 4,8 kilogra-
mos promedio por año, muy lejos de los más de
20 kilogramos promedio de la mayoría de los
países europeos e incluso menor si se lo com-
para con algunos de Latinoamérica. Además,
esta cifra es extremadamente baja por consi-
derarse a Argentina un país pesquero, ya que el
volumen de sus capturas se encuentra entre los
primeros 20 del mundo.
Otros informes oficiales manejan números
de consumo levemente superiores, que oscilan
entre 5 y 6 kilogramos per cápita, pero que no
cambian la ecuación. Todos los actores de la
industria pesquera coinciden en una causa fun-
damental para explicarlo: la tradición cultural
relacionada con las carnes rojas. Así, cuando se
analizan las líneas de datos de lo que se ingiere
en Argentina frente a otros países, se observa
una relación inversamente proporcional entre
la carne vacuna y el pescado.
“Hay una idea de que el consumo de carne de
vaca, e incluso el de cerdo y pollo, llena más, da
saciedad y aporta mejores y más beneficiosos
valores nutricionales. Esto no es así, para nada.
Desde hace dos años, con ese diagnóstico, tra-
bajamos y lanzamos líneas de promoción de
consumo de pescado, junto a distintas universi-
dades, la TV Pública y campañas en la vía públi-
ca”, comenta Liberman.
Exportaciones y falta de valor agrega-
do. Si bien Argentina tiene, como país produc-
tor, la posibilidad de ofrecer a su población una
gran cantidad de pescado, el 95% encuentra
su demanda en el exterior. El medio millón de
toneladas que año a año se exporta represen-
ta ingresos de divisas cercanos a los US$2.000
millones. Según el Informe de Coyuntura de la
Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca,
2021 fue el segundo mejor año de la historia: se
exportaron 515.000 toneladas, lo que generó un
“Somos el primer eslabón de la
industria pesquera, aunque,
lamentablemente, el que tiene
menos reconocimiento”, dice
Daniel, experimentado marinero.
ingreso de US$1.990 millones. Para el cierre de
2022, si bien aún no está publicado, se estiman
cifras apenas inferiores.
Los principales destinos que encuentran los
productos del Mar Argentino son España (desde
la década del noventa) y China (desde 2012), se-
guidos por Estados Unidos, Tailandia y Corea.
Por su parte, un segundo grupo de países que
crece en términos de importación de pescados
argentinos es conformado por Italia, Singapur y
Brasil. Este último se ubica en la mira de mu-
chos empresarios del sector por representar
un mercado de 220 millones de habitantes que
implica traslados cortos, además de representar
una relación bilateral latente.
Para el país, la pesca representa el séptimo u
octavo complejo exportador, dependiendo del
año analizado. Sin embargo, es la principal acti-
vidad de algunas ciudades, por la generación de
ingresos y por la creación de puestos de traba-
jo. “Mar del Plata, que es el primer puerto pes-
quero del país, exportó el año pasado US$1.200
millones. El turismo, que es la palabra clave de
la ciudad, no llega a ese número ni por aproxi-
mación”, afirma Rivera, el presidente de CAIPA.
Este indiscutido poder exportador del sector
tiene su contracara en el escaso proceso de in-
dustrialización en tierra de las especies captu-
radas. Mientras que el mercado externo apunta
al producto congelado con poca mano de obra
posterior, el interno se enfoca hacia productos
preelaborados o empanados, los que necesitan
de una mayor mano de obra local, clave para po-
blaciones del litoral marítimo como Mar del Pla-
ta, Chubut, Rawson y Puerto Madryn, entre otras.
Como la modificación de la cultura alimenti-
cia es un proceso a largo plazo, una herramienta
para incentivar a las empresas primarias extrac-
tivistas a profundizar el camino de valor agrega-
do de sus capturas es la reducción de las tasas
de exportación sobre productos fuertemente
industrializados en el país.
Hasta 2020, las compañías pesqueras pa-
gaban el mismo derecho de exportación (9%)
hubieran o no industrializado el producto en
Argentina. A su vez, algunos mercados que de-
mandaban los productos cobraban menos de-
rechos de importación a aquellas firmas que los
comercializaban para finalizar el proceso en el
país de destino. “El mensaje era ‘hacelo allá’”,
sostiene Líberman, subsecretario de Pesca y
Acuicultura.
En la actualidad, esta estructura de derechos
de exportación fue modificada, beneficiando a
quienes exportan un producto terminado. Esto
no es menor, si se tiene en cuenta que la gran
mayoría de las capturas finalizan en el mercado
internacional.
El trabajador y el valor de la vida. “So-
mos el primer eslabón de la industria pesque-
ra y, lamentablemente, el menos reconocido”,
sostiene Daniel, marinero, con casi treinta años
de experiencia en barcos pesqueros. Trabajó
tanto en la captura de merluza y de calamar,
como de langostino. También sumó horas en
buques fresqueros y en congeladores.
Cuando un marinero sale de su casa hacia el
trabajo es difícil que pueda planificar qué día
regresará: depende de la especie a capturar, del
buque, del tonelaje y, obviamente, de la situa-
DOMINGO 29 DE ENERO DE 2023 | 3. ACCIONES
Biodiversidad
y milla 201
Sobre la biodiversidad y el cuidado a
las especies en la pesca marítima argen-
tina, la mayoría de los actores coincide
en que la actividad se encuentra correc-
tamente regulada hasta la milla 200. Le-
yes, normativas y resoluciones del Con-
sejo Federal Pesquero conforman un
combo proteccionista respetable: existe
un régimen de cuotas que se establece
año a año para las distintas especies, va-
rias zonas de veda que limitan la pesca
y otras áreas protegidas que prohíben la
actividad en distintos momentos.
¿Pero qué ocurre fuera de la Zona Eco-
nómica Exclusiva definida en la Con-
vención de las Naciones Unidas sobre el
Derecho del Mar? Uno de los conflictos
de larga data es la presencia de buques
extranjeros, especialmente chinos, que
aguardan en la milla 201 para capturar
sin control dentro del Mar Argentino.
Con el objetivo de mitigar esto, la Ley
Federal de Pesca fue modificada en 2021
y estableció el endurecimiento del régi-
men sancionatorio.
Respecto de cómo enfrentar esta si-
tuación que preocupa a los actores clave
de la industria, Carlos Liberman sostie-
ne: “Nosotros podemos dar mensajes
robustos a la flota que se encuentra allí
para que no entren, pero no tenemos so-
beranía exclusiva y excluyente que nos
permita actuar en esas aguas internacio-
nales”. En la misma línea, Fernando Ri-
vera, presidente de CAIPA, asegura que
el problema es no saber “cuánto, cómo y
qué se pesca en esa zona”.
ción climatológica. “El langostino, por ejemplo,
camina todos los días 60 kilómetros y cuando
hay temporal se desparrama. Lo tenés que ir a
buscar y eso no es fácil. Podés volver en cinco
días, en una semana o en diez días. Nunca sa-
bés”, relata Daniel, que además administra un
sitio de marineros de Puerto Madryn.
El poco respeto por la vida, que lo atribuye a
la avaricia, es lo que más le preocupa del sec-
tor. Lo ejemplifica con decisiones empresaria-
les (aclara que no todos son iguales) que ponen
en riesgo la integridad de los trabajadores. Por
ejemplo, en contexto de un temporal, cuando el
barco debe refugiarse, regresar y fondear, algu-
nos eligen quedarse en alta mar, lo cual pone en
peligro al buque y expone la vida de los traba-
jadores.
“Desde 2000 a la fecha, perdimos a casi 100
compañeros por hundimientos de barcos. A ve-
ces es por errores humanos y otras, por la sobre
pesca que generan trayendo los cajones más
cargados y superando la línea de flotación”, re-
lata Daniel, quien asegura que las leyes, regula-
ciones y controles existen, pero que la impericia
y la avaricia humana son responsables de la ma-
yoría de los accidentes.
En junio de 2018, el buque Rigel zarpó de Mar
del Plata en una campaña de langostino y cua-
tro días después, en medio de un temporal, per-
dió todo tipo de contacto y se convirtió en una
de las 49 embarcaciones hundidas en lo que va
del siglo. De los nueve tripulantes, solo fue en-
contrado el cuerpo del capitán. “Son cosas que
se pueden evitar. No todos los empresarios son
iguales, obvio, pero ellos con una buena tempo-
rada se salvan para toda la vida. Lo que pedimos
es que se respete más la nuestra”, cierra.
4. ACCIONES | DOMINGO 29 DE ENERO DE 2023
ENTREVISTA A LEONARDO NALDA
“Sacando peces hacíamos
un daño al ecosistema”
Para este apasionado de la pesca
deportiva, la devolución de las
especies al agua tiene que ver
con la evolución de quienes
practican este deporte. Cuenta
qué tipo de anzuelos se usan
para no lastimar a los peces.
Leonardo Nalda tiene 52 años y una gran pa-
sión: la pesca. Podría haberse enamorado de
otra actividad, pero todo indica que había una
predestinación. Tal es así que estuvo a punto de
nacer en una isla de la zona Norte del Gran Bue-
nos Aires cuando su padre pescaba y su mamá,
embarazada de ocho meses, lo acompañaba.
Finalmente, el parto esperó y su nacimiento se
dio en el partido bonaerense de San Martín. En la
actualidad, vive en Ituzaingó junto a uno de sus
hijos y su esposa y trabaja en una importadora
de artículos de pesca y camping, aún cuando su
intención era que la pasión y el empleo no se cru-
zaran.
¿Cómo se puede definir a la pesca de-
portiva?
Hasta hace no mucho tiempo, pescar era un
método por el cual la gente procuraba proteínas.
Implicaba ir a un lugar y capturar un par de peces
que iban a ser comidos. Mi primer contacto con
la pesca, junto a mi padre, fue eso: íbamos a un
arroyo que había en Jeppener, donde vivíamos,
sacábamos una tararira o un bagre y nos volvía-
mos. La duración de la jornada estaba marcada
por el tiempo que nos llevara pescar. Mi papá
jamás mató a un pez que no fuera para comer.
Con los años, pudimos racionalizar el depor-
te. Hay mucha conciencia de tratar de matar
menos peces porque aumentó la cantidad de
pescadores y si cada uno de nosotros matara
uno, dos o tres, el impacto sería muy grande
para el ecosistema. Podemos ir, capturar una
especie deportiva, disfrutar de la pesca y luego
devolver el pez vivo al agua.
¿Cuándo y cómo nació la práctica de
la pesca con devolución?
Nació con la conciencia de que los pescado-
res que hacemos una actividad recreativa que
nos divierte y gusta, estábamos provocando un
daño. Esto no es algo que pase en un momen-
to específico de nuestras vidas. Podemos haber
crecido pescando con nuestros padres, pero
evolucionar y decidir que no queremos matar
más peces. Tiene mucho que ver con el entor-
no de cada uno. Si uno se rodea de clubes que
promueven la pesca deportiva, por ejemplo, el
click va a ser más rápido en la evolución como
pescador. A la larga o a la corta, cada pescador
empieza a devolver los peces al agua.
¿Cómo se hace para pescar y devolver el
pez al agua sin dañarlo con el anzuelo?
El tema de la construcción de materiales y
elementos de pesca mejoró al punto de que hoy
existen anzuelos específicos para lastimar lo
menos posible a los peces. Por ejemplo, anzue-
los sin rebarba, que no tienen la traba típica, lo
que hace que sea más fácil desanzuelar al pez
para devolverlo sin casi tocarlo. Eso contribuyó
mucho.
Otro tipo de anzuelo que se construyó, el cir-
cular, tiene un origen más antiguo. Fue desarro-
llado en Japón para pescar atunes con espineles.
Tiene un formato muy especial que logra que se
clave solo en el borde de la boca del pez. Aunque
trague la carnada, el anzuelo no se engancha en
las vísceras. Originalmente era muy eficiente
para pescar, pero se demostró que también lo es
si está el deseo de devolver los peces al agua. En-
tonces, lo adoptaron los pescadores deportivos.
Hay lugares del mundo donde solo se practica
pesca y devolución. Allí, el único anzuelo permi-
tido es el circular.
De todas formas, se lastima la boca del
pez.
Los peces marinos, pero muchos de ríos tam-
bién, se alimentan, por ejemplo, de crustáceos
y rompen los caparazones con su boca. Tienen
la boca preparada para no tener la sensibilidad
que nosotros imaginamos. Cuando se pesca a
fondo con lombriz, la caña tira porque el pez
comió, mordió el anzuelo y siguió nadando por-
que no sintió nada. La boca es una herramienta
para los peces, pueden morder cosas duras, in-
cluso piedras.
¿Qué es lo que más disfrutás de ir a
pescar?
Desde el punto de vista racional, es difícil ex-
plicar que me guste la pesca porque hago miles
de kilómetros para capturar peces que no voy a
consumir. Muchas veces, ni siquiera les saco fo-
tos para no dañarlos. La actitud para con la pes-
ca se puede entender desde el llamado ancestral
de procurarnos el alimento.