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Libro de Habacuc

Octavo de los así llamados Profetas Menores.

I. Autor y Canonicidad.

Fue escrito por un profeta cuyo nombre es su título. La autenticidad del libro y
su derecho a un lugar en el canon sagrado no han sido expuestos seriamente
en duda. Un antiguo comentario de Habacuc, encontrado entre los Rollos* del
Mar Muerto en Khirbet Qumrân en 1947, contiene el texto hebreo de los 2
primeros capítulos del libro, con muchas lagunas, dividido en breves pasajes y
acompañados por comentarios. Aunque fue escrito unos 1.000 años antes que
el más antiguo manuscrito hebreo previamente disponible, los 2 textos son
prácticamente idénticos (tiene variantes menores pero interesantes en los cps
1:12, 14, 17; 2:1, 5, 16), dando una evidencia adicional de la confiabilidad de
la transmisión del texto del AT.

II. Ambientación.

Después de la gran obra de reforma bajo el buen rey Ezequías,


aproximadamente un siglo antes del tiempo de Habacuc, el reino de Judá cayó
una vez más en la apostasía. Esto continuó durante los reinados de Manasés y
de Amón, y la primera parte del reinado de Josías, con sus males
concomitantes, que se reflejaron en condiciones sociales y políticas
desmoralizadoras. Entonces Josías, en su 12º año (2 Cr. 34:3), "comenzó a
limpiar a Judá y a Jerusalén" de la idolatría. Luego, en su año 18º, instituyó
una serie de reformas (2 R. 23:125) estimulado por el descubrimiento del libro
de la ley (2 R. 22:8-13) y bajo la influencia de la profetisa Hulda (v 14), del
profeta Jeremías (Jer. 1:2) y quizá de Nahum, Habacuc y Sofonías. Es muy
probable que Habacuc presentara su mensaje escrito antes que estas reformas
se pusieran en práctica, tal vez durante la última parte del reinado de Manasés
(que finalizó en el 642 a.C.), el breve reinado de Amón (642-640 a.C.) o los
primeros años de Josías (640-609 a.C.). Con un razonable grado de exactitud
el libro puede ser fechado c 630 a.C., unos pocos años antes de la caída de
Asiria y el resurgimiento de Babilonia bajo Nabopolasar y Nabucodonosor, y
unos 25 años antes de la primera cautividad babilónico (605 a.C.).
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III. Tema y Contenido.

El gran tema del libro es que Dios todavía controla los asuntos de la tierra -aun
cuando el pecado y la violencia den la impresión de lo contrario- y la justicia
triunfará al fin. La breve profecía responde algunas preguntas inquietantes
acerca de por qué Dios permite que los pecadores prosperen (sigue más o
menos la idea con que Job explica por qué Dios a veces permite que los santos
sufran). Habacuc ama a Dios sinceramente y desea ardientemente el triunfo de
la justicia, pero no puede comprender cómo Dios permite que la apostasía y la
opresión sigan sin freno y sin castigo entre su pueblo elegido (Hab. 1:1-4).
Dios responde a la queja del profeta asegurándole que está por castigar a Judá
por sus pecados, y que los caldeos, esa "nación cruel y presurosa", pronto
caminarán "por la anchura de la tierra" como instrumentos de la justicia
reparadora (vs 5-11). Sacudido por ese pensamiento, Habacuc pregunta: "¿Tú
los envías a ellos para castigar?" ¿Cómo puede un Dios justo permitir que "el
impío" devore al "más justo que él" (vs 12-17)? Con todo fervor e inocencia,
Habacuc pide una contestación a lo que le parece una pregunta sin respuesta
(2:1). Dios pacientemente le asegura al apresurado profeta la certeza de la
invasión babilónico, y luego serenamente lo reprende por su temeridad (vs 2-
4). Dios le bosqueja en detalle los pecados de los babilonios al revelarle que
conoce muy bien sus malos caminos (vs 5-19). Sin embargo, Dios todavía está
en el control de los asuntos humanos, y es deber de toda la tierra -incluyendo
al profeta Habacuc- callar "delante de él"; nadie debe cuestionar su sabiduría y
su justicia (v 20). Manso y arrepentido, Habacuc reconoce la sabiduría y la
justicia de Dios, y formula el humilde pedido de que en "la ira" Dios recuerde
"la misericordia" (3:1, 2). El canto-oración del cp 3 es una visión de éxtasis: el
profeta prevé la venida de Jehová con juicio para las naciones y salvación para
su pueblo escogido. Ante esta perspectiva justa, el profeta se alegra y ofrece
alabanzas a Dios. (vs 3-19; véase CBA 4:1069-1071).

Material tomado de:

Siegfried H. Horn. (1995). Diccionario Bíblico Adventista.

Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana


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