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LA CREDIBILIDAD DE LA FE CRISTIANA EN EL
MUNDO DE HOY DESDE LA FE Y LA RAZON
Cochabamba-Bolivia
Mayo-2019
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN………………………………………………………… 3
……………………...8
4. RELACIONALIDAD Y COMPLEMENTARIEDAD ENTRE FE Y RAZÓN
EN LA IGLESIA DE
CRISTO………………………………………..9
5. LA FIABILIDAD EN LA FE
CRISTIANA………………………….....12
CONCLUSIÓN…………………………………………………………...14
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………..
……..15
INTRODUCCIÓN
3
I. DEFINICIÓN DE LA FE
El hombre siendo un ser racional no puede conformarse con medias verdades, pues
la finalidad de complacer su curiosidad está en la verdad total, por lo tanto, tiene el
deber de hallarla, porque su naturaleza misma lo exige. En ese sentido, todos
aquellos que nos complacemos en la verdad tenemos la obligación y el deber de
descender a las raíces de cada palabra que pronunciamos, y así poder expresar con
finura y rigurosidad nuestros juicios, con una exactitud justa y armónica conforme a
la verdad. En este sentido comenzamos por definir aquella palabra que nos mantiene
de pie en los momentos más críticos de la vida, nos referimos a la Fe, en específico a
la Fe cristiana. Ciertamente la Fe tiene que ver más con la acción que con el
concepto, pero a la hora de darle una definición exacta, gran parte de los creyentes y
no creyentes cometemos el gran error de desvirtuar su significado. Para no cometer
este error partiremos de una adecuada explicación sobre este término, dada por el
padre jesuita Manuel Carreira que presenta tres significados diferentes pero
inherentes entre sí; el primer significado es el siguiente:
la palabra “fe” se refiere a un modo de conocer que, en lugar de ser por experiencia propia
o por raciocinio propio, es conocimiento por testimonio. En este sentido la palabra fe no
tiene necesariamente conexión con nada de ámbito religioso […]. Casi todo lo que
conocemos lo conocemos por fe humana. […] [T]odo lo que es histórico sólo puede
conocerse por fe humana, pues no hay manera directa de comprobar lo que ya no existe. 1
Vemos que la Fe en su primer significado es una fuente de conocimiento cierto,
incluso en materia de ciencias empíricas. El gran porcentaje de la magnitud de
nuestro conocimiento no ha sido adquirido por esfuerzo propio, sino por testimonio
de personas dignas de crédito. Para esclarecer más citaremos un pasaje de la
enciclopedia Para Salvarte del padre Jorge Loring, que dice “Fe es la aceptación de la
palabra de una persona fidedigna. Creer lo que no se ve porque nos lo asegura otro
que lo ve o que lo sabe”2. Con esta primera explicación quedaría en parte rebatido el
1
M. CARREIRA, “ciencia y fe, ¿relaciones de complementariedad?”, en www.univforum.org
(05.08.018). 2
2
J. LORING, Para Salvarte, San Pablo, Bogotá 2013, 204.
4
argumento cientificista atea; que presupone a la fe como un creer en algo sin prueba
ni evidencia. Aseverando además que la fe pertenece solamente al ámbito religioso,
considerando de irracional a la fe cristiana. Los ateos pueden negar a la fe en teoría,
pero no en la práctica, porque a la hora de proceder en su vida cotidiana no se
detienen a realizar previos experimentos para su seguridad, simplemente actúan sin
cuestionar. Quedaría rebatido también la concepción protestante sobre el significado
de la fe. “[A]firman los protestantes, en general, que la FE es un sentimiento”3;
excluyen a la razón de la fe, pero la fe en su primer significado es un contenido de
ideas depositada y recibido por la razón. Sabemos también por sentido común que
“la racionalidad es la búsqueda de la verdad” 4, en ese sentido “un sentimiento nunca
es una razón”5. En continuación al primer significado el segundo tiene que ver con la
voluntad libre de compromiso con el conocimiento recibido:
De modo que hay una base racional para la fe, y una vez que uno acepta que Cristo, como
Hijo de Dios, dio unas enseñanzas concretas, entonces entra en juego el segundo
significado de la palabra Fe, por el cual el acto de fe es meritorio. […] Esta fe consiste en
un acto libre de la voluntad: una decisión responsable basada en una confianza fundada en
razones adecuadas6.
Este segundo significado es un “acto de […] voluntad, que consiste en poner la vida
de acuerdo con esa verdad conocida” 7; es entonces cuando pasamos al tercer y más
importante significado, la Fe como don de Dios, que uno recibe en el bautismo.
Ciertamente “el bautismo no aumenta [el] conocimiento, ni es un acto meritorio de
[la] voluntad, sino que en él se recibe de Dios la Fe como virtud teologal”8. Con estas
aproximaciones ya se puede dejar en claro que “la Fe es regalo de Dios como virtud
teologal, pero es responsabilidad [del hombre] como conocimiento y como acto de
voluntad”9.
Teniendo en claro lo que es la fe en su sentido más original, podemos pasar a
desglosar la racionalidad de la Fe cristiana. Realizando un análisis de las verdades
nuevas en las raíces del Evangelio. Nuestra fe se basa en hechos concretos
3
Cf. M. CARREIRA, “verdad, ciencia y fe”, en http://tiberias.blogs.upv.es/files/2016/01/5_ciencia-y-
verdad.pdf (26.07.2018). 7
4
Ibid.
5
Cf. Ibid.
6
Ibíd., 9
7
Ibíd.,
8
Ibid.
9
Ibid.
5
transcurridos en la historia, atestiguados por hombres dignos de fe. Por lo tanto “no
es posible responder a la pregunta sobre la credibilidad de Cristo sin valorar los
testimonios de los hombres sobre Jesús, ya que el testimonio es el único camino
intrahistórico para llegar a Jesús”10. El padre Loring dice al respecto citando el
concilio Vaticano I, “la Iglesia Católica enseña infaliblemente que la fe es
esencialmente un asentimiento sobrenatural del entendimiento a las verdades
reveladas por Dios”11. Pero sería muy frio y pobre nuestra reflexión si nos quedamos
solamente con la formulación de palabras, es decir con la teoría; por ello es necesario
añadir lo que expresa el padre Loring, “la fe no es solo aceptar una verdad con el
entendimiento, sino también con el corazón. Es el compromiso de nuestra propia
persona con la persona de Cristo […] que lleva consigo exigencias a las que jamás
ideología alguna será capaz de llegar”12. La Fe cristiana lleva un contenido de
esperanza de salvación, que compromete al que lo descubre a buscar sentido a sus
acciones. El sentido último es la verdad de Cristo. Dice San Juan Pablo II en su
encíclica Fe y Razón: “El [hombre] nunca podría fundar la propia vida sobre la duda,
la incertidumbre o la mentira” (FR 28). Y en relación a esto el padre Loring cita a
Baldomero que dice: “Necesitamos afirmaciones, no dudas. (…)”. “La duda no es
para instalarse en ella, sino para superarla”. […] “Hay que ser fieles a la verdad” 13.
Por lo tanto, la dirección vital del hombre necesariamente tiene que estar conectada a
la verdad de la Fe cristiana, porque es la más plausible y coherente con la historia;
además de estar exenta de toda irracionalidad y absurdidad. “El testimonio que la
Iglesia rinde a su Señor a lo largo de los siglos, de muchos modos y en muchas
ocasiones, es un testimonio pluriforme que ha hecho creíble a Jesús durante veinte
siglos y lo sigue haciendo también hoy”14.
10
F. OCARIZ Y A. BLANCO, Revelación Fe y Credibilidad, Palabra, Madrid 1998, 506
11
J. LORING, Para Salvarte, San Pablo, Bogotá 2013, 205.
12
Ibíd., 205.
13
Ibíd., 207
14
F. OCARIZ Y A. BLANCO, Revelación Fe y Credibilidad, Palabra, Madrid 1998, 506
6
Hablar de razón es elemental para comprender el mismo hecho de razonar
lógicamente. Se trata de un término análogo de la fe, pues del modo como se puede
hablar de la fe, también se puede entender de muchas maneras la razón. Como bien
sabemos, existen tres fuentes del conocimiento, la experiencia, la razón y la fe. En
ese sentido la razón lleva consigo una tarea sumamente importante; la de mantener
en un total equilibrio el proceder del intelecto. Pero qué se entiende por razón,
Martin F, Echavarría nos introduce en el asunto:
Por razón se puede entender la potencia o facultad por la cual nos hacemos capaces de
entender discursivamente, cosa que es propia del ser humano. En segundo lugar, el acto de
esta facultad. En tercer lugar, lo pronunciado en el interior de la mente por la potencia
racional en su acto, el verbo mental o razón, en la cual entendemos la verdad de las
cosas15.
Con esta definición ya podemos empezar a desglosar el concepto de la razón. Razón
es aquella facultad humana que discierne lo correcto de lo erróneo, lo verdadero de lo
falso, para luego formular un juicio conforme a la verdad. Ya habíamos mencionado
que el alma humana sólo puede hallarse satisfecho con la verdad, como nos recalca
San Juan Pablo II en su encíclica Fe y Razón: “la razón está por naturaleza orientada
a la verdad y cuenta en sí misma con los medios necesarios para alcanzarla” (FR 49).
Por ello es sumamente importante tratar de la razón para comprender a cabalidad la
veracidad del testimonio de la Iglesia sobre el mensaje de la Verdad del Verbo, que
manifiesta “la credibilidad de la Iglesia se constituye sobre la base del testimonio de
todos sus miembros y de su identificación con Cristo, como fruto de la acción del
Espíritu Santo”16. De modo que la razón es esencial y necesario para hallarse en la
verdad y poder abrazar todo el mensaje cristiano en su autenticidad. Esta razón se
encuentra en actividad desde el momento en que el hombre dice su primera palabra.
Pero esta actividad intelectiva debe estar regida necesariamente por unos principios
para proseguir de manera firme, segura y correcta. Estos son los principios lógicos de
la racionalidad, que nos brindan la seguridad para alcanzar un conocimiento
verdadero. El primero es el de identidad que se entiende como “lo que es, es. Pero
eso implica que las cosas son lo que son y hacen lo que su naturaleza determina,
permitiendo formular afirmaciones universales de que un tipo de entidad tendrá una
15
M. ECHAVARRÍA, “la analogía de fe y razón en Santo Tomas de Aquino”, en
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4318799.pdf. (25.07.2018).
16
F. OCARIZ Y A. BLANCO, Revelación Fe y Credibilidad, Palabra, Madrid 1998, 508
7
serie de propiedades concretas”17. Un principio que ya de entrada nos da a entender
la identidad e inteligibilidad de las cosas. Con este principio podemos afirmar la
objetividad de las cosas y los acontecimientos que se han ido generando en la línea
del tiempo. Por lo que se puede afirmar la posibilidad del conocimiento, sin
embargo, es menester tomar en cuenta el principio de no-contradicción, que establece
“no pueden aceptarse nunca el sí y el no simultáneamente como respuestas para la
misma pregunta hecha desde el mismo punto de vista”18, sería absurdo afirmar y
negar al mismo tiempo una cosa, “por eso todo relativismo es irracional, porque va
en contra de la realidad. La realidad es lo que es y no puede no serlo cuando lo es” 19.
El tercer principio es el de razón suficiente que consiste en hallar una respuesta
consistente, “que tenga una conexión lógica con lo que [se está] preguntando 20. En
base a estos principios lógicos, ya podemos dar por hecho que la razón es y será un
guía fiable en la búsqueda de verdad del conocimiento, ya sea en el ámbito científico
o religioso. La razón, con estos principios tiene la potestad de adentrarse, revisar y
analizar cualquier argumento de cualquier ámbito. Mas no podemos sentenciar que la
razón es el culmen absoluto para explicar toda la realidad; puede solamente afirmar y
negar en función de las otras fuentes, como la fe y la experiencia; sin los cuales sería
absurdo hablar de los resultados de la razón; en otras palabras, a la hora de buscar la
verdad, estas tres fuentes son inseparables. La razón, tiene, por tanto, el papel de
descifrar y descubrir la verdad en la inmensa nube de la revelación en Cristo Jesús,
para posteriormente expresar esa verdad por medio del lenguaje.
Sabemos con certeza que el hombre en el fondo, tiene como principio de felicidad a
la verdad, y por eso la verdad es el norte de todo conocimiento del hombre, dice San
Juan Pablo II en relación a la verdad:
17
M. CARREIRA, “verdad, ciencia y fe”, en http://tiberias.blogs.upv.es/files/2016/01/5_ciencia-y-
verdad.pdf (26.07.2018).
18
Ibíd.
19
Cf. Ibíd.
20
Ibíd.
8
El hombre es el único ser en toda la creación visible que no solo es capaz de saber, sino
que sabe también que sabe, y por eso se interesa por la verdad real de lo que se le
presenta. Nadie puede permanecer sinceramente indiferente a la verdad de su saber. Si
descubre que es falso, lo rechaza; en cambio, si puede confirmar su verdad, se siente
satisfecho. Es la lección de San Agustín cuando escribe: “he encontrado muchos que
querían engañar, pero ninguno que quisiera dejarse engañar” (FR 25).
Ciertamente, el hombre quiere por naturaleza un lugar seguro donde cobijar su
felicidad; pero no se da el tiempo de escudriñar la realidad de los hechos en el tiempo
y espacio para hallar tal lugar. El hombre de hoy acepta con mucha pasividad lo que
le viene; le da igual si es falso o verdadero, de ahí que se deje manejar por los dichos
y opiniones, pensando estar seguro. “En efecto, el necio se engaña pensando que
conoce muchas cosas, pero en realidad no es capaz de fijar la mirada sobre las
esenciales” (FR 18). El día de hoy nos vemos muy satisfechos con conocer las causas
inmediatas, más no nos cuestionamos por las causas primeras y últimas, la finalidad
del hombre en la tierra, por ejemplo, damos por obvio a muchas cuestiones sin tomar
en cuenta su importancia. El sentido crítico va desvaneciéndose de a poco. Si esto es
el caso, va a ser difícil que el hombre de hoy, experimente la fe, porque ya de entrada
lo niega o lo toma por obvio, sin sentido, sin antes haber atestiguado y profundizado
su verdad, quedando en conformidad con sus prejuicios. San juan Pablo II nos ayuda
a comprender que la experiencia de la fe no está en contra de la razón:
Esta verdad, que Dios nos revela en Jesucristo, no está en contraste con las verdades que
se alcanzan filosofando. Más bien los dos órdenes de conocimiento conducen a la verdad
en su plenitud. La unidad de la verdad es ya un postulado fundamental de la razón
humana, expresado en el principio de no contradicción. La revelación da la certeza de esta
unidad, mostrando que el Dios creador es también el Dios de la historia de la salvación
(FR 34).
Las verdades naturales alcanzadas por la razón no pueden contraponerse a las
sobrenaturales porque son de distinto orden. “Aunque fe y razón son dos fuentes
distintas de conocimiento, junto a la experiencia, están llamadas a converger en el
conocimiento humano de la verdad”21. Puede ser difícil aprobar la veracidad del
conocimiento del misterio de Dios, pero “[p]ara ayudar a la razón, que busca la
comprensión del misterio, están también los signos contenidos en la Revelación” (FR
13). Con un análisis crítico y profundo de aquellos signos en las sagradas escrituras
se puede llevar a cabo la búsqueda de verdad muy satisfactoriamente. Esta
21
JM. MAESTRE BARRIO, “circularidad fe-razón” en Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, Pensamiento y
cultura, Madrid 2013. 171
9
posibilidad de descifrar los signos de la revelación con la razón nos conduce a
afirmar: la fe no es irracional, ni es una mera creencia radical centrada en el
sentimiento, “el fideísmo es morboso porque desprecia la razón, y el ser humano es
animal racional”22. Con estas aseveraciones podemos confirmar que la fe cristiana
está establecida sobre las tres fuentes del conocimiento, experiencia, fe y razón. De
modo que la unidad de estas fuentes explicita la verdad de la revelación cristiana. Sin
embargo podemos todavía añadir elementos que muestran a la fe cristiana como la
autentica y buena nueva de Dios, estos son: los tres aspectos del testimonio
apostólico, legal, moral y teologal; así también la permanencia sustancial del mensaje
cristiano en su identidad a lo largo de los siglos dentro la Iglesia Católica; como
también la actitud de los mártires que aceptaban la muerte por fidelidad a su Señor,
por coherencia con la verdad creída y profesada, y también porque esperaban de Dios
la resurrección prometida a quienes le fueran fieles hasta el final 23. Como vemos la
experiencia de los apóstoles con el Hijo de Dios resucitado, suscita en ellos un nuevo
proceder del espíritu que los cambia completamente. Ahora esa realidad que se nos
presenta a la razón como testimonio, no lleva a actuar e influye de gran manera
también en nuestro modo de proceder de alguna u otra forma.
22
Ibid., 179.
23
Cfr. F. OCARIZ Y A. BLANCO, Revelación Fe y Credibilidad, Palabra, Madrid 1998, 517
10
En el primer Concilio Vaticano, los Padres habían puesto en evidencia el carácter
sobrenatural de la revelación de Dios. La crítica racionalista, que en aquel periodo atacaba
la fe sobre la base de tesis erróneas y muy difundidas, consistía en negar todo
conocimiento que no fuese fruto de las capacidades naturales de la razón. Este hecho
obligó al Concilio a sostener con fuerza que, además del conocimiento propio de la razón
humana, capaz por su naturaleza de llegar hasta el Creador, existe un conocimiento que es
peculiar de la fe. […] La fe, que se funda en el testimonio de Dios y cuenta con la ayuda
sobrenatural de la gracia, pertenece efectivamente a un orden diverso del conocimiento
filosófico (FR 8, 9).
Como ya vimos anteriormente es inadmisible e imposible separar la razón de la fe o
viceversa, porque ambas están sujetas a la primera fuente base, que es la experiencia,
sin la cual no habría conocimiento de ningún tipo. “No hay, pues, motivo de
competitividad alguna entre la razón y la fe: una está dentro de la otra, y cada una
tiene su propio espacio de realización” (FR 17). De modo que “[s]e establece una
especie de círculo hermenéutico en virtud del cual la razón necesita ser leída desde la
fe, y la fe desde la razón”24. Ahora si nos referimos a la realidad humana y su
finalidad de existencia, es difícil dar una respuesta exacta y correcta en términos
meramente racionalistas y cientificistas, por lo que es necesario acudir a una fuente
de orden superior que otorgue las razones suficientes a la cuestión del propósito de la
existencia humana. “En definitiva, el hombre con la razón alcanza la verdad, porque
iluminada por la fe descubre el sentido profundo de cada cosa y, en particular, de la
propia existencia” (FR 20). No hay pues contradicción alguna entre la fe y la razón,
porque la fe como fuente de orden superior está establecida para dirigir la acción
humana hacia lo trascendental e infinito, pero adherida siempre a la razón, “[l]a fe
mueve a la razón a salir de todo aislamiento y a apostar de buen grado por lo que es
bello, bueno y verdadero” (FR 56). La razón sin la fe puede encontrar muchas vías de
solución a los problemas del hombre, pero de manera muy parcial y relativa, sin
poder responder a las cuestiones últimas. De ahí, la necesidad de la fe para completar
el trabajo de la razón en la búsqueda de las verdades últimas. En este sentido “[l]a
construcción de la credibilidad de la Iglesia de Cristo no se limita a los aspectos
intelectuales y culturales; comprende también las obras y la conducta de las personas,
porque estas deben reflejar la conducta y la vida de Jesús”25. Tanto la fe como la
razón tienen la misma meta de buscar, hallar y dar a conocer la verdad intrínseca de
24
JM. MAESTRE BARRIO, “circularidad fe-razón” en Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, Pensamiento y
cultura, Madrid 2013, 169
25
F. OCARIZ Y A. BLANCO, Revelación Fe y Credibilidad, Palabra, Madrid 1998, 537
11
las Buenas Nuevas; de modo que fe y razón son imprescindibles para mostrar la
credibilidad del testimonio de la madre Iglesia Universal. Si faltara algo a esto
citaremos a San Juan Pablo II que expresa:
12
plena originalidad de la fe cristiana, esto es un acontecimiento que se da a conocer
porque encierra en si la pasión, la muerte y la resurrección del Señor que tiene
testigos directos; este mensaje a su vez es transmitido por medio del anuncio de la
Iglesia que lo hace evidente tanto en su vida como en la aflicción misionera. La fe
cristiana es entonces razonablemente creíble y aceptable, que tiende a conducir a
toda alma humana hacia su fin último de hallar la Verdad, el Camino y la Vida. Esto
es posible porque “[c]onsiderar la fe cristiana como un conocer y un saber consiste
en concebir la revelación como fundamento del acto mismo con que se cree”27.
V. LA FIABILIDAD DE LA FE CRISTIANA
27
R. FISICHELLA, Introducción a la teología fundamental, Verbo Divino, Navarra 2000, 114-115
28
M. CARREIRA, “ciencia y fe, ¿relaciones de complementariedad?”, en www.univforum.org
(05.08.018). 2
13
búsqueda de pruebas encuentra la base lógica entre el origen del testimonio real
transmitido y el hecho histórico de la revelación divina. Por tanto, es coherente y
racional afirmarse en la aceptación y asentimiento del testimonio de la Iglesia
Cristiana Católica. De modo que la razón al hallar las huellas de la Fe, se fortifica y
se complace en la verdad, porque recibe un contenido de ideas de orden superior, que
impulsa con mayor rigor su proceder. Es entonces cuando pasamos al segundo nivel
de la fe, que consiste en el acto libre de la voluntad para poder ajustar nuestro modo
de vida a las enseñanzas recibidas, dentro del conocimiento por testimonio; por ello
decimos que la Fe como confianza viene después del previo conocimiento
confirmado por la razón, dicho de otro modo, el ser humano pone su confianza en
algo que conoce no en lo que no conoce. El Sumo Pontífice citaba a santo Tomas en
su encíclica:
En una época en la que los pensadores cristianos descubrieron los tesoros de la filosofía
antigua, y más concretamente aristotélica, tuvo el gran mérito de destacar la armonía que
existe entre la razón y la Fe. Argumentaba que la luz de la razón y la luz de la fe proceden
ambas de Dios, por tanto, no pueden contradecirse entre sí” […]. En efecto, la fe es de
algún modo “ejercicio del pensamiento”; la razón del hombre no queda anulada ni se
envilece dando su asentimiento a los contenidos de la fe, que en todo caso se alcanzan
mediante una opción libre y consciente (FR 43).
Del mismo modo como se puede apreciar el proceder de la razón dentro de la
ciencia, se puede constatar también dentro de la fe, esto porque en ambos campos
está regida por los principios lógicos. La fe cristiana tiene base sólida en los hechos
históricos, y todos concordamos por sentido común, que la simple idea de rechazar
un hecho histórico evidente es antirracional, porque se está subjetivando la verdad de
la realidad, lo cual es inadmisible. Pero ya tomando el contenido de la Fe con la
razón se puede encontrar la coherencia lógica que hay en el mensaje cristiano,
basado en la realidad de los hechos. “En la encíclica La Fe y la Razón el ya difunto
Papa deja muy claro que nuestra fe no se basa en cuentos ni en mitologías, ni siquiera
en un libro. Se basa en hechos históricos” 29. Por tanto, hablar de fe cristiana es tomar
como fuente los hechos o sucesos del pasado en un tiempo determinado, que motivan
el accionar humano en la “búsqueda de Verdad, Belleza y Bien”30. No es por tanto
para nada irracional filosofar desde la fe. “El mismo acto de fe no es otra cosa que el
29
M. CARREIRA, “ciencia y fe, ¿relaciones de complementariedad?”, en www.univforum.org
(05.08.018). 3
30
M. CARREIRA, “verdad, ciencia y fe”, en http://tiberias.blogs.upv.es/files/2016/01/5_ciencia-y-
verdad.pdf (26.07.2018). 1
14
pensar con el asentimiento de la voluntad […] Todo el que cree, piensa; piensa
creyendo y cree pensando […] Porque la fe, si lo que se cree no se piensa, es nula ”
(FR 79). Vemos entonces que la fe cristiana es verificable y razonable; y no como
muchos la consideran como enemiga irreconciliable de la racionalidad. La fe
cristiana puede ser reflexionada, es decir se puede dar razones de porque un cristiano
cree en lo que cree. Esto a su vez nos compromete a ser defensores de la fe, porque
en ella hemos descubierto la gran montaña de la verdad; y es allí donde la razón
cobra mayor fuerza porque se abre a las verdades ascendentes de orden sobrenatural.
15
CONCLUSIÓN
16
BIBLIOGRAFIA
JUAN PABLO II, “Carta Encíclica fides et ratio” (24.06.2018), Paulinas, Perú 2002.
Texto original: AAS 91 (1999) 5-88
17
18
19
20
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22
23
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene por finalidad poner en relieve la importancia de conocer
con precisión la relación de complementariedad que existe entre las fuentes del
conocimiento, fe y razón, para lo cual tomaremos de referencia la encíclica Fides et
ratio, y otras fuentes que corroboren el tema tratado en el documento mencionado.
La urgencia de defender la fe nos obliga a buscar razones de nuestra fe, la fe cristiana
católica; en este sentido argumentaremos racionalmente sobre la existencia de la
conexión indisoluble entre la fe y la razón. Para tal propósito partiremos de algo muy
elemental, definiendo los términos fe y razón con mucha rigurosidad, aclarando que
la fe es razonable y no irracional, como muchos afirman. De estas definiciones
pasaremos a reflexionar sobre la pertinencia de la fe en el campo del conocimiento y
la importancia que tiene para una persona la fe en la búsqueda del mismo, sea
creyente o no. Finalmente pondremos en claro la relación complementaria entre la fe
y la razón en la búsqueda de la verdad.
24
VI. EL CAMPO DE LA FE
El hombre siendo un ser racional no puede conformarse con medias verdades, pues
la finalidad de complacer su curiosidad está en la verdad total, por lo tanto tiene el
deber de hallarla, porque su naturaleza misma lo exige. En ese sentido, todos
aquellos que nos complacemos en la verdad tenemos la obligación y el deber de
descender a las raíces de cada palabra que pronunciamos, y así poder expresar con
finura y rigurosidad nuestros juicios, con una exactitud justa y armónica conforme a
la verdad. En este sentido comenzamos por definir aquella palabra que nos mantiene
de pie en los momentos más críticos de la vida, nos referimos a la Fe, en específico a
la Fe cristiana. Ciertamente la Fe tiene que ver más con la acción que con el
concepto, pero a la hora de darle una definición exacta, gran parte de los creyentes y
no creyentes cometemos el gran error de desvirtuar su significado. Para no cometer
este error partiremos de una adecuada explicación sobre este término, dada por el
padre jesuita Manuel Carreira que presenta tres significados diferentes pero
inherentes entre sí; el primer significado es el siguiente:
la palabra “fe” se refiere a un modo de conocer que, en lugar de ser por experiencia propia
o por raciocinio propio, es conocimiento por testimonio. En este sentido la palabra fe no
tiene necesariamente conexión con nada de ámbito religioso […]. Casi todo lo que
conocemos lo conocemos por fe humana. […] [T]odo lo que es histórico sólo puede
conocerse por fe humana, pues no hay manera directa de comprobar lo que ya no existe 31.
Vemos que la fe en su primer significado es una fuente de conocimiento cierto
incluso en materia de ciencias empíricas. El gran porcentaje de la magnitud de
nuestro conocimiento no ha sido adquirido por esfuerzo propio, sino por testimonio
31
M. CARREIRA, “ciencia y fe, ¿relaciones de complementariedad?”, en www.univforum.org
(05.08.018) 2.
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de personas dignas de crédito. Para esclarecer más citaremos un pasaje de la
enciclopedia Para Salvarte del padre Jorge Loring, que dice “Fe es la aceptación de la
palabra de una persona fidedigna. Creer lo que no se ve porque nos lo asegura otro
que lo ve o que lo sabe” 32. Con esta primera explicación quedaría en parte rebatido el
argumento ateo; que presupone a la fe como un creer en algo sin prueba ni evidencia,
dando a entender que la fe pertenece al ámbito religioso solamente. Los ateos pueden
negar a la fe en teoría pero no en la práctica, porque a la hora de proceder en su vida
cotidiana no se detienen a realizar previos experimentos para su seguridad,
simplemente actúan sin cuestionar. Quedaría rebatido también la concepción
protestante sobre el significado de la fe. “[A]firman los protestantes, en general, que
la FE es un sentimiento”33; excluyen a la razón de la fe, pero la fe en su primer
significado es un contenido de ideas depositada y recibida por la razón. Sabemos
también por sentido común que “la racionalidad es la búsqueda de la verdad” 34, en
ese sentido “un sentimiento nunca es una razón”35. En continuación al primer
significado el segundo tiene que ver con la voluntad libre de compromiso con el
conocimiento recibido:
De modo que hay una base racional para la fe, y una vez que uno acepta que Cristo, como
Hijo de Dios, dio unas enseñanzas concretas, entonces entra en juego el segundo
significado de la palabra Fe, por el cual el acto de fe es meritorio. […] Esta fe consiste en
un acto libre de la voluntad: una decisión responsable basada en una confianza fundada en
razones adecuadas36.
Este segundo significado es un “acto de […] voluntad, que consiste en poner la vida
de acuerdo con esa verdad conocida”37; es entonces cuando pasamos al tercer y más
importante significado, la Fe como don de Dios, que uno recibe en el bautismo.
Ciertamente “el bautismo no aumenta [el] conocimiento, ni es un acto meritorio de
[la] voluntad, sino que en él se recibe de Dios la Fe como virtud teologal”38. Con
estas aproximaciones ya se puede dejar en claro que “la Fe es regalo de Dios como
32
J. LORING, Para Salvarte, San Pablo, Bogotá 2013, 204.
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M. CARREIRA, “verdad, ciencia y fe”, en http://tiberias.blogs.upv.es/files/2016/01/5_ciencia-y-
verdad.pdf (26.07.2018) 7.
34
Ibid., 7.
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Ibid., 7.
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Ibid., 9.
37
Ibid., 9.
38
Ibid., 9.
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virtud teologal, pero es responsabilidad [del hombre] como conocimiento y como
acto de voluntad”39.
Teniendo en claro lo que es la fe en su sentido más original, podemos pasar a
desglosar la racionalidad de la Fe cristiana. Un análisis de las verdades nuevas en las
raíces del Evangelio. El padre Loring dice al respecto citando el concilio Vaticano I,
“la Iglesia Católica enseña infaliblemente que la fe es esencialmente un asentimiento
sobrenatural del entendimiento a las verdades reveladas por Dios”40. Pero sería muy
frio y pobre nuestra reflexión si nos quedamos solamente con la formulación de
palabras, es decir con la teoría; por ello es necesario añadir lo que expresa el padre
Loring, “la fe no es solo aceptar una verdad con el entendimiento, sino también con
el corazón. Es el compromiso de nuestra propia persona con la persona de Cristo […]
que lleva consigo exigencias a las que jamás ideología alguna será capaz de llegar”41.
27
sabemos, existen tres fuentes del conocimiento, la experiencia, la razón y la fe. En
ese sentido la razón lleva consigo una tarea sumamente importante; la de mantener
en un total equilibrio el proceder del intelecto. Pero qué se entiende por razón,
Martin F. Echavarría nos introduce en el asunto:
Por razón se puede entender la potencia o facultad por la cual nos hacemos capaces de
entender discursivamente, cosa que es propia del ser humano. En segundo lugar, el acto de
esta facultad. En tercer lugar, lo pronunciado en el interior de la mente por la potencia
racional en su acto, el verbo mental o razón, en la cual entendemos la verdad de las
cosas43.
Con esta definición ya podemos empezar a desglosar el concepto de la razón. Razón
es aquella facultad humana que discierne lo correcto de lo erróneo, lo verdadero de
lo falso, para luego formular un juicio conforme a la verdad. Ya habíamos
mencionado que el alma humana sólo puede hallarse satisfecho con la verdad, como
nos recalca San Juan Pablo II en su encíclica Fe y Razón: “la razón está por
naturaleza orientada a la verdad y cuenta en sí misma con los medios necesarios para
alcanzarla” (FR 49). De modo que la razón es esencial y necesario para hallarse
en la verdad. Esta razón se encuentra en actividad desde el momento en que el
hombre dice su primera palabra. Pero esta actividad intelectiva debe estar regida
necesariamente por unos principios para proseguir de manera firme, segura y
correcta. Estos son, los principios lógicos de la racionalidad, que nos brindan la
seguridad para alcanzar un conocimiento verdadero. El primero es el de identidad
que se entiende como “lo que es, es. Pero eso implica que las cosas son lo que son y
hacen lo que su naturaleza determina, permitiendo formular afirmaciones universales
de que un tipo de entidad tendrá una serie de propiedades concretas” 44. Un principio
que ya de entrada nos da a entender la identidad e inteligibilidad de las cosas. Por lo
que se puede afirmar la posibilidad del conocimiento, sin embargo, es menester
tomar en cuenta el principio de no-contradicción, que establece “no pueden aceptarse
nunca el sí y el no simultáneamente como respuestas para la misma pregunta hecha
desde el mismo punto de vista”45, sería absurdo afirmar y negar al mismo tiempo una
cosa, “por eso todo relativismo es irracional, porque va en contra de la realidad. La
43
M. ECHAVARRÍA, “la analogía de fe y razón en Santo Tomas de Aquino”, en
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4318799.pdf. (25.07.2018).
44
M. CARREIRA, “verdad, ciencia y fe”, en http://tiberias.blogs.upv.es/files/2016/01/5_ciencia-y-
verdad.pdf (26.07.2018). 4.
45
Ibid., 4.
28
realidad es lo que es y no puede no serlo cuando lo es” 46. El tercer principio es el de
razón suficiente que consiste en hallar una respuesta consistente, “que tenga una
conexión lógica con lo que [se está] preguntando47. En base a estos principios
lógicos, ya podemos dar por hecho que la razón es y será un guía fiable en la
búsqueda de verdad del conocimiento, ya sea en el ámbito científico o religioso. La
razón, con estos principios tiene la potestad de adentrarse, revisar y analizar
cualquier argumento de cualquier ámbito. Mas no podemos sentenciar que la razón
es el culmen absoluto para explicar toda la realidad; puede solamente afirmar y
negar en función de las otras fuentes, como la fe y la experiencia; sin los cuales sería
absurdo hablar de los resultados de la razón; en otras palabras, a la hora de buscar la
verdad, estas tres fuentes son inseparables. La razón, tiene por tanto, el papel de
descifrar y descubrir la verdad en la inmensa burbuja de información, para
posteriormente expresar esa verdad por medio del lenguaje.
Sabemos con certeza que el hombre en el fondo, tiene como principio de felicidad a
la verdad, y por eso la verdad es el norte de todo conocimiento del hombre, dice San
Juan Pablo II en relación a la verdad:
El hombre es el único ser en toda la creación visible que no solo es capaz de saber, sino
que sabe también que sabe, y por eso se interesa por la verdad real de lo que se le
presenta. Nadie puede permanecer sinceramente indiferente a la verdad de su saber. Si
descubre que es falso, lo rechaza; en cambio, si puede confirmar su verdad, se siente
satisfecho. Es la lección de San Agustín cuando escribe: “he encontrado muchos que
querían engañar, pero ninguno que quisiera dejarse engañar” (FR 25).
Ciertamente, el hombre quiere por naturaleza un lugar seguro donde cobijar su
felicidad; pero no se da el tiempo de escudriñar la realidad de los hechos en el tiempo
y espacio para hallar tal lugar. El hombre de hoy acepta con mucha pasividad lo que
le viene; le da igual si es falso o verdadero, de ahí que se deje manejar por los dichos
y opiniones, pensando estar seguro. “En efecto, el necio se engaña pensando que
46
Ibid., 4.
47
Ibid., 4.
29
conoce muchas cosas, pero en realidad no es capaz de fijar la mirada sobre las
esenciales” (FR 18). El día de hoy nos vemos muy satisfechos con conocer las causas
inmediatas, más no nos cuestionamos por las causas primeras y últimas, la finalidad
del hombre en la tierra por ejemplo, damos por obvio a muchas cuestiones sin tomar
en cuenta su importancia. El sentido crítico va desvaneciéndose de a poco. Si esto es
el caso, va a ser difícil que el hombre de hoy, experimente la fe, porque ya de entrada
lo niega o lo toma por obvio, sin sentido, sin antes haber atestiguado y profundizado
su verdad, quedando así en conformidad con sus prejuicios. San juan Pablo II nos
ayuda a comprender que la experiencia de la fe no está en contra de la razón:
Esta verdad, que Dios nos revela en Jesucristo, no está en contraste con las verdades que
se alcanzan filosofando. Más bien los dos órdenes de conocimiento conducen a la verdad
en su plenitud. La unidad de la verdad es ya un postulado fundamental de la razón
humana, expresado en el principio de no contradicción. La revelación da la certeza de esta
unidad, mostrando que el Dios creador es también el Dios de la historia de la salvación
(FR 34).
Las verdades naturales alcanzadas por la razón no pueden contraponerse a las
sobrenaturales porque son de distinto orden. “Aunque fe y razón son dos fuentes
distintas de conocimiento, junto a la experiencia, están llamadas a converger en el
conocimiento humano de la verdad”48. Puede ser difícil aprobar la veracidad del
conocimiento del misterio de Dios, pero “[p]ara ayudar a la razón, que busca la
comprensión del misterio, están también los signos contenidos en la Revelación” (FR
13). Con un análisis crítico y profundo de aquellos signos en las sagradas escrituras
se puede llevar a cabo la búsqueda de verdad muy satisfactoriamente. Esta
posibilidad de descifrar los signos de la revelación con la razón nos conduce a
afirmar: la fe no es irracional, ni es una mera creencia radical centrada en el
sentimiento, “el fideísmo es morboso porque desprecia la razón, y el ser humano es
animal racional”49. Con estas aseveraciones podemos confirmar que la fe cristiana
está establecida sobre las tres fuentes del conocimiento, experiencia, fe y razón. De
modo que la unidad de estas fuentes explicita la verdad de la revelación cristiana.
48
JM. MAESTRE BARRIO, “circularidad fe-razón” en Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, Pensamiento y
cultura, Madrid 2013, 171
49
Ibid., 179.
30
IX. RELACIONALIDAD Y COMPLEMENTARIEDAD ENTRE LA FE
Y LA RAZÓN
50
JM. MAESTRE BARRIO, “circularidad fe-razón” en Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, Pensamiento y
cultura, Madrid 2013, 169.
31
porque la fe como fuente de orden superior está establecida para dirigir la acción
humana hacia lo trascendental e infinito, pero adherida siempre a la razón, “[l]a fe
mueve a la razón a salir de todo aislamiento y a apostar de buen grado por lo que es
bello, bueno y verdadero” (FR 56). La razón sin la fe puede encontrar muchas vías de
solución a los problemas del hombre, pero de manera muy parcial y relativa, sin
poder responder a las cuestiones últimas. De ahí, la necesidad de la fe para completar
el trabajo de la razón en la búsqueda de las verdades últimas. Tanto la fe como la
razón tienen la misma meta de buscar, hallar y dar a conocer la verdad; por tanto no
existe incompatibilidad alguna entre fe y razón. Si faltara algo a esto citaremos a San
Juan Pablo II que expresa:
32
acuerdo de justicia entre fe y razón no admiten tales posiciones del alma, porque la
verdad prima sobre cualquier subjetivismo y relativismo. En ese sentido todo hombre
está en la necesidad y obligación de buscar la verdad y hallarla. Y la verdad solo
puede ser encontrada mediante la fe y la razón juntas en la experiencia. No cabe duda
pues, que el camino del hombre debe ser dirigida por la razón pero iluminada por la
fe.
X. LA FE ES RAZONABLE
33
aceptación y asentimiento del testimonio de la Iglesia Cristiana Católica. De modo
que la razón al hallar las huellas de la Fe, se fortifica y se complace en la verdad,
porque recibe un contenido de ideas de orden superior, que impulsa con mayor rigor
su proceder. Es entonces cuando pasamos al segundo nivel de la fe, que consiste en
el acto libre de la voluntad para poder ajustar nuestro modo de vida a las enseñanzas
recibidas, dentro del conocimiento por testimonio; por ello decimos que la Fe como
confianza viene después del previo conocimiento confirmado por la razón, dicho de
otro modo, el ser humano pone su confianza en algo que conoce no en lo que no
conoce. El Sumo Pontífice citaba a santo Tomas en su encíclica:
En una época en la que los pensadores cristianos descubrieron los tesoros de la filosofía
antigua, y más concretamente aristotélica, tuvo el gran mérito de destacar la armonía que
existe entre la razón y la Fe. Argumentaba que la luz de la razón y la luz de la fe proceden
ambas de Dios, por tanto, no pueden contradecirse entre sí” […]. En efecto, la fe es de
algún modo “ejercicio del pensamiento”; la razón del hombre no queda anulada ni se
envilece dando su asentimiento a los contenidos de la fe, que en todo caso se alcanzan
mediante una opción libre y consciente (FR 43).
Del mismo modo como se puede apreciar el proceder de la razón dentro de la
ciencia, se puede constatar también dentro de la fe, esto porque en ambos campos
está regida por los principios lógicos. La fe cristiana tiene base sólida en los hechos
históricos, y todos concordamos por sentido común, que la simple idea de rechazar
un hecho histórico evidente es antiracional, porque se está subjetivando la verdad de
la realidad, lo cual es inadmisible.
53
M. CARREIRA, “ciencia y fe, ¿relaciones de complementariedad?”, en www.univforum.org
(05.08.018) 3.
54
M. CARREIRA, “verdad, ciencia y fe”, en http://tiberias.blogs.upv.es/files/2016/01/5_ciencia-y-
verdad.pdf (26.07.2018) 1.
34
pensando […] Porque la fe, si lo que se cree no se piensa, es nula” (FR 79). Vemos
entonces que la fe cristiana es racional; y no como muchos la consideran enemiga
irreconciliable de la razón.
CONCLUSIÓN
Después de haber desarrollado el tema de la fe como conocimiento razonable, con
rigor analítico reflexivo, podemos ya sustraer los resultados que hemos obtenido.
Nuestra preocupación por la búsqueda de la verdad nos llevó a sumergirnos en la
profundidad del significado de los términos fe y razón, y en ese descenso hemos
podido hallar la razonabilidad de la Fe conforme a las fuentes de distintos autores
muy doctos en la materia. En principio se ha buscado una definición propia y
autentica de la palabra Fe, y se ha puesto en claro que la Fe como tal posee tres
significados graduales complementarios e indisolubles, admisibles por la razón. A su
vez la razón, para ser digna de recibir y salvaguardar la Fe, se ha recalcado que tiene
que estar regida a los principios universales lógicos en su modo de proceder; con lo
cual se puso de manifiesto la relacionalidad y complementariedad entre la Fe y la
razón. Dando por entendido que la supuesta incompatibilidad entre fe y razón es
errónea y falsa; no quedando argumentos racionales que anulen la fe del campo del
conocimiento. Entre tanto se ha argumentado racionalmente que la Fe cristiana es la
máxima expresión de la verdad porque puede ser razonada y justificada sobre
razones suficientes históricas, además que compromete al hombre a tomar decisiones
trascendentales en la verdad. Dicho de otro modo, la Fe cristiana en su conjunto es
razonable, porque puede ser justificada sobre una base lógica histórica. Y con una
35
concepción exacta de la definición de los términos fe y razón, como se ha precisado
en los puntos trabajados, no tendremos ningún problema en dar razones de nuestra fe.
Por ello consideramos fundamental y necesario tener una definición exacta y precisa
de cualquier término que usemos en cualquier ámbito del conocimiento, para de este
modo arrancar de raíz toda falacia que ponga en duda a la verdad de la fe. Con esta
síntesis queda pues demostrada la importancia de mantener un sentido crítico frente a
la realidad histórica de la fe para complacerse en su verdad, y la continuidad de
seguir explorando las verdades reveladas.
BIBLIOGRAFÍA
JUAN PABLO II, “Carta Encíclica Fides et ratio” (24.06.2018), Paulinas, Perú 2002.
Texto original: AAS 91 (1999) 5-88.
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