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FACULTAD REGIONAL MULTIDICIPLINARIA – MATAGALPA

MICROBIOLOGÍA MÉDICA
INFECCIONES DE vía URINARIa (IVU)
Autores:
HILDA KARELIA MONTENEGRO ALEGRÍA
JESSICA DANIELA CRUZ RIVAS
VERÓNICA RIVERA ESCORCIA
DAVE LENIN VALENZUELA ESPINOZA
REYNALDO HERNÁNDEZ LOZA
RODOLFO ALEXANDER LOZA VALDIVIA
WILLIAM ISRAEL HERNÁNDEZ HERRERA

DOCENTE:
LIC. ROSA IRENE PEREIRA DELGADO

Los ositos
05 DE ABRIL DEL 2022
Objetivos

 Describir los criterios de diagnóstico y tratamiento oportuno y adecuado de


la Infección del Tracto Urinario.
 Identificar la clasificación y el tipo de microorganismo causante de las
infecciones del tracto urinario.
 Definir los síndromes clínicos y situaciones especiales en las infecciones
del tracto urinarios.
INTRODUCCIÓN

La infección urinaria puede definirse como el conjunto de manifestaciones clínicas


que resultan de la multiplicación microbiana dentro del tracto Urinario. Las
infecciones del tracto urinario se encuentran entre las infecciones bacterianas más
frecuentes. Son la primera causa de infección nosocomial (40%) y de bacteriemia
por bacilos gram negativos, y la segunda (después de las respiratorias) de
infección en la comunidad. La caracterización ureteral es el factor de riesgo
fundamental para la adquisición de una infección urinaria nosocomial.

Es mucho más frecuente en mujeres (con relación 20:1) durante la edad fértil. En
el varón se observan dos tipos de incidencia (el actante menor de 3 meses) en
relación a alteraciones anatómicas o funciones del tracto urinario y en los mayores
de 70 años, secundaria a infección intravesical por hiperplasia benigna de
próstata.

Incluso cuando no se complican incrementan notablemente el número de


consultas médicas, el ausentismo laboral y los costos indirectos. En todos los
casos existen riesgos de que se produzcan complicaciones.
Etiología

Es el agente etiológico en la mayoría de los casos, típicamente bacilos


gramnegativos anaerobios facultativos, microorganismos habituales de la flora
intestinal. Algunos grampositivos como el staphylococcus saprophyticus y
enterococcus faecalis también pueden producirlas.

La incidencia en mujeres son un 95% enterobacterias entre las cuales 85% son la
E. coli y entre el 5 – 10% proteus y Klebsiella. Staphylococcus saprophyticus que
produce del 10 – 30% de las infecciones en mujeres jóvenes. En hombres
enterobacterias de las cuales el 25% están relacionados a E. coli, es el que se
aísla con mayor frecuencia en los urocultivos, a pesar de ser menos frecuentes en
mujeres, staphylococcus saprophyticus raras veces inciden.

En la infección nosocomial se encuentran las mismas bacterias que en el entorno


comunitario, pero con prevalencias diferentes y generalmente tasas de
resistencias antibióticas más elevadas. E. coli es también la especie más
frecuente en un 50% de los casos. El enterococo es un germen de elevada
prevalencia en contraste a lo que ocurre en la comunidad, pero muestra
sensibilidad casi del 100% a penicilinas y aminopenciclinas.

Un problema creciente en el ámbito hospitalario es la infección urinaria secundaria


a bacterias productoras de BLEE (betalactamasas de espectro extendido), sobre
todo en sepas de E. coli y Klebsiella, ya que condicionan dificultades importantes
para su tratamiento por la resistencia a antibióticos.

Hongos

Son mucho más infrecuentes, aunque son causas de infecciones en pacientes


inmunodeprimidos e ingresados en unidades de cuidados intensivos. Candida
albicans es el uropatógeno más prevalente de este grupo, seguido por otras
especies de candida y turulopsis glabrata. El riñón es el órgano más
frecuentemente implicado en la candidiasis sistémica, potencialmente mortal sin
tratamiento.

Virus

Las infecciones virales son excepcionales como causa de patología urológica. Sin
embargo, existen dos virus (Adenovirus y poliomavirus) que pueden producir
cistitis hemorrágica grave en pacientes trasplantados de médula ósea.
Patogenia

Los microorganismos alcanzan el aparato urinario fundamentalmente a través de


dos vías:

 Ascendente (es la más frecuente)


 Diseminación hematógena (en el curso de infecciones graves o de
inmunocompromiso)

Los mecanismos de defensa para mantener estéril la vía urinaria son el flujo de
orina y la eliminación por desprendimiento de las células epiteliales a las que se
adhieren las bacterias. La orina presenta características que disminuyen la
supervivencia de los microorganismos: urea, ácidos orgánicos, sales, pH ácido. La
porción inferior de la uretra es el único sitio no estéril.

Las bacterias provenientes de la flora fecal o vaginal colonizan el meato uretral; su


ingreso es beneficiado por factores mecánicos como traumatismo, reflujo
vesicoureteral (RVU), obstrucción, etc. la alteración del flujo de orina modifica los
mecanismos de defensa y favorece la capacidad de adhesión de las bacterias. A
ellos debe sumarse la presión retrograda que afecta la liberación de las células
fagocíticas inflamatorias e incrementan la isquemia papilar y medular, lo cual
favorece la invasión, multiplicación y diseminación de las bacterias.

Los factores del huésped que facilitan el desarrollo de IVU son:

 Obstrucción
 Litiasis
 Disfunción neurógena
 Actividad sexual
 Embarazo
 RVU
 Factores genéticos
 Uso de sonsa vesical
 Procedimientos diagnósticos invasivos de la vía urinaria, etc.

Las tres primeras circunstancias obstaculizan el flujo de orina y producen estasis,


favoreciendo la multiplicación bacteriana y el ascenso de orina hacia la pelvis
renal.
La actividad sexual produce traumatismo mínimos, lo cual favorece el
desplazamiento de las bacterias desde la vagina o el introito hacia el meato
uretral.

El uso de espermicidas aumenta el riesgo de IVU porque suprime el desarrollo de


los lactobacillus productores de peróxido de hidrogeno y promueve la adherencia
de E. coli a las células epiteliales.

Las personas de edad avanzada pueden presentar uropatía obstructiva, perdida


de la actividad bactericida de las secreciones prostáticas, vaciamiento vesical
incompleto por prolapso uterino y Cistocele, contaminación del periné por la
incontención fecal y patología neuromuscular. Luego de la menopausia, la
producción de estrógenos declina, la flora vaginal y el introito sufren
modificaciones, y el porcentaje de uropatógenos en la zona aumenta.

Diagnóstico

El diagnostico se realiza en base a manifestaciones clínicas y a la presencia de


bacteriuria significativa.

Los métodos de obtención para urocultivo son de dos tipos:

 No invasivos: por micción espontanea o con técnica de “chorro medio”. Un


valor significativo es el recuento mayor de 100 000 unidades formadoras de
colonias (UFC)/mL.
 Invasivo: deben reservarse para situaciones especiales como recién
nacidos o lactantes con fiebre inexplicada y compromiso del estado general,
en quienes el tratamiento no puede ser demorado; alteraciones
estructurales (p.ej., fimosis), e incluye:
a. Punción suprapúbica (PSP): se considera bacteriuria significativa a
cualquier valor de desarrollo bacteriano de un único germen.
b. Cateterismo vesical: cuando es > de 50 000 UFC/mL tiene alto valor
predictivo.

Clasificación.

Las infecciones de orina las podemos clasificar atendiendo a diversos criterios:


localización, riesgo de complicación, concepto de recurrencia y concepto de
bacteriuria significativa asintomática.

 Según la Localización.

Infecciones del tracto urinario inferior o de vías bajas.


-Cistitis.

-Prostatitis.

-Orquiepididimitis.

-Uretritis.

Infecciones del tracto urinario superior o de vías altas.

-Pielonefritis (aguda o crónica)

-Nefritis intersticial bacteriana.

-Absceso parenquimatoso renal.

-Absceso perirrenal.

 Según el riesgo potencial de complicación.

Infecciones no complicadas.

Afectan a mujeres no embarazadas, sin anomalías anatómicas o funcionales del


tracto urinario y sin patología de base ni instrumentación urinaria reciente.
Responden bien al tratamiento (pautas cortas).

Infecciones complicadas.

Afectan a personas con anomalías anatómicas o funcionales del tracto urinario y/o
con patología de base y/o con instrumentación urinaria reciente. Implica un riesgo
moderado o alto de evolucionar a sepsis, destrucción tisular u otros estados de
cierta morbilidad. Son difíciles de tratar (requieren pautas largas), recurren con
mayor frecuencia y requieren un estudio urológico.

 Según la frecuencia.

Infección aislada.

Incluye todas las primoinfecciones y aquella que se encuentra separada


temporalmente de una infección previa por un periodo >6 meses.

Infección recurrente.
Consiste en la aparición de un nuevo episodio tras la resolución clínica inicial,
definida por la obtención de cultivos negativos después de tratamiento antibiótico
adecuado. La recurrencia puede ser la consecuencia de:

1. Reinfección: está producida por gérmenes diferentes a los tratados con


anterioridad y suele aparecer tras >2 semanas después de la infección
anterior. Supone el 95% de las infecciones recurrentes en la mujer.
Requiere tratamiento corto y prevención de recidivas.
2. Recidiva: (persistencia bacteriana en el tracto urinario). Se debe
generalmente al mismo organismo tratado con anterioridad y suele
aparecer en un intervalo de tiempo inferior (<2 semanas). Es más frecuente
en el varón y puede implicar anomalías anatómicas o funcionales del tracto
urinario. Requiere tratamiento largo.

Factores de riesgo de infección complicada

 Presencia de catéteres en la vía urinaria (sonda vesical, catéter doble J,


nefrostomía).
 Estado de inmunodepresión, paciente trasplantado.
 Género masculino.
 Obstrucciones al flujo de la orina (litiasis o tumores).
 Presencia de reflujo u otras anomalías funcionales.
 Alteración quirúrgica del tracto urinario (ureteroileostomía o neovejiga).
 Lesiones químicas o por radiación del urotelio.

Síndromes clínicos y su tratamiento

El espectro clínico de la infección urinaria varía desde la bacteriuria asintomática


hasta la sepsis.

Bacteriuria significativa asintomática

Es la presencia de >105 UFC/ml en 2 cultivos consecutivos en mujeres no


gestantes o 1 único cultivo en mujeres gestantes o varones, en ausencia de
sintomatología urinaria.

Cistitis aguda

Se caracteriza por la aparición brusca de disuria, urgencia miccional, polaquiuria,


tenesmo, malestar hipogástrico y a veces hematuria macroscópica (hasta en el 30
% de los casos). La hematuria en este supuesto particular no confiere peor
pronóstico. En los casos de cistitis aguda no complicada en la mujer joven
premenopáusica no sería imprescindible tomar muestras microbiológicas, y tras la
determinación de tira reactiva positiva, puede comenzarse tratamiento antibiótico
empírico de pauta corta (3- 5 días de antibioterapia) que debe estar basada en las
prevalencias de resistencias a antibióticos del área geográfica, ya que el perfil de
resistencias es muy variable según el factor geográfico.

Los antibióticos recomendados son: fosfomicina, nitrofurantoína, cotrimoxazol,


fluorquinolonas, amoxicilina/clavulánico, cefalosporinas orales de segunda
generaicón y fosfomicina. En general, en áreas en que la resistencia de los
uropatógenos a quinolonas es superior al 20 %.

Pielonefritis aguda (PNA)

Consiste en la infección aguda del parénquima renal. Factores predisponentes:


litiasis, reflujo vesicoureteral, tumores uroteliales y algunasanomalías anatómicas
(riñón en herradura, riñón en esponja, enfermedad poliquística del adulto...). Los
quistes renales simples no aumentan el riesgo. Clínicamente cursa con clínica
sistémica (fiebre, malestar general, escalofrío), dolor lumbar unilateral con
puñopercusión unilateral positiva y ocasionalmente síndrome miccional. En la
analítica aparece leucocitosis con desviación izquierda, hematuria, piuria y en
ocasiones cilindros leucocitarios. Existe elevación de la proteína C reactiva sérica
(PCR). En este caso también es precisa la recogida de muestras para
hemocultivos coincidiendo con los picos febriles. En cuanto al manejo podemos
distinguir:

 PNA con criterios de ITU no complicada, sin gran afectación del


estado general.

Observación durante 6-12 horas en urgencias y alta domiciliaria. Tratamiento


empírico hasta antibiograma consistente en ceftriaxona, quinolonas o
aminoglucósido (gentamicina) asociado a ampicilina durante 10-14 días. Es
conveniente realizar un control analítico en las 48-72 horas posteriores en
consultas externas para ver su evolución.

 PNA no complicada con grave afectación del estado general o


pielonefritis aguda complicada.

Ingreso hospitalario. Tratamiento antibiótico empírico intravenoso con cefotaxima


más aminoglucósido (para cubrir enterococo) o monoterapia con betalactámico de
amplio espectro (imipenem, meropenem o piperacilinatazobactam) hasta tener
antibiograma, aunque las pautas anteriores no están contraindicadas. La duración
del tratamiento debe ser 14-21 días.
Se recomienda hacer una ecografía para descartar obstrucción o litiasis. Es
obligado la realización de ecografía o TC ante una PNA sin mejoría en 72 h.
También debe revisarse en este momento el tratamiento y ajustarlo según el
antibiograma, si se posee, o cambiar el mismo ante la sospecha de resistencia.

Pielonefritis xantogranulomatosa

Es una infección renal crónica grave poco frecuente, que conduce a la destrucción
renal generalizada, casi siempre asociada a uropatía obstructiva. El 35 % se
asocia a litiasis.

Clínicamente se presenta con afectación del estado general, fiebre y dolor


lumbar. En la analítica destaca elevación de reactantes de fase aguda y
anemia. En la citología de orina se pueden encontrar típicamente células
espumosas (macrófagos cargados de lípidos). La prueba de imagen de elección
es la TC, donde lo típico es la tríada de nefromegalia, anulación funcional y litiasis.
Sin embargo, no existen hallazgos radiológicos patognomónicos: puede
confundirse con casi todas las enfermedades renales inflamatorias, incluso con el
carcinoma renal. El tratamiento puede limitarse a tratamiento antibiótico
intravenoso con desbridamiento y drenaje, si bien la mayoría de los casos
requieren nefrectomía.

Pielonefritis crónica

Daño renal que aparece tras pielonefritis agudas de repetición. La causa más
frecuente es el reflujo vesicoureteral.

Nefritis intersticial aguda y pielonefritis focal

La nefritis intersticial aguda consiste en una gran supuración renal de la totalidad


del parénquima, con infiltrado leucocitario difuso sin formación de abscesos,
generalmente tras pielonefritis aguda con mala evolución. En ocasiones, es
necesaria la nefrectomía.

La pielonefritis focal implica la condensación inflamatorioinfecciosa en un lugar


circunscrito del riñon. Puede diagnosticarse mediante ser el estadio previo a un
absceso intraparenquimatoso renal. Su tratamiento exige un diagnóstico del
germen causante y pautas de tratamiento antibiótico largas.

Absceso renal y perinefrítico


Generalmente producidos por infección ascendente, aunque en ocasiones se
produce por siembra hematógena desde un foco a distancia. La etiología más
habitual de este último es S. aureus, teniendo en ese caso localización cortical. El
tratamiento consiste en pautas antibióticas intravenosas prolongadas y el drenaje
percutáneo o quirúrgico de la colección. En ocasiones los abscesos se abren a vía
urinaria provocando la aparición de abundante pus en el sedimento, o al espacio
perinefrítico, pudiendo implicar estructuras adyacentes al riñón, con el
consiguiente agravamiento del cuadro.

Protatitis
aguda

La causa más frecuente sigue siendo E. coli. Cursa con dolor perineal o lumbar
bajo bilateral, fiebre, disuria y, ocasionalmente, dolor en la eyaculación. El tracto
rectal es obligatorio, existiendo una próstata congestiva, tumefacta, caliente y
dolorosa. El masaje prostático o la instrumentación uretral están contraindicados.
En el sedimento aparece del estado general es preciso el ingreso hospitalario. El
tratamiento debe realizarse bajo las mismas premisas que cualquier infección
parenquimatosa genitourinaria y prolongarse durante 4- 6 semanas. En el caso de
ausencia de respuesta a una pauta antibiótica correcta está indicado el estadio
mediante TC o ecografía para descartar la presencia de un absceso prostático;
caso en el cual sería electiva la realización de un drenaje del mismo por punción
transrectal.

Prostatitis crónica bacteriana

Cursa de manera menos florida, con molestias perineales o genitales, paloquiuria,


tenesmo, disuria y episodios de ITU recurrentes (mismo germen). En el líquido
obtenido tras masaje protático (test de Stamey) aparecen más de 10 leucocitos
por campo y macrófagos con cuerpos ovales grasos. En la ecografía simple
pueden observarse calcificaciones intraprostáticas diseminadas. El tratamiento
debe realizarse según el resultado del antibiograma y mantener el tratamiento
durante 4 -16 semanas.

Si los cultivos son negativos y el curso más larvado, se habla de prostatitis crónica
abacteriana, debiendo realizar tratamiento empírico con doxiciclina o eritromicina,
pues en muchas ocasiones el germen responsble puede ser U. urealiticum o M.
hominis.

Prostatodinia es un cuadro similar, pero en el que se objetivan menos de 10


leucocitos en el líquido obtenido tras masaje prostático. Su causa es desconocida
y el tratamiento, poco eficaz, consiste en alabloqueantes, fitoterapia y/o relajantes
musculares. Últimamente se aboga por eliminar el término de prostatodinia, ya que
la sintomatología se encuentra dentro del denominado síndrome de dolor pélvico
crónico.

Epidídimo – orquitis bacteriana

Consiste en la inflamación del epidídimo y del testículo por un agente infeccioso.


En <35 años se considera una enfermedad de transmisión sexual, siendo la causa
más frecuente Chalamydia y N. gonorrheae. El diagnóstico es fundamentalmente
clínico y ecográfico. El diagnóstico diferencial debe realizarse con otras causas de
escroto agudo, fundamentalmente con la torsión testicular, que constituye una
emergencia quirúrgica. Se recomienda abstinencia sexual y tratamiento con
ofloxacino o ceftriaxona en dosis única, asociado a 10 días de doxiciclina oral,
junto a tratamiento antiinflamatorio.

En <35 años suele ser producida por enterobacterias y generalmente tiene como
sustrato la obstrucción infravesical. También debemos pensar en etiología vírica
cuando se asocia a pródromos gripales (virus de las paperas) o en M. tuberculosis
en pacientes inmunodeprimidos o en zonas de alta prevalecía. El tratamiento debe
realizarse en estos casos siguiendo el esquema de la pielonefritis, pero la duración
debe ser inferior a tres semanas. En ocasiones, una orquiepididimitis puede
evolucionar hacia una infección supurativa, situación en la cual es necesario
realizar orquiectomía de urgencia y evacuación de la colección de pus.

Sepsis urológica

El 5% de la sepsis graves son de causa urológica, presentando una mortalidad del


20 – 40%. La sepsis urológica en general presenta mejor pronóstico que el resto
de la sepsis.

Generalmente son infecciones polimicrobianas y en el 30-50% de la sepsis no se


consigue filiar el agente etilógico.

Para que acontezca la urosepsis es necesario que los patógenos lleguen al


torrente sanguíneo. El riesgo de bacteriemia aumenta en ITU graves y se ve
facilitada en la uropatía obstructiva.
La sepsis urológica de causa obstructiva es una urgencia absoluta, que requiere
descompresión de la vía urinaria urgente (catéter dobre J o nefrostomía
percutánea).

Infecciones en situaciones especiales

Es de vital importancia el estudio de las infección urinaria iniciales y recurrentes


para descartar malformaciones nefro-urológicas, en caso especial situaciones
específicas donde se ve muy comprometido el tracto urogenital

Infección urinaria en una mujer gestante: Las modificaciones a nivel fisiológico


durante el embarazo favorecen la proliferación de bacterias a nivel urinario, siendo
las responsables de las infecciones en esta área, uno de ellos puede ser la E. Coli.
Estas infecciones en la mujer gestante pueden provocar un sin número de
complicaciones como un parto pretérmino aumentando así la morbimortalidad
perinatal.

Bacteriuria asintomática en la mujer gestante: Se define como la colonización


del tracto urinario por un germen en número significativo, esta condición se
presenta tanto en las mujeres no gestantes en un 4-7% pero, predomina en las
mujeres embarazadas dado a los cambios hormonales a las que se ve sometida,
en caso de no ser tratada a tiempo puede evolucionar a una pielonefritis aguda
PNA en un 30%, e incluso puede estar expuesta a una cistitis aguda CA.

Pielonefritis Aguda en la mujer gestante: Al no ser tratada la Bacteriuria


asintomática las complicaciones son mayores en este caso tratándose de una
PNA, donde muchas veces el tratamiento no es efectivo dado el grado de la
infección.

Infección urinaria en el paciente diabético: Esta infección está más relacionada


al sexo es menos frecuente en hombre diabéticos que en mujeres diabéticas,
estas complicaciones pueden llevar al desarrollo de formas enfisematosas de la
infección, además de desencadenar cierto grado de inmunosupresión secundaria
al déficit de la función leucocitaria, debido al grado en el que se encuentre la
infección el riesgo de cistitis y pielonefritis enfisematosa es aún mayor ya que
también se relaciona el déficit de la perfusión tisular inherentes y la elevación de
los niveles de glucosa.
Infecciones del tracto urinaria a repetición no complicadas en mujeres
adultas: Las ITU a repetición son más frecuentes en mujeres que en varones, aun
sin presentar complicaciones anatomofuncionales del tracto urinario y esto se
debe a diferentes factores que residen en nuestro medio, entre ellos cabe destacar
la vida sexual activa y la mala higiene después de dicha actividad o el cambio
constante de parejas sexuales.

Tuberculosis genitourinaria TBG

Los bacilos de la TBG se encuentran en la región cortico-medular en forma de


granulomas cuando el individuo se ve afectado inmunológicamente el bacilo se
reactiva resultando en una diseminación dentro de la médula, causando una
papilitis. A medida que progresa la enfermedad se va convirtiendo en una necrosis
extensa de la papila y provocando que se formen francas cavidades con abscesos
ocasionando la destrucción del parénquima renal.

Empieza a nivel glomerular, avanza así de manera distal hasta alcanzar la vía
excretora. A lo largo del recorrido produce inflamación granulomatosa con fibrosis,
pudiendo ocasionar también estenosis pieloureteral, además de que el
parénquima renal puede destruirse completamente y calcificarse.

Existen dos mecanismos por los cuales se puede tener una falla renal.

 Infección intrínseca,
 Atrofia renal secundaria o estenosis de uréter o a múltiples estenosis del
infundíbulo.

El paciente puede manifestar una sintomatología variable generalmente y la más


frecuente la polaquiuria indolora intermitente, en un 50% de los casos sobresale la
micro hematuria, también en menores cantidades alrededor del 10% puede
presentar macro hematuria; además de dolor en la fosa renal, provocando cólico
nefrítico, siendo la más común que el paciente se presente por piuria acida estéril,
aunque puede existir un 20-25% que no presente este signo.

Para poder realizar un buen diagnóstico de esta enfermedad se requiere la


detección del microorganismo mediante cultivo, en la técnica en medio de
Lowenstein Jensen, con tres muestras urinaria matutinas por tres días, lo que
permitirá conocer alrededor del 90% de los casos de TBG.

Aunque el tratamiento es muy similar al de la Tuberculosis pulmonar TBP, las


deformaciones anatomofuncionales impiden la buena absorción del medicamento
y por lo tanto deben de ser tratadas antes de empezar las pautas y dosificaciones
necesarias.

Conclusión.

En conclusión, la IVU es cualquier proceso inflamatorio causado por un


microorganismo patógeno localizado en las vías urinarias. Su diagnóstico está
dado por; recogida de orina, procesado de muestra, urocultivo cuantitativo, por
consiguiente, el tratamiento depende de la clasificación y el tipo de
microorganismo causante de esta infección, Bacterias (E. coli, Staphylococcus
Saprophyticus), Hongos (Candida Albicans) y Virus (Adenovirus, Poliomavirus
BK).

Por tanto, las IVU se pueden clasificar teniendo en cuenta diversos criterios:
localización, riesgo de complicación, concepto de recurrencia y concepto de
bacteriuria significativa asintomática.

Por último, el espectro clínico de la infección urinaria varía desde la bacteriuria


asintomática hasta la sepsis.
Bibliografía
AMIR-ENARM. (2019). Manual de Urología. México: Iceberg Visual Diseño, S.L.N.E.

Cecchini, E., E, S., & Ayala, G. (2008). Infectología y enfermedades infecciosas. Buenos Aires:
Journal.

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