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Esperar permanecer siempre en un estado constante de felicidad
es condenarse a la decepción y el fracaso.
No todo lo que hacemos puede proporcionarnos beneficios
presentes y futuros. A veces es preferible sacrificar un bien
presente por otro mayor a largo plazo, y cualquier cosa que uno
haga en la vida tendrá siempre una parte de trabajo rutinario.
Estudiar para aprobar los exámenes, ahorrar para el futuro, o
hacer semanas de ochenta horas como residente pueden ser cosas
que no resulten muy agradables, pero contribuyen a nuestra
felicidad futura. Incluso cuando sacrificamos un bien presente por
otro que pueda ser mayor en el futuro, la clave está en que la
mayoría de las veces esas
actividades nos proporcionen también beneficios presentes a la ve
z que futuros.
Vivir de vez en cuando como un hedonista también tiene sus
ventajas. Mientras no produzca consecuencias indeseables a largo
plazo (como las que derivan del uso de drogas), concentrarse
exclusivamente en vivir el presente puede tener un efecto
rejuvenecedor. Si se hace con moderación, relajarse, descansar la
mente y disfrutar de la playa, una pizza y un buen helado, o
quedarse viendo la televisión, son cosas que también contribuyen
a hacernos felices.
La vida es ahora
Otro de los principales obstáculos que hemos de superar es
nuestra tendencia a no vivir en el presente. Es verdaderamente
difícil disfrutar la vida si estamos constantemente
arrepintiéndonos del pasado o angustiándonos por el futuro. De
esta manera nos perdemos lo que está ocurriendo aquí y ahora. No
nos permitimos implicarnos en profundidad con las personas y
acontecimientos que nos rodean.