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Pensamiento y pastoral

Algunas consideraciones sobre la teología pastoral


Autor: Luis O. Liberti

No está de más repasar de qué se trata la disciplina teológica que tiene por
objeto la acción pastoral de la Iglesia, que tanto ocupa a nuestra revista.

La teología pastoral surge como disciplina en 1774, por un real 


decreto de María Teresa de Austria aprobando el plan de reforma de los
estudios eclesiásticos formulado por el canonista benedictino Franz Stephan
Raustenstrauch, "con el fin de renovar los estudios eclesiásticos, excesivamente
teóricos y escasamente pastorales que frecuentaban los futuros sacerdotes o
pastores" (C. Floristán, "Teología práctica", en V. Pedroza, R. Berroza y J.
Sastre J., Diccionario de Pastoral y Evangelización Madrid, 2000, p. 1014). En
aquel contexto, la disciplina era netamente "pragmática (consejos y recetas), y
el pastor era considerado como servidor del Estado para tutelar y educar en los
valores sociales vigentes, pues el Estado se constituía, en servidor y protector
de la religión" (J. Sastre García, "Teología Pastoral", en V. Pedrosa, M. Navarro,
R. Lázaro y J. Sastre, Nuevo Diccionario de Catequética, Volumen II Madrid,
1999, p. 2160).

A más de dos siglos de evolución en el pensamiento de la teología pastoral,


ésta, junto a la "presentación, análisis y reflexión de los campos de acción y de
las instituciones pastorales", también debe considerar "las cuestiones actuales
bajo los condicionamientos de la respectiva situación social" (F. Calvo, "Teología
Pastoral/Teología Práctica", en C. Floristán,Nuevo Diccionario de Pastoral,
Madrid, 2002, p. 1462). La teología pastoral (práctica) puede ser comprendida
desde una doble perspectiva: como teología de la práctica, es decir, la teoría
crítica y reflexiva que ilumina la praxis de la Iglesia y de los cristianos en el
mundo, y la práctica de la teología, o sea, praxis de la reflexión teológica.

Respecto a la teología de la práctica, aproximadamente hasta la década de


1950, la teología pastoral era considerada como un simple corolario de los
proyectos especulativos de la teología dogmática, erigida en suprema disciplina.
Hoy la entendemos con recurrente aproximación a las ciencias humanas. Sin su
concurso, difícilmente podrán examinarse los mecanismos que surgen en las
acciones pastorales. Por lo mismo, es inherente relacionar dialécticamente la
práctica eclesial con la teología pastoral y las ciencias humanas, según el
decurso de la historia. Así, "el binomio teoría-praxis dialécticamente entendido
es fundamental en la teología práctica. En realidad, toda teología al menos
remotamente debiera ser pastoral, pero en cualquier caso hay una teología que
utiliza precisamente la ‘razón práctica’ como mediación de reflexión" (C.
Floristán, "Teología práctica", p. 1020). Dicho de otro modo, "la teología
práctica tiene una finalidad ‘inmediata’ pastoral, a diferencia de la teología
dogmática, cuya finalidad pastoral es remota. La teología práctica es, pues,
teología de la praxis (‘theologia praxeos’), entendiendo por praxis la acción
radical transformadora y liberadora, tanto personal como social" (C. Floristán,
"En búsqueda de la teología práctica", en J. Bosch (ed.), Panorama de la
Teología Española, Estella-Navarra, 1999, p. 273).

En esta perspectiva, a partir de la heterogeneidad de la praxis eclesial, la


teología pastoral agrupa y a la vez se especifica particularmente en: pastoral
litúrgica (leiturgia); del anuncio profético (martyría), de la conducción
fraternal (koinonía) o de la dimensión social-caritativa-liberadora (diakonía).

Con relación a la práctica de la teología, esta perspectiva aborda que si "la


teología como tal es el momento reflexivo de la vida de fe del pueblo de Dios (la
teología sale del pueblo y es para el pueblo), es indudable que la elaboración
humana de la palabra, recibida en la fe del pueblo, está condicionada por
aquellas exigencias, situaciones y destinos en que se halla la vida del pueblo
cristiano en el mundo. Por esta razón, también la teología, entendida como
investigación científica de estos condicionamientos sociales, es un ‘momento
interior de la fe del pueblo’. Tal vez tendríamos que hablar –y así evitaríamos
toda clase de equívocos– del sentido pastoral de toda teología y
del método científico de toda teología" (C. Villanova E., Para comprender la
teología, Estella-Navarra, 1992, p. 79). La teología posterior al Concilio
Vaticano II es más cercana al acto pastoral, "es entendida como saber práctico
o discurso comprometido (theologia ad praxim)" (C. Floristán, "Teología
práctica", pp. 1020-1021); frente a una dogmática contemplativa y ortodoxa,
se propone hoy una teología transformadora y ortopráctica. Se trata de percibir
en la acción evangelizadora de la Iglesia, que "el mensaje evangélico se
encarne y transforme desde dentro la vida de los evangelizados" (J. Rovai,
Informe sobre la tesis doctoral de Luis O. Liberti, Córdoba, 24 de julio de 2004,
p. 2).

Podemos afirmar que la teología pastoral, "es reflexión teológica de la acción


eclesial, entendida como actualización de la praxis de Jesús por la Iglesia, de
cara a la implantación del reino de Dios en la sociedad, mediante la
construcción del pueblo de Dios en estado de comunidad cristiana. Dicho de
otro modo, es el esfuerzo reflexivo o teórico que hace la Iglesia a través de sus
comunidades, con la ayuda imprescindible de los teólogos, para entender y
promover la vida comunitaria cristiana en un mundo más justo y más solidario"
(C. Floristán, "En búsqueda de la teología práctica", p. 273).

Sintetizando algunos aspectos relevados podemos "afirmar que la teología


pastoral tiene:

• un ámbito: los estudios teológicos;


• una referencia próxima: la concepción eclesiológica;
• una referencia última: la fe de la Iglesia;
• un objeto: la acción de la Iglesia;
• dos campos: la acción en sí misma considerada o en sus realizaciones
históricas concretas;
• un método: el análisis valorador de la situación concreta eclesial para, desde
la proyección de una situación nueva, trazar los imperativos básicos de la
acción;
• una ayuda: las ciencias auxiliares que, con carácter interdisciplinar, ayudan al
conocimiento de la realidad;
• una finalidad próxima: iluminar la práctica eclesial concreta y darle las pautas
para su identificación;
• una finalidad última: servir a la misión eclesial" (J. Ramos J., Teología
Pastoral, Madrid, 1995, pp. 14-15).

La Iglesia tiene como misión peculiar continuar en el mundo la acción


sacramental de Cristo (ver Lumen Gentium 1) y así quiere impregnar a la
humanidad de todos los tiempos y espacios la salvación realizada en el Misterio
Pascual de Jesucristo (ver Gaudium et Spes 22) y a la vez se encamina hacia la
consumación escatológica (ver Lumen Gentium 48;Gaudium et Spes 45). La
continuidad de la obra salvífica de Jesús, designio del Padre y potenciada por el
Espíritu Santo, en dirección hacia el reinado de Dios y en la historia del Pueblo
de Dios (ver Lumen Gentium 2-4. 5. 9) aseguran a la Iglesia una fidelidad en su
ser y misión (ver Gaudium et Spes 39). "Por ello, podemos hablar de criterios
de acción pastoral, criterios comunes a todas las acciones de la Iglesia para que
sean de verdad tales. Criterios que se han de apoyar, por lo tanto, en el
acontecimiento de Cristo que la Iglesia continúa y perpetúa en el tiempo. Desde
estos criterios, la acción de la Iglesia puede ser reconocida como tal, pero a la
vez han de ser exigencia a la hora de realizar acciones eclesiales, a la hora de
optar por ellas y a la hora de hacer cualquier tipo de propuestas pastorales.
Criterios, por tanto, teológicos porque parten de una concepción de Iglesia y de
acción pastoral brotada de la fe. Criterios que brotan de una identidad eclesial
fruto de la revelación y de su acontecimiento central, la encarnación y el
misterio pascual de Nuestro Señor Jesucristo que manifiesta el Reino y salva al
mundo" (Ramos J., Teología Pastoral, pp. 101-102).

Así, los criterios que emergen de la continuidad de la misión de Jesús


(teándrico, sacramental y de conversión); los criterios que emergen del camino
hacia el reinado de Dios (historicidad, apertura a los signos de los tiempos y
universalidad) y los criterios que emergen de la presencia y misión de la Iglesia
en el mundo (diálogo, encarnación y misión), si no están presentes, no
podríamos llamar "pastorales" a las acciones eclesiales ya que no estarían
colocadas en continuidad con el misterio salvífico de Jesucristo. Como tal
deberán estar presentes en todas las fases de la metodología de la teología
pastoral.

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