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UN JUEGO DE ESPEJOS
Las Relaciones Padres e Hijos

Ana Giorgana

Calidad de Vida Emocional

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“Dichoso aquél que se siente dichoso con sus hijos”

William Penn

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CONTENIDO

1 Introducción

2 La Importancia de los Espejos

3 La Formación de los Espejos

4 El Desarrollo de los Espejos

5 Los Espejos y la Identidad

6 El Autoconcepto y la Imagen Personal

7 La Autoestima y los espejos

8 Mecanismos que entran en juego en los espejos

9 Para Concluir

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1 INTRODUCCIÓN

En infinidad de ocasiones hemos escuchado decir:

“Los hijos dejan a sus padres y formarán su nueva familia y su vida.


A su vez, los hijos de los hijos se convertirán en padres y así, durante
generaciones y generaciones. ”

Si bien la gran mayoría de los seres humanos cumplimos con este


destino, también es cierto, que nadie nos prepara para una de nuestras
grandes misiones de vida: la paternidad y la maternidad.

La formación y educación de los hijos se ha convertido en un tema de


actualidad. Los padres y madres se encuentran por una parte más
conscientes de su rol respecto de la crianza de sus hijos, y por otra por
paradójico que parezca, se hallan confundidos y sobrecargados de
sentimientos encontrados para desempeñar ese rol.

Es indudable que ninguna relación es tan significativa y tan importante


como la de los padres e hijos. El fuerte vínculo que
se establece, entre otras circunstancias, está principalmente definido por
nuestra fragilidad física, psicológica y adaptativa al nacer.

Dentro del reino animal, sólo los seres humanos muestran una
dependencia tan prolongada de sus progenitores. El proceso de convertirse
en una persona adulta lleva tiempo; una larga infancia, una adolescencia que
conlleva crisis importantes y n ecesarias, y finalmente la adultez. En estas
líneas el transcurso de las etapas se lee con rapidez. Sin embargo, la
madurez lleva su tiempo. Y siempre, siempre, siempre es un proceso y no
lineal, sino dinámico en el que infinidad de factores entran en j uego.

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En este sentido, los padres y madres, o en su defecto, las personas


encargadas de la crianza de los menores son y serán necesariamente los
formadores y guías del infante, sin olvidar, que además , los hijos tomarán su
camino por cuenta propia.

Aún cuando la crianza de los hijos sea una actividad fascinante para
una muchos, no por ello, quiere decir que sea una labor sencilla, sobre todo
cuando esos hijos nuestros nos plantean retos importantes, nos cuestionan, y
al mismo tiempo, son capaces de despe rtar en nosotros, los sentimientos
más sublimes y los más despreciables también.

Los padres y madres no atinan a salir de confusión cuando uno de sus


hijos es capaz de despertarles tristezas, enojos, culpas y hasta decepciones.
He escuchado a infinidad de ellos comentar:

¡Qué ingratitud!
Después de todo lo que he hecho por ellos.

Al parecer somos capaces de lidiar sólo con aquellos sentimi entos que nos
hacen sentir bien, pero no con emociones, que por su naturaleza nos llevan a
experimentar dolor; y cuando esto sucede, nos cuestionamos este rol de
padre o madre. Por momentos nos sentimos perdidos y sentimos que todo
nos ha salido mal.

Los éxitos o fracasos de los hijos, los vemos como si fueran nuestros, los
malos comportamientos se los achacamos a nuestra poca fuerza para
educarlos, o a situaciones que hicimos o dejamos de hacer. Los mimamos
demasiado, les exigimos muy poco. El caso es que no encontramos la
respuesta adecuada.

En el contexto actual el ejercicio de la paternidad y de la maternida d no es


una tarea fácil, es necesario sortear una serie de situaciones tanto en la
cuestión social como en la dinámica familiar.
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Es necesario tomar en cuenta que estos padres y madres tienen,


independientemente, de su responsabilidad de ser ejes de famili a y
formadores de hijos de bien, una serie de factores que también influyen en
su vida como adultos; como son:

Su estabilidad emocional, la situación económica, la vida en pareja, las


labores del hogar, las presiones laborales de ambos padres, la relacio nes con
la familia extensiva, las influencias sociales y los influjos de la época actual de
las telecomunicaciones y la era multimedia.

Algunos de estos factores pueden ser controlados, administrados y


resueltos por ellos. Otros escapan de su dominio y es necesario atemperar y
observar, que se vive actualmente en una sociedad consumista que plantea
una serie de necesidades que no necesariamente, son necesarias, valga la
redundancia. Es importante estar muy alertas para no sentirse atropellado
por esta carrera del tener, tener, tener. Y no confundir los deseos con las
necesidades. Porque a veces no los distinguimos y creemos y satisfacemos
deseos de objetos y situaciones, pero no necesidades de atención, amor o
afecto.

Por otra parte, existen una serie de variantes y variables asociadas a


nuestra naturaleza humana y biológica que son inalterables, pese a nuestras
condiciones, circunstancias y deseos. Me refiero por supuesto, a los procesos
de desarrollo de maduración. Es decir a las condiciones de cómo n os vamos
convirtiendo en personas adultas, tanto en lo físico como en lo emocional y
en lo social.

Dicha evolución no ha cambiado en absoluto. Observemos detenidamente


y podremos constatar que la naturaleza se torna persistente en nuestra
manera de formarnos y conformarnos:

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Nacemos en un período de gestación, promedio de nueve


meses.

Nos sentamos más o menos a la misma edad que nuestros


ancestros.

Desarrollamos nuestras capacidades biológicas,


neurológicas, psicológicas y sociales en el mismo tiempo
que nuestros antepasados.

Caminamos a la misma edad que los primeros hombres en


la tierra.

Hablamos en el tiempo que es lo esperado para nuestra


biología.

Vamos adquiriendo conocimientos y habilidades de acuerdo


a nuestra edad y exactamente igual que en ge neraciones
anteriores.

Nada altera nuestro desarrollo, nada , excepto la prisa de nuestros


tiempos parece ser. Lo que sí ha sufrido transformaciones radicales es el
medio que nos rodea y la manera de relacionarnos con este ambiente y con
el resto de los seres humanos, lo que influye de manera importante, en
nuestra manera de ser y de no ser también.

Padres y madres con exigencias del siglo XXI estamos criando y formando
hijos que biológica, psicológica y socialmente pertenecen a la edad de
piedra.

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Este sólo acontecimiento es para confundir a cualquier progenitor. Un


acontecimiento que plantea desafíos importantes, cuestionamientos y
preguntas de relevancia, en lo que a la educación y formación de los menores
se refiere.

Nuestra herencia biológica no e stá en sincronía con la complejidad y


cambios en los que la sociedad está inmersa .

Para no ir muy lejos, lo que hoy está de vanguardia, mañana ya es


obsoleto. Pero en nuestra vida individual, todo lleva su tiempo. Y más , si
hablamos de procesos de mad uración y no de cambios tecnológicos.

El ámbito familiar también se ha visto afectado y la conformación de


los grupos ha sufrido grandes transformaciones, la familia nuclear y
tradicional, parece ser cada vez más la excepción que la regla, de manera que
la interacción dinámica de los miembros que la conforman, han dado como
consecuencia estructuras familiares diversas.
Hoy en día encontramos dentro de la sociedad y sus familias,
estructuras de todo tipo:

Familias tradicionales.

Familias que se constituyen con un solo padre y los hijos.

Familias de padres divorciados.

Familias fragmentadas.

Parejas conformadas de segundos o terceros matrimonios,


viviendo con los hijos o sin ellos.

Familias compuestas, en donde conviven: los tuyos, los


míos y los nuestros.
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Hoy más que nunca nuestros referentes se han desdibujado, en épocas


anteriores lo que ayudaba a los bisabuelos, también era importante para los
padres y los hijos de éstos. Los cambios sociales y tecnológicos sucedían en
siglos, o décadas. Por tanto, sus estructuras y condiciones sociales eran más o
menos similares.

Actualmente nos vemos sujetos a cambios rápidos y vertiginosos que


no asimilamos del todo. No contamos con versiones que nos guíen sobre el
tema que tratamos.

Nos sentimos inseguros de sí lo que hacemos es o no lo adecuado para


los hijos, para nosotros mismos o para nuestro entorno familiar o social.
Sobre esta misma línea, los roles y funciones tanto de hombres y mujeres
han variado sustancialmente. Se han tornado imprecisos.

Dentro de estas funciones, encontramos por ejemplo: los padres o


madres como figuras de autoridad para los hijos.

Los padres de hoy en día, luchan y se debaten porque no logran saber


cuál es su lugar: quieren ser firmes, pero al mismo tiempo flexibles. Desean
ser amigos de sus hijos y también que se les respete como padres.

No encuentran los límites adecuados; ser flexibles o laxos, lo que a mi


manera de ver, empaña lo que les mostramos a los hijos, en lo que a límites y
firmeza se refiere.

Además de que la gran mayoría considera la importancia de que sus


hijos sean felices. Lo sustentan como un valor de gran estima. Y
encontramos entonces, padres tiranizados por hijos demandantes con
exigencias descontroladas. Insaciables y lo que es más preocupante,
sobreprotegidos y mimados, sin capacidad para madurar.

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El desafío más importante, por tanto, en cuánto a la crianza de los hijos


se refiere, es dejar establecida una personalidad lo suficientemente
estructurada, para que cada hijo, cuente y haga uso de sus pr opios recursos y
logre enfrentar los problemas que le tocarán en su momento. La tarea de la
paternidad es dar herramientas para resolver los problemas de la vida.

Un reto nada fácil para todo aquél, que haya decidido embarcarse en
la responsabilidad de la maternidad y de la paternidad, en un tiempo como
es el nuestro.

Sí nosotros como padres logramos crecer y desarrollarnos como personas,


seguramente seremos mejores guías para nuestros hijos.

No nos queda de otra, es necesario asumirnos como formadores de la


prole que decidimos tener, y representamos un aspecto fundamental en su
vida emocional, en su identidad, y ellos a su vez, tienen un peso específico en
nuestra existencia.

En un sentido más amplio las relaciones humanas son complejas,


dependen de infinidad de factores, en este libro voy a enfocarme a aquellos
aspectos en la que nuestros hijos nos reflejan nuestras emociones y nos las
devuelven. Es evidente qu e nosotros también lo hacemos, porque la vida
humana se establece en un intercambio e int errelación.

Parto de la idea que las relaciones entre padres e hijos se lleva a cabo
mediante un juego de espejos y reflejos, de emociones, pensamientos,
actitudes, aceptación, realización y expectativas.

A este proceso le he llamado el Juego de los Espejos. Al final de cada


capítulo se da un pequeño ejercicio que va dando pautas para conocerlos.

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Por supuesto que este aspecto es necesario que se observe desde una
posición realista. La fatalidad y la culpa no ayudan a nada, por el contrario,
entorpecen nuestra visión y crecimiento. Es mejor tomarla en cuenta como
una posibilidad de crecimiento personal y mejorar de esta manera, la
relación con ellos y con nosotros mismos.

Recuerda que en la medida que hagas los ejercicios que vienen al final
de cada capítulo tendrás un mejor aprendizaje sobre ti mismo y tus propios
reflejos y espejos, tus hijos, así como la posibilidad de tener una visión más
amplia de tu realidad.

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2 LA IMPORTANCIA DE LOS ESPEJOS

Las relaciones humanas pueden e quipararse a un juego de espejos,


éstos representan alguna parte de nosotros mismos y al mismo tiempo,
nosotros actuamos como reflejo para otras personas.

Desde que nacemos estamos necesariamente vinculados a este


proceso de reflejos. Somos personas que vamos conociendo quiénes somos
mediante lo que los otros, padre y madre, en un inicio , nos van indicando
cómo es que somos. Van definiendo la manera en la que nos comportamos:

Nuestras cualidades.

Nuestra manera de ser o no ser.

Nuestros defectos y cualidades.

A quién nos parecemos y a quién no.

Nuestros estados de ánimo.

Hasta nuestro nombre lo aprendemos de otros.

En esta experiencia de la vida vamos a encontrar reflejos y espejos de


diversa índole, es decir, van a existir personas que sean buenos e spejos para
nosotros y, también existirán otras relaciones, que tal vez no sean un
adecuado reflejo de nosotros mismos.

Así como nosotros sabemos que tenemos un cuerpo, una cabeza y una
cara, la única manera de mirarnos completamente y además identificarn os,
es justamente en el momento en el que nos reflejamos en algo externo, un
espejo, un cristal, una pantalla.

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Sí los espejos no existieran, tendríamos una vaga idea de cómo sería


nuestra nariz, nuestra boca, la barbilla o el cuello. Todos sabrían cómo
somos físicamente menos nosotros.

En nuestra vida psicológica estos espejos los constituyen los otros, las
demás personas con las que nos relacionamos, o están a cargo de nuestra
crianza en una primera instancia.

Este juego de espejos cobra importanci a en el aspecto emocional, ya que


determina e influye en la formación de nuestra personalidad y sobre todo, en
aspectos puntuales de la misma como son:

La Identidad.

El Autoconcepto.

La Autoestima.

Y es en la formación de estos procesos y su consolidació n en dónde existe


una de las interacciones más significativas en la relación de padres e hijos.

Para ejemplificar, existen un sinnúmero de espejos en la vida real y


concreta. Los encontramos de diversos tipos: ovalados y cuadrados; chuecos
y derechos; grandes, pequeños y medianos; relumbrantes y empañados;
viejos y modernos; sucios y limpios y hasta opacos y nítidos, entre otros.

A lo largo de nuestra vida también vamos a encontrar en nuestra


formación personas que tienen reflejos para nosotros chuecos o derechos, en
los que nos vemos feos y otros , en los nos vemos muy hermosos.

Y al mismo tiempo, nosotros vamos a reflejar nuestras fealdades,


nuestras cualidades, nuestras pequeñeces o nuestras grandezas.

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Cuenta una vieja anécdota:

En una ocasión una persona paseaba por un camino y se topó con un


espejo, al verlo se agachó a recogerlo y al examinarlo y ver lo que ahí
se reflejaba, exclamó:
¡Qué horrible y viejo!, con razón lo tiraron. Y el hombre volvió a arrojar
el espejo al camino.
Pasos atrás venía otro hombre por el mismo camino, también encontró
el espejo, también se agachó a recogerlo y a examinarlo, también tuvo
Curiosidad de saber que era aquello que contenía y al mirar el reflejo,
exclamó:
¡Qué espejo más estupendo! ¿Por qué lo habrán tirado?
Lo llevaré conmigo. Lo pondré en la entrada de mi casa y así lo
disfrutaré y todo el que llegue a ella, podrá verse tal cual és.

En esta pequeña anécdota se observa que ambos personajes vieron


cosas distintas y hasta diametralmente opuestas en el mismo espejo. Ambos
vieron proyectada su imagen en un espejo idéntico. Sin embargo, lo que el
espejo les devolvió, no fue más que una proyección de sus propias
emociones, concepto de sí mismos y el resultado de su autoestima.

En nuestras relaciones para al gunos somos estupendos y para otros


despreciables. Así nosotros damos a nuestros hijos algunos aspectos de su
manera de ser que nos parecen muy bien y adecuados y los alentamos a ello.

El problema se inicia cuando esos hijos nuestros nos proyectan lo qu e


no nos gusta y entonces, tratamos que se reflejen derechos en un espejo
chueco.

Lo cierto es que no establecemos el mismo juego de espejos con todos


los hijos, con unos somos más duros, con otros más aceptantes, con otros
más gritones, y quizá ellos nos digan con sus reflejos actitudes distintas de
nosotros mismos.
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Cuando entramos a la casa de los espejos resulta divertido porque nos


vemos reflejados según el espejo esté diseñado: cóncavo, convexo, largo o
corto. Físicamente nos observamos chaparros, go rdos, con la cabeza
pequeña y el cuerpo grande o viceversa. Nos entretiene.

Sí pasamos esta experiencia a nuestra vida emocional y de nuestras


relaciones, seguramente ya no nos parecerá tan emocionante, puesto que a
veces, nos van a mostrar partes que ta l vez, no nos gusten de nosotros
mismos. Recordemos que se trata de un proceso dinámico , y no estático.
Con lo cuál quiero resaltar, que tal vez por momentos somos cóncavos, en
otros momentos convexos, y en algunos más nítidos y transparentes.

Nosotros también vamos a reflejarles a otros lo que no les gusta de sí


mismos. O lo que no aceptamos de ellos y de nosotros. Los espejos
metafóricamente hablando nos permiten ir descubriendo y averiguando
quiénes somos y qué se espera de nosotros en esa familia en la que nos ha
tocado vivir, y de ahí, formamos una imagen integrada de quiénes somos y
del mundo que nos rodea.

Vamos a suponer que en la casa de Roxana se valora el silencio y los


buenos modales. Pero resulta que Roxana nació con un temperamento
fuerte y lleno de vida. Grita, llora, habla rápido y siempre es ruidosa en su
manera de ser.
Qué creen que le dirán sus espejos.

Eres una gritona.

Puedes modular tu tono de voz?

Me molesta que seas tan chillona.

Siempre haces demasiado escándalo para todo .

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En ese hogar Roxana seguramente se sentirá inadecuada, no puede ser


diferente, ella es así, es más su tono de voz no le ayuda, es agudo. Pero sus
espejos le muestran que tiene que ser distinta. Le piden es más, que baje la
voz, la califican como chill ona y escandalosa. Su autoconcepto y autoestima
son calificadas de manera negativa.

Roxana crece y generalmente se está todo el tiempo criticando porque


nunca puede hacer las cosas en silencio, habla a gritos y piensa que no puede
hacer nada al respecto. Se siente incompetente para resolver su problema de
aceptación.

Este es un ejemplo exagerado, pero no muy alejado de la realidad de lo


que nos va sucediendo a lo largo de nuestra vida. Nos pasa a todos, nadie se
salva, lo importante es tomar conciencia y e iniciar un proceso de
restauración de los reflejos de la autoestima, identidad y autoconcepto tanto
de ellos como hijos como de nosotros como padres.

El hecho de vivir con personas que poseen una imagen distorsionada


de sí mismas, o que son incapaces d e ser unos buenos espejos, de ninguna
manera las convierte en culpables, ellos quizá también estuvieron sujetos a
distorsiones de otros, de sus padres, maestros en lo particular, y de su medio
ambiente en lo general.

Cuando nuestros hijos nacen y en el m omento en que aceptamos este


compromiso, quedamos: fascinados, enamorados de ellos y creemos que
sólo nos devolverán aquella imagen que más nos gusta y nos hace n sentir
orgullosos de nosotros mismos , porque esperamos:

“Ser los mejores padres….buenos y pa cientes.


Ser admirados y qué agradezcan todo el amor que les damos , y sobre
todo, lo que hacemos por ellos. ”

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Lamentablemente no ocurre así. La realidad se nos impone con fuerza .


Los hijos se convierten en nuestros espejos y reflejos magnificados, en
nuestro estanque, y lo que nosotros siempre, deseamos ver, no es
necesariamente lo que nos reflejan. Pero también es verdad, que ellos
tampoco desean y quieren verse reflejados sólo de manera negativa.

Por el contrario, en muchos momentos, nos devuelven aquel las


imágenes y emociones, que somos incapaces de reconocer en nosotros
mismos. Este aspecto me recuerda el refrán popular: “ lo que no puedes ver,
en tu casa lo has de tener”.

Y lo que es más, experimentamos un torrente de sentimientos que no


logramos atinar a llamarlos por su nombre, porque están en relación directa
con nuestro amado hijo. Dentro de esas intensas emociones se encuentran:
la ira, el descontrol, la vergüenza, la culpa, la envidia, la desilusión, etc.

Es necesario aclarar que ninguno de estos procesos ocurre manera


consciente. Por tanto, la única manera de descubrirlos y enderezar nuestros
espejos es conocernos a nosotros mismos para dejar de sentirnos víctimas o
de responsabilizar a los demás por nuestra situación.

O bien, dejar de esperar que los otros, como los amigos, los hermanos,
los padres nos indiquen como solucionar nuestros problemas o proceso de
vida con nuestros hijos. La mejor manera es la autenticidad, ser quienes
somos, tal cuál somos y procurar contar con una visión in terior de aquello
que reflejamos.

La experiencia de la maternidad y de la paternidad es una gran


oportunidad de crecimiento para los padres y madres, ya que los hijos nos
devuelven una imagen tipo pantalla de cine de nosotros mismos.

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Para bien o para mal, los padres cumplen la función de ser modelos
en la formación de la personalidad; de la identidad, del autoconcepto
y autoestima de sus hijos.

Nos guste, o no, lo decidimos y sí no , pues habrá que asumirlo, como


adultos responsables de nuestras decision es… las de ellos, la de
nuestros hijos, serán las suyas propias.

Cada hijo es una experiencia distinta en este Juego de Espejos, aún


cuando las funciones y procesos se mantengan inalterables, la dinámica de la
relación cobra diferencias sustanciales.

Porque además de ello, cada persona tiene una sola manera de


comprender la realidad que vive, por tanto, los juegos van cambiando de
acuerdo a la relación que se establece. Cada hijo va a significar cada
experiencia de una manera distinta, la naturaleza huma na es así, no hay dos
realidades iguales, no hay dos juegos de espejos idénticos… cada hijo y cada
padre, tienen un trozo de la verdad de sus propios reflejos y espejos.

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Dinámica de Reflexión.

EN UNA HOJA BLANCA DIVIDE 3 COLUMNAS:

Padre Madre Hijo

Paciente Intolerante Chillón


Enojón Alegre Berrinchudo

Este es un pequeño ejemplo. Puedes hacer la lista tan grande como


desees. Y te darás cuenta, a quién se parece más tu hijo. Con sus actitudes
qué te está reflejando y cómo te sientes cuand o él muestra alguna de las
características que has descrito aquí.

También es importante que una vez que hayas t erminado la lista, la


leas de nuevo y observes cómo te sientes……..

Puedes experimentar una serie de sentimientos algunos que te


agraden y otros que te desagraden. Recuerda la culpa no sirve de mucho, lo
más importante es la responsabilidad de nuestros sentimientos y acciones.

Anota tus sentimientos y trata de comprender cuál es el origen de esas


emociones. A quién te recuerdan?. A tu papá, a t u mamá, a un hermano, a
un profesor.

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Una vez que hayas terminado con este ejercicio. Vuelve de nuevo a tu
lista y agrega una columna más junto a la de tu hijo…..y define y describe,
cuáles son las características propias de su manera de ser,
independientemente de los padres, hermanos. Es decir, qué es lo que sólo lo
identifica a él o ella.

Padre Madre Hijo Características


Específicas de tu hijo.
Sonriente.
Espontáneo
Amiguero

Puedes iniciarlo ahora y empezar a conocer más acerca de esta


relación tan significativa

Padre Madre Hijo Características


Específicas de tu hijo.
Sonriente.
Espontáneo
Amiguero

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3 LA FORMACIÓN DE LOS ESPEJOS

La gran mayoría de las conducta s de los hijos son el resultado de


nuestras actitudes, nuestros sentimientos, nuestros valores, pero también de
nuestro lenguaje corporal. Sin dejar de reconocer que las características de
cada hijo al nacer son my importantes, cada hijo va a significar d e manera
diferente nuestras actitudes, sentimientos y actos. Cada hijo percibe lo que
vive de sus padres de manera distinta. Cada quién tiene una realidad,
aunque todos hallamos vivido la misma situación. De manera que cada quién
tiene sus propios padres y madres y también sus hijos. Cada realidad y la
más importante es la personal.

En infinidad de circunstancias observamos que nuestros hijos:

Se sientan igual que nosotros.

Se expresan con las mismas palabras y gestos que el suegro.

Se duermen de manera idéntica que nuestra hermana mayor.


Y por desgracia, es con la que menos nos llevamos.

Se ríen como la abuelita que tanto nos consintió.

Muestran los mismos rasgos de personalidad que no


toleramos de nuestro marido o pareja.

No sólo transmitimos los reflejos por lo que decimos, si no por lo que


callamos. Nuestra actitud es absorbida p or todos los sentidos del infante , y
de esa manera, muestran nuestras propias maneras de comportarnos.

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Una actitud es la disposición afectiva que se tiene frente a las personas,


frente a sí mimo, respecto de alguna circunstancia, o en lo referente a un
hecho en particular.

Las actitudes en cierta forma van a ser una guía y una representación de
la vida emocional. Las actitudes tienen diversos matices, para abrev iar sólo
daré un esquema general, pero que quedará bien detallado para su
comprensión.

Podemos tener una buena actitud o una mala disposición en relación a


algo o a alguien. Sí soy una madre o un padre que necesito que todo este en
orden, seguramente voy a tener una mala disposición afectiva o una actitud
negativa, frente al alboroto y reguero de juguetes en casa. Entonces mi
actitud será regañona o gruñona o tal vez, impaciente frente al hijo que lo
haga con mayor frecuencia.

Las actitudes siempre son impo rtantes en todo lo que hacemos y


desarrollamos en nuestras vidas. Las actitudes determinan o están
determinadas por nuestras emociones, valores, creencias, condiciones
sociales, y también, por lo que sentimos o pensamos acerca de la
maternidad, de los hijos, del esposo o esposa y de nosotros mismos. Las
actitudes tienen que ver con los modos y maneras que hacemos lo que
deseamos o no.

Por ello es de suma importancia revisar nuestras


actitudes, éstas pueden cambiar . La vida es dinámica y
siempre se puede mejorar a la luz de tomar conciencia de
quiénes somos y cómo hacemos o ejercemos la
maternidad o la paternidad.

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Es indudable que repetimos modelos aprendidos en este camino de ser


padres o madres, tal vez, nuestros padres no tuvieron actitudes positivas
frente al hecho de ser padres y ahora nosotros, quizá lo estamos
reproduciendo.

No hay otro camino, revisar nuestras actitudes, las de nuestra pareja, la


de nuestros padres, nos ayudarán mejor a comprender esta relación de
satisfacción que tanto anhelo con mis hijos. Todo de lo que no se es
consciente no es posible darle otro rumbo, otro matiz, demos pues una
limpiadita a nuestros espejos…

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Dinámica de Reflexión

Toma unos momentos en los que puedas disponer de cierta


tranquilidad. Y contesta las siguientes preguntas:

¿Cuál es mi actitud respecto de mi función de ser padre o


madre?

¿Cuál es mi disposición afectiva frente a este rol que decidí


desempeñar

¿Con qué actitud fui tratada o tratado por mis padres?

¿Cómo me afecto o sigue afectando?

¿Cuáles de las actitudes de mis padres estoy repitiendo y


deseo modificar?

La respuesta nos indicará que clase de espejos estamos siendo para


nuestros hijos, independientemente de lo que ellos son como personas.

Intenta extenderte lo más que puedas en tus respuestas. Seguramente


vendrán recuerdos y un torrente de emociones. No las detengas, sólo
obsérvalas y anótalas para que puedas trabajar con ellas.

De esta manera podrás darte cuenta qué está empañando tus espejos
y por qué por momentos sientes emociones que no comprendes.

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4 El DESARROLLO DE LOS ESPEJOS

Los primeros espejos que encontramos en nuestra vida son la familia:


padre, madre y hermanos. Conforme vamos creciendo los espejos y reflejos
se van ampliando y éstos también nos van a ir dando guías y a definir nuestra
personalidad, como son: la familia extensiva, los tíos, los primos y abuelos.

Posteriormente los círculos sociales a los que pertenecemos, dentro de


los que se encuentran: escuela, amigos, maestros, la iglesia , clubes, colonia,
etc.
Día con día desde que nacemos vamos escuchando una serie de
cualidades, defectos, humores, sentimientos y nos vamos reconociendo en
esos calificativos.

No sólo nos reconocemos, sino que nos vamos a ir comportando de


acuerdo a cómo nos han dicho o dejado entrever de quiénes somos. La
omisión también cobra importancia, aquello que no nos dicen también nos
define.

Así por ejemplo sí nos han dicho que somos flojos, con el tiempo no la
vamos a creer, y esa es la imagen que le devolver emos a los demás. Sí nos
han hecho sentir que somos inteligentes y amigables, de esa manera
exactamente nos vamos a comportar.

Cómo lo he venido mencionando este espejeo es de doble vía. Así


como nosotros decimos y hacemos cosas que definen a nuestros hi jos, de la
misma manera ellos nos van a indicar qué tipo de espejos o padres somos.
Ya no parece tan interesante…..

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Los hijos nos van a decir exactamente lo que hacemos con ellos. De
manera que sí un hijo nos indica que en general nos mostramos enoja dos o
gritones, parece ser que la fuerza, la consistencia y permanencia de esta
manera de ser nos califica y entonces, nos daremos cuenta las veces que
gritamos y que estamos enojados. ¡Qué buenos espejos, nuestros hijos !

Recuerden que los espejos adop tan diversos formas y tipos, y cuando
uno de los hijos sólo nos define y nos muestra como gritones y enojones y no
logra ver lo demás de nuestra persona y de nuestra manera de ser, entonces
y sólo entonces, nos sentimos dolidos, deprimidos, culpables, y po r supuesto,
aunque parezca mentira: más gritones y más enojados nos mostramos.

Porque todo lo que tu me dices que Yo Soy, esa misma imagen te voy a
devolver, porque es lo único que conozco de mí mismo. Y tú, siempre vas a
responder a ello de la misma man era, con una disposición afectiva positiva o
negativa. Y el juego sigue y sigue, cuando es constructivo está muy bien,
pero cuando se torna conflictivo habrá que reflexionar y asumir, y volver a
dar brillo a los espejos de nuestras relaciones con los otr os, y con nosotros
mismos.

LOS ESPEJOS Y SUS REPERCUSIONES

Este proceso de espejear psicológicamente a otros en general, y a los


hijos, en particular, desarrolla y estructura la personalidad, por supuesto, de
acuerdo a las características específicas de cada hijo; su temperamento y en
relación directa con los factores ambientales.

Cada hijo es una persona especial y única, así como los padres ,
también lo son. Probablemente los padres y madres intenten ser de la misma
manera con los hijos, pero éstos no r ecibirán lo que ellos dicen, callan o
sienten de la misma manera.

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Cada hijo tiene sus propios padres de acuerdo a su percepción. Si


ustedes hablan con sus hermanos acerca de las vivencias que tuvieron en la
vida familiar de pequeños, seguramente , las historias de familia en algunos
aspectos mostrarán coincidencias, pero en otros, serán diametralmente
opuestas:

Algunos hermanos recordarán más los viajes hechos en


familia.

Otros tal vez, tengan recuerdos más de la escuela que de la


familia.

Unos dirán que su mamá era muy alegre y para otros talvez,
fue dura e injusta.

Para muchos el padre fue una guía y otro de ellos, tendrá la


vivencia de no haber podido relacionarse con él.

En fin existen muchas historias y novelas dentro de un núcleo familiar,


tantas como el número de miembros que la componen. Este proceso es lo
que hace al ser humano único y diferente al resto.

No es lo que vivimos en nuestra biografía sino el cómo lo vivimos lo que


reviste la cualidad de la experiencia personal.

Es así porque está ligado a la percepción. Los padres o cualquier persona


que nos espejee, tiene la responsabilidad de sus acciones, pero quién
determinará lo que significó esa experiencia en su vida, será única y
específica de quién la vive.

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Es importante destacar que ninguna experiencia se torna importante en


la vida de las personas en formación, a no ser que sea permanente en el
tiempo. Lo que significa, que un regaño no deja huella, pero si el niño es
permanentemente regañado con , o sin razón, tal vez, dicha exper iencia le
haga sentir inadecuado posteriormente. De manera que en el tema que nos
ocupa, será el hijo, el que tiene la última palabra, porque sólo él , o ella,
tendrán la experiencia.

En este juego dinámico de los espejos también entran otros factores qu e


interactúan directamente en el proceso, como son:

Las características personales de cada hijo.

Los rasgos de personalidad de los padres.

Los factores ambientales.

Y la circunstancia y momento de esta familia con este hijo


determinado.

Es de relevancia hacer mención a otro factor fundamental en este


proceso y que se refiere a la comprensión emocional que el niño posee desde
edades tempranas. El infante humano responde más que a palabras a los
estados emocionales de los padres.

Los hijos son especialmente receptivos a la emociones de los padres


como son: tono de voz, maneras de hablar, miradas, gritos, caricias, alegrías,
tristezas, enojos, miedos, frustración y ansiedad, entre otros muchos.

Esas imágenes que nos devuelven están impregnadas de nu estras


emociones y por ello, nos resulta en ocasiones desconcertante, ya que no
tenemos una clara idea de lo que proyectamos.

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Los espejos reales nos muestran los aspectos verdaderos de nuestro


físico. Los hijos se convierten en los espejos psicológicos que nos muestran
irremediablemente nuestros estados de ánimo.

Cada hijo y cada persona responde más a nuestra cualidad emocional


del momento, que a lo que somos , o no somos. En realidad, los hijos, por su
condición de dependencia en la infancia son más sensibles a esta
circunstancia… Ni para bien, ni para mal, la vida humana siempre tiene sus
matices, sus reflejos y sus claroscuros.

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Dinámica de Reflexión

En esta sección es importante que mires dentro de tu contexto familiar


y si te interesa realices el siguiente ejercicio.
Padre Maneras de ser Madre Rasgos de Yo Cómo
carácter Soy

Una vez que hayas llenado las columnas y los rasgos de los tres,
subraya con un color los que tengan que ver con tu padre, de otro color los
que tengan que ver con tu madre.

Posteriormente realiza el siguiente apartado:

Qué le gustaba Qué le disgustaba Qué le gustaba Qué le disgustaba Qué me Qué me
a mi mamá de a mi mamá de mí. a mi papá de a mi papá de mí. gusta a mí de disgusta
mí mí. mí a mí de
mí.

Una vez que hayas terminado medita sobre lo que has encontrado en
estas líneas y date cuenta, sí como ellos te espejearon tú estás reflejando lo
mismo a tu hijo o a hija.

Ahora lo vamos a pasar a los hijos:


Qué me gusta de mi hijo…………….. Qué me disgusta de mi hijo……………..

Y observa qué haces tú cuando el muestra éstas conductas: qué le


dices, cómo se lo dices y sobre todo en qué se parece a ti o alguna de tus
figuras más importantes.

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5 LOS ESPEJOS Y LA IDENTIDAD

La identidad es un proceso que nos lleva a ir formando esa parte de


nuestra personalidad qué nos guía y nos dice:

Quiénes somos?

Cuáles son nuestros orígenes ?

A quién, o a quién no nos parecemos ?

Cuál es mi nombre, mi apellido ?

Qué nos gusta?

Aquello que nos disgusta?

Cuáles son nuestros anhelos ?

En qué valores sustento mi conducta ?

La identidad es volverse idéntico o tener rasgos y maneras de ser que son


acordes con mi grupo, con mis iguales, pero al mismo tiempo, también tengo
una identidad personal.

SOY COMO MIS HERMANOS, MIS PAPÁS, PERO TAMBIÉN , SOY DIREFERENTE A ELLOS.

La Identidad como proceso se enc uentra íntimamente vinculada a la


manera en cómo se dio este juego de espejos en nuestras vidas y de cómo
recibimos ese reflejo tanto de manera verbal como no verbal.

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También contamos con una Identidad como padres que está


influenciada por las imágenes de padre y madre que tuvimos durante
nuestros años de formación.

Sí nuestra madre era sumisa y nuestro padre autoritario, ahí contamos


con una guía sobre algun as de nuestras maneras de actuar, con nuestras
parejas y con nuestros hijos. Sí por el contrario, nuestro padre siempre
accedía a lo que nuestra madre desea ba, esta manera de comportarnos es la
hemos aprendido… eso no quiere decir, que sea la mejor, tampoc o la
peor…simplemente eso aprendimos, y ahora como adultos, necesitamos
aprender a relacionarnos con otros que han aprendido y reflejan destellos
distintos a los nuestros.

Lo más importante es darnos cuenta, reflexionar y pensar cómo viví, de


qué manera me afectó, como lo solucioné. Y sí esos mecanismos que utilicé
en aquél entonces, son ahora vigentes…

Sí la respuesta es no… N o quiero eso para mis hijos, para mi vida


familiar, de mi vida en pareja. Es decir, de eso que viví, que fue lo que
realmente me dejo grandes vivencias, qué no y cómo puedo transformarlas
en mundo como el de hoy.

Definitivo nadie tiene la respuesta, cada madre y cada padre tendrán,


de acuerdo a su historia, sus propias maneras de apropiación a la realidad. Y,
qué creen? está muy bien, para cada cual.

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La identidad está en relación directa con mis emociones, actitudes,


sentimientos, formas de relacionarme, mis gustos, disgustos, intereses y por
su puesto lo que rechazo también tiene que ver con mi identidad, con mi
grupo familiar, social y todo ello entretejido en mis características personales
de eso que es sólo mío y que me define.
La interrelación de estos elementos y otros muchos es lo que se
conoce como identidad y damos entonces, conductas congruentes con
nuestra identidad.

Ahora pasaremos a revisar más a fondo en otro ejercicio eta identidad


que es mía y de nadie más, puedo compartirla, pero sólo a mí me pertenece.

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Dinámica de Reflexión

Generalmente tenemos una idea bastante certera de quienes so mos,


cómo nos comportamos y sobre lo que queremos y no queremos.

Si te interesa conocer más acerca de ti mismo y de tu manera de ser


como padre o madre, responde las siguientes cuestiones:

Qué situaciones, palabras o emociones que tú haces te


recuerdan a tu padre o a tu madre?

¿Cuáles son aquellas conductas que siempre juraste que


nunca harías, y resulta que en este momento las repites con
tus hijos?

Eres más parecida a tu madre o a tu padre a la hora de educar a


tus hijos?

Qué emociones experimentas c uando es necesario regañar o


poner límites a tu hijo o hij ?

En tu casa, quién de tus padres era el responsable de fijar los


límites y la firmeza?

Con quién te identificas más en tu manera de ser madre o


padre?

Te es fácil ser mamá o papá?

Qué situaciones de la crianza de tus hijos representan un reto


para ti?

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Una vez que hayas contestado estas pequeñas preguntas podrás darte
cuenta a quién se parece más tu estilo de ser padre o madre. Con ello podrás
darte cuenta de una parte de tu identidad y de tus juegos de espejos que
generalmente se repiten con los hijos.

Probablemente encontrarás un sin fin de aspectos que te disgusten, pero


si miras más detenidamente estos espejos e identidades, encontrarás un
buen número que te han ayudado a ser quién y cómo eres.

De ser posible comparte tus experiencias, sentimientos y lo que te va


pasando con alguien, de manera que si tienes sentimientos encontrados
puedas contar con un apoyo. No es fácil dar respuesta a estas preguntas y no
experimentar sensaciones, sentim ientos y recuerdos intensos…

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6 El AUTOCONCEPTO Y LA IMAGEN PERSONAL

Estos aspectos de la personalidad se refieren a la visión que cada


persona tiene de sí misma y se están en relación directa con las imágenes
que hemos recibido de otr as personas, principalmente los padres y figuras
significativas de nuestra vida.

El autoconcepto es como una fotografía que se interioriza, puede ser o


no acertada, dicha fotografía pudo haber salido con mucha luz o muy
obscura, con flash o sin él, en sepia, a colores o en blanco y negro.

Este autoconcepto es probable q ue tenga unas valoraciones positivas,


negativas o ambas. La imagen que se interioriza, llega un momento que se
torna totalmente independiente del afuera, y sí no se encuentra bien
delineada, las personas no podrán saber quienes están en la foto, y existe
confusión, pareciera que no somos capaces de distinguir nuestro interior, es
decir, quiénes somos para nosotros mismos. Por momentos, cuando esto
sucede, pareciera que los demás saben más de nosotros que nosotros
mismos.

En la medida que más se aproxime esta autoimagen a la realidad de


nuestro hijo, podrá conservar una mejor forma de contar con experiencias
ricas y significativas. Así como de hacerle frente a sus apuros.

Es necesario que el autoconcepto y la autoimagen verdaderamente


reflejen lo que nuestro hijo es y puede llegar a ser, delinear bien sus
cualidades, sus defectos, sus talentos, sus probables limitaciones. Tomarles
una buena foto es nuestra responsabilidad, o por lo menos , lo mejor que se
pueda. De esta manera estarán en condiciones de conocerse mejor y podrán
estar en resonancia con lo que son dentro de su medio ambiente.

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Sobre este aspecto es importante aclarar que sí sólo vemos sus


aciertos, seguramente será una pers ona que no aprenda de sus errores. Sí
sólo vemos sus errores y lo criticamos, tampoco será capaz de notar sus
habilidades y fortalecer su autoestima.

Durante los primeros años de nuestra existencia la valoración y


validación de lo que hacemos y somos vien e del afuera, de esos otros
significativos para nosotros. Nuestra fotografía interna como personas
también influye en la manera en la que somos capaces de ser buenos espejos
para otros, sobre todo para nuestros hijos.

Seguramente sí mi autoconcepto está deteriorado es difícil poder ser


un espejo derecho o bien conformado para los hijos.

Nada es bueno o malo en sí mismo, lo importante es emprender el


viaje de autoconocimiento para aceptar quienes somos cómo padres y de
qué manera establecemos las relacion es con los hijos. Pero recuerda, como
hemos venido puntualizando, ellos, también tienen sus propias percepciones
y vivencias.

A veces nos hemos sentido muy sorprendidos de que algunas personas


ven en nosotros atributos, cualidades y defectos que ni siqu iera habíamos
nos habíamos percatado. Ese es un pequeño ejemplo de un espejo
deteriorado. La imagen que nos reflejan no es lo que nosotros miramos de
nosotros mismos.

En otros momentos nadie es capaz de ver lo que yo veo de mí. Quién


estará más ciego ellos o yo. Sin embargo, en otras situaciones tanto lo que el
medio observa como lo que yo veo de mí se encuentran, embonan
perfectamente. Y esto, por supuesto que eleva mi autoestima, mi imagen y
autoconcepto mejoran.

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El autoconocimiento de nuestra fotogr afía interior es vital y necesaria


para nuestra manera de estar en la vida. Y sobre todo en nuestro ejercicio de
la maternidad y paternidad. Reitero sólo el camino del encuentro con nuestro
propio álbum de fotos puede darnos luz para nuestra comprensión.

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Dinámica de Reflexión.

Esta dinámica consiste en que escribas una carta a una persona con la
que te vas a presentar. La finalidad es que hagas una radiografía de ti mismo
lo más nítida posible.

Físicamente quién y cómo eres ?

Emocionalmente cómo te comportas ?

Qué humor experimentas la mayor parte del tiempo ?

Estás o no conforme con el físico que tienes. Qué te


disgusta de él, qué aceptas?

Cómo te gustaría haber sido?

A quién te pareces…..?

Qué tan bien te la pasas contigo ?

Cómo te llevas con los demás?

Ahora que tienes hijos que te pasa con ellos ?

Tu carta iniciaría así: Hola Soy fulano o fulana……..


Y describes todo lo anteriormente expuesto, más lo que necesites agregar.
Una vez que la hayas terminado vuelve a leer y date cuenta si te falto algo…
sí es así, agrégalo o quítale lo necesario. Y observa como te vas sintiendo
con lo que descubres de ti mismo.
Y después escribe hacia el final de la carta diez líneas que inicien con la
siguiente frase:
AHORA ME DOY CUENTA DE……
AHORA ME DOY CUENTA DE……
AHORA ME DOY CUENTA DE……
AHORA ME DOY CUENTA DE……

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7 LA AUTOESTIMA y LOS ESPEJOS

El gusto y el valor que cada persona tiene de sí misma y la confianza y


seguridad que pueda desarrollar dentro de su personalidad, dependen en
gran medida de los juicios y evaluaciones, tanto positivas como negativas que
los demás hagan sobre su persona.

Todo juicio o valoración positiva o negativa va asociada a estados


emocionales. En este sentido es la autoestima la que se encuentra
comprometida en este aspecto de la personalidad.

Cuando se hace un juicio o valoración a un hijo, necesariamente se


encuentra vinculado a estados emocionales, y se transmite de manera
inconsciente lo que se ha hecho o dicho respecto de su persona. El hijo por
supuesto, también lo toma de forma inconsciente. El lenguaje no verbal
tiene siempre un tono más alto para ser escuchado en este proceso.

La autoestima se relaciona directamente con la valoración y validación


de lo que somos como personas y de lo que hacemos , es decir de nuestros
actos.

En un primer momento son los padres los que validan, valoran y


enjuician a los hijos y van formando su autoestima. Posteriormente las
personas lo hacen automáticamente de acuerdo a lo que vivieron.

La autoestima es un término que de tanto usarse popularmente ha


perdido su verdadero significado. Pero utilizado o no, casi todas las personas
saben cuando tienen una buena o una negativa autoestima.

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Los niños con una adecuada autoestima logran sortear con mayor
facilidad los problemas o circunstancias que les presenta irremediablemente
la vida. La autoestima tiene que ver con la confianza en las propias
capacidades y habilidades, son capaces de aprender de sus fracasos y de
valorar sus logros.

Es evidente que nadie tiene una autoestima perfecta. Lo que sí es


significativo es el estado de seguridad emocional en la que se adquiere.
Puesto que la valoración se inicia con el respeto, la importancia y el afecto
que se recibe de otros y de uno mismo.

La valoración realista de los padres de sí mismos es una condición


importante para que se asuman y sean capaces de ser mejores espejos para
sus hijos.

En suma, en ninguna relación los aspectos anteriormente descritos:


identidad autoconcepto, imagen y autoestima se ven tan confrontados como
en la relación con los hijos.

Antes de ser padres y madres creíamos o soñ ábamos con ser


maravillosos. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a esta vivencia, nos
damos cuenta que esos pequeños, nos provocan sentimientos agradables,
pero también desagradables, rechazos, culpas y enojos.

En otros momentos, observamos que un hijo es más fácil de llevar que


otro, que a uno lo aceptamos más que a otro, o bien, que alguno de ellos es
necesario exigirle más y al otro menos. Un hijo nos plantea u n desafío y otro
no. Estos sentimientos generan confusión, conflictos y tensiones en esta
relación tan específica y tan amada. Es entonces cuando sentimos que
nuestros espejos se han empañado de dolor y angustia.

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En este sentido mostrar y que nos muestre n los reflejos de nosotros


mismos parece ser una de las características de los seres humanos y en
especial, la de los padres e hijos.

El autoconocimiento de las propias actitudes y sentimientos es la única


posibilidad de mirarnos en nuestro propio espejo y saber cuáles son aquellas
actitudes que estamos fomentando en nuestros hijos y lograr limpiar nuestro
reflejo para que sea más nítido y satisfactorio.

El desarrollo y crecimiento personal son responsabilidad de cada uno.


Podemos lograr cambios en nosotr os mismos y dejar de esperar que nuestros
hijos cambien para estar bien. Si aceptamos el riesgo de conocernos y crecer
como personas, seguramente nuestro entorno y nuestras relaciones con los
hijos se verán favorecidos.

Trabajemos en nuestro desarrollo personal y autoconocimiento para


que iniciemos un juego de espejos con mayor claridad y podamos devolver a
otros una imagen más realista de sí mismos, así como entender cuáles son
aquellos reflejos que enviamos a los demás, especialmente a nuestros hijos.

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Dinámica de Reflexión

Vuelve a releer la carta anterior y ahora trata de comprender cómo te


presentaste…..desde el punto de vista de la autoestima.

Cuando lees la carta tú consideras que se trata de una persona que se


valora, que se critica o que se regaña.

Pero sobre todo y ésta es la pregunta fundamental de este ejercicio:

¿ Soy capaz de valorar mi función de padre o madre ?

¿ Realmente atesoro mi tiempo de ser madre o padre ?

¿ Qué sentimientos experimento cuando estoy con mis


hijos ?

Estos sentimientos encontrados van a darme la pauta de cuánto valoro esta


actividad. Recuerda ni la culpa ni la vergüenza ayudan de mucho, lo
importante es percatarse de lo que sucede para llevar a cabo la corrección

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8 MECANISMOS QUE ENTRAN EN JUEGO EN LOS ESPEJOS.

Cada acto, acción o conducta que llevamos a cabo siempre lleva


implícito un sentimiento y una motivación. Es decir, una intención. Por
momentos, en una acción mostramos sentimientos encontrados. Así por
ejemplo: decimos que sí a una situación verbalmente, aunque físicamente
estamos diciendo lo contrario. Las acciones dicen una cosa y la emoc ión otra
muy distinta.

De manera que en muchas ocasiones esto nos sucede en la crianza de


los hijos. Cuando un hijo nos pide algo que no queremos darle pero le
decimos que sí. Cedemos para no herirlo, para no frustrarlo o para no tolerar
que llore. No actuamos en base a lo que deseamos . Tampoco en base a si es
adecuado o no. Lo hacemos orientados por un motivo emocional. Entonces,
el más común de los sentidos, pierde su vigencia. Educamos para no
sentirnos mal, o con un sentido de lo que es correcto o no?

Evidentemente una acción así deja sentimientos y emociones SIN


RESOLVER. Acto seguido se lo hacemos sentir muy enojados o como sí
fuéramos la víctima de las circunstancias. Por tanto, h abrá confusión. Por fin
sí o no!

En la medida que estamos más alejados con lo que nos pasa


internamente y con darles nombre y apellido a esos sentimientos que
albergamos, generalmente utilizamos una ser ie de mecanismos que desvían
nuestra atención del verdadero motivo de nuestros actos.

Tales mecanismos representan arreglos que utilizamos como una


manera de acallar sentimientos dolorosos, como pueden ser, la tristeza, la
culpa, el miedo, la vergüenza, la rabia, la inseguridad, la desilusión, etc.
Dentro de los principales mecanismos se pueden observar:

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LA NEGACIÓN
No aceptamos como real un evento, hecho, situación o sentimiento
que pudiera perturbar nuestra vida emocional. Actuamos como sí tales
sentimientos no tuvieran lugar.
No aceptar que el hijo tiene comportamientos insolentes con alguno de
los padres. No se le reprende ni se le pone límites.

El acto de poner límites está asociado con el ejercicio de la autoridad,


pero como en el ejemplo anterior , los padres tienen la necesidad de pasar
frente a sus hijos como “buenos “, niegan la conducta del hijo. Niegan sus
sentimientos hacia esa conducta , y continúan con la fantasía de que están
siendo los mejores padres. Pero de cualquier manera se sienten
insatisfechos y poco adecuados en su función de padres.

El espejo que el hijo muestra es el mal comportamiento. Por tanto, es


como si dijera: Sé una autoridad, pon los límites que te corresponde, los
necesito.

El DESPLAZAMIENTO
Se refiere al comportamien to mediante el cuál pasamos un sentimiento
inaceptable a otra persona o situación:

En lugar de enojarnos con el marido por la razón que sea


descargamos nuestro malestar con los hijos.

No pedimos el reconocimiento que deseamos y por el


contrario, nos mostramos como víctimas y hacemos sentir a
los demás culpables por lo que les doy. Principalmente los
hijos. Son unos ingratos!

Soy incapaz de reconocer mi miedo al futuro de mi hijo,


entonces lo sobreprotejo, no lo dejo crecer, etc.
LA PROYECCIÓN
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Este es el mecanismo por excelencia dentro de este proceso dinámico


de los espejos. No reconocemos como propio algún conflicto o sentimiento
que nos pertenece y se los adjudicamos a nuestros hijos.

En general muchos de los atributos de las personas con las que no


tenemos afinidad o nos desagradan es porque de alguna manera nos reflejan
ese egoísmo, enojo, culpa o mezquindad que no aceptamos en nosotros
mismos, pero que sí podemos verlos en otros. Somos capaces de reconocerlo
en nuestros hijos principalmente per o no en nosotros.

¿Qué es aquello que proyectamos?

Sentimientos:

La madre no comprende que está deprimida y luego


reprende al hijo porque es poco sociable y amble con los
demás.

El padre que se molesta porque el hijo le responde de


manera altanera pero es incapaz de darse cuenta que
cuando se acerca al niño sólo es para darle órdenes.

Conflictos:

Como mi madre no fue cariñosa conmigo, me es muy difícil


acercarme a mis hijos, aún cuando quiero pero no puedo y
me siento muy infeliz por ello.

Esperamos que nuestros hijos no pasen por lo que nosotros


sufrimos. Tuvimos un padre o una madre ausente y ahora a

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los nuestros los ahogamos con nuestra presencia. Y luego


nos desilusionamos por no se agradecidos por todo el
tiempo que les doy.

Etapas No Resueltas de la Vida

Sí el madre o el padre en la adolescencia fueron tímidos y


eso les ocasionó problemas. Se convierten en los padres
más entusiastas para que sus hijos convivan, salgan, tengan
amigos, les organizan fiestas.

El hijo entonces no quiere la dive rsión como los padres la


plantean y éstos se sienten desilusionados de sus buenas
intenciones.

Expectativas:

Deberías ser más comprensivo.

Tendrías que ser más ordenado.

Necesitas ser más obediente.

Estas expectativas también se refieren a los padres y lo que ellos esperan


de sí mismos:

Yo debería ser una madre paciente.

Tengo que estar más tiempo con mis hijos.

Necesito no gritarles tanto a los niños.

Tú deberías pasar más tiempo con los hijos.


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Ideales:

Tienes que tocas un instrumento musical.

Vas a ser muy bueno en el foot– ball o el deporte que elijas.

Quiero hijos exitosos en todo lo que hagan.

Mis hijos son muy obedientes.

A mayor negación de aquellos aspectos que nos desagradan más grandes


serán los espejos que encontraremos en nuestras vidas, p rincipalmente, en
nuestros hijos.

Mientras no nos demos cuenta que las imágenes que los hijos nos
devuelven son algunos aspectos de nosotros mismos, se nos presentarán una
y otra vez, y a cada instante , hasta que finalmente las veamos. De lo
contrario, seguramente viviremos en conflicto con esa imagen creyendo que
es el otro, que se empeña en empañar nuestras relaciones con los hijos.
Tengo, necesito y es imperante asumir mi propia responsabilidad, en lo que
hago, actúo y siento, y en la relación con los hijos, con mayor razón.

“Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios ”

Todos los seres humanos que nos convertimos en padres o madres


tenemos una expectativa de los hijos que deseamos y de los padres que
queremos ser. Esta situación es un i deal, un concepto, y por tanto, la

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realidad difícilmente se apega a esa fantasía. Aunque me parezca muy


deseable. El deseo jamás se asemeja a la realidad.

Estas expectativas depositadas en los hijos principalmente, es una de


las causas de desilusión y de la experiencia de sentimientos dolorosos.
Ajustar expectativas es la clave para desarrollar relaciones con mayor
armonía.

“Ni padres, ni hijos ideales existen en la realidad. Sólo encontramos padres


y madres humanos con defectos y cualidades y con hij os en formación,
también con sus propios talentos y limitaciones ”

En cierto sentido y hasta cierta edad los hijos son una extensión de los
padres, luego seguirán su propio camino. Afortunadamente, con espejos y
reflejos chuecos o derechos, con fotografía s claras u obscuras… pero así cada
hombre y toda mujer van labrando su destino psicológico.

Cuando somos incapaces de reconocer que estos hijos reales no


pueden responder a nuestra exigencias ideales, nos sentimos defraudados,
tristes, y fracasados. Y le s devolvemos la imagen misma de nuestra
frustración. No pueden responder a las exigencias ideales, por más amor que
nos tengan. Los padres y los hijos son como son.

¿PARA QUÉ UTILIZAMOS ESTOS MECANISMOS ?


La vida emocional de los seres humanos está est ructurada de tal
manera que las experiencias a lo largo de nuestra vida nos permiten vivenciar
infinidad de sentimientos.

Una de las grandes cualidades del ser humano es precisamente el


poder tener emociones específicas. Darse cuenta de ellas y encontra rles un
significado. Pero socialmente no todos los sentimientos son aceptados.
Mucho menos que un padre albergue otros sentimientos distintos al amor.
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Nos han vendido la idea que emociones intensas no son bien vistas o
aceptadas. Cómo son inaceptables, entonces: las negamos, las desplazamos,
las proyectamos, etc. Al enchuecarlas o desviarlas de su destino original ,
logramos ser aceptados en el medio social y por nosotros mismos. Aunque el
precio sea la frustración y el intenso desamor y baja autoestima.

Jung, psiquiatra y psicoanalista de gran renombre considera que todos


tenemos una parte inconsciente que se denomina SOMBRA. Y como espejo
pero reflejado en negativo siempre nos acompaña en nuestros actos. Es
como el hermano gemelo de cada quién.

Ese compañero que trae consigo todas las partes que nos desagradan
de nosotros mismos y que por supuesto , no están en la conciencia. Esos
oscuros de nuestra persona, son precisamente los que negamos,
proyectamos o idealizamos.

Representan esas partes oculta s que nuestros hijos nos regresan sin
miramientos. Para este autor , nuestra misión en la vida es recuperar aquellos
aspectos que se encuentran en tinieblas, pero que somos ciegos ante ellas.
Esas negruras son exactamente las parte s a trabajar en nuestra persona para
enriquecernos y para permitir que nuestros se conviertan en las personas
que ellos elijan ser.

Es evidente que la vida emocional está diseñada para tratar de evitar el


dolor y permanecer en equilibrio el mayor tiempo posible.

Pero como seres vivientes esta relativa calma se ve alterada, es


entonces, cuando recurrimos a los mecanismos anteriormente mencionados,
nos deshacemos de lo que nos inquieta , y retornamos a la creencia de estar
estables, al menos por un tiempo.

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Volviendo a las palabras de Jung, estamos conformados de polaridades,


todos los seres humanos poseemos cualidades contradictorias:

Somos buenos y malos.

Cordiales y déspotas.

Felices y tristes.

Tolerantes y enjuiciadores.

Víctimas y victimarios.

Sabios e ignorantes.

Héroes y perdedores.

Madres y padres.

Tiernos y duros.

Autoritarios y democráticos.

En fin somos capaces de mostrar nuestra parte más luminosa y aceptable


a través de los espejos y de reflejar igualmente las más oscuras y negras
partes de nuestra condición humana, como padres, madres, hermanos, hijos,
amigos. Todo aquél que tiene una sombra en su vida, necesita reconocerla,
verla, amarla y darse cuenta, que todo… todo… puede ser distinto si
trabajamos en nuestra persona, en nuestra maternidad y paternidad…

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Dinámica de Reflexión

Elabora varias listas y verás todo lo que puedes conocer


acerca de ti y de la dinámica de los espejos con tus hijos.

Elige a una persona, una que te disguste……. Y enumera


aquellos aspectos por los que tanto te molesta.

Elige ahora a una persona que te atraiga……. Y enumera


aquellos aspectos que tanto valoras.
Elige ahora a tu pareja y enumera tanto lo que te atrae de él
como lo que no tanto……

Elige a cada uno de tus hijos y haz lo mismo.

Ahora hazlo contigo.

Compara las listas y tendrás una gran revelación de lo que a tu sombra


se refiere.

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9 Para concluir:

Los seres humanos no somos perfectos, por el contrario, estamos


educados a no mostrar nuestros reflejos negativos, pero en la medida que
aceptemos las dificultades y complejidad de nuestra vida emocional, en ese
orden, nos volveremos más tolerantes, más aceptantes y con mayor valor
frente a nosotros mismos y con otros, especialmente con nuestros hijos.

“Dejar que los otros se expresen como son , para que nos dejen en libertad
de expresarnos de acuerdo a quienes somos . En la medida en que
reconozco a los demás dentro de su humanidad, yo soy capaz de
mostrarme tal cual soy”

Por último, me parece importante recalcar que una de nuestras


funciones en este viaje de ser pa dres o madres es formar a los hijos. El
proceso dinámico de los espejos es uno des sus aspectos cruciales. Se
reconozca o no, así es.

El estar conscientes de nuestros espejos y reflejos nos dará la


posibilidad de crear y generar relaciones más firmes y de ofrecer a nuestros
hijos la posibilidad de verse en espejos más limpios, más nítidos y que se
conviertan en las personas que elijan ser y no , en las que nosotros
desearíamos que fueran.

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Derechos de Autor Ana Giorgana Jiménez


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