Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2. CARNES
3. GASTRONOMÍA
Luis Mazuecos
Noticias relacionadas
Mercurio en el atún: todo lo que debes saber sobre la última alarma alimentaria
La idoneidad de los fosfatos como aditivo alimentario lleva siendo materia de
debate en los últimos años. Se trata de las sales del ácido fosfórico y se
encuentran de forma natural en los alimentos, especialmente en los que son ricos
en proteínas de origen animal como la carne, la leche o el queso. El fósforo, en
sí, es un mineral fundamental para el crecimiento y la formación de los
huesos, así como para el correcto funcionamiento neurológico.
Nuestro organismo necesita un aporte muy limitado de fósforo a través de la
alimentación. En el caso de los fosfatos naturales, el intestino absorbe una parte
con dificultad y elimina el resto. El problema está en los usados de
forma artificial como aditivos, conservantes y saborizantes: se absorben con
mayor facilidad produciendo acumulaciones.
Los fosfatos se añaden a la carne preparada para cumplir tres funciones. En primer
lugar retienen el agua, lo que permite conservar su jugosidad y volumen después
de ser envasada y congelada. Mantienen la estabilidad de las proteínas evitando
que se deshaga, algo fundamental para la carne en espeto y brocheta. Además,
preservan el color y el sabor de modo a resultar más apetitosa para el consumidor.
Un aditivo polémico
El exceso de fósforo también produce problemas renales, ya que son los riñones
los encargados de eliminarlo a través de la orina. Si, para una persona sana, una
dieta rica en estos aditivos puede acabar en insuficiencia renal, en una persona
de más de 70 años puede provocar un serio problema de salud. En conjunto, una
dieta rica en fosfatos ha sido vinculada con un envejecimiento prematuro y más
casos de muerte temprana.
Como consecuencia de la preocupación que han mostrado muchas personas en los
últimos años por el exceso de fosfatos en los alimentos y sus posibles efectos
negativos en la salud, la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) ha
vuelto a evaluar estos aditivos.
Tras llevar a cabo una evaluación de la seguridad de los fosfatos utilizados como
aditivos alimentarios, la EFSA publicó una opinión científica en la que establece que
una ingesta diaria aceptable (IDA) es de 40 mg/kg de peso corporal. Esto
supondría 2,8 g de fósforo para un adulto medio de 70 kg.
Para establecer este límite en la ingesta de fósforo, se tuvieron en cuenta tanto
los fosfatos procedentes de fuentes naturales como los de los aditivos
alimentarios. Estos últimos contribuyen entre el 6-30% de la ingesta total de
fósforo.
El IDA es fruto de esta reevaluación de los fosfatos, pero no se aplica a personas
con problemas renales. En su caso el consumo debería ser más reducido ya
que son un grupo de población vulnerable.
Los fosfatos como aditivos cárnicos están prohibidos como norma general en la
Unión Europea. Sin embargo, a lo largo de los años se han introducido
'excepciones' para algunos productos, a menudo tras la excusa de que se trata de
"preparados tradicionales", como las breakfast sausages y la burger
meat británicas, el relleno bräte de las salchichas alemanas, la kielbasa en Polonia
y República Checa, o el asado de Navidad al estilo finlandés.
Un reciente estudio de The European Consumer Organization detectaba fosfatos
sin embargo en productos que no tenían nada de "tradicional" y se habían acogido
a la tipología de los casos permitidos. En otros casos, los fosfatos habían llegado a
la carne por transmisión en preparados adobados, "una zona gris de legislación".
Y en algunos casos, los productores se habían saltado la prohibición de usar
fosfatos llanamente. El último empujón lo ha dado la industria del döner kebab en
Alemania, presuntamente creado por inmigrantes de origen turco y considerad una
institución culinaria.