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La teología pastoral surgió como disciplina en 1774 para renovar los estudios eclesiásticos y hacerlos más pastorales. A lo largo de más de dos siglos ha evolucionado, considerando no solo las acciones e instituciones de la Iglesia sino también las cuestiones sociales. Puede entenderse como teología de la práctica o como práctica de la teología. Tiene como objetivo iluminar la práctica de la Iglesia y darle pautas para su identificación, servir a la misión de la Iglesia de continuar
La teología pastoral surgió como disciplina en 1774 para renovar los estudios eclesiásticos y hacerlos más pastorales. A lo largo de más de dos siglos ha evolucionado, considerando no solo las acciones e instituciones de la Iglesia sino también las cuestiones sociales. Puede entenderse como teología de la práctica o como práctica de la teología. Tiene como objetivo iluminar la práctica de la Iglesia y darle pautas para su identificación, servir a la misión de la Iglesia de continuar
La teología pastoral surgió como disciplina en 1774 para renovar los estudios eclesiásticos y hacerlos más pastorales. A lo largo de más de dos siglos ha evolucionado, considerando no solo las acciones e instituciones de la Iglesia sino también las cuestiones sociales. Puede entenderse como teología de la práctica o como práctica de la teología. Tiene como objetivo iluminar la práctica de la Iglesia y darle pautas para su identificación, servir a la misión de la Iglesia de continuar
Algunas consideraciones sobre la teología pastoral
Autor: Luis O. Liberti
No está de más repasar de qué se trata la disciplina teológica que tiene por objeto la acción pastoral de la Iglesia, que tanto ocupa a nuestra revista.
La teología pastoral surge como disciplina en 1774, por un real
decreto de María Teresa de Austria aprobando el plan de reforma de los estudios eclesiásticos formulado por el canonista benedictino Franz Stephan Raustenstrauch, "con el fin de renovar los estudios eclesiásticos, excesivamente teóricos y escasamente pastorales que frecuentaban los futuros sacerdotes o pastores" (C. Floristán, "Teología práctica", en V. Pedroza, R. Berroza y J. Sastre J., Diccionario de Pastoral y Evangelización Madrid, 2000, p. 1014). En aquel contexto, la disciplina era netamente "pragmática (consejos y recetas), y el pastor era considerado como servidor del Estado para tutelar y educar en los valores sociales vigentes, pues el Estado se constituía, en servidor y protector de la religión" (J. Sastre García, "Teología Pastoral", en V. Pedrosa, M. Navarro, R. Lázaro y J. Sastre, Nuevo Diccionario de Catequética, Volumen II Madrid, 1999, p. 2160).
A más de dos siglos de evolución en el pensamiento de la teología pastoral,
ésta, junto a la "presentación, análisis y reflexión de los campos de acción y de las instituciones pastorales", también debe considerar "las cuestiones actuales bajo los condicionamientos de la respectiva situación social" (F. Calvo, "Teología Pastoral/Teología Práctica", en C. Floristán,Nuevo Diccionario de Pastoral, Madrid, 2002, p. 1462). La teología pastoral (práctica) puede ser comprendida desde una doble perspectiva: como teología de la práctica, es decir, la teoría crítica y reflexiva que ilumina la praxis de la Iglesia y de los cristianos en el mundo, y la práctica de la teología, o sea, praxis de la reflexión teológica.
Respecto a la teología de la práctica, aproximadamente hasta la década de
1950, la teología pastoral era considerada como un simple corolario de los proyectos especulativos de la teología dogmática, erigida en suprema disciplina. Hoy la entendemos con recurrente aproximación a las ciencias humanas. Sin su concurso, difícilmente podrán examinarse los mecanismos que surgen en las acciones pastorales. Por lo mismo, es inherente relacionar dialécticamente la práctica eclesial con la teología pastoral y las ciencias humanas, según el decurso de la historia. Así, "el binomio teoría-praxis dialécticamente entendido es fundamental en la teología práctica. En realidad, toda teología al menos remotamente debiera ser pastoral, pero en cualquier caso hay una teología que utiliza precisamente la ‘razón práctica’ como mediación de reflexión" (C. Floristán, "Teología práctica", p. 1020). Dicho de otro modo, "la teología práctica tiene una finalidad ‘inmediata’ pastoral, a diferencia de la teología dogmática, cuya finalidad pastoral es remota. La teología práctica es, pues, teología de la praxis (‘theologia praxeos’), entendiendo por praxis la acción radical transformadora y liberadora, tanto personal como social" (C. Floristán, "En búsqueda de la teología práctica", en J. Bosch (ed.), Panorama de la Teología Española, Estella-Navarra, 1999, p. 273).
En esta perspectiva, a partir de la heterogeneidad de la praxis eclesial, la
teología pastoral agrupa y a la vez se especifica particularmente en: pastoral litúrgica (leiturgia); del anuncio profético (martyría), de la conducción fraternal (koinonía) o de la dimensión social-caritativa-liberadora (diakonía).
Con relación a la práctica de la teología, esta perspectiva aborda que si "la
teología como tal es el momento reflexivo de la vida de fe del pueblo de Dios (la teología sale del pueblo y es para el pueblo), es indudable que la elaboración humana de la palabra, recibida en la fe del pueblo, está condicionada por aquellas exigencias, situaciones y destinos en que se halla la vida del pueblo cristiano en el mundo. Por esta razón, también la teología, entendida como investigación científica de estos condicionamientos sociales, es un ‘momento interior de la fe del pueblo’. Tal vez tendríamos que hablar –y así evitaríamos toda clase de equívocos– del sentido pastoral de toda teología y del método científico de toda teología" (C. Villanova E., Para comprender la teología, Estella-Navarra, 1992, p. 79). La teología posterior al Concilio Vaticano II es más cercana al acto pastoral, "es entendida como saber práctico o discurso comprometido (theologia ad praxim)" (C. Floristán, "Teología práctica", pp. 1020-1021); frente a una dogmática contemplativa y ortodoxa, se propone hoy una teología transformadora y ortopráctica. Se trata de percibir en la acción evangelizadora de la Iglesia, que "el mensaje evangélico se encarne y transforme desde dentro la vida de los evangelizados" (J. Rovai, Informe sobre la tesis doctoral de Luis O. Liberti, Córdoba, 24 de julio de 2004, p. 2).
Podemos afirmar que la teología pastoral, "es reflexión teológica de la acción
eclesial, entendida como actualización de la praxis de Jesús por la Iglesia, de cara a la implantación del reino de Dios en la sociedad, mediante la construcción del pueblo de Dios en estado de comunidad cristiana. Dicho de otro modo, es el esfuerzo reflexivo o teórico que hace la Iglesia a través de sus comunidades, con la ayuda imprescindible de los teólogos, para entender y promover la vida comunitaria cristiana en un mundo más justo y más solidario" (C. Floristán, "En búsqueda de la teología práctica", p. 273).
Sintetizando algunos aspectos relevados podemos "afirmar que la teología
pastoral tiene:
• un ámbito: los estudios teológicos;
• una referencia próxima: la concepción eclesiológica; • una referencia última: la fe de la Iglesia; • un objeto: la acción de la Iglesia; • dos campos: la acción en sí misma considerada o en sus realizaciones históricas concretas; • un método: el análisis valorador de la situación concreta eclesial para, desde la proyección de una situación nueva, trazar los imperativos básicos de la acción; • una ayuda: las ciencias auxiliares que, con carácter interdisciplinar, ayudan al conocimiento de la realidad; • una finalidad próxima: iluminar la práctica eclesial concreta y darle las pautas para su identificación; • una finalidad última: servir a la misión eclesial" (J. Ramos J., Teología Pastoral, Madrid, 1995, pp. 14-15).
La Iglesia tiene como misión peculiar continuar en el mundo la acción
sacramental de Cristo (ver Lumen Gentium 1) y así quiere impregnar a la humanidad de todos los tiempos y espacios la salvación realizada en el Misterio Pascual de Jesucristo (ver Gaudium et Spes 22) y a la vez se encamina hacia la consumación escatológica (ver Lumen Gentium 48;Gaudium et Spes 45). La continuidad de la obra salvífica de Jesús, designio del Padre y potenciada por el Espíritu Santo, en dirección hacia el reinado de Dios y en la historia del Pueblo de Dios (ver Lumen Gentium 2-4. 5. 9) aseguran a la Iglesia una fidelidad en su ser y misión (ver Gaudium et Spes 39). "Por ello, podemos hablar de criterios de acción pastoral, criterios comunes a todas las acciones de la Iglesia para que sean de verdad tales. Criterios que se han de apoyar, por lo tanto, en el acontecimiento de Cristo que la Iglesia continúa y perpetúa en el tiempo. Desde estos criterios, la acción de la Iglesia puede ser reconocida como tal, pero a la vez han de ser exigencia a la hora de realizar acciones eclesiales, a la hora de optar por ellas y a la hora de hacer cualquier tipo de propuestas pastorales. Criterios, por tanto, teológicos porque parten de una concepción de Iglesia y de acción pastoral brotada de la fe. Criterios que brotan de una identidad eclesial fruto de la revelación y de su acontecimiento central, la encarnación y el misterio pascual de Nuestro Señor Jesucristo que manifiesta el Reino y salva al mundo" (Ramos J., Teología Pastoral, pp. 101-102).
Así, los criterios que emergen de la continuidad de la misión de Jesús
(teándrico, sacramental y de conversión); los criterios que emergen del camino hacia el reinado de Dios (historicidad, apertura a los signos de los tiempos y universalidad) y los criterios que emergen de la presencia y misión de la Iglesia en el mundo (diálogo, encarnación y misión), si no están presentes, no podríamos llamar "pastorales" a las acciones eclesiales ya que no estarían colocadas en continuidad con el misterio salvífico de Jesucristo. Como tal deberán estar presentes en todas las fases de la metodología de la teología pastoral.