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Introducción a Habacuc

Paternidad y fecha de Habacuc


El profeta no se identifica ni por linaje familiar ni tampoco siquiera por lugar de residencia. Se refiere a sí
mismo como profeta (1.1<), y parece Que. era reconocido como tal, por cuanto su mensaje provocaba una
respuesta (2.2). También las dos notaciones musicales podrían sugerir Que. era miembro del coro del
templo, y por ello un levita. (3.1,19)
Se asigna una fecha del 609 a.C. a ese libro. Habacuc no da ningún reinado específico, la referencia a los
caldeos (babilonios) indica Que. el tiempo de su ministerio fue probablemente algo antes de la invasión
babilónica de Palestina. Situaría la profecía en tiempos del rey Joacim, poco después de la muerte del
piadoso rey Josías.

Propósito de Habacuc

El mensaje de Habacuc pondera la importante cuestión de cómo la paciencia de Dios con el pecado puede
relacionarse con su santidad. El diálogo entre el profeta y Dios da una comprensión acerca de esta
cuestión para todos los tiempos. El pueblo de Judá, pecaminoso y transgresor, era una preocupación para
Habacuc. Su angustia queda registrada en una conversación con el Señor.

Bosquejo de Habacuc

I. Habacuc y Dios: el primer diálogo (1.1-11)


II. Habacuc y Dios: el segundo diálogo (1.12-2.20)
III. Habacuc y Dios: alabanza y oración: (3.1-19)

Datos importantes acerca de Habacuc


1. Palabra clave: santidad
2. Capítulo clave: 1, revelación de la cuestión del pecado y de la santidad
3. Versículo clave: 1.2; 2.4; 3.2
4. Personaje clave: Habacuc
5. Significado de “Habacuc”: nombre del profeta Que. escribe esta profecía
6. Geografía de Habacuc: Judá

Consideraciones especiales acerca de Habacuc

Si la fecha de 609 a.C. es precisa, Judá estaba solo a cuatro años de la invasión babilónica. El imperio
babilónico estaba ascendiendo, habiendo tomado la capital asiria de Nínive, cumpliéndose así la profecía
de Nahum. En el 605 a.C. , los babilonios iban a derrotar a los egipcios y asirios en la batalla de
Carquemis. A partir de entonces se lanzarían hacia el sur y tomarían Jerusalén. El tiempo ya casi se había
agotado para el reino del sur, Judá. Se debe recordar Que. el reinado del malvado Manasés había hecho
emprender a Judá el camino descendente hacia el cautiverio. (Véase también p.214, “consideraciones
especiales acerca de Sofonías)

Resumen de Habacuc.

La sección de apertura de Habacuc es un diálogo entre el profeta Habacuc y el Señor (1.1-11). Habcuc
estaba profundamente preocupado por la santidad de Dios. Le parecía Que. el pueblo estaba transigiendo
respecto a la santidad de Dios por la presencia del pecado, la violencia y la anarquía en toda Judá. El
profeta se quejaba de Que. había estado clamando por intervención divina para corregir la condición de
Judá, pero Que. Dios no había hecho nada al respecto (1.1-4). ¿Cómo podía Dios consentir tal iniquidad y
violencia? Dios respondió a Habacuc diciéndole Que. estaba al tanto de lo Que. estaba sucediendo, y
Que. iba a actuar y enfrentar a la pecadora Judá. Ya la vara de la disciplina de Dios estaba trabajando en el
escenario mundial (1.6-11). Habacuc, en su época (1.5), iba a ver como los caldeos (babilonios) serían
usados para disciplinar al pueblo de Dios.
La segunda parte de esta profecía es un relato de un segundo diálogo entre el profeta y Dios (1.12-2.20). El
profeta estaba algo perplejo y preocupado acerca de lo Que. Dios iba a hacer. Habacuc no podía entender
por qué Dios castigaría a Judá por medio de una nación Que. era mas malvada Que. Judá. Eso parecía
enviar un mensaje confuso. ¿cómo podía Dios justificar el usar a un hombre malvado contra otro Que. era
mas justo? (1.12-13) ¿no se glorificaría a sí mismo el malvado como resultado de ello (1.16-17)? El profeta
aguardó una respuesta de Dios sobre el asunto (2.1). Dios le declaró a Habacuc Que. también juzgaría a
los babilonios. El estaba muy al tanto de los pecados de los babilonios, incluyendo su orgullo, ambición,
codicia, crueldad, disolución e idolatría (2.5-19)

La tercera división del libro es una oración en forma de poema. Habacuc se sintió totalmente abrumado por
esta palabra de juicio (3.2,16). Al principio temía Que. Dios estuviera haciendo muy poco, pero luego se
preocupó porque quizá Dios estaba haciendo demasiado. Así, el profeta ruega a Dios Que. mientras
castiga a Judá muestre misericordia y una vez mas reavive su obra entre su pueblo (3.2). En respuesta a
su oración, el Señor se reveló a sí mismo de una manera gloriosa al profeta. En esta gloriosa revelación
hay una remembranza de épocas pasadas cuando Dios obraba en beneficio de su pueblo en los días de
Moisés y de Josué (3.5-15). A medida Que. el profeta meditaba sobre esas verdades, aumentó su
confianza y su paz sobre el futuro (3.16-19). Podía confiar en Que. Dios disciplinaría justa y sabiamente.

Estructura Del Libro


Habacuc consiste de tres discursos.
Primer discurso (1.1–11)
En el primer discurso el profeta presenta una queja contra la injusticia que impera en su pueblo y Dios
responde con la promesa de juicio inminente. El profeta queda sorprendido, sin embargo, cuando entiende
que será Babilonia, capital del impío Imperio Caldeo, el instrumento de juicio. Esta confusión establece el
marco para el diálogo subsiguiente.
Segundo discurso (1.12–2.20)
El segundo discurso contiene la oración de Habacuc con sus preguntas respecto a la justicia de Dios
(1.12–17), instrucciones de Dios para el profeta (2.1–3), y una doble respuesta de Dios en cuanto a la
responsabilidad del justo (2.4–5) y el juicio que padecerá Babilonia (2.6–20). Esta última sección presenta
«la canción de los cinco ayes» contra la antigua potencia (2.16–19).
Tercer discurso (cap. 3)
El último discurso de la obra, que se presenta en forma de salmo, incluye una oración de Habacuc
pidiendo misericordia (3.1–2), una reflexión sobre el poder de Dios para librar del mal (3.1–15), y una
afirmación de la confianza que Habacuc deposita en su Dios a pesar de las circunstancias (3.16–19).
Varios autores consideran que este himno se compuso después que el resto del libro, pero desde el punto
de vista narrativo es parte integral de Habacuc.

HABACUC:
I. Las preguntas de Habacuc 1.1—2.20
A. La primera pregunta 1.1–4

Un bosquejo para el estudio y la enseñanza


B. La primera respuesta de Dios 1.5–11

C. La segunda pregunta de Habacuc 1.12—2.1

D. La segunda respuesta de Dios 2.2–20

II. La alabanza de Habacuc 3.1–19

A. Habacuc ora por la misericordia de Dios 3.1–2

B. Habacuc recuerda la misericordia de Dios 3.3–15

C. Habacuc confía en la salvación de Dios 3.16–19

Autor Y Fecha
No sabemos mucho de ® HABACUC aparte de que en 1.1 y 3.1 se le llama «el profeta». Se pudiera
deducir de 3.19 que era músico y quizás miembro del coro del templo, aunque no se puede afirmar con
certeza.
Ha habido discusión en torno a la fecha de la profecía de Habacuc, pero si la palabra «caldeos» en 1.6
es correcta, debemos fechar la profecía alrededor de 600 a.C., tiempo cuando los caldeos derrotaron a
Egipto y marcharon contra ® JOAQUÍN de Judá.

Marco Histórico
El libro de Habacuc pertenece a esa era turbulenta en la historia antigua en la que el balance de poder
estaba pasando de Asiria a Babilonia. La dominación asiria terminó cuando el ejército invasor babilonio
destruyó Nínive en 612 a.C. Menos de veinte años después que Habacuc escribiera este libro, los
babilonios destruyeron también a Jerusalén y se llevaron cautivos a los principales ciudadanos de Judá.
Dios utilizó a esta nación pagana para castigar la infidelidad y la idolatría del pueblo del pacto.

Aporte a La Teología
Se ha dicho (y con razón) que el mensaje de Habacuc se encuentra en la respuesta de Dios. Quizás
sería más correcto decir que el mensaje de Habacuc se encuentra en el diálogo a veces agónico de un
hombre con la divinidad. Es decir, el mensaje surge del camino que recorre el profeta hasta llegar a la paz
de la fe (3.17–19). Habacuc sienta un precedente para la discusión sobre lo incongruente de un Dios justo y
soberano que, sin embargo, permite la injusticia que se observa en la historia humana. Es difícil para
quienes intentan ser fieles al Dios del éxodo entender cómo se logra la justicia con la participación de los
injustos.
Habacuc afirma que a la larga esta injusticia no está desprovista de graves consecuencias. La canción
de los cinco ayes deja en claro que quienes amontonan riquezas que no les pertenecen, que lo hacen de
manera injusta y hasta derramando sangre inocente, que lucran usando mano de obra barata sin
considerar la calidad de vida de los trabajadores, que destruyen el medio (tierra, flora y fauna) en su afán
por obtener riquezas, tarde o temprano serán víctimas de su apetito desmesurado.
En esencia, Habacuc se enfrenta al problema de cómo actúa Dios en la historia humana. No propone
respuestas claras, pero sí una actitud amplia, paciente, dispuesta a esperar activamente a que se
establezca el reinado de Dios. Entre los manuscritos descubiertos hace varias décadas en las cuevas del
mar Muerto se halla uno de Habacuc (con un comentario interpretándolo a la manera de la secta judía de ®
QUMRÁN). Aunque no aporta ningún dato de importancia a nuestro conocimiento del texto, ilustra cómo los
fieles de otro tiempo actualizaron el mensaje de Habacuc en su contexto.

Otros Puntos Importantes

La Reforma de Martín Lutero recibió la influencia del libro de Habacuc. En sus estudios de Romanos y
Gálatas, Lutero redescubrió la doctrina bíblica de que el justo vivirá por la fe. Pero la famosa declaración
paulina de que «el justo por la fe vivirá (Ro 1.17) es una cita directa de Habacuc 2.4. Podemos entonces
afirmar que en este pequeño libro profético del Antiguo Testamento encontramos la semilla del glorioso
evangelio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.1

Habacuc

¿Ha mirado alguna vez a este mundo con su injusticia y violencia y se ha preguntado: «Por qué Dios no
hace algo»? Da la impresión de que el malo prospera y el justo sufre. Los piadosos oran, pero parece como
si sus oraciones no sirvieran para algo. Este es el problema que enfrenta y resuelve Habacuc. Nótense tres
actos en este drama personal conforme el profeta enfrenta sus dudas y halla seguridad en su fe.

I. El profeta desea saber (1)

A. «¿Por qué Dios está en silencio e inactivo?» (vv. 1–4).


Este fue el primer problema que asombraba al profeta. Miraba el mundo de su día y veía violencia (1.2–
3, 9; 2.8, 17), injusticia, destrucción, rencilla y contención. La ley no se cumplía; no se protegía legalmente
a los inocentes que sentenciaban como culpables. Abogados egoístas y oficiales crueles manipulaban las
cortes. Toda la nación sufría debido a la iniquidad del gobierno. Sin embargo, parecía que Dios no hacía

1Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
algo al respecto. Junto con estos problemas internos estaba la amenaza del Imperio Babilónico que barría
en todo el paisaje político.
Dios le dio al profeta una respuesta en 5–11. «Estoy realizando una obra que te asombrará», dijo.
«Levantaré a los caldeos, quienes conquistarán a las naciones y serán mis instrumentos para castigar al
pueblo». Cuán cierto es que Dios obra en nuestro mundo y que no nos damos cuenta de ello (Ro 8.28; 2
Co 4.17). Pablo cita 1.5 en Hechos 13.41, aplicándolo al esparcimiento del evangelio entre los gentiles.
Dios describe a los ejércitos caldeos en estos versículos y el cuadro no es alentador. Son feroces y ágiles;
son terribles y formidables; vuelan como águilas y caen en picada para matar. No hacía falta hablarle a
Habacuc del terror de los caldeos, porque conocía cuán perversos eran.

B. «¿Cómo Dios puede usar una nación impía en una causa santa?» (vv. 12–17).
La respuesta de Dios en 5–11 sólo le creó un nuevo problema a Habacuc. No entendía cómo un Dios
santo usaba a una nación tan malvada para castigar a su propio pueblo, los judíos. «Es verdad que hemos
pecado», dice Habacuc, «y merecemos el castigo; pero los caldeos son mucho más perversos que
nosotros. Si alguien merece castigo, son ellos». ¿Puede un Dios santo sentarse impávido y ver que a su
pueblo lo atrapan como a un pez y lo pisotean como insecto? (vv. 14–15). Los caldeos se jactarían:
«Nuestros dioses nos han dado la victoria. Jehová no es el Dios verdadero» (énfasis añadido).
No hay nada malo en que el creyente luche con los problemas de la vida y trate de resolverlos. A veces
parece como si a Dios no le importara nada; parece que se ha olvidado de los suyos y ayuda a los
paganos. Cuántos millones de creyentes han sufrido el martirio por su fe. ¿Podemos adorar, confiar y servir
con sinceridad a un Dios cuyos caminos parecen ser contradictorios?

II. El profeta vela y espera (2)


En lugar de convertirse en un ateo o agnóstico, Habacuc fue a su fortaleza para orar, meditar y esperar
en el Señor. Sabía que Dios oía su queja y que pronto le enviaría una respuesta. Dios en efecto contestó.
«Tengo un plan y un calendario», dijo Dios. «Todo será a su debido tiempo, de modo que no te
impacientes». Entonces Dios le asegura a Habacuc tres cosas maravillosas para animarlo y fortalecerlo
durante esos días difíciles.

A. «El justo por su fe vivirá» (v. 4).


Este es uno de los versículos más importantes de la Biblia. Forma el texto de tres libros del NT:
Romanos (1.17; enfatiza el justo); Gálatas (3.11; enfatiza vivirá); y Hebreos (10.38; enfatiza por fe). El
versículo 4 describe dos clases de personas: las que «se enorgullecen» debido a que confían en sí
mismas, y las que son salvas y humildes debido a que confían en el Señor. Véanse al fariseo y al publicano
en Lucas 18.9–14. Los caldeos eran los que se enorgullecían de sus victorias, sin percatarse de que era
Dios el que les capacitó para conquistar.

B. «La tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová» (v. 14).
La tierra en el día de Habacuc no estaba llena de mucha gloria, ni tampoco lo está hoy. Mire los cinco
«ayes» de este capítulo y descubrirá los pecados que Dios aborrece: avaricia y codicia violenta (vv. 5–11);
homicidio a sueldo (v. 12); embriaguez (vv. 15–16); e idolatría (v. 19). Estos son los mismos pecados que
contaminan a las naciones en la actualidad. Y Dios los aborrece tanto hoy como lo hizo en el día de
Habacuc. Pero la promesa sigue en pie, la gloria de Dios un día llenará la tierra, porque Jesucristo volverá,
derrotará todo pecado y establecerá su Reino justo.

C. «Jehová está en su santo templo» (v. 20).


Dios sigue en su trono (Is 6). No tenemos necesidad de quejarnos ni de dudar, porque Él reina e
interviene en los asuntos de las naciones. Habacuc pensaba que a Dios no le interesaban los problemas de
la vida, pero descubrió que a Él le importaban mucho y que obraba según su plan y a su tiempo. Es por ello
que el justo vive por fe. «Porque por fe andamos, no por vista» (2 Co 5.7; 4.18). Si miramos a nosotros
mismos o a las circunstancias, nos desanimaremos y desearemos darnos por vencidos, pero si miramos a
Dios por fe y hacia adelante a la gloriosa venida de Cristo, nos animaremos y seremos capaces de avanzar
en victoria.

III. El profeta adora (3)


¡Habacuc es un hombre cambiado! En vez de quejarse, alaba al Señor. Dios cambia los suspiros en
canto si nosotros (como Habacuc) nos damos tiempo para esperar ante Él en oración y oír su Palabra.
Primero, el profeta ora (v. 2). «Veo que estás obrando en este mundo», dice el profeta refiriéndose a
1.5. «Ahora, continúa obrando; mantén viva tu obra y conclúyela». Aquí la palabra «aviva» no tiene que ver
con nuestras «campañas de avivamiento» modernas. Habacuc simplemente le pide al Señor que continúe
obrando. Sabe que habrá ira y juicio, pero ora que el Señor se acuerde también de la misericordia.
Luego el profeta medita (vv. 3–16). Repasa la historia de Israel y las obras maravillosas del Señor. Esta
descripción poética del poder formidable de Dios no parece seguir ningún patrón especial, ni tampoco
abarca los principales hechos de la historia judía. Pero Habacuc sabía que Dios obró en el pasado y por
consiguiente podía confiar en que Él obrará en el presente y en el futuro. Las montañas temblaron ante el
Señor; y lo mismo ocurrirá con los caldeos. «Jehová es un hombre de guerra». Israel era su pueblo; Él los
cuidaría.
Finalmente el profeta alaba (vv. 17–19). Estos versículos representan una de las más grandes
confesiones de fe que se hallan en la Biblia. «Aunque todo a mi alrededor falle: los campos, las viñas, los
rebaños, el ganado, con todo yo me regocijaré en el Señor». Esta es la versión del AT de Filipenses 4.11–
13. Habacuc sabía que no tenía fuerza propia, pero que Dios podía darle la fuerza que necesitaría para
atravesar las pruebas que se avecinaban. «Él me hará como un ciervo; saltaré sobre las montañas».
Cuánto más debe esto significar para nosotros. Habacuc miraba a través de la niebla y se maravilló del
programa de Dios, pero en Cristo nosotros conocemos los planes de Dios para esta edad (Ef 1.8–10; y cap.
3). Tenemos la Biblia para estudiar y Habacuc no la tenía. Tenemos la vida, muerte, resurrección y
ascensión de Jesucristo, así como la promesa de su venida. Si alguien debe andar por fe y regocijarse en
el Señor, es la iglesia cristiana de hoy. Sin embargo, demasiado a menudo dudamos, nos quejamos, nos
adelantamos a Dios e incluso criticamos lo que Él hace.
Habacuc nos muestra cómo lidiar con los problemas de la vida: (1) admitirlos con sinceridad; (2)
hablarle a Dios al respecto; (3) esperar en silencio delante de Él en oración y meditación en la Palabra; (4)
cuando Él habla, escuchar y obedecer. Nunca huya de las dificultades de la vida, porque Dios quiere
usarlas para fortalecer su fe. «Nunca dude en la oscuridad lo que Dios le ha dicho a la luz». El justo por su
fe vivirá.

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