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bde la pregunta por el ser, de quienes somos en este entramado multisemántico, que
como despropósito se muestra sin fin. "El espectáculo debe continuar", tiene su
fundamentación en el imperio romano, cuando se preguntaba sobre el derecho
ciudadano, en el circo romano, leones devorando seres condenados, o esclavos en
combate por su supervivencia. " Pan y circo", el lema que campeaba para mostrar una
verdad al hombre, la necesidad de asegurar su conservación como especie. Parece una
contradicción aunque es en última instancia la negación de la negación, para asumir el
absoluto, aunque ello no tenga una configuración real sino aparente o imaginaria, en
último caso como asunción de una probabilidad incierta, aunque probabilidad al fin.
Para asegurar el poder, hay que divertir y distraer, eso configurado, en las maneras que
en término de la modernidad ocupamos como incertidumbre.
Y que es la asunción de lo espectacular sino una forma de asegurar el poder? Tan
poderosa se ha vuelto, que en la modernidad, después de algunas de sus formas más
resueltas después de la alquimia medieval, en la magia pre industrial y después, en la
imagen invertida en el espejo, donde se provoca la alucinación, en tiempos de fotografía
fija primero y luego de fotografía en movimiento, el hecho discurre como una forma de
aprehensión de la realidad en la realidad virtual que lo es todo. La comprobación más
exacta es la televisión, que ha convertido a la presunción de verdad socrática, lo
verosimil posible o la verosimilitud, en las verdades, en tanto que las difunde y las repite
sin cesar como las lecciones de memoria de la escuela. Y según como medio caliente, c
Marshsll McLuhan, definió al cine; por su sentido de secuestro en la sala obscura, para
inducirnos a pensar en esa realidad imaginada que nos presenta la pantalla, la ecran, o
el espejo, y nos siembra en los tres planos de nuestra consciencia, incluidos el
insconcinte y lo subliminal, una verdad dura, que probablemente se licuará o difuminará
con el tiempo en concatenación continuada exponencial de una verdad que la contiene.
Asi es en el medio frío, la televisión, porque el dominio, que llamamos libertad, desde la
potencia democrática, nos da la posibilidad de mover o movernos dentro de su espectro
a variables, variantes o similitudes discursivas construidas desde la realidad
condicionada o percibida del esablishment aunque siempre en su dominio: las verdades.
Sobre todo hoy, en tiempos de **TIEMPO REAL**, donde todo discurre en la inmediatez,
para las minorías dominantes de la población mundial, mientras las mayorías se
mueven en un tiempo más largo, denso, lento, que es el tiempo que conocimos como
real, antes del advenimiento del tiempo en los parámetros de la realidad virtual que lo
interpreta. La diferencia entre la realidad real y la realidad virtual. Antesala del
conocimiento hoy en la era digital, sideral y ciberespacial que además de aceptarse en
las verdades subyacentes, en la verdad como certidumbre y apariencia, transforma la
realidad, en conjunción de verdades, desde la complejidad y la incertidumbre y la teoría
de sistemas.
La calidad y su interpretación se convierte en multiléctica, por la complejidad de sus
presentaciones en círculos y elipses concéntricas y en su excentricidad, hasta ahora
enunciadas y comprobables en el mito del eterno retorno, o en la concatenación
exponencial de el efecto mariposa o en la implicación dimensionada vox populi del
efecto domino, o en el otro más singular del efecto boomerang. El tema de lo cuántico
en la envergadura científica actual, o del posicionamiento, en la teoría del mercado,
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trance realizando valor de uso y de cambio, en una sociedad consumista, sobre las
necesidades reales, las impuestas por las requisitorias del excedente de producción y la
multiplicación del capital, en la conversión de todo en fetiche de la mercancía. Nos
acercamos a pasos agigantados a la inteligencia artificial, y abonamos el terreno de la
guerra cognitiva, campos diferenciados y cada vez mas estratificados, para en la oferta
y la demanda, la compra y precios,( valor de cambio), contra valor de uso, anclado en la
ética y la estética como valores categorales en disputa del hombre por la verdad , su
comprensión, su verosimilitud y certidumbre, tratando de mantener su condición
humana en la post verdad, ese invento de la postdata, que semeja verdad como un
hecho digital, tan ofertado como mercancía en la sociedad consumista de satisfacción
de necesidades artificiales, inducidas e innecesarias. Perversión obsesiva ilimitada del
Homo sapiens, representado en un vector de la realidad, ensimismado en el poder,
según el verticalismo de las pirámides, representacion de lo que se acerca al más allá y
nos diferencia de acuerdo a nuestra capacidad de ubicarnos en lo más alto. Las
verdades que encumbran como la disposición del espectáculo cada vez mas poderoso
en su calidad de distraer de la realidad real, recreando la posibilidad según sea superior,
superhombre, en la medida en que asciende y es único, asi representado por la venta del
fetiche mercancía en que se transforma todo, en la necesidad de aplicar la inmediatez
como un modo de exceder la producción y construir las burbujas del capital en el
sistema financiero que domina al mundo desde el Ojo orwelliano, esa forma mutante del
ser en la apariencia de la verdad construida desde la realidad.