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TABERNACULO BÍBLICO BAUTISTA

AMIGOS DE ISRAEL ILOPANGO

Materia: Profetas Menores

Docente: Pastor Johnny Acuña

Tema: El profeta Habacuc

Integrantes del Grupo:

• Ascencio Vaquero, Perla Marina


• Belloso de Guardado, Sandra Elizabeth

• Guardado Rivas, Ricardo Leonel

• Hidalgo, Pamela Stephanie

• Marín Flores. Josué David

• Merlos Rubio, Silvia Trinidad

• Toledo, Katherine Iliana

• Valte Platero, Julio César


28 de Septiembre 2013

LIBRO DEL PROFETA HABACUC

Tema principal
“El justo por su fe vivirá”

Autor
Habacuc 1:1 identifica el Libro de Habacuc como un oráculo del Profeta Habacuc
No se sabe mucho de Habacuc, aparte de que en 1:1 y 3:1 se le llama “el profeta”. Se
pudiera deducir de 3:19 que era músico y quizás miembro del coro del templo, aunque
no se puede afirmar con certeza.

Este libro narra el diálogo del profeta con Dios al preguntarle: ¿Por qué Dios parece
indiferente ante el mal? ¿Por qué pareciera como si la gente malvada queda sin
castigo?

Habacuc era un hombre que quería respuesta. Perturbado por lo que observaba,
formulaba preguntas difíciles. Estas preguntas no eran simples ejercicios intelectuales ni
quejas amargas. Habacuc veía un mundo que moría y le partía el corazón.

En alguna manera el papel de Habacuc y su mensaje es lo opuesto a lo que


normalmente se encuentra entre los profetas. En vez de reprobar a Israel en nombre de
Dios, él mismo enfrenta a Dios, demandando cuenta de sus acciones, o falta de ellas.

Muchos consideran que cuestionar a Dios es pecaminoso, pero Habacuc y Job muestran
que no es así. Etapas difíciles en la vida pueden producir dudas honestas o perplejidad,
y Dios no condena ni a Job ni a Habacuc por expresar esas dudas.
En una forma tradicional de lamento, el profeta pregunta a Dios hasta cuándo debe
rogar por su causa antes de que él responda.

En esencia, Habacuc se enfrenta al problema de cómo actúa Dios en la historia humana.


No propone respuestas claras, pero sí una actitud amplia, paciente, dispuesta a esperar
activamente a que se establezca el reinado de Dios.

Fecha de escritura
El Libro de Habacuc fue escrito probablemente entre el 612 y el 588 a.C.

Propósito del libro


Mostrar que Dios aún tiene las riendas del mundo a pesar del aparente triunfo del mal.
Habacuc se preguntaba por qué Dios estaba permitiendo que Su pueblo elegido
estuviera pasando por el presente sufrimiento a manos de sus enemigos. Dios le
responde y la fe de Habacuc es restaurada.

La situación histórica
Babilonia se convertía en potencia mundial dominante y Judá pronto experimentaría
esta fuerza destructiva. El libro de Habacuc pertenece a esa era turbulenta en la historia
antigua en la que el balance de poder estaba pasando de Asiria a Babilonia. La
dominación asiria terminó cuando el ejército invasor babilónico destruyó Nínive en 612
a.C.

Menos de veinte años después que Habacuc escribiera este libro, los babilonios
destruyeron también a Jerusalén y se llevaron cautivos a los principales ciudadanos de
Judá. Dios utilizó a esta nación pagana para castigar la infidelidad y la idolatría del
pueblo del pacto.

No se da ninguna fecha para estas profecías, aunque a los eventos a los que se refiere
puede fijárseles una fecha. Algunos han sugerido una composición tan tardía como el
siglo II a. de J.C., pero la necesidad de modificar el texto de 1:6 para apoyar esta
propuesta habla fuertemente en contra de ella. Tal como está, 1:6 anticipa la
inminente invasión de los babilonios. La nación que anteriormente regía sobre Israel
era Asiria, cuya capital, Nínive, cayó ante los babilonios en 612 a. de J.C.a. de J.C. Antes
de Jesucristo Ellos consolidaron su posición estableciendo el imperio neobabilónico al
derrotar una alianza encabezada por Egipto en Carquemis en Siria en 609 a. de J.C.a.
de J.C. Antes de Jesucristo (Jer. 46:2). Los babilonios finalmente atacaron Jerusalén
saqueándola y destruyendo el templo en 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo
Puesto que el profeta anticipa este evento en el texto, aparentemente estaba escrito,
o se había dado el mensaje, antes de entonces. La propia caída de Babilonia a manos
de Ciro, el rey persa, en 539 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, también se anticipa.

Versos Clave
Habacuc 1:2, “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa
de la violencia, y no salvarás?

Habacuc 1:5, “Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en
vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis.”

Habacuc 1:12, “¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No
moriremos.”

Habacuc 2:4, “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo
por su fe vivirá.”

Habacuc 2:20, “Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra.”

Habacuc 3:2, “Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en
medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira,
acuérdate de la misericordia.”
Habacuc 3:19, “Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y
en mis alturas me hace andar.”

Características particulares:
La Reforma de Martín Lutero recibió la influencia del libro de Habacuc. En sus estudios
de Romanos y Gálatas, Lutero redescubrió la doctrina bíblica de que el justo vivirá por la
fe. Pero la famosa declaración paulina de que “el justo por la fe vivirá” (Ro 1:17) es una
cita directa de Habacuc 2:4. Se puede entonces afirmar que en este pequeño libro
profético del Antiguo Testamento se encuentra la semilla del glorioso evangelio de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Si bien otros libros proféticos llevan la Palabra de Dios al hombre, este libro lleva las
preguntas del hombre a Dios.

Bosquejo del libro

 La queja de Habacuc (1:1–17)

 Jehová responde a Habacuc (2:1–20)

 La oración de Habacuc (3:1–19)

Breve resumen
El Libro de Habacuc comienza con Habacuc clamando a Dios por una respuesta sobre el
por qué se le permite sufrir en cautividad al pueblo elegido por Dios (Habacuc 1:1-4). El
Señor le da Su respuesta a Habacuc, declarando esencialmente que “aun cuando se os
contare, no la creeréis.” (Habacuc 1:5-11). Habacuc continúa entonces diciendo, “Esta
bien, Tú eres Dios, pero aún así, dime más acerca del por qué está pasando esto”
(Habacuc 1:17-2:1). Entonces Dios le responde nuevamente y le da más información,
luego dice que la tierra permanezca en silencio ante Él (Habacuc 2:2-20).
Posteriormente, Habacuc escribe una oración expresando su firme fe en Dios, aún en
medio de estas pruebas (Habacuc 3:1-19).

Capitulo 1
La queja de Habacuc (1:1–17)

Habacuc vivió en Judá durante el reinado de Joacim (2 Re. 23:6–24:5). Profetizó entre la
caída de Nínive (capital de Asiria) en 612 a.C. y la caída de Judá en 586 a.C.

1:2-4 Habacuc, entristecido por la corrupción que veía a su alrededor, volcó su corazón
a Dios.

1:5 Dios respondió a las preguntas y preocupaciones de Habacuc asegurándole que


realizaría maravillas que lo asombrarían. Dios dijo a los habitantes de Jerusalén que se
sorprenderían de lo que estaba a punto de hacer.

El pueblo vería una serie de hechos increíbles:


1. Judá, su propio reino independiente y próspero, pronto sería una nación
sometida.
2. Egipto, una potencia mundial durante siglos, sería aplastada casi por completo.
3. Nínive, capital del Imperio Asirio, sería tan saqueada que el pueblo olvidaría
dónde estaba localizada.
4. Los caldeos (babilonios) se levantarían con gran poder.

Eran palabras realmente sorprendentes, pero el pueblo vio su cumplimiento.

1:6 Los caldeos (babilonios), que vivían al noroeste del golfo Pérsico, surgieron con gran
poder alrededor de 630 a.C. y comenzaron a imponerse en el Imperio Asirio. Ya para
605 a.C. habían conquistado a Asiria y Egipto para convertirse en la primera potencia
mundial. Sin embargo, eran tan malvados como los asirios porque buscaban cautivos
(1:9).

1:10 Los ejércitos podían conquistar ciudades fortificadas porque construían


terraplenes, macizo de tierra que acumulaban contra las murallas. Estaban orgullosos
de sus tácticas de guerra.

1:11 Los babilonios estaban orgullosos de su poderío militar, estrategia, sus ejércitos y
armas. Como no respetaban al ser humano, sus ejércitos llevaban a su nación riquezas,
botines, prisioneros y tributos de las naciones conquistadas.

1:13 Judá recibiría su castigo de manos de los babilonios. Habacuc se sintió


consternado porque Dios iba a utilizar a una nación más malvada que Judá para
castigarla. Pero los babilonios no sabían que Dios los utilizaba para que Judá volviera a
Él y el orgullo de Babilonia por sus victorias sería su ruina.

Capítulo 2
Jehová responde a Habacuc (2:1–20)
Este capítulo señala las respuestas de Dios a las preguntas de Habacuc:
 ¿Por cuánto tiempo prevalecerá el mal (1:2, 3)?
 ¿Por qué fue elegida Babilonia para castigar a Judá (1:13)?

Dios dijo que el juicio, aun cuando demorara en llegar, era seguro. Aun cuando Dios
utilizaría a Babilonia en contra de Judá, Él estaba consciente de los pecados de Babilonia
y la castigaría a su debido tiempo.

Dios comienza a hablar, diciéndole al profeta que escriba su respuesta con grandes
letras para que todos vean y comprendan. Dios le dice que podría parecer que los
malvados triunfan, pero al final serán juzgados y los rectos prevalecerán. Quizás no
suceda pronto, pero sucederá. Las respuestas de Dios llenan el capítulo dos.

2:4 Los malvados babilonios confiaban en sí mismos y por eso caerían, mas el justo por
su fe viviría. Este versículo ha inspirado a innumerables cristianos. Pablo lo cita en Ro.
1:17 y en Gál. 3:11. El escritor de Heb. lo cita en 10:38, justamente antes del famoso
capítulo de la fe. Y resulta de gran ayuda a los cristianos que tienen que vivir tiempos
difíciles sin ver señales de esperanza.

2:9–13 Las riquezas de Babilonia provenían de las desgracias de otros, pero esas
riquezas sólo serían combustible para el fuego. Las víctimas y sus ciudades clamarían en
contra de Babilonia.
2:15 Se compara la humillación y subyugación de otras naciones por los babilonios, con
una persona que embriaga a su vecino para sacar ventaja de su debilidad.

2:18-20 Los ídolos no tienen vida, ni personalidad, ni poder; son pedazos huecos de
madera o piedra. Los templos construidos para los ídolos están igualmente vacíos:
nadie vive en ellos. Sin embargo el Señor está en su templo.

Capítulo 3
La oración de Habacuc (3:1–19)
Habacuc concluye su libro con una oración de triunfo. Teniendo respuesta a sus
interrogantes y una nueva comprensión del poder y amor de Dios, Habacuc se regocija
en Dios y en lo que Él hará.

3:1-2 Sigionot: Notación musical que probablemente indica que el cántico debe ser
entonado con emoción y sensación de victoria. Esta actitud contrasta con la sensación
de catástrofe del capítulo 2.

Habacuc alabó a Dios por responder a sus preguntas. El mal no triunfará para siempre;
Habacuc sabía que Dios iba a disciplinar a Judá, y que no iba a ser una experiencia
agradable. Sin embargo, aceptó la voluntad de Dios, y le pidió ayuda y misericordia.
Habacuc no pidió escapar de la disciplina, sino que aceptó la verdad: Judá necesitaba
aprender una lección.

3:3 La palabra “selah” aparece setenta y una veces en Salmos y tres en Habacuc.
Aunque su significado preciso se desconoce, muchos lo consideran un término musical.
Podría ser para levantar las manos, o una señal de adoración o quizás una exclamación
como “¡Amén!” o “¡Aleluya!” para corroborar la verdad del pasaje.
3:17-19 El fracaso de la cosecha y la muerte de los rebaños devastarían a Judá. Sin
embargo, Habacuc afirmó que aun en medio de la hambruna se regocijaría en el Señor.
Las circunstancias no controlaban los sentimientos de Habacuc, sino la fe en la
capacidad de Dios para darle fortaleza.

La nota para el director musical se utilizaba cuando este pasaje se cantara como salmo
en la adoración del templo.

Habacuc preguntó a Dios por qué los malos prosperan mientras que los justos sufren.
La respuesta de Dios fue: No es así, a la larga no es así. Habacuc vio sus limitaciones en
contraste con el control ilimitado de Dios sobre los acontecimientos del mundo. Dios
está vivo y tiene el control del mundo y lo que en él ocurre.

Comentario del Libro de Habacuc,

Autor Metthew Henry


El tema de esta profecía es la destrucción de Judea y Jerusalén por los pecados del
pueblo y el consuelo de los fieles sometidos a las calamidades nacionales.

Capitulo 1

Versículos 1—11. La maldad de la tierra.—La temible venganza a ser ejecutada. 12—


17. Estos juicios serán infligidos por una nación más impía que ellos mismos.

Vv. 1—11. Los siervos del Señor están profundamente afligidos por ver que prevalecen
la impiedad y la violencia; especialmente entre los que profesan la verdad. Ningún
hombre tenía escrúpulos de hacer el mal a su prójimo. Debemos anhelar irnos a aquel
mundo donde reinan por siempre la santidad y el amor, y donde no habrá violencia
ante nosotros. Dios tiene buenas razones para ser paciente con los malos y de
reprender a los hombres buenos. Llegará el día en que el clamor del pecado será oído
contra los que hacen el mal, y el clamor de la oración de quienes sufren el mal. —
Tenían que notar lo que estaba pasando entre los paganos a manos de los caldeos y
considerarse a sí mismos como nación próxima a ser azotada por ellos. Pero la mayoría
de los hombres presumen de la continuada prosperidad o que las calamidades no
llegarán en su tiempo. Son nación amarga y presurosa, fiera, cruel y derriba todo lo
que está delante de ellos. Ellos vencerán a todo el que se les oponga. Pero darse la
gloria a uno mismo es una gran ofensa y ofensa corriente del pueblo orgulloso. —Las
palabras finales dan un atisbo de consuelo.
Vv. 12—17. Sean como sean las cosas, Dios es el Señor, nuestro Dios, nuestro Santo.
Somos un pueblo ofensor; Él es un Dios ofendido, pero nosotros no albergamos
pensamientos malos de Él o de su servicio. Gran consuelo es que, cualquiera sea la
maldad que conciban los hombres, el Señor concibe el bien, y estamos seguros de que
su consejo resistirá. Aunque la maldad pueda prosperar por un rato, Dios es santo y no
aprueba esa maldad. Como Él mismo no puede hacer iniquidad, así sus ojos son muy
puros como para contemplarla con aprobación. Por este principio debemos guiarnos,
aunque las dispensaciones de su providencia puedan, por un tiempo, en algunos casos,
parecernos que no concuerdan con eso. —El profeta se queja de que se abusaba de la
paciencia de Dios; y como la sentencia contra estas malas obras y malos obreros no fue
ejecutada velozmente, sus corazones estaban más plenamente dispuestos para hacer
el mal. A algunos los toman como con anzuelo, uno por uno; otros, son tomados en las
aguas bajas como con red y los reúne en su red, que todo lo encierra. Ellos admiran su
propia destreza y capacidad inventiva: hay una gran proclividad en nosotros para
adueñarnos de la gloria de la prosperidad externa. Esto es idolizarnos a nosotros
mismos, sacrificando a la red porque es nuestra. —Dios terminará pronto los robos
espléndidos y exitosos. La muerte y el juicio harán que los hombres cesen de ser
predadores del prójimo, y serán sus propias presas. Recordemos que sin importar las
ventajas que poseamos, debemos dar toda la gloria a Dios.

Capítulo 2

Versículos 1—4. Habacuc debe esperar con fe. 5—14. Juicios a los caldeos. 15—20.
También a la ebriedad e idolatría.

Vv. 1—4. Debemos estar en guardia contra las tentaciones de ser impacientes cuando
estamos inquietos y confundidos con dudas sobre los métodos de la providencia.
Cuando hemos derramado quejas y peticiones ante Dios, debemos observar las
respuestas que Dios da por su palabra, su Espíritu, y providencia, lo que el Señor dirá a
nuestro caso. Dios no desilusionará las expectativas de fe de los que esperan oír lo que
Él les dirá. Todos son aludidos en las verdades de la palabra de Dios. —Aunque el favor
prometido sea largamente postergado, al final llegará y nos recompensará
abundantemente por esperar. El pecador humilde, de corazón quebrantado y
arrepentido, solo busca obtener un interés en esta salvación. Descansará su alma en la
promesa y en Cristo, en quién y por medio del cual le es dada. Así, pues, anda, trabaja,
y vive por fe, persevera hasta el fin y es exaltado a la gloria; en cambio, los que
desconfían de, o desprecian la absoluta suficiencia de Dios, no andarán rectamente
con Él. El justo vivirá por la fe en estas preciosas promesas mientras se difiera su
cumplimiento. Sólo los que son hechos justos por la fe, vivirán, serán felices aquí y
para siempre.

Vv. 5—14. El profeta lee la condena de todas las potestades orgullosas y opresivas que
maltratan al pueblo de Dios. la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los
ojos y la soberbia de la vida son los lazos que enredan a los hombres; encontramos al
que llevó cautivo a Israel, cautivo por cada una de ellas. —No debe contar como
nuestro, más de lo que tenemos, de lo que obtenemos honestamente. Las riquezas no
son sino barro, fango espeso; ¿qué son el oro y la plata, sino tierra amarilla y blanca?
Los que pasan por el barro espeso son obstaculizados y ensuciados en su jornada; así
son quienes pasan por el mundo en medio de la abundancia de riqueza. Qué necios los
que se cargan con el cuidado continuo de ello; con muchísima culpa por conseguirla,
ahorrarla y gastarla, ¡y con una pesada cuenta que deben rendir otro día! Se
sobrecargan con este barro espeso y, así, se hunden en la destrucción y la perdición.
Véase cuál será el final de esto; lo que se consigue del prójimo por la violencia, será
quitado con violencia por otros. —La codicia ocasiona inquietud e incomodidad a la
familia; el que ambiciona ganancia perturba su propia casa; lo que es peor, se acarrea
la maldición de Dios para todos los asuntos de ella. Hay ganancia lícita que, por la
bendición de Dios puede ser consuelo para una casa, pero lo que se obtiene por fraude
e injusticia, traerá pobreza y ruina a una familia. Pero eso no es lo peor: Tú has pecado
contra tu propia alma, la has puesto en peligro. Los que hacen mal a sus vecinos hacen
un daño mucho más grande a sus propias almas. Si el pecador piensa que ha manejado
con arte e ingenio sus engaños y su violencia, las riquezas y posesiones que haya
amontonado, darán testimonio en su contra. No hay esclavos más grandes en el
mundo que los que son esclavos de las puras empresas mundanas. ¿Y qué resulta de
eso? Se hallan desilusionados de eso y desilusionados en eso; reconocerán que es peor
que la vanidad, es aflicción de espíritu. Dios manifiesta y magnifica su gloria
manchando y hundiendo la gloria terrenal, y llena la tierra con el conocimiento de ella,
tan abundantemente como las aguas cubren el mar, que son profundas y se esparcen
lejos y ampliamente.

Vv. 15—20. Se pronuncia un ay severo contra la ebriedad; muy temible es para todos
los que son culpables de ebriedad en cualquier momento y en cualquier parte, desde
el palacio majestuoso a la taberna despreciable. Caridad es dar un trago al que está
necesitado, al que tiene sed y es pobre, o al viajero agotado o al que está listo para
perecer; pero es maldad dar un trago al vecino, que puede dejarlo desnudo, descubrir
preocupaciones secretas o arrastrarlo a un mal negocio, o para cualquiera de tales
propósitos. Ser culpable de este pecado, complacerse en esto, es hacer lo que
podemos para asesinar el alma y el cuerpo. Hay un ay para él, y castigo que responde
al pecado. —La necedad de adorar ídolos es dejada al descubierto. El Señor está en su
santo templo del cielo, donde tenemos acceso a Él en la manera que ha designado.
Que demos la bienvenida a su salvación y que le adoremos en sus templos terrenales
por medio de Cristo Jesús, y por la influencia del Espíritu Santo.

Capítulo 3
Versículos 1, 2. El profeta implora a Dios por su pueblo. 3—15. Él llama a tomar en
cuenta a las liberaciones anteriores. 16—19. Su firme confianza en la misericordia
divina.

Vv. 1, 2. Parece que aquí se usa la palabra oración en el sentido de acto de devoción. El
Señor avivará obra entre la gente en medio de los años de la adversidad. Esto puede
aplicarse a cada temporada en que la Iglesia o los creyentes, sufren aflicciones y
pruebas. La misericordia es a lo que debemos huir en busca de refugio, y confiar en
ella como nuestro único argumento. No debemos decir: Recuerda nuestro mérito, sino
Señor, acuérdate de la misericordia.

Vv. 3—15. Cuando el pueblo de Dios está angustiado y a punto de desesperar, busca
ayuda considerando los días antiguos y los años de los tiempos antiguos,
presentándolos en oración como argumento a Dios. El parecido de los cautiverios
egipcio y babilónico se presenta naturalmente a la mente, así como la posibilidad de
una liberación semejante por medio del poder de Jehová. —Dios se manifestó en su
gloria. Todos los poderes de la naturaleza son remecidos, y el curso de la naturaleza es
cambiado, pero todo es para la salvación del pueblo de Dios. Hasta lo que parezca
menos probable obrará para la salvación de ellos. Aquí se da un tipo y figura de la
redención del mundo por Jesucristo. Es para la salvación con tu ungido. Josué, que
dirigió los ejércitos de Israel, era una figura de Aquel cuyo nombre llevaba, Jesús,
nuestro Josué. En todas las salvaciones obradas para ellos, Dios miraba a Cristo, el
Ungido, y traía liberaciones que pasaran por Él. Todas las maravillas hechas por el
Israel de antes, fueron nada para lo que se hizo cuando el Hijo de Dios sufrió la cruz
por los pecados de su pueblo. ¡Cuán gloriosa su resurrección y ascensión! ¡Cuánto más
gloriosa será su segunda venida a poner fin a todo lo que se opone a Él, y a todo lo que
hace sufrir a su pueblo!

Vv. 16—19. Cuando vemos que se acerca un tiempo difícil, nos corresponde
prepararnos. Una buena esperanza a través de la gracia se fundamenta en el santo
temor. —El profeta mira a las experiencias de la Iglesia de épocas anteriores y observa
qué cosas tan grandes había hecho Dios por ellos, y así no sólo se recuperó, sino fue
lleno de santo gozo. Resolvió deleitarse y triunfar en el Señor; porque cuando todo se
va, su Dios no se va. —Destruid las vides y las higueras y haréis que cese todo el gozo
carnal. Pero los que disfrutaban a Dios en todos cuando estaban llenos, ahora vacíos y
pobres, pueden disfrutar todo en Dios. Pueden sentarse sobre la pila de ruinas de sus
consuelos humanos, y aun entonces alabar al Señor, como el Dios de su salvación, la
salvación del alma, y regocijarse en Él como tal, en sus angustias más grandes. El gozo
en el Señor es especialmente oportuno cuando nos topamos con pérdidas y cruces en
el mundo. Aunque estén cortadas las provisiones, para demostrar que el hombre no
vive solamente de pan, podemos ser abastecidos por la gracia y la consolación del
Espíritu de Dios. Entonces seremos fuertes para la obra y la guerra espiritual, y con el
corazón ensanchado podemos correr por el camino de sus mandamientos, y superar
nuestros problemas. Y seremos exitosos en las empresas espirituales. — Así, el profeta
que empezó su oración con temor y temblor, la termina con gozo y triunfo. Y así la fe
en Cristo prepara para todo acontecimiento. El nombre de Jesús, cuando podemos
hablar de él como nuestro, es bálsamo para toda herida, un cordial para toda
preocupación. Es un ungüento derramado, que difunde fragancia a través de toda el
alma. Con la esperanza de una corona celestial, soltemos todas las posesiones y
comodidades terrenales, y soportemos alegremente cuando estemos debajo de las
cruces. Aún un poquito y el que ha de venir vendrá y no tardará; donde Él esté,
nosotros también estaremos.

Referencias Proféticas
El Apóstol Pablo cita Habacuc 2:4 en dos diferentes ocasiones (Romanos 1:7; Gálatas
3:11) para reiterar la doctrina de la justificación por la fe.
La fe que es el don de Dios, y disponible a través de Jesucristo, es al mismo tiempo una
fe que salva (Efesios 2:8-9) y una fe que sostiene durante toda la vida.

Obtenemos la vida eterna por medio de la fe y vivimos la vida cristiana por la misma fe.
A diferencia del “orgullo” en el principio del verso, su alma no es recta dentro de él, y
sus deseos no son correctos. Pero nosotros, que somos hechos justicia por la fe en
Cristo, somos totalmente justificados, porque Él ha intercambiado Su perfecta justicia
por nuestro pecado (2 Corintios 5:21), y nos ha permitido vivir por fe.

Aplicación Práctica
La aplicación para el lector de Habacuc, es que es permisible cuestionarse lo que Dios
está haciendo, aunque con respeto y reverencia. Algunas veces no es evidente para
nosotros lo que está sucediendo, especialmente si somos entregados al sufrimiento
por un tiempo prolongado, o si es que parece que nuestros enemigos están
prosperando, mientras que nosotros apenas salimos adelante.
El Libro de Habacuc, sin embargo, afirma que Dios es un Dios soberano y omnipotente,
quien tiene todas las cosas bajo control. Nosotros sólo necesitamos estar quietos y
saber que Él está trabajando. Él es quien dice Ser, y guarda Sus promesas.
Él castigará a los impíos. Aún cuando no podamos verlo, Él aún está en el trono del
universo. Necesitamos estar enfocados en esto: “Jehová el Señor es mi fortaleza, El
cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.” (Habacuc 3:19).
Permitirnos ir a las alturas es llevarnos a los lugares altos con Él, donde somos
apartados del mundo. A veces la forma en que debemos ir para llegar hasta ahí, es a
través del sufrimiento y el dolor, pero si descansamos y confiamos en Él, terminaremos
donde Él nos quiere.
BIBLIOGRAFIA

 La Biblia, revisión Reina Varela 1960

 Comentario bíblico siglo 21

 Comentario de la Biblia Metthew Henry

 Sitios Web

o http://www.gotquestions.org/Espanol/LibrodeHabacuc.html#ixzz2

glehefGs

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