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dignidad y su libertad. Este movimiento cultural se afirma y Cultura de élite y cultura popular
vive más allá de los círculos de los iniciados y satura todas las Las bibliotecas del humanismo
actividades; penetra en la política y se eleva hasta los tronos Los “Triunfos” de Petrarca
de los príncipes, desciende hasta los espacios públicos entre Arte y humanismo
Alceo, Corina, Petrarca, Anacreonte y Safo, cinco poetas líricos entre los poetas de la Antigüedad y de la
época de Rafael, que rodean Apolo y las Musas en “El Parnaso”, fresco de Rafael, (Vaticano, Estancia de la
Signatura)
Los poetas, los historiadores, los oradores, los epistolarios latinos más célebres, las traducciones latinas de
ciertos escritos de Plutarco, de Aristóteles y de algunos escritores griegos formaban la fuente en la cual un
pequeño grupo de elegidos de la época de Boccaccio con la obra “Fiammetta” y de Pétrarca,
principalmente con “Los Triunfos”, sacaban su inspiración. Desde mediados del siglo XIV hasta mediados
del siglo XV, se desarrolló en Florencia una actividad cultural y artística que transformó la ciudad en una
“nueva Atenas”. Redescubrir los autores latinos y griegos de la Antigüedad fue determinante. Petrarca y
Boccaccio habían mostrado el ejemplo. Habían incitado así, en el siglo XV, a los eruditos a explorar la
Antigüedad pagana y partir a la búsqueda de manuscritos los cuales constituirán la verdadera esencia del
humanismo. Estos descubrimientos implicaron encuentros y discusiones. Los debates y los estudios se
multiplicaron. Esta transformación repercutió en el arte, la filosofía, la literatura, la música, las ciencias. En
nombre de Platón se crearon las academias que se fijaron como objetivo la promoción de los estudios.
Seis poetas toscanos, 1544, Giorgio Vasari, (Minneapolis Institute of Arts). Dante, acompañado de
Boccaccio, Cavalcanti, Ficino, Landino y Petrarca.
Los artistas de aquella época nos han mostrado los rasgos del emperador Juan VIII Paleólogo. Cinco años
después de su muerte, y seis años antes de que Benozzo Gozzoli no emprenda la decoración de la capilla
de los Magos del palacio Médicis donde lo representó bajo los rasgos del rey Baltasar, en 1453 la
cristiandad había perdido Constantinopla, pero la humillación y el dolor padecidos no le impidieron tratar
enseguida con el nuevo señor, el sultán otomano, y reconocer su soberanía. El retrato del emperador se
encuentra también en una medalla conmemorativa, donde el pintor y medallista Pisanello estampa su
firma en latín y en griego.
Studia humanitatis
El aspecto más interesante de este excepcional entorno cultural florentino era su variedad, su complejidad,
su apertura a las ideas y a las ideologías más diversas, incluso contradictorias. Antes de ser transferida a
Pisa en 1473, la universidad de Florencia impartía estudios de derecho y medicina desde hacia tres siglos.
La enseñanza teológica en los “studia” de los conventos había cambiado muy poco desde la época de
Dante. El estudio de la retórica y de la poesía latina continuaba desarrollándose bajo la dirección de
eminentes especialistas como Cristoforo Landino y Angelo Poliziano. El estudio en profundidad de la
filosofía griega era un hecho reciente, y formaba parte del programa universitario, cuyo maestro
indiscutible era Marsilio Ficino, quien en su casa de Careggi, traducía las obras de Platón y atraía a
discípulos de toda Europa: Juan Pico de la Mirándola, el francés Lefèvre de Étaples, el Inglés John Colet.
Otra disciplina tradicional eran las ciencias naturales, desarrolladas por Paolo Toscanelli (1397-1482), el
cual practicó también la medicina, y redactó tratados de matemáticas, de óptica, de astronomía y de
filosofía. Las siete artes liberales, enseñadas desde la Edad Media eran agrupadas en dos ciclos: el trivium
(gramática, retórica, dialéctica); el quadrivium (aritmética, música, astronomía, geometría). Leonardo da
Vinci fue el producto de esta cultura multiforme. A pesar de su limitada instrucción y un conocimiento
restringido de la filosofía natural, intuyó la existencia de un principio fundamental del método científico,
que fue él único entre sus contemporáneos a formular de una forma tan clara.
Las 7 Artes Liberales, siglo XV, taller de Pesellino, (Alabama, Birmingham Museum)
Frontispicio de un manuscrito con “La Divina comedia” de Dante, siglo XV, escuela de Sozzo Tegliazzi,
(Florencia, Biblioteca Medicea Laurenziana)
En el tercer libro de su tratado “De la familia” (hacia 1434), Leon Battista Alberti escribió una elocuente
defensa de “esta lengua toscana, rica y viva”. El poeta humanista Cristoforo Landino justificaba el uso de la
lengua “volgare”, que según él tenía que ser enriquecida con formas latinas. El mismo Lorenzo de Médicis
realiza una apasionada defensa del toscano a la edad de diecisiete años. Sostuvo que era igual al latín por
su capacidad de expresar de modo elocuente un gran número de argumentos y de sentimientos. Pero su
poesía fue todavía más eficaz en esta competición entre latín y lengua popular. Su contribución abrirá el
camino a Pietro Bembo (humanista y cardenal en Roma bajo Léon X) para la solución de la “cuestión de la
lengua” en el siglo XVI, con la adopción del toscano como lengua literaria.
Folio de un manuscrito con poemas de Petrarca y Dante en lengua vulgar, con una escena de
naufragio, 1470-1480, Francesco di Antonio del Chierico, (Florencia, Biblioteca Nazionale). El laurel, era
el símbolo por excelencia de la poesía, de la inmortalidad y de la gloria, al que Lorenzo el Magnífico gustaba
identificarse. El anillo con un diamante era uno de los símbolos heráldicos utilizados por los Médicis.
La biblioteca de Urbino fue la creación de Federico de Montefeltro, coleccionista desde su niñez, mantenía
constantemente a treinta o cuarenta copistas diseminados por todos los lugares donde se podían encontrar
libros. En aquella época, Urbino poseía una de las más importantes bibliotecas, quizás más importante que
la del Vaticano. La Edad Media y la teología formaban el elemento principal de la colección: muchas obras
de los Padres de la Iglesia, todas las obras de Tomás de Aquino, de Alberto el Grande, etc. Entre los
“modernos” figuraban en primer lugar los grandes autores del siglo XIV, como Dante y Giovanni Boccaccio.
El manuscrito la Óptica de Euclides formaba parte de la extraordinaria biblioteca Federico de Montefeltro.
Piero della Francesca durante el tiempo que trabajó en Urbino pudo haberlo utilizado para escribir su
tratado sobre la perspectiva “De prospectiva pingendi”.
Página del manuscrito La Óptica de Euclides, traducido al latín en 1458, (París, Biblioteca Nacional de
Francia)
Aquellos humanistas que pasaban toda su vida entre libros antiguos, escudriñando los viejos textos,
analizando el griego y el latín, eran intelectuales cuya preocupación mayor era tener un rico protector que
les procurara un techo, algo de dinero, y los medios para poder trabajar. El ilustre Filelfo, a quien desde
Nápoles a Milán se lo disputan los príncipes, es un buen ejemplo de ello cuando escribía a Palla Strozzi:
“me he volcado totalmente en escribir, de tal manera que me parece que he nacido no sólo para los vivos,
sino también para la posteridad.” Otro ilustre humanista, Guarino da Verona, y también la escuela
humanista de Vittorino da Feltre en Mantua que educó a algunos de los príncipes del Renacimiento. Así se
forma una verdadera aristocracia del espíritu, delante de la aristocracia del dinero que reúne las familias
ricas de Florencia y de otras ciudades del Renacimiento. Cada uno de ellos, desde el más humilde de los
profesores hasta el genio más eminente, Ficino (1433-1499) o Pico de la Mirándola (1463-1494), da gracias
a Dios o a los dioses, si se inclina más o menos por el paganismo – de haber hecho de él un “hombre del
Renacimiento”: este nombre no se usa todavía, “Rinascimento” será empleado comúnmente en el siglo XVI.
Guarino da Verona entrega su traducción de Estrabón a Jacopo Antonio Marcello, siglo XV, Giovanni
Bellini, (Albi, Mediateca Municipal)
La obra de Petrarca tuvo una gran repercusión durante el Quattrocento; el nuevo pensamiento
renacentista vio siempre en el mundo antiguo el camino y la guía para su propio desarrollo. Fue durante
este siglo cuando un pontífice podía conectar los intereses políticos con los culturales, cuando un príncipe
trataba con la misma gravedad una espinosa cuestión diplomática y la búsqueda de un objeto raro y
precioso, cuando un sabio abandonaba por un momento su lectura de Saluste para ir a apuñalar a un
tirano. Los políticos y los genios militares se emocionaban ante César y Escipión, y convertidos en nuevos
mecenas, se rodeaban de historiadores y de poetas para que los inmortalizaran, como había hecho
Augusto. En Nápoles, Alfonso el Magnánimo mostraba un gran entusiasmo por la antigüedad, y tal como
nos lo cuenta Pandolfo Collenuccio, había leído en el prefacio de una versión española del “De civitate Dei”
que “el príncipe iletrado era un asno coronado”.
Manuscrito iluminado “La vida de César”, siglo XV, Italia, (Florencia, Biblioteca Laurenziana)
Arte y humanismo
Existen numerosas analogías entre el nacimiento del humanismo y la adopción de las formas y de los
motivos clásicos en pintura, en arquitectura y en escultura. Fue en Florencia donde aparecieron las más
significativas innovaciones del Quattrocento. La característica común entre los dos movimientos era el
convencimiento de los humanistas y de ciertos artistas que la cultura antigua era superior a la suya, y que
no se podía alcanzar la perfección en las artes plásticas -así como en poesía, en historia, en filosofía – que
imitando a los Antiguos. Al igual que los humanistas buscaron descubrir en las bibliotecas de los
monasterios copias de textos desconocidos de autores clásicos, dos jóvenes orfebres, Filippo Brunelleschi y
Donatello, viajaron a Roma para estudiar y calibrar las construcciones y las esculturas romanas, cuyas
ruinas abundaban en la región. En esta revolución, que iba a imponer el estilo clásico en el arte occidental
durante cuatro siglos, la figura principal es Brunelleschi. Aportó su contribución al nuevo estilo pictórico
inventando la perspectiva, esta técnica geométrica que permite crear un efecto tridimensionnel sobre una
superficie plana. Adoptando esta técnica y el sentido de la forma humana enaltecido por Donatello, el
joven pintor Masaccio creó una serie de obras que unen lo natural y la monumentalidad de Giotto, con el
orden y la armonía de los modelos clásicos.
Construcción de un edificio, c. 1515, Piero di Cosimo, (Sarasota, Ringling Museum of Art)
“Procediendo del intelecto, el dibujo, padre de nuestras tres artes – pintura, escultura y arquitectura -,
extrae a partir de cosas múltiples un juicio universal. Éste es como una forma o una idea de todas las cosas
de la naturaleza, siempre muy singular en sus medidas. Que se trate del cuerpo humano o del de los
animales, de plantas o de edificios, de esculturas o de pinturas, conocemos la proporción que el todo
mantiene con las partes y la de las partes entre ellas y con el todo.” Giorgio Vasari, en “La Pintura”
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La sociedad florentina
Familia y poder
En la literatura celebrativa sobre Florencia y los florentinos sobresalen cuatro o cinco
temas. Antes que nada está su dimensión estética, la belleza de la ciudad y de sus
alrededores: las iglesias, los palacios, las plazas, las calles. Un segundo tema se refiere a la riqueza, la
enorme riqueza de los comerciantes, banqueros, contratistas de obras de arquitectura y los mecenas
florentinos. Seguir leyendo »
La vivienda en el Renacimiento
Las casas florentinas
A las viviendas florentinas se las llamaba generalmente “palazzi” (palacios) aunque no se
hayan empezado a construir verdaderos palacios hasta el segundo tercio del siglo XV.
Seguir leyendo »
La moda en el siglo XV
El traje
Los elementos característicos del arte del Quattrocento se encuentran en la moda que es
elegante y refinada, sobria, luminosa, lineal. Se adapta y exalta a los hombres y las
mujeres que viven en el mundo imaginado por los humanistas, en la ciudad ideal concebida por los nuevos
arquitectos. Seguir leyendo »
etiquetado con humanismo, lengua vulgar, letras, manuscritos, poetas, Renacimiento, ciencia griega,
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