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Actuaciones ante
Las Quemaduras
Uso con Fines Académicos y Educativos
INDICE:
1.- Objetivos
2.- Introducción
4.- Valoración
4.1 Valoración de la escena
4.2 Valoración del paciente
4.2.1 Valoración inicial
4.2.2 Valoración secundaria
4.2.2.1 Monitorización
4.2.2.2 Anamnesis
4.2.2.3 Valoración de las lesiones
4.2.2.4 Quemaduras según el agente causal
7.- Resumen
8.- Bibliografía
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1.- OBJETIVOS
• Dotar al profesional de enfermería de los conocimientos necesarios para el manejo integral
del paciente quemado en su fase aguda en la urgencia extrahospitalaria.
• Reconocer las situaciones con riesgo vital derivadas del traumatismo térmico y prevenir la le-
sión adicional.
• Determinar la gravedad de las quemaduras, reconocer la necesidad de aislar la vía aérea, así
como la localización anatómica de quemaduras graves.
• Facilitar al profesional de enfermería un plan de cuidados que le permita dar al paciente los
cuidados necesarios para estabilizar y prevenir las complicaciones del quemado.
2.- INTRODUCCIÓN
La quemadura es una lesión tisular producida por agentes físicos externos, que pueden ser
térmicos, eléctricos, químicos y/o por radiación. Ocasiona fundamentalmente la pérdida de líqui-
dos, de calor y de la función protectora de la piel frente a microorganismos. Las quemaduras son
una de las circunstancias más devastadoras que pueden surgir en el campo sanitario. Represen-
tan un atentado en todos los aspectos del paciente, tanto físico como psíquico y social.
En la actualidad, las quemaduras suponen un problema con un alto índice de frecuencia, tanto
en países desarrollados como en países en vías de desarrollo, afectando a cualquier grupo de
edad, desde la edad más temprana, hasta la más avanzada. Todos hemos experimentado el dolor
que incluso las quemaduras más pequeñas pueden producir. En grandes quemados este dolor y
el estrés que produce no se limita al hecho inmediato, ya que las cicatrices son de larga duración
tanto a nivel físico como psicológico, pudiendo ocasionar discapacidad crónica.
Es por todo esto que las quemaduras precisan de unas consideraciones especiales, porque
aunque sean de pequeño tamaño y profundidad provocan en la víctima un gran malestar, lo que
puede provocar una mayor inestabilidad en el paciente. Las quemaduras suponen un reto, tanto
para el personal médico como para el resto del personal sanitario, siendo muy importante el ma-
nejo multidisciplinar para la resolución de todos los problemas a los que se enfrenta un paciente
quemado.
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Las causas más usuales de quemaduras son por líquidos calientes (escaldaduras), el fuego,
productos químicos, electricidad, radiaciones (radioterapia o radiación solar). En todos los grupos
de edad son más frecuentes en hombres, salvo en ancianos, donde la población femenina es la
predominante.
En niños hasta 4 años las quemaduras más frecuentes son las escaldaduras al tirarse líquidos
calientes o por el agua del baño. En adolescentes se asocian con frecuencia a actividades ilícitas
y uso de acelerantes o electrocuciones. Los adultos se queman por fuego con más frecuencia y
un alto porcentaje de ellos por causas laborales. Los ancianos tienen mayor riesgo de escalda-
dura, quemaduras por contacto y por fuego.
Son criterios de gravedad la extensión, profundidad, localización de la lesión, edad, estado fí-
sico previo del paciente y algunos agentes causales. Debe recordarse que el paciente quemado
es un paciente con traumatismo severo y que pueden existir otras lesiones orgánicas asociadas.
Así, la valoración inicial estará encaminada a descartar la presencia de otras lesiones que com-
prometan la vida del paciente o que supongan la necesidad de intervenciones quirúrgicas poste-
riores. El shock que se establece tras el traumatismo obliga a una resucitación de forma prioritaria,
asegurando la estabilidad hemodinámica y una ventilación pulmonar adecuada (2).
Por otro lado debemos retirar al paciente de la fuente productora de la quemadura. Una de las
principales reglas a seguir en la asistencia a nivel extrahospitalario con cualquier paciente, es la
autoprotección de los propios reanimadores, para evitar posibles lesiones sobre nosotros mismos
derivadas de la actuación. Así pues, es primordial que los equipos destinados al rescate de víc-
timas en situaciones de fuego, hagan la zona segura para nosotros antes de iniciar la atención
de estas víctimas (3).
Deberá detenerse el proceso de la quemadura, antes de iniciar cualquier tratamiento, para evi-
tar su extensión en superficie y profundidad. En el caso de lesiones eléctricas es necesario apagar
la fuente productora. Si no fuera posible sería necesario la utilización de materiales no conducto-
res para separar a la víctima de la fuente. Es fundamental conocer que si la fuente es de alto vol-
taje, no debemos acercarnos por la posibilidad de que exista arco eléctrico. En este tipo de
lesiones siempre debemos prestar especial atención a la aparición de arritmias graves y a la po-
sible lesión asociada de la médula espinal en la caída del electrocutado u otra lesión traumática
por la contractura muscular tetánica producida (4,3).
Durante todo el manejo del paciente habrá que ser muy cuidadoso en preservar las máximas
medidas de asepsia posibles para prevenir la infección por microorganismos, sobre todo en nues-
tro medio fuera del hospital. Es importante no olvidar que, en los incendios, sobre todo en espacios
cerrados, la causa principal de muerte es la intoxicación por humos y gases tóxicos (CO, cianuro,
etc.), aunque aparentemente el paciente no presente lesiones dérmicas por quemaduras (5,3).
Las lesiones por quemaduras producen una sensación de dolor de las más intensas descritas
y desgraciadamente, existen evidencias muy importantes que sugieren que está infra-tratado,
sobre todo en niños. El manejo del dolor en quemados, tanto agudo como crónico, es un reto que
requiere un plan cuidadoso de su manejo, y ayudaría a evitar problemas potenciales en pacientes
a menudo críticos y/o con alteraciones psicológicas.
El dolor basal, así como el dolor producido por los procedimientos realizados deberá tratarse
en el momento adecuado. Una combinación de drogas a menudo proporciona una analgesia de
mayor calidad. La probabilidad de desarrollar dolor crónico y sufrimiento a lo largo de su vida
puede reducirse con una analgesia apropiada, agresiva y administrada en el momento preciso.
En el estado agudo, tienen dolor de base constante y además dolor por procedimientos frecuen-
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tes. A esto se suma la ansiedad, lo que aumenta la experiencia dolorosa (6).
El enfrentarnos a un paciente quemado crítico puede suponer una de las situaciones más es-
tresantes a las que se enfrenta un equipo en la emergencia extrahospitalaria, por el gran dolor e
inestabilidad en la que solemos encontrar al paciente, y por el entorno en el que se suele hacer
el primer acercamiento, que puede ser en el mismo lugar del incendio o en la calle en condiciones
atmosféricas muy duras. Por lo que es de vital importancia que el equipo de asistencia esté pre-
parado y entrenado en la resolución rápida y segura de este tipo de emergencias, ya que las le-
siones por quemaduras más o menos graves son frecuentes en nuestro medio.
A través de este plan de cuidados, pretendemos que el personal de enfermería mejore sus co-
nocimientos y habilidades a la hora de abordar este tipo de pacientes, tomando conocimiento de
la importancia y gravedad que suponen este tipo de lesiones, así como intentar llegar al interior:
dolor, sentimientos, miedos, etc., del paciente que padece esta patología.
3.1. Epidermis
Es la capa más externa. Es más gruesa en las palmas y en las plantas, y menos en los
párpados, y su función es mantener la piel hidratada, así como de protegernos de la radia-
ción solar. Se trata de una capa sin vasos.
3.2. Dermis
Forma la mayor proporción de la piel y constituye el verdadero soporte de este órgano.
Tiene un espesor de unos cuatro milímetros. En la dermis se encuentran también los ane-
jos cutáneos, que son de dos tipos: córneos (pelos y uñas) y glandulares (glándulas sebá-
ceas y glándulas sudoríparas). También se encuentran los vasos sanguíneos que irrigan la
piel y las terminaciones nerviosas.
Las fibras que constituyen el armazón de la dermis dan lugar a la tersura, la flexibilidad y la
elasticidad de la piel.
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3.3. Hipodermis
Es la capa más profunda de la piel. También se llama tejido celular subcutáneo o panículo
adiposo. Se halla constituida por gran multitud de adipocitos. La grasa forma un tejido me-
tabólico muy activo que además protege al organismo proporcionándole amortiguación y
aislamiento térmico.(7, 8)
4.- VALORACIÓN
Teniendo en cuenta las peculiaridades de la asistencia realizada en los servicios de emergencia
extrahospitalarios dividiremos este apartado en dos puntos, valoración de la escena y valoración
del paciente. Por ello nos centraremos exclusivamente en los problemas que comportan riesgo
vital, cuando nos enfrentamos con pacientes potencialmente críticos, o problemas en los que po-
demos plantearnos objetivos e intervenciones desde nuestro ámbito de actuación.
Este punto sólo tiene sentido cuando es el servicio de emergencias el que acude al lugar
del incidente a prestar asistencia.
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4.2.1 Valoración Inicial
Esta valoración se hará después de haber solucionado todas las alteraciones encon-
tradas en la valoración primaria. Debe ser una valoración sistemática cráneo-caudal
en la que además se instauren las medidas de monitorización y valoración específicas
de las lesiones encontradas.
4.2.2.1. Monitorización
El paciente quemado precisa monitorización de constantes vitales, que dado
el entorno en que nos centramos se realizará de manera no invasiva. Se mo-
nitorizará tensión arterial, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, tem-
peratura, saturación de oxígeno, cooximetría y electrocardiograma, con 12
derivaciones, que es de extrema importancia sobre todo ante quemaduras
eléctricas. Cuando esté disponible deberá hacerse también una gasometría
arterial con determinación de pH e iones, aunque los desequilibrios electro-
líticos no suelen aparecer en estas fases tan tempranas.
4.2.2.2 Anamnesis
Debemos procurar hacerla de manera rápida para conocer la hora cero en
la que se ha producido el accidente, el tiempo que ha estado la víctima ex-
puesta y el agente causal de las quemaduras. Si el estado del paciente lo
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permite, procederemos a la filiación del mismo, recogiendo alergias medica-
mentosas, antecedentes personales y tratamientos farmacológicos actuales.
Los factores de riesgo que más se asocian a mortalidad son edad mayor de
60 años, más del 40 % de SCQ y presencia de quemadura inhalatoria (13).
Es en este punto donde se deben recoger los datos necesarios para com-
pletar la valoración de enfermería por dominios, teniendo en cuenta sobre
todo aquellos que son relevantes por el estado del paciente y aquellos en los
que podemos plantear objetivos e intervenciones en el entorno de actuación
que nos ocupa.
En todo paciente que ha sufrido una lesión térmica podemos definir varios
diagnósticos de enfermería sólo por la lesión sufrida. Factores inherentes al
paciente como patologías y condiciones previas y otros inherentes al pro-
blema de salud actual harán que varíen los diagnósticos de enfermería que
seleccionemos para cada paciente. La evolución del paciente hará que apa-
rezcan nuevos diagnósticos en los días siguientes a la quemadura.
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Tabla 2: Regla de Lund-Browder
Dérmica Dérmica
Superficial Espesor total
superficial Profunda
Epidermis
Dermis
superficial
Dermis
profunda
Tejido celular
subcutáneo
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• Quemaduras subdérmica o de espesor total (tercer grado): se produce
afectación de la totalidad del espesor de la piel y anejos cutáneos, inclui-
das las terminaciones nociceptivas. Puede también dañar huesos, mús-
culos y tendones. La piel presenta una escara seca y parece cuero. Su
aspecto varía de nacarado a negro, pudiendo también ser hemorrágicas.
No son dolorosas, a menos que se asocien a quemaduras de segundo
grado o por irritación de tejidos sanos colindantes (14). Tampoco existe re-
lleno capilar. Sólo cicatrizan por segunda intención las lesiones poco ex-
tensas. Dejan secuelas importantes.
Localización: identificar las partes del cuerpo que están quemadas, te-
niendo en cuenta que algunas localizaciones son más graves como cara,
cuello, pies, genitales, pecho femenino, zonas de pliegues articulares y
manos por el riesgo de secuelas funcionales y estéticas que implican (14).
Las quemaduras en manos, pies, genitales y zona perianal tienen mayor
riesgo de infección.
Agente causal: cada agente implica unos riesgos diferentes, que supo-
nen cambios en la fisiopatología y no sólo a nivel local, por ello se des-
arrolla en un punto específico de la valoración.
• Quemaduras térmicas: Son las más frecuentes (80% de los casos), son
lesiones producidas por la acción del calor y se pueden subdividir en cua-
tro grupos de acuerdo con el mecanismo de producción:
- Quemaduras por contacto, pueden ser causadas por contacto con un
material sólido caliente, suelen comprometer poca superficie, pero son
en general profundas. Por contacto con un líquido caliente (escaldadu-
ras), o por gases calientes, es la causa más frecuente en los niños, de
hecho este tipo de lesiones térmicas es la tercera causa de morbilidad
hospitalaria en nuestro entorno(15). Suelen ser extensas pero de menor
profundidad. A no ser que sean quemaduras por malos tratos. En el
caso de los niños la mayoría de los accidentes ocurren en los domici-
lios, en la cocina y con líquidos calientes (15).
- Quemaduras por fuego directo son lesiones producidas por la acción
directa de las llamas sobre la piel. Suelen ser de variada extensión, y
casi siempre de mayor profundidad. Se asocian a menudo con lesión
por inhalación de humos cuando se producen en espacios cerrados,
por la presencia de humo o de sustancias tóxicas producidas en la es-
cena del accidente (CO, gas cianhídrico, aldehídos, fosgeno, material
particulado).
- Quemaduras por radiación ionizante frecuentes por exposición a radia-
ciones ultravioleta, nucleares y radioterapia.
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- Quemaduras por frío: (congelaciones) se producen cuando existe ex-
posición de la piel y los tejidos a bajas temperaturas durante un tiempo
prolongado. Las zonas que se afectan con más frecuencia son pies,
manos, nariz y orejas. En general tienen mayor susceptibilidad quienes
padecen una enfermedad vascular periférica, diabetes, fumadores y
personas bajo tratamiento con β- bloqueantes.
Definimos como gran quemado a aquellos pacientes que sufren quemaduras graves y/o de
gran extensión, precisando medidas generales de soporte vital avanzado (18). Se deben considerar
como gran quemado o quemado grave, y por tanto tener en cuenta que precisará medidas espe-
ciales de reanimación e ingreso en unidades de grandes quemados, los siguientes casos:
• Pacientes con más del 10% SCQ de tercer grado.
• Pacientes con más del 25% SCQ en adultos o del 20% SCQ en edades extremas, de 2º
grado.
• Todos los pacientes con quemaduras que involucran cara, ojos, orejas, manos, pies, periné
o genitales se consideran también quemaduras mayores.
• Otro factor a tener en cuenta es el riesgo de infección relacionado con la localización de la
lesión. Las quemaduras en manos, pies, periné o genitales se consideran quemaduras ma-
yores ya que tienen mayor riesgo de infectarse debido a la abundante flora bacteriana que
normalmente coloniza dichas zonas.(19)
• Todos los pacientes con lesiones inhalatorias con/sin quemadura asociadas.
• Pacientes con quemaduras eléctricas de alto voltaje con signos de rabdomiolisis, o quími•
cas.
• Pacientes quemados con traumatismos concurrentes (TCE)
• Pacientes de alto riesgo con quemaduras: diabetes, embarazo, EPOC, cáncer, alteraciones
psiquiátricas… (20)
• Quemaduras circunferenciales, ya que pueden poner en riesgo el miembro afectado o in-
cluso la correcta ventilación del paciente si es el tórax el afectado.
• Quemaduras en niños menores de cinco años, en este caso hay que considerar y valorar
la posibilidad de que se trate de malos tratos, ya que esto sucede en un 10% de los casos(18).
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Es preciso reconocer cuando estamos tratando con un paciente gran quemado para poder re-
alizar las correctas maniobras de resucitación y prevenir las posibles complicaciones de este tipo
de pacientes. (21)
5.1 Fisiopatología
Las lesiones por quemaduras en los tejidos provocan una serie de cambios fisiopatológicos,
que están en relación directa con la SCQ y con el tiempo de exposición. Debemos tener en
cuenta al analizar los cambios fisiopatológicos que pueden producir estas lesiones que las
quemaduras son lesiones dinámicas y que su profundidad y extensión va a variar según el
tratamiento inicial aplicado y la rapidez con la que lo hagamos. Cuando hablamos de las le-
siones dérmicas y su repercusión sobre la fisiología, debemos agrupar los efectos en dis-
tintos apartados: (17)
• LA PIEL: Tras una lesión por quemadura se desencadena una respuesta inflamatoria,
en primer lugar local, que puede seguirse de una respuesta inflamatoria sistémica cuando
la SCQ supere el 25- 30%(17). Tiene dos funciones fundamentales: barrera protectora contra
la pérdida de agua y calor, y prevención de la colonización bacteriana. La pérdida de agua
a través de la piel, puede producir deshidratación y como consecuencia una situación hi-
pertónica con hipernatremia importante. Asociada a la evaporación de agua existe una
gran pérdida de calor, lo que desencadenará hipermetabolismo, y, así mismo, aumento de
consumo de oxígeno, que asociado a un gran gasto de energía, intentará compensar la
hipotermia desencadenada. Una complicación aunque más tardía, pero no menos impor-
tante es la pérdida de capas cutáneas y la alteración inmunológica, que facilita el riesgo
de colonización bacteriana. Las infecciones pueden llegar a provocar la muerte del paciente
en las semanas siguientes al accidente, por lo que es muy importante que se traten las le-
siones de la manera más aséptica, y si es posible, con técnica estéril.
• SISTEMA VASCULAR: En las primeras 24-48 horas aparece hipovolemia y shock hipo-
volémico por el trasvase de agua, sodio y proteínas al espacio intersticial. Se desarrolla
un importante edema tisular. Se produce alteración en la permeabilidad microvascular
(tanto en el tejido sano como en el quemado), hay aumento de la presión hidrostática in-
travascular y disminución de la presión hidrostática intersticial con aumento de la presión
osmótica intersticial. Ello conlleva el aumento del trabajo cardíaco y la disminución del
volumen de retorno venoso, provocando así la lesión orgánica, siendo lo más llamativo
el fracaso renal agudo y el fallo multiorgánico.
Aparece también depresión miocárdica, (independiente del estado del volumen intravas-
cular).
Cursa con una disminución de la contractilidad, un aumento de las resistencias vascula-
res sistémicas y una disminución del gasto cardíaco.
• APARATO RESPIRATORIO:
- Lesiones por inhalación de humos: puede aparecer desde edema hasta necrosis y
desprendimiento del epitelio con ulceración. Puede inducir una respuesta inflamatoria
con abundante exudado que puede producir obstrucción de la vía aérea de pequeño
calibre, con formación de atelectasias e incremento de sobreinfección pulmonar.
- Intoxicación por monóxido de carbono (CO). El CO tiene una afinidad mayor por la
Hemoglobina que el oxígeno, formando carboxihemoglobina (COHb) e impidiendo
el transporte normal de oxígeno. Desplaza la curva de disociación de la Hb hacia
la izquierda, inhibiendo la liberación de oxígeno a los tejidos. Empeora la actividad
de enzimas intracelulares al unirse a la citocromo oxidasa. Todo ello causa hipoxia
tisular y acidosis metabólica. El diagnóstico lo haremos en base a la historia, ha-
llazgos neurológicos y niveles de COHb. Tanto la PaO2, pulsioximetría y SaO2
pueden ser normales, y no son un buen indicador de intoxicación por CO. Debemos
usar un cooxímetro, que mide el porcentaje de Hb, oxihemoglobina, carboxihemo-
globina y metahemoglobinemia. La sintomatología en relación con los niveles de
carboxihemoglobina aparece en la tabla 4.
Tabla 4
Niveles de COHb Síntomas
>50% Muerte
Criterios de empleo:
- Paciente que ha inhalado humo de incendio (restos de hollín en boca,
faringe o esputo) y
- Tiene alteraciones neurológicas (confusión, coma, agitación, convulsio-
nes) y además
- Presenta alguna de las siguientes circunstancias:
· Bradipnea (< 12 r.p.m.) o parada respiratoria o cardiorespiratoria.
· Shock o hipotensión.
· Lactato > 8 mmol/L o acidosis láctica
Dosis inicial:
Administración intravenosa* de hidroxicobalamina: 5 g (2 viales) a pasar en
15 min en adultos o 70 mg/kg de peso en niños. Puede repetirse la megado-
sis una vez (5 g más-2 viales) si persiste sintomatología o existe inestabili-
dad hemodinámica o el paciente está en parada cardíaca.
* La vía intrósea es posible, aunque por el momento, no hay experiencia en humanos.
- Lesión térmica directa de la vía aérea que afecta sobre todo al tracto respiratorio su-
perior por exposición a altas temperaturas. Produce inflamación y edema a nivel de
epiglotis y laringe, pudiendo producir una obstrucción crítica de la vía aérea. Debemos
tener en cuenta que las lesiones inflamatorias progresan durante las primeras 24-48
horas, pudiendo ser asintomáticas en las fases iniciales. Además, la reposición agre-
siva de líquidos favorece la formación de edema, incrementando el riesgo de obstruc-
ción de la vía aérea. o la aparición de edema pulmonar.
- Restricción torácica severa: las quemaduras extensas de segundo y tercer grado, an-
terolaterales o circunferenciales torácicas se asocian a un aumento del trabajo respi-
ratorio, hipoventilación, dificultad para eliminar secreciones y formación de
atelectasias. Esto puede provocar un estado de insuficiencia respiratoria y dificultad
para la ventilación mecánica, generando presiones elevadas por disminución de la
compliance torácica. Las escarotomías pueden ser necesarias para reducir la restric-
ción de la pared torácica.
Por todo esto es preciso reconocer cuando estamos tratando con un paciente gran quemado
para así poder realizar las correctas maniobras de resucitación y prevenir las posibles com-
plicaciones en este tipo de pacientes.
5.2. Tratamiento
El gran quemado debe considerarse y ser tratado como un politraumatizado, siguiendo los
mismos algoritmos para su atención. Se debe seguir el mismo esquema de actuación ex-
puesto en la valoración.
15
A: Apertura de vía aérea.
B: Ventilación. Debemos ventilar al paciente con una FIO2 al 100%.
C: Circulación.
D: Valoración neurológica.
Para la sedoanalgesia del paciente y la intubación precoz se seguirán las ordenes médicas,
aunque lo más usual en este tipo de paciente es:
• Analgesia con:
Cloruro mórfico: 0.1-0.2 mg/kg en bolus o en perfusión: 10-50 microg/kg/h.
Fentanilo: 50-100 microg en bolus o en perfusión: 1 microg/kg/h.
• Sedación:
Midazolam: 0.1-0.3 mg/kg en bolus o en perfusión. 0.05-0.2 mg/kg/h.
Etomidato: 0.3-0.5 mg/kg en bolus 20mg/1 min. Perfusión no recomendada.
• Relajación muscular:
Succinilcolina: 1-1.5 mg/kg.
Vecuronio: 0.1-0.2 mg/kg en bolus o en perfusión.1-2µg/kg/h
En quemaduras muy extensas cubriremos las lesiones con apósitos estériles (este gesto
además de prevenir las infecciones, disminuye el dolor, al tapar las terminaciones nerviosas
que están expuestas), nunca vendarlo, solo tapar la lesión tratando las heridas con la má-
xima esterilidad/asepsia posible, para prevenir futuras infecciones.
Como primera medida para detener el proceso de la quemadura se debe retirar al herido
de la fuente de lesión, retirar ropa y joyas de zonas afectadas, excepto si se encuentra ad-
herida a la piel (12).
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Debe hacerse con agua corriente templada durante 20 minutos, que deben ampliarse en
caso de productos químicos, puede usarse la inmersión o irrigación. Evitar el uso de agua
muy fría ya que limita el flujo sanguíneo a la zona e induce hipotermia. (23)
Para enfriar la lesión se pueden usar también apósitos de gel de agua o suero fisiológico (14).
Retirar cadenas, pulseras y anillos que puedan producir compresión si se edematiza el
miembro.
Tras enfriar la lesión se deben limpiar los restos de suciedad visible con agua y jabón anti-
séptico suave (13,14, 23) como clorhexidina diluida, evitando el uso de antibióticos (12). Es ne-
cesario desbridar los restos de piel muerta de flictenas abiertas y de aquellas grandes o
frágiles. Las flictenas pequeñas se pueden dejar intactas (13,23). La evidencia para desbridar
las flictenas es pobre, pero sin hacerlo no se puede valorar la profundidad correctamente (13).
• Quemaduras dérmicas profundas. Puede ser útil la Sulfadiazina argéntica (13), que dis-
minuye la colonización bacteriana de las quemaduras, aunque su uso puede retrasar la
cicatrización y no ha demostrado disminuir la incidencia de infecciones locales ni sepsis
(24)
. No aplicar sulfadiacina argéntica si se va a derivar el paciente a otro servicio porque
dificulta la valoración posterior (23).
El uso de apósitos biológicos es mejor sobre todo en niños porque reduce el dolor y permite
la valoración a través del mismo(13). Algunos autores desaconsejan el uso rutinario de anti-
sépticos y pomadas antibióticas porque contribuyen a la selección de cepas resistentes y a
macerar las lesiones(14). La sujeción del apósito se debe realizar con un vendaje tubular o
elástico suave, pudiendo usarse un apósito secundario adhesivo en quemaduras poco ex-
tensas (14). Si la lesión afecta a una articulación, mantener en hiperextensión para evitar re-
tracciones.
18
El cambio de apósitos debe realizarse a partir de las 24-48 horas y ese es el momento de
valorar de nuevo la profundidad de la lesión. A partir de este momento se podría iniciar el
uso de productos tópicos como sulfadiazina argéntica(12). A partir de este cambio de apósito
el resto se realizarán dependiendo del tipo de cura realizada y del estado de la evolución
de la lesión. Será necesario cambiar el apósito inmediatamente en caso de aparición de
dolor, herida con mal olor o apósito empapado en exudado. (12)
En todo paciente quemado se debe valorar que esté correctamente inmunizado frente a té-
tanos.
De manera general se debe recomendar al paciente (14):
• Cambios de apósito cada 48 horas, más frecuentes en quemaduras dérmicas profundas (13).
• Mantener la región lesionada en reposo y elevada.
• Protección solar tras la curación durante al menos un año.
• Patrón respiratorio ineficaz (00032) r/c deterioro de la percepción o cognición, deterioro mus-
culoesquelético, dolor y/o ansiedad, m/p disminución de la ventilación por minuto, disnea o
disminución de la capacidad vital.(26)
• Disminución del gasto cardiaco (00029) r/c alteración del volumen de eyección, alteración
de la precarga, alteración de la postcarga, alteración del ritmo cardíaco m/p edemas, piel fría,
prolongación del tiempo del relleno capilar, bradicardia o taquicardia, ansiedad, agitación. (25)
• Síndrome de estrés del traslado (00114) r/c deterioro del estado de salud, experiencia im-
prevista y sentimientos de impotencia m/p ansiedad, inseguridad, pesimismo, frustración.(25)
• Ansiedad (00146) r/c estrés, amenaza de cambio en el estado de salud, amenaza del auto-
concepto m/p sentimientos negativos sobre sí mismo, verbalización de esos sentimientos, di-
ficultad para tomar decisiones...(25)
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• Deterioro de la integridad tisular (00044) r/c agentes térmicos, productos químicos o radia-
ciones m/p lesión con destrucción tisular (tejido subcutáneo y mucosas).(25)
• Dolor agudo (00132) r/c agentes lesivos biológicos, químicos, físicos, psicológicos) m/p ob-
servación de evidencias de dolor, informe verbal de dolor, dilatación pupilar cambios en la pre-
sión arterial, cambios del pulso, cambios de la respiración, diaforesis, conducta expresiva,
mascara facial.(25)
7.- RESUMEN
El gran quemado es un enfermo en el que su manejo y estabilización en la urgencia extrahos-
pitalaria se hace difícil por la inestabilidad en la que se encuentra, por las grandes complicaciones
que pueden suceder en un corto periodo de tiempo como la asfixia por inhalación de humos, la
entrada en shock por dolor, por hipotermia o por hipovolemia.
Esto hace que si no actuamos rápido entre en un proceso potencialmente letal, por lo que el
tratamiento inicial con una intubación orotraqueal precoz y la reposición de líquidos templados
para evitar la hipotermia así como la sedoanalgesia se hacen de vital importancia para este tipo
de pacientes. Por ello es prioritario que tengamos equipos entrenados en este tipo de urgencia
vital para reconocer los signos y síntomas que pueden desencadenar un desenlace fatal y poder
prevenirlos.
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